¡Madre
Inmaculada! ¡Que no nos cansemos! ¡Madre Nuestra!
¡Una petición!
¡Que no nos cansemos!
Si, aunque el
desaliento, por el poco fruto o por la ingratitud, nos asalte,
aunque la flaqueza nos ablande, aunque el furor del
Enemigo nos
persiga y nos calumnie, aunque nos falten el
dinero y los
auxilios humanos, aunque vinieran al suelo
nuestras obras
y tuviéramos que empezar de nuevo… ¡Madre
Querida!... ¡Que no nos cansemos!
Firmes,
decididos, alentados, sonrientes siempre, con los ojos
De la cara fijos en el prójimo y en sus
necesidades, para
Socorrerlos y
con los ojos del alma fijos en el Corazón de
Jesús que está
en el Sagrario, ocupemos nuestro puesto, el
Que a cada uno
nos ha señalado Dios.
¡Nada de
volver la cara atrás! ¡Nada de cruzarse de brazos!
¡Nada de
estériles lamentos! Mientras nos quede una gota de
Sangre que
derramar, unas monedas que repartir, un podo de
Energía que
gastar, una palabra que decir, un aliento de
Nuestro
corazón, un poco de fuerza en nuestras manos o en
Nuestros pies,
que puedan servir para dar gloria a Él y a Ti y
Para hacer un
poco de bien a nuestros hermanos…
¡Madre mía,
por última vez! ¡MORIR antes que cansarnos!
Mons. Manuel
González García, obispo de Málaga (+1940)