La pérdida de la Fe.
En 1984, el Obispo de Fátima, Mons. Alberto Cosme do Amaral, confirmó que el
Tercer Secreto de Fátima no se refiere a una guerra atómica o al fin del mundo; sino, en su
lugar, se refiere a la Fe católica, y especialmente a la pérdida de esa Fe a lo largo (al menos)
de Europa. (Ver cita en “Testimonios Publicados: El Obispo de Fátima (10 de septiembre de
1984)”).
En su Tercera Memoria, completada en agosto de 1941, la Hermana Lucía afirmó que
el Secreto de Fátima está dividido en tres partes distintas, después de lo cual ella escribió, por
primera vez, las primeras dos partes del Secreto. Anotó, “El secreto consta de tres cosas
distintas, de las cuales voy a revelar dos.” Ella sintió que “ha llegado el momento de revelar
las primeras dos partes del Secreto.” No obstante, guardó silencio sobre la tercera parte del
Secreto, ya que no había recibido permiso del Cielo para revelarlo.
En su cuarta memoria, que fue escrita entre octubre y diciembre de 1941, la Hermana
Lucía copió las dos primeras partes del Secreto del texto de la tercera memoria, pero agregó
una frase que no se encuentra allí (en la tercera memoria). La Hermana Lucía nos dio la
primera frase del Tercer Secreto cuando insertó en el texto de la cuarta memoria: “En
Portugal, se conservará siempre la doctrina de la Fe, etc.” Esta frase no había aparecido en su
memoria anterior. La Hermana Lucía la insertó intencionadamente en su cuarta memoria para
indicarnos que la parte final del Secreto comenzaba allí.
En 1943, después de haberle pedido el Obispo da Silva que escribiera el texto del
Tercer Secreto, la Hermana Lucía encontraba difícil la tarea. Ella declaró al Obispo que no
era absolutamente necesario escribir el texto, “ya que en cierta manera ella lo había dicho”.
La Hermana Lucía se estaba refiriendo muy probablemente a la frase adicional que ella había
insertado en su cuarta memoria, “En Portugal, se conservará siempre la doctrina de la Fe,
etc.”
La frase, “En Portugal, se conservará siempre la doctrina de la Fe, etc.” es una
promesa que la Fe verdadera será preservada en ese país, aunque en su vaguedad no dice por
quienes. Entonces, si en Portugal la Fe verdadera será preservada, ¿que se supone que
ocurrirá en el resto del mundo?
El Padre Messias Dias Coelho, portugués, concluyó que, “esa
alusión, tan positiva por lo que va a ocurrir entre nosotros, nos sugiere que todo será diferente
a nuestro alrededor. ...”
El Padre Alonso, el archivista oficial de Fátima diría sobre el Tercer Secreto:
‘En Portugal se conservará siempre la doctrina de la Fe’: La frase da a
entender muy claramente un estado crítico de la Fe, que otras naciones
sufrirán, es decir, una crisis de Fe; en tanto que Portugal preservará su Fe. ‘En el período, pues, que precede al gran triunfo del Corazón de María
suceden algunas cosas tremendas que son objeto de la tercera parte del
Secreto.
¿Cuales? ‘Si en Portugal se conservarán siempre los dogmas de la Fe,’ ... se
deduce con toda claridad que en otras partes de la Iglesia esos dogmas, o se
van a oscurecer, o hasta se van a perder. Así, ‘Sería, pues, del todo probable que en ese período intermedio a
que nos estamos refiriendo (después de 1960 y antes del triunfo del
Inmaculado Corazón de María, el texto haga referencias concretas a la crisis
de la Fe en la Iglesia y a la negligencia de los mismos pastores.
Una conclusión si que parece cierta: que el contenido de la parte
inéditia no se refiere ya a nuevos cataclismos político-bélicos, sino a
acontecimientos de índole religiosa intraeclesial, todavía mucho más graves en
si mismos. Reconocidas autoridades de la Iglesia han confirmado las conclusiones del Padre
Alonso sobre el Tercer Secreto, que se refiere a una pérdida de la Fe sin precedentes, a una
apostasía, de la cual Portugal será preservada.
