martes, 23 de septiembre de 2014

II EXISTENCIA DE LOS ANGELES MALOS (Tratado de los ángeles)




CONTINUACIÓN SOBRE EL TRATADO DE LOS ÁNGELES con comentarios del R.P. ArturoVargas


Los lugares bíblicos ya citados prueban abundantemente la existencia de los ángeles malos o demonios. Es verdad que en los libros más antiguos de la Biblia, no se hace expresa mención de los ángeles malos, y que los demonios son más mencionados y mejor conocidos después de la cautividad.

Los exégetas católicos creen que Moisés no menciona expresamente y en términos propios a los ángeles malos para evitar la idolatría, pues si hubiese hablado de ellos como un poder frente al poder de Dios, los hebreos los habrían adorado, como hacían todos los pueblos vecinos, cuya religión consistía en su mayor parte en magias y encantamientos, llegando a las peores aberraciones y extravagancias.

Más bien, Moisés primero (Ex. 22,18; Lev. 20,16; Deut. 18,1-11) y los demás autores sagrados después, repiten siempre con insistencia la prohibición del culto a los ídolos, haciendo resaltar que Yahvé es el único y verdadero Dios y que los dioses que adoran las gentes son mentira y vanidad. Nota: [Para mayor información sobre el tema consúltense los textos abundantes que hacen a este propósito, citados en el volumen 1 de esta edición de la Suma (p. 355-357), y léase la cruda sátira que hace Esdrás contra el culto de los ídolos que se lee en el último capítulo del libro de Baruc, en el que se contiene la carta de Jeremías a los que habían sido llevados cautivos a Babilonia.]

En el Nuevo Testamento es San Pablo el que con admirable y gráfica concisión dice: ¿Que digo, pues? ¿Qué las carnes sacrificadas a los ídolos son algo? Antes bien, digo que a los que sacrifican los gentiles, a los demonios  y no a Dios los sacrifican. No podéis beber el cáliz del Señor y el cáliz de los demonios. ( 1 Cor.10, 19-21) Nota: [Con que claridad sin doblez ni ambigüedades se expresa el Apóstol de las gentes con respecto a la doctrina que enseñaba la Iglesia fundada por Nuestro Señor Jesucristo y, como buenos y fieles apóstoles del divino Maestro trasmitieron a la posteridad católica y con el agravante muy importante de dejarlo en el depósito divino de nuestra fe. Quizá porque conocían que: “Vendrían tiempos en que los hombres, como el pueblo de Israel, darían oídos sordos a la doctrina enseñada por ellos y se convertirían a las fabulas” y o que es aún peor, cederían al deseo descontrolado y fanático, por no decir otra cosa, al culto del hombre como comprobamos hoy en día para,  de esta manera preparar el terreno al anticristo.]

La existencia de los ángeles malos está afirmada en los libros sagrados en los casos siguientes:

A)   Bajo la forma de serpiente tienta a los primeros padres

Nota: [No creo necesario dar la cita de este hecho relatado en el Génesis más bien invito a los que esto leen se tomen la molestia de acudir a este libro sagrado. Moisés hace mención  de cierto poder maléfico del espíritu malo; pues como observa el Padre Lagrange: “La serpiente del paraíso, en la tentación de nuestros primeros padres, por su manera de obrar demuestra, sin duda, la existencia de un ser superior, espiritual e invisible, al cual más tarde se llamara demonio, que ha tomado que ha tomado ese animal y que obra por el incitando al mal). No hay duda- Nacar Colunga- de que bajo estas imágenes de subido realismo el autor mira al espíritu diabólico” (Nota a este pasaje en la versión española de la Biblia, ed. La BAC).]

B)    La guerra entre el demonio y el hombre

La enemistad entre el demonio y los hombres es perpetua, y es el diablo el que con sus ángeles aparece continuamente maquinando siempre contra el hombre, para hacerle caer en pecado por medio de tentaciones y tribulaciones.

El es el que, cara a cara con Dios, en Job prueba la paciencia de este: “Vino también entre ellos (los hijos de Dios) Satán; el que tienta a David pues dice; “Alzóse Satán contra Israel e incitó a David a hacer el censo de Israel) (1. Par. 21, 1); y también el que se aparece a Zacarías junto al sumo sacerdote, acusándole. También el da muerte a los siete maridos de Sara y es ahuyentado por el joven Tobías siguiendo el consejo del arcángel Rafael (Libro de Tobías). Finalmente del demonio dice el libro de la Sabiduría: “Por envidia del diablo entró la muerte en el mundo".

En el Evangelio, según las enseñanzas de Jesús, el diablo es el maligno que en la parábola del sembrador arrebata del corazón de los hombres la palabra de Dios que en ellos se había sembrado y en la parábola de la cizaña , que son los hijos del maligno, el enemigo que la siembra es el diablo” ( Mat. 13., 13, 38-39), de quien Cristo dice: “Simón, Simón, Satanás os busca para echaros como trigo” (Luc, 22, 31), y de quien el mismo Pedro dice mas tarde a Ananías: “¿Por qué se ha apoderado Satanás de tu corazón, moviéndote a engañar al Espíritu Santo?” (Act. 5,3).

Tiene sus doctrinas perversas, a las que el Apóstol llama espíritus del error y enseñanzas del demonio, con las cuales, como dios de este mundo, ciega las inteligencias de los hombres para que no brille en ellos la luz del Evangelio. Nota:[Hoy más que en otros tiempos, esta luz del Evangelio ya no da su luz porque esta fuente ha sido “cegada” por quienes debían difundirlas integras y sin adulteraciones e interpretaciones erróneas que causan más confusión al alma sencilla más que tranquilidad y paz.] 

