LA DEDICACIÓN DE SAN MIGUEL ARCÁNGEL
Patrono de los artistas; personal de emergencia médica; paramédicos; radiólogos; radioterapeutas; oficiales de policía; fuerzas de seguridad; guardias de seguridad; soldados; paracaidistas; marineros; enfermos; personas en trance de muerte; esgrima; verduleros; tenderos; panaderos; fabricantes de sombreros; caballeros; fabricantes de espadas. Protector contra los peligros del mar y en las batallas.
Se lo invoca en las tentaciones y para pedir una santa muerte.
La fiesta de este día es el aniversario de la dedicación de una Iglesia de San Miguel, en Roma, por el Papa Bonifacio II, alrededor del año 530.
San Miguel, es ante todo jefe de la milicia celestial, y protector de la Iglesia. Siempre ha defendido el honor y la gloria de Dios tanto en la tierra como en el cielo. Fue él quien luchó victoriosamente contra Lucifer y sus cómplices y los echó del paraíso. Esta lucha se realiza constantemente de manera invisible en la Iglesia. Por eso San Miguel es el Protector que intercede por ella ante el trono de Dios.
San Miguel es el encargado de libertar a los que hemos caído en el pecado en poder de Satanás. Él es quien preside el culto de adoración que al Altísimo tributamos, cuando ofrece a Dios las oraciones de los Santos, representada por el incienso, cuyo humo se eleva al cielo. A menudo también se le representa con la balanza en donde se pesan las almas al presentarse ante el divino tribunal. ¡Oh Príncipe gloriosísimo de la celestial milicia! Te pedimos que el día de la cuenta, cuando pongas nuestras almas en la balanza inexorable de la divina justicia, no se hallen faltas de peso.
I. Lucifer se había rebelado contra Dios: se negaba a adorar el misterio de la Encarnación, que Dios había revelado de antemano a sus ángeles. Imita el celo de este arcángel cuando se trata de los intereses de Dios: declárate abiertamente en contra de los impíos. Cuando el mundo con sus placeres o el demonio con su orgullo te ataquen, diles con San Miguel: “¿Quién como Dios?” Mundo, placeres, honores, riquezas: ¿pueden acaso tus recompensas compararse a las que Dios me reserva? ¿Quién como Dios?
II. La humildad y la sumisión procuraron a San Miguel una gloria eterna, y el orgullo precipitó a Lucifer en los abismos infernales. ¡Temblad, soberbios! La vanidad es la que ha perdido a la más hermosa de todas las creaturas. Humillémonos y temamos comparecer ante Dios que hasta en los ángeles ha encontrado corrupción. ¡Cayeron los astros del cielo y yo, lombriz, no tiemblo!
III. Debes honrar a San Miguel, porque es el príncipe de la Iglesia que debe un día asistir al examen de toda tu vida. ¿Qué dirás? ¿qué harás en ese tremendo día? No podrás esperar ayuda alguna ni de tu riqueza ni de tu ciencia. Sólo tus buenas obras abogarán a tu favor ante el Juez supremo. ¿Bastarán para asegurarte una gloria eterna? Llegará ese día en el que un corazón puro valdrá más que palabras hábiles, una buena conciencia más que una bolsa llena de oro (San Bernardo).
ORACIÓN
Oh Dios, que reguláis con infinita sabiduría los diversos ministerios de los ángeles y de los hombres, dignaos concedernos como protectores en la tierra a esos espíritus bienaventurados que no cesan en el cielo de ofreceros sus servicios y homenajes. Por J. C. N. S.