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miércoles, 29 de septiembre de 2021

DEDICACION A SAN MIGUEL ARCANGEL (29 de Septiembre)

 



LA DEDICACIÓN DE SAN MIGUEL ARCÁNGEL

Patrono de los artistas; personal de emergencia médica; paramédicos; radiólogos; radioterapeutas; oficiales de policía; fuerzas de seguridad; guardias de seguridad; soldados; paracaidistas; marineros; enfermos; personas en trance de muerte; esgrima; verduleros; tenderos; panaderos; fabricantes de sombreros; caballeros; fabricantes de espadas. Protector contra los peligros del mar y en las batallas.

Se lo invoca en las tentaciones y para pedir una santa muerte.

La fiesta de este día es el aniversario de la dedicación de una Iglesia de San Miguel, en Roma, por el Papa Bonifacio II, alrededor del año 530.

San Miguel, es ante todo jefe de la milicia celestial, y protector de la Iglesia. Siempre ha defendido el honor y la gloria de Dios tanto en la tierra como en el cielo. Fue él quien luchó victoriosamente contra Lucifer y sus cómplices y los echó del paraíso. Esta lucha se realiza constantemente de manera invisible en la Iglesia. Por eso San Miguel es el Protector que intercede por ella ante el trono de Dios. 

San Miguel es el encargado de libertar a los que hemos caído en el pecado en poder de Satanás. Él es quien preside el culto de adoración que al Altísimo tributamos, cuando ofrece a Dios las oraciones de los Santos, representada por el incienso, cuyo humo se eleva al cielo. A menudo también se le representa con la balanza en donde se pesan las almas al presentarse ante el divino tribunal. ¡Oh Príncipe gloriosísimo de la celestial milicia! Te pedimos que el día de la cuenta, cuando pongas nuestras almas en la balanza inexorable de la divina justicia, no se hallen faltas de peso. 


I. Lucifer se había rebelado contra Dios: se negaba a adorar el misterio de la Encarnación, que Dios había revelado de antemano a sus ángeles. Imita el celo de este arcángel cuando se trata de los intereses de Dios: declárate abiertamente en contra de los impíos. Cuando el mundo con sus placeres o el demonio con su orgullo te ataquen, diles con San Miguel: “¿Quién como Dios?” Mundo, placeres, honores, riquezas: ¿pueden acaso tus recompensas compararse a las que Dios me reserva? ¿Quién como Dios?


II. La humildad y la sumisión procuraron a San Miguel una gloria eterna, y el orgullo precipitó a Lucifer en los abismos infernales. ¡Temblad, soberbios! La vanidad es la que ha perdido a la más hermosa de todas las creaturas. Humillémonos y temamos comparecer ante Dios que hasta en los ángeles ha encontrado corrupción. ¡Cayeron los astros del cielo y yo, lombriz, no tiemblo!


III. Debes honrar a San Miguel, porque es el príncipe de la Iglesia que debe un día asistir al examen de toda tu vida. ¿Qué dirás? ¿qué harás en ese tremendo día? No podrás esperar ayuda alguna ni de tu riqueza ni de tu ciencia. Sólo tus buenas obras abogarán a tu favor ante el Juez supremo. ¿Bastarán para asegurarte una gloria eterna? Llegará ese día en el que un corazón puro valdrá más que palabras hábiles, una buena conciencia más que una bolsa llena de oro (San Bernardo).


ORACIÓN


Oh Dios, que reguláis con infinita sabiduría los diversos ministerios de los ángeles y de los hombres, dignaos concedernos como protectores en la tierra a esos espíritus bienaventurados que no cesan en el cielo de ofreceros sus servicios y homenajes. Por J. C. N. S.

martes, 28 de septiembre de 2021

LA NUEVA SSPX COOPERA CON EL NUEVO ORDEN MUNDIAL

 

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Traditionalists slam Latin Mass body for sanitizing abortion-tainted jabs


VALAIS, Suiza ( ChurchMilitant.com ) - El liderazgo de la Sociedad de San Pío X ( FSSPX ) está provocando fuertes críticas de su grupo de católicos tradicionalistas después de aprobar los pasaportes de vacunas e instar al clero y a los laicos a cumplir con los mandatos coercitivos de las vacunas. 

Imagen
El secretario general de la FSSPX y el promotor de vax, el P. Arnaud Sélégny

En un comunicado  publicado el viernes, el secretario general de la FSSPX, P. Arnaud Sélégny insistió en que "si se necesita un pase sanitario para circular, puede suceder que la obligación de cumplir un deber de caridad nos impulse a aceptar la vacunación".

Si bien sostiene que la vacunación es una "decisión prudencial" y una cuestión de elección personal, Sélégny, médico y profesor del seminario de la FSSPX en Suiza, argumentó que puede haber "una mayor o menor necesidad de vacunarnos".