Doctrinas que propala mediante falsos apóstoles y obreros engañosos que se disfrazan de apóstoles de Cristo, pues el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz” (2 Cor. 11, 13-14) Nota: [Hoy en día cuantos son en verdad los falsos apóstoles y aun más los obreros de los que se desconoce el número exacto de los unos y de los otros. Como falsos obreros son todas las sectas que pululan por todo Hispano-América que dicen tener a Cristo, pero ¿qué Cristo? Sin duda alguna del Anti Cristo y que cada día con falacia demoniaca engañan e incluso hacen apostatar a los verdaderos católicos que, al no verse defendidos por los auténticos pastores mal llamados apóstoles, terminan en las redes del demonio y pasan a ser sus fanáticos defensores y servidores muchos de ellos sin darse cuenta y además tienta a los infieles de incontinencia."]

Aludiendo al demonio que ejerce sobre los pecadores y para que los fieles de Éfeso estimen mejor lo que ahora son, les recuerda San Pablo lo que antes fueron:

“Y vosotros estabais muertos por vuestros delitos y pecados, en los que en otro tiempo habéis vivido, bajo el príncipe de las potestades aéreas” ( Eph. 4, 27), de cuyos lazos se libran mediante el arrepentimiento y reconocimiento de la verdad.
Señalando las cualidades que ha de tener un obispo, dice el mismo San Pablo: No neófito, no sea que, hinchado, venga a incurrir en el espíritu del diablo. Nota: [Si eso es lo que pide San Pablo de los obispos, en nuestros tiempos, que podemos pensar o a que triste espectáculo acudimos cuando ellos mismos niegan su existencia?]

Conviene a sí mismo- continua el Apóstol- que tengan buena fama ante los de fuera porque no caigan en la infamia y en las redes del demonio” (1 Tim. 1,20) Nota: [Considero, espero equivocarme, que esta última parte está dirigida a los que reconociendo su existencia y no son “neófitos en la materia” están más expuestos a un engaño al que podríamos llamar SUGESTION del demonio bajo apariencia de bien para hablar en términos tomistas.]

Para los cuales advierte el santo comentando las tentaciones de Nuestro Señor Jesucristo nos dice en boca de San Gregorio: “La tentación del enemigo procede por vía de sugestión. Ahora bien una sugestión no se propone a todos de la misma manera, sino a cada uno según sus particulares aficiones. Por eso el diablo no tienta desde luego al hombre espiritual con pecados graves sino que empieza por los leves llevándole a los graves. El mismo San Gregorio en los “Moral XXXI” comentando las palabras: “y huele de lejos la batalla de las arengas de los jefes y el tumulto del ejército”, dice: “Muy bien se habla de las arengas de los jefes y del tumulto del ejército, porque los primeros vicios se filtran en la mente engañada bajo ciertas apariencias de razón; pero las innumerables que luego se siguen y arrastran al alma a todo género de locuras, confunden con un bestial clamoreo…”  (Tercia pars q. 11, a.4)  Hasta aquí Santo Tomás.

Nota: [Esta sugestión no la podemos dejar al margen de lo dicho por Santo Tomas en cuanto a lo que sucede con las autoridades de la Fraternidad fundada por Mons. Marcel Lefebvre, respecto a su obstinado afán de llevarla a la Roma modernista. Tal proceder no es acorde a la sana lógica del Angélico Doctor. Los famosos arreglos basado en lo dicho por el Doctor Angélico, (en mi opinión personal que en nada compromete al Padre Santiago Ramírez comentador de Santo tomas en la suma de la ed. La BAC), considero además de ser una falsa ilusión una utopía que no tiene necesariamente fundamento  lógico sólido,  ni teológico, aun más ni siquiera natural, entonces ¿qué es? Un sueño idílico que sigue premisas falsas. Es como si yo en el lugar de ellos, utilizando el fundamento natural, dijera: “Voy a convertir las aguas salobres del mar muerto en aguas dulces” o como si la multitud de los ríos que desembocan en el mar dijeran: ¡vamos a endulzar las aguas saladas de los mares”. Lo cual, como de todos es notorio, no ha sucedido nunca desde que el mar es lo que es, ni tampoco el río Jordán a endulzado las aguas del mar muerto desde que este surgió a raíz del castigo de Sodoma y Gomorra.]


¿Cómo se ha de conducir el hombre en esta lucha con el dominio para vencerlo?
El mismo Apóstol de las gentes advierte a los romanos; “Quiero que seáis prudentes para el bien, sencillos para el mal y el Dios de la paz aplastara pronto a Satán bajo vuestros pies” ( Rom. 16, 19-20) Y a los de Éfeso les dice: “Vestíos de toda la armadura de Dios para que podáis resistir a las insidias del diablo… Embarazad en todo momento el escudo de la fe, con que podáis hacer inútiles los encendidos dardos del maligno” Eph. 6, 11.16) El apóstol Santiago ordena: “Someteos, pues a Dios y resistíos al diablo, y huirá de vosotros” (Jac. 4, 7) 

Lo mismo hace el Príncipe de los apóstoles San Pedro en (1 Petr. 1, 6…) así pues son ellos mismos los que nos suministran las armas para pelear sin desmayar contra este mal espíritu y, tras ellos todos los santos desde los padres de la Iglesia hasta el presente.