NDB: Evitar el mayor número de reacciones y controlarlas es lo que han hecho las huestes modernistas. Esto mismo se observa en las congregaciones tradiecuménicas (FSSP, IBP, FSSPX), mediante el control de fieles y grupos de católicos. La falsa resistencia es otro reciente ejemplo, que en vez de hacer crecer la Fé y hacerla defender, promocionan en privado a la misma FSSPX liberal, no combaten la nueva misa, permiten a sus fieles ir a casi cualquier misa tradicional (excepto a las misas de los sacerdotes "radicales" que no se someten a sus directivas), mientras no se critique a sus líderes todo esta permitido. Si encuentran alguna similitud con la estrategia de la Revolución y la falsa restauración, descrita en este libro, no es coincidencia.
"Pero lo que llama nuestra atención hoy, son las metamorfosis de la Revolución en la Iglesia.
En una de sus metamorfosis, la Revolución nos advierte, por boca del Card. Ratzinger, que ha sonado la hora de la restauración, que «ya ha comenzado en la Iglesia»; después de los excesos de Pablo VI, hay que dar marcha atrás para evitar el mayor número posible de reacciones e intentar que acepten lo esencial del Concilio, el mayor número de fieles."
"Sin embargo, aun si en el futuro ocurriese la otra sorpresa de ver restaurar obligatoriamente en toda la Iglesia la Misa de San Pío V, los hombres que actualmente dirigen la Iglesia pueden hacerlo sin que por ello abandonen la lógica de la Revolución liberal. Porque la doctrina liberal, en el fondo, no pide a la Iglesia más que una sola cosa: que renuncie a la Realeza social de Nuestro Señor Jesucristo, al Estado Confesional, a las consecuencias políticas de la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, tal como les enseña el Magisterio Romano tradicional. Actualmente quieren una nueva doctrina social: será el exílio de N. S. J .C. de la sociedad temporal." R. P. Tam
INTRODUCCIÓN
Este trabajo está dedicado a los que ya saben que la historia es la lucha entre Dios y Satanás, entre el Bien y el Mal.
A quienes creen que la Segunda Persona de la Santísima Trinidad se encarnó, con todas las consecuencias religiosas, políticas, sociales y económicas que esto implica, bajo la mirada vigilante del Magisterio romano durante veinte siglos.
Esto es, la admirable civilización de la Edad Media «que ya no hay que inventar» (San Pío X) erigida sobre el Hombre-Dios, Su Iglesia y Su doctrina.
A quienes saben que con la Revolución humanista se inicia el proceso de descristianización que a su vez engendra la revolución protestante, liberal, y socialista.
El Papa Pío XII resume magistralmente con una sabiduría que domina toda la historia, ese trabajo del enemigo que «en estos últimos siglos ha tratado de completar la destrucción intelectual, moral y social de la unidad misteriosa ..... de Cristo.
Ha querido la naturaleza sin la gracia... ¡Cristo sí, la Iglesia no! Después: Dios sí, Cristo no. Por fin el grito impío: Dios ha muerto...» (Pío XII, 12.X.1952).
A quienes saben también, que los enemigos de la Iglesia, después de haber instalado los principios masónicos de libertad, igualdad y fraternidad en la sociedad temporal, los han introducido en la sociedad eclesiástica con el Concilio Vaticano II; lo que denunció con autoridad S. E. Mons. Marcel Lefebvre, el hombre suscitado por Dios ante esta Revolución en la Iglesia, en su libro “Un Obispo habla”.
Ya en la Revolución humanista -pero bajo una apariencia poética- los revolucionarios han intentado difundir una alternativa interconfesional a la Cristiandad de la Edad Media.
Maritain con su “Humanismo integral” busca llevar las aspiraciones humanistas, “de la utopía a la ciencia”. Los últimos Papas, con la ayuda del Concilio, intentaron su realización histórica.