"Así, si es imposible acercarse a los moribundos para conferirles los sacramentos sin estar uno mismo vacunado, debemos preferir la salvación del prójimo a nuestra propia salud o tranquilidad", instó el sacerdote. 

Sélégny dijo que aplicaría el mismo razonamiento para la vacunación a todos los que están "en justicia" obligados "a proveer para la salvación del prójimo" o "en caridad" requeridos para hacer "sacrificios para asegurar la salvación o el bien del prójimo". "  

La declaración no ofrecía dar certificados de exenciones religiosas a los laicos por motivos de objeciones morales a los golpes manchados por el aborto, pero reiteró que su posición anterior de mantener el vínculo con el "crimen atroz del aborto" era indirecto y muy remoto. 

Admitir los mandatos de la vacuna "puede resultar coercitivo, un abuso de poder" y conducir a una "mayor vigilancia", señaló Sélégny, "aceptamos someternos a muchas presiones y limitaciones por razones de justicia, caridad, bien común o espiritual bien."



sábado, 11 de septiembre de 2021

URGENTE, LO DIJO SOR LUCIA

 



“… NO HAY PROBLEMA POR DIFÍCIL  QUE SEA QUE NO SE PUEDA RESOLVER CON EL REZO DEL SANTO ROSARIO”

 

    Si repasamos la historia de la humanidad,  recordaremos que siempre han existido dificultades, guerras, epidemias, sufrimientos.

   El mundo tiene sus encantos,  y si Dios no mandara pruebas  olvidaríamos rápidamente que estamos de paso y que somos peregrinos.

“El alma se purifica y fortalece en la tribulación”, le dijo Nuestro Señor a Sor Josefa Menéndez.

La tempestad es  tempestad y, como  el marinero, resignación en las pruebas y a trabajar.

San Bernardo nos exhorta a recurrir siempre a nuestra divina Madre, y San Agustín nos dice: “Quiere el Señor concedernos sus gracias, pero sólo las da a aquel que se las pide”.

   Así que, imitando a los niños, arrojémonos en los brazos de Nuestra Madre Santísima en cualquier tribulación que tengamos,  recordando que todo es permisión divina para nuestra santificación, y que abrazando la Cruz damos gusto a Dios.

  En la frase de Sor Lucía: “No hay problema por difícil que sea que no se pueda resolver con el rezo del Santo Rosario”, tenemos el mejor plan de acción y por consiguiente la  respuesta a toda circunstancia de la vida.

   El Santo Rosario es de origen celestial, pero para los tiempos presentes Dios ha otorgado al Santo Rosario un mayor poder.

   Sor Lucía le dijo al Padre Fuentes en 1957: “No hay ningún problema, por difícil que sea, temporal o sobre todo espiritual, referido a la vida espiritual de cada uno de nosotros, de  nuestras familias, de las familias del mundo o de las comunidades religiosas, o a la vida de los pueblos y naciones, no hay ningún problema, repito, por difícil que sea, que no podamos resolver por el rezo del Santo Rosario. Con el Santo Rosario nos salvaremos, nos santificaremos, consolaremos a Nuestro Señor y obtendremos la salvación de muchas almas”.

   Esta fuerza del Santo Rosario reside en la excelencia de  las oraciones que la componen:

   El Credo, con el cual hacemos un acto de Fe sobre las verdades más importantes de  nuestra Santa Religión.

   El Gloria, con que glorificamos a la Santísima Trinidad.

   El Padrenuestro, es la oración de Nuestro Señor Jesucristo y el Padre Celestial no la desoye nunca.

   El Avemaría,  se dirige a la Madre de Dios, y es además un acto de adoración y alabanza a Jesucristo.

   Es decir, con el  rezo del  Santo Rosario pondremos en las manos de nuestra Madre Santísima todas nuestras intenciones, todas. Ya lo decía San Pablo: nosotros por nuestras propias fuerzas, no podemos ni siquiera pensar en hacer el bien.

   Citemos algunos ejemplos del poder del Santo Rosario:

   *Portugal fue salvado del comunismo en 1975 gracias al Santo Rosario. Más de un millón de personas se comprometió a rezar diariamente el Santo Rosario.

   *Austria se vio libre del Ejército Rojo en 1955 gracias al Santo Rosario. El Canciller proclamó públicamente: “Somos libres María, te lo agradecemos a  Ti”. Entre 500 mil y 600 mil católicos austriacos firmaron su compromiso de rezar diariamente el Rosario.

   *La Ciudad de la Inmaculada fundada por San Maximiliano Kolbe quedó ilesa con la bomba atómica arrojada en Nagasaki, allí se rezaba diariamente el Rosario.

