Traducir

jueves, 12 de noviembre de 2015

EL TERCER SECRETO DE FATIMA: La gran Apostasía





La pérdida de la Fe.

 En 1984, el Obispo de Fátima, Mons. Alberto Cosme do Amaral, confirmó que el Tercer Secreto de Fátima no se refiere a una guerra atómica o al fin del mundo; sino, en su lugar, se refiere a la Fe católica, y especialmente a la pérdida de esa Fe a lo largo (al menos) de Europa. (Ver cita en “Testimonios Publicados: El Obispo de Fátima (10 de septiembre de 1984)”). 


En su Tercera Memoria, completada en agosto de 1941, la Hermana Lucía afirmó que el Secreto de Fátima está dividido en tres partes distintas, después de lo cual ella escribió, por primera vez, las primeras dos partes del Secreto. Anotó, “El secreto consta de tres cosas distintas, de las cuales voy a revelar dos.” Ella sintió que “ha llegado el momento de revelar las primeras dos partes del Secreto.” No obstante, guardó silencio sobre la tercera parte del Secreto, ya que no había recibido permiso del Cielo para revelarlo.  



En su cuarta memoria, que fue escrita entre octubre y diciembre de 1941, la Hermana Lucía copió las dos primeras partes del Secreto del texto de la tercera memoria, pero agregó una frase que no se encuentra allí (en la tercera memoria). La Hermana Lucía nos dio la primera frase del Tercer Secreto cuando insertó en el texto de la cuarta memoria: “En Portugal, se conservará siempre la doctrina de la Fe, etc.” Esta frase no había aparecido en su memoria anterior. La Hermana Lucía la insertó intencionadamente en su cuarta memoria para indicarnos que la parte final del Secreto comenzaba allí. En 1943, después de haberle pedido el Obispo da Silva que escribiera el texto del Tercer Secreto, la Hermana Lucía encontraba difícil la tarea. Ella declaró al Obispo que no era absolutamente necesario escribir el texto, “ya que en cierta manera ella lo había dicho”


La Hermana Lucía se estaba refiriendo muy probablemente a la frase adicional que ella había insertado en su cuarta memoria, “En Portugal, se conservará siempre la doctrina de la Fe, etc.” La frase, “En Portugal, se conservará siempre la doctrina de la Fe, etc.” es una promesa que la Fe verdadera será preservada en ese país, aunque en su vaguedad no dice por quienes. Entonces, si en Portugal la Fe verdadera será preservada, ¿que se supone que ocurrirá en el resto del mundo? 



El Padre Messias Dias Coelho, portugués, concluyó que, “esa alusión, tan positiva por lo que va a ocurrir entre nosotros, nos sugiere que todo será diferente a nuestro alrededor. ...” 



 El Padre Alonso, el archivista oficial de Fátima diría sobre el Tercer Secreto: ‘En Portugal se conservará siempre la doctrina de la Fe’: La frase da a entender muy claramente un estado crítico de la Fe, que otras naciones sufrirán, es decir, una crisis de Fe; en tanto que Portugal preservará su Fe. ‘En el período, pues, que precede al gran triunfo del Corazón de María suceden algunas cosas tremendas que son objeto de la tercera parte del Secreto.

 ¿Cuales?  ‘Si en Portugal se conservarán siempre los dogmas de la Fe,’ ... se deduce con toda claridad que en otras partes de la Iglesia esos dogmas, o se van a oscurecer, o hasta se van a perder. Así, ‘Sería, pues, del todo probable que en ese período intermedio a que nos estamos refiriendo (después de 1960 y antes del triunfo del Inmaculado Corazón de María, el texto haga referencias concretas a la crisis de la Fe en la Iglesia y a la negligencia de los mismos pastores.


