Sermón P. Hewko Junio 28 2017
Déjenme advertirles sobre una de las más grandes tácticas del demonio: El gradualismo, esto es caer poco a poco,
convertirse negligentes con respecto a los pecados veniales, lo pronto que
lleva a cometerlos.
Pero el demonio no quiere
detenerse ahí, quiere que las almas entren en el hábito de cometer pecados
mortales; de tal manera que se sientan atrincherados, atrapados, que no pueden
salir de ellos. Así el ataque final del demonio es la desesperación y el
desánimo: “soy tan malo como para la misericordia de Dios” “soy tan malo que no
puede perdonarme porque he hecho mucho”. Y el diablo se mofa de ellos y esto es
lo que Santo Tomás de Aquino dice que es el pecado de blasfemia contra el
Espíritu Santo que no puede ser perdonado, ¿qué es? Se llama desesperación,
porque el alma dice a Dios “soy un pecador demasiado grande para tu
misericordia”. Nuestro Señor echa el salvavidas a la persona, al alma que se
está ahogando, ¡y ahí está! ¡Judas lo tenía, lo único que tenía que hacer era
tomarlo! Pero él decía: “soy tan malo, no valgo la pena ser salvado” y aun así,
Nuestro Señor hace todo por salvarnos, porque todas las almas valen la pena ser
salvadas porque fueron compradas a precio de sangre de Nuestro Señor Jesucristo,
un precio infinito.
Así que, cuidado con el demonio del gradualismo, de comprometerse
lentamente, ir a las cosas del mundo, ocasiones de pecar… Es por eso que las
Sagradas Escrituras dicen que debemos cortar desde la raíz, usar violencia para
cortar esas ocasiones de pecar. Es por eso que Nuestro Señor dice: “Mejor
sacarse un ojo o cortarse la mano si éste es motivo de escándalo”; que
significa quitar las ocasiones de pecar, hacerlo ahora que tenemos tiempo para
poder salvar nuestra alma y cuerpo.
Por eso, el gradualismo es la
lenta erosión que el demonio hace en nosotros, y es por eso que diariamente
debemos de rezar y pedir gracia, rezar el Rosario, estar junto a la Virgen
María, ella es la Madre de Misericordia y ternura, fuerte, que aplasta al
demonio. Vayamos al Sagrado Corazón, en el Sacrificio de la Misa, hagan su
Comunión como si fuera la primera: como niños, si el alma está en estado de
gracia es como la de un niño, aunque el cuerpo tenga 90 años. La gracia del
Espíritu Santo trae juventud al corazón. Pidamos a la Virgen María hacer la
comunión inflamados en el amor de Dios y siempre pelear para llegar al Cielo.
En el Nombre del Padre, del Hijo
y del Espíritu Santo. Amén