   La Santísima Virgen es la Medianera de todas las gracias. Acudamos a Ella con amor, con confianza, recordando que con Su ayuda podremos cumplir la Voluntad de Dios, y es ahí donde está nuestra felicidad, en el cumplimiento de Su Santísima Voluntad.  

   El pequeño Francisco, vidente de Fátima rezaba hasta 18 Rosarios al día. De nosotros depende el curso que queremos que tome nuestra vida, no debemos dejar nada a la deriva, somos ricos teniendo a la Santísima Virgen por Madre nuestra, lo menos que podemos hacer es rezar diariamente sus 50 Avemarías y encargarle todas nuestras necesidades.

   Dios nos está probando, así que, a comenzar, nunca es tarde, o a rezar con mucho más fervor, si ya lo hacíamos, a invitar a más personas a hacerlo, a vivir la vida como verdaderos Católicos.

   No cesemos de invocar a Nuestra Madre en todo peligro pues siempre vendrá en nuestro socorro. De la confianza se sigue la paz, porque entonces, no habrá nada que temer.  Dios sabe lo que hace.

   ¿Qué proporción hay entre lo poco que se padece y lo mucho que se espera? La oración es poderosa.

    Así, ¡seremos los primeros asombrados de vernos fuertes!

   Levantad la cabeza y ved la patria que os espera… le dijo Nuestro Señor a Sor Josefa, así que ¡manos a la obra!

 

  


jueves, 9 de septiembre de 2021

EL GOLPE MAESTRO DE SATANAS


Documental completo sobre el libro de Monseñor Lefebvre, el cual explica la infiltración del modernismo en la estructura jerárquica de la Iglesia Católica. Esta infiltración esta dirigida por el príncipe de este mundo, Satanás y sus secuaces. imperdible para instruirse sobre la situación actual de la Iglesia Militante. Para mas información visite: https://elarietecatolico.blogspot.com...

martes, 7 de septiembre de 2021

lunes, 6 de septiembre de 2021

EL SANTO ABANDONO (2. La fe en la Providencia)

 



2. LA FE EN LA PROVIDENCIA

«El justo vive de la fe», y para elevarse hasta el Santo

Abandono, es necesario que esté penetrado de una fe viva y

arraigada. Ahora bien, la fe se clarifica en la medida que el

hombre se purifica y crece en virtud. Mas sólo al elevarse el

alma a la vida unitiva, a aquel grado de adelantamiento en

que, bien limpia y rica ya en virtudes, vive principalmente del

amor y de la intimidad con Dios, es cuando llega a ser

especialmente luminosa y penetrante. Se hacen entonces las

sombras menos densas y a través del velo se transparentan

sus claridades; Dios oculto siempre, deja, sin embargo,

adivinar su presencia haciendo a las veces sentir con mucha viveza

su amor y sus ternuras; y cual otro Moisés, trata con el

Invisible como si le viese cara a cara. Por medio de esta fe

viva, el abandono se toma fácil; sin ella no es posible elevarse

a él de un modo habitual.


Nada sucede en este mundo sin orden o permisión de

Dios; todo cuanto existe ha sido creado por El, y todo lo

creado lo conserva y gobierna enderezándolo hacia su fin. En

tanto que rige los astros y preside las revoluciones de la tierra,

concurre a los trabajos de la hormiga, al menor movimiento de

los insectos que pululan en el aire y al de los millones de

átomos contenidos en la gota de agua. Ni la hoja del árbol se

agita, ni la brizna de hierba muere, ni el grano de arena es

transportado por el viento sin su beneplácito. Vela con solicitud

sobre las aves del cielo y sobre los lirios del campo, y pues

nosotros valemos más que una bandada de pájaros, menos

podrá olvidar a sus hijos de la tierra. Al padre de familia, a la

vigilante solicitud de las madres pasarán inadvertidos mil

detalles; Dios, empero, por su inteligencia infinita, posee el

secreto de ordenar los incidentes de poca monta como los

acontecimientos de mayor importancia. Y tanto es así, que

todos nuestros cabellos están contados y ni uno solo cae de

nuestra cabeza sin el permiso de Nuestro Padre que está en

los cielos. ¿Cabe imaginar cosa más insignificante que la

caída de uno de nuestros cabellos? Dios, sin embargo, piensa

en ello. Con cuánta más razón pensará Dios en mí y proveerá

a todo, «si tengo hambre, si tengo sed, si emprendo un

trabajo, si he de elegir un estado de vida, si en este estado se

ofrecen ciertas dificultades, si para resistir a tal tentación o

cumplir tal deber necesito su gracia, si en mi camino hacia la

eternidad tengo necesidad del pan cotidiano del alma y del

cuerpo, si en los últimos momentos me es necesario un

acrecentamiento de gracias; si postrado en el lecho de muerte,

a punto de exhalar el postrer suspiro y abandonado de todos,

me veo perdido.» De suerte que yo, que no soy sino un átomo

insignificante del mundo, ocupo día y noche, sin cesar y en

todas partes, el pensamiento y el corazón de mi Padre que

está en los cielos. ¡Qué verdad más conmovedora y llena de

consuelo!


