tag:blogger.com,1999:blog-45980626088373607042024-03-15T17:05:09.660-07:00El Ariete Católico¡Adelante católicos cristeros contrarrevolucionarios!Arietecatolicohttp://www.blogger.com/profile/17844751030066829888noreply@blogger.comBlogger1795125tag:blogger.com,1999:blog-4598062608837360704.post-72574380865863611712024-03-14T14:50:00.000-07:002024-03-14T14:50:11.987-07:00 EL SANTO ABANDONO CAP. 13 (Artículo 4º.-El escrúpulo)<p style="text-align: center;"> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEglCXZWE6xg9qo2pR6yMD6pwcQc8xOOzXypRg1Qs4I0yw3ldSOuOi3YXjbQ-GltdGruZwvjM3hb43dlUr9emWg0ALSdgYrxotSZ-61vRcgN8G3R10YbCgP_yJnFHZ3oVMGBnaW1JBigwjhCm5w2sRKN03fZTuo47bsN3HEx3j1B9ZRsAkwbrrwmXuOYmkZR/s468/ni%C3%B1ito%20Dios.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="468" data-original-width="387" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEglCXZWE6xg9qo2pR6yMD6pwcQc8xOOzXypRg1Qs4I0yw3ldSOuOi3YXjbQ-GltdGruZwvjM3hb43dlUr9emWg0ALSdgYrxotSZ-61vRcgN8G3R10YbCgP_yJnFHZ3oVMGBnaW1JBigwjhCm5w2sRKN03fZTuo47bsN3HEx3j1B9ZRsAkwbrrwmXuOYmkZR/w331-h400/ni%C3%B1ito%20Dios.png" width="331" /></a></div><br /><p></p><p><br /></p><p><span style="font-size: large;">El escrúpulo no es la delicadeza de conciencia, es tan sólo su falsificación. Una conciencia delicada y bien formada no confunde la imperfección con el pecado, ni el pecado venial con el mortal; juzga con sano juicio de todas las cosas, y es tanto lo que ama a Dios, que en nada quiere desagradarle; tiene tanto celo por la perfección, que quiere evitar hasta la menor falta: está, pues, formada de luz, de amor y de generosidad. </span></p><p><span style="font-size: large;">El escrúpulo, por el contrario, se funda en la ignorancia, el error, o una desviación de juicio, es el fruto de un espíritu turbado, y exagera las obligaciones y las faltas, viéndolas donde no las hay. Por el contrario, le sucede con harta frecuencia desconocer las que realmente existen, pudiendo darse el caso de ser escrupuloso en determinada materia hasta lo ridículo, y ancho de conciencia en otra hasta la desedificación. </span></p><p><span style="font-size: large;">El escrúpulo es el azote de la paz interior. El alma atacada de este mal es esclava de un dueño intratable, y no habrá paz para ella. «Sus más ligeras faltas -dice el P. Ambrosio de Lombez- serán crímenes, sus mejores acciones estarán mal hechas, sus deberes no serán cumplidos; y, después que el alma hubiere revuelto mil y mil veces todo esto, este tirano del reposo no estará más satisfecho que la primera.» La perseguirá sin descanso en sus oraciones, por el miedo a los malos pensamientos; en sus comuniones, por las arideces inseparables de estos violentos combates; en la confesión, por el temor de haberse acusado mal o de no haber tenido contrición; en todos sus ejercicios espirituales, por el recelo de haberlos practicado mal; en las conversaciones, por el temor de hablar del prójimo, y en la soledad, por hallarse allí sola sin consejo y sin apoyo, sola con sus ideas, sola con su tirano.</span></p><p><span style="font-size: large;"> «Los escrupulosos temen a Dios, mas este temor constituye su suplicio; le aman, y este amor no les da algún consuelo; le sirven, pero es a la manera de esclavos; están como aplastados bajo el peso de su yugo, cuando éste es alivio y reposo para los demás hijos.» En una palabra, son justos con frecuencia, envidiables por su virtud, siempre dignos de lástima por sus sufrimientos. El escrúpulo es uno de los peores azotes de la virtud espiritual, pero en diversos grados.</span></p><p><span style="font-size: large;">Por de pronto impide la oración. Hay quien tiene la manía de volver sobre sí mismo; examina, vuelve a examinar, examina otra vez, y durante este tiempo ni adora ni da gracias, y ¿ha pensado siquiera en hacer un acto de contrición, en pedir la gracia de corregirse? Está sobradamente ocupado de sí para tener tiempo de hablar con Dios; y así no ora, o si lo hace es de una manera defectuosa, porque el escrúpulo causa una agitación que impide el silencio interior y la atención en la oración; sumergiendo al alma en la tristeza y el temor, ahoga la confianza y el amor, y conduciría hasta huir de Dios, e impide al menos las expansiones cordiales y efusivas y las alegrías de la intimidad. Llegará a hacer penosas y quizá insoportables la confesión, la sagrada Comunión y la oración, que constituyen la fuerza y las delicias de las almas piadosas. Además de la oración, la vida interior exige la vigilancia sobre sí mismo y la continua aplicación a reprimir los movimientos de la naturaleza, a secundar los de la gracia. Para este doble trabajo tan duro y tan delicado, el escrúpulo nos coloca en mala situación, porque agita y deprime. El espíritu turbado no acierta a ver con claridad, porque, demasiado preocupado de ciertos deberes, es capaz de dejarse absorber de tal suerte por ellos que olvida los demás. </span></p><p><span style="font-size: large;">La voluntad fatigada con tantas luchas podrá aflojar, perder el ánimo y aun desistir de su empeño, para ir a buscar con harta sinrazón el reposo y la tranquilidad en las cosas criadas. Si el escrúpulo no paraliza al menos la obra, de ordinario la retardará y siempre la dañará. ¿Puede ser perfecta la fe que cierra los ojos a las misericordias de Dios y no quiere ver sino su justicia, al mismo tiempo que la desnaturaliza? ¿Será perfecta la esperanza que, a pesar de la buena y más sincera voluntad, osa apenas esperar el cielo y la gracia, tiembla siempre de espanto y jamás confía? ¿Puede ser perfecta la caridad que, a pesar de amar a Dios, teme comparecer en su presencia, no tiene una palabra amorosa, y no acierta sino a temer al Señor infinitamente bueno? ¿Está bien ordenada la contrición que turba la inteligencia, abate el ánimo y trastorna al alma de buena voluntad? ¿Es una verdadera virtud esa humildad que destruye la confianza y degenera en pusilanimidad? No, de ninguna manera; el escrúpulo no es la prueba de un amor ardiente, de una conciencia delicada. ¿Será entonces sutil amor propio, un egoísmo espiritual demasiado ocupado de sí mismo y no lo bastante de Dios? ¿Diremos que es una voluntad buena y sincera, pero extraviada? </span></p><p><span style="font-size: large;">Lo que de cierto podemos afirmar es que constituye una verdadera enfermedad que amenaza a la vida espiritual en su existencia, y que perjudica terriblemente su ejercicio. Así, en tanto que los demás marchan, corren, vuelan por los senderos de la perfección con el corazón dilatado por la confianza y el alma rebosando paz, el pobre escrupuloso con no menos generosidad, pero mal regulada, se fatiga en vano, apenas avanza, quizá retrocede y sufre, porque «consume un tiempo precioso atormentándose por todos sus deberes, pesando átomos, haciendo monstruos de las más pequeñas bagatelas»; hace gemir a sus confesores, contrista al Espíritu Santo, arruina su salud, fatiga la cabeza. No osa emprender cosa alguna, y apenas sabría ser útil a los otros; podría hasta dañarlos comunicándoles su mal, o haciendo la piedad enfadosa y ridícula. </span></p><p><span style="font-size: large;">El escrúpulo, si se le da pábulo, es en mayor o menor escala un verdadero azote de la vida espiritual. Sin duda alguna es la voluntad de Dios significada que nosotros le persigamos a causa de sus desastrosos efectos. Todos los teólogos y los maestros de la vida espiritual están unánimes en este punto, y señalan detalladamente el procedimiento que ha de seguirse. Bástenos decir aquí que, para vencer este terrible enemigo, es necesario orar mucho, apartar las causas voluntarias, y sobre todo practicar la obediencia ciega. El escrupuloso puede ser instruido, experimentado, juicioso para todo lo demás, pero en lo concerniente a sus escrúpulos es un enfermo cuyo espíritu divaga, y obraría como un demente siguiendo su propio juicio. Obedecer con la docilidad de un niño a su confesor que diagnostica el mal y prescribe los remedios, es para él la más alta sabiduría y la única esperanza de curación, que es obra harto difícil.</span></p><p><span style="font-size: large;">Por lo mismo, es imprescindible orar con instancia para implorar la gracia de no adherirse a sus ideas, sino de obedecer aun contra sus propios sentimientos; tiene la conciencia falseada, y la enderezará conformándola con la de su confesor. Es también el beneplácito de Dios que soportemos con paciencia la pena del escrúpulo por el tiempo que a El le agradare. Podemos siempre combatir este mal, y a veces conseguiremos hacerlo desaparecer, otras atenuarlo solamente, y se dará el caso de que, por permisión divina, persista a pesar de nuestros esfuerzos. </span></p><p><span style="font-size: large;">Hay, en efecto, muy diversas causas de las que unas dependen de nuestra voluntad, otras no están sujetas a su dominio. ¿Es acaso origen de este mal el exceso de trabajo y austeridades, la lectura de libros demasiado rígidos, el trato frecuente con personas escrupulosas, la costumbre de no ver a Dios sino como juez terrible, y no como Padre infinitamente bueno? ¿ Proviene por ventura de la ignorancia que exagera las obligaciones, que confunde la tentación con el pecado, la impresión con el consentimiento? En estos y otros semejantes casos está en nuestra mano el suprimir las causas y, removido el principio, llegaremos más fácilmente a hacer desaparecer el mal. Mas la causa es con frecuencia un temperamento melancólico, un natural tímido y suspicaz, la debilidad de la cabeza, o cierto estado particular de salud; cosas todas que más dependen del divino beneplácito que de nuestra voluntad. En este caso suelen durar largo tiempo los escrúpulos, y hasta se manifiestan en las ocupaciones de índole no religiosa. No pocas veces será el demonio la causa del mal. Se aprovecha de nuestras imprudencias, explota nuestras predisposiciones, agita los sentidos y la imaginación para excitar los escrúpulos o aumentarlos. </span></p><p><span style="font-size: large;">Si encuentra un alma algún tanto ancha de conciencia la excita a que lo sea más aún; pero si la ve algún tanto tímida, busca cómo hacerla temerosa hasta el exceso, llenarla de turbación y angustia, con la esperanza de que ha de abandonar a Dios, la oración y los Sacramentos. El fin que persigue es hacer insoportable la virtud, conducir a la tibieza, al desaliento, a la desesperación. </span></p><p><span style="font-size: large;">Dios jamás será directamente el autor de los escrúpulos. Estos sólo pueden originarse de la naturaleza caída o del demonio, puesto que se apoyan en el error, y constituyen una enfermedad del alma. Mas Dios los permite, y a veces quiere hasta servirse de ellos como de un medio transitorio de santificación; y en este caso, los regula y los dirige en su infinita sabiduría, de suerte que consigamos el buen efecto de vida espiritual que de ahí esperaba; llena el alma del temor al pecado a fin de que arroje por completo de sí las faltas pasadas, y en lo sucesivo las evite con doblado celo. La humilla de tal suerte que no se atreva ya a fiarse de su propio juicio y se someta enteramente a su padre espiritual. Si se trata de un alma adelantada, con este procedimiento la acaba de purificar, despegar, aniquilar para disponerla a mayores gracias. Así es como los santos han pasado por esta prueba, unos al tiempo de su conversión, como San Ignacio de Loyola; otros, como San Alfonso, en la época de su más encumbrada santidad. </span></p><p><span style="font-size: large;">Puede, pues, haber muchas causas inmediatas de los escrúpulos, y no hay más que una causa suprema, sin que la naturaleza y el demonio nada podrían. Aun cuando nosotros mismos fuésemos los autores de nuestra desdicha, requiérese por lo menos la voluntad permisiva de Dios, y por lo mismo, es preciso ver en esto, como en todo, la mano de la Providencia; y no es porque Ella quiera el desorden de los escrúpulos, mas puede, sin embargo, querer que llevemos esa cruz.</span></p><p><span style="font-size: large;">Su voluntad significada nos invita en este caso a luchar contra el mal, y su beneplácito a soportar la prueba. Nos convendrá, pues, por todo el tiempo que dure, combatir con frecuencia, y ¡ojalá que sepamos hacerlo con un abandono lleno de confianza! «Para terminar -dice San Alfonso- repito: obedeced; y, por favor, no continuéis mirando a Dios como un cruel tirano. Es indudable que aborrece el pecado, mas no puede aborrecer a un alma que detesta y llora sinceramente sus faltas.» «Tú me buscas -decía el Señor a Santa Margarita de Cortona- pero Yo, tenlo bien entendido, te busco a ti, más que tú a mi; y tus temores son los que te impiden avanzar en el amor divino.» </span></p><p><span style="font-size: large;">Atormentada por los escrúpulos, aunque siempre sumisa, Santa Catalina de Bolonia temía acercarse a la sagrada mesa, pero bastaba una señal de su confesor para que sobreponiéndose a sus temores, fuese a comulgar. Para animarla a obedecer siempre, apareciósela un día Nuestro Señor y la dijo: «regocíjate, hija mía, que muy agradable me es tu obediencia». Aparecióse también a la Beata Estefanía de Soncino, dominica, y le dijo: «en vista de que has puesto tu voluntad en manos de tu confesor como en las mías propias, pídeme lo que quieras que te lo concederé». -«Señor, respondió ella, sólo os quiero a Vos.» </span></p><p><span style="font-size: large;">Al principio de su conversión San Ignacio de Loyola fue asaltado de dudas e inquietudes sin poder hallar un momento de reposo. Mas, como hombre de fe, lleno de confianza en la palabra del divino Maestro: el que a vosotros os escucha a mí me escucha, exclamó un día: «Señor, mostradme el camino que debo seguir, que aunque no hubiera de tener sino a un perro por guía, os prometo obedecer con toda fidelidad.» Y de hecho, supo obedecer con tanta perfección, que se vio libre de sus escrúpulos y hasta llegó a ser un excelente maestro de la vida espiritual... Una vez más os diré que obedezcáis en todo a vuestro confesor, y que tengáis confianza en la obediencia.</span></p><p><span style="font-size: large;"> «He aquí -decía San Felipe de Neri- el medio más seguro para escapar de los lazos del enemigo, así como no hay nada tampoco más dañoso que pretender conducirse según su propio parecer.» En todas vuestras oraciones pedid, pues, la gracia, la inestimable gracia de obedecer, y estad seguros que obedeciendo os salvaréis ciertamente, y ciertamente os santificaréis.</span></p>Arietecatolicohttp://www.blogger.com/profile/17844751030066829888noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4598062608837360704.post-37238365495537012372024-03-07T13:04:00.000-08:002024-03-07T13:05:29.302-08:00RECOMENDACIONES DE ESPIRITUALIDAD DE SAN FRANCISCO DE SALES (Tercera parte)<p style="text-align: center;"> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiqU2tfoukeavJXAWoKblxjI1SGPf5oqmSqFUAuo3X5Db77PSOL9ajLY4ij4FpljQ0x9vXAytRTe2FBSNud3yyIxQY7LOqOKALFIJtrhOYn8ak2nOXAldpmyglvr_VKBbUJdnlbOoscsEp4OCy2KBg9Ssd0ldemmIy9PkC1xjM6oNM1BWIVMhQNVwkcC2-g/s500/ppfranciscosales.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="340" data-original-width="500" height="272" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiqU2tfoukeavJXAWoKblxjI1SGPf5oqmSqFUAuo3X5Db77PSOL9ajLY4ij4FpljQ0x9vXAytRTe2FBSNud3yyIxQY7LOqOKALFIJtrhOYn8ak2nOXAldpmyglvr_VKBbUJdnlbOoscsEp4OCy2KBg9Ssd0ldemmIy9PkC1xjM6oNM1BWIVMhQNVwkcC2-g/w400-h272/ppfranciscosales.jpg" width="400" /></a></div><br /><p></p><p><span style="font-size: large;"><a href="https://elarietecatolico.blogspot.com/2024/02/recomendaciones-de-espiritualidad-de_21.html">Segunda parte clic aqui</a></span></p><p><span style="font-size: large;">31. Antes de juzgar al prójimo pongámosle en nuestro lugar, y a nosotros en el suyo; y seguramente nuestro juicio será entonces recto y caritativo. </span></p><p><span style="font-size: large;">32. Antes morir que pecar: pero si tenemos la desgracia de cometer un pecado, no por ello hemos de perder la esperanza, ni el ánimo, ni los buenos propósitos. </span></p><p><span style="font-size: large;">33. Antes morir que pecar; pero si tenemos la desgracia de cometer un pecado, antes hemos de perderlo todo que perder la esperanza, el ánimo y los buenos propósitos. </span></p><p><span style="font-size: large;">34. Antes perderlo todo que perder la confianza, el ánimo, la resolución de amar a Dios para siempre. </span></p><p><span style="font-size: large;">3</span><span style="font-size: x-large;">5. Aprendamos de una vez a amarnos en este mundo, de la misma manera que nos amaremos en el cielo. </span></p><p><span style="font-size: x-large;">36. Aprovechad las ocasiones que se ofrecen de hacer el bien; sucede con frecuencia que, dejando de hacerlo so pretexto de hacerlo mayor, no se hace ni uno ni otro. </span></p><p><span style="font-size: x-large;">37. Ascendamos siempre, sin cansarnos, hacia el Salvador, alejémonos poco a poco de los afectos terrenos y bajos. </span></p><p><span style="font-size: x-large;">38. Asistid con asiduidad a los oficios divinos públicos; de ellos sacaréis más fruto y consuelo que de vuestros ejercicios privados, porque la voluntad de Dios es que lo público prevalezca sobre lo privado. </span></p><p><span style="font-size: x-large;">39. Aspirad cada vez más a la perfecta comunión con Dios, y ese deseo os estimulará a ser cada vez más exacta con la observancia de las virtudes requeridas para contentarlo, entre las cuales la paz, la dulzura, la humildad y el dominio de sí mismo, tienen los primeros lugares. </span></p><p><span style="font-size: x-large;">40. Aunque el universo se trastornada de arriba abajo, no deberíamos turbarnos, porque el universo no vale tanto como la paz del alma. </span></p><p><span style="font-size: x-large;">41. Aunque estemos en la oración como una piedra, no importa, nuestra sola presencia es agradable a Dios pues es una muestra de nuestro amor filial a El. </span></p><p><span style="font-size: x-large;">42. Basta recibir los males cuando vienen, sin que hayamos de prevenirlos con un desmesurado temor, afligiéndonos de antemano. </span></p><p><span style="font-size: x-large;">43. Bienaventurados los corazones flexibles, porque no se romperán jamás. </span></p><p><span style="font-size: x-large;">44. Buena oración y buen modo de guardar la presencia de Dios es permanecer en su voluntad y en su beneplácito. </span></p><p><span style="font-size: x-large;">45. Bueno es mortificar la carne; pero vale mucho más purificar el corazón de sus afectos desordenados. </span></p><p><span style="font-size: x-large;">46. Buenos son los consuelos espirituales, y quien nos los da es perfectamente bueno; pero de esto no se infiere que seamos buenos los que lo recibimos. </span></p><p><span style="font-size: x-large;">47. Cada pasión se ha de corregir por su contrario: la vanidad por la seria reflexión sobre las miserias de esta vida; la cólera, pensando en las ventajas que trae la dulzura: y así en las demás. </span></p><p><span style="font-size: x-large;">48. Caridad, obediencia, necesidad; he aquí tres infalibles indicios de la voluntad de Dios, de lo que exige de nosotros. </span></p><p><span style="font-size: x-large;">49. Ciertamente es totalmente inútil confesarse de un pecado, por leve que sea, sin propósito de la enmienda. </span></p><p><span style="font-size: x-large;">50. Ciertamente no procuro ser tenido por sabio, ni hago ostentación de lo poco que sé.</span></p>Arietecatolicohttp://www.blogger.com/profile/17844751030066829888noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4598062608837360704.post-67975157176878793932024-03-04T13:51:00.000-08:002024-03-04T13:52:10.656-08:00CARTA CIRCULAR A “LOS AMIGOS DE LA CRUZ” (SAN LUIS Mª GRIGNION DE MONFORT) continuación<p style="text-align: center;"> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEglIOMVDL04jwXLnfwZxi3o72_HrIXKOXvrGYaJuxadHfDVew4Db_oBCL3MrhZJpasCWhzw6ujYsUivryKHaXPf6zSSJQh25gYtulrTtYD9du9xnk7xMnUTggjPYE2VlW2jRovxt5TZGD1E1e0uDhezj7y7a0AkV16SZ3vM4lkZMNWkq1WjJVWtKsso7h1R/s696/_Sao-Luis-Maria-Grignion-de-Montfort.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="489" data-original-width="696" height="281" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEglIOMVDL04jwXLnfwZxi3o72_HrIXKOXvrGYaJuxadHfDVew4Db_oBCL3MrhZJpasCWhzw6ujYsUivryKHaXPf6zSSJQh25gYtulrTtYD9du9xnk7xMnUTggjPYE2VlW2jRovxt5TZGD1E1e0uDhezj7y7a0AkV16SZ3vM4lkZMNWkq1WjJVWtKsso7h1R/w400-h281/_Sao-Luis-Maria-Grignion-de-Montfort.jpg" width="400" /></a></div><br /><p></p><p><span style="font-size: large;"><a href="https://elarietecatolico.blogspot.com/2024/02/carta-circular-los-amigos-de-la-cruz.html">Primera Parte aquí</a></span></p><p><span style="font-size: large;">Llevad vuestra cruz alegremente: encontraréis en ella una fuerza victoriosa a la que ningún enemigo vuestro podrá resistir (Lc. 21, 15), y gozaréis de una dulzura encantadora, con la que nada puede compararse. Sí, Hermanos míos, sabed que el verdadero paraíso terrestre está en sufrir algo por Jesucristo (Hch. 5, 41). Preguntad, si no, a todos los santos: os dirán que nunca gozaron en su espíritu de tan grandes delicias como en medio de los mayores tormentos. «¡Vengan sobre mí todos los tormentos del demonio!», decía San Ignacio mártir [Romanos 5]. «O morir o padecer», decía Santa Teresa [Vida 40, 20]. «No morir, sino sufrir», decía Santa Magdalena de Pazzi. Y San Juan de la Cruz: «padecer por Vos y que yo sea menospreciado. Y tantos otros hablaron este mismo lenguaje, como leemos en sus vidas. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Creed a Dios, queridos Hermanos míos: cuando se sufre por Dios alegremente, dice el Espíritu Santo, la cruz es causa de toda clase de alegrías para toda clase de personas (Sant. 1, 2). La alegría de la cruz es mayor que la de un pobre a quien colman de todo género de riquezas; mayor que la de un aldeano que se ve elevado al trono; mayor que la de un comerciante que gana millones; mayor que la de un general que consigue grandes victorias; mayor que la de unos cautivos que se ven libres de sus cadenas. Imaginad, en fin, todas las mayores alegrías que puedan darse en esta tierra: pues bien, todas están contenidas y sobrepasadas por la alegría de una persona crucificada, que sabe sufrir bien. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Alegraos, pues, y saltad de gozo cuando Dios os regale con alguna buena cruz, porque, sin daros cuenta, recibís lo más grande que hay en el cielo y en el mismo Dios. ¡Regalo grandioso de Dios es la cruz! Si así lo entendierais, encargaríais celebrar misas, haríais novenas en los sepulcros de los santos, emprenderíais largas peregrinaciones, como hicieron los santos, para obtener del cielo este regalo divino. El mundo la llama locura, infamia, estupidez, indiscreción, imprudencia. Dejadles hablar a los ciegos: su ceguera, que les lleva a juzgar humanamente de la cruz muy al revés de lo que es en realidad, forma parte de nuestra gloria. Y cada vez que nos procuran algunas cruces con sus desprecios y persecuciones, nos regalan joyas, nos elevan sobre el trono, nos coronan de laureles. ¿Pero qué digo? Todas las riquezas, todos los honores, todos los cetros, todas las brillantes coronas de potentados y emperadores, como dice San Juan Crisóstomo, no son nada comparados con la gloria de la cruz [MG. 62, 55-58]. Ella supera la gloria del apóstol y del escritor sagrado. Este santo varón, inspirado por el Espíritu Santo, decía: «si así me fuera dado, yo dejaría el cielo con mucho gusto para padecer por el Dios del cielo. Prefiero las cárceles y mazmorras a los tronos del empíreo. Envidio menos la gloria de los serafines que las mayores cruces. Menos estimo el don de los milagros, por el que se sujeta a los demonios, se domina sobre los elementos, se detiene al sol, se da vida a los muertos, que el honor de los sufrimientos. San Pedro y San Pablo son más gloriosos en sus calabozos, con los grilletes en los pies (Hch. 12, 3-7), que arrebatados al tercer cielo (2 Cor. 12, 2) o que recibiendo las llaves del paraíso (Mt. 16, 19)». En efecto, ¿no es la cruz la que dio a Jesucristo «un nombre sobre todo nombre, a fin de que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra y en los infiernos» (Filip. 2, 9)? La gloria de la persona que sufre bien es tan grande, que el cielo, los ángeles y los hombres, y el mismo Dios del cielo lo contemplan con gozo, como el espectáculo más glorioso. Y si los santos tuvieran algún deseo, sería el de volver a la tierra para llevar alguna cruz. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Pero si esta gloria es tan grande ya sobre la tierra ¿cómo será la que adquiere en el cielo? ¿Quién podrá explicar y comprender jamás ese «peso de gloria eterna» que obra en nosotros el breve instante de una cruz bien llevada (2 Cor. 4, 17)? ¿Quién comprenderá la gloria que produce en el cielo un año y quizá una vida entera de cruz y de dolores? </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Seguramente, mis queridos Amigos de la Cruz, el cielo os prepara para algo grande -os lo dice un gran santo-, pues el Espíritu Santo os une tan estrechamente con aquello que todo el mundo rehuye con tanto cuidado. Es indudable que Dios quiere hacer tantos santos y santas cuantos Amigos de la Cruz existen, si sois fieles a vuestra vocación, si lleváis vuestra cruz como es debido, como Jesucristo la ha llevado. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Pero no basta con sufrir: también el demonio y el mundo tienen sus mártires. Es preciso que cada uno sufra y lleve su cruz siguiendo a Jesucristo: «que me siga» (Mt. 16, 24), es decir, llevándola como él la llevó. Y para eso habéis de guardar estas reglas: </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">PRIMERO: No os busquéis cruces a propósito ni por culpa propia. No hay que hacer el mal para que venga el bien (Rom. 3, 8). No conviene, sin una inspiración especial, hacer las cosas mal para atraerse el desprecio de los hombres. Hay que imitar, más bien, a Jesucristo, del que se dijo «todo lo ha hecho bien» (Mc. 7, 37), y no por amor propio o vanidad, sino por agradar a Dios y para ganar al prójimo. Y si os dedicáis a cumplir lo mejor que podáis vuestros deberes, nos os faltarán contradicciones, persecuciones y desprecios, pues la Divina Providencia os los enviará, contra vuestra voluntad y sin que lo elijáis. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">SEGUNDO: Si vais a hacer cualquier cosa en sí indiferente, que, aunque sea sin motivo, pudiera escandalizar al prójimo, absteneos de hacerlo por caridad, para evitar el escándalo de los débiles (1 Cor. 8, 13). Y el acto heroico de caridad que en esa ocasión hacéis vale infinitamente más de lo que hacías o queríais hacer. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Sin embargo, si el bien que hacéis es necesario o útil al prójimo, aunque algún fariseo o mal espíritu se escandalice sin motivo, consultad con alguien prudente para aseguraros de que lo que hacéis es necesario o muy útil al común de los prójimos; y si él así lo considera, continuad haciéndolo y dejadles murmurar, con tal de que os dejen actuar, contestando en esta ocasión aquello que respondió Nuestro Señor a algunos de sus discípulos, cuando vinieron a decirle que había escribas y fariseos que se escandalizaban de sus palabras y actos: «dejadles; están ciegos» (Mt. 15, 14). </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">TERCERO: Algunos santos y varones ilustres han pedido, buscado e incluso procurado por medios ridículos cruces, desprecios y humillaciones. Pues bien, eso debe movernos a adorar y admirar la obra extraordinaria del Espíritu Santo en sus almas, y a humillarnos ante tan sublime virtud; pero no ha de llevarnos a pretender volar tan alto, pues nosotros, comparados con esas águilas veloces y esos leones rugientes, no pasamos de ser pollos mojados y perros muertos. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">CUARTO: No obstante, podéis e incluso debéis pedir la sabiduría de la cruz, que es una ciencia sabrosa y experimental de la verdad, por la que se entienden a la luz de la fe los más ocultos misterios, entre otros el de la cruz; pero es ciencia que no se alcanza sino a través de muchos trabajos, profundas humillaciones y fervientes oraciones. Si necesitáis este espíritu generoso (Sal. 50, 14), que permite llevar con valor las más pesadas cruces; este espíritu bueno (Lc. 11, 13) y suave, que hace, en lo parte superior del alma, gustar las amarguras más repugnantes; este espíritu puro y firme (Sal. 50, 12), que solamente busca a Dios; esta ciencia de la cruz, que contiene todas las verdades; en una palabra, este tesoro infinito que nos hace partícipes de la amistad de Dios (Sab. 7, 14), pedid la sabiduría; pedidla incesantemente, con toda insistencia, sin vacilar (Sant. 1, 5-6), sin temor de no alcanzarla, e infalible-mente la recibiréis. Y entonces comprenderéis claramente, por experiencia, cómo se puede llegar a desear, a buscar y a gustar la cruz. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">QUINTO: Cuando por ignorancia o incluso por culpa propia hayáis cometido cualquier torpeza que os acarree alguna cruz, humillaos inmediatamente bajo la mano poderosa de Dios (1 Pe. 5, 6), sin consentir en turbaciones, diciendo interiormente, por ejemplo: «¡éstos son, Señor, los frutos de mi huerto!». Y si en vuestra falta hubiese algún pecado, aceptad como un castigo la humillación que os sobreviene. Muchas veces, permite Dios que sus mejores servidores, que son los más levantados por su gracia, cometan las faltas más humillantes para humillarlos ante sí mismos y ante los hombres, y para quitarles así la vista y la consideración orgullosa de las gracias que Él les concede y del bien que hacen, a fin de que, como dice el Espíritu Santo, «ningún mortal pueda enorgullecerse ante Dios» (1 Cor. 1, 29). </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">SEXTO: Estad bien convencidos de que todo cuanto hay en nosotros está todo corrompido por el pecado de Adán y por los pecados actuales (Rom. 3, 23), y no sólo los sentidos del cuerpo, sino también las potencias del alma. Y de que desde el momento en que nuestro espíritu corrompido considera algún don de Dios en nosotros con morosidad y complacencia, ese don, esa acción, esa gracia se ensucian y corrompen, y Dios aparta de ellas su divina mirada. Y si las mismas miradas y pensamientos del espíritu humano echan así a perder las mejores acciones y los dones más divinos ¿qué diremos de los actos de la propia voluntad, que aún son más corruptos que los del entendimiento? </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Después de eso, no nos extrañemos, pues, si Dios se complace en ocultar a los suyos en el asilo de su presencia (Sal. 30, 21), para que no se vean manchados por las miradas de los hombres ni por su propio conocimiento. Y para ocultarlos así ¡qué cosas permite y hace ese Dios celoso! ¡Cuántas humillaciones les procura! ¡De qué tentaciones permite que sean atacados, como San Pablo (2 Cor. 12, 7)! ¡En qué incertidumbres, tinieblas y perplejidades les deja! ¡Oh qué admirable es Dios en sus santos, y en las vías que Él dispone para conducirles a la humildad y la santidad! </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">SÉPTIMO: Tened mucho cuidado de creer, como los devotos orgullosos y engreídos, que vuestras cruces son grandes, que no son sino pruebas de vuestra fidelidad, y testimonios de un amor singular de Dios hacia vosotros. Esta trampa del orgullo espiritual es sumamente sutil y delicada, pero está llena de veneno. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Pensad más bien: </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">• 1) Que vuestro orgullo y delicadeza os hacen tomar como postes lo que no son más que pajas, como heridas las picaduras, como elefantes los ratones, como atroces injurias y abandono cruel una palabrita que se lleva el viento, en realidad una nadería. • 2) Que las cruces que Dios os envía son más bien amorosos castigos de vuestros pecados, y no muestras de una benevolencia especial; • 3) Que por más cruces y humillaciones que Él os envíe, os perdona infinitamente más, dado el número y la gravedad de vuestros crímenes; pues habéis de considerar éstos a la luz de la santidad de Dios, que no soporta nada impuro, y a quien vosotros habéis ofendido; a la luz de un Dios que muere, abrumado de dolor a causa de vuestros pecados; a la luz de un infierno eterno que habéis merecido mil y quizá cien mil veces; • 4) Que en la paciencia con la que padecéis mezcláis lo humano y natural bastante más de lo que creéis; prueba de ello son esos miramientos, esas búsquedas secretas de consuelos, esas expansiones del corazón tan naturales con vuestros amigos, y quizá con vuestro director espiritual, esas excusas tan sutiles y prontas, esas quejas, o más bien maledicencias contra quienes os han hecho mal, tan bien formuladas, tan caritativamente expuestas, ese reconsiderar y complacerse delicadamente en vuestros males, ese convencimiento luciferino de que sois algo grande (Hch. 8, 9), etc. No acabaría nunca si hubiera de describir todas las vueltas y revueltas de la naturaleza incluso en los sufrimientos. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">OCTAVO: Aprovechaos de los pequeños sufrimientos aún más que de los grandes. No mira Dios tanto lo que se sufre como la manera en que se sufre. Sufrir mucho y mal es sufrimiento de condenados; sufrir mucho y con aguante, pero por una mala causa, es sufrir como mártir del demonio; sufrir poco o mucho, sufriendo por Dios, es sufrir como santo. Si se diera el caso de que pudiéramos elegir nuestras cruces, optemos por las más pequeñas y deslucidas, frente a otras más grandes y llamativas. El orgullo natural puede pedir, buscar e incluso elegir y tomar las cruces más grandes y espectaculares. En cambio, sólo puede ser fruto de una gracia excelente y de una gran fidelidad a Dios ese elegir y llevar alegremente las cruces pequeñas y oscuras. Actuad, pues, como el comerciante en su mostrador, y sacad provecho de todo: no desperdiciéis ni la menor partícula de la verdadera Cruz, aunque sólo sea la picadura de un mosquito o de un alfiler, la dificultad de un vecino, la pequeña injuria de un desprecio, la pérdida mínima de un dinero, un ligero malestar del ánimo, un cansancio pasajero del cuerpo, un dolorcillo en uno de vuestros miembros, etc. Sacad provecho de todo, como el que atiende su comercio, y así como él se hace rico ganando centavo a centavo en su mostrador, así muy pronto vendréis vosotros a ser ricos según Dios. A la menor contrariedad que os sobrevenga, decid: «¡Bendito sea Dios! ¡Gracias, Dios mío!». Y guardad en seguida en la memoria de Dios, que viene a ser vuestra alcancía, la cruz que acabáis de ganar. Y después ya no os acordéis más de ella, si no es para decir: «¡Mil gracias, Señor!» o «¡Misericordia!» </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">NOVENO: Cuando se os pide que améis la cruz no se está hablando de un amor sensible, que es imposible a la naturaleza. Hay que distinguir bien entre tres clases de amor: el amor sensible, el amor racional y el amor fiel y supremo. Dicho de otro modo: el amor de la parte inferior, que es la carne; el amor de la parte superior, que es la razón; y el amor de la parte suprema o cima del alma, que es el entendimiento iluminado por la fe. Dios no os exige que améis la cruz con la voluntad de la carne (Jn. 1, 13). Siendo ésta completamente corrupta y criminal, todo lo que de ella nace está corrompido (3, 6), y ella misma no puede por sí misma someterse a la voluntad de Dios y a su ley crucificante. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Por eso Nuestro Señor, refiriéndose a ella en el Huerto de los Olivos, dice: «Padre mío, que se haga tu voluntad y no la mía» (Lc. 22, 42). Si la parte inferior del hombre en el mismo Jesucristo, siendo toda ella santa, no fue capaz de amar la cruz sin alguna interrupción, con más razón la nuestra, completamente corrompida, la rechazará. Es cierto que podemos experimentar a veces, como no pocos santos han experimentado, una cierta alegría sensible en nuestros sufrimientos; pero esa alegría, aunque esté en la carne, no procede de la carne; proviene de la parte superior, que está tan llena del gozo divino del Espíritu Santo que lo hace desbordar sobre la parte inferior, de modo que entonces la persona crucificada puede decir: «mi corazón y mi carne retozan por el Dios vivo» (Sal. 83, 3). Hay otro amor a la cruz que llamo racional; está en la parte superior, que es la razón. Este amor es completamente espiritual, y como nace del conocimiento de la felicidad que hay en sufrir por Dios, es perceptible y es percibido por el alma, a la que alegra y fortalece interiormente. Pero este amor racional, aunque bueno y muy bueno, no siempre es necesario para sufrir alegremente y según Dios. Y es que existe otro amor de la cima, del ápice del alma, como dicen los maestros de la vida espiritual -o de la inteligencia, como dicen los filósofos-. Por él, sin sentir alegría alguna en los sentidos, sin captar en el alma ningún placer razonable, sin embargo, se ama y se gusta, a la luz de la pura fe, la cruz que se lleva; y eso aunque muchas veces esté en guerra y lágrimas la parte inferior, que gime y se queja, que llora y busca alivio, de manera que dice con Jesucristo: «Padre mío, que se haga tu voluntad y no la mía» (Lc. 22, 42); o con la Santísima Virgen: «he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra» (1, 38). </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Pues bien, con uno de estos dos amores de la parte superior hemos de amar y aceptar la cruz. DÉCIMO: Decidios, queridos Amigos de la Cruz, a sufrir toda clase de cruces, sin exceptuar ninguna y sin elegirlas: cualquier pobreza, cualquier injusticia, cualquier pérdida, cualquier enfermedad, cualquier humillación, cualquier contradicción, cualquier calumnia, cualquier sequedad, cualquier abandono, cualquier pena interior y exterior, diciendo siempre: «Mi corazón está firme, Dios mío, mi corazón está firme» (Sal. 56, 8; 107, 2). Disponeos, pues, a ser abandonados por los hombres y los ángeles, y hasta del mismo Dios; a ser perseguidos, envidiados, traicionados, calumniados, desprestigiados y abandonados por todos; a sufrir hambre, sed, mendicidad, desnudez, exilio, cárcel, horca y toda clase de suplicios, aunque seáis inocentes de los crímenes que se os imputan. Imaginaos, en fin, que después de haber sido despojados de vuestros bienes y de vuestro honor, después de haber sido expulsados de vuestra casa, como Job y Santa Isabel reina de Hungría, se os tira al barro, como a esta santa, o se os arrastra a un estercolero, como a Job, hediondo y cubierto de llagas (Job 2, 7-8), sin que se os dé un trapo con que cubrir vuestras heridas, sin un trozo de pan, que no se niega a un caballo o a un perro, para comer, y que en medio de tales males extremos, Dios os abandona a todas las tentaciones de los demonios, sin aliviar vuestra alma con la menor consolación sensible. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Creedlo firmemente: ahí está la meta suprema de la gloria divina y de la felicidad verdadera para un verdadero y perfecto Amigo de la Cruz. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">UNDÉCIMO: Para ayudaros a sufrir bien, tomad la santa costumbre de considerar estas cuatro cosas: </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">En primer lugar, la mirada de Dios que, como un gran rey en lo alto de una torre, mira en el combate a su soldado, complacido y alabando su valor. ¿Qué mira Dios sobre la tierra? ¿A los reyes y emperadores en sus tronos? Con frecuencia no los mira sino con desprecio. ¿Mira las grandes victorias de los ejércitos del Estado, las piedras preciosas, en una palabra, las cosas que los hombres consideran más grandes? Lo que es más estimable a los ojos de los hombres es abominable ante Dios (Lc. 16, 15). ¿Qué es, pues, lo que mira con placer y gozo, y de qué pide noticias a los ángeles y a los mismos demonios? -Dios mira al hombre que por Él lucha contra la fortuna, el mundo, el infierno, y contra sí mismo, al hombre que lleva con alegría su cruz. ¿No has visto sobre la tierra una maravilla inmensa, que todo el cielo contempla con admiración?, dice el Señor a Satanás: ¿no te has fijado en mi siervo Job, que sufre por mí (Job 2, 3)? </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">En segundo lugar, considerad la mano de este Señor poderoso, que permite todo el mal que nos sobreviene de la naturaleza, desde el mayor hasta el menor. La misma mano que aniquiló un ejército de cien mil hombres (2 Re. 19, 35) es la que hace caer la hoja del árbol o el cabello de vuestra cabeza (Lc. 21, 18). La mano que hirió tan duramente a Job (Job 1, 13-22; 2, 7-10) es la misma que os roza suavemente con esa pequeña contrariedad. La misma mano que hace el día y la noche, el sol y las tinieblas, el bien y el mal, es la que permite los pecados que os inquietan: no ha causado la malicia, pero ha permitido la acción. Por eso, cuando veáis que un semejante os injuria y os tira piedras, como al rey David (2 Re. 16, 5 14), decios interiormente: «no nos venguemos de él; dejémosle actuar, pues el Señor ha dispuesto que obre así. Reconozco que yo he merecido toda clase de ultrajes, y que con toda justicia Dios me castiga. Detente, brazo mío, y tú, mi lengua: ¡no hieras, no digas nada! Este hombre o esta mujer que me dicen y hacen injurias son embajadores de Dios, que de parte de su misericordia vienen para castigarme amistosamente. No irritemos, pues, su justicia, usurpando los derechos de su venganza. Ni menospreciemos su misericordia resistiendo los amorosos golpes de sus azotes, no sea que, para vengarse, nos remita a la estricta justicia de la eternidad». Considerad que Dios, con una mano infinitamente poderosa y prudente os sostiene, mientras os hiere con la otra. Con una mano mortifica, con la otra vivifica; humilla y enaltece (Lc. 1, 52). Con sus dos brazos abarca por completo vuestra vida dulce y fuertemente (Sab. 8, 1): dulcemente, sin permitir que seáis tentados y afligidos por encima de vuestras fuerzas (1 Cor. 10, 13); fuertemente, pues os ayuda con una gracia poderosa, que corresponde a la fuerza y duración de la tentación y de la aflicción; fuertemente, sí, porque, como lo dice por el espíritu de su santa Iglesia, Él se hace «vuestro apoyo junto al precipicio ante el que os halláis, vuestro guía si os extraviáis en el camino, vuestra sombra en el calor abrasador, vuestro vestido en la lluvia que os empapa y en el frío que os hiela, vuestro vehículo en el cansancio que os agota, vuestro socorro en la adversidad que os abruma, vuestro bastón en los pasos resbaladizos, y vuestro puerto en las tormentas que os amenazan con ruina y naufragio» [Breviario antiguo]. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">En tercer lugar, mirad las llagas y los dolores de Jesús crucificado. Él mismo os dice: «¡vosotros, los que pasáis por el camino lleno de espinas y cruces por el que yo he pasado, mirad, fijaos! (Lam. 1, 12). Mirad con los ojos corporales y ved con los ojos de la contemplación si vuestra pobreza y desnudez, vuestros desprecios, dolores y abandonos, son comparables con los míos. Miradme, a mí que soy inocente, y quejaos vosotros, que sois los culpables». El Espíritu Santo nos manda por boca de los Apóstoles esa misma mirada a Jesús crucificado (Gál. 3, 1); nos ordena armarnos con este pensamiento (1 Pe. 4, 1), arma más penetrante y terrible contra todos nuestros enemigos que todas las demás armas. Cuando os veáis atacados por la pobreza, la abyección, el dolor, la tentación y las otras cruces, armaos con el pensamiento de Jesucristo crucificado, que será para vosotros escudo, coraza, casco y espada de doble filo (Ef. 6, 11-18). En él hallaréis la solución de todas las dificultades y la victoria sobre cualquier enemigo. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">En cuarto lugar, mirad en el cielo la hermosa corona que os espera, si lleváis bien vuestra cruz. Ésta es la recompensa que sostuvo a los patriarcas y profetas en su fe en medio de las persecuciones; y es la que ha animado a Apóstoles y Mártires en sus trabajos y tormentos. Preferimos, dicen los patriarcas con Moisés, ser afligidos con el pueblo de Dios, para gozar eternamente con él, a disfrutar momentáneamente de un placer culpable (Heb. 11, 24-26). Soportamos grandes persecuciones en espera del premio, dicen los profetas con David (Sal. 68, 8; Jer. 15, 15). Somos por nuestro sufrimientos como víctimas condenadas a muerte, como espectáculo para el mundo, para los ángeles y los hombres, y somos como basura y anatema del mundo (1 Cor. 4, 9.13), dicen los Apóstoles y Mártires con San Pablo, por el peso inmenso de gloria que nos prepara la momentánea y ligera tribulación (2 Cor. 4, 17). Contemplemos sobre nuestra cabeza a los ángeles que nos gritan: «Guardaos de perder la corona señalada con la cruz que se os ha dado, si la lleváis bien. Pues si no la lleváis como se debe, otro la llevará como conviene y os arrebatará el premio. Combatid valientemente, sufriendo con paciencia, nos dicen todos los santos, y recibiréis un reino eterno» (Mt. 5, 10-12; 11, 12). Escuchemos, en fin, a Jesucristo, que nos dice: «no daré yo mi premio sino a quien haya sufrido y vencido por su paciencia» (Ap. 2, 7.11.17.26-28; 3,5.12. 21; 21,7). Contemplemos abajo el lugar que hemos merecido, y que nos espera en el infierno con el mal ladrón y los condenados, si como ellos sufrimos con protesta, despecho y venganza. Exclamemos con San Agustín: quema, Señor, corta, poda, divide en esta vida, castigando mis pecados, con tal que me los perdones en la eternidad. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">DUODÉCIMO: Jamás os quejéis voluntariamente, murmurando de las criaturas de que Dios se sirve para afligiros. Y distinguid en las penas tres modos de quejas: 1. -La primera es involuntaria y natural: es la del cuerpo que gime y suspira, que se queja y llora, que se lamenta. Mientras el alma, como he dicho, esté sometida a la voluntad de Dios en su parte superior, no hay en esto pecado alguno. 2. -La segunda es razonable: nos quejamos y manifestamos nuestro mal a quienes pueden remediarlo, como al superior, al médico. Es una queja que pueda ser imperfecta si es demasiado ansiosa, pero en sí misma no es pecado. 3. -La tercera es criminal: se da cuando nos quejamos al prójimo para evitar el mal que nos hace sufrir o para vengarnos, o cuando nos quejamos del dolor que padecemos, consintiendo en la queja y añadiéndole impaciencia y murmuración. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">DECIMOTERCERO: Nunca recibáis una cruz sin besarla humildemente con agradecimiento. Y si Dios en su bondad os favorece con alguna cruz de mayor peso, agradecédselo de un modo especial y pedid a otros que hagan lo mismo. Seguid el ejemplo de aquella pobre mujer que, habiendo perdido en un pleito injusto todos sus bienes, con la única moneda que le quedaba, encargó celebrar una misa para dar gracias a Dios por la buena suerte que le había deparado. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">DECIMOCUARTO: Si queréis haceros dignos de las cruces que os vendrán sin vuestra participación, y que son las mejores, procuraos algunas cruces voluntarias, con el consejo de un buen director. Por ejemplo; ¿tenéis en casa algún mueble inútil al que estáis aficionados? Dadlo a los pobres, diciendo: ¿quisieras tener cosas superfluas, mientras Jesús es tan pobre? ¿Os repugna algún alimento, ciertos actos de virtud, algún mal olor? Probad, practicad, oled: venceos. ¿Estáis excesivamente apegados a alguna persona o a determinados objetos? Apartaos, privaos, alejaos de aquello que os halaga. ¿Tenéis muchas ganas naturales de ver, de actuar, de aparecer, de ir a tal sitio? Deteneos, callaos, ocultaos, desviad vuestra mirada. ¿Sentís natural repugnancia por un objeto o por una persona? Usadlo a menudo, frecuentad su trato: dominaos. Si de verdad sois Amigos de la Cruz, el amor, que es siempre ingenioso, os hará encontrar muchas pequeñas cruces, con las que os iréis enriqueciendo sin daros cuenta y sin peligro de vanidad, que no pocas veces se mezcla con la paciencia cuando se llevan cruces más deslumbrantes. Y por haber sido fieles en lo poco, el Señor, como lo prometió, os constituirá sobre lo mucho (Mt. 25, 21.23); es decir, sobre muchas gracias que os dará, sobre muchas cruces que os enviará, sobre mucho gloria que os preparará... </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">DIOS SOLO</span> </p><p> </p>Arietecatolicohttp://www.blogger.com/profile/17844751030066829888noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4598062608837360704.post-27071780754655059002024-03-01T13:14:00.000-08:002024-03-01T13:27:51.309-08:00Crónicas de los mártires de la Vendée<p style="text-align: center;"> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiZZZTu2qqAKxEStV9JM8YoXbSH5qy2c8ZK8FhUYugxDZaH_cP3PM1wNkMTN1w39dUXx71Pa6Olja6LE9hoD3cHaqjhAGq3kir-Th3o6Tr0qWRe-z8NmQ0BEg0beU72fBjM_KFjuq0r4AFrhXOl45pO-seWk-qqy2KdY1JCn8sbybvyVYw1lGbRYnP0M9ji/s1200/martires%20la%20vendee.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="630" data-original-width="1200" height="168" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiZZZTu2qqAKxEStV9JM8YoXbSH5qy2c8ZK8FhUYugxDZaH_cP3PM1wNkMTN1w39dUXx71Pa6Olja6LE9hoD3cHaqjhAGq3kir-Th3o6Tr0qWRe-z8NmQ0BEg0beU72fBjM_KFjuq0r4AFrhXOl45pO-seWk-qqy2KdY1JCn8sbybvyVYw1lGbRYnP0M9ji/s320/martires%20la%20vendee.jpg" width="320" /></a></div><br /><p></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES"><span style="font-size: medium;">Por la tarde del
28 de febrero de 1794, las columnas infernales de los republicanos cruzaron el
arroyo de Malnaye. Se toparon sorpresivamente con un anciano de 70 años, era el
padre Voyneau, cura de esa región, que sin temor a nada había salido al encuentro
pidiendo clemencia por sus parroquianos. Mientras entonaba cánticos
montfortianos, los soldados lo capturaron, lo ataron a un poste para torturarlo.
