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viernes, 12 de mayo de 2023

FLORILEGIO DE MÁRTIRES ESPAÑA 1936-1939 (Capítulo 6: MUJERES DE GRAN TEMPLE CRISTIANO)

 


MUJERES DE GRAN TEMPLE CRISTIANO

14°.María de la Piedad, joven de 27 años, residía en Villanueva de Alcardete, provincia de Toledo y diócesis de Cuenca. Se distinguió siempre por la práctica de sus virtudes cristianas: humildad, caridad, sencillez, modestia, etc. Era respetada y querida por sus virtudes y su candor. Fue elegida Presidenta de las Hijas de María, y desempeñaba este cargo cuando la llamó el Señor a la gloria del martirio por la virginidad y por la fe. En los registros de su casa por los milicianos hubo de sufrir muchas vejaciones y malos tratos. Pero no consiguieron ni con malos tratos ni con amenazas, ni con promesas, ni por la violencia, mancillar un punto siquiera la pureza de María de la Piedad. El día 5 de septiembre de 1936, con el permiso y salvo conductos, ella y su madre se trasladaban a Madrid; en otro coche las siguieron uno milicianos, armados hasta los dientes… Al llegar a El Luján, casa de campo, en el cruce de las carreteras de Carrascosa a Villanueva, las hicieron bajar del coche, las maniataron…, le rasgaron los vestidos, y siempre llorando y resistiendo ella, pero dominada por la fuerza salvaje de aquellos energúmenos, quebraron el vaso de pureza de la vírgen y mártir, sucediéndose unos a otros aquel cadáver, abandonado ya por el alma.. Así, en presencia de su madre y en manos de aquellos bárbaros, terminó su vida María de la Piedad, uniendo en sus manos las palmas de la virginidad y del martirio… Es modelo y símbolo de la joven casta, fuerte, piadosa y española… Después asesinaron a su madre. La misma noche del día 5 de septiembre de 1936”. 

15° Doña Felícitas de Lara, vivía en el pueblo llamado Miguel Esteban, provincia de Toledo y diócesis de Cuenca, era esposa de Julián Moreno, herrero de profesión, honrada y muy cristiana, de buenos sentimientos. Después de haber asesinado a su esposo, al que maltrataron y apalearon cruelmente en la plaza del pueblo, y también martirizaron a sus dos hijos, ella fue detenida el 23 de agosto de 1936, encerrada en la cárcel, instalada en la iglesia donde estuvo dos meses, hasta que la trasladaron al cuartel de la Guardia Civil. Allí la maltrataron y la injuriaron de la manera más soez y salvaje, sin respeto a su condición, ni a su edad, ni a su dolor de esposa y madre sacrificada en lo más íntimo de su corazón. Después de cometer con ella toda clase de salvajismos humanos, que la pluma se resiste a escribir, fue asesinada ocultamente, en medio de la noche, en el cementerio de Quero, a los tres meses de un martirio abominable y repugnante, que resistió sin vacilación ni cobardía, como la mujer fuerte y honrada, cristiana y española digna de memoria eterna, en alabanza suya, para baldón del régimen rojo, y para ejemplo de la mujer cristiana, española y digna de su honor. Parece confirmarse que fue enterrada viva”.