Mas si la Providencia combina por si misma sus designios sobre mí,

confía su ejecución, por lo menos en gran parte, a

las causas segundas. Emplea el sol, el viento, la lluvia; pone

en movimiento el cielo y la tierra, los elementos insensibles y

las causas inteligentes. Pero como las criaturas no tienen

acción sobre mí, sino en cuanto la reciben de El, he de Ver en

cada una de ellas un receptáculo de la Providencia y el

instrumento de sus designios. Por consiguiente, «en el frío que

me encoge yo descubriré la Providencia; en el calor que me

dilata, la Providencia; en el viento que sopla y empuja mi navío

lejos o cerca del puerto, la Providencia; en el éxito que me

anima, la Providencia; en la prueba de la adversidad, la

Providencia; en este hombre que me aflige, la Providencia; en

este otro que me causa placer, la Providencia; en esta

enfermedad, en esta curación, en este curso que toman los

negocios públicos, en estas persecuciones, en estos triunfos,

la Providencia, siempre la Providencia». Nada más justo que

ver así a Dios en todas las cosas, y ¡qué tranquila y

santificante es esta manera de pensar y obrar!


Nuestro Padre celestial es en verdad un Dios escondido. Al

modo que ha velado su palabra bajo la letra de las Sagradas

Escrituras y que Jesucristo oculta su presencia bajo las

especies eucarísticas, así Dios, queriendo permanecer

invisible para proporcionarnos el mérito de creer, nos oculta su

acción bajo las criaturas. «He aquí una enfermedad que nos

invade. ¿Cuál es su causa? En apariencia es un capricho del

aire, es el rigor de la estación; en realidad es Dios quien ha

ordenado a estos elementos que nos pongan enfermos. Aun

así Dios persiste entre sombras y nosotros no hemos visto su

rostro. Sin embargo, la enfermedad seguirá su curso, unas

veces se agravará y otras cederá a los remedios. ¿Quién es el

autor de esta agravación o de esta curación? Nosotros

decimos que el médico, su habilidad o su imprudencia. ¡Tal

vez! Mas lo cierto es que Dios está por encima de las causas

segundas, y que El es, en definitiva, el que causa la curación o

la muerte. Si, mas nosotros no lo vemos, y ese nuestro Dios

continúa sin mostrarse... Y más difícil nos es descubrir al

Agente supremo cuanto es mayor la claridad con que se

muestran las causas segundas.


Mediante una fe viva, se miran las criaturas no en sí mismas, sino en 

la causa primera de la que reciben toda su

acción; se adivina cómo «Dios las ordena, las mezcla, las

reúne, las pone, las empuja hacia el mismo fin por opuestos

caminos». Se entrevé al Espíritu Santo sirviéndose de los

hombres y de las cosas para escribir en las almas un

Evangelio viviente. Este libro no será del todo comprendido

sino en el gran día de la eternidad, lo que nos parece tan

confuso, tan ininteligible, nos maravillará entonces; ahora con

la firme persuasión de que «todo tiene sus movimientos, sus

medidas, sus relaciones en esta divina obra», hemos de

inclinarnos con respeto, a la manera que ante la Sagrada

Escritura adoramos al Dios oculto y nos abandonamos a su

Providencia. Mas si es débil nuestra fe, ¿Cómo ver a Dios en

las desgracias que nos hieren y principalmente a través de la

malicia de los hombres? Todo se atribuye al acaso, a la mala

fortuna, y se rechaza.


El acaso no es sino una palabra vacía de sentido, o mejor

aún es «la Providencia de incógnito», pero para los corazones

maleados que quisieran prescindir de la sumisión de la oración

y del reconocimiento, es la laicización de la Providencia.


«Nada sucede en nuestra vida por movimientos al acaso,

sabedlo bien, todo cuanto acontece contra nuestra voluntad no

sucede sino en conformidad con la voluntad de Dios, según su

Providencia y el orden que El tenía determinado, el

consentimiento que El da y las leyes que ha establecido.» Así

habla San Agustín.


«Hay algunos casos fortuitos, accidentes inesperados; mas

son fortuitos e inesperados solamente para nosotros..., en

realidad son un designio de la Providencia soberana, que

ordena y reduce todas las cosas a su servicio.» «Dios, al guiar

a sus criaturas, no les manifiesta sus designios; ellas van y

vienen cada cual en su camino. La fatalidad quiere que unos

encuentren en su camino la ocasión de hacer fortuna y otros

causas de pérdidas y de minas; fatalidad es ciertamente para

el hombre que no ha visto todas las combinaciones, mas para

Dios, que ha determinado hasta ese punto las circunstancias,

todo ha sido providencial.»


