Publicamos la carta abierta del padre Olivier Rioult a mons. Tissier. Por alguna razón todavía no aparece publicada en los sitios "oficiales" de la "resistencia" hispano-parlante. Consideramos su contenido muy importante. El acuerdo práctico, firma o prelatura es un simple formalismo, que no se ha logrado porque la ingeniería social de la FSSPX en sus fieles, todavía no ha sido exitosa. Es probable que hayan reacciones tardías. Mientras muchos esperan la tan inminente firma (3 años de espera), las traiciones a mons. Lefebvre y a la Iglesia Católica cada vez son mas evidentes.
Tomamos la traducción de RADIO CRISTIANDAD. En francés original se encuentra en RECONQUISTA.
Remarcamos una cita de la presente carta del P. Rioult:
Tomamos la traducción de RADIO CRISTIANDAD. En francés original se encuentra en RECONQUISTA.
Remarcamos una cita de la presente carta del P. Rioult:
"Poco
importa que el acuerdo nunca tenga éxito. El simple hecho de aceptar
el principio impío de una unión adúltera con los representantes de
la revolución conciliar es suficiente para corromper el celo de los
que sufren por la fe."
Monseñor,
En
el pasado, le hemos confiado varias veces nuestras preocupaciones, y
usted nos aseguró en repetidas ocasiones su decidida oposición a la
política de Menzingen. Las cartas que hemos escrito a los cofrades,
lamentablemente, siguen teniendo actualidad.
El
4 de mayo de 2012,
hemos confiado una reflexión a diez cofrades sobre la política
desviada del Superior General, reflexión que termina con las
palabras de un obispo del Cætus
Internationalis Patrum durante
el Concilio Vaticano II:“Cuando
los jefes traicionan, los soldados toman la iniciativa…”
El
Padre de Cacqueray me sancionó por esta iniciativa, pero precisó
que lo hacía para no ser él mismo sancionado por Menzingen y así
preservar su presencia en el Capítulo de julio de 2012.
El
28 de febrero de 2013,
enviamos una “Carta a Monseñor Fellay” recordándole su “deber
en justicia de decir la verdad, de reparar las mentiras y de
retractar los errores”;
carta que terminaba con este deseo: que “la
historia” no
lo recuerde como “el
hombre que desfiguró y mutiló la Fraternidad Sacerdotal San Pío
X”.
El
21 de noviembre de 2013,
en una carta a los sacerdotes del distrito de Francia, hemos puesto
de manifiesto:
–
La
contradicción entre un Monseñor Fellay, que dijo: “sea
cual sea el acuerdo, ¡no habrá compromisos! Nos quedamos tal como
somos”,
y un Monseñor Lefebvre, que afirmó que, en caso de acuerdo, “no
es suficiente decir: nada ha cambiado en la práctica…”
–
La
contradicción entre un Monseñor Fellay, que dijo, en relación con
un“retorno
de la Tradición a Roma”: “es
muy difícil decir por dónde comenzará…”y
un Monseñor Lefebvre, que respondió: “cuando
me preguntan cuándo habrá un acuerdo con Roma, mi respuesta es
sencilla: cuando Roma vuelva a coronar a Nuestro Señor Jesucristo.
El día en que ellos lo vuelvan a reconocer nuevamente rey de los
pueblos y de las naciones, no será a nosotros que se habrán unido,
sino a la Iglesia Católica en la cual permanecemos… No somos de
esta iglesia conciliar, que tiene de menos en menos de la Iglesia
Católica, prácticamente nada más.”
El
22 de agosto de 2015,
en una carta a los cofrades, citábamos una reflexión de Tixier
Vignancour sobre “De
Gaulle” que
puede adaptarse a “Fellay”: “Si
eres gaullista e inteligente, no eres sincero. Si eres gaullista y
sincero, no eres inteligente. Si eres inteligente y sincero, no eres
gaullista”,
también recordándoles que “el
establecimiento de esta “iglesia conciliar”, imbuida de los
principios de 1789, los principios masónicos respecto de la religión
y de las religiones, respecto de la sociedad civil, es una impostura
inspirada por el infierno para destruir la religión católica, su
magisterio, su sacerdocio y el sacrificio de Nuestro Señor” (Monseñor
Lefebvre, Itinerario espiritual).
