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sábado, 5 de septiembre de 2015

De la virtud de agradecimiento Por el P. Alonso de Andrade




   Punto I.- Considera que siendo diez los que alcanzaron la salud, sólo uno la vino a agradecer al Señor, en el cual nos enseñó la virtud del agradecimiento. Que viendo que estaba sano, uno vino con grande voz glorificando a Dios. Este solo tuvo ojos para ver el beneficio recibido, este solo le miró y le consideró; y así solo él se movió a ser agradecido. Esta es la primera calidad del agradecimiento, conocer y reconocer el beneficio y no olvidarse de él. ¡Oh alma mía! Si volvieses los ojos a ver y reconocer las mercedes que Dios te ha hecho, y cómo las agradecerías! Mas no las ves ni las consideras, no las agradeces como debes. Saca de aquí una determinación firme de meditar a menudo en los beneficios de Dios, y en contemplar las mercedes que te ha hecho y continuamente te hace, para agradecerlas y servir como debes a la Divina Majestad.

   Punto II.- Considera que volvió con grande voz glorificando a Dios y engrandeciendo su poder. Porque si alguna virtud le engrandece y glorifica, es la del agradecimiento. Reconoce la grandeza de esta virtud, y cuánto la estima Dios, y no seas escaso en adelante en glorificar a Dios con tu agradecimiento, reconociendo y confesando a los ojos de todo el mundo las mercedes que recibes de Su mano, y que poco o  mucho, si algún bien hay en ti, todo es de mano del Señor.

   Punto III.- De diez sólo este que era extraño y no del pueblo de Israel vino a dar gracias a Dios, y se olvidaron de darlas los que tenían más obligación, en que resplandeció más su virtud; pues como dice San Gregorio, así  como  es  mayor culpa ser malo entre los buenos, así es de mayor alabanza ser bueno entre los malos, y fue en este de mayor merecimiento y estimación ser agradecido en compañía de los nueve que no lo fueron, corriéndoles por israelitas mayor obligación de serlo. Saca de esta meditación una resolución firmísima de cumplir con tu obligación, aunque todos tus compañeros no cumplan con la suya. Atiende a lo que tú debes hacer y no a lo que toca a los otros; que si ellos se descuidaren, será mayor tu merecimiento y galardón, como fue el de este samaritano que fue solo agradecido al Señor.


   Punto IV.- Considera las palabras que le dijo Cristo, cuando le vio arrodillado a sus pies dándole gracias por la salud recibida: levántate y camina, que tu fe te ha hecho salvo. ¡Oh grande virtud la del agradecimiento, que tal bendición ha merecido de la misma boca del Salvador! Pondera cada palabra: levántate, porque se levanta del estado de la culpa al estado de la gracia el que es a Dios agradecido, y reconoce y confiesa su flaqueza, y que todo su bien le viene de Su mano. Camina, en el camino de la perfección, en la cual se adelanta y crece el agradecido; tu fe te ha hecho salvo, esto es, ha dado la salud en el cuerpo y en el alma; esta reciben los agradecidos, y continuos auxilios y gracias para no volver a pecar. ¡Oh alma mía! Arrójate con este publicano a los pies de tu Redentor, dale gracias en su compañía por las mercedes que te ha hecho, adórale con cuerpo y alma, no perdones a tu voz, levántala con este agradecido, alábale y engrandécele, publica a todos su virtud y santidad, su deidad y su poder infinito con su inmensa misericordia y piedad; y pídele que te perdone el desagradecimiento que has tenido hasta aquí, y que te ayude con su gracia como a este, para no volver al contagio de la lepra del pecado, sino perseverar eternamente en su servicio.