CONTINUACIÓN SOBRE EL TRATADO DE LOS ÁNGELES con comentarios del R.P. ArturoVargas
Los lugares bíblicos ya
citados prueban abundantemente la existencia de los ángeles malos o demonios.
Es verdad que en los libros más antiguos de la Biblia, no se hace expresa
mención de los ángeles malos, y que los demonios son más mencionados y mejor
conocidos después de la cautividad.
Los exégetas católicos
creen que Moisés no menciona expresamente y en términos propios a los ángeles
malos para evitar la idolatría, pues si hubiese hablado de ellos como un poder
frente al poder de Dios, los hebreos los habrían adorado, como hacían todos los
pueblos vecinos, cuya religión consistía en su mayor parte en magias y
encantamientos, llegando a las peores aberraciones y extravagancias.
Más bien, Moisés primero
(Ex. 22,18; Lev. 20,16; Deut. 18,1-11) y los demás autores sagrados después,
repiten siempre con insistencia la prohibición del culto a los
ídolos, haciendo resaltar que Yahvé es el único y verdadero Dios y que los
dioses que adoran las gentes son mentira y vanidad. Nota: [Para mayor información
sobre el tema consúltense los textos abundantes que hacen a este propósito,
citados en el volumen 1 de esta edición de la Suma (p. 355-357), y léase la
cruda sátira que hace Esdrás contra el culto de los ídolos que se lee en el
último capítulo del libro de Baruc, en el que se contiene la carta de Jeremías
a los que habían sido llevados cautivos a Babilonia.]
En el Nuevo Testamento es
San Pablo el que con admirable y gráfica concisión dice: ¿Que digo, pues? ¿Qué las carnes sacrificadas a los ídolos son algo?
Antes bien, digo que a los que sacrifican los gentiles, a los demonios y no a Dios los sacrifican. No podéis beber
el cáliz del Señor y el cáliz de los demonios. ( 1 Cor.10, 19-21) Nota: [Con que
claridad sin doblez ni ambigüedades se expresa el Apóstol de las gentes con
respecto a la doctrina que enseñaba la Iglesia fundada por Nuestro Señor
Jesucristo y, como buenos y fieles apóstoles del divino Maestro trasmitieron a
la posteridad católica y con el agravante muy importante de dejarlo en el
depósito divino de nuestra fe. Quizá porque conocían que: “Vendrían tiempos en que los hombres, como el pueblo de Israel, darían
oídos sordos a la doctrina enseñada por ellos y se convertirían a las fabulas”
y o que es aún peor, cederían al deseo descontrolado y fanático, por no decir
otra cosa, al culto del hombre como comprobamos hoy en día para, de esta manera preparar el terreno al
anticristo.]
La existencia de
los ángeles malos está afirmada en los libros sagrados en los casos siguientes:
A)
Bajo
la forma de serpiente tienta a los primeros padres
Nota: [No creo necesario dar la
cita de este hecho relatado en el Génesis más bien invito a los que esto leen
se tomen la molestia de acudir a este libro sagrado. Moisés hace mención de cierto poder maléfico del espíritu malo;
pues como observa el Padre Lagrange: “La
serpiente del paraíso, en la tentación de nuestros primeros padres, por su
manera de obrar demuestra, sin duda, la existencia de un ser superior,
espiritual e invisible, al cual más tarde se llamara demonio, que ha tomado que
ha tomado ese animal y que obra por el incitando al mal). No hay duda- Nacar Colunga- de que bajo estas imágenes de subido realismo el autor
mira al espíritu diabólico” (Nota a este pasaje en la versión española de la
Biblia, ed. La BAC).]
B)
La
guerra entre el demonio y el hombre
La enemistad entre el
demonio y los hombres es perpetua, y es el diablo el que con sus ángeles
aparece continuamente maquinando siempre contra el hombre, para hacerle caer en
pecado por medio de tentaciones y tribulaciones.
El es el que, cara a cara
con Dios, en Job prueba la paciencia de este:
“Vino también entre ellos (los hijos de Dios) Satán; el que tienta a David
pues dice; “Alzóse Satán contra Israel e
incitó a David a hacer el censo de Israel) (1. Par. 21, 1); y también el
que se aparece a Zacarías junto al sumo sacerdote, acusándole. También el da
muerte a los siete maridos de Sara y es ahuyentado por el joven Tobías siguiendo
el consejo del arcángel Rafael (Libro de Tobías). Finalmente del demonio dice
el libro de la Sabiduría: “Por envidia
del diablo entró la muerte en el mundo".
En el Evangelio, según las
enseñanzas de Jesús, el diablo es el maligno que en la parábola del sembrador
arrebata del corazón de los hombres la palabra de Dios que en ellos se había
sembrado y en la parábola de la cizaña , que
son los hijos del maligno, el enemigo que la siembra es el diablo” ( Mat.
13., 13, 38-39), de quien Cristo dice: “Simón,
Simón, Satanás os busca para echaros como trigo” (Luc, 22, 31), y de quien
el mismo Pedro dice mas tarde a Ananías: “¿Por
qué se ha apoderado Satanás de tu corazón, moviéndote a engañar al Espíritu
Santo?” (Act. 5,3).
Tiene sus doctrinas perversas,
a las que el Apóstol llama espíritus del
error y enseñanzas del demonio, con las cuales, como dios de este mundo, ciega las inteligencias de los hombres para que no brille en ellos la luz del
Evangelio. Nota:[Hoy más que en otros tiempos, esta luz del Evangelio ya no da su
luz porque esta fuente ha sido “cegada” por quienes debían difundirlas integras
y sin adulteraciones e interpretaciones erróneas que causan más confusión al
alma sencilla más que tranquilidad y paz.]