Todos
estos documentos están disponibles en el sitio de lasapinière.info
Hoy
en día, es a usted a quien me dirijo.
En
una larga entrevista, concedida a laportelatine (21 de marzo de
2016), usted afirma, en dos pequeñas frases asesinas, que
la “política
romana” de
Monseñor Lefebvre, y ésto “hasta
su muerte”,
habría sido que “la
Fraternidad Sacerdotal San Pío X sea de nuevo canónicamente
reconocida”, incluso
por “pontífices”que “escandalizan” por
sus “errores”, y que “Monseñor
Lefebvre nunca ha planteado, como condición para nuestro nuevo
reconocimiento por Roma, que Roma abandone los errores y las reformas
conciliares. Incluso si él dijo algo así, nunca lo habría hecho,
porque ésta nunca había sido su línea de conducta, su estrategia
con la Roma modernista”.
Usted
viene, por lo tanto, finalmente, de aceptar el principio que
justifica la política de Monseñor Fellay. ¿Por qué tal
renunciación? No soy yo quién lo condena, sino usted mismo, porque
es suficiente leerlo.
Comencemos
por su Entrevista de 2008 a The
Angelus,
después de los 20 años de episcopado: “La
libertad religiosa y los derechos del Hombre han destruido por
completo el Reinado Social de Cristo. Estamos viviendo la gran
apostasía de la cual habla San Pablo […] La
verdadera Fe, el verdadero magisterio, los sacramentos no
bastardeados: todo ésto está en la Fraternidad. Por todas partes
hay una mezcla llena de compromisos, a causa del liberalismo y de la
debilidad de espíritu. La
Iglesia paralela es la nueva Iglesia de Vaticano II.“
Respecto
de aquellos que “están
dispuestos a unir sus fuerzas con Roma, aliándose con institutos
cuyo estado canónico es más “regular” en
el seno de la Iglesia”,
su respuesta fue: “Estas
pobres personas son liberales y pragmáticos.
Ellos están seducidos por las sonrisas de la gente del Vaticano. Se
trata de personas que estaban cansados del largo combate por la
Fe […].
Pero este combate va a durar todavía treinta años. Así que no
busquéis la “reconciliación”, sino ¡combatid! […] Monseñor
Rifan tuvo el cerebro bien lavado, antes de ser “reconciliado”.
Él mantiene la Santa Misa tradicional, pero no combate más contra
la nueva misa, la libertad religiosa, y así sucesivamente. Las
comunidades Ecclesia Dei han sido silenciadas y han aceptado guardar
silencio. Este fue el precio de su “reconciliación”. Por lo
tanto, Monseñor Lefebvre tenía toda la razón cuando decía que
sólo los obispos totalmente católicos y completamente libres,
libres de la influencia liberal de Roma, podrían trabajar por el
bien de la Iglesia en
espera de la conversión del Papa.“
Luego
se le preguntó: “¿Cuáles
son, según su opinión, los mayores retos a los cuales la
Fraternidad y los fieles deberán enfrentarse en los próximos
años?”.
He aquí vuestra respuesta: “En
primer lugar, nuestra perseverancia en rechazar los errores del
Concilio Vaticano II. En
segundo lugar, la fuerza de nuestro rechazo de toda “reconciliación”
con la Roma ocupada…”
Continuemos
con vuestra entrevista a Rivarol,
el 13 de junio de 2012: “Este
proyecto “de oficialización” de la FSSPX me deja indiferente. No
lo necesitamos y la Iglesia no lo necesita. […] Se
querría poner nuestra luz bajo el celemín por nuestra integración
en el orbe conciliar. Este estatuto que nos proponen de prelatura
personal, análoga a la del Opus Dei, es un estatuto para un estado
de paz. Pero ahora nos encontramos en un estado de guerra en la
Iglesia. Sería
una contradicción querer “regularizar la guerra”… La
irregularidad no es la nuestra. Es aquella de Roma. […] La
Roma neomodernista, que no más la Roma eterna, que ya no es la
maestra de sabiduría y de verdad, sino que se ha convertido en una
fuente de error a partir del Vaticano II y que sigue siéndolo hoy en
día. […] La
fe viene antes de la legalidad.
