La
aparición de la Virgen
Además de los dos primeros libros citados del Rev. Rousselot, y otros varios que recogieron las narraciones mil
veces hechas repetir a los niños, tenemos dos escritos de los mismos
protagonistas, bastantes posteriores. Uno lo escribió Maximino el 2 de febrero
de 1866, y otro Melania el 21 de noviembre de 1878. La relación de lo sucedido
la tomamos de ellos, con algunos detalles de otras cartas y conversaciones.
De pronto se despierta Melania y, no viendo a los animales,
llama a Maximino por su diminutivo: Memin. Ambos bajan, cruzan un arroyo, suben
a lo alto de la colina, y ven que su pequeño rebaño está tranquilo pastando en
la otra ladera.
Empiezan a volver, cuando Melania exclama asustada: “¿Ves
aquella luz tan grande allá abajo? ¡Ay, Dios mío!”. Y como fuera de sí, deja
caer su cayado.
—“Sí, la veo, pero coge tu bastón. Si nos toca le daré un
buen palo”, contesta Maximino blandiendo el suyo.
En este momento abriéndose el globo de luz, brillante como
el sol, de 6 a 8 metros de diámetro, aparece dentro de él, aún más
resplandeciente, una bellísima señora a unos 20 metros al otro lado del arroyo.
Sentada en su “paraíso”, sin hundirlo, está muy apenada, con el rostro entre
las manos y los codos apoyados sobre las rodillas. Se levanta. Es muy alta, y
bien proporcionada, como muy ligera, majestuosa, impone respeto y atrae, sus
ojos dulces, de mirada penetrante, parecen hablar. Su vestido blanco plateado,
luminoso, no hay nada cono que se le pueda comparar. Sobre su cabeza un velo de
tisú le cubre el cabello y las orejas, encima una corona bellísima, formada por
rosas de diversos colores: las flores se van cambiando y despiden rayos de luz.
De la corona salen hacia arriba unos ramos de oro y brillantes. Rodean al
cuello, como collar, dos cadenas; una más corta, formada por anillos, otra más
larga ancha unos tres dedos, junto a la cual va una guirnalda de rosas. Pero
todo luminoso, despidiendo rayos de gloria. La cadena más corta tiene colgado
un crucifijo, la cruz de oro y el Cristo de color natural resplandeciente;
cerca de un extremo de la cruz había un martillo, y del otro unas tenazas.
Lleva también un delantal atado a la espalda, no dorado, pues estaba hecho de
una tela no material, más brillante que muchos soles. Los zapatos son de un
blanco plata, con broche de oro y rosas, igualmente resplandecientes como el
resto. Esto es lo que más recalcaron los videntes, los rayos que todo despedía,
la intensidad de la luz, mayor que la del sol, pero que no ciega. Imposible
describir ni imaginarse “lo que ni ojo vio”; por eso los cuadros y esculturas
de las apariciones aunque nos las recuerdan, nos dan una idea totalmente
distinta de los cuerpos gloriosos: la belleza incomparable representada en
imágenes sin belleza.
La Señora cruzó los brazos y los llamó. A pesar de la
distancia de 20 metros, oyeron su voz como muy cercana:
“Acercaos, hijos míos, no tengáis miedo, estoy aquí para
anunciaros una gran noticia”.
Corren junto a Ella, quien empieza a hablar, mientras las
lágrimas de sus ojos hermosísimos caen sobre el delantal y se convierten en
perlas.
“Si mi pueblo no quiere someterse, me veré forzada a dejar
caer el brazo de mi Hijo. Es tan fuerte y tan pesado que no puedo sostenerlo
más.
¡Hace tiempo que estoy sufriendo por vosotros! Si quiero que
mi Hijo no os castigue, tengo que suplicarle incesantemente, y vosotros no
hacéis caso. Tenéis que rezar bien, hacer el bien. Nunca me podréis pagar los
trabajos que he tomado por vosotros.
Os he dado seis días para trabajar, me he reservado el
séptimo y no queréis concedérmelo. Los carreteros no saben hablar sin mentar a
mi Hijo. Estas son las dos cosas que hacen tan pesado el brazo de mi Hijo.
