“Acabamos de matar
mil millones de personas”
Me contó entonces la conversación que había tenido el Cardenal Bea, cuando el
Cardenal salió de la reunión con el Papa y sus consejeros en que el Papa Juan XXIII
estaba pálido como la muerte: ¿“Qué pasa, Eminencia”? le pregunté. ‘Acabamos de
matar mil millones de personas. ¡Mira esto’! Me entregó una hoja de papel con 25
líneas manuscritas. Desde ese día, cada palabra de ese texto quedó grabada
indeleblemente en la mente”.
El Cardenal Bea hizo esa declaración sobre “mil millones de personas” porque el
Papa había decidido de no revelar el Tercer Secreto, ni consagrar a Rusia. Pregunté al
Padre Malachi si me podía decir alguna cosa más sobre estos “terribles” castigos, que
matarían mil millones de personas. Él me explicó que, antes de leer el Secreto, le fue
pedido que hiciese un juramento de no revelarlo, pero él creía que debería haber sido
revelado, y que Nuestro Señor y Nuestra Señora querían que fuese conocido.
Por lo tanto, mencionaba el Tercer
Secreto cada vez que podría; hablaba
alrededor de él, dando mucha información
de fondo sobre él, y el mayor número
posible de pistas sobre él, sin llegar a
revelar el texto.
Así consiguió nombrar muy
rápidamente una lista de calamidades
posibles y dijo que algunas de ellas estaban
en el Secreto.
Aunque la lista incluyese cosas
como la 3ª Guerra Mundial, la muerte del
Papa, y los Tres Días de Oscuridad, no era particularmente instructiva, porque ni todos
los castigos futuros estaban en la lista, y ni todo lo que estaba en la lista era parte de los
castigos.
Una nueva energía
puede matar y destruir
Después dijo: “Sabe, va a venir una nueva forma de energía. Lo importante
sobre esta nueva forma de energía es que será muy barata. Tan barata que podría
satisfacer las necesidades de cada hombre, mujer y niño en la Tierra, si estuviese en las
manos ciertas. Pero está en las manos de quien la usará para matar y destruir”. Entonces
pregunté: ¿“No quiere referirse a nuestro país”? Y él respondió: “No. América es mala.
Somos culpados de muchos pecados. Pero no somos tan malos. No somos
suficientemente malos para matar deliberadamente mil millones de personas. Nosotros
no haríamos eso. ¡Pero ELLOS lo harían”! ¿Y quién son “ellos”? No quiso decirme.
¿Cuáles países serán más afectados? Él dijo que el castigo sería peor en ciertos
lugares que en otros, pero que nadie conseguiría evitarlo. ¿Y sería posible sobrevivir el
castigo? Respondió pensativamente: “Sí, pero en la mayor miseria”. ¿Y cómo podemos
saber cuando esas cosas están prontas a suceder? “Mira los cielos”, dijo, un aviso que
repetiría muchas y muchas veces.
Tal como el efecto que las palabras del Tercer Secreto tuvieron sobre el Padre
Malachi, el contenido de esta conversación quedaría imborrable en mi memoria.
Después de aquel día, sentí que nunca más miraría mi vida de la misma manera.
Durante los años que conocí el Padre Martin, él muchas veces haría comentarios
sobre la información que me había dado en aquel primer día. Por ejemplo, llegó a decir
que podríamos mitigar la severidad de los castigos que se aproximan si supiéramos el
contenido del Tercer Secreto.
Yo también acostumbraba hacerle preguntas sobre
declaraciones que había hecho públicamente durante sus alocuciones y entrevistas, o
escribió en sus libros.
Considerando la totalidad de las pistas que él reveló sobre el Tercer Secreto,
pueden dividirse en tres categorías, que él presenta en su libro The Keys of This Blood
(‘Llaves de esta sangre’):
“Un castigo físico de las naciones, envolviendo catástrofes, por la
mano del hombre o naturales, en la tierra, el mar y la atmósfera del globo.
Un castigo espiritual…[consistiendo] en el desaparecimiento de la
creencia religiosa, en un período de falta generalizada de Fe en muchos
países. Una función central de Rusia en dos series de acontecimientos
precedentes.
En efecto, los castigos físicos y espirituales, según la carta
de Lucía, serán colocados en un horario fatídico en que Rusia es el punto
del fulcro”
El Secreto fue presentado como una proposición ‘o-o’, dijo. El Papa de 1960
tenía la obligación de abrir el Secreto, leerlo y hacer lo que decía. Esto es el primer “o”.
El Papa Juan XXIII rechazó este “o”, y por eso estamos ahora viviendo en el
segundo “o”. El castigo espiritual comenzó aparentemente muy poco tiempo después de
1960. En resultado de la negativa del Santo Padre, el Padre Martin dijo: “Cardenales, Obispos y sacerdotes están cayendo en el infierno como hojas”. “La Fe desaparecerá de países y continentes”. “Muchos de los electos perderán la fe. Muchas personas que ahora creen
desistirán de creer, en desespero. Las cosas se harán tan malas que, si Nuestra
Señora no interviniese, nadie se salvaría”.
FUENTE: https://benedictinos.files.wordpress.com/2018/03/malaqui-martin.pdf