Monasterio San
José
BOLETIN DE INVIERNO 2018
✞
PAX
Estimados amigos y
benefactores:
Primeramente queremos confirmarles
de que, por la gracia de Dios, efectivamente todas las misas del mes de
Noviembre fueron ofrecidas por sus fieles difuntos. !Dadles Señor el eterno
descanso!
La Navidad se acerca
nuevamente y suplicamos a la Santísima Virgen María y a nuestro Padre San José que los prepare con un santo Adviento
para recibir las sublimes bendiciones celestiales y el amor divino del Niño Jesús
que vendrá a vuestros corazones. ¡Les
deseamos a todos una santa Navidad!
Queremos también compartir con ustedes otro
gran gozo. Vamos a adquirir una nueva propiedad en Colombia la cuál es un lugar
ideal para una casa religiosa. El terreno se encuentra localizado en un lugar
llamado “Puente al Cielo”. Muchas
vocaciones están surgiendo en ese lado del mundo y les vamos a ofrecer formación
monástica en su propio país. Será un lugar para monjes y, a 3 kilómetros de
distancia, también habrá un lugar para futuras monjas benedictinas. Decidimos
iniciar este proyecto para poder comenzar a responder a las necesidades
vocacionales que se van presentando.
Hoy en día las buenas vocaciones se
presentan con serias dificultades: las distancias, las visas, las barreras
culturales y lingüísticas, etc. Estos contratiempos nos orillan a trabajar en
esa dirección. La colaboración, la compañía, y la oración de nuestros ya 90
oblatos con los que cuenta el monasterio alrededor del mundo será el elemento
providencial que hará que este proyecto se haga realidad. Dios quiera que
podamos comenzar a hacer lo mismo en otros países. La fundación en México
continúa en proceso, pero desgraciadamente se ha visto obstaculizada por los
graves acontecimientos políticos, sociales, económicos y religiosos por las que
atraviesa el país.
Las misiones que nos ha
encargado la Divina Providencia en el estado de emergencia por la crisis actual
por la que atravesamos, exigen de nosotros la creación de centros espirituales benedictinos
en sus propios países en donde también puedan tomar retiros espirituales y
llegar a ser oblatos o religiosos benedictinos.
Mientras se prolonga la
apostasía actual de
la jerarquía eclesiástica por más de 50 años, la tentación para muchos católicos
ha sido la de querer declarar la “ausencia” de Papa, posición temeraria,
peligrosa y claramente errónea de la cuál hablaremos en futuros boletines.
Por ahora otro tema de gran urgencia
merece nuestra atención: Cuando hay conflicto entre mantenerse firmes en la fe,
o recibir los Sacramentos, los católicos debemos optar por mantener nuestra
Santa Fe. La Fe es prioritaria con respecto a la recepción de los sacramentos
cuando hay conflicto entre las dos.
Cuando tomamos la decisión de NO ir a una misa verdadera
ya que su asistencia traería como consecuencia ser cómplices en comprometer la
fe. Cuando este es el caso, Dios bendice tal fidelidad y con toda certeza
continúa su trabajo de santificación en sus hijos fieles usando de otras
maneras de santificación. Dios nunca nos abandonará si le somos fieles.
Siempre que Dios a
querido dejar a alguien sin sacramentos por algún tiempo, al mismo tiempo
siempre ha recompensado ese sacrificio que se hace por fidelidad a su voluntad
y protege a esos sus hijos fieles de manera muy especial aumentando y
fortaleciendo su fe.
Primero debemos recordar
que el don de la Fe está por encima de los auxilios espirituales que los
sacramentos nos otorgan. “Sin la fe es imposible agradar a Dios”, sin ella es
imposible salvarnos. Si Dios decide limitarnos los sacramentos, tendríamos que
recordar que a pesar de su falta podemos poderosamente santificarnos e incluso
llegar a la mas elevada santidad. La oración constante, la devoción a la Santísima
Virgen María, la contrición perfecta y habitual en el alma, etc. Son todos
ellos sin duda alguna poderosísimos medios de santificación.
Dios nos está pidiendo a los católicos
en estos tiempos de crisis fidelidad a la verdad, a la fe, a su Santa Voluntad.
Esta fidelidad nos obliga a evitar las misas y sacramentos de grupos y
sacerdotes liberales que hacen compromisos con el enemigo. Liberales que se
convierten en enemigos de Cristo y de su verdad cuando enseñan o toleran
pecados o herejías. Esta actitud de fidelidad a la verdad y de rechazo al error
la fomentan San Pablo y los doctores de la Iglesia:
“Os mandamos, hermanos, en nombre
de nuestro Señor Jesucristo, que os retiréis de todo
hermano que viva desordenadamente y no según las enseñanzas que recibió
de nosotros.” (2 Tesalon. 3,6)
Cuando el motor de
nuestras acciones no es la Gloria, el respeto, el honor, y el servicio a la
voluntad de Dios de acuerdo a sus enseñanzas, estamos poniendo
prioridades en nuestra vida por encima de Dios. Nos salimos
del orden establecido por Dios. Esto hacemos cada vez que sacrificamos el honor
y las enseñanzas de Dios para poder obtener algún beneficio espiritual (recibir
sacramentos) o beneficio humano (mantener amistades, membresías a grupos,
sueltos económicos, etc).