 Una conclusión si que parece cierta: que el contenido de la parte inéditia no se refiere ya a nuevos cataclismos político-bélicos, sino a acontecimientos de índole religiosa intraeclesial, todavía mucho más graves en si mismos. Reconocidas autoridades de la Iglesia han confirmado las conclusiones del Padre Alonso sobre el Tercer Secreto, que se refiere a una pérdida de la Fe sin precedentes, a una apostasía, de la cual Portugal será preservada. 



En 1984 el Obispo de Fátima dijo, “la pérdida de la Fe de un continente es peor que la aniquilación de una nación; y es cierto que la Fe está disminuyendo continuamente en Europa”. Y en su entrevista con Vittorio Messori, el Cardenal Ratzinger confirmó esa conclusión cuando dijo que la parte final del Secreto habla de “los peligros que amenazan la Fe y la vida de los cristianos, y por lo tanto del mundo”. Finalmente, nosotros sabemos que el cumplimiento de la profecía del Tercer Secreto comenzó a realizarse en 1960, porque cuando se le preguntó a la Hermana Lucía por qué el Tercer Secreto debía revelarse no más tarde de 1960, ella respondió “porque entonces se verá más claro”



Desde 1960 nosotros hemos visto la profecía del Tercer Secreto desarrollarse delante de nuestros ojos, y es claro que desde ese entonces el mundo ha estado sufriendo una terrible pérdida de la Fe. Neglicencia pastoral En su libro de 1976, El Secreto de Fátima: Hecho y Leyenda, el Padre Alonso agregó a su hipótesis que el Tercer Secreto se refiere a la crisis de la Fe dentro de la Iglesia, la creencia que también habla de la negligencia de los pastores, especialmente dentro de la alta jerarquía. “Por lo tanto, es completamente probable”, dijo, “que el texto (del Tercer Secreto) hace referencias concretas a la crisis de la Fe dentro de la Iglesia y a la negligencia de los mismos pastores”. El habla también de “luchas internas en el mismo seno de la Iglesia y de grave negligencia pastoral de la alta jerarquía,” y de “deficiencias de la alta jerarquía de la Iglesia”. 


El Padre Alonso dijo también: ...¿Habla de circunstancias concretas el texto inédito? Es muy posible que no hable únicamente de una verdadera en la Iglesia de ese período intermedio, sino que como, por ejemplo lo hace el secreto de La Salette, haya referencias más concretas a las luchas intestinas de los católicos; a las deficiencias de sacerdotes y religiosos; tal vez se insinúen las deficiencias mismas de la alta jerarquía de la Iglesia. Nada de eso, por lo demás, es ajeno a otras comunicaciones que ha tenido Lucía en estos puntos.



 Además de la Hermana Lucía, el Padre Alonso fue la primera autoridad sobre Fátima. El se reunía con la Hermana Lucía y la consultaba mientra trabajaba en su estudio crítico sobre Fátima. Por eso, antes de hacer tan audaces sugestiones sobre el contenido del Tercer Secreto, es seguro que el Padre Alonso habría consultado previamente a la Hermana Lucía. Y si el Padre Alonso hubiera estado errado en sus conclusiones, es seguro que la Hermana Lucía se lo hubiera informado, ya que ella nunca dudó en corregir otras afirmaciones de clérigos y autores varios sobre Fátima cuando estos estuvieron equivocados. En junio de 1943, la Hermana Lucía enfermó seriamente de una pleuresía, que hizo temer al Canónigo Galamba y al Obispo Don José Correia da Silva que ella pudiera morir sin haber revelado el Secreto final. El Canónigo entonces convenció al Obispo para que sugieriera a la Hermana Lucía que escribiera el Tercer Secreto. Sin embargo, la Hermana Lucía no pudo dar el paso de confiar al papel el Tercer Secreto de Fátima en base a una mera sugestión del Obispo. La ausencia de una orden explícita del Obispo la turbó profundamente, y Lucía no quiso asumir la responsabilidad de la iniciativa. A mediados de Octubre de 1943, el Obispo Don José Correia da Silva dió a Lucía la orden formal de escribir el Tercer Secreto. Lucía intentó obedecer la orden del Obispo, pero le fue imposible hacerlo durante los dos meses y medio siguientes. 