Pero lo que llama nuestra atención hoy, son las metamorfosis de la Revolución en la Iglesia. En una de sus metamorfosis, la Revolución nos advierte, por boca del Card. Ratzinger, que ha sonado la hora de la restauración, que «ya ha comenzado en la Iglesia»; después de los excesos de Pablo VI, hay que dar marcha atrás para evitar el mayor número posible de reacciones e intentar que acepten lo esencial del Concilio, el mayor número de fieles. Viendo a la Iglesia conciliar acumular sin prisa demasiado material del tipo “Pseudo Restauración” (teorías del Card. Ratzinger, del Opus Dei y de algunos obispos), es lógico pensar que dicho material sea utilizado y para eso nos preparamos.
Puede ser que estemos en vísperas de una operación de gran envergadura, poco inferior al Concilio Vaticano II.
El Card. Ratzinger, en efecto, comienza a distribuir las “sorpresas”: en 1984, anunciaba la “Restauración” (Jesús, 1984) y 9 años después, sin prisa, declaraba que se dará la vuelta a los altares (Il Sábato, 24 de Abril de 1993).
Sin embargo, aun si en el futuro ocurriese la otra sorpresa de ver restaurar obligatoriamente en toda la Iglesia la Misa de San Pío V, los hombres que actualmente dirigen la Iglesia pueden hacerlo sin que por ello abandonen la lógica de la Revolución liberal.
Porque la doctrina liberal, en el fondo, no pide a la Iglesia más que una sola cosa: que renuncie a la Realeza social de Nuestro Señor Jesucristo, al Estado Confesional, a las consecuencias políticas de la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, tal como les enseña el Magisterio Romano tradicional. Actualmente quieren una nueva doctrina social: será el exílio de N. S. J .C. de la sociedad temporal.
Si, conseguido esto, después, “en las sacristías” se celebra la Misa de San Pío V, esto ya no inquieta a la Revolución liberal; esta parece ser la idea dominante del Nuevo Orden Mundial que, a cambio, ve a la Autoridad Romana aceptando, y enseñando lo que fue condenado sin discusión, de manera infalible e irreformable desde la llamada Revolución Francesa.
Nosotros nos preparamos ya para nuevas “sorpresas”; sin embargo, el mismo Cardenal, tranquilizando así a los amos del mundo, nos garantiza que «si por Restauración se entiende volver atrás, entonces ninguna Restauración es posible.» ¡El promete, de algún modo, no salir de la lógica de la Revolución liberal! La formula
del futuro “catolicismo” sería más o menos ésta: “tradicionalista sí, pero en privado.”
Esto no nos sorprende, Mons. Lefebvre nos lo había predicho. Sin embargo, puede ser bueno el prepararse y preparar para esto a los fieles. La intención de terminar con el “caso Lefebvre” está declarada abiertamente “Entretien sur la Foi” - J. Ratzinger - cap. 2: “un remedio contra el anacronismo” y 30 Giorni, octubre de 1988: “la operación para recuperar a los tradicionalistas continúa”). Pero «a pesar de esta agresiva “operación recuperación” bien conducida
y puesta en marcha por las autoridades vaticanas, el ejército tradicionalista de Mons. Lefebvre, está lejos de ser vencido y de batirse en retirada, como muchos lo creen hoy» (Il Sábato, 8 de Julio de 1989).
El Card. Ratzinger nos señala uno de los fines de esta operación en una entrevista a Il Regno (Abril de 1994). Después de haber reconocido que «el fenómeno lefebvrista está en expansión...» y «esto hace difícil una acción en el futuro» (puede ser una excomunión en bloque o la criminalización so pretexto de fundamentalismo para entregarnos en brazos del Nuevo Orden Mundial), quiere poner una cuña entre los que quieren la liturgia tradicional y los que quieren también el Reino social de Nuestro Señor Jesucristo (entendiendo esta actitud como un «endurecimiento creciente de los responsables»). Este es su plan.
Por lo tanto, ¡preparémonos! Cuando la Pseudo-Restauración esté madura y salga adornada con todos sus encantos -con la ayuda de fuerzas ajenas a la Iglesia tendremos la oportunidad de oír repetir los eternos slogans de los traidores: «aceptemos, más vale ceder un poco que perderlo todo», «no hay que batirse para no ser vencido, hay que salvar lo que puede salvarse», etc. Eso no es la lógica de la fe, eso es sentimentalismo.
NdB: El R.P. Tam fue de los primeros sacerdotes incómodos que había que quitar de en medio.