En 1984 el Obispo de Fátima dijo, “la pérdida
de la Fe de un continente es peor que la aniquilación de una nación; y es cierto que la Fe está
disminuyendo continuamente en Europa”. Y en su entrevista con Vittorio Messori, el
Cardenal Ratzinger confirmó esa conclusión cuando dijo que la parte final del Secreto habla
de “los peligros que amenazan la Fe y la vida de los cristianos, y por lo tanto del mundo”.
Finalmente, nosotros sabemos que el cumplimiento de la profecía del Tercer Secreto
comenzó a realizarse en 1960, porque cuando se le preguntó a la Hermana Lucía por qué el
Tercer Secreto debía revelarse no más tarde de 1960, ella respondió “porque entonces se verá
más claro”.
Desde 1960 nosotros hemos visto la profecía del Tercer Secreto desarrollarse
delante de nuestros ojos, y es claro que desde ese entonces el mundo ha estado sufriendo una
terrible pérdida de la Fe.
Neglicencia pastoral
En su libro de 1976, El Secreto de Fátima: Hecho y Leyenda, el Padre Alonso agregó
a su hipótesis que el Tercer Secreto se refiere a la crisis de la Fe dentro de la Iglesia, la
creencia que también habla de la negligencia de los pastores, especialmente dentro de la alta
jerarquía. “Por lo tanto, es completamente probable”, dijo, “que el texto (del Tercer Secreto)
hace referencias concretas a la crisis de la Fe dentro de la Iglesia y a la negligencia de los
mismos pastores”. El habla también de “luchas internas en el mismo seno de la Iglesia y de
grave negligencia pastoral de la alta jerarquía,” y de “deficiencias de la alta jerarquía de la
Iglesia”.
El Padre Alonso dijo también:
...¿Habla de circunstancias concretas el texto inédito? Es muy posible que no
hable únicamente de una verdadera en la Iglesia de ese período
intermedio, sino que como, por ejemplo lo hace el secreto de La Salette, haya
referencias más concretas a las luchas intestinas de los católicos; a las
deficiencias de sacerdotes y religiosos; tal vez se insinúen las deficiencias
mismas de la alta jerarquía de la Iglesia. Nada de eso, por lo demás, es ajeno a
otras comunicaciones que ha tenido Lucía en estos puntos.
Además de la Hermana Lucía, el Padre Alonso fue la primera autoridad sobre Fátima.
El se reunía con la Hermana Lucía y la consultaba mientra trabajaba en su estudio crítico
sobre Fátima. Por eso, antes de hacer tan audaces sugestiones sobre el contenido del Tercer
Secreto, es seguro que el Padre Alonso habría consultado previamente a la Hermana Lucía. Y
si el Padre Alonso hubiera estado errado en sus conclusiones, es seguro que la Hermana
Lucía se lo hubiera informado, ya que ella nunca dudó en corregir otras afirmaciones de
clérigos y autores varios sobre Fátima cuando estos estuvieron equivocados.
En junio de 1943, la Hermana Lucía enfermó seriamente de una pleuresía, que hizo
temer al Canónigo Galamba y al Obispo Don José Correia da Silva que ella pudiera morir sin
haber revelado el Secreto final. El Canónigo entonces convenció al Obispo para que
sugieriera a la Hermana Lucía que escribiera el Tercer Secreto. Sin embargo, la Hermana
Lucía no pudo dar el paso de confiar al papel el Tercer Secreto de Fátima en base a una mera
sugestión del Obispo. La ausencia de una orden explícita del Obispo la turbó profundamente,
y Lucía no quiso asumir la responsabilidad de la iniciativa.