Si la cosecha se pierde es por vuestra culpa. El año pasado
os lo hice ver con las patatas; pero no habéis hecho caso. Al contrario, cuando
las encontrabais estropeadas, jurabais y manchabais el nombre de mi Hijo. Van a
seguir estropeándose, y para Navidad ya no tendréis más”.
Melania entiende en vez de patatas, manzanas, pues la Señora
habla en francés. Adivinándolo les dice:
“¿No me entendéis, hijos míos? Os lo diré de otra manera”.
Y repite en patuá el último párrafo. Maximino le interrumpe:
—“Oh mi Señora, eso no es verdad”
—“Sí, hijo mío. Tú lo verás”. —
Y continúa en patuá:
“Si tenéis trigo, no lo sembréis. Todo lo que sembréis se lo
comerán los animales, y lo que quede se convertirá en polvo al golpearlo.
Vendrá una gran hambre. Antes que venga el hambre, a los niños menores de siete
años les entrará un temblor y morirán en los brazos de las personas que los
lleven. Los mayores harán penitencia con el hambre. Las nueces se estropearán,
las uvas se pudrirán”.
Sigue la Señora hablando, pero sólo la oye Maximino, a quien
comunica algo en secreto. Después habla sólo para ser oída de Melania: le
encomienda en francés otro secreto, que no deberá hacerlo público hasta 1858
(precisamente el año que después se apareció en Lourdes, como respuesta
agradecida a la proclamación del dogma de la Inmaculada), y también en francés
le da la regla de una nueva orden religiosa. Luego continúa en patuá:
“Si se convierten, las piedras y las rosas se convertirán en
trigo y las patatas se encontrarán sembradas en las tierras.
¿Hacéis bien vuestras oraciones, hijos míos?”
Responden los dos:
“¡Oh! No, Señora; no muy bien”.
“¡Ay, hijos míos! Hay que hacerlas bien a la noche y por la
mañana. Cuando no podáis hacer más, rezad un padrenuestro y un avemaría; y
cuando tengáis tiempo y podáis, rezad más.
No van a Misa más que algunas mujeres mayores; los demás
trabajan el domingo durante todo el verano; y en invierno, cuando no saben qué
hacer, no van a Misa más que para burlarse de la religión. En cuaresma van a la
carnicería como perros.
¿No habéis visto el trigo estropeado, hijos míos?”
Los dos contestan:
“¡Oh! No, Señora”.
La Santísima Virgen se dirige a Maximino:
“Pero tú, hijo mío, tú debes haberlo visto una vez en Coin,
con tu padre. El dueño de la finca dijo a tu padre: Venid a ver cómo mi trigo
se estropea. Vosotros fuisteis. Tu padre cogió dos o tres espigas en su mano,
las frotó y se deshicieron como polvo. Luego, al volver, cuando no estabais más
que a media hora de Corps, tu padre te dio un trozo de pan, diciéndote: Ten,
hijo mío; come este año, porque yo no sé lo que se comerá el próximo, si el
trigo se pierde como este año”.
Maximino responde:
“Es verdad, Señora; no me acordaba”.
La Santísima Virgen termina su discurso en francés:
“Pues bien, hijos míos, decid esto a todo mi pueblo”.
La bellísima Señora cruzó el arroyo, y a dos pasos del
mismo, sin volverse hacia ellos, que la siguen atraídos por su magnificencia y
más aún por su bondad, les repitió:
“Pues bien, hijos míos, decid esto a todo mi pueblo”.
Luego continuó andando hasta el lugar al que habían subido
para ver a dónde estaban las vacas. Sus pies se deslizan, no tocan más que la
punta de la hierba sin doblarla. Una vez en la colina, la bella Señora se paró.
Melania y Maximino corren hacia Ella, a ver por dónde se va.
La Señora se eleva despacio, permanece unos minutos a menos de dos metros de
altura, mira al cielo, a su derecha (hacia ¿Roma?), a su izquierda (¿Francia?),
a sus ojos, y se confunde con el globo de luz que la rodea. Éste sube hasta
desaparecer en el cielo.
Los pastores cuando volvieron en sí, no hacían más que mirar
a su alrededor, sin poder aún pronunciar una palabra. Serían las tres de la
tarde. Por fin Melania dijo:
“Memin, debe ser el buen Dios de mi padre o la Sta. Virgen o
una gran santa”.
