DEVOCIÓN DE LOS CINCO MINUTOS DIARIOS PARA EL SEÑOR SAN JOSÉ
VIERNES Detestar el pecado.
Considera a San José honrado sobre la tierra con respeto, amor y
obediencia por María la Madre de Dios y por Dios mismo, reconócelo por el mayor
de los santos, por el único que me tiene
todo amor después de Jesús y María y por el que posee todas las gracias. Luego
diré:
Oh señor San José, usad de
vuestro crédito en mi favor, concededme ahora mismo la gracia de detestar
sinceramente el pecado, de huir de toda ocasión de cometerle, de resistir las
tentaciones con todo ánimo y dadme un grande dolor por las faltas cometidas en
el pasado. Pasados los cinco minutos haz un acto de contrición, propón una
confesión sincera de tus pecados y pide esta gracia rezando con todo fervor por
siete veces: Señor San José, dignísimo esposo de María y padre virginal de Jesús,
ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Jesús.
SABADO- Pedir una buena muerte.
Considera a San José como modelo de los agonizantes, como protector
poderoso de los moribundos, consolador de los enfermos y asistiendo a sus
devotos en aquella última hora. ¡Oh señor San José! Ahora os pido por aquellos
tristes momentos y espero de vos la gracia de morir la muerte de los justos, y
como la muerte es el eco de la vida, dadme ahora la gracia de enmendarla, dadme
un aumento en la fe, esperanza y caridad; un nuevo aumento en la sencillez,
humildad, mortificación y celo; una castidad más pura, una vida interior más
devota, un apartamiento de las criaturas más completo, un perfecto abandono a
vuestra providencia paternal. Concluye pidiendo la gracia de bien morir,
rezándole por siete veces: Señor San José, dignísimo esposo de María y padre
virginal de Jesús, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra
muerte. Amén. Jesús.