Meditación
Por el P. Alonso de Andrade
De la tentación de Cristo en el desierto.
Retiróse Cristo al desierto, ayunó cuarenta días, y fue tentado de Satanás con gula y con apetitos de honras y oferta de riquezas, todas las cuales tentaciones venció con su virtud; y habiendo lanzado de su presencia al demonio, se llegaron los ángeles a servirle.
Punto I.- En esta batalla que tuvo Cristo con el demonio y en la victoria que alcanzó de él, tienes mucho que meditar. Lo primero considera cómo se atrevió el demonio a tentar al Salvador del mundo, para que no te desconsueles si te hallares tentado, mas anímate con su ejemplo a sufrir y guerrear hasta vencer, pidiéndole su favor contra tan astuto enemigo; mira las prevenciones que hizo Cristo para entrar en la batalla, retirándose al desierto, ayunando con tan grande rigor, dándose al silencio, mortificación y oración, que son las armas con que se alcanza la victoria de este enemigo. Considera las usas tú, mirándolas una por una, y pídelas al Señor, porque sin ellas no podrás ser vencedor.
Punto II.- Considera que en mostrando Cristo hambre, le acometió Satanás con la tentación de gula, como el capitán que bate la fortaleza por la parte que ve flaquear el muro; y mostrando tú hambre de los bienes temporales y flaqueza en la virtud, te acometerá Satanás. Pon la mano en tu pecho y mira si flaquea de alguna parte, y pídele al Señor que te fortalezca para que no seas vencido. Advierte cómo guerrea el demonio con Cristo, tentándole como al primer Adán con la gula; y cómo Cristo le vence con la confianza en Dios, que empeñó su palabra de no desamparar a los suyos en las necesidades; confía en su bondad que no te dejará en las tuyas.
Punto III.- Considera cómo llevó el demonio a Cristo al pináculo del templo y allí le persuadió que se arrojase al suelo, confiando en la providencia divina con vana presunción de que enviaría a sus ángeles para que le llevasen en palmas para que no se hiciese mal. Aprende las astucias del demonio y no te dejes engañar de sus lazos, huye como Cristo la vanagloria y presunción con verdadera humildad si quieres salir vencedor.
Punto IV.- Considera cómo desde el templo llevó el demonio a Cristo a un monte levantado y le ofreció porque le adorase todas las honras y riquezas del mundo, las cuales despreció el Salvador, y venciendo al demonio llegaron los ángeles a coronarle como a vencedor. Contempla la importunidad del demonio en tentar a Cristo, pues vencido dos veces no desistió de su intento, y le acometió la tercera con mayor furia, para que estés sobre aviso de que nunca se da por vencido, y que siempre debes estar pronto para resistirle. Considera cuán fuerte arma es la codicia de los bienes temporales, pues confía en ellos el demonio de poderle vencer no habiendo podido con las otras tentaciones, y guarda tu corazón libre de su afición para que no caigas en sus lazos. Mira cómo las despreció Cristo todas con tan grande valor, y llora tu flaqueza y tu malicia, que tantas veces has hincado la rodilla al demonio por intereses humanos de ninguna estimación. Mira cómo huyó el demonio corrido, porque huye de quien le vence: resístele con valor y huirá de ti. Gózate de ver a tu capitán coronado, alégrate de su dicha y aprende a vencer si quieres alcanzar la corona que el Salvador alcanzó.