RELIGIOSAS MARTIRIZADAS

16. Sor María del Patrocinio de San José Badía, carmelita calzada de clausura del Convento de la Presentación e Vich. Hay de ella una biografía con el título de “La azucena de Vich”. A sus dos años largos de la profesión, sobrevino la revolución que asoló a España, y la Comunidad de Carmelitas tuvo que abandonar precipitadamente el Convento, el cual a las pocas horas era pasto de las llamas. Ella acudió el 13 de agosto, por mandato de la Madre Superiora , a una casa cuyos dueños habían dado refugio a varios sacerdotes y religiosas. Llegó en el preciso momento en que lo milicianos registraban la casa y buscaban a un sacerdote en ella escondido. Pudo haber pasado inadvertida si sus treinta y tres años y su belleza física no hubieran despertado la atención de aquellos criminales. “¿Eres monja?” “Si”, respondió tranquila. “¿Para que entraste?” “Para seguir mi vocación”. Después de algunas preguntas más, acompañadas por gestos procaces, fue metida en un auto fantasma, con cuatro milicianos armados, y en coche aparte marchaban custodiados dos sacerdotes, el Vicario General de la Diócesis doctor Jaime Serra, figura benemérita de 89 años, y el párroco de Arlés. Llegados al punto de la carretera que roza las paredes del templo de Riudeperas, la arrancaron violentamente del auto, ante las protestas suyas de “eso jamás”, “antes morir” en su presencia asesinaron a los dos sacerdotes, y al intentar ella huir para no ser atropellada en la angelical virtud, fue materialmente acribillada por más de treinta balazos, estrechando fuertemente en su ano derecha el Crucifijo, según se comprobó a la mañana siguiente. Sus restos mortales, exhumados al brillar el sol de la paz, descansan interinamente en un modesto nicho del cementerio de la citada parroquia de Ríudeperas”. Fue virgen y mártir. 

17. Sor Martina Vázquez, Hija de la Caridad de San Vicente, era castellana de pura cepa; mujer fuerte, de temple diamantino…; de ella se dice que “era una institución”. Sor Martina era, en efecto, una mujer extraordinaria.. Asi nos la presenta el Padre Elías Fuente, en su obra “Paúles e Hijas de la Caridad, mártires”. Y el Padre Besalduch O.C. Este dice: “Al preguntar por ella, las Hermanas les hicieron saber que se encontraban ya unos días en la cama con fuerte constipado que le había producido un vómito de sangre y que además era diabética… Una vez en presencia de Sor Martina, uno de los dos criminales dijo: “Venimos por ti, para llevarte a Castellón a declarar”. Sor Martina le atajó con estas palabras que dan la tónica de su viril temple: “¿Venís por mi para llevarme a declarar o venís a matarme?”. El más criminal contestó: “Nosotros no matamos a nadie… Vosotras sois las que matáis… Levántate y vístete enseguida”. Las buenas religiosas tuvieron una idea feliz: “Nosotras, dijeron los criminales, iremos a declarar por la enfermedad de Sor Martina… al menos permitan que la acompañemos… si es que ustedes vienen por la superiora para matarla, la Superiora no es ella, soy yo…”, agregó Sor Ignacia… Sor Martina acababa de vestirse en su preciado Hábito de Paula… La debilidad física de la víctima apenas le permitía dar un paso… Ya en la puerta de la calle, Sor Martina puso en la frente de cada una de sus Hermanas un beso efusivo y se despidió de ellas con estas palabras: “Adiós, hasta el cielo”… Un minuto después, el coche de la muerte se ponía en marcha, con rumbo desconocido para Sor Martina. Al llegar a la entrada de Algar, Sor Martina dijo a los de su escolta: “¿Me váis a a matar?” y como contestasen que sí, añadió: “Pues no es menester pasar mas adelante; aquí mismo”… Paró el vehiculo, la apearon y la colocaron junto al tronco de un algarrobo… Rechazó la sugerencia de ponerse de espaldas, diciendo que “ponerse de espaldas a la muerte es de cobardes”… Luego añadió: “Yo quiero ver la cara de los que me matan, que son los mismos a quienes yo tantas veces les he matado el hambre”… Debe ser el lector que al más criminal Sor Martina le había socorrido espléndidamente en el comedor de Caridad no hacía mucho tiempo… A otro de los que iban a fusilarla le habían favorecido con el socorro de la “Gota de leche”, para un hijo suyo… Ya estaban las armas en ristre, cuando Sor Martina les pidió una brevísima tregua diciendo: “Esperad un poco”… Sacó del bolsillo una pilita de agua bendita de plata y de forma cilíndrica; destornilló serenamente el taponcillo, aplicó a él la yema del dedo pulgar de la mano derecha, santiguóse diciendo tranquila y fervorosamente: “En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén”. Al punto dijo: “Ya podéis tirar”… Sonó la descarga y desplomóse aquel cuerpo que parecía siempre de coloso retador”… El más criminal se acercó a la víctima agonizante por ver si llevaba encima dinero o alhajas… y dijo: “Bah, esta monja no lleva más que rosarios”… Al terminar este espeluznante relato, nos dice el P. Besalduch, que quiere dejar constancia de que “el más criminal” fue más tarde uno de los reos condenados a muerte, a quien asistimos dice, en el acto de ejecución; que murió, como los demás, muy arrepentido, después de haberse confesado y con el santo escapulario en el pecho”. 