En las desgracias que nos hieren es preciso ver a Dios.

«Yo soy el Señor, nos dice por boca de Isaías, yo soy el Señor y no

 hay otro; yo soy el que formó la luz y creó las tinieblas,

que hago la paz y creo los males». «Yo soy, había dicho antes

por Moisés, yo soy quien hace morir y quien hace vivir, el que

hiere y el que sane» «El Señor quita y da la vida, se dice

también en el cántico de Ana, madre de Samuel; conduce a la

tumba y saca de ella; el Señor hace al pobre y al rico, abate y

levanta». ¿Sucederá algún mal -dice Amós- que no venga del

Señor?». «Los bienes y los males, asegura el Sabio, la vida y

la muerte, la pobreza y las riquezas vienen de Dios»


Yo, podrá decir alguno, admito esto en cuanto a la

enfermedad y a la muerte, al frío y al calor y mil parecidos

accidentes producidos por causas desprovistas de libertad,

pues estas causas obedecen siempre a Dios. El hombre, por

el contrario, le resiste; cuando alguien habla mal de mí, me

arrebata los bienes, me hiere, me persigue, ¿Cómo podré yo

ver en ese mal proceder la mano de Dios, puesto que, muy

lejos de aprobarlo, lo prohíbe? No puedo, pues, atribuirlo sino

a voluntad del hombre, a su ignorancia o a su malicia. En vano

se atrincheran tras este razonamiento para no abandonarse a

la Providencia, ya que Dios mismo se ha explicado acerca del

particular y hemos de creer, fiados de su palabra infalible, que

El obra en esta clase de acontecimientos no menos que en los

otros; nada sucede en ellos sino por su voluntad.


Cuando quiere castigar a los culpables, escoge los

instrumentos que bien le parece, los hombres o los demonios.

Peca David, y en la casa del príncipe y entre sus hijos es

donde Dios suscitará los instrumentos de su justicia. Cada vez

que los israelitas se endurecían en el mal, el Señor les

manifestaba que había escogido a los pueblos vecinos, ya al

uno, ya al otro, para reducirlos al deber mediante un terrible

castigo. Asur, en particular, será la vara del furor divino y su

mano el instrumento de la indignación de Dios. Nuestro Señor

predice la destrucción de Jerusalén deicida e impenitente: Tito

será indudablemente el brazo de Dios para derribarla de arriba

abajo y no dejar en ella piedra sobre piedra. Más tarde, Atila

podrá llamarse con razón el azote de Dios. Saúl peca con

obstinación, el Espíritu de Dios se retira de él y un espíritu

malo, enviado por el Señor, le domina y agita.


Para probar a los justos y a los santos, Dios emplea la malicia del 

demonio y la perversidad de los malvados. Job

pierde hijos y bienes, cae de la opulencia en la miseria y dice:

« El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó; se ha hecho lo que

le era agradable; ¡bendito sea el nombre del Señor! ». No dijo

-según acertadamente observa San Agustín-: «El Señor me lo

dio y el diablo me lo quitó, sino el Señor me lo dio y el Señor

me lo quitó; todo se ha hecho como agrada al Señor y no al

demonio. Referid, pues, a Dios todos los golpes que os hieran,

porque el diablo mismo nada os puede hacer sin la permisión

de Dios» Los hermanos de José, al venderle, cometen la más

negra iniquidad; mas él lo atribuye todo a la Providencia, y así

lo manifiesta repetidas veces: «Por vuestra salud me ha

enviado el Señor ante vosotros a Egipto... Vosotros formasteis

malos designios contra mí, mas no me encuentro aquí por

vuestra voluntad, sino por la de Dios, a la que no podemos

resistir».


Cuando Semeí perseguía con sus maldiciones a David

fugitivo y le tiraba piedras, el santo Rey sólo quiso ver en esto

la acción de la Providencia, y calma la indignación de sus

siervos diciéndoles: «Dejadle; Dios le ha mandado

maldecirme», es decir, le ha elegido para castigarme.

En la Pasión del Salvador, los judíos que le acusan, Judas

que le entrega, Pilatos que le condena, los verdugos que le

atormentan, los demonios que excitan a todos estos

desgraciados, son desde luego la causa inmediata de este

terrible crimen. Mas, sin ellos sospecharlo, es Dios quien ha

combinado todo, no siendo ellos sino los ejecutores de sus

designios. Nuestro Señor lo declara formalmente: « Ese cáliz

lo ha preparado mi Padre; Pilato no tendría poder alguno si no

lo hubiera recibido de lo alto. Mas ha llegado la hora de la

Pasión, la hora dada por el cielo al poder de las tinieblas».


