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lunes, 29 de agosto de 2016

MENSAJE DEL ARZOBISPO LEFEBVRE A MONS FELLAY





Una falsa caridad
Y nosotros no debemos vacilar por ningún momento, en no estar con los que están en el proceso de traicionarnos. Algunas personas siempre están admirando la hierba en el jardín del vecino. En vez de mirar a sus amigos, a los defensores de la Iglesia, a los que luchan en el campo de batalla, ven a nuestros enemigos en el otro lado. "Después de todo, hay que tener caridad, debemos ser amables, no deben causar divisiones, después de todo, que están celebrando la misa tridentina, que no son tan malo como todo el mundo dice" -, pero están traicionándonos, traicionándonos! Ellos se dan la mano con los destructores de la Iglesia. Ellos se dan la mano con las personas que llevan a cabo las ideas modernistas y liberales condenadas por la Iglesia. Por lo que están haciendo el trabajo del diablo. 
( "Dos años después de las consagraciones"
Monseñor Lefebvre, 6 de septiembre de 1990)

La ilusión de hacer el bien
"Conseguir entrar a la iglesia, ¿qué significa eso? Y en primer lugar, de ¿qué iglesia estamos hablando? Si se trata de la iglesia conciliar, deberíamos nosotros entonces, que hemos luchado contra ella durante veinte años, porque amamos a la Iglesia Católica, volver a la iglesia conciliar supuestamente para hacerla CATÓLICA? Esta es una total ilusión!
NO CAMBIAN los inferiores a los superiores, pero son los SUPERIORES que cambian a los inferiores ". (Fideliter Nº 70 de julio-agosto de 1989)

Sacerdotes bastardos
Todos estos Papas han resistido a la unión de la Iglesia con la revolución; se trata de una unión adúltera y de esa unión sólo pueden venir bastardos. El rito de la nueva misa es un rito bastardo, los sacramentos son sacramentos bastardos. Ya no sabemos si son sacramentos que dan gracia o no dan la misma. Los sacerdotes que salen de los seminarios son sacerdotes bastardos que no saben lo que son.
(Carta abierta a los Católicos, p. 128)

Es por lo tanto un estricto deber para todo sacerdote que quiera permanecer católico, el separarse a sí mismo, de esta iglesia conciliar, por tanto tiempo, mientras ellos (conciliares) no redescubran la tradición de la Iglesia y la Fe Católica.
(Arzobispo Lefebvre, Itinerario Espiritual p. 13)