Desde mediados de octubre de 1943 a principios de enero de 1944, la Hermana Lucía se sintió impedida de obedecer la orden formal de escribir el Tercer Secreto por experimentar una indecible angustia. Finalmente, el 2 de enero de 1944 se le apareció Nuestra Señora para fortalecerla y confirmarle que era la voluntad de Dios que ella lo escribiera. Fue solo entonces que la Hermana Lucía pudo revelar la parte final del Secreto. Refiriéndose a esa dificultad, el Padre Alonso pregunta: Por lo demás, ¿como comprender las grandes dificultades de Lucía para escribirlo después de haber escrito otras cosas ya enormemente difíciles? Si se hubiera tratado simplemente de anunciar proféticamente nuevos y grandes cataclismos, estamos seguros que la Hermana Lucía no hubiera sufrido tales dificultades, cuyo vencimiento exigió una especial intervención del cielo. En cambio, si se trata de luchas intestinas en el seno de la misma Iglesia y de graves neglicencias pastorales de altos jerarcas, se comprende que Lucía tuviera unas repugnancias casi imposibles de superar naturalmente.


 La batalla decisiva entre Nuestra Señora y el Diablo En su entrevista de 1957 con el Padre Fuentes, la Hermana Lucía habló de una batalla decisiva entre la Santísima Virgen y el diablo. Aunque no tan evidente como la crisis de la Fe y la negligencia pastoral arriba mencionadas, este tercer tema aparece frecuentemente en las comunicaciones de la Hermana Lucía. Pero, ¿que quiere ella significar con “batalla decisiva”? En su entrevista con el Padre Fuentes, la Hermana Lucía trata este tema diciendo: 



“Padre, el demonio está librando una batalla decisiva con la Virgen; y como sabe qué es lo que más ofende a Dios y lo que, en menos tiempo, le hará ganar mayor número de almas, está tratando de ganar a las almas consagradas a Dios, ya que de esta manera también deja el campo de las almas desamparado, y más fácilmente se apodera de ellas." 


“Padre, la Santísima Virgen no me dijo que nos encontramos en los últimos tiempos del mundo, pero me lo dió a demostrar por tres motivos: el primero, porque me dijo que el demonio está librando una batalla decisiva con la Virgen y una batalla decisiva es una batalla final, en donde se va a saber de que partido es la victoria, de que partido es la derrota. Así que ahora, o somos de Dios o somos del demonio; no hay término medio. 



 “Lo segundo, porque me dijo, tanto a mis primos como a mi, que dos eran los últimos remedios que Dios daba al mundo: el Santo Rosario y la devoción al Inmaculado Corazón de María; y, al ser los últimos remedios, quiere decir que son los últimos, que ya no va a haber otros. 



 “Y tercero, porque siempre en los planes de la Divina Providencia, cuando Dios va a castigar al mundo, agota antes todos los medios; y cuando ha visto que el mundo no le ha hecho caso a ninguno de ellos, entonces, como si dijéramos en nuestro modo imperfecto de hablar, nos presenta con cierto temor el último medio de salvación, Su Santísima Madre. Porque si despreciamos y rechazamos este último medio, ya no tendremos perdón del cielo; porque hemos cometido un pecado, que en el Evangelio suele llamarse pecado contra el Espíritu Santo; que consiste en rechazar abiertamente, con todo conocimiento y voluntad, la salvación que se presenta en las manos; y también porque Nuestro Señor es muy buen hijo; y no permite que ofendamos y despreciemos a Su Santísima Madre, teniendo como testimonio patente la historia de varios siglos de la Iglesia que con ejemplos terribles nos indica cómo Nuestro Señor siempre ha salido en defensa del honor de Su Santísima Madre."