Primero le cortaron los dedos con los cuales había esbozado una bendición,
luego le cortaron la lengua para que dejara de invocar el nombre de Jesucristo
y finalmente le arrancaron el corazón, el cual aplastaron con unas piedras al
costado del camino. </span><o:p></o:p></span></p><p><span face="Calibri, sans-serif" lang="ES" style="line-height: 107%;"></span></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><span style="font-size: medium;">Las columnas
infernales se fueron abriendo paso hasta la iglesia de <i>Petit-Luc</i> donde se había refugiado gran parte de los habitantes,
especialmente ancianos, mujeres y niños. Nada los detuvo, los republicanos
empezaron a disparar fusilando a diestra y siniestra todo lo que se movía en el
bosque, varios sobrevivientes fueron asesinados a punta de bayoneta incluyendo
niños y bebés. Ya cuando parecía que se retiraban, se escuchó un fuerte
cañonazo, que terminó coronando la matanza, pues la iglesia de <i>Notre-Damme des Lucs </i>se desmoró sobre
los indefensos refugiados, aferrados a sus rosarios, suplicaban sin cesar a la
Madre del Cielo. Días después el padre Barbedette fue al pueblo y encontró una
montaña de cadáveres entremezclados con escombros, estatuas decapitadas,
ornamentos quemados y cruces partidas. Identificó un total de 563 cadaveres,
110 niños entre recién nacidos y 7 añitos de edad. Por estos santos inocentes, se
le considera a <i>Petic Luc</i> el “Belen
vendeano”. <o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><span style="font-size: medium;">Ya más reciente a
mediados del siglo XIX el nuevo párroco de Les Lucs, el padre Jean Bart excavó
los montones de escombros de la iglesia cañoneada y encontró grande cantidad de
huesos precisos entrelazados con escapularios del Sagrado Corazón y de Rosarios
con los cuales, con los cuales estos piadosos cristianos se habían servido para
rezar sus últimas plegarias.</span><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><span style="font-size: medium;">Tomado del libro: Pasión y Gloria de la Vendée</span></span></p><span style="font-size: large;"></span><p></p>Arietecatolicohttp://www.blogger.com/profile/17844751030066829888noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4598062608837360704.post-4923860693634489412024-02-27T17:15:00.000-08:002024-02-27T17:16:00.256-08:00CARTA CIRCULAR A “LOS AMIGOS DE LA CRUZ” (SAN LUIS Mª GRIGNION DE MONFORT) <p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg8hjswKOjqfAwljycqxwHu-WVhPxJ5baw9UqD8VvZeSxiFgvJ5zTNhKlSvfy9oMEx2TWTatgTStyhPphSBGNXbk_iNWSDLvKytVIUABRUDzGk36AbZ5KqctOh9BQcDPJzs4cCCscdd2ih06Zz1MvDpmcMYD3KTava6CoeikaGWLHDXe1S4qJb7VavxS4yY/s696/_Sao-Luis-Maria-Grignion-de-Montfort.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="489" data-original-width="696" height="281" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg8hjswKOjqfAwljycqxwHu-WVhPxJ5baw9UqD8VvZeSxiFgvJ5zTNhKlSvfy9oMEx2TWTatgTStyhPphSBGNXbk_iNWSDLvKytVIUABRUDzGk36AbZ5KqctOh9BQcDPJzs4cCCscdd2ih06Zz1MvDpmcMYD3KTava6CoeikaGWLHDXe1S4qJb7VavxS4yY/w400-h281/_Sao-Luis-Maria-Grignion-de-Montfort.jpg" width="400" /></a></div><p style="text-align: center;"><br /></p><p><span style="font-size: large;">PREFACIO </span></p><p><span style="font-size: large;"> El autor del presente opúsculo, San Luis María Grignion de Montfort, es conocido principalmente por su perfecta devoción a la Santísima Virgen t por su ardiente celo en predicarla. Él mismo nos dejó la sustancia de su enseñanza mariana en la cada día más difundida de sus obras: </span></p><p><span style="font-size: large;"> “Tratado de la perfecta devoción a la Santísima Virgen” y “Secreto de María”, compendio de la primera. </span></p><p><span style="font-size: large;"> Mas su predicación no se limitó a ese punto capital de la doctrina católica. Después de María o mejor con Ella y por Ella estuvo Jesús con sus perfecciones, sus beneficios, su Eucaristía, su Cruz, y su Sagrado Corazón... Un siglo y medio después de su muerte los Padres del Concilio de Poitiers, queriendo definir su obra, dijeron: </span></p><p><span style="font-size: large;">"Al venerable Luis María Grignion da Montfort se debe el haberse conservado en las comarcas del oeste de Francia, una fe viva, el amor a la Cruz y la devoción a la Ssma. Virgen". </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">"Defensor de la fe católica", "predicador elocuente de la Cruz", "devoto esclavo de Jesús en María" y propagador infatigable de esta esclavitud de amor: he aquí resumidas la vida de Montfort, su obra y su enseñanza. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Su devoción a Jesús crucificado no es menos admirable que su celo y amor a María. Al Divino Crucificado lo amaba con pasión, lo predicaba con fuego; lo muestran sus irresistibles sermones sobre el amor a la Cruz, sus conmovedores cánticos a la Cruz, sus plantaciones de Cruz, sus erecciones de calvarios con que terminaba todas sus misiones. "¡Viva Jesús! ¡Viva su Cruz!", era su canto de triunfo... Un día sus enemigos obtienen que no se ejecute la proyecta plantación de Cruz. "Hermanos míos, clama entonces con santo entusiasmo, nos disponíamos a plantar una Cruz a la puerta de esta iglesia; Dios no ha querido, nuestros superiores se oponen; plantémosla en nuestros corazones, ahí estará mejor que ninguna otra parte". Su deseo de asemejarse a Jesús crucificado era tal que a veces se le escapaba esta queja que traicionaba el vehemente fuego de su amor: "¡Sin cruz qué cruz!” </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Por esa época una asociación, la de los Amigos de la Cruz, agrupaba a los fieles verdaderamente ejemplares quienes, queriendo vivir en perfecta conformidad con las máximas del Evangelio, practicaban valientemente la palabra de Jesús: “Si alguno quiere venir en pos de Mí, que renuncie a sí mismo, tome su cruz y me siga”. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Esta Asociación ya se hallaba organizada en 1700 en muchas diócesis de Francia. Conociendo los frutos de salvación que producía en las almas, Montfort se aplicó a establecerla en las parroquias en que daba misiones. La estableció en San Maximiliano en Nantes y le dio reglamentos llenos de sabiduría. Cuando las circunstancias lo traían a Nantes no dejaba de venir a avivar con sus exhortaciones la generosidad de cristianos que eran la edificación de la gran ciudad. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Mas, he aquí, que en 1714, por intrigas y calumnias, se le prohíbe todo ministerio en la diócesis. Parte para Rennes. La misma prohibición. Se retira entonces a la casa de los Padres Jesuitas. Durante ocho días medita sobre la Pasión. El último, escribe la Carta a los Amigos de la Cruz. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Esta carta, que a decir de Monseñor Freppel es “una obra maestra de elocuencia que en vano se intentaría superar", conserva después de más de dos siglos todo su valor y toda su oportunidad. Pues las calamidades, los abusos y los desórdenes contra los cuales se proponían luchar los "Amigos de la Cruz", también existen hoy, tales: el horror al sacrificio, a todo sacrificio, hasta el punto de traicionar los más sagrados deberes, desenfreno en el uso de los bienes terrenos sean cualesquiera, la búsqueda ciega de placeres sensuales.</span></p><p><span style="font-size: large;">Hay, pues, hoy como en ese entonces la misma necesidad de oponer a tales tendencias paganas remedios eficaces. Montfort propone la mortificación cristiana. Señala los dos partidos siempre en lucha: el de Jesucristo y el del mundo. A la derecha -escribe- está el partido de Jesucristo; continuamente se escuchan estas palabra entrecortadas por sollozos: Suframos, lloremos, ayunemos, oremos, ocultémonos, humillémonos, empobrezcámonos, mortifiquémonos; pues no son de Jesucristo los que no tienen su espíritu de cruz; quienes son de Jesucristo han crucificado su carne con sus concupiscencias. En la carta del 4 de octubre de 1938 los obispos de la provincia de Québec (Canadá) señalando el torrente de desenfreno (tanto en el orden moral como en lo social y económico) recomiendan también para combatirlo la práctica de la mortificación y la renovación en las almas de las virtudes evangélicas. Piden también que se inculque en los niños y se desarrolle en ellos el sentido de la mortificación cristiana que es, según el apóstol San Pablo, el signo de nuestra dependencia de Cristo: "Los que son de Cristo han crucificado la carne". </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Hay pues que buscar el remedio eficaz para las calamidades actuales en una mejor comprensión de los principios del Evangelio y en una mayor fidelidad a sus máximas. Ahora bien, ninguno recuerda con más claridad la ni presenta con más libertad, ni muestra mejor la absoluta necesidad de tales principios y máximas como el Santo de Montfort en su "Carta a los Amigos de la Cruz”. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">La última parte de esta "Carta" traza con prudencia consumada las reglas que nos enseñan a soportar los sufrimientos y las cruces de cada día como Dios quiere para que Él las acoja y las premie. Estas reglas SON útiles principalmente para los sacerdotes, religiosos y religiosas, quienes en virtud de su estado, de sus funciones y de su misión, deben tender a una perfección más elevada”. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Penetradas de la necesidad de la cruz, estimuladas por los saludables efectos que ella produce y guiadas por las sabias reglas que da el santo en su "Carta", las almas temerán menos el esfuerzo, aceptarán mejor el renunciamiento y el sacrificio. Aun más, se dejarán guiar por las inspiraciones generosas que producirá en ellas la meditación de la palabra de Jesucristo tan admirablemente comentada por el santo de Montfort: “Si alguno quiere venir en pos de Mí, que renuncie a sí mismo, tome su cruz de cada día y me siga”. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">CARTA CIRCULAR A “LOS AMIGOS DE LA CRUZ” </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Hoy, el último día de mis ejercicios espirituales, dejo, por decirlo así las delicias de mi morada interior, para estampar sobre este papel algunas veloces saetas de la Cruz, a fin de atravesar con ellas vuestros corazones Dios quisiera hacerlos penetrantes no con la tinta de mi pluma, sino con la sangre de mis venas. Pero, ay, aunque ella fuera necesaria, es demasiado criminal. Sea, pues, el Espíritu del Dios viviente la vida, la fuerza y la esencia de esta carta. Sea su unción santa su tinta. Sea mi pluma la divina Cruz, y sean el papel vuestros corazones. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Amigos de la Cruz, estáis profundamente unidos, como otros tantos soldados crucificados, para combatir al mundo (Gál. 6, 14). No huís vosotros de él, como los religiosos y religiosas, por temor a ser vencidos, sino que, como valerosos y bravos guerreros, avanzáis en el campo de batalla, sin retroceder un paso y sin volver la espalda. ¡Animo! ¡Combatid con valentía! </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Unios fuertemente, y vuestra unidad de espíritus y corazones será infinitamente más fuerte y más terrible contra el mundo y el infierno, que lo que pueda ser el ejército de un reino bien unido contra los enemigos del Estado. Si los demonios se unen para perderos, unios vosotros para espantarlos. Si los avaros se unen para traficar y ganar oro y plata, unid vuestros esfuerzos para ganar los tesoros eternos, contenidos en la Cruz. Si los libertinos se unen para divertirse, unios vosotros para sufrir. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Os llamáis Amigos de la Cruz. ¡Qué nombre tan grande! A mí me encanta y me deslumbra. Es más brillante que el sol, más alto que los cielos, más glorioso y solemne que los títulos más formidables de reyes y emperadores. Es el nombre sublime de Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre al mismo tiempo. Es el nombre inconfundible del cristiano. Pero si su resplandor me deslumbra, no es menos cierto que su peso me espanta. Cuántas obligaciones inexcusables y difíciles se encierran en ese nombre, según el mismo Espíritu Santo lo declara: «linaje elegido, sacerdocio real, nación consagrada, pueblo adquirido» (1 Pe. 2, 9). </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Un Amigo de la Cruz es un hombre elegido por Dios entre los diez mil que viven según el sentido y la sola razón, para ser un hombre totalmente divino, que va más allá de la razón, y que se opone tajantemente a la mera inclinación sensible por una vida y una luz de pura fe y de amor ardiente a la Cruz. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Un Amigo de la Cruz es un rey omnipotente, es un héroe que triunfa sobre el demonio, el mundo y la carne en sus tres concupiscencias (1Jn. 2, 16). Al amar las humillaciones, espanta el orgullo de Satanás. Al amar la pobreza, vence la avaricia del mundo. Al amar el dolor, mata la sensualidad de la carne. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Un Amigo de la Cruz es un hombre santo y separado de todo lo visible, cuyo corazón se eleva por encima de todo lo caduco y perecedero, y cuya conversación está en los cielos (Filip. 3, 20). Pasa por esta tierra como un extranjero y un peregrino, sin apegarse a ella, con indiferencia, y la pisa con menosprecio. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Un Amigo de la Cruz es una excelente conquista de Jesucristo, crucificado en el Calvario, en unión de su santa Madre. Es un Ben-Oni, hijo del dolor, o un Benjamín, hijo de la diestra [o Buenaventura: Gén. 35, 8], nacido de su corazón dolorido, venido al mundo a través de su costado traspasado, y vestido en la púrpura de su sangre. Marcado por su origen sangriento, no respira sino cruz, sangre y muerte al mundo, a la carne y al pecado, y vive aquí abajo oculto en Dios por Jesucristo (Rom. 6, 11; 1 Pe. 2, 24). </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">En fin, un perfecto Amigo de la Cruz es un verdadero porta-Cristo, o mejor, un Jesucristo, que puede decir con toda verdad: «ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí» (Gál. 2, 20). </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Mis queridos Amigos de la Cruz, ¿sois vosotros por vuestras acciones lo que significa vuestro grandioso nombre? ¿O al menos tenéis un auténtico deseo y una verdadera voluntad de venir a serlo, con la gracia de Dios, a la sombra de la Cruz del Calvario y de Nuestra Señora de los Dolores? ¿Usáis los medios necesarios para conseguirlo? ¿Habéis entrado en el verdadero camino de la vida (Prov. 6, 23; 10, 17; Jer. 21, 8), que es la vía estrecha y espinosa del Calvario? ¿O es que camináis, sin daros cuenta, por el camino ancho del mundo, que conduce a la perdición (Mt. 7, 13-14)? ¿Ya sabéis que existe una vía que parece derecha y segura para el hombre, pero que lleva a la muerte (Prov. 14, 12)? </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">¿Sabéis distinguir bien entre la voz de Dios y de su gracia, y la voz del mundo y de la naturaleza? ¿Escucháis claramente la voz de Dios, nuestro Padre bueno, que, después de haber maldecido tres veces a cuantos siguen los deseos del mundo, «¡ay, ay, ay de los habitantes de la tierra!» (Ap. 8, 13), os llama con todo amor, tendiéndoos los brazos, «¡apartaos, pueblo mío!» (Núm. 16, 21; Is. 52, 11; Ap. 18, 4), pueblo mío elegido, queridos Amigos de la Cruz de mi Hijo; apartaos de los mundanos, que han sido maldecidos por mi Majestad, excomulgados por mi Hijo (Jn. 17, 9), y condenados por mi Espíritu Santo (16, 8-11)? </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">¡Cuidado con sentaros en su pestilente cátedra! ¡No acudáis a sus reuniones! ¡No vayáis por sus caminos (Sal. 1, 1)! ¡Huid de la inmensa e infame Babilonia (Is. 48, 20; Jer. 50, 8; 51, 6.9.45; Ap. 18, 4)! ¡No escuchéis otra voz ni sigáis otras huellas que las de mi Hijo bienamado! Yo os lo di para que sea vuestro camino, vuestra verdad, vuestra vida y vuestro modelo: «escuchadle» (Mt. 17, 5; 2 Pe. 1, 17). </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">¿Escucháis a este amable Jesús? Cargado con su Cruz, os grita: ¡«venid detrás de mí» (Mt. 4, 19), y seguidme, que «quien me sigue no anda en tinieblas» (Jn. 8, 12)! «¡Animo!: yo he vencido al mundo» (16, 33). </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Queridos cofrades, ahí tenéis los dos bandos con los que a diario nos encontramos: el de Jesucristo y el del mundo (Jn. 15, 19; 17, 14.16). </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">A la derecha, el de nuestro amado Salvador (Mt. 25, 33). Sube por un camino que, por la corrupción del mundo, es más estrecho y angosto que nunca. Este Maestro bueno va delante, descalzo, la cabeza coronada de espinas, el cuerpo completamente ensangrentado, y cargado con una pesada Cruz. Sólo le siguen una pocas personas, si bien son las más valientes, sea porque no se oye su voz suave en medio del tumulto del mundo, o sea porque falta el valor necesario para seguirle en su pobreza, en sus dolores, en sus humillaciones y en sus otras cruces, que es preciso llevar para servirle todos los días de la vida (Lc. 9, 23). </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">A la izquierda (Mt. 25, 33), el bando del mundo o del demonio. Es el más numeroso, y el más espléndido y brillante, al menos en apariencia. Allí corre todo lo más selecto del mundo. Se apretujan, y eso que los caminos son anchos, y que están más ensanchados que nunca por la muchedumbre que, como un torrente, los recorre. Están sembrados de flores, llenos de placeres y juegos, cubiertos de oro y plata (7, 13-14). </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">A la derecha, el pequeño rebaño (Lc. 12, 32) que sigue a Jesucristo sólo sabe de lágrimas y penitencias, oraciones y desprecios del mundo. Entre sollozos, se oye una y otra vez: «suframos, lloremos, ayunemos, oremos, ocultémonos, humillémonos, empobrezcámonos, mortifiquémonos (Jn. 16, 20). Pues el que no tiene el espíritu de Jesucristo, que es un espíritu de cruz, no es de Cristo (Rom. 8, 9), ya que los que son de Jesucristo han crucificado su carne con sus concupiscencias (Gál. 5, 24). O nos configuramos como imagen viva de Jesucristo (Rom. 8, 29) o nos condenamos. ¡Animo!, gritan, ¡valor! Si Dios está por nosotros, en nosotros y delante de nosotros, ¿quién estará contra nosotros? (8, 31). El que está con nosotros es más fuerte que el que está en el mundo (1Jn 4,4). No es mayor el siervo que su señor (Jn. 13, 16; 15,20). Un instante de ligera tribulación produce un peso eterno de gloria (2 Cor. 4, 17). El número de los elegidos es menor de lo que se piensa (Mt. 20, 16). Sólo los valientes y esforzados arrebatan el cielo por la fuerza (Mt. 11, 12). Nadie será coronado sino aquél que haya combatido legítimamente según el Evangelio (2 Tim. 2, 5), y no según el mundo. ¡Luchemos, pues, con todo valor!». </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Éstas son algunas de las palabras divinas con las que los Amigos de la Cruz se animan mutuamente. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Los mundanos, por el contrario, para animarse a perseverar en su malicia sin escrúpulo, claman todos los días: «¡Vivir, vivir! ¡Paz, paz! ¡Alegría, alegría! ¡Comamos, bebamos, cantemos, dancemos, juguemos! Dios es bueno, Dios no nos ha creado para condenarnos. Dios no prohíbe las diversiones; no vamos a ser condenados por eso. ¡Fuera escrúpulos! ¡"No moriréis" (Gén. 3, 4)»! </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Acordaos, mis queridos cofrades, de que nuestro buen Jesús os está mirando ahora, y os dice a cada uno en particular: «Ya ves que casi toda la gente me abandona en el camino real de la Cruz. Los idólatras, cegados, se burlan de mi Cruz como de una locura; los judíos, en su obstinación, se escandalizan de ella (1 Cor. 1, 23), como si fuera un objeto de horror; los herejes la destrozan y derriban como cosa despreciable. Pero -y lo digo con lágrimas y con el corazón atravesado de dolor- mis propios hijos, criados a mis pechos e instruidos en mi escuela, los propios miembros míos que he animado con mi espíritu, me han abandonado y despreciado, haciéndose enemigos de mi Cruz (Is. 1, 2; Filip. 3, 18). "¿También vosotros queréis marcharos?" (Jn. 6, 67). ¿También vosotros queréis abandonarme, huyendo de mi Cruz, como los mundanos, que son en esto verdaderos anticristos (1 Jn. 2, 18)? ¿Es que queréis vosotros, para conformaros con el siglo presente (Rom. 12, 2), despreciar la pobreza de mi Cruz, para correr tras las riquezas; evitar el dolor de mi Cruz, para buscar los placeres; odiar las humillaciones de mi Cruz, para ambicionar los honores? En apariencia, tengo yo muchos amigos, que aseguran amarme, pero que, en el fondo, me odian, porque no aman mi Cruz; tengo muchos amigos de mi mesa, y muy pocos de mi Cruz» [Imitación de Cristo II, 11, 1]. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Ante esta llamada de Jesús tan amorosa, elevémonos por encima de nosotros mismos, y no nos dejemos seducir por nuestros sentidos, como Eva (Gén. 3, 6). Miremos solamente al autor y consumador de nuestra fe, Jesús crucificado (Heb. 12, 2). Huyamos la depravada concupiscencia de este mundo corrompido (2 Pe. 1, 4). Amemos a Jesucristo de la manera más alta, es decir, a través de toda clase de cruces. Meditemos bien las admirables palabras de nuestro amado Maestro, que sintetizan toda la perfección de la vida cristiana: «Si alguno quiere venir en pos de Mi, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga» (Mt. 16, 24). </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">En efecto, la perfección cristiana, consiste en: </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">• 1º querer ser santo: el que quiera venirse conmigo, • 2º abnegarse: que se niegue a sí mismo, • 3º padecer: que cargue con su cruz, • 4º obrar: y que me siga. Si alguno: y no algunos, se refiere al reducido número de los elegidos (Mt. 20, 16), que quieren configurarse a Jesucristo crucificado, llevando su cruz. Es un número tan pequeño, tan reducido, que si lo conociéramos, quedaríamos pasmados de dolor. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Es tan pequeño que apenas si hay uno por cada diez mil. Así fue revelado a varios santos, como a San Simeón Estilita, según refiere el santo abad Nilo, después de San Efrén, San Basilio y varios otros. Es tan reducido que, si Dios quisiera reunirlos, tendría que gritarles, como otra vez lo hizo un profeta: «¡congregaos uno a uno!» (Is. 27, 12), uno de esta provincia, otro de aquel reino. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Si alguno quiere: aquel que tenga una voluntad sincera, una voluntad firme y determinada, no ya por naturaleza, costumbre o amor propio, por interés o respeto humano, sino por una gracia victoriosa del Espíritu Santo, que no a todo el mundo se da: «no a todos ha sido dado a conocer el misterio» (Mt. 13, 11). De hecho, el conocimiento del misterio de la Cruz ha sido dado a unas pocas personas. Para que un hombre suba al Calvario y se deje crucificar con Jesús, en medio de su propia gente, es necesario que sea un valiente, un héroe, un decidido, un discípulo de Dios, que pisotee el mundo y el infierno, su cuerpo y su propia voluntad; un hombre resuelto a dejarlo todo, a emprender todo lo que sea y a sufrirlo todo por Jesucristo. </span></p><p><span style="font-size: large;"> Sabedlo bien, queridos Amigos de la Cruz: aquellos de entre vosotros que no tengan esta determinación andan sólo con un pie, vuelan sólo con un ala, y no son dignos de estar entre vosotros, porque no merecen llamarse Amigos de la Cruz, a la que hay que amar, como Jesucristo, «con un corazón generoso y de buena gana» (2 Mac. 1, 3). Basta una voluntad a medias para contagiar, como una oveja sarnosa, a todo el rebaño. Si una de éstas hubiera entrado en vuestro redil por la puerta falsa del mundo, en el nombre de Jesucristo crucificado, echadla fuera, pues es un lobo en medio de las ovejas (Mt. 7, 15). </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Si alguno quiere venir en pos de Mi, que tanto me humillé (Filip. 2, 6-8) y que me anonadé tanto que llegué a «parecer un gusano, y no un hombre» (Sal. 21, 7); conmigo, que no vine al mundo sino para abrazar la Cruz -«aquí estoy» (Sal. 39, 8; Heb. 10, 7-9)-; para alzarla en medio de mi corazón -«en las entrañas» (Sal. 39, 9)-; para amarla desde joven -«la quise desde muchacho» (Sab. 8, 2)-; para suspirar por ella toda mi vida -«¡cómo la ansío!» (Lc. 12, 50)-; para llevarla con alegría, prefiriéndola a todos los goces y delicias del cielo y de la tierra -«en vez del gozo que se le ofrecía, soportó la cruz» (Heb. 12, 2)-; conmigo, en fin, que no hallé la plena alegría hasta morir en sus divinos brazos. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Si alguno pues, quiere venir en pos de Mi, así anonadado y crucificado, debe, a imitación de mí, no gloriarse sino en la pobreza, en las humillaciones y en los sufrimientos de mi Cruz: «que se niegue a sí mismo». Lejos de los Amigos de la Cruz esos que sufren con orgullo, esos sabios según el siglo, esos grandes genios y espíritus fuertes, que están rellenos e hinchados con sus propias luces y talentos. Lejos de aquí esos grandes charlatanes, que hacen mucho ruido y que no dan más fruto que el de su vanidad. Lejos de aquí los devotos soberbios, que hacen resonar en todas partes aquel «no soy como los demás» del orgulloso Lucifer (Lc. 18, 11); que no aguantan que les censuren, sin excusarse; que los ataquen, sin defenderse; que los humillen, sin ensalzarse. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">No admitáis en vuestra compañía a estos hombres delicados y sensuales, que se duelen de la menor molestia, que gritan y se quejan por el menor dolor, que jamás han conocido la cadenilla, el cilicio y la disciplina, ni otro instrumento alguno de penitencia, y que unen a sus devociones -aquellas que están de moda- una sensualidad y una inmortificación sumamente encubiertas y refinadas. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">«Que cargue con su cruz», con la suya propia. Que ese tal, que ese hombre, esa mujer excepcional -«toda la tierra, de un extremo al otro, no alcanzaría a pagarle» (Prov. 31, 10]-, tome con alegría, abrace con entusiasmo y lleve sobre sus hombros con valentía su cruz, y no la de otro; -su propia cruz, aquélla que con mi sabiduría le he hecho, en número, peso y medida exactos (Sab. 11, 21]; -su cruz, cuyas cuatro dimensiones, espesor y longitud, anchura y profundidad, tracé yo por mi propia mano con toda exactitud; -su cruz, la que le he fabricado con un trozo de la que llevé sobre el Calvario, como expresión del amor infinito que le tengo; -su cruz, que es el mayor regalo que puedo yo hacer a mis elegidos en esta tierra; -su cruz, formada en su espesor por la pérdida de bienes, humillaciones y desprecios, dolores, enfermedades y penas espirituales, que, por mi providencia, habrán de sobrevenirle cada día hasta la muerte; -su cruz, formada en su longitud por una cierta duración de meses o días en los que habrá de verse abrumado por la calumnia, postrado en el lecho, reducido a la mendicidad, víctima de tentaciones, sequedades, abandonos y otras penas espirituales; -su cruz, constituida en su anchura por todas las circunstancias más duras y amargas, unas veces por parte de sus amigos, otras por los domésticos o los familiares; su cruz, en fin, compuesta en su profundidad por las aflicciones más ocultas que yo mismo le infligiré, sin que pueda hallar consuelo en las criaturas, pues éstas, por orden mía, le volverán la espalda y se unirán a mí para hacerle padecer. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">«Que la cargue», que la cargue: no que la arrastre, ni que la rechace o la recorte o la oculte. Es decir, que la lleve en lo alto de la mano, sin impaciencia ni tristeza, sin quejas ni murmuraciones voluntarias, sin componendas ni miramientos naturales, y sin sentir por ello vergüenza alguna o respetos humanos. «Que la cargue», es decir, que la lleve marcada en su frente, diciendo aquello de San Pablo: «en cuanto a mí, no quiera Dios que me gloríe sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo» (Gál. 6, 14], mi Maestro. Que la lleve sobre sus hombros, a ejemplo de Jesucristo, para que la cruz venga a ser el arma de sus conquistas y el cetro de su imperio (Is. 9, 6-7]. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Finalmente, que él la grabe en su corazón por el amor, para transformarla así en zarza ardiente, que día y noche se abrase en el puro amor de Dios, sin consumirse (Ex. 3, 2]. «La cruz». Que cargue con la cruz, pues nada hay tan necesario, nada tan útil, tan dulce ni tan glorioso, como padecer algo por Jesucristo (Hch. 5, 41]. En efecto, queridos Amigos de la Cruz, todos sois pecadores. Entre vosotros no hay ninguno que no merezca el infierno (Prov. 24, 16; 1 Jn. 1, 10] -y yo más que ninguno-. Pues bien, es necesario que nuestros pecados sean castigados en este mundo o en el otro. Si Dios, los castiga en éste mundo (de común acuerdo con nosotros), el castigo será amoroso: la misericordia, que reina en este mundo, será quien castigue, y no la rigurosa justicia; será, pues, un castigo suave y pasajero, acompañado de consolaciones y méritos, y seguido de recompensas en el tiempo y la eternidad. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Pero si el castigo necesario a los pecados que hemos cometido queda reservado para el otro mundo, será entonces la justicia implacable de Dios, que todo lo lleva a sangre y fuego, la que ejecute la condena. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Castigo espantoso (Heb. 10, 31], indecible, incomprensible: «¿quién conoce la vehemencia de tu ira?» (Sal. 89, 11]; castigo sin misericordia (Sant. 2, 13], sin mitigación, sin méritos, sin límite y sin fin. Sí, no tendrá fin: ese pecado mortal de un momento que cometisteis; ese mal pensamiento voluntario que escapó a vuestro cuidado; esa palabra que se llevó el viento; esa acción diminuta que violentó la ley de Dios, tan breve, serán castigados eternamente, mientras Dios sea Dios, con los demonios en el infierno, sin que ese Dios de las venganzas se apiade de vuestros espantosos tormentos, de vuestros sollozos y lágrimas, capaces de hendir las rocas. ¡Padecer eternamente, sin mérito alguno, sin misericordia y sin fin! </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Sí, este pecado mortal que habéis cometido en un instante, este mal pensamiento voluntario, que ha escapado a vuestro recuerdo, esta palabra que se ha llevado el viento, esta accioncilla contra la ley de Dios, que ha durado tan poco, serán castigados sin fin por una eternidad, mientras Dios sea Dios y esto en compañía de los demonios en el infierno, sin que el Dios de las venganzas se compadezca de vuestros espantosos tormentos, de vuestros sollozos y lágrimas, capaces de partir las rocas. ¡Sufrir por siempre, sin mérito, sin misericordia y sin fin! ¿Pensamos en esto queridos hermanos y hermanas míos, cuando padecemos alguna pena en este mundo? ¡Qué felices somos de hacer un cambio tan dichoso, una pena eterna e infructuosa por otra pasajera y meritoria, llevando esta cruz con paciencia! ¡Cuántas deudas nos quedan por pagar! ¡Cuántos pecados cometidos! Para expiar por ellos, aun después de una contrición amarga y de una confesión sincera, será necesario que suframos en el purgatorio durante siglos enteros, por habernos contentado en este mundo con algunas penitencias tan ligeras! ¡Ah! expiemos, en este mundo por las buenas, llevando bien nuestra cruz. En el otro, todo habrá de ser pagado por las malas, hasta el último céntimo (Mt. 5, 26], hasta una palabra ociosa (12, 36). Si lográramos arrancar de las manos del demonio el libro de la muerte (Col. 2, 14), donde ha señalado todos nuestros pecados y la pena que les es debida, ¡qué debe tan enorme encontraríamos! ¡Y qué felices nos veríamos de sufrir años enteros aquí abajo, con tal de no sufrir un solo día en la otra vida! </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">¿No os lisonjeáis, acaso, amigos de la Cruz, de ser amigos de Dios o de querer llegar a serlo? Decidios, pues, a beber el cáliz que hay que apurar necesariamente para ser hecho amigo de Dios: bebieron el cáliz del Señor y llegaron a ser amigos de Dios. Benjamín, el preferido, halló la copa, mientras que sus hermanos sólo hallaron trigo (Gén. 44, 1-12). El predilecto de Jesucristo poseyó su corazón, subió al Calvario y bebió en su cáliz: «¿podéis beber el cáliz?» (Mt. 20, 22). Excelente cosa es anhelar la gloria de Dios; pero desearla y pedirla sin resolverse a padecerlo todo es una locura y una petición insensata: «no sabéis lo que pedís» (ib.)... «Es necesario pasar por muchas tribulaciones» (Hch. 14, 22)... Sí, es una necesidad, es algo indispensable: hemos de entrar en el reino de los cielos a través de muchas tribulaciones y cruces. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Os gloriáis con toda razón de ser hijos de Dios. Gloriaos, pues, también de los azotes que este Padre bondadoso os ha dado y os dará más adelante, pues el castiga a todos sus hijos (Prov. 3, 11-12; Heb. 12, 5-8; Ap. 3, 19). Si no fuerais del número de sus hijos amados -¡qué desgracia, qué maldición!