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viernes, 5 de julio de 2024

VISITACIÓN DE LA SANTISIMA VIRGEN MARIA (R.P RAFAEL OSB)

 


Queridos amigos, hoy es la gran fiesta de la Visitación de la Santísima Virgen María. Esta fiesta es muy grande porque podemos decir que es una de las más humildes de todo el año ya que encontramos todos los elementos espirituales necesarios para convertirse en una persona santa y  pelear las batallas en estos momentos de apostasía diabólica. Esta fiesta es precisamente para ayudarnos a conseguir los dones necesarios para hacerlo. Para entrar en contexto , ella recibió un llamado del Arcángel San Gabriel el cual decía que su prima Santa Isabel estaba esperando un bebé, (quien fue San Juan Bautista) y que tenía ya 6 meses de embarazo. Así que tan pronto que supo la noticia, le pidió a San José que la llevara a la Judea para ver a su prima Santa Isabel y ayudarla con las dificultades que pudieran tener con ese proceso. Cuando entró a la casa de Zacarías, el niño de 6 meses de Isabel saltó de alegría en el vientre de su madre. En ese momento, Nuestro Señor a través de la Santísima Virgen María santificó a San Juan Bautista que en ese momento se llenó completamente de gracias santificantes equivalentes al Bautismo. Nosotros sabemos qué gran santo San Juan Bautista es. 