18. Dolores Pujalte Sánchez, Religiosa de 83 años y su compañera de martirio Madre Francisca Aldea, de 54 años, prestaban sus servicios de caridad en favor de unos mil niños de la barrida de Ventas de Madrid, las llevaron en un coche hasta el pueblo de Canillejas, y a la salida junto al arranque de la carretera de Barajas, bajan del coche las dos monjas, las ordenan dar unos pasos, y disparan. Cada una recibió nueve tiros , y ambas murieron instantáneamente. De un informe del Instituto de Hermanas de la Caridad del Sagrado Corazón de Jesús, al que pertenecían las víctimas, transcribe el doctor Montero: “Los facultativos, el ayudante (que practicaron la autopsia) y hasta la misma gente de la chusma allí presente, recibieron como obsequio de las dos presuntas mártires un olor a escencia muy exquisito; tal que nunca lo han vuelto a percibir, ni parecido siquiera, y así han querido hacerlo constar en el proceso de beatificación que se sigue a estas dos siervas de Dios”. Nota: Muchas personas fueron asesinadas en aquella revolución y hasta comunidades de religiosas enteras, como al final indicaré; mas aquí solo quiero hacer señalar como una Comunidad de Carmelitas Descalzas, las del Cerro de los Angeles se salvaron de un modo que tiene algo milagroso, dadas las circunstancias que se dieron con otras religiosas. “El informe de las Carmelitas. Descalzas de la provincia de Castilla”, hace relación del registro que hubieron de padecer dichas monjas, en su refugio de la calle de Claudio Coello (Madrid): “Antes de salir del piso, el caporal de la cuadrilla, vivamente impresionado de lo que acababa de ver, les dijo que “no se explicaba como en medio de tantos peligros y pobreza podían tener tanta alegría, porque ustedes dense cuenta que, si ahora mismo quisiéramos, las fusilábamos”. ¡Todo eso lo hace Dios!, contestó la Priora… ¡Qué mejor dicha podríamos tener que dar la vida por El! Como vieran que tenían que dormir en el suelo, les manifestaron que ellos no podían consentirlo, y después le enviaron unos colchones. Al tiempo de despedirse, las religiosas les dijeron que pedirían mucho a Dios por su conversión, sólo uno dijo que no creía en El, que no le encomendaran… Después de algún tiempo las visitó de nuevo el que hizo de jefe en el registro anterior, acompañado de otro miliciano rojo… Las carmelitas, intrépidas hijas de Santa Teresa, se pusieron a hablar de la vida religiosa, y otra vez manifestó el caporal dicho, su asombro al verlas de nuevo tan tranquilas y contentas. ¡Dios lo hace!, dijeron las religiosas. Poco les importaría, continuó diciendo, lo que nosotros les comuniquemos, puesto que están deseando el martirio. Interrumpióle el compañero, que dijo, aludiendo a las religiosas: Puede ser que no tarden mucho en serlo. La Madre Priora muy amablemente, indicó a las religiosas que le cantaran la coplilla que tenían compuesta por el martirio, que decía de esta manera: Si el martirio conseguimos, Que mejor felicidad,; Beber con Jesús el cáliz, Y después con El gozar. Al oírlo cantar, el verdugo mejoró de rostro y se puso más humano. Por fin se fueron, sin más novedad. Las religiosas salieron todas juntas de Madrid, en septiembre de 1937 y pasaron por Francia a España Nacional.