-, seríais del número de los condenados, como dice San Agustín: «quien no llora en este mundo, como peregrino y extranjero, no puede alegrarse en el otro como ciudadano del cielo». </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Si Dios Padre no os envía de vez en cuando alguna cruz señalada, es que ya no se cuida de vosotros: está enfadado con vosotros, y os considera como extraños y ajenos a su casa y su protección; os mira como hijos bastardos, que no merecen tener parte en la herencia de su padre, ni son dignos tampoco de sus cuidados y correcciones (Heb. 12, 7-8). </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Amigos de la Cruz, discípulos de un Dios crucificado: el misterio de la Cruz es un misterio ignorado por los gentiles, rechazado por los judíos (1 Cor. 1, 23), y despreciado por los herejes y los malos católicos; pero es el gran misterio que habéis de aprender en la práctica de la escuela de Jesucristo, y que solamente en su escuela lo podéis aprender. En vano buscaréis en todas las escuelas de la antigüedad algún filósofo que lo haya enseñado. En vano consultaréis la luz de los sentidos y de la razón: solamente Jesucristo puede enseñaros y haceros gustar este misterio por su gracia victoriosa. Adiestraos, pues, en este ciencia sublime bajo la guía de un Maestro tan excelente, y poseeréis todas las demás ciencias, pues ésta las contiene a todas en grado eminente. Ella es nuestra filosofía natural y sobrenatural, nuestra teología divina y misteriosa, nuestra piedra filosofal que, por medio de la paciencia, cambia los metales más groseros en preciosos, los dolores más agudos en delicias, la pobreza en riqueza, las humillaciones más graves en gloria. Aquel de vosotros que sabe llevar mejor su cruz, aun cuando fuere un analfabeto, es el más sabio de todos. Escuchad al gran San Pablo, que vuelto del tercer cielo, donde aprendió misterios ocultos a los mismos ángeles, asegura que no sabe ni quiere saber otra cosa que a Jesús crucificado (1 Cor. 2, 2). Alégrate, pues, tú, pobre idiota, y tú, humilde mujer sin talento ni ciencia: si sabéis sufrir con alegría, sabéis más que cualquier doctor de la Sorbona, que no sepa sufrir tan bien como vosotros (Mt. 11, 25). </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Sois miembros de Jesucristo (1 Cor. 6, 15; 12 ,27; Ef. 5, 30). ¡Qué honor! Pero ¡qué necesidad hay en ello de sufrir! Si la Cabeza está coronada de espinas (Mt. 27, 29) ¿estarán los miembros coronados de rosas? Si la Cabeza es escarnecida y cubierta de barro en el camino del Calvario ¿se verán los miembros cubiertos de perfumes sobre un trono? Si la Cabeza no tiene dónde reposar (8, 20), ¿descansarán los miembros entre plumas y edredones? Sería una monstruosidad inaudita. No, no, mis queridos Compañeros de la Cruz, no os engañéis: esos cristianos que veis por todas partes, vestidos a la moda, en extremo delicados, altivos y engreídos hasta el exceso, no son verdaderos discípulos de Jesús crucificado. Y si pensarais de otro modo, ofenderíais a esa Cabeza coronada de espinas y a la verdad del Evangelio. ¡Ay, Dios mío, cuántas caricaturas de cristianos, que pretenden ser miembros del Salvador, son sus más alevosos perseguidores, pues mientras con la mano hacen el signo de la Cruz, son en realidad sus enemigos! Si de verdad os guía el espíritu de Jesucristo, y si vivís la misma vida que esta Cabeza coronada de espinas, no esperéis otra cosa que espinas, azotes, clavos, en una palabra, cruz; pues es necesario que el discípulo sea tratado como el maestro y el miembro como la Cabeza (Jn. 15, 20). Y si el Cielo os ofrece, como a Santa Catalina de Siena, una corona de espinas y otra de rosas, elegid como ella la corona de espinas, sin vacilar, y hundidla en vuestra cabeza, para asemejaros a Jesucristo. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">No ignoráis que sois templos vivos del Espíritu Santo (1 Cor. 6, 19), y que como piedras vivas (1 Pe. 2, 5), habéis de ser construidos por el Dios del amor en el templo de la Jerusalén celestial (Ap. 21, 2.10). Pues bien, disponeos para ser tallados, cortados y cincelados por el martillo de la cruz. De otro modo, permaneceríais como piedras toscas, que no sirven para nada, que se desprecian y se arrojan fuera. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">¡Guardaos de resistir al martillo que os golpea! ¡Cuidado con oponeros al cincel que os talla y a la mano que os pule! Es posible que ese hábil y amoroso arquitecto quiera hacer de vosotros una de las piedras principales de su edificio eterno, y una de las figuras más hermosas de su reino celestial. Dejadle actuar en vosotros: él os ama, sabe lo que hace, tiene experiencia, cada uno de sus golpes son acertados y amorosos, nunca los da en falso, a no ser que vuestra falta de paciencia los haga inútiles. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">El Espíritu Santo compara la cruz: -unas veces a una criba que separa el buen grano de la paja y hojarasca (Is. 41, 16; Jer. 15, 7; Mt. 3, 12): dejaos, pues, sacudir y zarandear como el grano en la criba, sin oponer resistencia: estáis en la criba del Padre de familia, y pronto estaréis en su granero; -otras veces la compara a un fuego, que elimina el orín del hierro con la viveza de sus llamas (1 Pe. 1, 7): en efecto, nuestro Dios es un fuego devorador (Heb. 12, 29), que por la cruz permanece en el alma para purificarla, sin consumirla, como aquella antigua zarza ardiente (Ex. 3, 2-3); -y otras veces, en fin, la compara al crisol de una fragua, donde el oro bueno se refina (Prov. 17, 3; Sab. 2, 5), y donde el falso se disipa en humo: el bueno, sufre con paciencia la prueba del fuego, mientras que el malo se eleva hecho humo contra sus llamas. Es en el crisol de la tribulación y de la tentación donde los verdaderos amigos de la Cruz se purifican por su paciencia, mientras que los que son sus enemigos se desvanecen en humo (Sal. 36, 20; 67, 3) por su impaciencia y sus protestas. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Mirad, Amigos de la Cruz, mirad delante de vosotros una inmensa nube de testigos (Heb. 12, 1), que demuestran sin palabras lo que os estoy diciendo. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Ved al paso un Abel justo, asesinado por su hermano (Gén. 4, 4.8); un Abraham justo, extranjero sobre la tierra (12, 1-9); un Lot justo, expulsado de su país (19, 1.17); un Jacob justo, perseguido por su hermano (25, 27; 27, 41); un Tobías justo, afligido por la ceguera (Tob. 2, 9-11); un Job justo, arruinado, humillado y hecho una llaga de los pies a la cabeza (Job 1, 1 ss). Mirad a tantos apóstoles y mártires teñidos con su propia sangre; a tantas vírgenes y confesores empobrecidos, humillados, expulsados, despreciados, clamando a una con San Pablo: mirad a nuestro buen «Jesús, el autor y consumador de la fe» (Heb. 12, 2), que en él y en su cruz profesamos. Tuvo que padecer para entrar por su cruz en la gloria (Lc. 24, 26). Mirad, junto a Jesús, una espada afilada que penetra hasta el fondo del corazón tierno e inocente de María (Lc. 2, 35), que nunca tuvo pecado alguno, ni original ni actual. ¡Lástima que no pueda extenderme aquí sobre la Pasión de uno y de otra, para hacer ver que lo que nosotros sufrimos no es nada en comparación de lo que ellos sufrieron! Después de todo esto ¿quién de nosotros podrá eximirse de llevar su cruz? ¿Quién de nosotros no volará apresurado hacia los sitios donde sabe que la cruz le espera? ¿Quién no exclamará con San Ignacio mártir: «¡que el fuego, la horca, las bestias y los tormentos todos del demonio vengan sobre mí para que yo goce de Jesucristo!» [Romanos 5]? [33] Pero, en fin, si no queréis sufrir con paciencia y llevar vuestra cruz con resignación, como los predestinados, tendréis que llevarla con protesta e impaciencia, como los reprobados. Así os pareceréis a aquellos dos animales que arrastraban el Arca de la Alianza mugiendo (1 Re. 6, 12). Os asemejaréis a Simón de Cirene, quien echó mano a la Cruz misma de Jesucristo, a pesar suyo (Mt. 27, 32), y que no dejaba de protestar mientras la llevaba. Vendrá a sucederos, en fin, lo que al mal ladrón, que de lo alto de la cruz se precipitó al fondo de los abismos (27, 38). No, no, esta tierra maldecida en que habitamos no cría hombres felices. No se ve claro en este país de tinieblas. No es en absoluto perfecta la tranquilidad en este mar tormentoso. Nunca faltan los combates en este lugar de tentación, que es un campo de batalla. Nadie se libra de pinchazos en esta tierra llena de espinas (Gén. 3, 18). Es preciso que los predestinados y los reprobados lleven su cruz, de grado o por fuerza. Tened presentes estos cuatro versos: </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Escoge una de las cruces que ves en el Calvario Escoge sabiamente pues será necesario, Que sufras como santo y como penitente, O como los réprobos, sin fin y eternamente </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Eso significa que si no queréis sufrir con alegría, como Jesucristo; o con paciencia, como el buen ladrón, tendréis que sufrir a pesar vuestro como el mal ladrón; habréis de apurar entonces hasta las heces el cáliz más amargo (Is. 51, 17), sin consolación alguna de la gracia, y llevando todo el peso de la cruz sin la poderosa ayuda de Jesucristo. Más aún, tendréis que llevar el peso fatal que añadirá el demonio a vuestra cruz, por la impaciencia a la que os arrastrará; y así, tras haber sido unos desgraciados sobre la tierra, como el mal ladrón, iréis a reuniros con él en las llamas. </span></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p><p><span style="font-size: large;">Por el contrario, si sufrís como conviene, la cruz se os hará un yugo muy suave (Mt. 11, 30), que Jesucristo llevará con vosotros. Vendrá a ser las dos alas del alma que se eleva al cielo; el mástil de la nave que os llevará al puerto de la salvación feliz y fácilmente. Llevad, pues, vuestra cruz con paciencia, y por esta cruz bien llevada, os veréis iluminados en vuestras tinieblas espirituales, pues quien no ha sido probado por la tentación, nada sabe (Sab. 34, 9). Llevad vuestra cruz con alegría, y os veréis abrasados en el amor divino, pues «sin cruces ni dolor, no se vive en el amor» [Imitación de Cristo III, 5, 7]. Solamente se recogen rosas entre las espinas. Y sólo la cruz enciende el amor de Dios, como la leña el fuego. Recordad aquella hermosa sentencia de la Imitación: «cuanta violencia os hiciereis sufriendo con paciencia, tanto creceréis» en el amor divino [I, 25, 3]. No esperéis nada grande de esas personas delicadas y perezosas, que rehuyen la cruz cuando ésta se les acerca, y que jamás por su cuenta se buscan alguna con discreción: son tierra inculta que no dará sino abrojos, porque no ha sido arada, desmenuzada y removida por el labrador experto; son agua estancada, que no sirve ni para lavar ni para beber.</span> </p><p> Continuará (13)</p><p> </p>Arietecatolicohttp://www.blogger.com/profile/17844751030066829888noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4598062608837360704.post-81592929898850530752024-02-23T16:30:00.000-08:002024-02-23T16:30:44.604-08:00 1926 Encíclica Iniquis Afflictisque, sobre la durísima situación del catolicismo en México. Pío XI.<p style="text-align: center;"> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhuTQrc4T-qAXPGiOkD0Bthr6kobFi0yYje_U9Ldu3SxmzrWOiP-uvbsviG5zNQ8OptFxPTh5yAn4oGKCNLSf-Qutb-dHCLLUEDWz41yqtE-mq-118ye6Eofffmt8R5p-4yCdQLxxpm3sWGcXyaVmeOW0GPfar47m7hA-amMbO5V1WdmA3_dgabJBEGwZB2/s207/cristeros.bmp" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="207" data-original-width="207" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhuTQrc4T-qAXPGiOkD0Bthr6kobFi0yYje_U9Ldu3SxmzrWOiP-uvbsviG5zNQ8OptFxPTh5yAn4oGKCNLSf-Qutb-dHCLLUEDWz41yqtE-mq-118ye6Eofffmt8R5p-4yCdQLxxpm3sWGcXyaVmeOW0GPfar47m7hA-amMbO5V1WdmA3_dgabJBEGwZB2/w400-h400/cristeros.bmp" width="400" /></a></div><br /><p></p><table border="0" cellpadding="0" cellspacing="0" style="background-color: white; color: #333333; font-family: arial; width: 440px;"><tbody><tr><td class="pageName" style="color: #990000; font-family: georgia; font-feature-settings: normal; font-kerning: auto; font-optical-sizing: auto; font-stretch: normal; font-variant-alternates: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-variant-position: normal; font-variation-settings: normal; font-weight: bold; letter-spacing: 0.1em; line-height: 26px;"><p style="color: #131313; text-align: justify;"><span style="font-size: large;">1926 Encíclica Iniquis Afflictisque, sobre la durísima situación del catolicismo en México. Pío XI.</span></p></td></tr><tr><td class="bodyText" style="color: #404040; line-height: 18px; text-align: justify;"><h5><span style="font-size: large;">Roma, en San Pedro, 18 de noviembre de 1926.</span></h5><p style="color: #131313;"><span style="font-size: large;"> </span></p><p align="center" style="color: #131313;"><strong><span style="font-size: large;">Carta Encíclica “Iniquis Afflictisque”. Sobre la durísima situación del catolicismo en México. Pío PP. XI.</span></strong></p><p align="center" style="color: #131313;"><strong><span style="font-size: large;">VENERABLES HERMANOS SALUD Y BENDICIÓN APOSTÓLICA</span></strong></p><p style="color: #131313;"><strong><span style="font-size: large;">INTRODUCCIÓN</span></strong></p><p style="color: #131313;"><span style="font-size: large;"><strong>1.- Violenta persecución en Méjico.</strong><br />Que no haya otro remedio sino de algún especial auxilio de Dios misericordioso para las condiciones inicuas y aflictivas en que está el catolicismo en la República Mexicana, lo dijimos al terminar el año anterior en la alocución que dirigimos a los Cardenales reunidos en el consistorio; y no habéis vosotros dejado de instar a vuestros fieles con pastoral cuidado, coincidiendo con Nuestra opinión y deseos, que más de una vez hemos manifestado, a fin de que conmoviesen al divino Fundador de la Iglesia con preces abundantes para que cure tan graves males. Tan graves males, decimos, puesto que a nuestros queridos hijos de México están atormentando desde hace tiempo y lo mismo en estos días, otros también, hijos nuestros, que se han apartado de la milicia de Cristo y del común Padre de todos. Y si en los tiempos primitivos de la Iglesia y en otras ocasiones se han cometido atrocidades contra los cristianos, tal vez en ninguna parte y en ningún otro tiempo sucedió que, desechados y violados los derechos de Dios y de la Iglesia, y sobrepuesta con el objeto de excusar la arbitrariedad cierta especie legal con artimañas premeditadas, unos pocos han quitado la libertad a la mayoría, sin ninguna consideración para con los ciudadanos, y sin ningún miramiento a los méritos de los antepasados.</span></p><p style="color: #131313;"><span style="font-size: large;"><strong>2.- Ordena preces por los mejicanos.</strong><br />Queremos, pues, que por medio de súplicas empleadas para el efecto en privado y en público, y ordenadas para ello, no os falte a vosotros y a los fieles todos el testimonio más grande de Nuestra buena voluntad; estas preces que ya han comenzado a rezarse, es necesario y de suma importancia que de ninguna manera se interrumpan, más aún, que continúen fervorosamente. Pues dirigir y acomodar las circunstancias de las cosas y de los tiempos, por medio del cambio de las opiniones y los ánimos de los hombres, de manera que sirvan para el bien de la sociedad humana, no es propio de los mortales, sino del Ser divino, el cual es el único que puede poner fin y término a tales vejaciones.</span></p><p style="color: #131313;"><span style="font-size: large;"><strong>3.- Frutos heroicos de las oraciones.</strong><br />Y no os parezca, Venerables Hermanos, que tales súplicas las habéis ordenado inútilmente porque los gobernantes de la República Mexicana, por su despiadado odio contra la religión, han continuado urgiendo sus malas leyes con más acritud y fiereza: puesto que fortalecidos el clero y la multitud de los católicos por la más abundante efusión de la gracia divina para resistir pacientemente, han dado de sí tal ejemplo y espectáculo, que Nosotros mismos con un solemne documento de la autoridad apostólica lo colocamos a la luz de todo el orbe católico con toda razón y justicia. El mes pasado en el día en que ante una gran concurrencia de fieles decretamos el honor de los beatos a los mártires de la revolución francesa, Nuestro pensamiento volaba espontáneamente hacia los católicos mexicanos, a los cuales asistía el mismo deliberado propósito que a aquellos, es decir, resistir a la pasión y violencia ajena, antes que apartarse de la unidad de la Iglesia y de la autoridad de la Sede Apostólica. ¡Oh alabanza preclara de la divina esposa de Cristo, a la cual nunca ha faltado a través de los siglos una descendencia noble y generosa, dispuesta a luchar y a padecer y a morir por la santísima libertad de la fe!</span></p><p style="color: #131313;"><span style="font-size: large;"> </span></p><p style="color: #131313;"><strong><span style="font-size: large;">I. BREVE HISTORIA DE LA INICUA PERSECUCIÓN</span></strong></p><p style="color: #131313;"><strong><span style="font-size: large;"> </span></strong></p><p style="color: #131313;"><span style="font-size: large;"><strong>4.- Recuerdo general de los detalles persecutorios.</strong><br />Los tristes tiempos de la Iglesia mexicana, Venerables Hermanos, no hay para qué de nuevo los traigamos a la memoria. Basta que tengamos presente esto solo: que en la edad reciente, las agitaciones políticas, ciertamente frecuentes, las más de las veces han redundado en perturbación y destrucción de la religión, a la manera como sucedió principalmente en los años 1914 y 1915, cuando hombres de barbarie inveterada se portaron tan feroz y ásperamente contra ambos cleros, contra las sagradas vírgenes, contra los lugares y las cosas dedicadas al culto divino, que no perdonaron a ninguna injuria o ignominia y a ninguna violencia.</span></p><p style="color: #131313;"><span style="font-size: large;"><strong>5.- Trato irrespetuoso a los Nuncios.</strong><br />Y puesto que estamos ante un asunto conocidísimo, acerca del cual Nosotros hemos protestado públicamente y se ha informado con abundancia en los diarios, no hay para qué lamentemos extensamente con vosotros cómo en estos últimos años de los delegados apostólicos enviados a México, despreciando toda justicia, fidelidad y humanidad, a uno lo echaron de la República, y al otro, que por causa de salud había pasado breve tiempo fuera del territorio, se le prohibió volver, y a otro finalmente no se le trató, con menor hostilidad y se le mandó al fin salir de la nación. En lo cual —pasando por alto que no hubiera habido ningún intérprete y conciliador de la paz más apto que aquellos ilustres varones— nadie deja de ver cuan injusto deshonor se infirió a su dignidad arzobispal y al honorífico cargo que desempeñaban, y principalmente a Nosotros, cuya autoridad representaban.</span></p><p style="color: #131313;"><span style="font-size: large;"><strong>6.- La Ley de 1917 y sus disposiciones vejatorias.</strong><br />Todo esto es muy desagradable y muy grave; pero, Venerables Hermanos, las cosas que después debemos decir, están tan en contra de los derechos de la Iglesia como las que más, y son a la vez las más deplorables para los católicos de esa nación.</span></p><p style="color: #131313;"><span style="font-size: large;">Y en primer lugar veamos aquella ley promulgada el año 1917 y llamada “constitución política” de las ciudades federadas de México. Por lo que atañe a Nosotros, después de haber sancionado la separación de la República respecto de la Iglesia, ningunos derechos le quedan a ésta, como condenada a muerte, y ningunos derechos puede adquirir en lo futuro; se da a los magistrados la potestad de interponer su autoridad en los asuntos del culto de la disciplina interna de la Iglesia. Los ministros sagrados quedan comparados con los obreros y demás empleados, con esta diferencia, que aquellos no sólo deben ser mexicanos de nacimiento y no exceder un número determinado, que deben definir los legisladores de cada uno de los estados, sino que también se ven privados de sus derechos políticos y civiles, a manera de hombres facinerosos o insanos. A esto se añade que se les ha mandado que junto con diez de los ciudadanos declaren al magistrado que ellos han tomado posesión de algún templo o se han trasladado a otro lugar. No es permitido en México pronunciar los votos religiosos, ni la existencia de órdenes y congregaciones religiosas. No es lícito ejercer el culto público, a no ser dentro de los templos y bajo la vigilancia de los gobernadores; los mismos templos se consideran propios de la nación: y por el mismo título los palacios episcopales y canonicales, los seminarios, las casas religiosas, los hospitales y todas las instituciones dedicadas a la beneficencia son sustraídas a la Iglesia. Esta ya no tiene dominio sobre ninguna cosa; y todos los bienes que poseía cuando la ley se promulgó fueron adjudicados a la Nación, dándose a cualquiera denunciar lo que la Iglesia parecía poseer por medio de otros: a este derecho o acción, con el objeto de fortalecerlo se ha prevenido por la misma ley que le asiste el favor de la mera presunción. Los ministros sagrados no pueden recibir nada en testamento, a no ser de sus parientes próximos. No se reconoce a la Iglesia ninguna potestad sobre el matrimonio de los cristianos, el cual por lo tanto sólo entonces es válido cuando lo es por derecho civil. Hay libertad de enseñanza, pero con estas condiciones, que a los sacerdotes y a los hermanos religiosos no les es lícito enseñar ni dirigir las escuelas de primera enseñanza y que la instrucción de los niños, aún en los colegios privados, debe estar huérfanos de religión. Se ha establecido, asimismo que todo cuanto la Iglesia ordene acerca del orden de los estudios y del certificado de haber pasado el curso de los estudios en sus escuelas no tiene ningún valor público.</span></p><p style="color: #131313;"><span style="font-size: large;"><strong>7.- La Iglesia, sociedad perfecta, protesta de los atropellos.</strong><br />Ciertamente, Venerables Hermanos, los que instituyeron, aprobaron y sancionaron tal ley ignoraban que la Iglesia, sociedad perfecta con propio derecho, ha sido constituida por Cristo Redentor y Rey de los hombres para el bien común, y que tiene plena libertad concedida por Dios para desempeñar su cargo —esta ignorancia en el siglo XX después de Cristo parece increíble en una nación católica y entre hombres bautizados—, o creyeron soberbia y locamente que podían ellos echar abajo y destruir la casa del Señor, edificada firmemente y bien fundada sobre piedra firme (Mat. 7, 28), o ardían en la pasión vehemente de dañar de cualquier manera a la Iglesia. Así, pues, ¿cómo podían callar los arzobispos y obispos mexicanos después de la promulgación de tan inicua ley? Y poco después ¿cómo podían dejar de reclamar en cartas tranquilas pero llenas de fuerza; tener Nuestro Antecesor su, exposición como verdadera; aprobarla los obispos todos en común de algunas naciones y la mayoría de los de otras en iniciativas particulares; y confirmarla Nosotros mismos el 25 de Enero de este año, cuando escribimos a todos los obispos mexicanos Nuestra carta consolatoria?</span></p><p style="color: #131313;"><span style="font-size: large;"><strong>8.- Los obispos mitigan y esperan mejores tiempos.</strong><br />Confiaban a su vez los mismos obispos, que los gobernantes mexicanos llegarían a comprender, tranquilizadas poco a poco las cosas, cuánto daño amenazaba y cuánto peligro a casi todo el pueblo por causa de los artículos de aquella ley con los cuales se disminuía la libertad religiosa, y que, por lo tanto, por causa de la paz, no harían ninguno o casi ningún uso de aquellas determinaciones y que llegarían entre tanto a una manera tolerable de vivir. Pero, aunque los obispos aconsejaban mitigación y a causa de ello el clero el pueblo tuvieron infinita paciencia, se perdió toda esperanza de tranquilidad y de paz.</span></p><p style="color: #131313;"><span style="font-size: large;"><strong>9.- Nueva Ley persecutoria, más severa.</strong><br />Pues por una ley promulgada por el presidente en Julio de este año (1926), ya entonces no le queda a la Iglesia casi nada de los derechos y de la libertad en aquellas regiones; el ejercicio del sagrado ministerio de tal manera se halla impedido, que es castigado con penas severísimas como un crimen capital. Con este uso tan perverso de la potestad pública Nos conmovemos, Venerables Hermanos, mucho más de lo que es creíble. Pues todo aquel que venera a Dios nuestro Creador y Redentor amantísimo, todo aquel que quiere obedecer a los mandamientos de la Santa Madre Iglesia, éste, este inocente decimos, debe ser tenido como culpable, éste debe ser privado de los derechos comunes, y debe ser llevado a la cárcel pública con los criminales. Oh i qué bien cuadra a los autores de tales cosas aquello que dijo Cristo Nuestro Señor a los príncipes de los judíos: esta es vuestra hora y el poder de las tinieblas (Luc. 22, 53). De estas leyes la que se ha dado más recientemente no viene ya a interpretar la antigua, como quieren, sino a hacerla peor y mucho más intolerable; pero las prescripciones de ambas de tal manera las urgen el Presidente de la República y sus Ministros, que ninguno de los gobernadores de los estados federados y ninguno de los magistrados y de los jefes militares se dan reposo en la persecución de los católicos.</span></p><p style="color: #131313;"><span style="font-size: large;"><strong>10.- Campaña de difamación.</strong><br />a la persecución se siguen las injurias: pues acostumbran unas veces a recriminar a la Iglesia ante el pueblo, otras por medio de impudentísimas mentiras pronunciadas en discursos públicos, quitando a cualquiera de los nuestros la potestad de hablar y de rebatir, con escarnios e injurias, otras por medio de revistas y de diarios enemigos de la verdad y de la acción católica. Y si al principio en los comentarios públicos, mediante la exposición de la verdad y la refutación de las falsedades pudieron los nuestros prestar algún auxilio a la Iglesia e intentar su defensa, a estos ciudadanos, inflamados del amor a la patria, ya no les es permitido clamar por la libertad y la fe tradicional y del culto divino, con paga o sin ella. Pero Nosotros conscientes de nuestra misión apostólica levantaremos la voz; y la pasión de los adversarios por un lado, y la heroica virtud y la constancia de los obispos, de los sacerdotes, de las congregaciones religiosas y de los laicos por otro lado, sépalas todo el orbe católico de labios del Padre común.</span></p><p style="color: #131313;"><span style="font-size: large;"><strong>11.- Clausura de instituciones católicas.</strong><br />Los sacerdotes extranjeros y los religiosos son expulsados; los colegios destinados a la educación cristiana de los niños y de las niñas son clausurados porque o tienen algún nombre religioso o poseen alguna imagen o estatua sagrada; no por otro motivo son clausurados bastantes seminarios, escuelas, hospitales, monasterios, y los edificios que contienen templos.</span></p><p style="color: #131313;"><span style="font-size: large;"><strong>12.- Limitación del número de sacerdotes y de sus funciones.</strong><br />Casi en cada una de las ciudades o estados se ha determinado y limitado al mínimum el número de los sacerdotes destinados a desempeñar las sagradas funciones, los cuales además no pueden desempeñarlas si no están inscritos ante el magistrado y han obtenido permiso del mismo. En algunas partes tales son las condiciones que se han puesto para desempeñar el misterio sagrado, que si no se tratase de cosa tan lamentable, movería a risa: por ejemplo que los sacerdotes tengan una edad determinada; que hayan contraído matrimonio civil; que no bauticen sino con agua corriente. En cierto Estado se ha decretado que dentro de sus límites no haya más que un Obispo; por lo cual los otros dos obispos han debido desterrarse de sus propias diócesis. Forzados por la condición de las cosas, algunos otros obispos han debido salir de su sede episcopal; otros han sido llevados a los jueces; muchos han sido detenidos; y los demás están a punto de serlo.</span></p><p style="color: #131313;"><span style="font-size: large;"><strong>13.- Terrorización de las conciencias.</strong><br />De todos los mexicanos que se ocupan en la instrucción de la juventud o en otros oficios públicos, se les ha preguntado si están con el Presidente de la República o si alaban la guerra hecha a la religión católica; y han sido obligados asimismo, bajo pena de ser apartados de su oficio, a participar en compañía de los soldados y de los obreros en cierta manifestación, organizada por la Asociación socialista que llaman el Obrero Regional Mexicano; esta manifestación, organizada en México, D.F. y en las demás ciudades en el mismo día y disuelta después de impíos discursos dirigidos al pueblo, tuvo como fin que, después de haberse llenado a la Iglesia de injurias, se aprobara en medio de clamores y aplausos populares la acción y los trabajos del mismo Presidente.</span></p><p style="color: #131313;"><span style="font-size: large;"><strong>14.- Enjuiciamiento y encarcelación.</strong><br />Y no paró aquí la arbitrariedad y crueldad de los enemigos. Hombres y mujeres que defendían la causa de la religión y de la Iglesia ya sea de viva voz, ya con escritos o pequeños comentarios, han sido llamados a juicio y encarcelados; asimismo han sido encarcelados íntegros capítulos de canónigos con ancianos o enfermos; los sacerdotes y otros del pueblo han sido muertos sin misericordia alguna en los caminos, en las plazas, frente a los templos. ¡Ojala que tos que tantas y tan grandes culpas cometen se arrepientan alguna vez y se acojan penitentes a la misericordia de Dios: y estamos persuadidos que Nuestros hijos, muertos injustamente, no piden de Dios otra venganza para sus verdugos que ésta!</span></p><p style="color: #131313;"><span style="font-size: large;"> </span></p><p style="color: #131313;"><strong><span style="font-size: large;">II. LA DEFENSA CATÓLICA</span></strong></p><p style="color: #131313;"><strong><span style="font-size: large;"> </span></strong></p><p style="color: #131313;"><span style="font-size: large;"><strong>15.- Carta pastoral aclaratoria de los obispos.</strong><br />Vamos ahora a exponer, aunque sea brevemente, Venerables Hermanos, cómo los obispos, los sacerdotes y los fieles de México se han levantado y han opuesto un muro alrededor la casa de Israel y se han organizado en guerra (Ezeq. 13, 5).</span></p><p style="color: #131313;"><span style="font-size: large;">Por cierto no puede dudarse de que los Obispos mexicanos, por unánime consentimiento, debían probar todos los medios posibles para atender a la libertad y a la dignidad de la Iglesia. Y, primeramente, en una carta dada a todo el pueblo después que demostraron fácilmente que el clero siempre se había conducido pacíficamente, y que asimismo había tratado con los gobernantes de la República con prudencia y con paciencia y había tolerado leyes injustas con ánimos tranquilos, después de haber resumido la doctrina de la Iglesia acerca de su constitución divina, avisaron a los fieles que debían perseverar de tal manera en la religión cristiana, que debían obedecer más a Dios que a los hombres (Act. 5, 29), siempre que se imponían leyes que por su estructura estaban en oposición a la constitución y la vida de la Iglesia.</span></p><p style="color: #131313;"><span style="font-size: large;"><strong>16.- Nuevas cartas definen la posición de la Iglesia frente a la ley de persecución.</strong><br />Después de haber sido promulgada por el Presidente la inicua ley, por medio de otras cartas comunes afirmaron lo siguiente: que admitir tal ley era lo mismo que negar la Iglesia y entregarla a los gobernantes de los Estados, los cuales por lo demás desistirían de su empeño; que preferían abstenerse del público ejercicio de sus sagradas funciones; y que por lo tanto el culto, que no podía ejercerse sin los sacerdotes, quedaba totalmente suspendido a partir del último día del mes de Julio, en el cual comenzaba a tener vigor aquella ley. Y como los gobernadores mandasen que los templos se entregasen en todas partes a la custodia de laicos, que debía elegir el Presidente del Municipio, y de ninguna manera debía entregarse a los que fueran nombrados o designados por los Obispos o Sacerdotes, por haberse trasladado la posesión de los templos a<br />las manos de los civiles, casi en todas partes los Obispos ordenaron que no admitiesen la elección hecha por los magistrados civiles, y que no entrasen en aquellos templos que dejaban de estar en posesión de la Iglesia; en algunas otras partes sin embargo, según la variedad de las circunstancias, se proveyó de otra manera.</span></p><p style="color: #131313;"><span style="font-size: large;"><strong>17.- Actitudes conciliatorias de la Iglesia.</strong><br />Pero no penséis, Venerables Hermanos, que los Obispos mexicanos dejaron pasar alguna ocasión y oportunidad de calmar los ánimos y de llegar a la concordia de la conciliación, aunque desconfiasen del buen éxito, y, más aún, desesperasen. Pues consta muy bien que los Obispos reunidos en México en representación de todo el Episcopado Mexicano, enviaron al Presidente de la República una carta sumamente correcta y respetuosa, en favor del Obispo de Huejutlan, el cual había sido tomado preso y llevado en forma indigna con gran acompañamiento de soldados a la ciudad vulgarmente llamada Pachuca; pero no es menos cierto que el Presidente les contestó con una carta llena de ira y de odio. Y como algunos esclarecidos varones, deseosos de la paz, interpusiesen espontáneamente sus oficios para que el mismo Presidente tuviera a bien hablar con el arzobispo de Morelia y el Obispo de Tabasco, después de haber tratado durante mucho tiempo de asuntos gravísimos, disputándose de una y otra parte, no se logró ningún éxito o resultado.</span></p><p style="color: #131313;"><span style="font-size: large;"><strong>18.- Moción respetuosa a la Cámara es rechazada.