San
Wenceslao, Duque y mártir († 938)
San Wenceslao, duque
de Bohemia, tuvo una existencia breve y agitada. Murió mártir a los 30 años.
Era hijo de los
príncipes Wratislao y Dragomira.
Su padre, buen cristiano y amante de la paz, murió pronto.
Su madre era cruel, vengativa,
y fanática pagana. Tuvo un mal hermano: Boleslao.
Los dos hermanos
recibieron distinta educación.
A Boleslao le tocó recibir las
perversas lecciones de su madre. Wenceslao vivió con su abuela, Santa
Ludmila, seguramente bautizada por San Metodio.
Con mano dulce y
fuerte supo forjar el alma de su nieto.
Lo hizo bautizar y
sembró en su alma la semilla del Evangelio, que dió fruto abundante de
santidad.
Pronto llegó la hora de
las intrigas. Llegado Wenceslao a la mayoría de edad, Dragomira no quería
cederle el poder, para pasarlo luego a Boleslao, más dócil a sus caprichos.
Pero el pueblo
reconocía al primogénito Wenceslao; y Dragomira tuvo que retirarse.
Pero no quería hacerlo sin víctimas. Su
alma envenenada consiguió eliminar a su suegra: unos forajidos la ahogaron con
su propio velo y hacen de ella una mártir.
Más difícil le será
eliminar a su propio hijo, pues le apoya gran parte del pueblo. Pero no dejará
de intentarlo, hasta conseguir quitarle la vida.
Se pone de acuerdo con
el duque Radislao para que invadiera Bohemia. Wenceslao le sale al encuentro y
concierta con él un combate personal, para evitar derramamientos de sangre.
Cuenta la tradición que al emprender el combate,
Radislao vió una cruz brillante en la frente de Wenceslao, y a dos ángeles que lo
protegían, por lo que cayó a sus pies y le pidió perdón.
Wenceslao le
perdonó concediéndole la libertad y la posesión de sus bienes.
Su reinado fue cortó,
pero fecundo en obras.
Todos los autores
pregonan a porfía su bondad, su afabilidad y su celo.
Como verdadero
padre de familia, invitaba a su mesa a sus súbditos; conversaba con las gentes
de bien;
Por la noche
llevaba en secreto leña de sus bosques a los pobres y a las viudas.
Suprimió los tormentos y transformó las
cárceles en hospitales.
Luchó contra las costumbres del
paganismo.
Favoreció la llegada de sacerdotes
evangelizadores.
Favoreció las artes y las ciencias,
dictó normas de moralidad, construyó hermosos templos, como la catedral de San
Vito de Praga.
Visitaba descalzo en
noches frías y de nieve las iglesias para visitar al Santísimo.
Según una piadosa tradición, al acompañante que,
cierto día, se quejaba de no poder soportar el frío glacial que hacía, díjole
Wenceslao que pasara por las huellas que dejaban sus pies y no sentiría frio, y
así fue.
Sentía una gran
devoción a la Virgen María, a la que había consagrado para siempre su castidad.
Según un biógrafo, fue
veraz en sus palabras, fiel en sus promesas, sumamente piadoso.
Observaba sin desmayo
las virtudes de la humildad, de la paciencia, de la caridad.
Se
le vio llorar con frecuencia por los culpados a quienes se veía forzado a
condenar.
Rescataba
los esclavos paganos para que se bautizaran,
y
a todos manifestaba, pero con especialidad a los idolatras, pecadores y
vagabundos, un celo no desprovista de fuerza en la reprensión y corrección,
pero al propio tiempo impregnado de compasión y de abnegación sobrenaturales.
Oía Misa diariamente,
y él mismo, con trigo de su cosecha y uvas de su viña preparaba el vino y las
hostias. Hubiera deseado ser sacerdote, de no haber tenido que ser rey.
PERO LA AMBICIÓN Y
MALDAD DE SU MADRE Y HERMANO no se daban descanso.
