“Es como si la Verdad eterna quisiera exhortar a sus escogidos: cuando las desgracias del mundo se multipliquen, levantaos, alzad vuestros corazones, pues cuando el mundo, del cual no sois amigos, llegue a su fin, vuestra Redención, que habéis buscado, se acerca… Los que aman a Dios deben alegrarse y regocijarse del fin del mundo. Encontraréis tanto más pronto a Aquél que amáis cuanto más pronto desaparezca aquel a quien habéis negado vuestro amor. Un cristiano que desea ver a Dios, no debe entristecerse del juicio que condena al mundo. Aquel que no se regocija del fin del mundo que se acerca, prueba que es su amigo y el enemigo de Dios… Entristecerse de la destrucción del mundo es propio de aquel que ha dejado desarrollarse en su corazón las raíces de un amor al mundo, de aquel que no busca la vida futura y que ni aún sospecha su realidad”.
SAN GREGORIO MAGNO