</strong><br />Después deliberaron los Obispos si debían pedir al Congreso Público, encargado de las leyes, la abrogación de aquellas que eran contrarias a los derechos de la Iglesia, o más bien, como lo habían hecho antes, resistir pacientemente o como suelen decir pasivamente: pues por muchos motivos pensaban que tal súplica sería enteramente inútil. Presentaron sin embargo el escrito suplicatorio, redactado sabiamente por católicos muy peritos en el derecho y diligentemente meditado por los Obispos: a esta petición de los Obispos, gracias a la diligencia de los socios de la Federación para defender a la libertad religiosa, de la que hablaremos después, muchos de los fieles de ambos sexos dieron su asentimiento por escrito. Lo que tenía que pasar, los Obispos lo habían previsto acertadamente, pues el Congreso Nacional rechazó el escrito propuesto, por unanimidad de sufragios con una sola excepción, y por el único motivo de que los Obispos carecían de personalidad jurídica, habían recurrido al Romano Pontífice y no querían reconocer las leyes nacionales.</span></p><p style="color: #131313;"><span style="font-size: large;"><strong>19.- Resolución de heroica resistencia pese a las amenazas de los gobernadores.</strong><br />¿Qué más le quedaba por hacer a los Obispos sino manifestar que nada cambiarían en su manera propia de proceder y en la del pueblo, antes de que se suprimiesen las leyes injustas? Los gobernadores de los Estados, abusando de su poder y de la maravillosa paciencia de los ciudadanos, amenazaron al clero y al pueblo mexicano con cosas todavía más graves; pero ¿cómo era posible vencer y superar a hombres que estaban dispuestos a sufrir cualesquiera atropellos antes que se llegase a una transacción tal que sufriera detrimento la causa de la libertad católica?</span></p><p style="color: #131313;"><span style="font-size: large;"><strong>20.- Los sacerdotes fieles a la jerarquía sufren.</strong><br />Los sacerdotes por su parte imitaron maravillosamente e hicieron suya la constancia de los obispos en medio de las mayores calamidades: los ejemplos egregios de virtudes que ellos nos han dado y de los cuales hemos recibido Nosotros grande consuelo los proponemos y los alabamos ante todo el universo católico "porque son dignos de ello (Apoc. 3, 4). Y en este asunto, cuando pensamos que a pesar de que en México se han utilizado todos los artificios, y que todo el esfuerzo y todas las vejaciones de los adversarios se han dirigido principalmente a este punto, es decir, a que el clero y el pueblo se aparten de la jerarquía sagrada y de la Sede Apostólica, y que sin embargo de todos los sacerdotes, que pasan de cuatro mil, solamente uno u otro ha faltado a su obligación, no hay nada que no podamos esperar del clero mexicano. Pues estos ministros sagrados unidos estrechamente entre sí obedecieron reverente y libremente a los mandatos de sus obispos, aunque esto las más de las veces no podía hacerse sin grave perjuicio para ellos; ellos mismos, como no podían vivir de su sagrado ministerio y por otra parte como la Iglesia reducida a la pobreza no tenía con qué sustentarlos, debieron sobrellevar con paciencia y fortaleza la pobreza y la miseria.</span></p><p style="color: #131313;"><span style="font-size: large;"><strong>21.- La acción sacerdotal; se extreman las medidas.</strong><br />Celebrar misa en privado; mirar por las necesidades espirituales de los fieles en la medida de sus fuerzas y fomentar y mantener el fuego de la piedad en todos fue la constante preocupación de ellos; y además con su ejemplo, con sus consejos y exhortaciones procuraban levantar la mente de los fieles hacia lo alto, y confirmar los ánimos para perseverar pacientemente. ¿Quién se admirará que la ira y la rabia de los enemigos se haya dirigido principalmente contra los sacerdotes? Pero ellos, siempre que fue necesario, no dudaron en sobrellevar con rostro sereno y con fortaleza de ánimo la cárcel y la misma muerte. Pues lo que se ha anunciado en los últimos días ha sobrepasado las mismas leyes injustas de que hemos hecho mención y sólo es compatible con la máxima impiedad; pues repentinamente se hace irrupción en las casas donde los sacerdotes están celebrando, y se viola irreverentemente la sagrada eucaristía, y los mismos sacerdotes son llevados a la cárcel.</span></p><p style="color: #131313;"><span style="font-size: large;"><strong>22.- Los fieles también oponen resistencia.</strong><br />Tampoco se hablará bastante de los esforzados fieles de México, los cuales entendieron muy bien cuánto les interesa a ellos que la nación católica en asuntos santísimos y gravísimos —cuales son el culto a Dios, la libertad de la Iglesia y la eterna salvación de las almas—-, no dependa del arbitrio y la audacia de unos pocos, sino que sea regida por leyes justas, que estén conformes con el derecho natural, divino y eclesiástico y finalmente con la bondad de Dios.</span></p><p style="color: #131313;"><span style="font-size: large;"><strong>23.- Ejemplar conducta de las asociaciones católicas.</strong><br />Pero merecen una alabanza verdaderamente singular las asociaciones católicas, que en la presente situación vienen a ser como legiones que custodian al clero, pues sus socios, en cuanto de ellos depende, no solamente se preocupan de alimentar y sustentar a los sacerdotes, sino que también vigilan los templos, instruyen los niños en la doctrina cristiana, y como guardias procuran, avisando a los sacerdotes, que ninguno de ellos quede falto de la debida custodia. Esto en general: sin embargo, deseamos decir algo de las principales asociaciones para que cada una de ellas sepa que el Vicario de JESUCRISTO las aprueba y las alaba vehementemente.</span></p><p style="color: #131313;"><span style="font-size: large;"><strong>24.- La Asociación de los Padres de Familia, los Caballeros de Colón y Federación de defensa.</strong><br />Y para venir a Nuestro propósito, la Sociedad de los Caballeros de Colón, la cual se extiende por toda la república, está formada afortunadamente por hombres activos y trabajadores, que por el manejo de los negocios, por la abierta profesión de fe y por el deseo de ayudar a la Iglesia son muy recomendables; y lleva adelante principalmente dos cosas, que en el tiempo presente son sumamente oportunas: Nos referimos a la asociación de padres de familia de toda la nación, los cuales se proponen no solamente educar cristianamente a sus hijos, sino también defender el derecho que los padres cristianos tienen de educar libremente a sus hijos, y puesto que ellos frecuentan las escuelas públicas, de enseñarles plena y debidamente la doctrina cristiana; Nos referimos también a la Federación para defender la libertad religiosa, fundada últimamente cuando se vio evidentemente que males enormes amenazaban al catolicismo. Esta Federación, extendida por toda la nación, tiene por objeto que sus socios trabajen asidua y concordemente para que de todos los católicos se forme un ejército ordenado e instruido que se oponga a los adversarios.</span></p><p style="color: #131313;"><span style="font-size: large;"><strong>25.- La Acción Católica de la Juventud y de las Madres.</strong><br />No de otra manera que los Caballeros de Colón merecen de la Iglesia y de la patria otras dos asociaciones, las que tienen como objeto propio la llamada acción católica social: es decir la Sociedad Católica de la Juventud Mexicana y la Unión o Asociación Católica de Madres Mexicanas. Ambas sociedades, además de los intereses que les son propios, tienen cuidado de fomentar y ayudar las iniciativas de la Federación en defensa de la libertad religiosa, que antes hemos mencionado. Pero no podemos en este punto tratarlo todo detenidamente: una sola cosa deseamos referir, Venerables Hermanos, y es que todos los socios y socias de estas asociaciones de tal manera están libres del miedo, que no solamente no rehuyen sino que buscan los peligros y aún se alegran cuando deben sufrir alguna acerbidad de los enemigos. ¡Oh espectáculo hermosísimo, dado al mundo, a los ángeles y a los hombres! ¡Oh gesta que debe ser celebrada con la alabanza eterna! Pues como ya anteriormente hemos dicho, son muchos los caballeros de Colón o los directores de la Asociación o las madres de familia o los jóvenes, que han sido encarcelados, llevados por las calles rodeados de soldados, encerrados en cárceles inmundas, tratados duramente, colmados de penas y de multas.</span></p><p style="color: #131313;"><span style="font-size: large;"><strong>26.- Heroísmo de mártires de la juventud.</strong><br />Más aún, Venerables Hermanos, aún de aquellos adolescentes y jóvenes hay algunos —y no podemos contener las lágrimas—, que llevando en las manos el Rosario, y aclamando a Cristo Rey, sufrieron espontáneamente la muerte; a nuestras jóvenes llevadas a la cárcel se las ha tratado con injurias indignísimas, esto se ha divulgado de intento para apartar a las demás de sus obligaciones.</span></p><p style="color: #131313;"><span style="font-size: large;"><strong>27.- La Iglesia no sucumbirá como no sucumbió en el pasado.</strong><br />Cuándo, Venerables Hermanos, Dios pondrá fin en su benignidad y moderación a estas calamidades nadie puede preverlo: pero esto es lo único que sabemos, que al fin algún día la Iglesia Mexicana descansará de esta tempestad calamitosa, porque, como nos lo dicen los divinos oráculos, no hay sabiduría, no hay prudencia, no hay consejo contra Dios (Prov. 21, 30), y contra la Inmaculada Esposa de Cristo no prevalecerán las puertas del infierno (Mat. 16, 18).</span></p><p style="color: #131313;"><span style="font-size: large;">La Iglesia, que ha nacido para la inmortalidad, desde el día de Pentecostés, desde el cual fue enriquecida por las luces y los dones del Paráclito y salió por primera vez de su retiro del Cenáculo a la luz y a la fama de los hombres, ¿qué otra cosa hizo en este espacio de veinte siglos y entre todas las gentes sino a ejemplo de su Fundador pasó haciendo el bien? (Act. 10, 38). Estos beneficios de todo género debieron conciliar el amor de todos hacia la Iglesia; pero sucedió lo contrario, como, por lo demás, el mismo Divino Maestro lo había anunciado clarísimamente (Mat. 10, 17-25). Así pues, la navecilla de PEDRO unas veces con vientos favorables siguió su curso maravillosa y gloriosamente, pero otras veces pareció que iba a ser tragada por las olas y quedar totalmente sumergida: pero acaso ¿no está gobernada por aquel divino Piloto, quien en el tiempo oportuno calmará las iras de los vientos y de las olas? Las vejaciones con que es atormentado el nombre católico, Cristo que es el único que todo lo puede, manda que sirvan para la utilidad de la Iglesia: pues esto, según testimonio de HILARIO, es propio de la Iglesia, que entonces vence cuando es herida, entonces es entendida cuando es contradicha, y entonces triunfa cuando es abandonada (S. Hilar. Pictav., De Trinitate, 1. 7, 4 [Migue, Patrol. Lat., 10, 202]).</span></p><p style="color: #131313;"><span style="font-size: large;"><strong>28.- Por prejuicios desconocen la magna obra civilizadora de la Iglesia en Méjico.</strong><br />Y si todos aquellos que en la República de México se ensañan contra sus hermanos y ciudadanos, los cuales no son reos de ningún crimen a no ser de guardar las leyes de Dios, considerasen las cosas de su patria con la mente libre de prejuicios y las meditasen atentamente, no podría menos de suceder que reconocieran y confesaran que cuanto hay en su patria de civilización y de cultura y de humanidad, cuanto de bueno, cuanto de bello, ha nacido sin duda ninguna de la Iglesia. Pues nadie ignora que desde el primer momento en que se organizó allí el cristianismo los sacerdotes, y principalmente los religiosos que actualmente son detenidos y tratados con tanta ingratitud y acerbidad, aunque impedidos por grandes dificultades, las cuales las creaban por una parte los colonos con su excesivo deseo del oro, y por otra parte los indígenas todavía fieros, sin embargo con gran trabajo consiguieron que no solamente el esplendor del culto divino y los beneficios de la fe católica, sino también las obras y las instituciones de caridad y finalmente los colegios y las escuelas para enseñar las letras a los indígenas y para cultivar las disciplinas sagradas y profanas y las artes liberales y los oficios, abundaran en aquella extensa región.</span></p><p style="color: #131313;"><span style="font-size: large;"> </span></p><p style="color: #131313;"><strong><span style="font-size: large;">EPÍLOGO</span></strong></p><p style="color: #131313;"><strong><span style="font-size: large;"> </span></strong></p><p style="color: #131313;"><span style="font-size: large;"><strong>29.- Oración a la Virgen de Guadalupe por la paz religiosa de Méjico.</strong><br />No queda más, Venerables Hermanos, sino que imploremos y roguemos a Nuestra Señora de Guadalupe, celeste patrona de la nación mexicana, que quiera, que borradas las injurias que a ella misma se le han inferido, restituya a su pueblo los dones de la paz y de la concordia. Pero si por el secreto designio de Dios, aquel día tan deseado todavía estuviera lejos, llene los ánimos de los fieles mexicanos de todos los consuelos y los fortalezca para luchar por la libertad de la Religión que profesan.</span></p><p style="color: #131313;"><span style="font-size: large;"><strong>30.- Bendición Apostólica.</strong><br />Entre tanto, como prenda y auspicio de las gracias y de Nuestra benevolencia paterna, a vosotros, Venerables Hermanos, a aquellos principalmente que dirigen las Diócesis mexicanas, al clero y a todo vuestro pueblo, os damos con amor la Bendición Apostólica.</span></p><p style="color: #131313;"><span style="font-size: large;">Dado en Roma, en San Pedro, el día 18 del mes de Noviembre del año 1926, quinto de Nuestro Pontificado.</span></p><p style="color: #131313;"><span style="font-size: large;">PÍO PAPA XI.</span></p></td></tr></tbody></table>Arietecatolicohttp://www.blogger.com/profile/17844751030066829888noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4598062608837360704.post-12552600789075016802024-02-22T17:29:00.000-08:002024-02-22T17:38:29.631-08:00LA RESISTENCIA HEROICA DE LOS MARTIRES DE LA VENDEE<p style="text-align: center;"> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhMZpNfNqKJcVnX40q0mYUqoEG93V7EtljcBZ4prUci0P391huO4zDCt8Xu9_wPQnzth43Xc4jL61YNq4CVO2VLYvUovQr_bNOvF0qJOuhccu7HJygtxrlx_EoYh0UMfwQ31O1ponEAt_lM7uiRcuuLTCr_V7drJUapcOh7V8iHC7ROi3vCgdf-_D40-xO_/s320/image.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="320" data-original-width="320" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhMZpNfNqKJcVnX40q0mYUqoEG93V7EtljcBZ4prUci0P391huO4zDCt8Xu9_wPQnzth43Xc4jL61YNq4CVO2VLYvUovQr_bNOvF0qJOuhccu7HJygtxrlx_EoYh0UMfwQ31O1ponEAt_lM7uiRcuuLTCr_V7drJUapcOh7V8iHC7ROi3vCgdf-_D40-xO_/s1600/image.png" width="320" /></a></div><br /><p></p><p style="text-align: center;"><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/mMIhxMtwlc4" width="320" youtube-src-id="mMIhxMtwlc4"></iframe></div><br /><p style="text-align: center;"><span style="font-size: medium;">DAR CLIC AL VIDEO PARA ESCUCHAR LA CONFERENCIA IMPARTIDA POR EL PADRE SAENZ</span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><br /></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: large;">Si no se puede obedecer a una republica que rechaza a Dios, menos se puede obedecer ni seguir a un clero que acepta los errores de la "republica". El modernismo que Monseñor Lefebvre siempre rechazó, es el mismo que nosotros rechazamos, ese modernismo (herejías del Vaticano II) fue aceptado y tomado como válido por congregaciones liberales como la Fraternidad San Pio X, San Pedro y la IBP. La lucha de los martires de la Vendee es nuestra lucha.</span></p>Arietecatolicohttp://www.blogger.com/profile/17844751030066829888noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4598062608837360704.post-32314203640801504032024-02-21T12:38:00.000-08:002024-02-21T12:38:53.657-08:00RECOMENDACIONES DE ESPIRITUALIDAD DE SAN FRANCISCO DE SALES (Segunda parte)<p style="text-align: center;"> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhnyuIlSZy0ldRkjrByt7X4CeoBWFlwqvj3Axo8YBZYDdP2AiaA_FyeoAdNTkpgmXNTaMUuBAYSnM0quFLlphvWYI74yq1IoREwKad1Na_3KQCXg-_iI8mTMNhHMJykF692RysQiGbMKCe-rnJKZ9RaB8BCTYzOIF_wWzGt29fOhm7D1AFs-UxvZdV51mms/s500/ppfranciscosales.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="340" data-original-width="500" height="218" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhnyuIlSZy0ldRkjrByt7X4CeoBWFlwqvj3Axo8YBZYDdP2AiaA_FyeoAdNTkpgmXNTaMUuBAYSnM0quFLlphvWYI74yq1IoREwKad1Na_3KQCXg-_iI8mTMNhHMJykF692RysQiGbMKCe-rnJKZ9RaB8BCTYzOIF_wWzGt29fOhm7D1AFs-UxvZdV51mms/s320/ppfranciscosales.jpg" width="320" /></a></div><br /><p></p><p><span style="font-size: large;">16. Al hablar de las virtudes de los santos no está mal narrar sus defectos y pecados. </span></p><p><span style="font-size: large;">17. Al presentarse la ocasión de hacer una buena obra pensad poco, hablad poco y haced
mucho. </span></p><p><span style="font-size: large;">18. Al procurarme el reposo corporal he pensado en el reposo espiritual con que nuestros
corazones deben someterse a la voluntad de Dios. </span></p><p><span style="font-size: large;">19. Alegrémonos de corazón del bien que hacen los otros, ayudémosles en ello en cuanto lo
permitan nuestras fuerzas; tal vez Dios logrará más servicios de los demás que de nosotros. </span></p><p><span style="font-size: large;">20. Alimentad vuestra alma con un espíritu de confianza cordial en Dios, y según la medida de
vuestras imperfecciones y miserias cobrad ánimo y esperad más firmemente. </span></p><p><span style="font-size: large;">21. Amad a todo el mundo con amor de caridad; pero no tengáis amistad con nadie que no
pueda serviros en algo para adquirir la virtud. </span></p><p><span style="font-size: large;">22. Amad mucho a Dios y, por amor de Dios, a todas las criaturas, principalmente a aquellas
que os desprecian. </span></p><p><span style="font-size: large;">23. Amar a Dios en medio de los consuelos, pueden hacerlo los más débiles y hasta los niños;
pero amarle, cuando nos llena de amargura, es propio de almas generosas y constantes. </span></p><p><span style="font-size: large;">24. Amar a Dios no es sentir los más inefables goces, sino mantener la firme resolución de
agradarle a Él en todo. </span></p><p><span style="font-size: large;">25. Amar la voluntad de Dios en las consolaciones es un amor bueno, cuando en verdad se
ama la voluntad de Dios y no la consolación en la cual la divina voluntad se muestra. Amar
la voluntad divina en sus mandamientos, consejos e inspiraciones es un segundo grado de
amor, mucho más perfecto. Amar los sufrimientos y aflicciones por el amor de Dios es el
grado más alto de la caridad; porque en esto no hay nada humanamente gratificante sino
exclusivamente el deseo de de cumplir la voluntad de Dios. </span></p><p><span style="font-size: large;">26. Amar los sufrimientos y las aflicciones por amor de Dios es la cumbre de la caridad. </span></p><p><span style="font-size: large;">27. Amar o morir. </span></p><p><span style="font-size: large;">28. Andemos por los bajos valles de las pequeñas virtudes y veremos rosas entre las espinas. </span></p><p><span style="font-size: large;">29. Animad de continuo vuestro ánimo con la humildad y vuestra humildad con la confianza
en Dios, de modo que vuestro ánimo sea humilde y vuestra humildad animosa. </span></p><p><span style="font-size: large;">30. Animémonos a hacer actos buenos y fervorosos porque uno de estos vale más que diez de
los otros</span></p>Arietecatolicohttp://www.blogger.com/profile/17844751030066829888noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4598062608837360704.post-34961400599923918772024-02-16T17:09:00.000-08:002024-02-16T17:13:07.430-08:00LA IGLESIA OCUPADA CAPITULO 7 (LOS SOCIAL CRISTIANOS)<p style="text-align: center;"> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEigQqHLzFQF5b9sNSDhot46QFbbO8ai6eiT-ejcwi46cb0RK_NnuJOuFJHRke81-w8M-7gK4-zqDL14teYdSNF6M9sx6-fHb5ns1jxQ98MOHVWfJWgceeRtLilsatDslP_N9mKgrzy-GrNi2RWOjamrfeqM2xe8TTE0mFMmg7KNi4964_9SWZNtcEF1emJq/s320/image.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="320" data-original-width="240" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEigQqHLzFQF5b9sNSDhot46QFbbO8ai6eiT-ejcwi46cb0RK_NnuJOuFJHRke81-w8M-7gK4-zqDL14teYdSNF6M9sx6-fHb5ns1jxQ98MOHVWfJWgceeRtLilsatDslP_N9mKgrzy-GrNi2RWOjamrfeqM2xe8TTE0mFMmg7KNi4964_9SWZNtcEF1emJq/w300-h400/image.png" width="300" /></a></div><br /><p></p><p></p><h2><span style="color: white;"><span lang="ES">CAPITULO VII - LOS SOCIAL CRISTIANOS</span><span lang="ES"><o:p></o:p></span></span></h2>
<p class="MsoBodyText" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 234.85pt; margin-right: 0cm; margin-top: 13.9pt; margin: 13.9pt 0cm 0cm 234.85pt;"><b><span style="color: white;"><span lang="ES">Un gendarme amigo de Joinville, le dice:</span><span lang="ES"><o:p></o:p></span></span></b></p>
<p class="MsoBodyText" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 229.1pt; margin-right: 0cm; margin-top: .05pt; margin: 0.05pt 0cm 0cm 229.1pt;"><b><span style="color: white;"><span lang="ES">—Amigo,
¡arrojémonos sobre esta canalla!</span><span lang="ES"><o:p></o:p></span></span></b></p>
<p class="MsoBodyText" style="margin-top: 0.55pt;"><span lang="ES" style="color: white; font-size: 11pt; mso-bidi-font-size: 10.0pt;"><o:p><b> </b></o:p></span></p>
<p class="MsoBodyText" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 5.2pt; margin-right: 17.35pt; margin-top: 0cm; margin: 0cm 17.35pt 0cm 5.2pt; text-indent: 24.5pt;"><span style="color: white; font-size: large;"><b><span lang="ES">Los azares de la vida deciden las vocaciones más de lo
que se cree y éstas, a su vez, traen consigo la formación de movimientos que
influyen sobre la orientación de las ideas en una época dada.</span><span lang="ES"><o:p></o:p></span></b></span></p>
<p class="MsoBodyText" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 5.2pt; margin-right: 6.85pt; margin-top: 0cm; margin: 0cm 6.85pt 0cm 5.2pt; text-indent: 28pt;"><span style="color: white; font-size: large;"><b><span lang="ES">Dos jóvenes oficiales franceses, Albert de Mun y René de
la Tour du Pin, fueron hechos prisioneros en la guerra franco-prusiana de 1870.
Durante su cautiverio tuvieron conocimiento del movimiento social cristiano
alemán de Mons. von Ketteller. Este conocimiento les llevaría a estudiar a los
sociólogos franceses, cuyas ideas eran semejantes a las del citado Monseñor.</span><span lang="ES"><o:p></o:p></span></b></span></p>
<p class="MsoBodyText" style="line-height: 12.15pt; margin-left: 33.2pt; mso-line-height-rule: exactly;"><span style="color: white; font-size: large;"><b><span lang="ES">Leyeron a Le Play.</span><span lang="ES"><o:p></o:p></span></b></span></p>
<p class="MsoBodyText" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 5.2pt; margin-right: 4.2pt; margin-top: 0cm; margin: 0cm 4.2pt 0cm 5.2pt; text-indent: 28pt;"><span style="color: white; font-size: large;"><b><span lang="ES">René de la Tour du Pin, de ahora en adelante, llamará a
Frédéric Le Play su “maestro” porque, decía, de él había aprendido que las
instituciones pueden corromper a los hombres y que los “falsos dogmas de 1789”
podían contarse entre ellos. Así pues, era importante restaurar instituciones
que permitiesen que el Evangelio moralizase al Estado.</span><span lang="ES"><o:p></o:p></span></b></span></p><span style="color: white; font-size: large;"><b><br /></b></span><p></p><p></p><p class="MsoBodyText" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 5.2pt; margin-right: 9.7pt; margin-top: 0cm; margin: 0cm 9.7pt 0cm 5.2pt; text-indent: 28pt;"><span style="color: white; font-size: large;"><b><span lang="ES">De 1885 a 1891, La Tour du Pin y de Mun siguen
apasionadamente el movimiento desencadenado por Mons. Mermillod, en Friburgo, y
la UNIÓN DE ESTUDIOS, que había nacido con el propósito de definir y de
preparar un “orden social cristiano”.</span><span lang="ES"><o:p></o:p></span></b></span></p>
<p class="MsoBodyText" style="margin-left: 5.2pt; text-indent: 31.5pt;"><span style="color: white; font-size: large;"><b><span lang="ES">Toda una élite europea sigue a la Unión de
Friburgo que desarrolla esta idea fundamental, en oposición total con los
dogmas democráticos de que los cuerpos profesionales son, no solamente cuerpos
sociales, sino también “colegios electorales naturales e históricos, verdaderos
cuerpos políticos”.</span><span lang="ES"><o:p></o:p></span></b></span></p><p class="MsoBodyText" style="margin-left: 5.2pt; text-indent: 28pt;"><span style="color: white; font-size: large;"><b><span lang="ES">“El régimen corporativo —concluye La Tour du Pin—
proporciona los mejores elementos de competencia y de estabilidad al régimen
representativo en el orden político”.</span><span lang="ES"><o:p></o:p></span></b></span></p>
<p class="MsoBodyText" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 5.2pt; margin-right: 13.6pt; margin-top: 0cm; margin: 0cm 13.6pt 0cm 5.2pt; text-indent: 28pt;"><span style="color: white; font-size: large;"><b><span lang="ES">En la cima de su estructura, La Tour du Pin coloca al
ESTADO, es decir, el conjunto de los poderes y fuerzas de una nación organizada
con miras al bien común, al que llama interés nacional. Estos poderes son los
del Príncipe en sus dictámenes, limitados éstos por las leyes fundamentales
consentidas por el Pueblo en sus Estados”.</span><span lang="ES"><o:p></o:p></span></b></span></p>
<p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 5.2pt; margin-right: 12.9pt; margin-top: 0cm; margin: 0cm 12.9pt 0cm 5.2pt; text-indent: 28pt;"><span style="color: white; font-size: large;"><b><span lang="ES">Como ha
observado M. Adrien Dansette en su <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Histoire
religieuse de la France contemporaine (Historia religiosa de la Francia
contemporánea) </i>, “se trataba de edificar un sistema de representación de
los derechos y de los intereses profesionales frente al sufragio universal y al
régimen parlamentario, los cuales, manejados por la burguesía, aseguran de
hecho el predominio capitalista”.</span><span lang="ES"><o:p></o:p></span></b></span></p>
<p class="MsoBodyText" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 5.2pt; margin-right: 10.35pt; margin-top: 0cm; margin: 0cm 10.35pt 0cm 5.2pt; text-indent: 28pt;"><span style="color: white; font-size: large;"><b><span lang="ES">Louis Veuillot, que seguía con simpatía la acción doctrinal
de Albert de Mun, le escribió una carta el 15 de febrero de 1876, carta
extremadamente curiosa, porque se nota en ella la irritación que le causan los
discursos, sin duda admirables, del antiguo oficial de dragones, pero que le
parecen de efecto demasiado remoto, ¡ en cambio el sable...! Pero, veamos lo
que escribía Veuillot:</span><span lang="ES"><o:p></o:p></span></b></span></p>
<p class="MsoBodyText" style="margin-top: 0.55pt;"><span lang="ES"><o:p><span style="color: white; font-size: large;"><b> </b></span></o:p></span></p>
<p class="MsoBodyText" style="line-height: 12.15pt; margin-left: 33.2pt; mso-line-height-rule: exactly;"><span style="color: white; font-size: large;"><b><span lang="ES">“Muy Sr. mío:</span><span lang="ES"><o:p></o:p></span></b></span></p>
<p class="MsoBodyText" style="line-height: 12.15pt; margin-left: 36.7pt; mso-line-height-rule: exactly;"><span style="color: white; font-size: large;"><b><span lang="ES">“Le he oído ayer por primera vez.</span><span lang="ES"><o:p></o:p></span></b></span></p>
<p class="MsoBodyText" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 33.2pt; margin-right: 0cm; margin-top: .05pt; margin: 0.05pt 0cm 0cm 33.2pt;"><span style="color: white; font-size: large;"><b><span lang="ES">“Permítame
que no haga un cumplido trivial a un hombre y a un talento que </span><span lang="ES"><o:p></o:p></span><span>merecen
mucho más que eso. Hombre de bien y elocuente, lo es Ud., pero el ideal de
Cicerón no puede bastarle a Ud. ni a nosotros. Hay que ir más lejos. En el
discurso de un orador de uniforme, hace falta el sable o por lo menos la vaina.
Ayer, brillaron por su ausencia. El sable es el que da valor a la charretera.
El auditorio se desconcierta, cuando en lugar de un mandoble recibe una
bendición.</span></b></span></p><p></p><p class="MsoBodyText" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 5.2pt; margin-right: 6.85pt; margin-top: 0cm; margin: 0cm 6.85pt 0cm 5.2pt; text-indent: 24.5pt;"><span style="color: white; font-size: large;"><b><span lang="ES">“Después del acto, fui a una casa en la que las damas se
quejaban de no haberse sentido bastante arrebatadas. Tenga cuidado, Ud. es
capitán de dragones para arrebatar a las damas y para cortar las retiradas y
los nudos gordianos. Si su elocuencia no tiene sello de cuartel, que puede y
debe ser un sello de suprema distinción, no será más que una hermosa y honrada
muchacha casadera, cosa que Juana de Arco no era. Al soldado orador que no tira
de la espada, le falta el más bello de los gestos. Uno se pregunta por qué ese
soldado no es abogado o sacerdote.</span><span lang="ES"><o:p></o:p></span></b></span></p><p class="MsoBodyText" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 5.2pt; margin-right: 13.5pt; margin-top: 0cm; margin: 0cm 13.5pt 0cm 5.2pt;"><span style="color: white; font-size: large;"><b><span lang="ES">¡Desenvaine,
reparta sablazos, acogote! Esto es lo que Dios le pide al darle el don de la
elocuencia y al hacerlo dragón.</span><span lang="ES"><o:p></o:p></span></b></span></p><p class="MsoBodyText" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 5.2pt; margin-right: 13.5pt; margin-top: 0cm; margin: 0cm 13.5pt 0cm 5.2pt;"><span lang="ES"><span style="color: white; font-size: large;"><b><br /></b></span></span></p><div class="WordSection1">
<p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 5.2pt; margin-right: 8.1pt; margin-top: 0cm; margin: 0cm 8.1pt 0cm 5.2pt; text-indent: 23.6pt;"><span style="color: white; font-size: large;"><b><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman", serif; letter-spacing: -0.15pt;">“Escuchándole, </span><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman", serif;">habría que sentir la <span style="letter-spacing: -0.15pt;">necesidad </span>de rendirse para no <span style="letter-spacing: -0.15pt;">ser
</span>fusilado, porque <span style="letter-spacing: -0.15pt;">así pedirá </span>a
la violencia lo que no va a <span style="letter-spacing: -0.15pt;">obtener </span>por
<span style="letter-spacing: -0.15pt;">el amor. </span>Siendo justo Y <span style="letter-spacing: -0.15pt;">deseando el </span>bien, parte de la <span style="letter-spacing: -0.15pt;">idea </span>de que tiene <span style="letter-spacing: -0.15pt;">derecho </span>al amor y a la vida y de <span style="letter-spacing: -0.15pt;">que </span>no <span style="letter-spacing: -0.15pt;">quiere </span>morir <span style="letter-spacing: -0.15pt;">prisionero, </span>ni <span style="letter-spacing: -0.15pt;">asesinado. Un dragón </span>tiene <span style="letter-spacing: -0.15pt;">derecho
</span>a morir <span style="letter-spacing: -0.15pt;">en </span>el <span style="letter-spacing: -0.15pt;">campo </span>de <span style="letter-spacing: -0.15pt;">batalla.
Está bien que </span>tienda la <span style="letter-spacing: -0.15pt;">mano, </span>que
<span style="letter-spacing: -0.15pt;">ofrezca </span>su <span style="letter-spacing: -0.15pt;">corazón, es </span>lo <span style="letter-spacing: -0.15pt;">que un </span>cristiano
debe <span style="letter-spacing: -0.15pt;">hacer; </span>pero <span style="letter-spacing: -0.15pt;">que </span>no arroje <span style="letter-spacing: -0.15pt;">jamás </span>su <span style="letter-spacing: -0.15pt;">sable, </span>el <span style="letter-spacing: -0.15pt;">que </span>da tanto <span style="letter-spacing: -0.15pt;">peso </span>a la <span style="letter-spacing: -0.15pt;">palabra </span>de
los <span style="letter-spacing: -0.15pt;">sacerdotes. Hay que </span>verle <span style="letter-spacing: -0.15pt;">siempre </span>a <span style="letter-spacing: -0.15pt;">caballo, presto </span>a <span style="letter-spacing: -0.15pt;">desenvainar.
Un sablazo </span>dado a <span style="letter-spacing: -0.15pt;">tiempo es </span>una
<span style="letter-spacing: -0.15pt;">bella limosna, </span>una caridad <span style="letter-spacing: -0.15pt;">muy grande. Muchos pobres </span>no <span style="letter-spacing: -0.15pt;">piden más </span>que <span style="letter-spacing: -0.15pt;">eso </span>y <span style="letter-spacing: -0.15pt;">eso </span>sólo <span style="letter-spacing: -0.15pt;">es </span>lo que <span style="letter-spacing: -0.15pt;">tienen </span>que recibir. <span style="letter-spacing: -0.15pt;">En
general el temor basta: entonces, registramos </span>nuestra bolsa y la limosna
no se <span style="letter-spacing: -0.15pt;">pierde.</span><o:p></o:p></span></b></span></p>
</div><p class="MsoBodyText" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 5.2pt; margin-right: 13.5pt; margin-top: 0cm; margin: 0cm 13.5pt 0cm 5.2pt;"><span lang="ES"><span style="color: white; font-size: large;"><b>
<span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman", serif;"><br clear="all" style="break-before: page; mso-break-type: section-break; page-break-before: always;" />
</span>
</b></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 5.2pt; margin-right: 9.1pt; margin-top: 3.9pt; margin: 3.9pt 9.1pt 0cm 5.2pt; text-indent: 23.6pt;"><span style="color: white; font-size: large;"><b><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman", serif; letter-spacing: -0.15pt;">“Un buen gendarme amigo </span><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman", serif;">de <span style="letter-spacing: -0.15pt;">Joinville
viendo que </span>los <span style="letter-spacing: -0.15pt;">moros, aprovechándose
</span>de que <span style="letter-spacing: -0.15pt;">era domingo, insultaban el
campo cristiano, </span>dijo a <span style="letter-spacing: -0.15pt;">Joinville:
‘Amigo, ¡lancémonos </span>sobre <span style="letter-spacing: -0.15pt;">esta </span>canalla!’.
<span style="letter-spacing: -0.15pt;">Señor </span>mío, no pierda de <span style="letter-spacing: -0.15pt;">vista esta palabra. </span>No <span style="letter-spacing: -0.15pt;">sea </span><span style="letter-spacing: -0.1pt;">Ud.