“Os exhorto, hermanos, que observéis a los que
están causando las disensiones y los escándalos, contrarios a la enseñanza
que habéis aprendido, y que os apartéis de ellos; porque
los tales no sirven a nuestro Señor Cristo” (Romanos, 16:17-18).
“Quien ama a su padre o a su
madre más que Mí, no es digno de Mi; y quien ama
a su hijo o a su hija más que a Mí, no es digno de Mí. Quién no toma su cruz y me sigue, no es digno de Mí.” (San
Mateo 10,38)
“Todos los sacramentos de Cristo,
si no vienen acompañados con la Caridad que pertenece a la unidad de Cristo (es
decir, a la unidad de la Iglesia Católica), no se poseen para la salvación
sino para juicio” (San Agustín, ad Petilian, el donatista, libro 3, cap. 40,46).
“!Huyamos!, no sea que la casa de
baños se derrumbe, ya que Cerencio, el enemigo de la verdad, está adentro” (San
Irineo).
Es claro de nadie puede negociar,
ni cambiar, ni minimizar la fe o la moral con la excusa de “necesitar” el
beneficio espiritual de los sacramentos.
Estamos comprometiendo
la fe cuando nos asociamos o apoyamos a grupos o sacerdotes que ponen en
peligro la fe. Fuera del peligro de muerte, pecamos si recibimos sacramentos de
ellos.
La puerta por la que los
fieles católicos
pueden tener acceso a los sacramentos es la fe. Así también para el sacerdote:
la puerta de acceso al rebaño es la fe. La fe que no ha sido ni comprometida ni
adulterada. Es decir, si un sacerdote no trae consigo la fe en su pureza e
integridad, ese sacerdote no tendría derecho a alimentar con sacramentos las
ovejas del rebaño. Por ese mismo motivo la Iglesia castiga con esta
imposibilidad a los sacerdotes que comulgan en cosas sagradas con personas
herejes o de otra religión. (Caen en esta alerta roja sin duda: los
modernistas, los conciliaristas, los grupos Ecclesia Dei, la FSSPX, la falsa
Resistencia, OLMC, y otras instituciones que se quieren seguir llamando “católicas”
e inclusive “tradicionales”).
“En verdad, en verdad os digo,
quien no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que sube por otra
parte, ése es un ladrón y un salteador. Mas el que entra por la puerta, es el
pastor de las ovejas”. (San Juan, 10,1)
Acciones hablan mas que
mil palabras. Si la máxima prioridad de un grupo o persona fuera el
mantener la fe y la moral pura e íntegra, esté grupo o persona no se mantendría
en un silencio público cobarde acerca de los errores graves contra ésta misma
fe y moral. Es decir, hablarían valientemente para defender la Verdad inclusive
aunque eso les costara dejar padres y amigos, posiciones y beneficios.
Para terminar recordemos
las palabras de Mons. Marcel Lefebvre con respecto a este tema: “Algunas personas andan siempre admirando el
pasto en el campo ajeno. En lugar de preocuparse por sus amigos, de los
defensores de la Iglesia que están luchando en el campo de batalla por Cristo,
ellos prefieren mirar a sus enemigos que están en el otro lado. ´Después de
todo, dicen, debemos ser caritativos, hay que ser amables, no hay que crear
división, miren, celebran la Misa Tridentina, ellos no son tan malos como todos
creen´. Pero nos están traicionando, ¡traicionando! Están estrechando manos con
los destructores de la Iglesia. Por eso es que ellos están haciendo el trabajo
del demonio.”
“Cuando nuestra fe es atacada
ella aumenta. Por ello, en los peligros, nuestra fe está segura. Pero, en la
seguridad, nuestra fe está en peligro”. (Catena Aurea. Citado por St
Thomas. Evangelio San Mateo. Comentario de San Hilario Ch 20,5).
Si luchamos constantemente por
Cristo contra el error, no importando el costo, esta fidelidad nos hará mantener
la fe y fortalecerla. Esa fidelidad hará que agrademos a Nuestro Señor
Jesucristo y que nuestra unión con Él vaya creciendo hasta la vida eterna. Pero
si desgraciadamente decidimos tomar el camino del compromiso con el error, o
aquél cobarde silencio delante del error, estaremos desagradando a Dios. Este
solo hecho, nos haríamos indignos de Dios (ver San Mateo 10, 38).
Queridos amigos,
defendamos la fe. No pongamos en peligro nuestra fe y con ella nuestra salvación. No podemos traicionar la fe
con tal de conseguir el beneficio de los sacramentos. Imitemos a San
Hermenegildo, que decidió morir antes que recibir la hostia consagrada de manos
de un hereje. Nuestra perseverancia final depende mucho de esta nuestra
fidelidad a lo más sagrado que Dios nos ha legado.
En la pobreza del Niño Jesús, deseándoles a todos
una feliz Navidad.