A mediados de Octubre de 1943, el Obispo Don José Correia da Silva dió a Lucía la
orden formal de escribir el Tercer Secreto. Lucía intentó obedecer la orden del Obispo, pero
le fue imposible hacerlo durante los dos meses y medio siguientes.
Desde mediados de
octubre de 1943 a principios de enero de 1944, la Hermana Lucía se sintió impedida de
obedecer la orden formal de escribir el Tercer Secreto por experimentar una indecible
angustia. Finalmente, el 2 de enero de 1944 se le apareció Nuestra Señora para fortalecerla y
confirmarle que era la voluntad de Dios que ella lo escribiera. Fue solo entonces que la
Hermana Lucía pudo revelar la parte final del Secreto. Refiriéndose a esa dificultad, el Padre
Alonso pregunta:
Por lo demás, ¿como comprender las grandes dificultades de Lucía
para escribirlo después de haber escrito otras cosas ya enormemente difíciles?
Si se hubiera tratado simplemente de anunciar proféticamente nuevos y
grandes cataclismos, estamos seguros que la Hermana Lucía no hubiera
sufrido tales dificultades, cuyo vencimiento exigió una especial intervención
del cielo. En cambio, si se trata de luchas intestinas en el seno de la misma
Iglesia y de graves neglicencias pastorales de altos jerarcas, se comprende que
Lucía tuviera unas repugnancias casi imposibles de superar naturalmente.
La batalla decisiva entre Nuestra Señora y el Diablo
En su entrevista de 1957 con el Padre Fuentes, la Hermana Lucía habló de una batalla
decisiva entre la Santísima Virgen y el diablo. Aunque no tan evidente como la crisis de la Fe
y la negligencia pastoral arriba mencionadas, este tercer tema aparece frecuentemente en las
comunicaciones de la Hermana Lucía. Pero, ¿que quiere ella significar con “batalla
decisiva”?
En su entrevista con el Padre Fuentes, la Hermana Lucía trata este tema diciendo:
“Padre, el demonio está librando una batalla decisiva con la Virgen; y como sabe qué
es lo que más ofende a Dios y lo que, en menos tiempo, le hará ganar mayor número de
almas, está tratando de ganar a las almas consagradas a Dios, ya que de esta manera también
deja el campo de las almas desamparado, y más fácilmente se apodera de ellas."
“Padre, la Santísima Virgen no me dijo que nos encontramos en los últimos tiempos
del mundo, pero me lo dió a demostrar por tres motivos: el primero, porque me dijo que el
demonio está librando una batalla decisiva con la Virgen y una batalla decisiva es una batalla
final, en donde se va a saber de que partido es la victoria, de que partido es la derrota. Así que
ahora, o somos de Dios o somos del demonio; no hay término medio.
“Lo segundo, porque me dijo, tanto a mis primos como a mi, que dos eran los últimos
remedios que Dios daba al mundo: el Santo Rosario y la devoción al Inmaculado Corazón de
María; y, al ser los últimos remedios, quiere decir que son los últimos, que ya no va a haber
otros.
“Y tercero, porque siempre en los planes de la Divina Providencia, cuando Dios va a
castigar al mundo, agota antes todos los medios; y cuando ha visto que el mundo no le ha
hecho caso a ninguno de ellos, entonces, como si dijéramos en nuestro modo imperfecto de
hablar, nos presenta con cierto temor el último medio de salvación, Su Santísima Madre.
Porque si despreciamos y rechazamos este último medio, ya no tendremos perdón del cielo;
porque hemos cometido un pecado, que en el Evangelio suele llamarse pecado contra el
Espíritu Santo; que consiste en rechazar abiertamente, con todo conocimiento y voluntad, la
salvación que se presenta en las manos; y también porque Nuestro Señor es muy buen hijo; y
no permite que ofendamos y despreciemos a Su Santísima Madre, teniendo como testimonio
patente la historia de varios siglos de la Iglesia que con ejemplos terribles nos indica cómo
Nuestro Señor siempre ha salido en defensa del honor de Su Santísima Madre."