</span><span style="letter-spacing: -0.15pt;">un hombre </span>de <span style="letter-spacing: -0.15pt;">gran mérito que dice inútilmente </span>cosas
buenas. <span style="letter-spacing: -0.15pt;">Desenvaine </span>y <span style="letter-spacing: -0.15pt;">sea </span>como <span style="letter-spacing: -0.15pt;">San
</span>Luis, <span style="letter-spacing: -0.15pt;">como esos mártires </span>que
no <span style="letter-spacing: -0.15pt;">temen matar. También existen ángeles
exterminadores”.</span><o:p></o:p></span></b></span></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 5.2pt; margin-right: 6.85pt; margin-top: 0cm; margin: 0cm 6.85pt 0cm 5.2pt; text-indent: 23.6pt;"><span style="color: white; font-size: large;"><b><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman", serif; letter-spacing: -0.15pt;">Veuillot </span><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman", serif;">había adivinado <span style="letter-spacing: -0.15pt;">que
</span>la <span style="letter-spacing: -0.15pt;">derecha </span>iba a <span style="letter-spacing: -0.15pt;">hundirse en </span>la <span style="letter-spacing: -0.15pt;">verborrea </span>y <span style="letter-spacing: -0.15pt;">que </span>ya no
saldría de <span style="letter-spacing: -0.15pt;">ella, </span>por <span style="letter-spacing: -0.15pt;">gusto </span>y por <span style="letter-spacing: -0.15pt;">comodidad.</span><o:p></o:p></span></b></span></p><p class="MsoNormal" style="margin-left: 28.8pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman", serif;"><span style="color: white; font-size: large;"><b>¿Cuáles eran las probabilidades del Sistema
corporativo a fines del siglo XIX?<o:p></o:p></b></span></span></p><p class="MsoNormal" style="margin-left: 5.2pt; text-indent: 23.6pt;"><span style="color: white; font-size: large;"><b><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman", serif; letter-spacing: -0.15pt;">En </span><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman", serif;">todos los <span style="letter-spacing: -0.15pt;">grandes
países </span>de Europa el <span style="letter-spacing: -0.15pt;">problema </span>se
<span style="letter-spacing: -0.15pt;">planteaba </span>de forma <span style="letter-spacing: -0.15pt;">perceptiblemente semejante, pues </span>los <span style="letter-spacing: -0.15pt;">intereses, </span>los <span style="letter-spacing: -0.15pt;">egoísmos </span>y las <span style="letter-spacing: -0.15pt;">pasiones </span>se
<span style="letter-spacing: -0.15pt;">habían desarrollado simultáneamente en el
mismo </span>sentido.<o:p></o:p></span></b></span></p><p class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 5.2pt; margin-right: 12.9pt; margin-top: 0cm; margin: 0cm 12.9pt 0cm 5.2pt; text-indent: 23.6pt;"><span style="color: white; font-size: large;"><b><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman", serif; letter-spacing: -0.15pt;">En 1880, el marxismo </span><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman", serif;">tenía <span style="letter-spacing: -0.15pt;">trece </span>años
y no disponía todavía de <span style="letter-spacing: -0.15pt;">tropas. </span>El <span style="letter-spacing: -0.15pt;">mundo del </span>trabajo <span style="letter-spacing: -0.15pt;">estaba disponible. </span>El <span style="letter-spacing: -0.15pt;">reflejo
egoísta </span>de la <span style="letter-spacing: -0.15pt;">burguesía </span>del <span style="letter-spacing: -0.15pt;">mundo </span>de los <span style="letter-spacing: -0.15pt;">negocios </span>debía <span style="letter-spacing: -0.15pt;">llevar </span>al
<span style="letter-spacing: -0.15pt;">patronato </span>a <span style="letter-spacing: -0.15pt;">declararse </span>hostil a las <span style="letter-spacing: -0.15pt;">corporaciones,
</span>y a <span style="letter-spacing: -0.15pt;">preferir, en lugar </span>de los
<span style="letter-spacing: -0.15pt;">sindicatos mixtos </span>que <span style="letter-spacing: -0.15pt;">eran </span>el <span style="letter-spacing: -0.15pt;">cebo,
</span>los <span style="letter-spacing: -0.15pt;">sindicatos puramente patronales
organizados </span>frente a los <span style="letter-spacing: -0.15pt;">sindicatos
obreros </span>para la defensa de <span style="letter-spacing: -0.15pt;">clases </span>y
que sólo podía <span style="letter-spacing: -0.1pt;">llevar </span>a la lucha de <span style="letter-spacing: -0.15pt;">clases.</span></span></b></span></p><p class="MsoBodyText" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 5.2pt; margin-right: 15.65pt; margin-top: 11.65pt; margin: 11.65pt 15.65pt 0cm 5.2pt; text-indent: 28pt;"><span style="color: white; font-size: large;"><b><span lang="ES">Albert de Mun comprendió entonces que no se podía
transformar la condición social sin reemplazar, previamente, el Estado liberal
por un Estado orgánico. Este fue el tema de su gran discurso de Vannes, en
1881:</span><span lang="ES"><o:p></o:p></span></b></span></p><p class="MsoBodyText" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 5.2pt; margin-right: 3.3pt; margin-top: .05pt; margin: 0.05pt 3.3pt 0cm 5.2pt; text-indent: 28pt;"><span style="color: white; font-size: large;"><b><span lang="ES">En el estado en que la Revolución ha puesto a Francia,
decía, “el gobierno, el orden legal, tiene tan gran dominio y un poder tan
abrumador que, si es malo, si está viciado en sus orígenes, en sus doctrinas y
en sus representantes, tiene en los destinos del país una influencia cada día
más funesta y llega una hora en la que el despotismo del Estado acaba por
ahogar la voz de la conciencia”.</span><span lang="ES"><o:p></o:p></span></b></span></p><p class="MsoBodyText" style="margin-left: 5.2pt; text-indent: 31.5pt;"><span style="color: white; font-size: large;"><b><span lang="ES">A la tentativa católico liberal de Lamennais y de
sus discípulos, condenados por Gregorio XVI y Pío IX, responde pues, en la
segunda mitad del siglo XIX, una tentativa tradicionalista cristiana que se
orienta hacia la vuelta de las corporaciones.</span><span lang="ES"><o:p></o:p></span></b></span></p><p class="MsoBodyText" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 5.2pt; margin-right: 13.5pt; margin-top: 0cm; margin: 0cm 13.5pt 0cm 5.2pt;"><span lang="ES"><span style="color: white; font-size: large;"><b>
</b></span></span></p><p class="MsoBodyText" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 5.2pt; margin-right: 17.4pt; margin-top: 0cm; margin: 0cm 17.4pt 0cm 5.2pt; text-indent: 28pt;"><span style="color: white; font-size: large;"><b><span lang="ES">Muy pronto sus iniciadores se dan cuenta de que la
organización corporativa no es muy compatible con el liberalismo político y
llegan a la conclusión de que es necesario, en el orden de los medios, resolver
primero el problema político.</span><span lang="ES"><o:p></o:p></span></b></span></p><p class="MsoBodyText" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 5.2pt; margin-right: 17.4pt; margin-top: 0cm; margin: 0cm 17.4pt 0cm 5.2pt; text-indent: 28pt;"><span style="font-size: large;"><span lang="ES" style="color: white;"><b><br /></b></span></span></p><p class="MsoBodyText" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 5.2pt; margin-right: 6.85pt; margin-top: 0cm; margin: 0cm 6.85pt 0cm 5.2pt; text-indent: 28pt;"><span style="color: white; font-size: large;"><b><span lang="ES">En 1885, Albert de Mun intenta fundar un partido
católico, como los que existían en Alemania y en Bélgica, pero tal partido, en
el contexto político francés, estaría necesariamente en la oposición y
constituido mayoritariamente por monárquicos. El gobierno de la III República,
ejerció un típico chantaje sobre el Vaticano: la autorización dada por Roma
para la fundación de tal partido, llevaría consigo una reacción anticlerical
violenta por parte de los poderes públicos.</span><span lang="ES"><o:p></o:p></span></b></span></p><p class="MsoBodyText" style="margin-left: 5.2pt; text-indent: 28pt;"><span style="color: white; font-size: large;"><b><span lang="ES">Pronto fue solucionado el asunto. El 8 de
septiembre, de Mun anuncia la constitución de la “Unión Católica” y el 9 de
noviembre, después de una conversación con el nuncio, de Mun anuncia que
renuncia a su proyecto.</span><span lang="ES"><o:p></o:p></span></b></span></p><p class="MsoBodyText" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 5.2pt; margin-right: 12.1pt; margin-top: 0cm; margin: 0cm 12.1pt 0cm 5.2pt; text-indent: 28pt;"><span style="color: white; font-size: large;"><b><span lang="ES">Siete años más tarde, en 1892, León XIII, que se había
opuesto a la creación de un partido católico monárquico, incitaba a los
católicos franceses a formar un partido católico republicano, y de Mun, por
obediencia, aceptaba. Contaría después que León XIII llegó hasta “abrazarle
suplicándole que se plegase a una táctica que él juzgaba necesaria para el bien
de la Iglesia y de Francia”.</span><span lang="ES"><o:p></o:p></span></b></span></p><p class="MsoBodyText" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 5.2pt; margin-right: 12.1pt; margin-top: 0cm; margin: 0cm 12.1pt 0cm 5.2pt; text-indent: 28pt;"><span style="font-size: large;"><span lang="ES" style="color: white;"><b><br /></b></span></span></p><p class="MsoBodyText" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 5.2pt; margin-right: 13.6pt; margin-top: 0cm; margin: 0cm 13.6pt 0cm 5.2pt; text-indent: 28pt;"><span style="color: white; font-size: large;"><b><span lang="ES">La diferencia entre las dos tentativas era fundamental.
Con la “Unión Católica”, de Mun pretendía la destrucción de las instituciones
basadas sobre los principios de la Revolución de 1789 y la instauración de una
monarquía corporativa.</span><span lang="ES"><o:p></o:p></span></b></span></p><p class="MsoBodyText" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 5.2pt; margin-right: 13.6pt; margin-top: 0cm; margin: 0cm 13.6pt 0cm 5.2pt; text-indent: 28pt;"><span style="font-size: large;"><span lang="ES" style="color: white;"><b><br /></b></span></span></p><p class="MsoBodyText" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 5.2pt; margin-right: 9.75pt; margin-top: 0cm; margin: 0cm 9.75pt 0cm 5.2pt; text-indent: 28pt;"><span style="color: white; font-size: large;"><b><span lang="ES">En su estudio sobre Jacques Piou, M. Joseph Denais señala
sutilmente que las razones de la oposición romana a la idea de Albert de Mun
fueron “la intransigencia de su posición contrarrevolucionaria” y “la audacia
de su programa social”.</span><span lang="ES"><o:p></o:p></span></b></span></p><p class="MsoBodyText" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 5.2pt; margin-right: 9.75pt; margin-top: 0cm; margin: 0cm 9.75pt 0cm 5.2pt; text-indent: 28pt;"><span style="font-size: large;"><span lang="ES" style="color: white;"><b><br /></b></span></span></p><p class="MsoBodyText" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 5.2pt; margin-right: 15.2pt; margin-top: 0cm; margin: 0cm 15.2pt 0cm 5.2pt; text-indent: 28pt;"><span style="color: white; font-size: large;"><b><span lang="ES">Lo que León XIII había pedido a de Mun no era admitir los
principios de 1789 — pues él mismo no los admitía—, sino aceptar la lucha en el
marco de la democracia liberal. Cuestión de táctica, que el historiador sólo
puede juzgar por sus resultados.</span><span lang="ES"><o:p></o:p></span></b></span></p><p class="MsoBodyText" style="line-height: 12.1pt; margin-left: 5.2pt; mso-line-height-rule: exactly;"><span style="color: white; font-size: large;"><b><span lang="ES">Estos fueron catastróficos.</span><span lang="ES"><o:p></o:p></span></b></span></p><p class="MsoBodyText" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 5.2pt; margin-right: 17.4pt; margin-top: 0cm; margin: 0cm 17.4pt 0cm 5.2pt; text-indent: 28pt;"><span lang="ES"><span style="color: white; font-size: large;"><b>
</b></span></span></p><p class="MsoBodyText" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 5.2pt; margin-right: 11.85pt; margin-top: 0cm; margin: 0cm 11.85pt 0cm 5.2pt; text-indent: 28pt;"><span style="color: white; font-size: large;"><b><span lang="ES">Antes de abordar la cuestión de la política vaticana del
“Ralliement” (adhesión y aceptación de la República como régimen
gubernamental), hay que subrayar bien la aprobación completa de lo principios
corporativos hecha por León XIII. En la Encíclica Rerum Novarum (1891) el Papa
condenaba formalmente el liberalismo económico y el </span><span lang="ES"><o:p></o:p></span><span>socialismo.
Sobre el sistema corporativo, se expresaba así:</span></b></span></p>
<p class="MsoBodyText" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 5.2pt; margin-right: 8.1pt; margin-top: .05pt; margin: 0.05pt 8.1pt 0cm 5.2pt; text-indent: 28pt;"><span style="color: white; font-size: large;"><b><span lang="ES">“Este siglo ha destruido, sin sustituirlas por nada, las
antiguas corporaciones que eran una protección para los obreros; todo principio
y todo sentimiento religioso han desaparecido de las leyes y de las
instituciones públicas, y así, poco a poco, aislados los trabajadores y sin
defensa, se han visto entregados con el tiempo, a la merced de amos inhumanos y
a la codicia de una competencia desenfrenada.</span><span lang="ES"><o:p></o:p></span></b></span></p>
<p class="MsoBodyText" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 5.2pt; margin-right: 6.85pt; margin-top: 0cm; margin: 0cm 6.85pt 0cm 5.2pt; text-indent: 28pt;"><span style="color: white; font-size: large;"><b><span lang="ES">“El primer lugar pertenece a las corporaciones obreras
que abarcan en sí casi todas las obras. Nuestros antepasados experimentaron
durante largo tiempo la influencia bienhechora de las corporaciones”.</span><span lang="ES"><o:p></o:p></span></b></span></p>
<p class="MsoBodyText" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 5.2pt; margin-right: 15.25pt; margin-top: 0cm; margin: 0cm 15.25pt 0cm 5.2pt; text-indent: 28pt;"><span style="color: white; font-size: large;"><b><span lang="ES">Albert de Mun reconoció en esta encíclica un “esfuerzo
poderoso” del Jefe de la Iglesia, “para entrar en comunicación directa con el
pueblo, al que la evolución de los tiempos ha convertido en la gran potencia
espiritual de nuestra época”.</span><span lang="ES"><o:p></o:p></span></b></span></p>
<p class="MsoBodyText" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 5.2pt; margin-right: 8.35pt; margin-top: 0cm; margin: 0cm 8.35pt 0cm 5.2pt; text-indent: 28pt;"><span style="color: white; font-size: large;"><b><span lang="ES">Las clases dirigentes encerradas en el disfrute egoísta
de los beneficios de la economía liberal, sin preocupación todavía ante las
posibles reacciones de una clase obrera desorganizada, rehúsan favorecer el
establecimiento de un régimen corporativo, por las mismas razones que le han
hecho rechazar al conde de<span style="letter-spacing: -2.15pt;"> </span>Chambord.
Amenazado en sus intereses y en su poder político, los demo-plutócratas se
dedican a frenar el movimiento<span style="letter-spacing: 0.5pt;"> </span>socialcristiano.</span><span lang="ES"><o:p></o:p></span></b></span></p><p class="MsoBodyText" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 5.2pt; margin-right: 10.95pt; margin-top: 3.85pt; margin: 3.85pt 10.95pt 0cm 5.2pt; text-indent: 28pt;"><span style="color: white; font-size: large;"><b><span lang="ES">León XIII busca entonces entrar “en comunicación directa
con el pueblo”. ¿No es éste último el Poder de hecho, puesto que dispone del
sufragio popular?</span><span lang="ES"><o:p></o:p></span></b></span></p><p class="MsoBodyText" style="margin-left: 5.2pt; text-indent: 24.5pt;"><span style="color: white; font-size: large;"><b><span lang="ES">Por el pueblo y para el pueblo se va a poder
recristianizar la Sociedad. Para ello, basta con VOTAR BIEN.</span><span lang="ES"><o:p></o:p></span></b></span></p><p class="MsoBodyText" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 5.2pt; margin-right: 8.35pt; margin-top: 0cm; margin: 0cm 8.35pt 0cm 5.2pt; text-indent: 28pt;"><span lang="ES"><span style="color: white; font-size: large;"><b>
</b></span></span></p><p class="MsoBodyText" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 5.2pt; margin-right: 6.85pt; margin-top: 0cm; margin: 0cm 6.85pt 0cm 5.2pt; text-indent: 24.5pt;"><span style="color: white; font-size: large;"><b><span lang="ES">Fue un error táctico. ¿Cómo León XIII llegó a cometerlo?
Sin duda porque creía que los católicos tenían todavía en Francia la fuerza
suficiente para derrotar a la democracia liberal con sus propias armas. El Papa
había subestimado la penetración oculta de la Francmasonería —aunque
desconfiaba de ella con gran perspicacia— e iba a lanzar a los católicos a las
luchas electorales que la Masonería podía falsear de mil maneras. Se dio cuenta
demasiado tarde y los últimos años de su vida estuvieron amargados por ello.
Solía decir:</span><span lang="ES"><o:p></o:p></span></b></span></p><p class="MsoBodyText" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 5.2pt; margin-right: 6.85pt; margin-top: 0cm; margin: 0cm 6.85pt 0cm 5.2pt; text-indent: 24.5pt;"><span style="font-size: large;"><span lang="ES" style="color: white;"><b><br /></b></span></span></p><p class="MsoBodyText" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 5.2pt; margin-right: 11.2pt; margin-top: 0cm; margin: 0cm 11.2pt 0cm 5.2pt; text-indent: 35pt;"><span style="color: white; font-size: large;"><b><span lang="ES">“Me han engañado, no me han comprendido”. A M. Nizard,
embajador de Francia, le había dicho el 10 de noviembre de 1900, que nunca
había tenido otra idea que la de adherir a los católicos franceses “a una
república cristiana, heredera de las tradiciones y continuadora del papel de
gran nación católica que es Francia, pues si se tratase de una república donde
prevaleciese el espíritu de secta y las pasiones de los enemigos
irreconciliables de la Iglesia y de Cristo, ¿cómo podría esperarse del Soberano
Pontífice que convidase a los católicos a adherirse a ella ?“.</span><span lang="ES"><o:p></o:p></span></b></span></p><p class="MsoBodyText" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 5.2pt; margin-right: 11.2pt; margin-top: 0cm; margin: 0cm 11.2pt 0cm 5.2pt; text-indent: 35pt;"><span style="font-size: large;"><span lang="ES" style="color: white;"><b><br /></b></span></span></p><p class="MsoBodyText" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 5.2pt; margin-right: 23.0pt; margin-top: .05pt; margin: 0.05pt 23pt 0cm 5.2pt; text-indent: 28pt;"><span lang="ES"><span style="color: white; font-size: large;"><b>Pero la política del “Ralliement” merece un estudio más
profundo. Primero hay que comprenderla. Esto es lo que vamos a intentar en las
páginas siguientes.</b></span></span><span lang="ES"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoBodyText" style="margin-bottom: 0cm; margin-left: 5.2pt; margin-right: 6.85pt; margin-top: 0cm; margin: 0cm 6.85pt 0cm 5.2pt; text-indent: 24.5pt;"><span lang="ES" style="color: #181818;">
</span></p><p class="MsoBodyText"><span lang="ES" style="font-size: 11.5pt; mso-bidi-font-size: 10.0pt;"> </span></p><p>
<br /></p>Arietecatolicohttp://www.blogger.com/profile/17844751030066829888noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4598062608837360704.post-1516998260992294062024-02-16T14:23:00.000-08:002024-02-16T14:23:39.791-08:00RECOMENDACIONES DE ESPIRITUALIDAD DE SAN FRANCISCO DE SALES (Primera parte)<p style="text-align: center;"> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhnyuIlSZy0ldRkjrByt7X4CeoBWFlwqvj3Axo8YBZYDdP2AiaA_FyeoAdNTkpgmXNTaMUuBAYSnM0quFLlphvWYI74yq1IoREwKad1Na_3KQCXg-_iI8mTMNhHMJykF692RysQiGbMKCe-rnJKZ9RaB8BCTYzOIF_wWzGt29fOhm7D1AFs-UxvZdV51mms/s500/ppfranciscosales.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="340" data-original-width="500" height="272" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhnyuIlSZy0ldRkjrByt7X4CeoBWFlwqvj3Axo8YBZYDdP2AiaA_FyeoAdNTkpgmXNTaMUuBAYSnM0quFLlphvWYI74yq1IoREwKad1Na_3KQCXg-_iI8mTMNhHMJykF692RysQiGbMKCe-rnJKZ9RaB8BCTYzOIF_wWzGt29fOhm7D1AFs-UxvZdV51mms/w400-h272/ppfranciscosales.jpg" width="400" /></a></div><br /><p></p><p><span style="font-size: large;">1. A Dios le agrada un espíritu sencillo, como el de los niños, y dispone de él conforme a su
voluntad; pero no le agradan los espíritus altivos y sutiles. </span></p><p><span style="font-size: large;">2. A Dios solo y para siempre la honra, gloria y bendición. </span></p><p><span style="font-size: large;">3. A esa hermana espiritual y que quiere alcanzar la perfección en un cuarto de hora,
haciendo algo que no hace la comunidad, yo le aconsejaría que se humillara y se
sometiera a lograr la santidad en tres días, siguiendo el camino de las otras. </span></p><p><span style="font-size: large;">4. A la hora de la muerte ¡qué remordimiento sentiremos por haber desaprovechado con
nuestra negligencia tantas instrucciones y avisos saludables que Dios nos ha dado para
que adelantáramos en la perfección! </span></p><p><span style="font-size: large;">5. A la medida que uno se rebaja por humildad crece en la virtud, y no más. </span></p><p><span style="font-size: large;">6. A la oración se debe ir con gran dulzura de espíritu y sin otro propósito que el recibir lo
que el Señor quiera darnos. </span></p><p><span style="font-size: large;">7. A medida que crezca nuestra confianza en la Providencia, mayor será el cuidado que
tendrá de todas nuestras necesidades. </span></p><p><span style="font-size: large;">8. A medida que nuestra confianza es mayor Dios nos protege más. El vendrá en nuestra
ayuda en todos los peligros, pues tiene un amor infinito a las almas que se le entregan. </span></p><p><span style="font-size: large;">9. A nuestro director debemos abrirle nuestro corazón con entera confianza, como un hijo
que nada oculta a su padre, como el enfermo que manifiesta al médico todos sus males. </span></p><p><span style="font-size: large;">10. A nuestro enemigo le tiene sin cuidado que uno se destroce el cuerpo, con tal que haga su
propia voluntad; no teme a la austeridad sino a la obediencia. Pero ¿cabe mayor
austeridad y disciplina que tener la voluntad sometida a continua obediencia? </span></p><p><span style="font-size: large;">11. A qué tanto afán de preferencias y honores ¿No sabéis que el medio más seguro de
adquirirlos es despreciarlos? </span></p><p><span style="font-size: large;">12. A quien ha gustado de veras la dulzura de Dios la vida se le convierte en amargura
mientras no goza de El. </span></p><p><span style="font-size: large;">13. A un corazón indiferente nada le mueve, una vez vista y reconocida la voluntad de Dios. </span></p><p><span style="font-size: large;">14. Aborrezcamos nuestros defectos, pero con odio tranquilo, sin enojo ni turbación ¿no es
mucho que, conociendo nuestras miserias, tomemos de ellas ocasión de humillarnos y
anonadarnos delante de Dios? </span></p><p><span style="font-size: large;">15. Aceptad mil veces al día la cruz y besadla de todo corazón por el amor de Aquel que os la
envía, pues sin duda os la envía por amor y como rico presente.</span></p>Arietecatolicohttp://www.blogger.com/profile/17844751030066829888noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4598062608837360704.post-62340343132915349112024-02-01T14:21:00.000-08:002024-02-01T14:22:11.758-08:00SOBRE LA INOCENCIA DE LOS NIÑOS (Sermón R.P. Rafael OSB)<p style="text-align: center;"> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjwLAMwjs7B-eZuHaRwbTORZZsxNcXfJTJuZrUJ-hRM5Jx1xCe6wDtOm0utuaAfyQsrQBrxy4Y8QSykoL_VjLFIDppu-AgROKL8u52vyu8lXvM8MRMxqIl5yrIQapSD6RYCKqwPJXpgoVPMdYamUEbwy0_IuL73woYLTw1mgaID6UVo0DYDzJ5ObS3S9luA/s400/NSJ%20y%20ni%C3%B1os.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="400" data-original-width="324" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjwLAMwjs7B-eZuHaRwbTORZZsxNcXfJTJuZrUJ-hRM5Jx1xCe6wDtOm0utuaAfyQsrQBrxy4Y8QSykoL_VjLFIDppu-AgROKL8u52vyu8lXvM8MRMxqIl5yrIQapSD6RYCKqwPJXpgoVPMdYamUEbwy0_IuL73woYLTw1mgaID6UVo0DYDzJ5ObS3S9luA/s320/NSJ%20y%20ni%C3%B1os.jpg" width="259" /></a></div><p></p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: large;"><a href="https://benedictinos.blog/2024/02/01/san-juan-bosco-2/">PARA ESCUCHAR SERMON DAR CLIC AQUI</a></span></p>Arietecatolicohttp://www.blogger.com/profile/17844751030066829888noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4598062608837360704.post-29816634255933232962024-01-30T15:16:00.000-08:002024-01-30T15:16:52.483-08:00ADVERTENCIA SOBRE LA MASONERIA<p style="text-align: center;"> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhD4cSvod6kBefNuA5wPInpYo_Rv9grTs6RLFfT7FRvBsFyCSPiGCEzFS6m_9W6SMlJimLxcX4u42ozWhW8hDuUWB1X4OyLNA7fwmvYaY_qj5KEL0tS9qV-6sh1FffV_uAxohoTB7W7svNI8BCvRrxj38KRrwehslN11vNuhNoTlNFVH21UyL7OqabFU0Jw/s266/FRANCISCO.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="190" data-original-width="266" height="286" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhD4cSvod6kBefNuA5wPInpYo_Rv9grTs6RLFfT7FRvBsFyCSPiGCEzFS6m_9W6SMlJimLxcX4u42ozWhW8hDuUWB1X4OyLNA7fwmvYaY_qj5KEL0tS9qV-6sh1FffV_uAxohoTB7W7svNI8BCvRrxj38KRrwehslN11vNuhNoTlNFVH21UyL7OqabFU0Jw/w400-h286/FRANCISCO.jpg" width="400" /></a></div><br /><p></p><p><span style="font-size: large;">Dijo sobre la francmasonería uno de sus más grandes opositores, el mártir de la caridad y fundador de la Milicia de la Inmaculada, San Maximiliano Kolbe: “Estos hombres sin Dios se encuentran en una situación trágica. Tal odio implacable por la Iglesia y los embajadores de Cristo en la Tierra no está en el poder de las personas individuales, sino de una actividad sistemática derivada en el análisis final de la masonería. En particular, tiene como objetivo destruir la religión católica. Sus decretos se han difundido por todo el mundo, con diferentes disfraces. Pero con el mismo objetivo – indiferencia religiosa y debilitamiento de las fuerzas morales, de acuerdo con su principio básico – ‘Conquistaremos la Iglesia Católica no con argumentación, sino con corrupción moral’.”</span></p><p><span style="font-size: large;">Invaluable advertencia realizó San Maximiliano en su momento, y hoy vivimos en las consecuencias de no haberla acatado.</span></p>Arietecatolicohttp://www.blogger.com/profile/17844751030066829888noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4598062608837360704.post-38576366530373236662024-01-26T13:47:00.000-08:002024-01-26T13:48:05.870-08:00REFLEXION DEL SANTO CURA DE ARS<p style="text-align: center;"> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjEpt1ghywqqWLx80GgHKHDlZ_WRqeXscU5cwyCmDO28H30ZI5ca-NrHxI5bs_2Fln2xDpzux1fAQsBWcPGxx_uNsgmXA1Rrp3nLzvED6WtTfBmLHKphtWuav5e6RoafcpvAz7extg4B1JYNUczE6Jh4jhO9ADOSEemjNlKUrjX3UhsXjKKfs5Qx_jLIFDU/s355/imagesCA2VVUI0.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="142" data-original-width="355" height="160" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjEpt1ghywqqWLx80GgHKHDlZ_WRqeXscU5cwyCmDO28H30ZI5ca-NrHxI5bs_2Fln2xDpzux1fAQsBWcPGxx_uNsgmXA1Rrp3nLzvED6WtTfBmLHKphtWuav5e6RoafcpvAz7extg4B1JYNUczE6Jh4jhO9ADOSEemjNlKUrjX3UhsXjKKfs5Qx_jLIFDU/w400-h160/imagesCA2VVUI0.jpg" width="400" /></a></div><br /><p></p><p><span style="font-size: large;">“No hay duda: una persona que ama el placer, que busca comodidades, que huye de todo lo que pueda significar sufrimiento, que es sumamente ansioso, que se queja, que culpa, y que se impacienta ante la más mínima situación porque las cosas no salen a su manera; una persona así es Cristiana solamente de nombre; él es solo una deshonra para su religión, porque Jesucristo lo ha dicho así: ‘Cualquiera que desee venir detrás de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz todos los días de su vida, y que me siga’ “. </span></p><p><span style="font-size: large;"><br /></span></p><p><span style="font-size: large;">Santo Cura de Ars</span></p>Arietecatolicohttp://www.blogger.com/profile/17844751030066829888noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4598062608837360704.post-40772502384754953232024-01-25T16:41:00.000-08:002024-01-25T16:41:56.295-08:00Matrimonio de San José y la Santísima Virgen María (Sermon R.P. Rafael)<p> </p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjytN5-v2O-ZAfczQYj_CGTEd7acJNxEqzSU_utsf173L46NgxVcAV3DNZDT6Y7-0UsDrTJc0yr6dcC8c3E5BcliX0qWd5C6dy-fjdLMA7ZH_o5t_q8YSA7wedYSpTqj6iFuRs3whd3cIZyqFgwvb3ZX2GcbUGGQTiVWMDOibyO4JjltJVxKqgDKvpSnX8-/s900/nativity-and-angels.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="900" data-original-width="642" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjytN5-v2O-ZAfczQYj_CGTEd7acJNxEqzSU_utsf173L46NgxVcAV3DNZDT6Y7-0UsDrTJc0yr6dcC8c3E5BcliX0qWd5C6dy-fjdLMA7ZH_o5t_q8YSA7wedYSpTqj6iFuRs3whd3cIZyqFgwvb3ZX2GcbUGGQTiVWMDOibyO4JjltJVxKqgDKvpSnX8-/s320/nativity-and-angels.jpg" width="228" /></a></div>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="font-size: large;">Esta
es una fiesta muy importante que<span style="mso-spacerun: yes;">
</span>desafortunadamente ha sido eliminada del calendario. Es el fundamento de
la Iglesia Católica, el fundamento de nuestra vida espiritual, el fundamento de
la vida de familia, de las naciones. Todo está fundado en la Sagrada Familia,
que es el reflejo de la Santísima Trinidad. El cumplimiento perfecto de todo el
Evangelio y de la vida sobrenatural está en la vida de la Sagrada Familia.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>El matrimonio de San José y de la Santísima Virgen María tenía que
existir antes de la Encarnación, un verdadero matrimonio. La Santísima Virgen
había hecho un voto de virginidad perpetua cuando fue presentada en el templo, a
los 3 años de edad, y<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>de la misma
manera, San José también había hecho voto de<span style="mso-spacerun: yes;">
</span>virginidad perpetua, a través de la inspiración del Espíritu Santo
porque esto no se había hecho en el Antiguo Testamento, y no era una práctica
común. Entonces,<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>¿qué sucede cuando Dios
elige a San José como esposo de la Santísima Virgen María? Fue elegido
milagrosamente pues floreció la vara que tenía San José para saber quién de los
familiares de la Santísima Virgen María era el elegido por Dios. Sin embargo,
antes de este matrimonio,<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>para que fuera
un matrimonio válido, verdadero, ambos, bajo la inspiración del Espíritu
Santo<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>entraron al matrimonio con votos
de virginidad pero abriendo una ventana para un milagro, es lo que los teólogos
dicen. Porque, para que un matrimonio sea válido, siempre deben estar abiertas
las puertas a la vida, para el caso de que <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>a San José y a la Santísima Virgen les
sucediera algo milagroso. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Es un misterio que no
comprendemos es algo muy elevado pero tenían que dejar la ventana abierta para
un milagro de la Voluntad de Dios, del Cielo. Así que el Niño Jesús el día de
la Encarnación al anuncio del Arcángel San Gabriel, <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>llegó al seno de la Santísima Virgen María <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>dentro de la Sagrada Familia, dentro de un
matrimonio. Es la razón por la cual San José es un verdadero Padre virginal de
Nuestro Señor Jesucristo, <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>por el
matrimonio.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>El Fiat de la Santísima Virgen el día de la
Encarnación fue por ambos, en nombre de ambos, porque Ella sabía que San José y
Ella misma estaban abiertos a un milagro, condición para que el matrimonio sea
válido, el Fiat de San José estuvo implícito el día del matrimonio <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>y la Santísima Virgen expresó el Fiat <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>en nombre de ambos el día de la Encarnación,
incluso aunque San José lo supo hasta después por el anuncio del mismo Arcángel
San Gabriel. Esto es muy importante porque es imposible que Dios quiera hijos fuera
del matrimonio, <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>la Santísima Virgen no
fue en lo absoluto<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>madre soltera, por
supuesto que no, entonces, todo tiene que venir de una familia. La familia de
Dios, la Santísima Trinidad, y la Iglesia quiso nacer de la Sagrada Familia,
Nuestro Señor mismo es el Hijo. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>Cuando los esposos se casan es la unión entre Nuestro Señor y la Iglesia,
para darle hijos a Dios, darle otros Jesús a Dios,<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>los que Él quiera. El esposo tiene que ser
como San José y la esposa como la Santísima Virgen María, que imiten sus virtudes,
Fe, Esperanza y Caridad, el amor por la Cruz, la sumisión a la Ley de Dios, castidad,
que es obligatoria para todos, en el caso de San José y de la Santísima Virgen
fue la virginidad, es la única diferencia. Para el resto, toda familia debe
formarse alrededor de la Sagrada<span style="mso-spacerun: yes;">
</span>Familia. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>Estos conceptos son<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>muy
importantes, no sólo para nuestras familias sino que también para nuestra vida
espiritual. Nos hemos consagrado a la Santísima Virgen María, así que Ella es
nuestra Maestra, nuestra Madre, nuestra protectora y lo mismo con San José, por
eso también<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>tenemos que hacer la
Consagración a San José, porque al hacer estas consagraciones, nos estamos
consagrando a la Sagrada Familia y entramos a formar parte de ella y nos ponemos
a su servicio. Sometidos en obediencia, sometidos como esclavos de amor a María
y San José, para vivir como en Nazaret, como otro Niño Jesús. La palabra
Nazaret significa casa de santidad; significa la escuela de santidad del
Espíritu Santo enseñándonos en este ambiente bajo María y San José, nuestros
verdaderos padres espirituales. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>El título favorito de San José de acuerdo a San Pío X es Padre Virginal
de Nuestro Señor Jesucristo. Decir Padre putativo, se queda corto, <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>o Padre Nutricio, o Padre Adoptivo se queda
corto con lo que en realidad es San José, es un Padre Verdadero. Los Santos
dicen que su matrimonio es perfecto en todos los sentidos por lo tanto, su
paternidad es más perfecta que la de <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>los
padres biológicos, porque la virginidad es más elevada que la vida matrimonial,
por tanto, este matrimonio virginal hace a San José un padre más grande que
cualquier otro padre. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>También hay que analizar que cuando una pareja quiere casarse, se les
dice en las pláticas matrimoniales, que hay tres bienes que se adquieren con
este matrimonio. El primer bien es darle hijos a Dios, otros Jesús para poblar
el cielo. Por eso los padres tienen el 100 % derecho y<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>obligación sobre los hijos, incluso hasta que
mueran, aunque los padres sean viejos, tienen aún<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>la responsabilidad sobre los hijos, para
corregirlos, enseñarlos, ponerles ejemplo, esa responsabilidad no termina
aunque el hijo tenga 21 años. Otra cosa importante es que los abuelos no
reemplazan a los padres., por caridad les ayudan a cuidarlos, sí, pero toda la
responsabilidad es de los padres y de los padrinos. Los abuelos no están
obligados a cuidar de los nietos. Ellos no son el reemplazo de los padres. Es
la razón por la cual la madre no debe trabajar a nivel de los principios. (Cada
caso tendría que tratarse diferente como excepción de acuerdo<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>las circunstancias). A nivel de los
principios, la madre se queda en casa pues su responsabilidad número uno es el
esposo y los hijos. El resto, viene de Dios, del esposo y de Cristo pues el
matrimonio es de 3: Cristo, esposo y esposa. Quien toma la decisión de cuántos
hijos tener es Cristo. Él es el Rey, es el centro, es Dios mismo, y el resto
será dado por Él, lo que falte, preocupaciones, necesidades, tentaciones,
dificultades serán solucionadas por Cristo. Por eso debemos tener un gran
espíritu de Fe, <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>de oración, <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>de sacrificio especialmente. El problema es
que los matrimonios modernos no aceptan estos principios, por falta de Fe,
Esperanza y Caridad. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>El segundo bien del matrimonio que los hace santos y sagrados es el bien
de la fidelidad entre ellos y con Cristo. Este matrimonio crea un lazo entre
esposo-esposa y Cristo. Hablamos de un matrimonio verdadero bendecido por la
Iglesia. De tal manera que si la esposa se quiere separar del esposo, se separa
de Cristo. Y, si el esposo hace algo contra la esposa, lo hace contra Cristo,
contra la Santísima Virgen María, a ese grado, el vínculo es divino. El voto de
la unión matrimonial es divino. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>El tercer bien es que es elevado a nivel de Sacramento. Es un signo de
la unión entre Cristo, esposo y esposa, y que están en el Cuerpo Místico de
Cristo, por eso es el símbolo de la unión entre Cristo y la Iglesia. Cristo los
une a Su propia vida, a la Santísima Trinidad. Por esto, este vínculo sagrado
no puede ser roto, por tanto, el divorcio no existe y menos una anulación. Este
es el tercer bien que no puede ser disuelto, juntos hasta la muerte. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Como es un signo de la unión entre Cristo y la
Iglesia, hasta que Cristo no muera por la Iglesia<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>no está terminado, al contrario, es perfecto
en el cielo. Y la Iglesia, cada uno de nosotros, <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>no podemos separarnos de Cristo hasta la
muerte, es el símbolo de unión con Dios, significa que lo que uno haga al otro
se lo hace directamente a Cristo. Por eso Nuestro Señor tiene que nacer en un
matrimonio, para enseñarnos que los niños tienen que ser tratados como el Niño
Jesús para poblar el cielo, en un matrimonio fuerte con el ejemplo de San José y
de la Santísima Virgen María, como Padre y Madre en la vida espiritual. San
José proveerá y la Santísima Virgen será el corazón de la familia, enseñando,
protegiendo y dando todo el amor y la fuerza, el Espíritu Santo que
necesitamos. El concepto de matrimonio es hermoso, pero está roto. El concepto
moderno del matrimonio es totalmente diferente, es humano. Si ustedes preguntan
qué es lo que el Concilio Vaticano II dice a cerca del matrimonio, van a
encontrar que modificaron la definición del matrimonio. El nuevo catecismo dice
que matrimonio es la unión de una pareja (no especifican hombre y mujer) para
amor y mutua ayuda y los hijos, son secundarios, básicamente opcionales. Esto
es poner el matrimonio para un fin humano. Si se aman uno al otro es suficiente
para estar juntos, y los hijos dependerá de la decisión de ellos, básicamente,
porque es una unión humana. Y si ya no se aman más, se separan 2,3,4 … veces y
es lo que el obispo disuelve y da las anulaciones. ¡¡Es una catástrofe!!<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>Nuestra Señora del Buen Suceso dice en su profecía <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>que los 7 Sacramentos van a ser profanados,
modificados y humanizados y que el Sacramento que más va a ser modificado será
el Sacramento del Matrimonio. Sabemos por ejemplo cómo la<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>nueva misa ha sido modificada a nivel de la
abominación, ahora el Sacramento del matrimonio, que ha sido más modificado que
el Novus Ordo. De acuerdo a esta profecía significa que el matrimonio para la
gente del Novus Ordo es algo completamente humano, lo vemos alrededor de
nosotros, y el matrimonio de la Iglesia Católica es Divino, es un vínculo
Divino con Cristo y Su Preciosísima Sangre y la Comunión de los Santos. Por eso
es una catástrofe lo que la Sociedad San Pío X está haciendo de mezclar los
matrimonios de los Tradicionalistas con los Novus Ordo. ¡Ellos hablan del
matrimonio con el obispo de la diócesis pidiendo permiso como si el concepto de
matrimonio fuera el mismo y es infinitamente diferente!! Y ponen los registros
de los matrimonios en las diócesis a cargo del obispo. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Es poner los hijos de Dios al cuidado de los
lobos, del demonio, porque el obispo puede disolver esos matrimonios en
cualquier momento en su diócesis. Es más allá de lo que podemos imaginar esto
que está haciendo la Sociedad San Pío X, es una traición. Pedir permiso a los
lobos, los obispos del Novus Ordo para casar a<span style="mso-spacerun: yes;">
</span>una pareja que quiere darle hijos a Dios y poner sus registros bajo el
cuidado de los lobos. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>Los hijos deben ser educados en un ambiente católico,<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>es algo que no ha sido predicado. San Pío X
dice que para que <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>un niño crezca en un
ambiente católico,<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>debe crecer en 3
ambientes y los 3 deben ser católicos: escuela, parroquia y hogar. Dice que si
uno de los 3 falla, todo el trabajo se destruye. Son palabras de San Pío X para
que vean la seriedad de este asunto. Podemos decir que en<span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>el 99
% de las escuelas hay peligros contra la moral y la Fe. Es un problema enorme.