(“Buen Dios” y “santa Virgen” son expresiones francesas;
como en español es corriente decir sólo “Dios”, y “Virgen” o “Virgen
Santísima”). La Señora no les había dicho su nombre, ni afirmaron fuese la
Stma. Virgen hasya que no lo dijo el párroco.
El
“Secreto” de Melania
En 1860 lo escribió y dio a su director espiritual, con lo
cual comenzó a conocerse entre las comunidades religiosas y el clero. Parece ya
que Pío IX lo había comunicado a algunos cardenales (Lambruschini, Fornari)
cuando lo recibió en 1851.
En 1871 el periodista C.R. Girar publicó en Grenoble Los secretos de La Salette y su importancia,
enviando un ejemplar a Pío IX, quien
se lo agradeció con una bendición autógrafa; recibió también felicitación de
todas partes. En 1872 el Rev. Curicque incluyó el Secreto en su libro Voces proféticas. En 1873 el Rev.
Feliciano Bliard editó en Nápoles, con la aprobación del cardenal-arzobispo, Cartas a un amigo sobre el secreto de la
pastora de La Salette. En 1879 publicó la misma Melania en Lecce, con la
aprobación del obispo, La aparición de la
Stma. Virgen en la montaña de La Salette, con el secreto. Numerosos
prelados y teólogos de diversas naciones, entre los cuales cita algunos Mons.
Zola, aceptaron y estimaron la narración del secreto.
¿Qué garantía nos ofrece de autenticidad? Los contemporáneos
que estaban bien informados, empezando por Pío IX y León XIII, siguiendo por
Mons. Petagua y Mons. Zola, y el canónigo Anibal (en proceso de canonización,
como hemos dicho, y directores de Melania) y otros muchos que la trataron
íntimamente: los sacerdotes Combe, Brand, Bliard… están acordes en admitir sin
dudas, además de la santidad de Melania, la veracidad de su Secreto. Por otra
parte, Maximino aseguró que la Virgen comunicó a Melania algo que él no oyó. Y
aprobada por la Iglesia y por los milagros la aparición de la Virgen, no tiene
sentido que Melania, austera, humilde, deseosa de soledad y de agradar a Dios,
de carácter muy equilibrado, en lo esencial de su mensaje fuera capaz de
engañarse o engañarnos. (¿Le hubiera sido posible inventar el contenido de este
Secreto; lo que iba a ocurrir con Luis Napoleón, las catástrofes que anuncia,
la relajación del clero…?)
Texto del Secreto (numeramos los párrafos)
1.
“Melania: Esto que Yo te voy a decir ahora no
será siempre secreto; puedes publicarlo en 1858.
2.
Los sacerdotes, ministros de mi Hijo, los
sacerdotes, por su mala vida, por sus irreverencias y su impiedad al celebrar
los santos misterios, por su amor al dinero, a los hombres, a los placeres, se
han convertido en cloacas de impureza. Sí, los sacerdotes piden venganza, y la
venganza pende de sus cabezas. ¡Ay de los sacerdotes y personas consagradas a
Dios, que por sus infidelidades y mala vida crucifican de nuevo a mi Hijo! Los
pecados de las personas consagradas a Dios claman al cielo y piden venganza, y
he aquí que la venganza está a las puertas, pues ya no se encuentra a nadie que
implore misericordia y perdón para el pueblo; ya no hay almas generosas ni
persona digna de ofrecer la Víctima sin mancha al Eterno en favor del mundo.
3.
Dios va a castigar de una manera sin
precedentes. ¡Ay de los habitantes de la tierra!, Dios va a derramar su cólera
y nadie podrá sustraerse a tantos males juntos.
4.
Los jefes, los conductores del pueblo de Dios,
han descuidado la oración y la penitencia, y el demonio ha oscurecido sus
inteligencias, se han convertido en estrellas errantes que el viejo diablo
arrastrará con su cola para hacerlos perecer. Dios permitirá a la antigua
serpiente poner divisiones entre los soberanos, en todas las sociedades y en
todas las familias. Se sufrirán penas físicas y morales. Dios abandonará a los
hombres a sí mismos y enviará castigos que se sucederán durante más de treinta
y cinco años.
5.
La sociedad está en vísperas de las más
terribles calamidades y de los más grandes acontecimientos. Se verá obligada a
ser gobernada por una vara de hierro y a beber el cáliz de la cólera de Dios.