La lección que les quiero dar para el día de hoy es la siguiente: Nuestra Señora es nuestra Madre. Nos fue presentada el día que Nuestro Señor murió en la cruz, ella se nos presentó como madre, nos ofreció ayuda para protegernos, para estar con nosotros. Por lo mismo ella está siempre con nosotros acompañándonos como lo haría una amorosa madre con sus hijos. Eso significa que nosotros tenemos que vivir en la presencia de la Santísima Virgen María. Tenemos que considerar su visitación como madre como algo constante y que sucede minuto tras minuto y segundo tras segundo. Por esta razón, Nuestro Señor quiso que nos comportáramos como sus hijos. A su lado no podemos pensar en otra cosa ni querer otra cosa. Esto es lo que tenemos que hacer en este mundo: vivir en la presencia de la Santísima Virgen María como una buena madre. Tiene todo el poder de Dios y la misión de Dios de cuidarnos y darnos todo lo que necesitemos. Ella cuida de nuestra alma, nuestro cuerpo, nuestras necesidades, nuestros pensamientos, nuestras palabras. Ella también se encarga de cuidarnos de nuestra salud, futuro y en la batalla contra las tentaciones del demonio. Ella está ahí siempre de hecho. Todo lo que tenemos que hacer es practicar nuestra Consagración a la Santísima Virgen María. Así que les digo, que es todo lo que necesitamos hacer. Créanme cuando les digo que salvarse es muy fácil porque Dios nos dio a la Santísima Virgen María. Nunca antes fue tan fácil la salvación que ahora que la tenemos a ella. Ustedes pueden pensar sobre  qué tan complicada es la sociedad ahorita. Es porque no vivimos en su presencia. Al contrario, vivimos en la presencia de las tentaciones, el mal, las personas, el mundo y el demonio. Por eso nos deprimimos, por eso no descansamos, por eso no tenemos esperanza ni paz ni alegría. ¿Por qué? Porque no vivimos en su presencia. Es por eso. Nuestra fe es derrotada por el demonio y el mundo porque faltamos a eso. La Santísima Virgen María alumbra nuestra fe en todo momento. Insisto, así como lo dijo San Luis de Montfort, todo lo que tenemos que hacer es, primero vivir en su presencia. Para ver a María en cada suceso divino, en cada cruz, en cada alegría y en cada persona; para ver que nos quiere dar algo. Por ejemplo si tenemos problemas de salud, tenemos que ver en dicha enfermedad a la Santísima Virgen María cargando nuestra cruz. Nosotros sólo tenemos que decir: “Santísima Madre, no permitas que me aleje de ti. Eres todo lo que tengo y todo lo que me dio Dios, y confío en ti. Sé que tengo que sufrir, pero también sé que tú cargas mi cruz y es el único consuelo que necesito.” El estrés, la tristeza o el enojo no deberían de existir en un católico. El primer paso es siempre vivir en su presencia. Como lo dice San Luis de Montfort, vivir con María. Es eso. Y vivir, repito, como un niño chiquito. Como ya sabrán, un niñito depende de su madre para cualquier cosa. Y cuánto más chico sea, más dependiente es de su madre. Dios quiere que nosotros seamos como niños en el vientre de nuestra Santísima Virgen María. Nuestra Señora de Guadalupe se apareció a nosotros con un niño en el vientre esperando para nacer. Como un ejemplo para todos nosotros siendo ella la emperatriz de América, que nosotros tenemos que depender de María hasta para respirar, caminar, pararse. Todo lo que haga ella, hacerlo nosotros. Y si vivimos con la Santísima Virgen María, no se tendría ninguna preocupación en lo absoluto. Ella derrotó al demonio, ella es inmaculada, ella es la Reina y la Madre de Dios. Si ustedes ven, este elemento de gran fe es todo lo que tenemos que hacer. Aún si estamos en gran peligro o persecución, nosotros sabemos que María está ahí con nosotros sufriendo. Por eso estuvo al pie de la cruz, dándonos a luz en todos los dolores que representó la cruz para ella. Créanme que es la doctrina más bella. Cada vez que sufrimos es María sufriendo por nosotros. Esa es la razón por la cual debemos propagar la doctrina de la Virgen de la Soledad, porque en su Soledad tuvo su mayor dolor por estar en la cruz viendo a su Hijo morir; también vio los pecados que cometimos y los que íbamos a cometer sin el consuelo de ver a Nuestro Señor vivo, físicamente hablando. Como ella está presente en Misa todos los días, ella revive todos los dolores que sufrió Cristo en su pasión y muerte. Lo medita y lo piensa todo los días junto con nosotros. Ella tuvo que estar presente en el momento en el que murió Nuestro Señor, y por esa razón ella está presente cuando cometemos un pecado. Ella recibe  las ofensas y las puñaladas al corazón. Si somos dependientes, ella pagará con sus lágrimas y sufrimiento nuestros  pecados. Y si estamos sufriendo, por ejemplo, cuestiones de salud, no tengan duda que ella ofrecerá su sufrimiento y estrés por nosotros. Ella está ahí siempre, los niños nunca están solos. Nuestra Señora está siempre para nosotros. Desde mi punto de vista, esta es la fiesta más bella en la devoción a María. Tenemos que vivir con María, en María, como los bebés, para María. Esto significa que no buscamos consuelo en cosas del mundo, porque nuestro tesoro es María y lo hacemos por ella, sin importar como busquen las otras personas sus propios consuelos y lo que piensen de nosotros. Porque ella sufre por mi, ella me acompaña en mis méritos, en mis fracasos, en mis alegrías y en mis dolores. Teniendo a María a tu lado nada está perdido. Es vivir por María y no por nosotros. Es precisamente la humildad que Dios quiere de nosotros. No importa lo mucho que suframos, el futuro que nos depare, porque lo hacemos por María y no por nosotros. Es el mejor remedio contra el humanismo. Por eso debemos vivir en su presencia. Y después de eso, vivir a través de María. Esto significa que no queremos hacer algo, creer algo o tomar una decisión sin su consentimiento. Básicamente pedirle por su consejo y sabiduría en todo momento. Por ejemplo, antes de hablarnos, le pedimos a María: “Por favor, Santísima Virgen María, inspírame y dime que le tengo que decir a esta persona”. En todo momento porque tenemos que vivir a través de María. Por ejemplo entre mi hermana y yo debe de estar María. Si quiero pensar o decirle algo a mi hermana, debo de hacerlo con María, preguntándole que le diré, cómo se lo diré, si sufriré al decirlo. Ella lo resolverá. Esta es la razón por la cual tenemos que concentrar todo nuestro esfuerzo, nuestra mente y corazones en María, en cada minuto y segundo. Esta es la más alta sabiduría que existe, es el vehículo para llegar a Dios: la Visitación de la Santísima Virgen María. 


Que nuestro Señor nos ayude a entender esto, en el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.