San Pedro lo afirma con su Maestro: «Herodes y Pilato, los

gentiles y el pueblo de Israel se ha coligado en esta ciudad

contra Jesús, vuestro santísimo Hijo; mas todo para dar

cumplimiento a los decretos de vuestra Sabiduría». Así, pues,

la Pasión es obra de Dios y aun su obra maestra. «Imposible

dudar; allí está la voluntad de Dios, esa voluntad tan luminosa

que se oculta en esta noche profunda; esta voluntad

invencible es el alma de esta total derrota; esta voluntad tan justa, 

tan buena, tan amante, no deja de ser reina y señora en

este castigo sin medida y del todo inmerecido por aquel a

quien se inflige; en una palabra, esta voluntad tres veces

santa permanece en el fondo de este prodigio de iniquidad.

Vivimos en esta creencia..., y después nos parece un exceso

reconocer la voluntad de Dios, no digo en los males de la

Santa Iglesia o en las calamidades públicas, sino en las

pérdidas particulares, en esas humillaciones, esas

decepciones, esos contratiempos, esos pequeños males, esas

nonadas que llamamos nuestras cruces y que son nuestras

pruebas habituales.»


Y, ¿por qué la mano de Dios no andará en todo esto? En el

pecado hay dos elementos: material y formal. Lo material no

es sino el ejercicio natural de nuestras facultades y Dios

concurre a él como a todos nuestros actos. Este concurso es

de toda necesidad, pues si Dios nos lo negara, quedaríamos

reducidos a la impotencia, y habiéndolo juzgado conveniente

otorgarnos la libertad prácticamente nos la quitaría. Empero el

mérito o la falta es lo formal del acto; y en el pecado, lo formal

es el defecto voluntario de conformidad del acto con la

voluntad de Dios. Este defecto no es un acto, es más bien su

ausencia. Dios no concurre a él, al contrario, ha señalado

preceptos, hecho promesas y amenazas. Ofrece su gracia,

solicita al alma para conducirla a su deber; ha hecho, pues,

todo para impedir el pecado, pero no quiere llegar al extremo

de violentar la libertad. A pesar de todo lo hecho por Dios, el

hombre, abusando de su libre albedrío, no ha adaptado su

voluntad a la de Dios; Dios, por tanto, no ha prestado su

concurso sino a lo material del acto. No hay cooperación al

pecado, considerado como tal; lo ha permitido en cuanto que

no lo ha impedido por medio de la violencia, sin que esta

permisión sea una autorización, pues El detesta la falta y se

reserva el castigarla en tiempo oportuno. Mas entretanto, cabe

en sus designios hacer servir el mal para el bien de sus

elegidos, utilizando para esto la debilidad y la malicia de los

hombres, sus faltas hasta las más repugnantes. No de otra

suerte se muestra un padre que, queriendo corregir a su hijo,

toma la primera vara que le viene a mano y después la arroja

al fuego; otro tanto hace un médico que prescribe sanguijuelas a su 

enfermo, aquéllas tan sólo pretenden hartarse de sangre

y, sin embargo, las sufre con confianza el paciente enfermo,

porque el médico ha sabido limitar su número y localizar su

acción.


Así, pues, la fe en la Providencia exige que en cualquier

ocasión el alma se remonte hacia Dios. «Si el justo es

perseguido es porque Dios lo quiere; si un cristiano por seguir

su religión empobrece, es porque Dios lo quiere también; si el

impío se enriquece en su irreligiosidad, es por permisión

divina. ¿Qué me sucederá si soy fiel a mi deber? Lo que Dios

quiera.» Nuestras pérdidas, nuestras aflicciones, nuestras

humillaciones jamás debemos atribuirlas al demonio ni a los

hombres, sino a Dios, como a su verdadero origen. Los

hombres pueden ser su causa inmediata, y aunque tal suceda

por una falta inexcusable, Dios aborrece la falta, pero quiere la

prueba que de ella resulta para nosotros.


« Convengamos que si en medio de tantos accidentes de

todo género de que está llena la vida humana, supiéramos

reconocer esa voluntad de Dios, no obligaríamos a nuestros

ángeles a ver en nosotros tantas admiraciones poco

respetuosas, tantos escándalos sin fundamento, tantas iras

injustas, tantos descorazonamientos injuriosos a Dios, y

desgraciadamente, tantas desesperaciones que a veces nos

exponen a perdernos.»



jueves, 2 de septiembre de 2021

¿ES EL PANTALÓN APROPIADO PARA LA MUJER?

 



¿ES EL PANTALÓN APROPIADO PARA LA MUJER? 