6.
Que el Vicario de mi Hijo, el Soberano Pontífice
Pío IX, no salga ya de Roma después del año 1859; pero que sea firme y
generoso; que combata las armas de la fe y del amor. Yo estaré con él.
7.
Que desconfíe de Napoleón, su corazón es doble;
y cuando quiera ser a la vez Papa y Emperador, muy pronto se retirará Dios de
él. Es esa águila que queriendo siempre elevarse caerá sobre la espalda de la
cual quería servirse para obligar a los pueblos a ensalzarlo.
8.
Italia será castigada por su ambición de querer
sacudir el yugo del Señor de los señores; también será entregada a la guerra.
Las iglesias serán cerradas o profanadas. Los sacerdotes y religiosos serán
perseguidos; se les hará morir, y morir con una muerte cruel. Muchos
abandonarán la fe y el número de los sacerdotes y religiosos que se separarán
de la verdadera religión será grande; entre estas personas se encontrarán
incluso obispos.
9.
Que el Papa se ponga en guardia contra los
obradores de milagros, pues ha llegado el tiempo en que los prodigios más
asombrosos tendrán lugar en la tierra y en los aires.
10.
En el año 1864 Lucifer, con un gran número de
demonios, serán desatados del infierno. Abolirán la fe poco a poco, aun entre
las personas consagradas a Dios, las cegarán de tal manera que, a menos de una
gracia particular, esas personas tomarán el espíritu de esos malos ángeles:
muchas casas religiosas perderán completamente la fe y perderán a muchísimas
almas.
11.
Los libros malos abundarán en la tierra y los
espíritus de las tinieblas extenderán por todas partes un relajamiento
universal en todo lo relativo al servicio de Dios y obtendrán un poder
extraordinario sobre la naturaleza: habrá iglesias para servir a esos
espíritus. Algunas personas serán transportadas de un lugar a otro por esos
espíritus malvados, incluso sacerdotes, por no seguir el buen espíritu del
Evangelio, que es espíritu de humildad, de caridad y de celo por la gloria de
Dios. Resucitarán algunos muertos y justos [es decir, que estos muertos tomarán
la figura de almas justas, que vivieron en la tierra, para así mejor seducir a
los hombres; éstos, que diciéndose muertos resucitados no serán otra cosa que
el demonio bajo sus figuras, predicarán otro Evangelio contrario al verdadero
de Cristo Jesús, negando la existencia del cielo, y también de las almas de los
condenados. Todas estas almas aparecerán como unidas a sus cuerpos]*[1]
Habrá por todas partes prodigios extraordinarios, porque la verdadera fe se ha
extinguido y la falsa luz alumbra al mundo. ¡Ay de los príncipes de la Iglesia
que se hayan dedicado únicamente a amontonar riquezas sobre riquezas, a poner a
salvo su autoridad y a dominar con orgullo!
12.
El Vicario de mi Hijo tendrá mucho que sufrir,
porque por un tiempo la Iglesia será entregada a grandes persecuciones. Esta
será la hora de las tinieblas. La Iglesia tendrá una crisis espantosa.
13.
Dado el olvido de la santa fe de Dios, cada
individuo querrá guiarse por sí mismo y ser superior a sus semejantes. Se
abolirán los poderes civiles y eclesiásticos; todo orden y toda justicia serán
pisoteados; no se verán más que homicidios, odio, envidia, mentira y discordia,
sin amor por la patria ni por la familia.
14.
El Santo Padre sufrirá mucho. Yo estaré con él
hasta el fin para recibir su sacrificio. Los malvados atentarán muchas veces
contra su vida, sin poner fin a sus días; pero ni él ni su sucesor [que no
reinará mucho tiempo]* verán el triunfo de la Iglesia de Dios.
15.
Los gobernantes civiles tendrán todos un mismo
plan, que será abolir y desaparecer todo principio religioso, para dar lugar al
materialismo, al ateísmo, al espiritismo y a toda clase de vicios.
16.
El años 1865 se verá la abominación en los
lugares santos; en los conventos, las flores de la Iglesia estarán corrompidas
y el demonio se hará rey de los corazones. Que los que estén al frente de las
comunidades religiosas vigilen a las personas que han de recibir, porque el
demonio usará de toda su malicia para introducir en las órdenes religiosas a
personas entregadas al pecado, pues los desórdenes y el amor a los placeres
carnales se extenderán por toda la tierra.