 “Dos son los medios para salvar al mundo, me decía Sor Lucía de Jesús: la oración y el sacrificio. Y luego, el Santo Rosario. [Respecto al Santo Rosario, la Hermana Lucía dijo:] Mire Padre, la Santísima Virgen, en estos últimos tiempos en que estamos viviendo, ha dado una nueva eficacia al rezo del Santo Rosario. De tal manera que ahora no hay problema, por más difícil que sea, sea temporal o sobre todo espiritual, que se refiera a la vida personal de cada uno de nosotros; o a la vida de nuestras familias sean familias del mundo o Comunidades Religiosas; o a la vida de los pueblos y naciones; no hay problema, repito, por más difícil que sea, que no podamos resolver ahora con el rezo del Santo Rosario. Con el Santo Rosario nos salvaremos, nos santificaremos, consolaremos a Nuestro Señor y obtendremos la salvación de muchas almas. “Y luego, la devoción al Corazón Inmaculado de María, Nuestra Santísima Madre, poniéndonosla como sede de la clemencia, de la bondad y el perdón; y como puerta segura para entrar al Cielo.”

El Padre Alonso afirmó que los textos de la entrevista con el Padre Fuentes “no dicen nada que la Hermana Lucía no ha dicho en sus numerosos escritos hechos públicos”. En posteriores escritos, la Hermana Lucía habló de la diabólica campaña emprendida. En una carta a su amiga la Madre Martins, después de reflexionar sobre la devoción del Rosario, ella escribe: “!Es por eso que el diablo ha librado tal guerra contra él! ¡Y lo peor es que ha logrado llevar al error y engañar a almas que tienen una gran responsabilidad por el lugar que ellas ocupan ...! Ellos son ciegos que guían a otros ciegos. ...” Al año siguiente, la Hermana Lucía escribió otra vez a la Madre Martins: Así, los pequeños volantes (referidos a un texto sobre el Rosario compuesto por Sor Lucía) permanecerán con las almas, como un eco de la voz de Nuestra Señora, para recordarles la insistencia con que Ella nos recomendó tantas veces el rezo del Rosario. Es porque Ella ya sabía que vendrían estos tiempos, durante los cuales el diablo y sus seguidores lucharían tanto contra esta oración para alejar las almas de Dios. Y sin Dios, ¡¿quien se salvará?! Por esta razón debemos hacer todo de nuestra parte para llevar las almas de nuevo a Dios.9 Finalmente, en una carta a Don Umberto Pasquale, quien era muy devoto de la causa de Fátima, la Hermana Lucía escribió: ... La decadencia que existe en el mundo, es sin ninguna duda consecuencia de la falta de espíritu de oración. Previendo esta desorientación, la Santísima Virgen recomendó el rezo del Rosario con tanta insistencia, y como el Rosario es, después de la sagrada liturgia eucarística, la oración más apta para preservar la fe en las almas, el diablo ha desencadenado su lucha contra él. 

Desgraciadamente vemos los desastres que ha causado. ... Debemos defender a las almas contra los errores que pueden hacerlas extraviar del buen camino. ... Nosotros no podemos, y no debemos detenernos, ni permitir, como dice Nuestro Señor, que los hijos de las Tinieblas sean más sabios que los hijos de la Luz ... El Rosario es el arma más poderosa para defendernos en el campo de batalla.10 El tema que se repitió una y otra vez en esas cartas es que estamos en los últimos tiempos y que el diablo ha comenzado, por lo tanto, su última y más virulenta batalla por las almas. Y, como explicó la Hermana Lucía al Padre Fuentes, Dios nos ha dado “el último medio de salvación, Su Santísima Madre”. Por lo tanto Ella está empeñada en esa batalla. La Santísima Virgen fue a Fátima a darnos una advertencia y el remedio de antemano.

The Real Secret
Fatima.org