“Dos cosas me han conmovido
sumamente. La primera es la disposición con que sale Jesucristo al encuentro de
los que le buscaban, con la misma firmeza, el mismo valor, el mismo porte
exterior que si su alma hubiese estado en perfecta calma.
Su Corazón está anegado en una horrible amargura. He aquí un milagro que
sólo el Espíritu de Dios es capaz de obrar en un corazón: el de concertar la
guerra y la paz, la turbación y la calma, la desolación y el fervor”.
San Claudio La Colombiere