No podemos aceptar una legalización sin que se resuelva el problema
de la fe.“
Terminemos
por vuestro sermón del 1º de enero de 2015, transcrito por The
Recusant: “Nuestros
“malos amigos” dicen que la Fraternidad tiene que reencontrar una
“situación normal” y recibir un “estado canónico de
Roma”.Ésto
es falso, ésto es un error.
No estamos en una situación anormal. La situación anormal está en
Roma… No invirtamos la realidad.”
Monseñor,
¿quién “tuvo
bien lavado el cerebro”?
¿Quiénes son estos “malos
amigos”?
¿Quiénes son “estos
liberales y estos pragmáticos”?
Desde hace varios años, la Fraternidad vive en la mentira y los
sacerdotes, para su desgracia, parecen haberse acostumbrado a ella.
En
2007,
Monseñor Fellay expresó su viva “gratitud” a Benedicto XVI por
su Motu Proprio restableciendo “en
sus derechos la misa tridentina”.
Incluso usted habló de un “milagro
inesperado”,
cuando el texto considera a la misa bastarda y protestantizada como
la liturgia ordinaria de la Iglesia Católica.
En
2009,
Monseñor Fellay expresó su “gratitud
filial” a
Benedicto XVI por el levantamiento de la excomunión de los obispos
de la Fraternidad bajo el motivo oficial de vuestro “malestar
espiritual” (sic).
En ese momento, un solo miembro tuvo el valor de denunciar
públicamente la impostura de la Fraternidad: el Padre Ceriani.
En
2012,
el acuerdo preparado, sin duda, ha fallado. Pero Monseñor Fellay
escribió a Benedicto XVI su decepción: “Desafortunadamente,
en el contexto actual de la Fraternidad, la nueva declaración no
pasará” y
afirmó su “intención
de continuar en este camino”.
Teniendo más de una prueba de la traición de vuestro jefe, usted
intentó una reacción con Monseñor de Galarreta y Monseñor
Williamson. Pero Monseñor de Galarreta, el 13 de octubre de 2012 en
Villepreux, firmó su rendición por esta frase memorable que habrá
que explicar el día del juicio final: “Es
casi imposible que la mayoría de los Superiores de la Fraternidad se
equivoque en una materia prudencial. Y si ésto, por un azar
imposible sucediese, y bien, tanto peor, de todas formas vamos a
hacer lo que piensa la mayoría”.
En
cuanto a usted, usted se ha mantenido bien por más tiempo, pero para
llegar al mismo resultado. En 2016, usted atestaba un principio
mortífero, que acepta en teoría una “reconciliación
con la nueva religión”.
Además, usted acepta una jurisdicción ordinaria para las
absoluciones sacramentales y ésto“sin
que el problema de la fe se haya resuelto”.
Sabemos
que en privado usted no escatima ningún esfuerzo para contrarrestar
la locura de sus jefes. Incluso piensa que, por su resistencia
interna, ha logrado proteger a la FSSPX del acto irremediable
haciendo fracasar tal acuerdo inminente con Roma. Pero, mientras
usted no se resuelva a denunciar públicamente a Monseñor Fellay
como un falso amigo de la Tradición, usted cooperará con la
corrupción de su Fraternidad y será cómplice del escándalo que
ella provoca entre los fieles católicos en la lucha contra la
revolución conciliar.
El
daño ya está hecho. Poco importa que el acuerdo nunca tenga éxito.
El simple hecho de aceptar el principio impío de una unión adúltera
con los representantes de la revolución conciliar es suficiente para
corromper el celo de los que sufren por la fe.