17.
Francia, Italia, España e Inglaterra estarán en
guerra; la sangre correrá por las calles; el francés luchará contra el francés,
el italiano con el italiano; en seguida habrá una guerra universal que será
espantosa. Por algún tiempo Dios no se acordará de Francia ni de Italia, porque
el Evangelio de Jesucristo no es ya conocido. Los malvados desplegarán toda su
malicia; se matará, se asesinará mutuamente aun dentro de las casas.
18.
Al primer golpe de su espada fulminante las
montañas y la naturaleza entera temblarán de espanto, porque los desórdenes y
crímenes de los hombres traspasan la bóveda de los cielos. París será quemado y
Marsella engullida. Varias grandes ciudades serán sacudidas y engullidas por
terremotos. Se creerá que todo está perdido. No se verán más que homicidios, no
se oirá más que ruido de armas y blasfemias. Los justos sufrirán mucho; sus
oraciones, su penitencia y sus lágrimas subirán hasta el cielo y todo el pueblo
de Dios pedirá perdón y misericordia e implorará mi ayuda e intercesión.
Entonces Jesucristo, por un acto de su justicia y de su gran misericordia con
los justos, mandará a sus ángeles que mueran todos sus enemigos. De golpe los
perseguidores de la Iglesia de Jesucristo y todos los hombres dados al pecado
perecerán y la tierra quedará como un desierto. Entonces se hará la paz, la
reconciliación de Dios con los hombres; Jesucristo será servido, adornado y
glorificado; la caridad florecerá en todas partes. Los nuevos reyes serán el
brazo derecho de la Santa Iglesia, que será fuerte, humilde, piadosa, pobre,
celosa e imitadora de las virtudes de Jesucristo. El Evangelio será predicado
por todas partes y los hombres harán grandes progresos en la fe, porque habrá
unidad entre los obreros de Jesucristo, y los hombres vivirán en el temor de
Dios.
19.
Esta paz entre los hombres no será larga: 25
años de abundantes cosechas les harán olvidar que los pecados de los hombres
son la causa de todos los males que suceden en la tierra.
20.
Un precursor del Anticristo, con sus tropas de
muchas naciones, combatirán contra el verdadero Cristo, el único Salvador del
mundo; derramará mucha sangre y pretenderá aniquilar el culto a Dios para ser
tenido como un dios.
21.
La tierra será castigada con todo género de
plagas [además de la peste y el hambre, que serán generales]*; habrá guerras,
hasta la última que harán los diez reyes del Anticristo, los cuales tendrán
todos un mismo plan, que serán los únicos que gobernarán el mundo. Antes que
esto suceda habrá una especie de falsa paz en el mundo; no se pensará más que
en divertiré; los malvados se entregarán a toda clase de pecados; pero los
hijos de la santa Iglesia, los hijos de la fe, mis verdaderos imitadores,
crecerán en el amor de Dios y en las virtudes que me son más queridas.
¡Dichosas las almas humildes guiadas por el Espíritu Santo! Yo combatiré con
ellas hasta que lleguen a la plenitud de la edad.
22.
La naturaleza clama venganza contra los hombres
y tiembla de espanto en espera de lo que debe suceder en la tierra encharcada
de crímenes. Temblad, tierra y vosotros, que hacéis profesión de servir a
Jesucristo y que interiormente os adoráis a vosotros mismo, temblad; pues Dios
va a entregaros a su enemigo, porque los lugares santos están en la corrupción;
muchos conventos no son ya casa de Dios, sino pastizales de Asmodeo y de los
suyos.
23.
Durante ese tiempo nacerá el Anticristo, de una
religiosa hebrea, de una falsa virgen, que tendrá comunicación con la antigua
serpiente, maestra de impureza. Su padre será obispo. Al nacer vomitará
blasfemias, tendrá dientes; en una palabra será el demonio encarnado, lanzará
gritos espantosos, hará prodigios y no se alimentará sino de impurezas. Tendrá
hermanos, que aunque no sean como él demonios encarnados, serán hijos del mal;
a la edad de doce años llamarán ya la atención por las ruidosas victorias que
alcanzarán. Bien pronto estará cada uno a la cabeza de los ejércitos, asistidos
por legiones del infierno.
