11 de agosto de 2017
Polotitlán, Edo Hidalgo, México.
Estimados amigos y benefactores:
Vuestro Monasterio San José vuelve a reportarse para comunicarles, queridos amigos de San Benito, nuestras últimas novedades. La persecución que hemos estado recibiendo, debido a nuestras posiciones doctrinales, nos ha orillado a cambiar de trinchera en este combate por la defensa del reinado eterno de Cristo Rey. Necesidad imperante mientras contemplamos perplejos por todos lados la apostasía generalizada entre los llamados “católicos” de hoy en día. Nos hemos unido a la trinchera de incansables combatientes Cristeros; a la tierra cien veces bendita de nuestra Madrecita del Cielo, Nuestra Señora de Guadalupe, en México. Este es nuestro nuevo lugar de residencia y resistencia al que la Divina Providencia nos traído para continuar la buena batalla. Batalla que nos recuerda a la que libró la Sagrada Familia cuando tuvo que huir a Egipto y después a Nazareth. Nosotros también hemos tenido que huir de la persecución, aguantar el odio, soportar la calumnia incesante, y por parte de los mismísimos que otro hora fueran compañeros de batalla, antiguos soldados que ahora ya prefirieron quedarse en su confortable trinchera pero infectada ya con grave liberalismo. Siguiendo el ejemplo de nuestro Padre y Patrono San José, nosotros preferimos huir junto con él para salvar la vida del Niño Jesus, su palabra de Vida, de Verdad, es decir, la fe sacrasanta. Para defenderla contra aquellos que quieren destruirla, negociarla, venderla, o que simplemente aman más su vida que la vida del Niño. Nosotros preferimos el exilio y el despojo que nos han impuesto, de nuestra casa en Colombia, con tal de seguir el Camino de la Sagrada Familia. Casualmente nosotros también, como ellos, hemos tenido que cambiar de lugar de residencia por 3 veces.
La crisis se prolonga y el modernismo avanza como un tsunami destruyendo todo lo que encuentra a su paso. Esta crisis de proporciones satánicas que ha afectado de muerte a muchos católicos, solamente se puede luchar al nivel de la fe, tal y como nos lo enseñara nuestro padre y maestro, el ilustrísimo Mons. Marcel Lefebvre: “Es un deber estricto para todo sacerdote (y fiel) que quiera permanecer católico el separarse de ésta iglesia conciliar, mientras ésta no haya vuelto a encontrar la Tradición del Magisterio de la Iglesia y de la Fe católica”. Nuestra batalla está en la fe, pero en una fe pura y sin profanación, sin mezcla con la iglesia conciliar que ya no es católica. Nuestra fortaleza está en esta fe; nuestra victoria está en ella. La luz a seguir en estas tinieblas es la santa fe, nuestra caridad vivirá y sobrevivirá sólo a través de esta fe sacrosanta sin la cual “nadie puede agradar a Dios” (Heb. 11,6).
De la fe depende nuestra perseverancia en esta batalla. Los que han tomado una bandera diferente de la fe han caído o han perdido la ayuda divina. El Espíritu Santo ya nos lo había advertido: “El anticristo los seducirá… por falta de AMOR A LA VERDAD, que los podría salvar. Y por eso Dios les envía poderes de engaño, a fin de que crean la mentira” (II Tes. 2, 10-11). Este amor a la verdad nos obliga en esta lucha a rechazar TODO lo que se quiera poner a su mismo nivel o que quiera falsificarla o adulterarla. La lucha es al nivel de la fe, al nivel de lo divino, al nivel de lo sagrado, al nivel de la verdad. Es por esto que en esta lucha no podemos aceptar luchar por otros intereses, por personas, por intereses humanos, cuando sucede que ellos mismos son un obstáculo para la lucha por la fe en toda su fuerza e integridad. Por esa razón no podemos considerar que luchan por la fe a todos aquellos que aceptan de una u otra manera la nueva religión apóstata del Concilio Vaticano II. Necesariamente debemos poner LUZ ROJA contra todos aquellos que aprueban esta religión (Diócesis); contra todos aquellos que se someten a ella (comunidades Ecclesia Dei); contra todos aquellos que hacen o reciben concesiones de esta nueva religión (FSSPX); e incluso también contra aquellos que ponen sólo LUZ AMARILLA a los que aprueban, se mezclan, o tienen concesiones con la nueva religión (FALSA RESISTENCIA DE MONS. WILLIAMSON).
Sigamos la batalla aunque nos quedemos solos: Jesucristo nos lo exige, la Soledad del Corazón Inmaculado de María al pie de la Cruz nos reclama nuestra compañía y reparación. ¡Animo soldados de Cristo¡ ¡Animo soldados de Corazón Inmaculado de Maria!, sepamos que la fe nos anima diciendo que, aunque lo perdamos todo, mientras tengamos a Jesús, José y María, nada nos faltará.
¡VIVA CRISTO REY Y SANTA MARIA DE GUADALUPE!
Con la bendición y nuestras diarias oraciones por todos ustedes.
Padre Rafael OSB (Prior)