Su
resistencia “silenciosa” tiene el inconveniente de pasar
desapercibida y así de evitar que los fieles y sacerdotes tomen
consciencia de que mientras ellos duermen el sueño de los justos, la
cabeza corrupta de la FSSPX está trabajando con todas sus fuerzas en
la traición. Además, si sus esfuerzos han impedido que el adulterio
sea consumado, son ineficaces para detener todos estos pensamientos,
palabras y deseos impuros que contaminan la FSSPX: “Y
yo os digo que cualquiera que mira a una mujer deseándola, ya
cometió adulteró con ella en su corazón”.
Gracias
a Monseñor Fellay y a todos aquellos que lo apoyan y aprueban, la
FSSPX ya ha cometido, más de una vez, adulterio en su corazón.
Usted gana tiempo, pero sin resolver nada puesto que Francisco y
Monseñor Fellay han dicho explícitamente: vistos “los
problemas” de
una y otra parte, hay que“tomar
su tiempo”.
Por lo tanto, ¡la unión adúltera se hará! Francisco y Monseñor
Fellay terminarán reconciliados.
Ellos lo quieren, tanto uno como el otro.
Y
entonces, ¿cómo piensa usted purificar la FSSPX cuando Monseñor
Fellay y su clan controlan todo en la FSSPX? Todos aquellos que
siguen servilmente su política son destinados a los puestos de
dirección…
Mientras
que aquellos que no practicaron el servilismo son, a través del
juego de las mutaciones, descartados… ¿Cómo espera usted
rectificar la FSSPX, cuando la mayoría de los jóvenes sacerdotes
han hecho de la obediencia un absoluto y de la búsqueda de un
acuerdo con la Roma conciliar un fin deseable?
Por
un lado, usted lucha contra la fornicación en acto de la FSSPX con
Roma, pero, por el otro lado, usted asegura este deseo de fornicación
defendiendo un principio “falso” y un “error”, para usar sus
palabras de antaño, ya que, según usted, Monseñor Lefebvre habría
buscado, hasta “su
muerte en 1991”, “que
la Fraternidad Sacerdotal San Pío X fuese nuevamente reconocida
canónicamente”…
y que usted acepta vivir en una “Fraternidad
Sacerdotal San Pío X que busca ser reconocida
canónicamente” por “pontífices” que“escandalizan
a justo título “ por
sus “errores”…
No
se haga ilusiones. A pesar de sus deseos piadosos y de las
apariencias (vocaciones, casas y decenas de millones en las arcas…)
la FSSPX ya está muerta, “Yo
conozco tus obras, que tienes nombre de viviente, y estás muerto”,
dijo Cristo, en su Apocalipsis, a una iglesia infiel. La FSSPX vive
en estado de pecado mortal desde hace demasiado tiempo. Si no se ha
podido sorprenderla aún en el lecho de Roma con un acuerdo en buena
y debida forma, la corrupción de su cabeza y de una parte de más en
más grande de sus miembros hacen que la FSSPX haya entrado en el
mundo de las “comunidades
Ecclesia Dei”…
Además, “todo
reino dividido contra sí mismo va a la ruina”.
Ahora bien, la FSSPX está dividida entre los que quieren un
acuerdo porque la
autoridad de Roma es legítima y aquellos que no lo quieren a
pesar de
que la autoridad de Roma sea legítima, sin olvidar la minoría que
no quiere acuerdo por la sola y buena razón de que la autoridad de
Roma es ilegítima porque es herética.
Usted
sabe, finalmente, que se puede hacerle decir cualquier cosa a un
muerto que, cuando vivía, tuvo que hacer frente casi solo a una
situación inaudita, hasta el punto de ser más de una vez
desconcertado por ella y de decir o hacer cosas contradictorias. Sin
embargo, a partir de 1978 Monseñor Lefebvre confesó
creer “sinceramente
que tenemos que vérnosla con una falsificación de Iglesia y no con
la Iglesia Católica … Ellos están bien sentados donde estaban sus
predecesores, pero no continúan a sus predecesores”. En
1986: “de
ahora en más estaremos obligados cada vez más a actuar considerando
a esta nueva Iglesia conciliar como no siendo más católica”.
En 1988, “Si
ustedes no aceptan la doctrina de sus predecesores, es inútil
hablar”.