24.
Se cambiarán las estaciones. La tierra no
producirá más que malos frutos. Los astros perderán sus movimientos regulares.
La luna no reflejará más que una débil luz rojiza. El agua y el fuego causarán
en el globo terrestre movimientos convulsivos y horribles terremotos que
tragarán montañas, ciudades [etc.]*
25.
Roma perderá la fe y se convertirá en la sede
del Anticristo.
26.
Los demonios del aire, con el Anticristo, harán
grandes prodigios en la tierra y en los aires, y los hombres se pervertirán más
y más. Dios cuidará de sus fieles servidores y de los hombres de buena
voluntad. El Evangelio será predicado por todas partes, todos los pueblos y
todas las naciones conocerán la verdad.
27.
Yo dirijo una apremiante llamada a la tierra;
llamo a los verdaderos discípulos del Dios que vive y reina en los cielos;
llamo a los verdaderos imitadores de Cristo hecho Hombre, el único y verdadero
Salvador de los hombres; llamo a mis hijos, a mis verdaderos devotos, a los que
se me han consagrado a fin de que los conduzca a mi divino Hijo, los que llevo,
por decirlo así, en mis brazos, los que han vivido mi espíritu; finalmente
llamo a los apóstoles de los últimos tiempos, los fieles discípulos de Jesucristo
que han vivido en el menosprecio del mundo y de sí mismos, en la pobreza y en
la humildad, en el desprecio y en el silencio, en la oración y en la
mortificación, en la castidad y en la unión con Dios, en el sufrimiento y
desconocidos del mundo. Ya es hora que salgan y vengan a iluminar la tierra. Id
y mostraos como mis hijos queridos. Yo estoy con vosotros y en vosotros con tal
que vuestra fe sea la luz que os ilumine en esos días de infortunio. Que
vuestro celo os haga hambrientos de la gloria de Dios y de la honra de
Jesucristo. Pelead, hijos de la luz, vosotros, pequeño número que ahí veis;
pues he aquí el tiempo de los tiempos, el fin de los fines.
28.
La Iglesia será eclipsada, el mundo quedará
consternado. Pero he ahí a Enoc y Elías, llenos del Espíritu de Dios;
predicarán con la fuerza de Dios, y los hombres de buena voluntad creerán en
Dios, y muchas almas serán consoladas; harán grandes prodigios por la virtud
del Espíritu Santo y condenarán los errores diabólicos del Anticristo.
29.
¡Ay de los habitantes de la tierra! Habrá
guerras sangrientas y hambres, pestes y enfermedades contagiosas; habrá lluvias
de un granizo espantoso para los animales; tempestades que arruinarán ciudades;
terremotos que engullirán países; se oirán voces en el aire; los hombres se golpearán
la cabeza contra los muros; llamarán a la muerte y, por otra parte, la muerte
será su suplicio. Correrá la sangre por todas partes. ¿Quién podrá resistir si
Dios no disminuye el tiempo de la prueba? Por la sangre, las lágrimas y
oraciones de los justos Dios se dejará aplacar. Enoc y Elías serán muertos.
Roma pagana desaparecerá; caerá fuego del cielo y consumirá tres ciudades; el
universo entero estará preso del terror, y mucho se dejarán seducir por no
haber adorado al verdadero Cristo, que vivía entre ellos. He llegado el tiempo:
el sol se oscurece; sólo la fe vivirá.
30.
He aquí el tiempo: el abismo se abre. He aquí el
rey de los reyes de las tinieblas. He aquí la bestia con sus súbditos,
llamándose el salvador del mundo. Se remontará con orgullo por los aires para
subir hasta el cielo; será sofocado por el soplo de San Miguel Arcángel. Caerá,
y la tierra, que llevará tres días en continuas evoluciones, abrirá su seno
lleno de fuego: será hundido para siempre, con todos los suyos, en los abismos
eternos del infierno.
31.
Entonces el agua y el fuego purificarán y
consumirán todas las obras del orgullo de los hombres y todo será renovado:
Dios será servido y glorificado”.
[1]
Las palabras entre corchetes no son de la Virgen, sino de Melania, según la
visión que al mismo tiempo tuvo.