Es por esto que casi la única opción ahora es escuela en el hogar. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Hay que poner <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>en las manos de María y San José lo que no
podemos hacer, pero también estamos obligados a estudiar todo tipo de temas. Vamos
a poner una plataforma con varios temas, de fuentes confiables, aprobadas por
la Tradición, Santos, Doctores de la Iglesia, libros, conferencias. Los Oblatos
lo han pedido y estamos obligados a hacerlo para las futuras familias, y
nuestros niños, para tener una formación fuerte para nuestros niños.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Es una emergencia. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>Pidamos a San José y a la Santísima Virgen María nos ayuden a fortalecer
nuestras familias en formación, en doctrina, en Tradición. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: center;"><span style="font-size: large;"><a href="https://benedictinos.blog/2024/01/24/matrimony-of-saint-joseph-and-the-blessed-virgen-mary/">https://benedictinos.blog/2024/01/24/matrimony-of-saint-joseph-and-the-blessed-virgen-mary/</a></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: center;"><span style="font-size: large;"><br /></span></p><br /><p></p>Arietecatolicohttp://www.blogger.com/profile/17844751030066829888noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4598062608837360704.post-45626676141829733882024-01-19T18:02:00.000-08:002024-01-19T18:02:29.330-08:00NOCIONES DE HISTORIA DE ESPAÑA (2a Parte)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg3nL85i3k8kSOFiAEtXGfUrPrP98yYtyniZTYfST1IyOx6QvT0EtWHKGejKOP34BuYaI5BVko_5ebb4CwF9xY5bT7ygQbanRCaxkOmb_q7KKidXKYfcZl3lfOR6RBUYjOA7zh9tpg2_JIUNIegUc8moi837yJnl_jarL_yoKuVPhakIMl29cI4UcHdJkFe/s275/santiago%20apostol.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="183" data-original-width="275" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg3nL85i3k8kSOFiAEtXGfUrPrP98yYtyniZTYfST1IyOx6QvT0EtWHKGejKOP34BuYaI5BVko_5ebb4CwF9xY5bT7ygQbanRCaxkOmb_q7KKidXKYfcZl3lfOR6RBUYjOA7zh9tpg2_JIUNIegUc8moi837yJnl_jarL_yoKuVPhakIMl29cI4UcHdJkFe/w400-h266/santiago%20apostol.jpg" width="400" /></a></div><p><span style="font-size: medium;"><a href="https://elarietecatolico.blogspot.com/2023/12/nociones-de-historia-de-espana-1a-parte.html">Primera Parte </a></span></p><p><span style="font-size: large;">España romana.</span></p><p><span style="font-size: large;">P. ¿Cuándo empezó en España la dominación romana?</span></p><p><span style="font-size: large;">R. En el siglo III antes de Jesucristo, con la derrota de los cartagineses.</span></p><p><span style="font-size: large;">Escipión, antes de partir para el África, dejó encargado el gobierno de España a dos procónsules, y fue dividida en dos provincias, que llamaron Ulterior y Citerior: ésta comprendía desde los Pirineos hasta el Ebro, y aquella el resto de la península.</span></p><p><span style="font-size: large;">P. Los romanos ¿gobernaron bien a España?</span></p><p><span style="font-size: large;">R. Al contrario, abusaron de su poder, y los españoles se sublevaron muchas veces contra los gobernadores que Roma enviaba, por lo mal que trataban a los naturales. Hacia el año 150 antes de Jesucristo sostuvieron los españoles varias batallas contra los romanos, y reunido como 30.000 guerreros españoles, enviaron un embajador al gobernador Galba solicitando un tratado de paz.</span></p><p><span style="font-size: large;">El gobernador traidor los recibió muy bien, les ofreció amistad sincera, y después de una capitulación muy honrosa, se pusieron a sus órdenes los españoles. En seguida, valiéndose de mil astucias, los dividió en varios grupos, y cuando estuvieron separados, y por consiguiente sin fuerzas para resistir, los hizo desarmar y degollar, resultando de aquella orden cruel más de 20.000 víctimas.</span></p><p><span style="font-size: large;">P. ¿Y nadie protestó contra aquella infamia?</span></p><p><span style="font-size: large;">R. Sí; un pastor joven, llamado Viriato, de alma generosa y elevados</span></p><p><span style="font-size: large;">pensamientos, indignado de tal alevosía, se puso al frente de muchos españoles, y empezó una nueva guerra contra los romanos, en la que estos llevaron siempre la peor parte: los venció en muchas batallas, y por fin les hizo firmar un tratado en que el senado romano le reconoció como señor del terreno conquistado.</span></p><p><span style="font-size: large;">P. ¿Qué sucedió a Viriato después de firmar aquel tratado?</span></p><p><span style="font-size: large;">R. Se retiró a descansar después de catorce años de guerra, en la que tanto abatió el orgullo de Roma; fiado en su tratado, fue sorprendido por el cónsul Quinto Servilio Cepión, y hubo de retirarse a los montes; desde allí mandó tres oficiales de su ejército a enterarse de la intenciones del general romano, y estos traidores, en vez de cumplir las órdenes de su general, se dejaron seducir por Cepión, y cuando volvieron al campo asesinaron a Viriato mientras dormía.</span></p><p><span style="font-size: large;">P. ¿Qué me dice V. de Numancia?</span></p><p><span style="font-size: large;">R. Era una ciudad independiente, que se alzaba sobre una colina, muy cerca de donde hoy se halla Soria. Después de la muerte de Viriato, algunos de sus soldados se refugiaron en Numancia, y los romanos pidieron su entrega a los numantinos; estos contestaron que no podían hacer tal cosa sin faltar a las leyes de hospitalidad. Por esta noble contestación se vieron acometidos por 30.000 infantes y 2.000 caballos; dentro de la ciudad había como 6.000 hombres en estado de defenderse, y no tenían otras murallas que un castillo incapaz de contener a 4.000 guerreros.</span></p><p><span style="font-size: large;">P. ¿Desmayaron los numantinos ante un enemigo tan superior?</span></p><p><span style="font-size: large;">R. Persuadidos de la sinrazón de aquel ataque brusco, Numancia se convirtió en una plaza de héroes, y antes que lograron los romanos formalizar el cerco, fueron acuchillados y destrozados completamente por los valerosos numantinos; aunque al campo romano llegaron refuerzos muchas veces, otras tantas fueron vencidos, sin conseguir dominar aquellas peligrosas alturas. Por fin, debilitados los numantinos, acometidos por un nuevo ejército de 60.000 hombres, que llegaron a las órdenes de Escipión Emiliano, acosados por el hambre y faltos de todo recurso, trataron de negociar la paz, no admitiéndoles los romanos otra condición que la de entregarse a discreción.</span></p><p><span style="font-size: large;">No quedaba a aquellos héroes otro recurso que humillarse o morir, y prefirieron lo último, lanzándose al campo enemigo, sembrando la muerte al recibirla; por fin, imitando la conducta de los saguntinos, mataron a sus mujeres e hijos, y dieron fuego a la ciudad, a los quince meses de sitio y muchos años de guerra, a cuyos hechos siguieron muchos años de paz.</span></p><p><span style="font-size: large;">P. ¿Cómo se explica V. las guerras de Sertorio?</span></p><p><span style="font-size: large;">R. Sila, señor y tirano de Roma, entre sus muchas crueldades mandó dar muerte a 2.000 caballeros allí donde fueren habidos; Sertorio pudo huir y vino a España, donde en poco tiempo se hizo querer por sus buenas condiciones; muchos pueblos se declararon a su favor, y así pudo reunir un crecido ejército, con el que hizo frente a las legiones de Sila, que fueron derrotadas en todos los encuentros.</span></p><p><span style="font-size: large;">Creó una república semejante a la romana, y fundó una universidad, sin duda la primera que hubo en España, y al fin murió asesinado por su segundo, Perpena, y otros conjurados, 73 años antes de Jesucristo.</span></p><p><span style="font-size: large;">P. ¿Qué ocurrió con la muerte de Sertorio?</span></p><p><span style="font-size: large;">R. Se hizo jefe el asesino Perpena; pero Pompeyo el Grande, que había peleado muchas veces contra Sertorio le hizo preso y le mandó matar por traidor a su general. El ejército de Sertorio, que había empezado a disputar por no seguir las órdenes de un traidor, ya no dio señales de vida, y Pompeyo conquistó en poco tiempo y sin dificultad más de quinientos pueblos; pero no a Osma y Calahorra, que se mantuvieron fieles, prefiriendo ser destruidas, y así quedo España nuevamente sujeta a Roma.</span></p><p><span style="font-size: large;">P. ¿Qué me dice V. de las guerras de Julio César y Pompeyo?</span></p><p><span style="font-size: large;">R. Roma estaba dividida en dos bandos: unos a favor de Pompeyo, notable por la influencia que le dieron sus conquistas, y otro a favor de Craso, célebre por sus riquezas. Julio César, que era amigo de Craso, y ambicionaba ser nombrado cónsul, casó una hija con Pompeyo, y así formaron el triunvirato. Muerto Craso, empezaron las rivalidades entre César y Pompeyo, que siguieron hasta la muerte de la hija de César y mujer de Pompeyo; entonces, roto el único lazo que los sujetaba, se declararon implacables enemigos.</span></p><p><span style="font-size: large;">César vino a España y Pompeyo se dirigió a Macedonio y luego a África, donde fue asesinado por un esclavo; los hijos de Pompeyo continuaron la guerra, ayudados por los españoles, y después de varios encuentros, dieron la gran batalla de Munda, donde César empezó llevando la peor parte; mas cuando sus tropas, desalentadas, empezaron a ceder, el mismo César, descubriéndose la cabeza y tomando la espada de un soldado, empezó a batirse cuerpo a cuerpo.</span></p><p><span style="font-size: large;">Animó tantos los suyos este ejemplo, que, imitando a su general, acometieron con nuevos bríos al enemigo, consiguiendo una completa victoria.</span></p><p><span style="font-size: large;">Julio César volvió a Roma, y después de haberle recibido en el triunfo, murió asesinado por Bruto.</span></p><p><span style="font-size: large;">P. ¿Quién heredó el poder a la muerte de César?</span></p><p><span style="font-size: large;">R. Por disposición suya heredó el mando su sobrino César Augusto, primer emperador romano, el cual venció a todos sus enemigos y se consagró a hacer feliz a su pueblo, hasta que le alcanzó la muerte.</span></p><p><span style="font-size: large;">En el año 42 de su reinado, el día 25 de Diciembre, nació Jesucristo.</span></p><p><span style="font-size: large;">Algunos años después, los emperadores romanos persiguieron cruelmente a los cristianos. Empezó a dar ejemplo de esta crueldad el emperador Nerón, quien mandó dar fuego a Roma, y por contener el enojo del pueblo, culpó a los cristianos de su maldad.</span></p><p><span style="font-size: large;">España continuó en poder de los romanos hasta el siglo V de Jesucristo, en que siendo Honorio emperador de Roma, llegaron los bárbaros del Norte.</span></p><p><span style="font-size: x-large;"><br /></span></p>Arietecatolicohttp://www.blogger.com/profile/17844751030066829888noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4598062608837360704.post-1169077026235579522024-01-17T14:24:00.000-08:002024-01-17T14:25:06.627-08:00LAS VIRTUDES DE SACRIFICIO (Beata Concepción Cabrera de Armida)<p style="text-align: center;"> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiD0fqpe_rVIp9xaiasca4sF4JBg1K1swXKLQ3fD4nsSQ85ONTJ7tw-K9e60asONZMsiK1de8ehd0FEtL8tmZF961vs9t3M4svUgmSXJOFFaUs7hFyOfoI4U1LI-d1TwZ1Max1PJdZc48uYrRdLrBrxZgRnW2yR2ieI-_PFILNydMiq5SXGvZflqdJ2TUjJ/s1920/San_Pablo_Ermita%C3%B1o,_por_Jos%C3%A9_de_Ribera.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1878" data-original-width="1920" height="313" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiD0fqpe_rVIp9xaiasca4sF4JBg1K1swXKLQ3fD4nsSQ85ONTJ7tw-K9e60asONZMsiK1de8ehd0FEtL8tmZF961vs9t3M4svUgmSXJOFFaUs7hFyOfoI4U1LI-d1TwZ1Max1PJdZc48uYrRdLrBrxZgRnW2yR2ieI-_PFILNydMiq5SXGvZflqdJ2TUjJ/s320/San_Pablo_Ermita%C3%B1o,_por_Jos%C3%A9_de_Ribera.jpg" width="320" /></a></div><br /><p></p><p></p><p class="MsoNormal"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">Jesús dictándole a Conchita
Cabrera:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">1.- Sacrificio<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>El Sacrificio y el Dolor nacen sólo del AMOR de DIOS; y en él viven y
dentro de él crecen y fructifican, llenando el alma de inmensos bienes. (Tomo
12)<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="tab-stops: 106.5pt; text-align: justify;"><span style="font-size: large;">2.- Penitencia<span style="mso-tab-count: 1;"> </span><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>La Penitencia es el fuego que conserva las virtudes y les da savia para
su desarrollo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>De ella nace el propio desprecio; de ella se produce el ansia de
padecer, el hambre de crucifixión.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>La humildad produce esta grande virtud, conserva sus actos; más la
desarrolla el amor divino.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>La Penitencia es muy agradable a Dios y tiene muchos visos, y alcanza
diversas gracias para las almas y para la misma alma que la práctica.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>La Penitencia atrae a la ternura y el Corazón de Dios y tiene las
cualidades de expiar y merecer. La Penitencia brota de la humildad.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">3.- Penitencia Espiritual
perfecta<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>La Penitencia exterior tiene la facultad o virtud de purificar el cuerpo
y el alma, pero existe otra clase de penitencia: la penitencia espiritual
perfecta.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>Esta penitencia es de un valor inmenso, y como lo dice su nombre, toca
directamente al espíritu, aunque sus efectos se dejan también sentir en el
cuerpo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>Esta purificación no está en manera alguna en la voluntad humana, sino
que depende totalmente de la Voluntad Divina. Esta Voluntad Divina, o por sí, o
valiéndose de otro espíritu, hace pasar el alma por el vivo fuego del crisol de
la purificación más intensa y atormentando al alma, la deja capaz para recibir
las gracias del cielo. Este es un fuego que en un instante consume hasta las
más pequeñas imperfecciones, y acerca al espíritu, así purificado.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Esta purificación deja en el alma
varios santos efectos: es decir, le da luz, fortaleza y unión: estas tres
gracias, además de otras, son las principales con que Dios regala al alma feliz
que lleva por estos caminos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>Esta penitencia es una de las virtudes internas perfectas de que venimos
hablando y solamente un especial beneficio de Dios y un don puramente gratuito.
Es un favor del cielo con el cual Dios purifica a las almas, las limpia para
subirlas a la alteza incomprensible de la unión.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>Son estas desolaciones que van a lo más hondo del espíritu, un don
gratuito, sin que nadie sea capaz, ni de quitarlas, ni de disminuirlas, pero se
puede inclinar a Mi Corazón a concederlas, practicando los tres grados de
perfección de la Religión de la Cruz. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>La Penitencia es de gran valor y procura al alma innumerables bienes. El
cuerpo es como un pedernal y la penitencia el eslabón con que se produce el
fuego santo que purifica el alma y la abraza en el divino amor. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>La Penitencia es una poderosa arma contra muchos vicios; es espuela
contra la molicie y ataca directamente a todos los pecados capitales. Es el
cerco de la castidad, la despertadora del espíritu y el antídoto contra el
fuego del Purgatorio. Es la llave de las gracias y la que detiene la justicia del
mismo Dios, es una mina que atesora para el cielo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>La Penitencia abre las puertas de la contemplación y los tesoros
celestiales. ¡Sin embargo, hasta su nombre causa horror, pero si se gustasen
sus frutos, este delicado sabor que en el mundo no se encuentra…! <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>La Penitencia inclina al hombre a la
mortificación, al propio desprecio, a la caridad del prójimo y a la unión con
Dios. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>4.- Sufrimiento espiritual perfecto y Padecimiento<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>La virtud del sufrimiento es una parte esencial del dolor. El sufrimiento
cristiano que se acompaña siempre de la resignación y de la paciencia, es hijo
de Mi Corazón, nacido y santificado en Él.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>En Mi Corazón se santificó el dolor interno, del sufrimiento de Mi
Corazón tomó su virtud y fortaleza. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>El sufrimiento es mayor que el padecimiento, porque éste toca al cuerpo
y aquél al alma, y tanto le aventaja cuanto es la diferencia de lo material a
lo espiritual.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>El Padecimiento cristiano es también una virtud, y muy grande y de
riquísimo e imponderable valor a los ojos de Dios, sobre todo cuando parte de
un cuerpo puro, con un alma santificada.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>Uno de los mayores medios para la santificación de un alma es el
padecimiento físico causado por las enfermedades; sin embargo,<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>el Padecimiento es hijo del Sufrimiento y la
mayor parte de las veces andan juntos. Mas ahora no trato aquí de un
sufrimiento puramente moral, aunque en mucho lo estimo y valorizo; hablo del
Sufrimiento espiritual perfecto, que anega al alma en las amarguras más
crueles.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>Esta clase de sufrimiento interno fue el que desgarró a Mi amantísimo
Corazón, desde el instante mismo de Mi Encarnación hasta que entregué Mi
Espíritu en manos de Mi Padre. En este sufrimiento se complacen las miradas del
Padre; y él es el que partiendo de un alma pura, alcanza más gracias
celestiales. <u>Todo Padecimiento y todo Sufrimiento es Cruz, y constituyen el
camino derecho para el Cielo. <o:p></o:p></u></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>Ellos preparan al alma para la Contemplación y la conservan: ellos son
indispensables apoyos para la Oración, y su alimento y su vida.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>A la medida del dolor descienden las gracias para el alma y para las
almas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>El dolor es el Arca Santa de los divinos favores. Sin dolor no hay
alegría, es decir, no hay oración, ni contemplación, ni sólida virtud, esto es:
sin sufrimiento no existe sencillamente la vida espiritual.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>La palanca de la vida espiritual es el dolor manifestado en las
diferentes formas de sufrimiento y padecimiento. Muy grande y encumbrada es
esta virtud brotada de Mi Corazón Santísimo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>El Sufrimiento espiritual perfecto consiste en recibir, buscar y gozarse
en el sufrimiento, padecimiento y toda clase de mortificación voluntaria o
impuesta, ya directamente por Mí mismo, ya por parte del prójimo o ya
proporcionada por la misma alma.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>Esta definición encierra un campo vastísimo de crueles y terribles
martirios. Con sólo eso llegaría cualquier alma que pasase por este camino a la
más alta perfección.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>Los enemigos del sufrimiento y del padecimiento son muchos y combaten en
favor del mundo, demonio y carne. La comodidad y el placer hacen inmensos
esfuerzos para derrotar el sufrimiento y el padecimiento.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>La delicadeza afina y pone en juego todas sus armas, la flaqueza y
debilidad los hacen tropezar y hasta llega a caer.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>Pero el dominio propio, la firmeza, la energía y la constancia son sus
apoyos y las armas también con las cuales alcanza la victoria. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>¡Felices mil veces las almas vencedoras!<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>5.- Mortificación<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>Nota.- El sufrimiento y la mortificación van más al interior del alma.
La penitencia y el padecimiento se refieren más al cuerpo. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>La mortificación es el constante quebrantamiento de todo propio querer.
Sólo está incluido en el total sacrificio de la obediencia: sin embargo, puede
el alma actuarse en todas sus operaciones, ya que la virtud de la mortificación
es el incienso del alma. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>Esta virtud es muy amada de Mi Corazón, la cual se desarrolla y crece
practicándola.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Es una hija predilecta
del Espíritu Santo y su misión es purificar a las almas por el sacrificio, y su
perfección consiste en que este sacrificio sacudido de todo propio interés,
suba al Cielo por el solo y puro amor. Este puro amor tiene muchos grados y
extensión.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>La mortificación es una grande virtud hija del sufrimiento y hermana del
padecimiento. Es la mortificación la sal con la cual sazonan todas las
virtudes, ellas son desabridas sin esta sal indispensable para su sabor.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>La mortificación, aunque es también hija del sufrimiento, es mayor que
su hermano el padecimiento y más parecida a su padre en el sentido de que va al
interior del alma a practicar su misión.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>La misión de la mortificación es divina y su práctica lleva al alma a un
alto grado de perfección.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>El alma mortificada es pura, obediente, humilde, penitente y la
acompañan todas o la mayor parte de las virtudes. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>La mortificación tiene la virtud especial de levantar el alma de las
cosas de la tierra y de atraer por su medio la presencia de Dios.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>La mortificación es la leña o combustible con que se enciende el alma en
divino fuego.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>La mortificación es una virtud secreta que en el ocultamiento y
obscuridad hace grandes progresos. Es enemiga del ruido, y en un profundo
silencio se ejercita y crece. Tiene su asiento en el alma pura o purificada. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>Es la mortificación una virtud gigante y aun cuando se muestre en la
pequeñez de la humildad, o con su vestidura, ella derroca a enemigos muy
capitales del alma.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>Es virtud guerrera que consigo lleva a la lucha y no descansa en su
misión, proporcionando al alma que la posee, infinitos modos y medios de
merecer.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>La mortificación domina a los sentidos y pone a raya a las pasiones del
hombre. Se interna hasta en la potencias del alma y pasa aún más allá, esto es,
al campo vastísimo interno dentro del cual también impera ejerciendo ahí su
dominio y su influencia más perfecta.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>Es virtud tan fuerte, que derroca a la voluntad humana, la pisa y hace
de ella su asiento, la rinde totalmente con su trabajo y esfuerzo, y de tal manera
llega a sujetarla, que aquel feliz y mil veces feliz espíritu que la tiene por
su reina llega a vivir y a respirar dentro de ella y por ella misma.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>Esta virtud tiene infinitas recompensas celestiales para el alma que la practica,
no sólo en la eternidad, sino aún en el tiempo. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>Sus enemigos son los mismos que los del sufrimiento y padecimiento, pero
esta virtud como aborrece de muerte a la comodidad, a la delicadeza y al
placer, esgrime heroicamente todas sus armas para defenderse, apoyándose en la
humildad y en la constancia.<o:p></o:p></span></p><br /><p></p>Arietecatolicohttp://www.blogger.com/profile/17844751030066829888noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4598062608837360704.post-37597574052254876192024-01-09T10:58:00.000-08:002024-01-09T10:58:27.511-08:00LA TRAVESÍA DE LOS SANTOS REYES (Sermón de Epifanía R.P. Rafael OSB)<p style="text-align: center;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhkLbe_rw3XUkQrkuBfujUKU0DeJYUdl-mg9-6fzvNHmeYMOp6fMVZk4elBSnmKyCalB4O8HOpI-EW0zeOk_MO3aPhZDglSYqPaTtrhPHNZqaA5Zr5bpWo-ezOBoZBsQVTdkJYWaU-VVfy-rz65BnF4NBqaqJ92NHwQs6DggjJHRjs2gKlF9rL6NN43lo9I/s451/image.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="451" data-original-width="300" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhkLbe_rw3XUkQrkuBfujUKU0DeJYUdl-mg9-6fzvNHmeYMOp6fMVZk4elBSnmKyCalB4O8HOpI-EW0zeOk_MO3aPhZDglSYqPaTtrhPHNZqaA5Zr5bpWo-ezOBoZBsQVTdkJYWaU-VVfy-rz65BnF4NBqaqJ92NHwQs6DggjJHRjs2gKlF9rL6NN43lo9I/s320/image.png" width="213" /></a></div><br /> <p></p><p><span style="font-size: large;">" Quiero que reflexionen que el viaje que hicieron los tres Santos Reyes es como nuestro viaje aquí en la tierra rumbo al Cielo, es muy similar. Primero, la estrella representa un ángel, para nosotros representa la Fe que nos conduce a Nuestro Señor Jesucristo continuamente, a Su Corazón, a Su Voluntad, a Su presencia, hacia el Cielo. Así que tenemos que vivir como peregrinos todo el tiempo, debemos estar listos a dejar todo si el la Voluntad de Dios. San Benito dice que lo más difícil de dejar atrás es nuestra propia voluntad, por eso es que la obediencia es la herramienta más poderosa. Por la obediencia, sabemos que estamos cumpliendo la Voluntad de Dios y dejamos de lado nuestra propia voluntad. En los Monasterios nos vamos a seguir la estrella, a seguir la Voluntad de Dios, porque sabemos que el principal enemigo somos nosotros mismos, nuestra propia voluntad. tanto que la regla de San Benito dice que debemos odiar nuestra propia voluntad. Es una de las sentencias más poderosas de la santa Regla. Es un privilegio estar bajo la obediencia de alguien. Hay que tener inteligencia y doctrina para cuando el superior o la autoridad nos dice algo y tenemos que ser capaces de discernir si es pecaminoso o no. Pues si es pecado no se obedece a esa autoridad, se obedecería a la siguiente autoridad que en nuestro caso sería nuestra Santa religión, los Apóstoles, los Mandamientos de Nuestro Señor Jesucristo.</span></p><p><span style="font-size: large;">Cuando los Santos Reyes perdieron la estrella y quedaron en obscuridad, buscaron consejo de Herodes y cuando les dijeron ir a Belén, la estrella apareció de nuevo. Es otra lección: Dios nunca va a abandonarnos. La virtud de esperanza, nos obliga a confiar en Nuestro Señor, incluso en la obscuridad.</span></p><p><span style="font-size: large;">Este mundo ahora está realmente en obscuridad, por todos lados, y en cualquier tema. La gente se desanima, y busca consuelos y la estrella, que es la Fe, es sobrenatural. Así que aun cuando estamos en obscuridad, sabemos qué es lo que debemos hacer. "El justo vive de la Fe". Debemos ser fieles a Nuestro Señor y no buscar consolaciones fuera de la Voluntad de Dios.</span></p><p><span style="font-size: large;">Finalmente encontraron a Nuestro Señor. Antes de entrar a la casa, tuvieron que pedir permiso a San José para poder ver a Jesús y a María. Así que Dios usa la autoridad para dar Sus gracias. En un Monasterio, Dios da sus gracias a través del superior. En la Iglesia, Dios da Sus gracias a través del Papa, en el Cielos, Dios lo hace a través de la Santísima Virgen María. Los Santos Reyes vieron a Jesús y a María a través de San José. Dios Padre le delegó su autoridad a San José.</span></p><p><span style="font-size: large;">En este mundo, ahora la gente quiere deshacerse de la autoridad, porque la principal bandera del Vaticano II y de la nueva religión es: libertad. Falsa libertad realmente, osea, libre de la Voluntad de Dios, liberalismo; incluso entre los tradicionalistas, dicen: es mi decisión! Es mi tiempo! Siendo que esto sería esclavitud, porque asegurar mi voluntad y a mi mismo, es atarme yo mismo a algo humano, por lo tanto estoy atado y soy esclavo de las criaturas o de mi voluntad. Es por esto que tenemos que seguir el orden que Dios nos ha dado, que es siempre seguir Su Voluntad. Decir que tenemos que odiar nuestra propia voluntad suena muy duro. Pero es exactamente lo que tenemos que estar haciendo. Ir contra nosotros mismos. Porqué? Porque somos humanos, mi mente es humana, mi razonamiento es humano, y NO estamos aquí para seguir cosas humanas, estamos aquí para seguir cosas divinas, somos hijos de Dios. Esta es la razón por la cual tenemos que odiar nuestra propia voluntad. Por eso es que nos vamos a los Monasterios a seguir la voluntad de Dios. Nuestro Señor fue obediente hasta la muerte, y muerte de Cruz.</span></p><p><span style="font-size: large;">Otro punto a meditar es que después de que los Magos visitaron a Nuestro Señor, el Ángel les dijo que regresaran a casa. Orden muy crucificante, humanamente hablando, pues pasaron varios meses luchando por encontrar a Dios, el Rey de Reyes, el Rey de Israel, Aquél que les iba a dar todo en el cielo y en la tierra, y si lo han encontrado ellos quieren estar ahí!</span></p><p><span style="font-size: large;">Eso mismo pasa cuando queremos Sacramentos, cuando queremos Sacramentos queremos a Dios, queremos recibirlo, queremos estar con Él, en la Santa Misa, en la Comunión! Pero miren la orden de Dios a través del Ángel: regresen a casa</span></p><p><span style="font-size: large;">Regresar a sus países, que son paganos, y 33 años después serán discípulos de Nuestro Señor. Esperar 33 años para volver a ver a Dios! Pero esa es la Voluntad de Dios y fue lo que hicieron.</span></p><p><span style="font-size: large;">Es lo que estamos haciendo ahora, para ser fieles a Nuestro Señor, siguiendo la estrella y haciendo Su Voluntad, no tenemos Sacramentos tan seguido, ni sacerdotes, pero amamos a Dios sobre todas las cosas, no tenemos Sacramentos que comprometen la Fe. Es claro que no es la voluntad de Dios que vayamos a esos lugares como la San Pio X o del indulto. Por eso es muy bonito el ejemplo de los Magos, lo habían encontrado y ahora tienen que regresar a casa.</span></p><p><span style="font-size: large;">Los planes de Dios son perfectos. Si quisiéramos hacer otra cosa según nuestro punto de vista, significaría que somos más sabios que Dios. Ese es el problema. Por eso la gente pierde la Fe, porque ven las cosas de manera humana. Un terremoto que mata miles de personas, porqué lo permite Dios? Están mirando las cosas de un punto de vista humano. Dios sabe lo que hace con cada alma, El tiene el control de todo. Para algunos es tiempo de sufrir, otro de morir, o de perder su casa, para que puedan recibir gracias, o no sabemos exactamente, pero Dios permite el mal para un bien mayor. Que no lo comprendemos, claro, no somos Dios, es normal que no lo entendamos.</span></p><p><span style="font-size: large;">Debemos ser humildes, si algo no comprendemos, nos sometemos. Obedecer siempre la Voluntad de Dios. Señor, que se haga siempre Tu Voluntad, cualquiera que sea, crucifixión, no tener sacramentos en varios años, lo que Dios decida, si tenemos que morir esta noche, vamos.</span></p><p><span style="font-size: large;">En este mundo apostata también estamos contaminados y pensamos a modo humano la mayoría de las veces. Porqué yo, porque ahora, porqué está persona, nunca se le hacen preguntas a Dios, sencillamente se acepta.</span></p><p><span style="font-size: large;">Dios mío, Tú sabes lo que haces! Tú eres sabio! Tú eres bueno, Tú eres misericordioso, Tú eres justo! Tú sabes lo que haces.</span></p><p><span style="font-size: large;">Esto es también a nivel sacerdotal. El sacerdote es Cristo en la tierra. Si vamos a ser perseguidos o dejados solos, calumniados o muertos Deo gratias, Dios nos puede reemplazar o hacer lo que Él quiera. Si no tenemos Obispo, tampoco importa. Es trabajo de Dios darnos un verdadero obispo, es trabajo de Dios, no debe preocuparnos. Cómo dice San Agustín: trabaja como si todo dependiera de ti, pero al mismo tiempo como si todo dependiera de Dios. Esperarlo todo de Dios.</span></p><p><span style="font-size: large;">Es el celo apostólico, tratar de convertir a las personas, de hablarles la verdad, de corregirlos, consolarlos, visitar a los enfermos, prisioneros, ayudar a todos en cualquier momento, incluso a expensas de mi salud. Pero tan pronto empecemos a vivir de modo humano todo se colapsa. Todo se colapsa, todo se tuerce, las gracias dejan de fluir y de repente estamos fuera de las órdenes de Dios Nuestro Señor y estamos en peligro, nosotros y también aquellos a nuestro alrededor. Los fariseos no entraban, ni dejaban entrar, y Nuestro Señor dijo, a menos que sean mejores que ellos no entrareis en el Reino de los Cielos.</span></p><p><span style="font-size: large;">Cómo un niño que tendría que ser mejor que su padre, es una tarea muy muy difícil. Así que cuando los líderes están tomando una dirección diferente de la de la Voluntad de Dios, es un problema enorme, una gran preocupación y un gran peligro para cada uno de nosotros. Es por eso que estamos en esta lucha. Estamos aquí para ser crucificados como Nuestro Señor, con Nuestra Señora y llegar a ser mártires. Mártir significa ser testigos de Nuestro Señor, por Su amor, Su doctrina, Su justicia, Su misericordia, Su sabiduría, Él sabe lo que está haciendo.</span></p><p><span style="font-size: large;">Cuando Nuestra Señora de Guadalupe paró a Juan Diego quien iba en busca de Sacramentos le dijo: Juan Dieguito el más pequeño de mis hijos qué te preocupa? No estoy yo aquí que soy tu Madre? Hay algo que necesites aparte de Mí? Esa es también la pregunta para nosotros. Por eso no hay duda que esta es una batalla sobre la Fe, no de sacramentos, sacerdotes, obispos. La Fe es la que vence al demonio, al pecado, al enemigo, a nosotros mismos, al mundo, vence todo. San Pablo dice: si Dios está con nosotros, quien contra nosotros? Qué hermoso, nuestra religión es hermosa. Dos o tres con Fe son suficientes para conquistar el mundo porque Dios está en nosotros.</span></p><p><span style="font-size: large;">Si seguimos caminando llegaremos al Cielo! Con los Santos y contemplando algún día el Rostro de Nuestra Señora. Enorme recompensa!!! Sigamos en esta soledad, con estos peligros pero estamos con Dios, con la Santísima Virgen y con San José. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.</span></p><p><span style="font-size: large;">NdB: Viva Cristo Rey</span></p><p style="text-align: center;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiuFTEhDtwufWqM4AJA3YPZfyqEH2382mouW-uYmF4oFBjNftq7g24b3zO9c5ck8qb92f_SiyF6e9o5PYYW0xtfPYxD3VnsbSxMze5tqtJ1LNOwZVQW2mHY5-jl08vDC_Q7RyfKK4rvR3MFk1PPUcq0FUE-TB89DFJeA-oDIqE5ffiK9Telz42IEHTiXzCW/s428/a%20cruz%20a%20cuestas.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="428" data-original-width="428" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiuFTEhDtwufWqM4AJA3YPZfyqEH2382mouW-uYmF4oFBjNftq7g24b3zO9c5ck8qb92f_SiyF6e9o5PYYW0xtfPYxD3VnsbSxMze5tqtJ1LNOwZVQW2mHY5-jl08vDC_Q7RyfKK4rvR3MFk1PPUcq0FUE-TB89DFJeA-oDIqE5ffiK9Telz42IEHTiXzCW/s320/a%20cruz%20a%20cuestas.jpg" width="320" /></a></div><br /><span style="font-size: large;"><br /></span><p></p>Arietecatolicohttp://www.blogger.com/profile/17844751030066829888noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4598062608837360704.post-41870505863588306482024-01-03T16:50:00.000-08:002024-01-03T16:51:12.555-08:00EL SANTO ABANDONO CAP. 13 (Temor de Dios justo y sano)<p style="text-align: center;"> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhMycvOO-wOJv52EUXbTVIGCOM4lFIYuJ1Dpes3hVJghHltJhw39ioQc0IccgHjZsw-5KwkzWde9DtZ-pvCQOp8ICs1eFJM0Sf0AHDLwz2APvH320P1qIH2Q9p9kLqVhMazwCsGdPd1X5fEjnacrV34-DKIHo3ntz30yJYMBr00zAzZMXlUfmr-nKSI5GqJ/s944/ni%C3%B1ito%20JEsus%20en%20el%20taller.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="944" data-original-width="562" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhMycvOO-wOJv52EUXbTVIGCOM4lFIYuJ1Dpes3hVJghHltJhw39ioQc0IccgHjZsw-5KwkzWde9DtZ-pvCQOp8ICs1eFJM0Sf0AHDLwz2APvH320P1qIH2Q9p9kLqVhMazwCsGdPd1X5fEjnacrV34-DKIHo3ntz30yJYMBr00zAzZMXlUfmr-nKSI5GqJ/w239-h400/ni%C3%B1ito%20JEsus%20en%20el%20taller.jpg" width="239" /></a></div><br /><p></p><p><span style="font-size: large;">Cometemos faltas demasiado manifiestas, y en consecuencia, Dios mismo imprime en nuestras almas un vivísimo sentimiento de nuestros pecados, de nuestras miserias, de su infinita santidad, de sus justos juicios. El alma entonces, como dejamos dicho, temblando a los pies de un Dios tres veces santo, se pregunta con dolorosa ansiedad lo que ha de ser de ella, si será posible su salvación. Cuando se prolonga y repite con frecuencia, esta visita penetrante es a la vez una gracia preciosa y un duro purgatorio. El medio de dulcificar la prueba y aprovecharse de esa luz, es conformarnos con toda confianza y generosidad con las miras de Dios, pues El se propone producir así tres efectos de la gracia, todos ellos igualmente deseables: una pureza perfecta, una profundísima humildad, y un heroico abandono. </span></p><p><span style="font-size: large;">En primer lugar, se propone completar nuestra purificación por las angustias y ansiedad del amor. Desde hace algún tiempo el alma va recordando con amargura sus pecados, los borra, los expía, se cura de sus heridas. Ya no hay faltas habituales, las menores negligencias son combatidas, y el alma ha conseguido por fin un grado notable de pureza. Y con todo, el Dios santo y celoso la sumerge y la vuelve a sumergir en el baño del amor de arrepentimiento, para que allí se lave y se cure más y más; ¡tal es la pureza que exige para entrar en la intimidad del divino Maestro! Por lo demás, aun después de haberse desprendido por completo del pecado, quedan tendencias defectuosas que no se veían, como el buscarse a sí misma hasta en las cosas más santas, la aversión al sacrificio, el hambre de los goces delicados, el miedo a las humillaciones, la complacencia en sus méritos, la confianza en sí solo, etc. Tristes residuos del amor propio, mal tanto más funesto, cuanto que es más hábil en ocultarse y hasta en hacerse amar. ¿Quién nos lo dará a conocer y nos librará de su influencia? Nuestras prácticas diarias de oración y penitencia han dado principio a la obra; y a fin de llevarla a feliz término, Dios, que nos ama con amor más fuerte y sapientísimo, nos va a privar de sus dulzuras, va a someternos a un régimen de sufrimientos y de humillaciones interiores, escogidas y dosificadas con impecable sabiduría.