Tres consideraciones nos aclararán la importancia capital de esta devoción:
LA PROMESA DE ALCANZAR LA BIENAVENTURANZA DEL CIELO
“…yo prometo asistirles en la hora de la muerte con todas las gracias necesarias para la salvación de sus almas”.
Constatemos la incomparable importancia de la promesa hecha por Nuestra Señora: quien cumpla las condiciones indicadas estará segurísimo de la salvación de su alma inmortal. Como gran recompensa, María, que no se deja vencer en generosidad, le procurará, en la decisiva hora de la muerte, el perdón de sus pecados. Por lo que esta alma estará en estado de gracia, o por haber recibido los Santos Sacramentos (Confesión, Extrema Unción), o al menos por haber obtenido la gracia necesaria para una contrición perfecta.
La gracia de la perseverancia final es la gracia de las gracias, pues, nadie puede estar seguro de perseverar en el camino que lleva al Cielo. Como llevamos el tesoro de la gracia en quebradizos “vasos de barro”, San Pablo Apóstol nos exhorta a máxima prudencia diciendo: “¡Con temor y temblor trabajad por vuestra salud! Y en otro lugar nos advierte paternalmente: “El que cree estar en pie, mire no caiga”.
También el Concilio de Trento enseña, respecto de la justificación del hombre, que no se puede tener seguridad de la propia salvación, y condena la opinión opuesta con las siguientes palabras:
Canon 16: “Si alguno dijere con absoluta e infalible certeza que tendrá ciertamente aquel grande don de la perseverancia hasta el fin, a no ser que lo hubiera sabido por especial revelación, sea anatema”.
¡Por una pequeña y sencilla devoción, ejecutada con el afán de consolarla, la Madre de Dios se muestra tan agradecida que nos asegura la eterna salvación! Conviene por ello esforzarse para conocer mejor esta elevada promesa, manifestación insondable de Dios, quien a través del Corazón Inmaculado de María quiere ofrecernos su Misericordia infinita.
LA DEVOCIÓN AL CORAZÓN INMACULADO NOS ES DADA COMO ÚLTIMO MEDIO DE SALVACIÓN
“Ella (la Santísima Virgen) dijo tanto a mis primos como a mí misma, que Dios daba los dos últimos remedios al mundo: El Santo Rosario y la devoción al Corazón Inmaculado de María, y siendo estos los últimos remedios, esto significa que no hay otros. (…Dios) nos ofrece (…) el último medio de salvación, su Santísima Madre. Porque si despreciamos y rechazamos este último medio, ya no tendremos perdón del Cielo, porque habremos cometido un pecado que el Evangelio llama pecado contra el Espíritu Santo, el cual consiste en rechazar abiertamente, con pleno conocimiento y voluntad, la salvación que se nos ofrece”.
ES UNA EXIGENCIA DEL CIELO: EL SANTO PADRE DEBE PROMOVER OFICIALMENTE ESTA DEVOCIÓN
“El buen Dios promete poner fin a la persecución en Rusia si el Santo Padre se digna hacer, y ordena a los obispos del mundo católico hacer igualmente, un acto solemne y público de reparación y de consagración de Rusia a los Sacratísimos Corazones de Jesús y de María, y si Su Santidad promete, mediando el fin de esta persecución, aprobar y recomendar la práctica de la devoción reparadora indicada más arriba”.
Fátima Roma Moscú