Punto I.- Considera que siendo diez los que alcanzaron la salud, sólo
uno la vino a agradecer al Señor, en el cual nos enseñó la virtud del
agradecimiento. Que viendo que estaba
sano, uno vino con grande voz glorificando a Dios. Este solo tuvo ojos para
ver el beneficio recibido, este solo le miró y le consideró; y así solo él se
movió a ser agradecido. Esta es la primera calidad del agradecimiento, conocer
y reconocer el beneficio y no olvidarse de él. ¡Oh alma mía! Si volvieses los
ojos a ver y reconocer las mercedes que Dios te ha hecho, y cómo las
agradecerías! Mas no las ves ni las consideras, no las agradeces como debes.
Saca de aquí una determinación firme de meditar a menudo en los beneficios de
Dios, y en contemplar las mercedes que te ha hecho y continuamente te hace,
para agradecerlas y servir como debes a la Divina Majestad.
Punto II.- Considera que volvió con grande voz glorificando a Dios y engrandeciendo
su poder. Porque si alguna virtud le engrandece y glorifica, es la del
agradecimiento. Reconoce la grandeza de esta virtud, y cuánto la estima Dios, y
no seas escaso en adelante en glorificar a Dios con tu agradecimiento,
reconociendo y confesando a los ojos de todo el mundo las mercedes que recibes
de Su mano, y que poco o mucho, si algún
bien hay en ti, todo es de mano del Señor.
Punto III.- De diez sólo este que era extraño y no del pueblo de Israel
vino a dar gracias a Dios, y se olvidaron de darlas los que tenían más
obligación, en que resplandeció más su virtud; pues como dice San Gregorio, así como es
mayor culpa ser malo entre los buenos,
así es de mayor alabanza ser bueno entre los malos, y fue en este de mayor
merecimiento y estimación ser agradecido en compañía de los nueve que no lo
fueron, corriéndoles por israelitas mayor obligación de serlo. Saca de esta
meditación una resolución firmísima de cumplir con tu obligación, aunque todos
tus compañeros no cumplan con la suya. Atiende a lo que tú debes hacer y no a
lo que toca a los otros; que si ellos se descuidaren, será mayor tu
merecimiento y galardón, como fue el de este samaritano que fue solo agradecido
al Señor.
Punto IV.- Considera las palabras que le dijo Cristo, cuando le vio
arrodillado a sus pies dándole gracias por la salud recibida: levántate y camina, que tu fe te ha hecho
salvo. ¡Oh grande virtud la del agradecimiento, que tal bendición ha
merecido de la misma boca del Salvador! Pondera cada palabra: levántate, porque se levanta del estado
de la culpa al estado de la gracia el que es a Dios agradecido, y reconoce y
confiesa su flaqueza, y que todo su bien le viene de Su mano. Camina, en el camino de la perfección,
en la cual se adelanta y crece el agradecido; tu fe te ha hecho salvo, esto es, ha dado la salud en el cuerpo y
en el alma; esta reciben los agradecidos, y continuos auxilios y gracias para
no volver a pecar. ¡Oh alma mía! Arrójate con este publicano a los pies de tu
Redentor, dale gracias en su compañía por las mercedes que te ha hecho, adórale
con cuerpo y alma, no perdones a tu voz, levántala con este agradecido, alábale
y engrandécele, publica a todos su virtud y santidad, su deidad y su poder
infinito con su inmensa misericordia y piedad; y pídele que te perdone el
desagradecimiento que has tenido hasta aquí, y que te ayude con su gracia como
a este, para no volver al contagio de la lepra del pecado, sino perseverar
eternamente en su servicio.