</span></p><p><span style="font-size: large;">Empleará con profusión las tinieblas del espíritu, la insensibilidad del corazón, las impotencias de la voluntad, y hasta, si fuere necesario, las más humillantes tentaciones. En fin, si es de su agrado, proyectará los rayos de una luz penetrante sobre nuestras faltas y su justicia, sobre nuestras miserias y su santidad. El alma comienza por fin a conocerse y a conocer a Dios; y lo que esta visión le revela con claridad es: en nosotros, un abismo de corrupción, y en Dios, un abismo de pureza. ¿Quién podrá explicar la sorpresa de esta pobre alma, la vergüenza y horror que siente al verse tan despreciable, la necesidad que experimenta de arrojarse temblando y transida de dolor a los pies de Dios tres veces santo, con qué franqueza reconoce sus faltas, con qué sumisión acepta el castigo y cuán reconocida se muestra hacia el buen Maestro que se digna, a pesar de todo, soportarla, honrarla con celosa ternura? </span><span style="font-size: x-large;">Siente como por instinto que Dios no ha dejado de amarla: por enojado que parezca, tan sólo persigue sus miserias y trata de desembarazarla de ellas, a fin de que sea perfectamente bella y toda para El; no hace sufrir sino para curar, sus mismos rigores sólo provienen de su ardiente amor, y nos revelan sus santos celos. Es, pues, este trabajo de la Providencia un purgatorio anticipado, doloroso, pero muy saludable, en donde nuestros pecados, nuestras imperfecciones y nuestros defectos son consumidos poco a poco como la paja en la hoguera. </span></p><p><span style="font-size: x-large;">Quiere también Dios elevarnos a la más alta humildad. ¡Sublime y rara virtud e infinitamente deseable! Asegúranos nuestro Padre San Benito que ella nos elevará pronto a aquel amor que arroja fuera el temor, a aquel feliz estado en que todas las virtudes se nos hacen familiares y las practica como naturalmente en el gozo del Espíritu Santo. Mas hay doce grados que subir, y algunos de ellos muy difíciles. ¿Será posible llegar a ellos sin un especial socorro de Dios? </span></p><p><span style="font-size: x-large;">Nos los ofrece en estas penas de espíritu, especialmente en estas luces penetrantes. Cuando nos hace sentir la sequedad y falta de éxito, cuando nos entrega a las tinieblas, a la insensibilidad, a la impotencia; cuando nos hace blanco de las más rudas tentaciones, cuando imprime en nosotros el más vivo sentimiento de su justicia y de nuestras faltas, de su santidad y de nuestra corrupción, llega a ser muy fácil recibir en silencio las contrariedades y las humillaciones, conservar la alegría en cualquier abatimiento, considerarse como pobre obrero, no preferirse a nadie, ponerse de una vez en el último lugar y sin compararse con nadie. Las más bellas meditaciones sobre la humildad y todos los favores divinos no hubieran podido quizá dar el golpe de gracia a nuestro orgullo, nos hubieran dejado quizá demasiado satisfechos de nosotros mismos; mas las pruebas y las luces de que hablamos, nos inspiran como naturalmente el temor, el desprecio, el horror de nuestra miseria. He aquí por qué los santos en la cumbre de la misma perfección reputábanse el oprobio de los hombres, basura de la tierra, instrumentos a propósito para echar a perder la obra de Dios, pecadores capaces de atraer los castigos del cielo. Con frecuencia el buen Maestro los elevaba y colmaba de favores; mas, si veía serles necesario, los rebajaba y anonadaba a sus propios ojos y aun a la faz del mundo. Cuando se ha pasado repetidas veces por estas duras humillaciones, y se ha contemplado hasta la saciedad este abismo de miserias que somos nosotros, no se complacerá uno en sí mismo, ni pondrá su confianza en las luces o en sus obras. El alma se hace más pequeña como por instinto, bajo la mirada de Dios; siente la necesidad de no apoyarse sino en su infinita bondad, de arrojarse a ciegas en ese abismo que sobrepuja al abismo de nuestras miserias. Es este el triunfo de la humildad, y por consecuencia inesperada, es también el triunfo de la verdadera confianza, de aquella que no se funda en nosotros, y que se apoya plenamente en Dios sólo. </span></p><p><span style="font-size: x-large;">Dios, en efecto, se propone conducirnos a esta confianza del todo pura, y por decirlo así, heroica. Nada más fácil que ponerse en manos de Dios, cuando nos colina de favores y prodiga las pruebas de su ternura, pero se precisa un verdadero esfuerzo para realizarlo en el estado de que hablamos, tan miserable en apariencia y poco a propósito para inspirar confianza. Se necesita entonces una superabundancia de fe, de confianza y de amor, para decir a Dios a pesar de nuestros gritos de alarma: Vuestra justicia y vuestra santidad me espantan; pero conozco la infinita bondad de vuestro corazón, vuestra paciencia incansable, vuestra misericordia por mí tantas veces experimentada, y como mi alma y sus destinos eternos es lo que más amo en este mundo, a vos sólo los confío, porque en vuestras manos estarán mil veces más seguros que en las mías, pues nada temo tanto como mi debilidad. ¡ Cuánto ha de mover a Dios esta confianza filial! Jamás abandono alguno le proporcionó mayor honor ni mayor gozo; jamás, por otra parte, estuvo más justificado. ¿No han de permanecer inconmovibles los verdaderos fundamentos de nuestra esperanza en medio de estas tempestades? Todos estriban en sólo Dios; son su bondad, su poder, sus promesas, los méritos de nuestro Señor. La santidad de nuestras obras no constituye el motivo de nuestra confianza, sino solamente la condición requerida; y esta condición jamás tuvo más exacto cumplimiento. Porque estas terribles pruebas, estas miradas penetrantes han purificado nuestra alma y la han hecho crecer en humildad en la medida en que se ha prestado a la acción divina. En realidad de verdad, la falta de confianza y el desaliento que inspira, son el gran obstáculo a los designios de Dios, y hasta constituye el único peligro, mas un peligro formidable, pues pudiera precipitarnos en el abismo de la desesperación, o al menos conducirnos a la pusilanimidad. La confianza y el abandono, por el contrario, ciegan esta fuente emponzoñada del temor, de la turbación, de la inquietud y del abatimiento; y por lo mismo que unen santamente al beneplácito divino, nos conservan la paz del alma, la calma del espíritu; dulcifican la prueba y la hacen producir una exuberante cosecha de las más bellas virtudes. Sean cualesquiera la amargura y la duración de estas penas, de tal suerte hemos de obrar, que nos purifiquen más y más y nos sumerjan en la humildad; para conseguirlo, velaremos con particular cuidado a fin de conservarnos constantes en la confianza y en el abandono, cuando el Señor derrame en nosotros estos piadosos sentimientos, o cuando </span><span style="font-size: x-large;">nos deje, ayudados de su gracia, el cuidado de producirlos y conservarlos. Ya que su adorable voluntad ha de ser la regla y medida de nuestros deseos aun los más santos, trataremos de estar siempre contentos con lo que El quiere o permite. Basta que El esté satisfecho; y lo estará desde el momento en que estemos plenamente sometidos a El. No es necesario que estemos contentos de nosotros mismos, o mejor, «la señal más cierta de nuestro adelantamiento es la convicción de nuestra miseria, y seremos tanto más ricos cuanto nos creamos más pobres y estemos interiormente más humillados, más desconfiados de nosotros mismos, más dispuestos a no confiar sino en Dios». Lejos de desconcertarnos por estas pruebas, una vez que permanezcamos sumisos, confiados, generosos, bendeciremos a Dios, porque «constituyen una especial gracia, más preciosa y segura que la consolación a la que han seguido. No resistáis, dejaos abatir, humillar, anonadar. </span></p><p><span style="font-size: x-large;">Nada hay más a propósito para purificar vuestra alma, y no sabríais llevar a la sagrada Comunión una disposición más en armonía con el estado de anonadamiento a que Jesucristo se ha reducido en este misterio. El, por su parte, no podrá rechazaros cuando os acerquéis humillados y anonadados en el abismo profundo de vuestra miseria: así hablaba el P. de Caussade, y añade en otra parte: «No he visto jamás un alma favorecida con estas visitas penetrantes y humillantes, para quien no se hayan trocado en gracias singulares de Dios, y que no haya encontrado en ellas el verdadero conocimiento de sí misma, esta solidez de la humildad de corazón que es la base de toda perfección... Tembláis vos por vuestro estado, y yo bendigo por ello a Dios en vuestro nombre, y sólo os deseo un cambio, y es: que a vuestro anonadamiento se junten la paz, la sumisión, la confianza y el abandono. Después de esto, nada temeré por vos.»</span></p><p style="text-align: center;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhyv0jYWw7XxEr_C_Cx0quUbqQdo1t4zwYBABSxaExIs4pkCEO7z74GnHC6Z_E7Aa5xVpewWOa_cVgb9EE5Fzqc2qD1yO2FJwr-NwCke2tuTZmG2Shf1vkS9q2_GtsCcmjbzIDPRQ2Uc5PxHtfqyPr3h3Gtu3UPu1s3PoIgFJjtEmsIimw1oMeylDH1emtz/s468/ni%C3%B1ito%20Dios.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="468" data-original-width="387" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhyv0jYWw7XxEr_C_Cx0quUbqQdo1t4zwYBABSxaExIs4pkCEO7z74GnHC6Z_E7Aa5xVpewWOa_cVgb9EE5Fzqc2qD1yO2FJwr-NwCke2tuTZmG2Shf1vkS9q2_GtsCcmjbzIDPRQ2Uc5PxHtfqyPr3h3Gtu3UPu1s3PoIgFJjtEmsIimw1oMeylDH1emtz/s320/ni%C3%B1ito%20Dios.png" width="265" /></a></div><br /><span style="font-size: x-large;"><br /></span><p></p><p><span style="font-size: large;"> </span></p>Arietecatolicohttp://www.blogger.com/profile/17844751030066829888noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4598062608837360704.post-88703024761640305972023-12-29T16:59:00.000-08:002023-12-29T17:03:09.801-08:00TE DEUM LAUDAMUS (31 DICIEMBRE 2023)<p style="text-align: center;"> </p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: large;">DEMOS GRACIAS A DIOS POR TODO LO RECIBIDO EN ESTE AÑO QUE FINALIZA</span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: large;">DEO GRATIAS</span></p><p style="text-align: center;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/sLwBlTaOGIQ" width="320" youtube-src-id="sLwBlTaOGIQ"></iframe></div><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-size: x-large;">¡Adelante católicos cristeros contrarrevolucionarios!</span></div><p></p>Arietecatolicohttp://www.blogger.com/profile/17844751030066829888noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4598062608837360704.post-90196464014876543412023-12-23T18:05:00.000-08:002023-12-23T18:05:50.876-08:00PREPARACION PARA NAVIDAD (Sermón sobre la autoridad y corrección)<p style="text-align: center;"> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjwCm0o89JmKB2cHrOGr1O6LZrHnD1yMInBywrUGip9qo1TIMT5jzFXP3CEqQisDOaQHjtq8Gy_r3UMUXMPrOkPHpVGMGrR_0as8A-Jpr8ML07MwSko93sxttCk3bEUz2KDDr-8syqCvrHfExzD1nEHxwfcY-83tPW0feiFUV-vdgo-HwnmvSqp9sKke7ZN/s830/obra%20de%20la%20redenci%C3%B3n.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="830" data-original-width="593" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjwCm0o89JmKB2cHrOGr1O6LZrHnD1yMInBywrUGip9qo1TIMT5jzFXP3CEqQisDOaQHjtq8Gy_r3UMUXMPrOkPHpVGMGrR_0as8A-Jpr8ML07MwSko93sxttCk3bEUz2KDDr-8syqCvrHfExzD1nEHxwfcY-83tPW0feiFUV-vdgo-HwnmvSqp9sKke7ZN/s320/obra%20de%20la%20redenci%C3%B3n.png" width="229" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: large;"><a href="https://elarietecatolico.blogspot.com/2022/12/feliz-navidad-y-feliz-ano-nuevo-les.html">PARA ESCUCHAR EL SERMON DAR CLIC AQUI</a></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjTLD8kkrEiYPbspyz30nWFwtyEwPvGjtBcUkB8WuyNe0zOND1hpp84ZD0xeZ51BV8t61aNFsoH3qiUOkr4fSJjyq_tltO7rm187nIy8gh_pT4bUOWdfIalbro5XAllcrQRF9v4-9yn51gxWTyAA8TOG0XEdTv3jnmX4OdtFN_YIP2RJnQrfrozQOJOxGrh/s320/PADRE%20rAFAEL.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="240" data-original-width="320" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjTLD8kkrEiYPbspyz30nWFwtyEwPvGjtBcUkB8WuyNe0zOND1hpp84ZD0xeZ51BV8t61aNFsoH3qiUOkr4fSJjyq_tltO7rm187nIy8gh_pT4bUOWdfIalbro5XAllcrQRF9v4-9yn51gxWTyAA8TOG0XEdTv3jnmX4OdtFN_YIP2RJnQrfrozQOJOxGrh/s1600/PADRE%20rAFAEL.jpg" width="320" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><br /><p></p>Arietecatolicohttp://www.blogger.com/profile/17844751030066829888noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4598062608837360704.post-61589008532602145172023-12-23T17:56:00.000-08:002023-12-23T17:56:26.377-08:00FELIZ NAVIDAD Y FELIZ AÑO NUEVO LES DESEAMOS A TODOS <p style="text-align: center;"><span style="font-size: large;"> FELIZ NAVIDAD Y SANTO AÑO NUEVO LES DESEA EL ARIETE CATOLICO</span></p><p style="text-align: center;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhsF0w6lXwAZAdka-NeyW3Y1w5kRzY-Cm2QKKclW7uYajGFo83GVnJL09ji0Bwftwmy6N-8T5wiULfDSN5O6QEHK5niZNnimaL_vjVchTZmtc3ZvM66AxheNOLknH67IkjktkKwb_t0zisZmRv0RexMw0Dk6_clf1WEyqCv7jW27ArdZHRQk0vGBBuVjg/s900/nativity-and-angels.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="900" data-original-width="642" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhsF0w6lXwAZAdka-NeyW3Y1w5kRzY-Cm2QKKclW7uYajGFo83GVnJL09ji0Bwftwmy6N-8T5wiULfDSN5O6QEHK5niZNnimaL_vjVchTZmtc3ZvM66AxheNOLknH67IkjktkKwb_t0zisZmRv0RexMw0Dk6_clf1WEyqCv7jW27ArdZHRQk0vGBBuVjg/w285-h400/nativity-and-angels.jpg" width="285" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><p></p><div style="background-color: #880000; color: seashell; font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif; font-size: 13.2px; text-align: center;"><span style="font-size: large;">FIDELIDAD CATÓLICA MEXICANA LES DESEA UNA MUY FELIZ Y SANTA NAVIDAD Y FELIZ AÑO NUEVO.</span></div><div style="background-color: #880000; color: seashell; font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif; font-size: 13.2px; text-align: center;"><span style="font-size: large;"> </span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><div style="background-color: #880000; color: seashell; font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif; font-size: 13.2px;"><span style="font-size: large;">YA SON 11 AÑOS, POR LA GRACIA DE DIOS, CON ESTE HUMILDE APOSTOLADO.</span></div><div style="background-color: #880000; color: seashell; font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif; font-size: 13.2px;"><span style="font-size: large;"><br /></span></div><div style="background-color: #880000; color: seashell; font-family: arial, tahoma, helvetica, freesans, sans-serif; font-size: 13.2px;"><i><span style="font-size: large;">"Porque la salvación está ahora mas cerca que cuando empezamos a creer" (Romanos 13:11)</span></i></div><div style="background-color: #880000; color: seashell; font-family: arial, tahoma, helvetica, freesans, sans-serif; font-size: 13.2px;"><i><span style="font-size: large;"><br /></span></i></div><div style="background-color: #880000; color: seashell; font-family: arial, tahoma, helvetica, freesans, sans-serif; font-size: 13.2px;"><span style="font-size: large;">¡ADELANTE CATÓLICOS CONTRARREVOLUCIONARIOS!</span></div></div><p style="text-align: center;"><br /><span style="font-size: large;"><br /></span></p>Arietecatolicohttp://www.blogger.com/profile/17844751030066829888noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4598062608837360704.post-88654759124443480012023-12-21T16:38:00.000-08:002023-12-21T16:39:09.058-08:00LA IGLESIA OCUPADA (CAPITULO 6) EL SIGLO EN EL QUE TODO FUE POSIBLE Y TODO SE COMPROMETIO<p style="text-align: center;"> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg1Ewy0tjo37GQ6_O8JF0eMfuG3NaRTsx3ApxYFpaP9CT7QOCdUQYLgz3BqD6aSw7cZvH8KYU20JGkNAakhTtrJjUgA5yEgtz1PJXhlu-emJ1FyDTx0ZWa1OQJ1DO3BEpGCHwMFF1xH2r7MaI0oAh1v3oORdjKhTYCRAXGP_n2h1I0VwvgZoURVQ7hsmOj7/s320/image.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="320" data-original-width="240" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg1Ewy0tjo37GQ6_O8JF0eMfuG3NaRTsx3ApxYFpaP9CT7QOCdUQYLgz3BqD6aSw7cZvH8KYU20JGkNAakhTtrJjUgA5yEgtz1PJXhlu-emJ1FyDTx0ZWa1OQJ1DO3BEpGCHwMFF1xH2r7MaI0oAh1v3oORdjKhTYCRAXGP_n2h1I0VwvgZoURVQ7hsmOj7/w300-h400/image.png" width="300" /></a></div><br /><p></p><p style="text-align: right;"><span style="font-size: large;">Era una época anodina en la que los mejores se dejaban intimidar y desconcertar por los tontos.</span></p><p style="text-align: right;"><span style="font-size: large;">León Daudet</span></p><p style="text-align: right;"><span style="font-size: large;">No creo que ninguna época haya padecido semejante desprecio y semejante incapacidad para la verdad.</span></p><p style="text-align: right;"><span style="font-size: large;">Louis VEUILLIOT</span></p><p style="text-align: right;"><span style="font-size: large;"><br /></span></p><p><span style="font-size: large;"><i>Le Play - El método de observación - La constitución esencial de la humanidad - “Todo se podía prever, menos un Papa liberal” - La heroína salvaje - El Syllabus - El Primer Concilio Vaticano - El testimonio del vizconde de Meaux - La bandera blanca - “Se oían venir por los caminos los caballos blancos que traían al rey...”.</i></span></p><p><span style="font-size: large;">Un hombre iba a marcar profundamente la época en el dominio de las ciencias sociales: Frédéric Le Play. Su pensamiento hará nacer la corriente social-cristiana que no cesará de disputar el terreno a la democracia cristiana.</span></p><p><span style="font-size: large;">Frédéric Le Play había nacido en 1806, cerca de Honfleur, de familia modesta. En 1827, entra en la Escuela de Minas en donde va a trabar amistad con un condiscípulo, Jean Raynaud, muy atraído por las ideas sansimonianas, entonces de moda. Sus continuas discusiones no les hacían abandonar sus respectivas ideas. No conseguían convencerse mutuamente. Fue entonces cuando los dos jóvenes tuvieron una idea; irse de viaje y tomar por árbitro de sus juicios las realidades sociales que observasen.</span></p><p><span style="font-size: large;">Se ve lo interesante del método. Al comprobar que cualquier solución quedaba bloqueada en sus razonamientos, deciden remitirse a los hechos.</span></p><p><span style="font-size: large;">Así es cómo Raynaud y Le Play toman, en 1829, el camino de la Alemania del Norte.</span></p><p><span style="font-size: large;">No emprenden su viaje sin un plan bien trazado:</span></p><p><span style="font-size: large;">“Teníamos que conseguir, en cada región —cuenta Le Play—, tres metas principales: visitar los establecimientos especiales que para la ingeniería de minas presentasen los modelos a seguir y los escollos a evitar; permanecer en cada establecimiento el tiempo necesario para observar los hechos esenciales y después, redactar las actas que recogiesen el recuerdo de todo ello. Ponerse en íntima relación con gentes y lugares, con el fin de establecer una clara distinción entre los hechos esencialmente locales y los que tienen un carácter de interés general, buscar solícitamente a las autoridades sociales de cada localidad, observar su forma de actuar, escuchar con respeto los juicios que emitiesen sobre los hombres y sobre las cosas”.</span></p><p><span style="font-size: large;">He aquí dos jóvenes responsables que acaban de hacer un importante descubrimiento: cuando la verdad ya no surge de los razonamientos, hay que ir a buscarla en los hechos.</span></p><p><span style="font-size: large;">Desde entonces, Le Play decide consagrar todos los años seis meses de viaje para sus estudios de metalurgia, simultáneos con los de las familias y las sociedades. Esto duró veinticinco años, sólo al término de los cuales presentará su primera obra: Les ouvriers européens (Los obreros europeos) (1855).</span></p><p><span style="font-size: large;">Al final de su investigación, Le Play puede escribir con serenidad: “He llegado poco a poco a las verdades eternas, es decir, a aquéllas que han sido evidentes para los pueblos prósperos de todos los tiempos”.</span></p><p><span style="font-size: large;">En 1864, Le Play publica la Réforme sociale (Reforma social) donde resume sus conclusiones y formula su doctrina.</span></p><p><span style="font-size: large;">En este siglo XIX, que Le Play domina gracias a la intrepidez de su gestión, chocan tanto las ideas entre sí que no hay manera de entenderse. Cada uno pretende “moldear la humanidad según un ideal ficticio y arbitrario”. El método de observación, explica Le Play, “nada pide a la pura abstracción, ni a la autoridad de un nombre conocido, no quita nada al organismo viviente y complejo de las sociedades, sino que apoyándose sobre los hechos bien observados y sobre la historia exacta, se decide por la restauración de las buenas costumbres del pasado y por la imitación de las sanas prácticas del presente. En una palabra, la prosperidad de los pueblos modelo dirige su camino, analiza el mecanismo de su éxito e indaga sus causas profundas; entre los elementos sociales así estudiados, indica cuáles son aplicables al ambiente, estado actual y temperamento del país a reformar. Este trabajo no procede de la imaginación, de la metafísica o de las pasiones de partidos, es esencialmente una obra de ciencia y de verdad”.</span></p><p><span style="font-size: large;">Le Play sitúa con exactitud el origen de los desórdenes de la sociedad:</span></p><p><span style="font-size: large;">“Cuando más busco la causa de nuestras revoluciones y de los males que llevan consigo —escribe— más la encuentro en los sofismas que han infectado nuestra nación a fines del siglo XVIII”.</span></p><p><span style="font-size: large;">Una de las más interesantes observaciones de Le Play es que la Revolución cabe de hecho en una docena de palabras a las que no se define o cuyo sentido ha sido tergiversado, y cita entre ellas: libertad, igualdad, fraternidad, democracia, aristocracia, progreso, civilización, ciencia, espíritu moderno, etc.</span></p><p><span style="font-size: large;">“Los oradores de nuestras cincuenta mil tabernas y los periodistas que los adoctrinan —añadía Le Play—, explotan con la ayuda de estas palabras las vagas aspiraciones de las clases ignorantes, degradadas o desgraciadas. El que primero llegue adquiere así el poder de propagar el error, le basta, en efecto, con pronunciar ciertas palabras, y ya no está obligado a crear con esfuerzo los sofismas que J. J. Rousseau, ante espíritus menos engañados, hábilmente apoyaba sobre razonamientos falsos y hechos inventados. En cuanto a las clases honradas y cultivadas, lo que hacen es intentar devolver a estas mismas palabras su verdadero sentido y así, el empleo que de ellas hacen empeora las cosas. La intervención de algunos eminentes escritores bastaría para desacreditar esta literatura revolucionaria y detendría a los hombres de bien en la pendiente peligrosa por la que se deslizan (...). Cuando nos hayan desembarazado de esta fraseología embrutecedora, volveremos a tomar posesión de nuestras fuerzas intelectuales”.</span></p><p><span style="font-size: large;">El mito de la Igualdad y el de la Libertad descansan sobre un error fundamental: la negación de la Caída.</span></p><p><span style="font-size: large;">Lo que a un gran filósofo, como Blanc de Saint- Bonnet, le llevó largo tiempo analizar, Le Play lo descubre con sus indagaciones. J. J. Rousseau ha falseado todo el razonamiento social el día en que ha proclamado, sin la menor prueba:</span></p><p><span style="font-size: large;">“El principio fundamental de toda la moral sobre el que he razonado todos mis escritos, es que el hombre es un ser bueno por naturaleza, amante de la justicia y el orden; que no hay maldad original en el corazón humano y que los primeros movimientos de la naturaleza son siempre rectos”.</span></p><p><span style="font-size: large;">El mal sería extraño a la naturaleza del hombre, son las instituciones las que le corrompen y bastaría con cambiarlas para restablecer el reino del bien.</span></p><p><span style="font-size: large;">Desde entonces, observa Le Play, “el problema social no es como se ha creído hasta el presente, hacer respetar a las sociedades y a sus dirigentes las instituciones que han dado a los pueblos la mayor fuente de prosperidad, sino al contrario, destruir estas instituciones para extirpar la fuente del mal y devolver al hombre su estado original de perfección”.</span></p><p><span style="font-size: large;">Este dogma rousseauniano es el verdadero fundamento de la subversión. Allí yace el Error Básico, la Gran Negación, el olvido del Pecado original.</span></p><p><span style="font-size: large;">El hombre escapa a toda disciplina, es libre, pero libre en contra de la naturaleza, que es tanto como decir que no lo es en absoluto pues si, por aberración, puede negar las leyes naturales, de ninguna manera puede sustraerse a su sanción. Cualquier error de apreciación con respecto a esto se paga con el sufrimiento. Quien pone su mano en el fuego se quema, a quien construye la sociedad sobre bases falsas, la sociedad se vuelve contra él. El hombre es libre, pero es castigado desde el momento en que usa mal de su libertad y se engaña sobre sus verdaderas relaciones con la Naturaleza, que son de dependencia y no de Libertad.</span></p><p><span style="font-size: large;">En este sentido es, en el que se ha podido decir que toda política se prolongaba en metafísica. El que olvida la caída de nuestros primeros padres, razona al revés. Todo se sostiene. La verdad no se suministra en porciones, es un bloque enorme y poderoso. Quien lo ignore se deja aplastar por ella.</span></p><p><span style="font-size: large;">Mientras Le Play encuentra, por vía de observación, lo que él llama la Constitución esencial de la Humanidad, comprueba que “en todas partes y siempre, la felicidad de los pueblos se presenta acompañada de un cierto conjunto de condiciones que faltan, no menos invariablemente, en los pueblos que sufren”. De ello saca la conclusión que “según esto, somos llevados a enlazar por la relación de la causa al efecto, la felicidad a este conjunto de condiciones y de principios, que responden desde los primeros tiempos, a los rasgos permanentes de la naturaleza humana”, volviendo así claramente la espalda al voluntarismo democrático, los católicos liberales prosiguen el cerco de la Iglesia.</span></p><p><span style="font-size: large;">Pudieron pensar por un momento que el cardenal Mastaí que asciende al trono pontificio el 17 de junio de 1846, con el nombre de Pío IX, es de los suyos. El príncipe de Metternich, al conocer la elección del cardenal Mastai, dijo estas palabras:</span></p><p><span style="font-size: large;">“Todo se podía prever, menos un Papa liberal”.</span></p><p><span style="font-size: large;">Ozanam se enardece:</span></p><p><span style="font-size: large;">“El más firme sostén del pontífice reformador, después de Dios, es el pueblo” escribe y recordando que la Iglesia del siglo VII sojuzgada por los emperadores bizantinos, se había vuelto hacia los bárbaros del Norte, pide que después de haber velado junto al lecho fúnebre de la monarquía, se vuelva hoy hacia la democracia, que vea en esta “heroína salvaje”, el gran número de almas a conquistar y la pobreza. Termina con esta exclamación: “¡Pasémonos a los bárbaros y sigamos a Pío IX!”.</span></p><p><span style="font-size: large;">La ilusión duro poco. Exactamente dos años, hasta el día en que Pío IX tendrá que huir de Roma, expulsado por la “heroína salvaje”.</span></p><p><span style="font-size: large;">Desde París, la explosión revolucionaria de 1848 se había propagado por Europa. El primer ministro del Papa, Rossi, había sido asesinado. Pío IX se salvó huyendo precipitadamente a Gaeta. La República fue proclamada en Roma.</span></p><p><span style="font-size: large;">Bajo la dura fuerza de la evidencia Pío IX reacciona y el 8 de diciembre de 1864 denuncia en la Encíclica <i>Quanta cura</i> los monstruosos errores del liberalismo. Es falso, declara, pretender que “la sociedad humana debería estar constituida y gobernada (...) sin hacer diferencia alguna entre la verdadera religión y la falsa”.</span></p><p><span style="font-size: large;">Decidido a ir al fondo de las cosas, Pío IX añade a la Encíclica un catálogo de los “principales errores” de la época que será conocido con el nombre de Syllabus.</span></p><p><span style="font-size: large;">Esto produjo una protesta en los católicos liberales. Entonces Pío IX asesta un gran golpe: convoca el Concilio y proclama el dogma de la Infalibilidad pontificia.</span></p><p><span style="font-size: large;">De lo que sucedía entre bastidores en este Concilio poseemos una narración muy interesante del vizconde de Meaux, personalidad liberal hoy olvidada, de finales del siglo XIX. M. de Meaux acompañó a Monseñor Dupanloup, jefe de la facción liberal en el Concilio:</span></p><p><span style="font-size: large;">“Llegué a Roma hacia mediados de diciembre (1869) y salí de allí antes de finales de enero. Durante mi estancia frecuenté asiduamente la villa Grazioli, al fondo de una larga avenida, donde al amparo del ruido de Roma, el jefe de la oposición en el Concilio se concertaba con sus compañeros de armas y sus lugartenientes para dirigir la campaña, bien en el interior, bien en el exterior de la sala cerrada a los profanos. Allí, yo encontraba, no solamente a los obispos franceses de la minoría... sino también a los más famosos entre los obispos extranjeros ... Había todos los domingos, en la villa Grazioli, una comida a la que asistían, entre varios prelados, los jóvenes que Monseñor Dupanloup empleaba para comunicarse, ya fuese con los periódicos, ya con las figuras políticas de Francia”.</span></p><p><span style="font-size: large;">Con ello queda claramente situada la existencia del “partido liberal” de donde derivará el “modernismo” llamado hoy “progresismo”.</span></p><p><span style="font-size: large;">“Cuando tuve que abandonar Roma—prosigue M. de Meaux— el Concilio no había comenzado todavía a deliberar sobre la Infalibilidad, preparaba un primer decreto que salía al encuentro de los errores contemporáneos sobre la fe, su campo de acción, su necesidad, su esencia y sus condiciones, considerada como gracia y virtud sobrenatural y, en la discusión entablada sobre este tema, la escuela opuesta a la nuestra, escuela a la que acusábamos de ser hostil tanto a la razón humana como a la libertad, no se imponía...</span></p><p><span style="font-size: large;">Así pues, las cosas estaban bastante adelantadas en la contaminación del espíritu del siglo. En todo caso, el corte era claro, declarado, público.</span></p><p><span style="font-size: large;">“En los salones de la Ciudad Eterna donde la mayoría de los obispos se mezclaban con gentes de mundo, por ejemplo en el palacio Borghese o en el palacio Rospigliosi, las opiniones se dividían entre ‘infalibilistas’, ‘antiinfalibilistas’ y ‘oportunistas’ ”.</span></p><p><span style="font-size: large;">Luego, estamos claramente ante un complot en el seno de la Iglesia. Acabamos de ver terminar otro, miremos de cerca el mecanismo del de 1870.</span></p><p><span style="font-size: large;">El vizconde de Meaux nos ha dejado un cuadro bastante vivo de las intrigas que entonces se desarrollaban en Roma:</span></p><p><span style="font-size: large;">“Había —relata— una princesa extranjera, Carolina Wittgenstein, cuya conversación me interesaba. Acababa de publicar un libro sobre la Murmuración en la Iglesia y en él, con el pretexto de denunciar el pecado, había descrito, sin incurrir en la censura, las faltas y los abusos observados de cerca alrededor del Vaticano. En otro tiempo, ella había estado muy enamorada de Liszt y se decía que, para escapar a la perseverancia de su afecto, Liszt se había hecho sacerdote. Cuando la conocí, era vieja, tenía bigote, fumaba puros y recibía habitualmente a cardenales. De su relación con Liszt, conservaba sin embargo una viva simpatía por Emile Ollivier que se había casado con una hija del gran artista y que acababa de ser llamado al ministerio por el emperador. También, cuando me hablaba de los asuntos de Francia era para alabarme la adhesión al imperio liberal. Pero, en cuanto a mí, yo buscaba su conversación sobre los asuntos de Roma. El cardenal Antonelli de buena gana le hacía las confidencias que deseaba se difundiesen; de esta manera conocí los propósitos formados para intimidar y hundir a la minoría del Concilio y no dejé de informar de ello al obispo de Orléans.</span></p><p><span style="font-size: large;">“En esta controversia teológica, no eran las mujeres las menos ardientes en tomar partido. A las que más se ocupaban de ello se las llamaba en broma las ‘madres de la Iglesia’ y, entre éstas, más de una se mostraba muy celosa por Monseñor Dupanloup. Los partidarios de éste se reunían con preferencia en casa de Mme. Craven (...). Su salón era el más variado, el más europeo que se pudiese encontrar.</span></p><p><span style="font-size: large;">“Los ingleses se mezclaban allí con franceses y romanos, y además, las relaciones bastante sospechosas que M. Craven había trabado durante su estancia en Nápoles habían hecho que penetrasen algunos personajes que nosotros ‘papales’ no habíamos tenido ocasión de columbrar en otra parte; los ‘patriotas’ italianos”.</span></p><p><span style="font-size: large;">Página curiosa ésta donde se ve cómo la intriga agitaba los salones romanos porque en ellos se formaba entonces la opinión. Hoy se trafica con ella en “coloquios”, “simposios”, “consejos” y otros parloteos, pero el método velado y secreto es el mismo. Los agentes del partido se presentan en ellos con su plan bien trazado. Conocen a los afiliados al complot, los reparten y quitan los votos, las mociones. Hacen literalmente la opinión.</span></p><p><span style="font-size: large;">Las “relaciones bastante sospechosas” de las que habla el vizconde Meaux, con los “patriotas” italianos, es decir con los carbonarios y francmasones italianos prefiguran las relaciones del mundo progresista cristiano actual con los terroristas, maoístas, castristas u otros. Todo esto se ha desviado, pero el proceso es el mismo.</span></p><p><span style="font-size: large;">Los señores liberales se animaban mutuamente en su lucha contra Pío IX. La proclamación de la infalibilidad pontificia, medida contrarrevolucionaria que iba a bloquear los progresos del modernismo, era el objeto de su cólera. Veían en ella el fin de sus esperanzas de “democratizar” la Iglesia y, en efecto, les hizo falta cierto tiempo para rehacerse. No es imposible por lo demás que un día tengan un nuevo fracaso, pues el dogma proclamado hace un siglo hace que se cierna sobre el error la definición ex-cathedra que volverá a poner las cosas en su sitio. La hora y el Papa que empuñe este arma, no lo sabemos, pero esto puede producirse. El futuro no está cerrado a la esperanza. Las “puertas del Infierno” no prevalecerán.</span></p><p><span style="font-size: large;">Sin duda alguna, M. de Meaux era un hombre honrado y aunque su partido le había trastornado el juicio, le hacía sufrir su desacuerdo con el Papa: “Mientras la lucha permanecía abierta, dice, no dudé en tomar el partido del obispo de Orléans, entre los adversarios de la declaración (de infalibilidad). Mi conciencia, respecto a esto, estaba tranquila. M. P. Pététot, a quien se lo había confiado durante su corta estancia en Roma, me había dicho: ‘Puesto que usted estima que la declaración sería funesta para la Iglesia, puede, e incluso debe hacer lo poco que de usted dependa para impedirlo’. Preparado con este consejo, que era conforme a mi propia idea, me asocié pues, sin descanso y sin preocupación, a la campaña que tenía su cuartel general en Villa Grazioli”.</span></p><p><span style="font-size: large;">¿Qué dirían los modernistas triunfantes si se les devolviese el argumento?</span></p><p><span style="font-size: large;">“Cuando busco, a treinta años de distancia —confiesa M. de Meaux—, a qué obedecíamos los laicos como nosotros, por qué y cómo este debate eclesiástico tenía importancia a nuestros ojos y para la sociedad civil (...), no era el dogma de la infalibilidad lo que nos costaba admitir. Lo que temían, lo que temía nuestro partido, era el triunfo de aquellos que pretendían la proclamación de este dogma (...). Si el absolutismo triunfa en Roma, una política que sea liberal y cristiana a la vez, no será posible por mucho tiempo en París”.</span></p><p><span style="font-size: large;">He aquí el secreto: la crisis religiosa es en realidad una crisis política. Es la contaminación del mundo católico por las ideas de 1789 la que ha desencadenado la crisis modernista. El progresismo no es más que una desviación de los mismos principios.</span></p><p><span style="font-size: large;">En 1871, al recibir Pío IX a una delegación de católicos franceses les decía:</span></p><p><span style="font-size: large;">“Tengo que decir la verdad a Francia. Existe un mal más temible que la Revolución, más temible que la Commune con sus hombres escapados del Infierno que propagaron el fuego en París. Lo que yo temo, es esta desgraciada política, ES EL LIBERALISMO CATÓLICO, ÉL ES LA VERDADERA PLAGA...”.</span></p><p><span style="font-size: large;">Dos años más tarde, en una carta al obispo Quimper, precisa: “No señalamos a los enemigos de la Iglesia, éstos son conocidos, sino a los que propagan y siembran la revolución, pretendiendo conciliar el catolicismo con la libertad”.</span></p><p><span style="font-size: large;">Estamos en el fondo del problema que ya no cesará de agitar a la Iglesia de ahora en adelante: ¿hay que pretender la restauración cristiana por la Contrarrevolución, o aceptar la Revolución y no reclamar para la Iglesia más que una precaria libertad, en una sociedad fundada sobre la voluntad del Hombre y no sobre la voluntad de Dios?</span></p><p><span style="font-size: large;">Lo que hay de asombroso en los católicos liberales, que aceptan la concepción del Estado salido de la Revolución de 1789, es que no ven que lo que una propaganda ha hecho, otra puede deshacerlo. Están tan intoxicados por la creencia en lo que todavía no se llama el “sentido de la Historia”, sino “el Progreso”, que no pueden imaginar que la Historia cambie de curso.</span></p><p><span style="font-size: large;">En lugar de lanzarse impetuosamente a la reconquista de los espíritus, no tienen más idea que la de no chocar con la opinión del momento. M. Dansette ha señalado con qué vigor, por el contrario, manejan los republicanos la masa electoral: “Su propaganda cubre las paredes, sus candidatos van a llevar la palabra oportuna hasta las aldeas más pequeñas, e incluso, fuera de las elecciones, su literatura no cesa de ser divulgada en las ferias”.</span></p><p><span style="font-size: large;">Entre 1873 y 1875, el destino, para Francia, queda en suspenso. La Asamblea de Versalles, compuesta en su mayoría de monárquicos, puede restablecer la monarquía de la forma más legal del mundo. Ahora bien, no lo hace. ¿Por qué? Porque entre los monárquicos existe la misma facción liberal:</span></p><p><span style="font-size: large;">“Todo se viene abajo, porque el acuerdo que se establece sobre la cuestión de régimen, se deshace por la cuestión del liberalismo. El conde Chambord tenía una concepción de la Realeza tradicional y cristiana que repudiaban los parlamentarios liberales. Aceptaban a Enrique V, pero con la Monarquía acomodada a su gusto, es decir, siguiendo las palabras clave, ‘el rey atado como un embutido’. El incidente de la bandera no ha sido más que un pretexto del que se ha usado y abusado para cortar el camino a un programa que no agradaba”.</span></p><p><span style="font-size: large;">El 8 de mayo de 1871, el señor conde de Chambord, declara:</span></p><p><span style="font-size: large;">“Sepamos reconocer al fin que el abandono de nuestros principios es la verdadera causa de nuestros desastres. “Una nación cristiana no puede desgarrar impunemente las páginas seculares de su historia, romper la cadena de sus tradiciones, encabezar su Constitución con la negación de los derechos de Dios, desterrar todo pensamiento religioso de sus códigos y de su enseñanza pública. “En estas condiciones, jamás hará otra cosa que un alto en el desorden, oscilará perpetuamente entre el cesarismo y la anarquía, esas dos formas El fin del siglo XIX es uno de los períodos más dramáticos de la historia. Parece que por última vez la posibilidad de restaurar el Orden tradicional de las Sociedades se le ofrece a Francia y, tras ella, por el ejemplo que daría por la difusión de su cultura, a Europa, a lo que mañana se llamará el Occidente.</span></p><p><span style="font-size: large;">Se ha dicho: si la restauración de la monarquía no se ha hecho, es por culpa del conde de Chambord, que no ha querido ceder en la cuestión de la bandera. Louis Veuillot ha contestado muy bien a los orleanistas: “Si vuestra bandera tricolor es un símbolo, y si la aceptáis como símbolo, no se trata de reforma, sino de abjuración”.</span></p><p><span style="font-size: large;">Algunos años más tarde, en el Orme du Mail, Anatole France, al evocar la situación de 1873, escribía:</span></p><p><span style="font-size: large;">“Se oían venir por los caminos los caballos blancos que traían al rey. Enrique Deodato venía a restablecer el principio de autoridad de donde salen las dos fuerzas sociales: el mando y la obediencia; venía a restaurar el orden humano con el orden divino, la sabiduría política con el espíritu religioso, la jerarquía, la ley, los principios, las libertades verdaderas, la unidad. Removiendo sus tradiciones, la nación volvía a encontrar con el sentido de su misión el secreto de su poder, el signo de la victoria”.</span></p><p><span style="font-size: large;">La oposición de Prusia, la astucia de las logias, la corrupción de la burguesía orleanista, la molicie de la gente de bien frustraron este posible destino, “y el pueblo cayó en la República: es decir, que repudió su herencia, que renunció a sus derechos y a sus deberes para gobernarse según su voluntad y vivir a su gusto en esa libertad a la que Dios pone trabas y que derriba sus imágenes temporales, el orden y la ley”.