Doctrinas
que propala mediante falsos apóstoles y obreros engañosos que se disfrazan de
apóstoles de Cristo, pues el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz” (2 Cor.
11, 13-14) Nota: [Hoy en día cuantos son en verdad los falsos apóstoles y aun más los
obreros de los que se desconoce el número exacto de los unos y de los otros. Como
falsos obreros son todas las sectas que pululan por todo Hispano-América que
dicen tener a Cristo, pero ¿qué Cristo? Sin duda alguna del Anti Cristo y que
cada día con falacia demoniaca engañan e incluso hacen apostatar a los
verdaderos católicos que, al no verse defendidos por los auténticos pastores
mal llamados apóstoles, terminan en las redes del demonio y pasan a ser sus
fanáticos defensores y servidores muchos de ellos sin darse cuenta y además
tienta a los infieles de incontinencia."]
Aludiendo al demonio que
ejerce sobre los pecadores y para que los fieles de Éfeso estimen mejor lo que
ahora son, les recuerda San Pablo lo que antes fueron:
“Y vosotros estabais
muertos por vuestros delitos y pecados, en los que en otro tiempo habéis
vivido, bajo el príncipe de las potestades aéreas” ( Eph. 4, 27), de cuyos
lazos se libran mediante el arrepentimiento y reconocimiento de la verdad.
Señalando las cualidades que ha de tener un obispo,
dice el mismo San Pablo: No neófito, no
sea que, hinchado, venga a incurrir en el espíritu del diablo. Nota: [Si eso es lo
que pide San Pablo de los obispos, en nuestros tiempos, que podemos pensar o a
que triste espectáculo acudimos cuando ellos mismos niegan su existencia?]
Conviene a sí mismo- continua el Apóstol- que tengan buena fama ante los de
fuera porque no caigan en la infamia y en las redes del demonio” (1 Tim. 1,20) Nota: [Considero, espero equivocarme, que esta última parte está
dirigida a los que reconociendo su existencia y no son “neófitos en la materia”
están más expuestos a un engaño al que podríamos llamar SUGESTION del demonio
bajo apariencia de bien para hablar en términos tomistas.]
Para los cuales
advierte el santo comentando las tentaciones de Nuestro Señor Jesucristo nos
dice en boca de San Gregorio: “La
tentación del enemigo procede por vía de sugestión. Ahora bien una sugestión no
se propone a todos de la misma manera, sino a cada uno según sus particulares
aficiones. Por eso el diablo no tienta desde luego al hombre espiritual con
pecados graves sino que empieza por los leves llevándole a los graves. El mismo
San Gregorio en los “Moral XXXI” comentando las palabras: “y huele de lejos la
batalla de las arengas de los jefes y el tumulto del ejército”, dice: “Muy bien
se habla de las arengas de los jefes y del tumulto del ejército, porque los
primeros vicios se filtran en la mente engañada bajo ciertas apariencias de
razón; pero las innumerables que luego se siguen y arrastran al alma a todo
género de locuras, confunden con un bestial clamoreo…” (Tercia pars q. 11, a.4) Hasta aquí Santo Tomás.
Nota: [Esta
sugestión no la podemos dejar al margen de lo dicho por Santo Tomas en cuanto a lo que sucede con las autoridades de la Fraternidad fundada por
Mons. Marcel Lefebvre, respecto a su obstinado afán de llevarla a la Roma
modernista. Tal proceder no es
acorde a la sana lógica del Angélico Doctor. Los famosos arreglos basado en lo dicho por el Doctor Angélico, (en mi opinión personal que en
nada compromete al Padre Santiago Ramírez comentador de Santo tomas en la suma
de la ed. La BAC), considero además de ser una falsa ilusión una utopía que no
tiene necesariamente fundamento lógico
sólido, ni teológico, aun más ni
siquiera natural, entonces ¿qué es? Un sueño idílico que sigue premisas falsas.
Es como si yo en el lugar de ellos, utilizando el fundamento natural, dijera: “Voy a convertir las aguas
salobres del mar muerto en aguas dulces” o como si la multitud de los ríos que desembocan en el mar dijeran: ¡vamos a endulzar las aguas saladas de los
mares”. Lo cual, como de todos es notorio, no ha sucedido nunca desde que
el mar es lo que es, ni tampoco el río Jordán a endulzado las aguas del mar
muerto desde que este surgió a raíz del castigo de Sodoma y Gomorra.]
¿Cómo se ha de conducir el hombre en esta lucha con
el dominio para vencerlo?
El mismo Apóstol de las gentes advierte a los
romanos; “Quiero que seáis prudentes para
el bien, sencillos para el mal y el Dios de la paz aplastara pronto a Satán
bajo vuestros pies” ( Rom. 16, 19-20) Y a los de Éfeso les dice: “Vestíos de toda la armadura de Dios para
que podáis resistir a las insidias del diablo… Embarazad en todo momento el
escudo de la fe, con que podáis hacer inútiles los encendidos dardos del
maligno” Eph. 6, 11.16) El apóstol Santiago ordena: “Someteos, pues a Dios y resistíos al diablo, y huirá de vosotros” (Jac.
4, 7)
Lo mismo hace el Príncipe de los apóstoles San Pedro en (1 Petr. 1, 6…)
así pues son ellos mismos los que nos suministran las armas para pelear sin
desmayar contra este mal espíritu y, tras ellos todos los santos desde los
padres de la Iglesia hasta el presente.