En 1991, en su última conferencia a los seminaristas: “La
situación en la iglesia es más grave que si se tratase de la
pérdida de la fe. Es el establecimiento de otra religión, con otros
principios que no son católicos”.
Pero
en el fondo, poco importan estas palabras, pues no tenemos necesidad
de Monseñor Lefebvre para discernir lo que es católico y lo que no
lo es. Simplemente basta conocer las enseñanzas de la Iglesia. Ahora
bien, de acuerdo con esta enseñanza, nos vemos obligados a comprobar
que las palabras y los hechos de Francisco no son católicos. El
Padre Roy, sacerdote de la FSSPX en Canadá, recientemente lo ha
recordado en su sermón del tercer domingo después de Pascua, a
continuación de la exhortación de Francisco.
“El
Señor nos muestra cada vez más claramente que Roma no tiene la fe…
Entonces, pienso que si no tenemos el valor de separarnos claramente
del que proclama un evangelio diferente al Evangelio de Nuestro Señor
Jesucristo, Nuestro Señor Jesucristo va a permitir que nuestras
inteligencias estén en las tinieblas, que nuestras voluntades estén
en la debilidad. Porque el que no ama a Nuestro Señor Jesucristo, el
que no ama la verdad por encima de todo, ¿cómo puede odiar el
pecado?, ¿cómo puede rechazar el pecado en su vida?… Tenemos que
seguir este mandamiento de San Pablo, es decir, que sean anatemas, y
señalarlos como no católicos, no entrar en esta ilusión de que
estas personas son católicos. Entrar en esta ilusión de que tenemos
la misma fe que estas personas, es imposible, es una mentira”.
Monseñor,
en el pasado, usted hizo suya esta proclama: “Jamás
quisimos pertenecer a ese sistema que se autocalifica como iglesia
conciliar, y se define por el Novus Ordo Missae, el ecumenismo
indiferentista y la secularización de toda la sociedad. Sí, no
tenemos ninguna parte, nullam partem habemus, con el panteón de las
religiones de Asís”.
Y
hoy, usted concluye: “este
no es el momento de saber si vamos a recibir de la Roma actual
bendiciones, una jurisdicción… Este no es el problema. Dejemos
este problema a nuestros superiores. Nosotros, simples fieles o
simples sacerdotes, nuestro papel es el de dar testimonio de Nuestro
Señor Jesucristo”(15
de mayo de 2016).
¡Usted
se burla! ¿Sería usted el único que no ve lo que el mundo entero
destaca? Una fuente del Vaticano dijo recientemente que la FSSPX ya
ha “mitigado
algunos de [sus] escritos, entrevistas y publicaciones”. ¿Y
cómo dar testimonio de Cristo sometiéndose a la “Roma
apóstata y anticristo”,
según sus propias palabras en su homilía?
Algunos
segundos después de estas palabras angustiantes, también usted
añadía que “la
Santa Sede sigue siendo la Santa Sede”.
¿Cuándo va a empezar entonces a obedecer al superior de su
superior, obedeciendo a Francisco, que ha canonizado a Juan Pablo II,
honrándolo públicamente, siguiendo sus enseñanzas e imitando sus
acciones?
Usted
sabe que he sido miembro de la FSSPX de 1992 a 2013. Sin embargo,
visto el terrible contra-testimonio que la FSSPX da actualmente,
considero mi exclusión de esta sociedad como una gracia.
Monseñor,
pueda usted recordar las reflexiones del Padre Berto: “Si
[los sacerdotes, religiosos] hacen un trabajo nefasto, la
caridad me ordena impedir que su carácter proteja sus
emprendimientos […] La
caridad me obliga a amarlos como mi prójimo, pero me hace un deber
el odiarlos, “perfecto odio”, como publicistas, si su teología
es inexacta, si su pastoral es funesta, si su estilo es ridículo, si
su juicio es erróneo, si ellos razonan contra el sentido común, si
confunden lo esencial y lo existencial, sobre todo finalmente si
ganaron una audiencia lo suficientemente grande como para sembrar la
confusión en la mente de muchos, para perturbar un gran número de
cabezas débiles” (Polémique
et Charité – La Polémica y la Caridad).