</span></p><p><span style="font-size: large;">Admirable visión de la corriente que arrastrará en adelante a este final del siglo XIX, hacia los desórdenes que le esperan, los trastornos de los que, hoy todavía, sufrimos las consecuencias.</span></p><p><span style="font-size: large;">A casi un siglo del acontecimiento, la Revolución de 1789 vencía a los principios contrarios que la habían contenido durante todo el siglo XIX. Ese gran siglo de la Batalla de las Ideas, en el que todo fue posible y todo se comprometió.</span></p>Arietecatolicohttp://www.blogger.com/profile/17844751030066829888noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4598062608837360704.post-59708728652791982842023-12-21T15:16:00.000-08:002023-12-21T15:16:28.659-08:00EL SANTO ABANDONO CAP. 13 (Temores diversos)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgEVlsezcpXX4z5GkNQjbOTRB_7exdzBtosQLmBQsuZTb7kIDazzZa2VHOZAImUwWa_DWIY2iC7iZtV55LDNfbYGkj3tymxoETxdlnmXqr4ZBmXzyu_EtTrBqDUG2Qkb1lAenl9c6UKcwNu6U8WH21TUIrl5bssgzScu2_n-P6W7slkiDsxj5ApRSUmMD-d/s447/ciego%20nacimiento.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="363" data-original-width="447" height="260" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgEVlsezcpXX4z5GkNQjbOTRB_7exdzBtosQLmBQsuZTb7kIDazzZa2VHOZAImUwWa_DWIY2iC7iZtV55LDNfbYGkj3tymxoETxdlnmXqr4ZBmXzyu_EtTrBqDUG2Qkb1lAenl9c6UKcwNu6U8WH21TUIrl5bssgzScu2_n-P6W7slkiDsxj5ApRSUmMD-d/s320/ciego%20nacimiento.jpg" width="320" /></a></div><br /><p style="text-align: center;"><br /></p><p><span style="font-size: large;">Recordemos, ante todo, que el derecho a la paz se mide</span></p><p><span style="font-size: large;">por la buena voluntad, y que, para gozar una paz profunda, ha</span></p><p><span style="font-size: large;">de estar la voluntad plenamente sometida a la de Dios. Aun en</span></p><p><span style="font-size: large;">este caso no estamos por completo al abrigo de posibles</span></p><p><span style="font-size: large;">peligros; por eso es preciso preservarse por medio de la</span></p><p><span style="font-size: large;">oración y la vigilancia.</span></p><p><span style="font-size: large;"><br /></span></p><p><span style="font-size: large;">Hablamos aquí con las almas generosas y prudentes que</span></p><p><span style="font-size: large;">se verán asaltadas de no pocos temores, amenazándolas</span></p><p><span style="font-size: large;">turbar su paz, por otra parte tan legítima. A fin de</span></p><p><span style="font-size: large;">tranquilizarlas, comenzaremos por decirles con el P. Grou: </span><span style="font-size: x-large;">« 1º</span></p><p><span style="font-size: large;">Dios no turba jamás a un alma que desea sinceramente ir a El.</span></p><p><span style="font-size: large;">La amonesta, y tal vez la reprenda con severidad, pero nunca</span></p><p><span style="font-size: large;">la turba; por su parte el alma reconoce la falta, se arrepiente</span></p><p><span style="font-size: large;">de ella, la repara, y todo lo hace con paz y tranquilidad de</span></p><p><span style="font-size: large;">espíritu. Si se agita y desazona, esa turbación ha de provenir</span></p><p><span style="font-size: large;">siempre o del demonio, o del amor propio, y así debe, pues,</span></p><p><span style="font-size: large;">hacer cuanto esté de su parte para desecharla.»</span></p><p><span style="font-size: large;"><br /></span></p><p><span style="font-size: large;">«2º Todo pensamiento, todo temor vago, general, sin objeto</span></p><p><span style="font-size: large;">fijo y determinado, no procede de Dios ni de la conciencia,</span></p><p><span style="font-size: large;">sino de la imaginación. Se teme no haberlo dicho todo en la</span></p><p><span style="font-size: large;">confesión, se teme haberse explicado mal, se teme no haber</span></p><p><span style="font-size: large;">llevado a la comunión las disposiciones requeridas, y otros</span></p><p><span style="font-size: large;">temores vagos por el estilo con que el alma se fatiga y</span></p><p><span style="font-size: large;">atormenta: todo esto no procede de Dios. Cuando El hace al</span></p><p><span style="font-size: large;">alma alguna reprensión, tiene ésta siempre algún objeto</span></p><p><span style="font-size: large;">preciso, claro y determinado. Hase, pues, de despreciar esta</span></p><p><span style="font-size: large;">especie de temores y pasar resueltamente sobre ellos.» Muy</span></p><p><span style="font-size: large;">distinto sería el caso, si nuestra conciencia nos reprende de manera</span></p><p><span style="font-size: large;">clara y formal.</span></p><p><span style="font-size: large;"><br /></span></p><p><span style="font-size: large;">En el P. de Caussade, se halla una dirección muy útil</span></p><p><span style="font-size: large;">acerca de multitud de temores, pero, no pudiendo exponerlos</span></p><p><span style="font-size: large;">todos, entresacamos los principales.</span></p><p><span style="font-size: large;">Existe, por ejemplo, el temor de los hombres. «Aunque</span></p><p><span style="font-size: large;">ellos pueden decir y hacer, no hacen sino lo que Dios quiere y</span></p><p><span style="font-size: large;">permite, y nada hay que no le sirva para cumplimiento de sus</span></p><p><span style="font-size: large;">misteriosos designios. Impongamos, pues, silencio a nuestros</span></p><p><span style="font-size: large;">temores, y entreguémonos por completo a su divina</span></p><p><span style="font-size: large;">Providencia, pues dispone de resortes secretos, pero</span></p><p><span style="font-size: large;">infalibles, y no es menos poderoso para conducir a sus fines</span></p><p><span style="font-size: large;">por los medios en apariencia los más contrarios, que para</span></p><p><span style="font-size: large;">refrigerar a sus siervos en medio de hornos encendidos, o</span></p><p><span style="font-size: large;">hacerlos caminar sobre las aguas. Esta protección tan</span></p><p><span style="font-size: large;">paternal de la Providencia la experimentamos tanto más</span></p><p><span style="font-size: large;">sensiblemente, cuanto nos entregamos a Ella con más filial</span></p><p><span style="font-size: large;">abandono.»</span></p><p><span style="font-size: large;"><br /></span></p><p><span style="font-size: large;">Existe también el temor del demonio y de los lazos que de</span></p><p><span style="font-size: large;">continuo nos tiende dentro y fuera de nosotros. Mas Dios está</span></p><p><span style="font-size: large;">con el alma que vela y ora; y ¿no es El infinitamente más</span></p><p><span style="font-size: large;">fuerte que todo el infierno? Por otra parte, este temor bien</span></p><p><span style="font-size: large;">dirigido es precisamente una de las gracias que nos preserva</span></p><p><span style="font-size: large;">de las asechanzas. «Cuando a este humilde temor se une una</span></p><p><span style="font-size: large;">gran confianza en Dios, se sale siempre victorioso, salvo quizá</span></p><p><span style="font-size: large;">en ciertos lances de poca importancia, en que Dios permite</span></p><p><span style="font-size: large;">pequeñas caídas para nuestro mayor bien. Sirven, en efecto,</span></p><p><span style="font-size: large;">estas caídas para conservarnos siempre pequeños y</span></p><p><span style="font-size: large;">humillados en presencia de Dios, siempre desconfiados de</span></p><p><span style="font-size: large;">nosotros mismos, siempre anonadados a nuestros propios</span></p><p><span style="font-size: large;">ojos. Pecados de consideración no cometeremos mientras</span></p><p><span style="font-size: large;">estuviéramos preocupados con este temor de desagradar a</span></p><p><span style="font-size: large;">Dios; este solo temor nos ha de tranquilizar, porque es un don</span></p><p><span style="font-size: large;">de la misma mano que nos sostiene invisiblemente. Por el</span></p><p><span style="font-size: large;">contrario, cuando cesamos de temer es cuando tenemos</span></p><p><span style="font-size: large;">motivo de temer: el estado del alma se hace sospechoso</span></p><p><span style="font-size: large;">cuando no abriga temor alguno, ni siquiera aquel que se llama</span></p><p><span style="font-size: large;">casto y amoroso, es decir, dulce, apacible, sin inquietud ni</span></p><p><span style="font-size: large;">turbación, a causa del amor y de la confianza que siempre le</span></p><p><span style="font-size: large;">acompañan.»</span></p><p><span style="font-size: large;"><br /></span></p><p><span style="font-size: large;">«Para un alma que ama a Dios, nada hay más doloroso</span></p><p><span style="font-size: large;">que el temor de ofenderle, nada más terrible que tener el</span></p><p><span style="font-size: large;">espíritu lleno de malos pensamientos y sentir su corazón</span></p><p><span style="font-size: large;">arrastrado, en cierto modo a su pesar, por la violencia de las</span></p><p><span style="font-size: large;">tentaciones. Mas, ¿no habéis meditado jamás sobre los textos</span></p><p><span style="font-size: large;">de las Sagradas Escrituras, en que el divino Espíritu nos da a</span></p><p><span style="font-size: large;">entender la necesidad de las tentaciones, y los preciosos</span></p><p><span style="font-size: large;">frutos que ellas producen en las almas que no se dejan abatir?</span></p><p><span style="font-size: large;">¿No sabéis que son comparadas al horno donde la arcilla</span></p><p><span style="font-size: large;">adquiere su consistencia y el oro su brillo; que nos son</span></p><p><span style="font-size: large;">presentadas como motivo de alegría, señal de amistad con</span></p><p><span style="font-size: large;">Dios, y enseñanza indispensable para adquirir la ciencia de</span></p><p><span style="font-size: large;">Dios? Si recordarais estas verdades consoladoras, ¿cómo</span></p><p><span style="font-size: large;">pudierais dejaros abatir de la tristeza? Cierto que las</span></p><p><span style="font-size: large;">tentaciones nunca vienen de Dios, mas, ¿no es El quien</span></p><p><span style="font-size: large;">siempre las permite para nuestro bien? ¿Y no es preciso</span></p><p><span style="font-size: large;">adorar sus santas permisiones en todo, a excepción del</span></p><p><span style="font-size: large;">pecado que detesta, y que nosotros hemos de detestar con</span></p><p><span style="font-size: large;">El? Guardaos, pues, bien de dejaros turbar e inquietar por las</span></p><p><span style="font-size: large;">tentaciones: esta turbación se ha de temer más que las</span></p><p><span style="font-size: large;">mismas tentaciones . »</span></p><p><span style="font-size: large;"><br /></span></p><p><span style="font-size: large;">Es cierto que hemos de desconfiar de nuestra debilidad, y</span></p><p><span style="font-size: large;">tomar todas las precauciones prescritas para evitar las</span></p><p><span style="font-size: large;">tentaciones, pero sería una ilusión temerla con exceso.</span></p><p><span style="font-size: large;">«Avergonzaos de vuestra cobardía, y al encontraros frente a</span></p><p><span style="font-size: large;">una contradicción o humillación, decías que ha llegado el</span></p><p><span style="font-size: large;">momento de probar a Dios la sinceridad de vuestro amor.</span></p><p><span style="font-size: large;">Confiad en su bondad y en el poder de su gracia: esta</span></p><p><span style="font-size: large;">confianza os asegurará la victoria. Y aun cuando os</span></p><p><span style="font-size: large;">aconteciere caer en algunas faltas, será fácil reparar el daño</span></p><p><span style="font-size: large;">que os causaren; este daño es por otra parte casi</span></p><p><span style="font-size: large;">insignificante, si se le compara con los grandes bienes que</span></p><p><span style="font-size: large;">adquiriréis, sea por los esfuerzos que hacéis en el combate,</span></p><p><span style="font-size: large;">sea por el mérito que resulta de la victoria, sea aun por la</span></p><p><span style="font-size: large;">humillación que os causan estas ligeras derrotas. Por lo</span></p><p><span style="font-size: large;">demás, la desconfianza que os hace huir de las tentaciones</span></p><p><span style="font-size: large;">deseadas por Dios, os proporciona otras más peligrosas de</span></p><p><span style="font-size: large;">las que no desconfiáis, porque, por ejemplo, ¿qué tentación</span></p><p><span style="font-size: large;">más evidente y más baja que el desanimaros, y decir que jamás</span></p><p><span style="font-size: large;"> tendréis éxito en la vida interior?»</span></p><p><span style="font-size: large;"><br /></span></p><p><span style="font-size: large;">Es cierto también que hemos de tener un inmenso horror al</span></p><p><span style="font-size: large;">pecado y la más exquisita vigilancia para huir de él; empero,</span></p><p><span style="font-size: large;">no se ha de confundir la tentación con el pecado. Aun los</span></p><p><span style="font-size: large;">asaltos más persistentes, la rebelión de las pasiones, las</span></p><p><span style="font-size: large;">repugnancias y las inclinaciones violentas, las imaginaciones,</span></p><p><span style="font-size: large;">las impresiones, todo esto puede muy bien no tener lugar sino</span></p><p><span style="font-size: large;">en la parte inferior del alma sin consentimiento alguno libre de</span></p><p><span style="font-size: large;">la parte superior, y por ende sin culpa alguna, y hasta puede</span></p><p><span style="font-size: large;">ser muy meritorio. Cuando la tentación no es fuerte se conoce</span></p><p><span style="font-size: large;">muy bien que, lejos de consentir, se la rechaza. No sucede lo</span></p><p><span style="font-size: large;">mismo «cuando Dios permite que la tentación llegue a ser</span></p><p><span style="font-size: large;">violenta, pues, a causa de las violentas agitaciones</span></p><p><span style="font-size: large;">involuntarias en la parte inferior, la superior, experimenta no</span></p><p><span style="font-size: large;">pequeña dificultad en discernir sus propios movimientos, y se</span></p><p><span style="font-size: large;">queda con grandes temores y perplejidades de haber</span></p><p><span style="font-size: large;">consentido. No es necesario más para envolver a las almas</span></p><p><span style="font-size: large;">buenas en las penas y espantosos remordimientos, que Dios</span></p><p><span style="font-size: large;">permite para probar su fidelidad. En esto, más aún que en</span></p><p><span style="font-size: large;">todo lo demás, deben seguir ciegamente el parecer de los que</span></p><p><span style="font-size: large;">las dirigen. Un confesor, que juzga con serenidad y sin</span></p><p><span style="font-size: large;">turbación, discierne mejor la verdad. Conoce la disposición</span></p><p><span style="font-size: large;">habitual de esas almas, la delicadeza de su conciencia, su</span></p><p><span style="font-size: large;">generosidad manifiesta; por este motivo, la aguda pena que</span></p><p><span style="font-size: large;">experimentan después de la tentación, su excesivo temor de</span></p><p><span style="font-size: large;">haber consentido, son para el confesor una prueba evidente</span></p><p><span style="font-size: large;">de que no han prestado el menor consentimiento pleno y</span></p><p><span style="font-size: large;">deliberado, pues no se pasa tan pronto de un supremo horror</span></p><p><span style="font-size: large;">al mal a su entera aceptación, y más sin advertirlo; y, por otra</span></p><p><span style="font-size: large;">parte, sabemos por experiencia que las personas que</span></p><p><span style="font-size: large;">sucumben no tienen ni estos temores. Cuanto mayores sean</span></p><p><span style="font-size: large;">unas y otras, más cierta es la garantía que resulta en favor de</span></p><p><span style="font-size: large;">la persona tentada». El temor de estar enemistado con Dios</span></p><p><span style="font-size: large;">es una pena extremadamente dura para las almas amantes.</span></p><p><span style="font-size: large;">Sucede, empero, que Dios quiere conservarlas en ella a fin de</span></p><p><span style="font-size: large;">purificarías, crucificándolas y consolándolas</span></p><p><span style="font-size: large;">momentáneamente por la seguridad que las da su director; a</span></p><p><span style="font-size: large;">la tentación siguiente volverán a caer en las mismas</span></p><p><span style="font-size: large;">perplejidades por todo el tiempo que Dios tenga a bien</span></p><p><span style="font-size: large;"> probarlas en el crisol de la aflicción. </span></p><p><span style="font-size: large;"><br /></span></p><p><span style="font-size: large;">En esta dolorosa incertidumbre deben repetir el mismo fiat</span></p><p><span style="font-size: large;">que en las otras pruebas, de las cuales quizá ésta es la más útil.</span></p>Arietecatolicohttp://www.blogger.com/profile/17844751030066829888noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4598062608837360704.post-90546292776052482992023-12-20T17:11:00.000-08:002023-12-20T17:11:11.662-08:00NOCIONES DE HISTORIA DE ESPAÑA (1a Parte)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-HuFLXWojN1bM789DGtYnuCUuJpvoZjcD0ukBf-c8Yv_GPm2z6mXbIUPMxM0yT_LRTc5tm-RvOgevqnG9vHFBPAQblWPhIX1C7ZfPwrn-RQ1QUUdEjR4Db6vYCNfwWPWcvKc9iWEFlhuUHwacLwltXHDbtPLV68SaEgCMhMyzn7ttsmpBWdkcol8l0Mal/s275/santiago%20apostol.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="183" data-original-width="275" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-HuFLXWojN1bM789DGtYnuCUuJpvoZjcD0ukBf-c8Yv_GPm2z6mXbIUPMxM0yT_LRTc5tm-RvOgevqnG9vHFBPAQblWPhIX1C7ZfPwrn-RQ1QUUdEjR4Db6vYCNfwWPWcvKc9iWEFlhuUHwacLwltXHDbtPLV68SaEgCMhMyzn7ttsmpBWdkcol8l0Mal/w400-h266/santiago%20apostol.jpg" width="400" /></a></div><br /><p style="text-align: center;"><br /></p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: large;"> NOCIONES</span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: large;">DE</span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: large;">HISTORIA DE ESPAÑA</span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: large;"><br /></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: large;">ESCRITAS POR</span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: large;">SATURNINO CALLEJA</span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: large;"><br /></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: large;">PARA TEXTO DE LAS ESCUELAS DE PRIMERA ENSEÑANZA</span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: large;">(Aprobadas por el Ordinario)</span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: large;"><br /></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: large;">UNDÉCIMA EDICIÓN</span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: large;">MADRID</span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: large;">SATURNINO CALLEJA</span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: large;">Calle de la Paz, 7, librería,</span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: large;">1884</span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: large;">NOCIONES DE HISTORIA DE ESPAÑA</span></p><p><span style="font-size: large;"><br /></span></p><p><span style="font-size: large;"><br /></span></p><p><span style="font-size: large;">PREGUNTA. – ¿Qué se entiende por historia de España?</span></p><p><span style="font-size: large;">RESPUESTA. – la narración de los sucesos ocurridos en España desde que está habitada por hombres.</span></p><p><span style="font-size: large;">P. ¿Cómo se divide?</span></p><p><span style="font-size: large;">R. En tres partes ó edades, llamadas Antigua, Media y Moderna.</span></p><p><span style="font-size: large;">P. ¿Qué tiempo comprende cada parte ó edad de la historia?</span></p><p><span style="font-size: large;">R. La Edad Antigua comprende desde Túbal (que se supone que fue el primer poblador de España), en el siglo XXII antes de Jesucristo, hasta la invasión de los bárbaros del Norte, en el siglo V después de Jesucristo.</span></p><p><span style="font-size: large;">La Edad Media comprende desde la venida de los godos (siglo V de la Era cristiana) hasta la completa expulsión de los árabes de España, en el reinado de los Reyes Católicos (siglo XV).</span></p><p><span style="font-size: large;">La Edad Moderna comprende desde la expulsión de los árabes hasta nuestros días.</span></p><p><b><span style="font-size: large;">España fabulosa.</span></b></p><p><span style="font-size: large;">P. ¿Quién fue el primer poblador de España?</span></p><p><span style="font-size: large;">R. Túbal, hijo de Jafet y nieto de Noé, se supone que fue el primero que vino a España, en el siglo XXII antes de Jesucristo, y se ignora en qué punto fijó su residencia.</span></p><p><b><span style="font-size: large;">España fenicia.</span></b></p><p><span style="font-size: large;">P. ¿Cuándo vinieron los fenicios a España?</span></p><p><span style="font-size: large;">R. En los siglos XVI y XV antes de Jesucristo. Saliendo del Oriente, cruzaron el Mediterráneo en toda su extensión con el solo objeto de ensanchar su comercio.</span></p><p><span style="font-size: large;">P. ¿Quién era el jefe de los fenicios?</span></p><p><span style="font-size: large;">R. Midácrito, hombre de mucho valor e ingenio: llegó frente a Calpe (hoy Ceuta) y Ávila (hoy Gibraltar), que son dos formidables rocas donde construyó dos columnas en honor de los dioses, según costumbre de su época. Desde aquellas alturas vió los dos mares, Atlántico y Mediterráneo, puesto que el estrecho de Gibraltar no existía, y los mandó juntar por medio de un canal.</span></p><p><span style="font-size: large;">P. ¿Cómo pagó aquella generación el esfuerzo de Midácrito?</span></p><p><span style="font-size: large;">R. Le consideraron en vida como héroe; después de muerto llamáronle Hércules (que quiere decir hombre de gran esfuerzo), y adoráronle como a un dios, construyeron en honor suyo un templo.</span></p><p><span style="font-size: large;">P. ¿Cuál era la religión de los fenicios?</span></p><p><span style="font-size: large;">R. El politeísmo: adoraban al sol, al aire, al fuego, etc.</span></p><p><span style="font-size: large;">P. ¿Qué mejoras hicieron los fenicios en España?</span></p><p><span style="font-size: large;">R. Fundaron varias ciudades como Cádiz, Málaga, Gibraltar y otros pueblos.</span></p><p><span style="font-size: large;">Inventaron el alfabeto, la aritmética y la moneda.</span></p><p><b><span style="font-size: large;">España cartaginesa.</span></b></p><p><span style="font-size: large;">P. ¿Quiénes eran los cartagineses?</span></p><p><span style="font-size: large;">R. Oriundos de Cartago, ciudad situada en las costas de África. Vinieron a España en el siglo VIII antes de Jesucristo, desembarcaron en el país que hoy conocemos como Murcia, y la abandonaron en el siglo IV por ir a defender su república.</span></p><p><span style="font-size: large;">P. ¿Cuándo volvieron a España los cartagineses?</span></p><p><span style="font-size: large;">R. En el siglo III, a las órdenes de Amílcar Barca; conquistaron en ocho años una gran parte de la península; más al querer sujetar a los celtíberos, mandados por Orisón, fueron vencidos, muriendo Amílcar ahogado al pasar huyendo por el río Guadiana.</span></p><p><span style="font-size: large;">P. ¿Quién reemplazó a Amílcar?</span></p><p><span style="font-size: large;">R. Asdrúbal, quien, ayudado por su cuñado Aníbal, organizó el ejército cartaginés, y atacó de nuevo a Orisón, que sufrió una completa derrota.</span></p><p><span style="font-size: large;">Asdrúbal fundó Cartagena, y cuando se preparaba a nuevas empresas fue asesinado por un esclavo.</span></p><p><span style="font-size: large;">P. ¿En quién recayó el mando del ejército cartaginés?</span></p><p><span style="font-size: large;">R. Aníbal, hijo de Amílcar, a quien su padre hizo jurar odio eterno a los romanos. Las primeras disposiciones de este capitán, uno de los mejores de la antigüedad, fueron asegurar las conquistas de sus antecesores; y deseando cumplir lo que había jurado a su padre puso en sitio a la ciudad de Sagunto, que era aliada de Roma.</span></p><p><span style="font-size: large;">P. ¿Qué hicieron los saguntinos?</span></p><p><span style="font-size: large;">R. Pidieron auxilios a los romanos mientras se defendían de su poderoso enemigo. Roma ofreció ir en su ayuda, como estaba obligada, pero tal ayuda no llegó; acosados por el hambre, y negándoles el sitiador capitulación honrosa, tomaron una determinación desesperada, siendoles imposible vencer el numeroso ejército que los sitiaba,</span></p><p><span style="font-size: large;">Encendieron una hoguera, y en ella quemaron sus alhajas: esperaron la noche, y mientras las mujeres defendían la ciudad, los hombres hicieron una furiosa salida al campo enemigo, donde causaron horrorosa mortandad, vendiendo caras sus vidas.</span></p><p><span style="font-size: large;">Los que quedaron dentro de la plaza, mujeres, viejos y niños, cuando vieron sucumbir a los suyos, se dieron muerte a sí mismos después de incendiar la ciudad.</span></p><p><span style="font-size: large;">P. ¿Qué hizo Aníbal después de la destrucción de Sagunto?</span></p><p><span style="font-size: large;">R. Conquistarse el aprecio de los pueblos, mostrándose tan hábil en la política como en la guerra: y unida su buena táctica para gobernar a la desconfianza que inspiraba Roma por no haber socorrido a los saguntinos, adquirió Cartago gran ascendiente sobre los romanos, los cuales declararon la guerra a Aníbal.</span></p><p><span style="font-size: large;">P. ¿Qué hizo Aníbal al oír la declaración?</span></p><p><span style="font-size: large;">R. Como lo deseaba vivamente, no esperó que fueran a buscarle. Dividió su ejército, y con 90.000 hombres, la mayor parte españoles, se dirigió a Roma, pasando por los Pirineos y recorriendo a Francia. Al doblar los Alpes se encontró con un ejército que enviaba Roma para cortarle el paso, pero lo destrozó completamente; opusiéronle nueva resistencia, y también quedó victorioso en tres memorables batallas, llenando de terror al orgulloso pueblo romano.</span></p><p><span style="font-size: large;">P. ¿Qué hizo Roma en vista de tanto descalabro?</span></p><p><span style="font-size: large;">R. Organizó dos numerosos ejércitos: uno de ellos fue contra Aníbal, y el otro, al mando de Escipión el Grande, vino a España, y en sólo cuatro días logró rendir a Cartagena, corte de los cartagineses. Era el carácter de Escipión tan agradable, y se portó tan noblemente con los vecinos, que los pueblos, admirando sus virtudes, se pronunciaron a su favor, abatiendo de este modo el poder de los cartagineses. Escipión pasó al África a poner sitio a Cartago, a cuyo peligro acudió Aníbal, siendo vencido en la batalla de Zama, y así terminó en España la dominación cartaginesa.</span></p><p><span style="font-size: large;">Continuará...</span></p>Arietecatolicohttp://www.blogger.com/profile/17844751030066829888noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-4598062608837360704.post-50866437867633484272023-12-18T17:35:00.000-08:002023-12-18T17:36:08.257-08:00EL SANTO ABANDONO CAP 13 (LA PAZ)<p style="text-align: center;"> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEib9DG4NAfRZyP6vwb9BPj3afjdPETO_3UEtMyjLFoxh5rSwN4nlEvp86kpjGy3T8kguwRK8oKT0kBRAERy1nhyphenhyphenBr_v3WORNuH5TG23-o18yhSyYlEiQRlOF9QEFPrskhb0WAgZn_Ypm7AGBOzPxymVWW5vALmv9Mtk8PjQWAUcvVMYfJNc20Ed1X_nKmAu/s2048/01-juan-de-mesa-cristo-crucificado-hacia-1618-1620.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2048" data-original-width="1536" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEib9DG4NAfRZyP6vwb9BPj3afjdPETO_3UEtMyjLFoxh5rSwN4nlEvp86kpjGy3T8kguwRK8oKT0kBRAERy1nhyphenhyphenBr_v3WORNuH5TG23-o18yhSyYlEiQRlOF9QEFPrskhb0WAgZn_Ypm7AGBOzPxymVWW5vALmv9Mtk8PjQWAUcvVMYfJNc20Ed1X_nKmAu/w300-h400/01-juan-de-mesa-cristo-crucificado-hacia-1618-1620.jpg" width="300" /></a></div><br /><p></p><p><span style="font-size: large;">Artículo 1º.- La paz </span></p><p><span style="font-size: large;">La paz del alma es un bien soberanamente deseable, no tan sólo por la dulzura que consigo lleva, sino más aún por la fuerza que nos comunica y por las condiciones ventajosas en que nos coloca. Es casi indispensable al que desea vivir vida interior; y el Señor por otra parte se hace llamar en nuestros Libros Santos, «El Dios de la Paz».</span><span style="font-size: x-large;"> Nuestro dulce Salvador apenas nacido, hace cantar por boca de sus ángeles: «Gloria a Dios en las alturas, y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad». Cuantas veces se presenta a sus discípulos después de resucitado, les dirige este afectuoso saludo: «La paz sea con vosotros». Otro tanto hacen sus Apóstoles al principio de sus Epístolas, y el Espíritu Santo a su vez nos invita a «buscar la paz y seguirla». </span></p><p><span style="font-size: x-large;">Hay, empero, paz verdadera y paz falsa. La verdadera paz es la tranquilidad del orden. Para conseguirla es, pues, preciso poner orden en nuestros pensamientos, en nuestros afectos, deseos, en nuestras acciones y en nuestros sufrimientos; es decir, conviene que nuestra voluntad esté siempre sometida a la de Dios por la obediencia y la resignación, de otra suerte, habrá el desorden, y, «resistiendo a Dios, no se tendrá la paz», por lo menos la paz verdadera. </span></p><p><span style="font-size: x-large;">La falsa paz es la tranquilidad en la tibieza o el pecado. El Señor lo ha dicho: «No tienen paz -verdadera- los impíos» Es gracia inestimable la que Dios hace a los pecadores atormentándoles por los remordimientos hasta que despierten de su letargo; pues si permanecen tranquilos en el pecado, sería para ellos el peor de los infortunios. Con la debida proporción, otro tanto se ha de decir del alma tibia, que no puede gustar de la paz verdadera y profunda; su voluntad no es enteramente buena, un tropel de pasiones la zarandean en opuestos sentidos. Si acaso llega a tranquilizarse en su triste estado, es una señal que debe alarmamos, pues proviene de que el espíritu se ciega, el corazón se endurece y se adormece la conciencia. </span></p><p><span style="font-size: x-large;">La verdadera paz es, pues, «para los hombres de buena voluntad», y ha de tener diferentes grados como la misma buena voluntad. La mayor parte de los cristianos que observan la ley divina y se someten a la Providencia, hácenlo sólo imperfectamente, y más bien por el temor de perderse o por el deseo de salvarse; los tales, esclavos son o mercenarios, no hijos ni amigos de Dios. No hay que esperar, pues, que encuentren la paz completa prometida a los que aman la ley de Dios. Más aún dice el P. Grou: «La paz de las almas devotas, pero no abandonadas por completo a Dios, es muy endeble y vacilante, y vese a menudo turbada por los escrúpulos de conciencia, ya por el terror de los juicios de Dios, o también por los diversos accidentes de la vida. </span></p><p><span style="font-size: x-large;">¿Cuándo, pues, arraigará en un alma la paz íntima y sólida, y, por así decirlo, inalterable? Tan pronto como se entregue totalmente a Dios.» </span></p><p><span style="font-size: x-large;">No bien ha tomado tal resolución, cuando la pacificación comienza, se desenvuelve y se afianza a medida que el alma se desprende de todas las cosas, y se adhiere a la voluntad sola de Dios. Sufría, porque el amor divino la atraía hacia el deber, y el amor propio hacia los placeres de los sentidos o las satisfacciones del espíritu; era la lucha entre la gracia y la naturaleza. Ahora que desprecia su propia voluntad y no busca sino la de Dios, el desorden ha cesado, el orden queda establecido. Desde este momento, la inquietud, la turbación, la agitación se calman y dan lugar a la tranquilidad, y aun al verdadero bienestar. Y cuando el alma hubiere llegado a aquella completa libertad de espíritu que San Francisco de Sales recomendaba a Santa Juana de Chantal, y no se aficione ni al bien, ni a las consolaciones, ni a los ejercicios espirituales, sino sólo a la voluntad de Dios para que El reine en nosotros, la paz del alma será, por decirlo así, inalterable. </span></p><p><span style="font-size: x-large;">Es la primera recompensa de nuestros trabajos, es fuerza que nos sostiene en la prueba, es señal de adelantamiento. Cuando ella llega a ser más íntima, firme, inaccesible a todo lo que suele turbarnos, más claro aparece que hemos hecho sólidos progresos en la virtud, desprendiéndonos de todas las cosas, uniéndonos más estrechamente a la voluntad de Dios; de suerte, que la plenitud de la paz y la de la perfección caminan a la par y son inseparables, salvo una especial permisión de la Providencia. Este efecto prodúcese por la fuerza misma de las cosas, y subsistirá por consiguiente aun en medio de las pruebas. </span></p><p><span style="font-size: x-large;">Pero además, cuando a Dios le agrada y como El lo quiere, derrama en el alma paz sobreabundante y más saboreada, paz que hasta entonces no se había gustado, paz que la llena de un bienestar inefable y que inspira un profundo desprecio por las cosas de acá abajo. - </span><span style="font-size: x-large;">Por el contrario, aun cuando el alma se mantenga completamente fiel puede Dios, si tal es su beneplácito, quitarle esta sobreabundancia del bienestar interior, retirarle la impresión de la paz que de ordinario acompaña a la virtud, dejándole tan sólo una paz árida, sin sentimiento alguno. </span></p><p><span style="font-size: x-large;">Libre es también, si así lo quiere, para dar poder a nuestro enemigo que tratará de lanzarnos en la inquietud, la turbación y la agitación. ¿Qué haremos entonces? Adherirnos más y más a la voluntad de Dios, y abandonarnos confiadamente en los brazos de nuestro Padre que está en los cielos; pues nada hace, nada permite, sino para el mayor bien de nuestra alma, y mientras nosotros permanezcamos unidos por la fe, la confianza y el amor a esa voluntad divina, nada hay en el mundo capaz de dañarnos. </span></p><p><span style="font-size: x-large;">Habrá, pues, dos especies de paz: la una sensible, dulce y agradable, que no depende de nosotros, ni es por otra parte necesaria, y hasta ofrece secreto pábulo al amor propio. Hay otra casi insensible que reside en lo más intimo del alma, en la parte delicada del espíritu. Por lo regular es árida y sin gusto, pudiéndose tener aun en medio de las más dolorosas tribulaciones. Esta paz puramente espiritual está menos sujeta a las pretensiones del amor propio, y deja el campo más libre a la acción de la gracia. En ella es donde Dios habita como en su propio ambiente, a fin de obrar en lo íntimo del corazón cosas maravillosas, pero muy secretas y casi insensibles, que apenas se conocen sino por los efectos; es decir, cuando, bajo la bienhechora influencia de esta paz, siéntese el alma con fuerzas para permanecer firme en medio de las persistentes arideces, en las tentaciones, violentas sacudidas y las aflicciones más imprevistas. Si halláis en vos mismo esta paz árida, esta tranquilidad a pesar de las pruebas, motivo tenéis para bendecir a Dios; es suficiente para conservaros en el deber, y basta ella sola para nuestro adelantamiento espiritual; conservadla, pues, como un don precioso. A medida que vaya creciendo poco a poco, terminará por constituir un día vuestro más dulce encanto; mas es preciso que le hayan precedido los combates y las victorias. </span></p><p><span style="font-size: x-large;">Si Dios permite que el demonio y la naturaleza nos molesten con sus tentaciones, que la prueba y las dificultades surjan de todas partes, obremos lo mejor que podamos y sin perder la paz. Los pensamientos y sentimientos que turban, que debilitan y descorazonan a un alma generosa, no vienen de Dios, sino que es el demonio que se propone robarnos la calma y la fuerza de que necesitamos para vencer. No caigamos en el defecto de considerar la adversidad, ni aun la rebelión de las pasiones, como signo del alejamiento de Dios. </span><span style="font-size: x-large;">Mientras nuestra voluntad le permanezca fiel, El está cerca de nosotros y amorosamente ocupado en curarnos y hacernos mejores; a la vez que nos despega y nos humilla, nos sostiene con su fuerza invisible, y nos ayudará hasta el fin si nosotros queremos orar y luchar. Quien hubiere comprendido bien las ventajas de estos sufrimientos y de estos combates, lejos de afligirse por ellos, no cesaría de dar gracias. «No es posible gustar las consolaciones de los hijos de Dios, sino después de haber sufrido sus rudas pruebas. </span><span style="font-size: x-large;">La paz sólo se alcanza por medio de la guerra, y no se disfruta sino después de la victoria.» </span></p><p><span style="font-size: x-large;">Necesitamos, pues, vencemos. En medio de las tentaciones, según la comparación de Santa Teresa, las pasiones sobreexcitadas son como animales inmundos, reptiles venenosos que se agitan en las entradas del castillo. No nos detengamos a mirarlos, huyamos sin demora, y subamos a la parte superior, al santuario interno donde Dios reside; allí derramemos nuestro corazón en protestas de amor y de fidelidad, en oraciones suplicantes y reiteradas. Esta prudente huida dará casi siempre por resultado el hacernos olvidar los reptiles, y siempre nos atraerá la gracia y nos asegurará la victoria. </span></p><p><span style="font-size: x-large;">Además, en todas las pruebas, como tentaciones, enfermedades, sequedades, contrariedades, humillaciones, desprecios, persecuciones, etc., el gran medio de conservar la paz es una humilde y amorosa sumisión al beneplácito divino... «¡Cuánto desearía -dice el P. de Caussade- que tuvierais más confianza en Dios, más abandono en su sabia y divina Providencia! Es ella la que dirige hasta los más insignificantes acontecimientos de esta vida, ornándolos en bien de los que se confían por completo a ella, y que se abandonan sin reserva a sus paternales cuidados. ¡Dios mío, cuánta paz interior producen esta confianza y completo abandono! ¡Y cómo libran de un sin fin de cuidados, siempre inquietos y desagradables! Sin embargo, como no se llega a esto de un golpe, sino poco a poco y mediante progresos casi insensibles, es preciso aspirar a este filial abandono, pedirlo a Dios, y ponerlo en práctica. No nos faltan las ocasiones, sepamos aprovecharlas y digamos siempre: ¡ Sí, Dios mío, Vos lo queréis, Vos lo permitís así; pues está bien, yo también lo quiero por amor vuestro; pero ayudadme y sostenedme en mi debilidad. Todo esto sea suavemente y sin esfuerzo, y de lo intimo del espíritu a pesar de las rebeldías y repugnancias interiores, de las que no ha de hacerse caso alguno, si no es para soportarlas con paciencia y entregarnos al sacrificio.» Esforcémonos por llegar hasta «amar nuestras cruces, puesto que es Dios quien nos las ha fabricado, y las fabrica aún cada día. Dejémosle hacer: El sólo conoce lo que a cada uno conviene. Si permanecemos de esta suerte firmes, sumisos y humillados bajo el peso de las cruces de Dios, en ellas hallaremos por fin, si lo juzga oportuno, el reposo de nuestras almas. Cuando por nuestra docilidad nos hubiéramos hecho acreedores a que Dios nos haga sentir la unción enteramente divina que tiene la cruz desde que Jesucristo ha muerto en ella por nosotros, entonces disfrutaremos de esta paz inalterable». </span></p><p><span style="font-size: x-large;">En resumidas cuentas, si es del agrado de Dios que, aun llenando con exactitud nuestro deber y a pesar de la más humilde sumisión, no encontremos sino una árida y entretejida multitud de pruebas, nos será conveniente abandonarnos a su beneplácito en esto como en todo lo demás, porque El nos </span><span style="font-size: x-large;">ama y sabe mejor que nosotros lo que necesitamos. Sólo una cosa hemos de temer: preferir nuestra voluntad a la de Dios. «Para evitar este peligro, es necesario querer exclusivamente, en todas las cosas, en todos los instantes y en todo lugar lo que Dios quiere porque este es el camino más seguro, y, hasta me atrevo a decirlo, el único para la perfección. Cualquier otro se presta a la ilusión, al orgullo y al amor propio.»</span></p><p> </p>Arietecatolicohttp://www.blogger.com/profile/17844751030066829888noreply@blogger.com