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jueves, 11 de mayo de 2023

FLORILEGIO DE MÁRTIRES ESPAÑA 1936-1939 (Capítulo 5: CASTIDAD Y MARTIRIO)

 


CASTIDAD Y MARTIRIO

 12° Fernando Saperas. 
Este era un joven coadjutor de los Misioneros Hijos del Imaculado Corazón de María, y uno de los 117 miembros que componían la Comunidad Claretiana de la Universidad de Cervera. (Casi todos fueron martirizados en Barbastro, unos en grupos y otros aisladamente). El hermano Saperas, después de dos semanas fue detenido en “La Rabassa”, oscuro caserío cercano a “Mas Claret”, y allí hubo de subir con los milicianos y con Bofarull, dueño del caserío, al auto que los condujo a todos a Cervera. Por el camino, según explica Bofarull, quisieron obligar al hermano a blasfemar. El les había dicho antes que era un jornalero que buscaba trabajo para ganarse la vida…; como no les convenció, para averiguar si era lo que sospechaban, le pusieron en esta dura contingencia de blasfemar.

Fue cuando él les dijo que era religioso y que no blasfemaba jamás… Le desnudaron en el coche para obligarle a cometer acciones inmorales. Resistió heroicamente… “Matadme pero no me atormentéis de esta manera…”. “Te llevaremos a una casa de prostitución, y allí…” “Eso jamás…”. Viendo que en el coche no conseguían nada, un poco más adelante lo hicieron bajar, lo desnudaron de nuevo y repitieron la orden con amenaza de muerte… “Matadme cuando queráis, pero eso, ¡no!...”. El hermano braceaba con todo su vigor, y cuando le vencían las musculaturas de los otros, se oía su voz firme y jadeante: “Matadme, pero no conseguiréis nada más…” Cuando se hubieron cansado, volvieron al coche…, y al llegar a Cervera el hermano comió con los milicianos, que pretendían emborracharlo, y después lo llevaron, aquella tarde, por dos o tres prostíbulos, empleando ellos todos los medios imaginables para derrocar la virtud del casto religioso… Se le atormentó con verdadera saña y encono… y sabemos que las mismas prostitutas tuvieron que volver por los fueros de la humanidad y el decoro: “Si él no quiere, dejadlo, no lo atormentéis de esa manera…”. 

Todavía le llevaron a Tárrega, para probar la fortuna en sus prostíbulos… En esas infames tentativas se gastó toda la tarde y toda la noche, durante las cuales aquel valiente atleta de la Virgen tuvo tiempo para sufrir muchas injurias. Faltábale, sin embargo, la última y más gentil. Al amanecer del día 13 lo llevaron al cementerio de Tárrega con el despecho y rabia, que les reventaba en el cuerpo. En presencia de los que le iban a asesinar, el hermano, según dice un testigo, pidió permiso para hablar, y repitió entonces tres veces:

“Padre, perdónalos, que no saben lo que hacen”, terminando también, como el Divino Maestro, con un grito vigoroso y triunfal de “¡Viva la Religión!” que resonó entre los cipreses, confundido ya con las descargas de los fusiles. 

Nota: También los milicianos animaron a los jóvenes religiosos estudiantes del Colegio de Barbastro a que apostataran para salvar sus vidas, y al ver que no lo lograban, intentaron quebrar la integridad de su castidad consagrada, y a este fin los incitaban a una vida licenciosa, animándolos a que hicieran un buen rostro a las mujeres que introducían en la prisión, y todo era con el ánimo de corromper a aquellos muchachos, que resistieron valientes, firmes a su fe, y decididos a no traicionar las promesas hechas a Dios el día de su profesión. Y muchos sólo por la causa de ser religiosos o sacerdotes fueron asesinados por aquellos días.

13°. Andrés Molina, joven sacerdote granadino, de 27 años, fiel a la palabra dada a sus Señor, supo mantenerla incluso ante la muerte. Regía las parroquias de Instinción y Ragel, en la provincia de Almería. De él publica Monseñor Montero, en su obra sobre la persecución religiosa en España, la siguiente carta, que es la última:

“Instinción, 16 de septiembre de 1936. -¡Viva el Sagrado Corazón de Jesus!. “Muy queridísima madre y hermanos. Estas letras quiero que sean de despedida, que espero les entregará mi muy estimado amigo don Luis, para que se consuele lo mismo usted que mis hermanos y toda la familia. Termina de decirme esta pobre gente, que compadezco y perdono de todo corazón, que si quiero librar mi vida tengo que casarme, y si no lo hago me matan, y yo, pensando no en esta vida sino en la otra que es verdadera vida, les he contestado que prefiero que me maten, antes de renegar de nuestra santa Religión, y espero en N.S. Jesucristo, y en nuestra Madre de la Santísima Virgen, que me dará fuerzas para dar la vida por Dios, lo mismo que lo han hecho ya otros compañeros y lo hicieron innumerables mártires.

Madre muy querida y hermanos muy amados, no tengáis pena porque me hayan matado; lo contrario dad muchas gracias a Dios nuestro Señor, porque me ha elegido para ser mártir y desde el cielo pediré por todos vosotros y por todos los de la familia; si aquí, en la presente vida, no he tenido la dicha de abrazaros, en el cielo espero para darnos el abrazo eterno y reinar y gozar eternamente con Nuestro Señor, la Santísima Virgen y demás santos escogidos. Madre queridísima, no tengo pena, lo repito; al contrario debe estar usted muy orgullosa, porque es usted madre de un mártir; y a vosotros hermanos, digo lo mismo, sois hermanos de un mártir que desde el cielo vela por vosotros, y todos mis queridísimos sobrinos. Para terminar quiero daros algunos consejos: sed siempre muy buenos católicos; amad cada día con un amor más grande a Nuestro Señor y a nuestra Madre, la Santísima Virgen, y si algún día estuviereis en el trance que me encuentro yo: renegar de Dios o dar la vida, dad la vida mil veces, antes que renegar y ofender a Dios, porque así debemos ser, pensando que los sufrimientos pasarán y el premio será eterno. Adiós, madre mía: un abrazo te envía, y lo mismo a Santiago, a todos mis hermanos y a toda mi familia. Que así sea y que pronto nos veamos en el cielo. Su hijo y hermano, Andrés Molina” (Del informe diocesano de Granada).