«La mujer no se vista de hombre, ni lleve el hombre vestido de mujer, porque quien tal hace es objeto de abominación para Yahvé, tu Dios.» (Deuteronomio 22:5) 

A la mujer le gusta por naturaleza que se le admire por su elegancia. No hay pues nada malo o inapropiado en una mujer que se vista elegantemente, con tal que su vestido sea femenino y modesto. Pero se ha instalado en nuestras sociedades modernas la moda entre muchas mujeres de todas las edades, de vestirse con PANTALONES. En nuestro país probablemente más del 90% de las mujeres se visten hoy con pantalones, lo que muestra el impacto enorme que ha creado esa moda entre las mujeres. Muchas mujeres católicas parecen no ver ningún problema en vestirse con pantalones y no pocas se sienten incluso ofendidas cuando se les dice que los pantalones no son modestos para las mujeres. Entonces ¿Vestirse con pantalones es algo modesto para la mujer o, por el contrario, una moda que ofende a Dios? 

LO QUE ENSEÑAN LA NATURALEZA Y LA BIBLIA 

Desde siempre ha habido en todas las sociedades civilizadas una diferenciación clara entre el hombre y la mujer en su manera de vestir. Ha habido siempre vestidos reservados exclusivamente a los hombres, y otros a las mujeres. El hecho de que las mujeres y los hombres se vistan de forma diferente es también un signo claro de sus distintos papeles en la sociedad. Esta distinción no es arbitraria o accidental, sino que se basa en la diferencia biológica que existe entre los hombres y las mujeres, tal como Dios los ha creado. Así pues, todas las sociedades civilizadas en el pasado siempre condenaron a las personas de un sexo cuando se vestían con las prendas del sexo opuesto. El pantalón ha sido siempre considerado en nuestras sociedades cristianas cómo un atuendo propio de los hombres. No es pues apropiado para una mujer vestirse con pantalones porque es un atuendo masculino. Las Sagradas Escrituras condenan clara y enérgicamente la inversión en los dos sexos en la manera de vestirse: «La mujer no se vista de hombre, ni lleve el hombre vestido de mujer, porque quien tal hace es objeto de abominación para Yahvé, tu Dios.» (Deuteronomio 22:5). Es decir, ante Dios la vestimenta no es algo moralmente indiferente, y así pues, romper esas reglas vestimentarias es una ofensa grave contra Dios. La inmoralidad detrás de esta inversión en la manera de vestirse está basada en una anormalidad llamada “travestismo.” La persona que se viste con prendas del otro sexo sugiere una inversión moral en su sexualidad, es decir, que puede implicar incluso una sospecha de homosexualidad. 

UNA REVOLUCIÓN EN VARIAS ETAPAS 

La manera cómo fue impuesta y adoptada la moda en las mujeres de vestirse con pantalones es muy reciente y no fue algo “espontáneo”, sino algo meticulosamente preparado por los enemigos de Dios… y de la mujer. Este triunfo de la revolución feminista, que va mucho más allá de lo que muchos sospechan, se puede resumir en tres etapas. 

1ª ETAPA: IMPONER EL PANTALÓN.

Los primeros cambios importantes en la moda femenina aparecieron sólo a comienzos del siglo XX. Los modistos comenzaron por recortar progresivamente las faldas y así descubrieron poco a poco el cuerpo de las mujeres. No es de extrañar que la moda de los pantalones en las mujeres apareció más tarde con la REVOLUCIÓN SOCIAL Y SEXUAL en los Estados Unidos y en Europa en los años 1960’s y en particular con el Movimiento de Liberación Femenina. Muchas mujeres adoptaron dócilmente ésta nueva moda, gracias en particular a la presión de los medios de comunicación, que están en manos de los enemigos de Dios. 

2ª ETAPA: IGUALITARISMO.

Pero hay aún más. Esta nueva moda, en realidad nada femenina, buscaba en particular promover el IGUALITARISMO de los sexos en la sociedad. Éste igualitarismo quiere suprimir todas las diferencias entre los sexos. Esta idea es absurda, ya que estas desigualdades existen en la naturaleza misma. Así pues, muchas mujeres comenzaron a vestirse con pantalones sin darse cuenta de que detrás de lo que parecía ser sólo “una moda más,” había algo más grave y pernicioso: una revolución igualitaria. Prueba de ello es que esta nueva moda abrió, al mismo tiempo, las puertas a otras reivindicaciones feministas como el libertinaje sexual, la contracepción, el aborto, la homosexualidad, la teoría del género, etc. Entonces las mujeres “liberadas,” al vestirse como los hombres, empezaron también a reivindicar el “derecho” a ser “iguales” a los hombres en todo, y a querer hacer todo lo que hacían los hombres: trabajo, deportes, e incluso enrolarse en las Fuerzas Armadas. 

3ª ETAPA: DESTRUIR LA FEMINIDAD.