Su
hermano resolvió darle muerte, no en Praga, donde el soberano contaba con
demasiados amigos. Sino en su propia residencia de Boleslava.
Con
el pretexto de que la capilla de su castillo estaba dedicada a los
Santos
Cosme y Damián, Boleslao invitó a su hermano a celebrar la fiesta de estos dos mártires
(27 de septiembre).
Aceptó
el duque, pero, conociendo las pérfidas intenciones de su hermano, se despidió
de sus parientes y amigos, como si no hubiera de volverlos a ver más.
Asistió
a misa en Boleslava, se encomendó a Dios y a la intercesión de
los
santos cuya fiesta se conmemoraba y luego entró plácidamente en la sala del
banquete.
Por
permiso de Dios, los asesinos, excitados por la bebida, nada pudieron
hacer
ese día. Decidieron matar a Wenceslao al día siguiente por la mañana, cuando el
duque fuera a la iglesia.
Para
impedir que buscara refugio, Boleslao había dado orden de que cerrasen la
puerta. La víctima cayó, sin darse cuenta, en la trampa preparada por sus
enemigos.
En
la mañana del 28 de septiembre del 929, mientras el duque llegaba sin escolta a
la iglesia, Boleslao, apostado en una emboscada con sus cómplices, como
respuesta al beso que le dió Wenceslao,
asestóle
dos golpes con su espada.
El
príncipe, que por nada quería ser fratricida, no quiso usar de su derecho de legítima
defensa, que le hubiera sido fácil a pesar de hallarse herido, y prefirió ir a
toda prisa a la iglesia.
A
una señal de Boleslao llegaron los conjurados, se arrojaron
sobre
el duque y le mataron ante la puerta acribillándole de heridas.
La
sangre del mártir salpicó los muros del templo. El cuerpo fue enterrado
apresuradamente
cerca de la iglesia de los Santos Cosme y Damián, en Boleslava.
Pronto
se corrió la noticia del horrible crimen, causando angustia en
todo
el pueblo.
El
fratricida se hizo dueño del poder y persiguió cruelmente a los amigos
y
partidarios de Wenceslao; muchos fueron muertos o encarcelados o tuvieron que
abandonar el país. El clero, en particular, tuvo mucho que sufrir, y los
sacerdotes extranjeros fueron expulsados.
CULTO
DE LA NACION CHECA A SAN WENCESLAO
El
martirio de Wenceslao aumento más aún la veneración que los fieles
le
tenían. Numerosos milagros y curaciones extraordinarias se obtuvieron
por
su intercesión.
El
culto que en Bohemia y en otros países se daba a la persona y sepulcro de
Wenceslao, hicieron que Boleslao cambiara de actitud y mostrase un poco más de
respeto a los restos de su hermano.
Habiéndose
ampliado ya la iglesia del castillo de Boleslava, la tumba del
duque
quedó en el interior de este edificio.
Para
satisfacer los deseos del pueblo, el cuerpo, que se había encontrado
incorrupto, fue trasladado el 4 de marzo de 932, a la iglesia de San Vito de
Praga, cuya reconstrucción se había comenzado en tiempos de Wenceslao.
El
santo duque había cristianizado a su país, le había colocado entre las naciones
civilizadas, habíale alcanzado en el imperio germánico una situación honrosa,
influyente; con justo título, pues, era en
verdad
padre, salvador y protector del mismo;
Cuando
era llevada su lanza a la vanguardia de las tropas, aseguraba la victoria.
La
corona de los reyes de Bohemia debía descansar sobre la cabeza del Santo cuando
el príncipe no la llevara sobre sí; era esta la corona de San Wenceslao.
Oración a San Wenceslao
Dios nuestro, que impulsaste al santo mártir Wenceslao a
anteponer el reino de los cielos a un reino terrenal, concédenos, por su
intercesión, que tengamos valor para dejar lo que nos impida unirnos a ti de
todo corazón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. Amén.