Sin embargo, hay un principio mucho más pernicioso detrás del igualitarismo: la revolución feminista quiere DESTRUIR LA FEMINIDAD, y por ende su deseo natural por la maternidad. Al tratar de “ser como los varones”, irónicamente, esas mujeres se masculinizaron, admitiendo inconscientemente una insatisfacción con su propia condición de mujeres. En última instancia, es una rebelión no sólo contra la sociedad, sino contra el plan divino de la creación que hizo al hombre y a la mujer diferentes: “Y Dios los creó varón y mujer.” (Génesis 1:27) Esta revolución anti-natural quiere destruir la diferenciación entre el hombre y la mujer, creando una relación de rivalidad entre los sexos, que se manifiesta también en la manera de vestirse. La revolución feminista también ha creado con el pantalón una vestimenta “andrógina” o “unisex” llevando a los jóvenes de ambos sexos a vestirse de la misma manera. ¿Quién negará que las jóvenes, ahora vestidas con pantalones, parezcan tan masculinas como los jóvenes…?

 ¿POR QUÉ EL PANTALÓN ES INMORAL EN LA MUJER? 

Algunas mujeres tal vez objetarán que, al vestirse con pantalones, ellas no comparten la revolución social y sexual de las feministas que está detrás de esta nueva moda… Es un pretexto vano argüir así, porque hay RAZONES OBJETIVAS por las cuales el pantalón en la mujer es inmodesto y moralmente inapropiado. Todo vestido, masculino o femenino, debe seguir los criterios de la modestia, que es una virtud que nos lleva a cubrir nuestro cuerpo, dado que tenemos un sentido innato de pudor o vergüenza como consecuencia del pecado original. Así pues, la finalidad del vestido consiste en cubrir el cuerpo ante los demás, sin mostrar demasiado sus formas, ni las partes púdicas del mismo. El texto bíblico citado arriba que condena la inversión de los sexos en la manera de vestirse se aplica en este caso específico del pantalón llevado por las mujeres. El pantalón en las mujeres es inmoral porque, además de ser un atuendo masculino, se convierte, sobre todo cuando es ajustado al cuerpo, en una ocasión de pecado al revelar la forma de las piernas y demás partes vergonzosas del cuerpo. Son todavía más inmorales las bermudas y los pantalones cortos o “pantaloncitos calientes” que descubren aún más las piernas. 

RESPUESTAS A OBJECIONES 

Los argumentos en favor de los pantalones en las mujeres no faltan… Los más comunes son que son “más prácticos”, que son “más cómodos” y que “atraen menos a los hombres”. “¿Más prácticos?” Primero que todo, el carácter “práctico” no es un criterio de moralidad, sino lo que es justo y correcto. Ya vimos que es un mito feminista pretender que la mujer deba hacer todo tipo de actividad al igual que el hombre. Pero hay actividades como trabajos pesados o la vida militar que no son apropiados para las mujeres. Podíamos mencionar también que ese carácter “práctico” de los pantalones lleva a muchas mujeres a sentarse inmodesta e indecentemente, lo que no harían si estuvieran vestidas con faldas.

 “¿Más cómodos?” Cuando los pantalones son muy ajustados al cuerpo, en realidad no son tan cómodos… ¿Desde cuándo la “comodidad” es un principio moral para vestirse? Si esto fuera cierto, entonces ¿desnudarse sería lo más cómodo…? No hay que olvidar que la incomodidad de ciertos vestidos para un católico puede ser una oportunidad de hacer un sacrificio que ofrecemos a Dios. Es así como muchos sacerdotes y monjas se deshicieron después del Concilio Vaticano II de sus sotanas y hábitos religiosos pretextando una mayor “comodidad.” “¿Atraen menos a los hombres?” Es completamente falso. Sucede todo lo contrario, porque revela aún más en la mujer su forma corporal y las partes púdicas de ella. La realidad es que los pantalones no hacen más atractivas a las mujeres (salvo para los hombres morbosos), sino que las hacen aparecer más “masculinas” y destruyen la feminidad propia de su sexo. Algunas mujeres dirán que las minifaldas son más inmorales que los pantalones en las mujeres. Las dos modas son ciertamente inmorales, así que una moda mala no justifica otra moda mala. * * * 

La razón primaria por la que las mujeres y niñas católicas deben vestirse siempre con faldas y atuendos modestos y nunca con pantalones es para combatir urgentemente el igualitarismo feminista que desea poner al mismo nivel a los dos sexos y derribar violentamente cualquier expresión simbólica de la maravillosa diferencia natural deseada y dispuesta por Dios. No debemos olvidar que las mujeres al vestirse inmodestamente pueden ser la ocasión de pecado grave en los que las miran, de lo cual deberán dar cuentas a Dios. Nuestra Señora de Fátima tenía seguramente en mente la moda las mujeres vistiéndose con pantalones, cuando predijo en 1917: «Aparecerán ciertas modas que ofenderán mucho a mi Hijo. Mucha gente va al infierno debido a los pecados de la carne, más que por cualquier otra razón.»