El Santo Sacrificio de la Misa: Por San Claudio De La Colombiere
Dios es más honrado por una sola Misa que con todas las acciones de los
ángeles y de los hombres juntos, por muy fervientes y heroicas que puedan ser.
Sin embargo, ¡qué pocos escuchan Misa con la intención de darle a Dios este
sublime honor! ¡Cuán pocos se alegran de poseer los medios para honrarlo como
se merece! Rara vez agradecemos a Nuestro Señor Jesucristo, quien, aboliendo
todos los otros sacrificios, nos ha dejado un sacrificio que no puede fallar
para agradar a Dios, una acción de gracias proporcionada a los beneficios que
hemos recibido de Él, una Víctima capaz de borrar los pecados del mundo.
Puede ser que rezando, ayunando y dando limosnas ofenda a Dios por mi
mala intención o por la forma en la que actúo, más que glorificarlo a Él.
Quizás mis actos de penitencia merezcan castigo en lugar de cancelarlo, y que
mis limosnas me hagan aún más deudor con Dios; pero cuando escucho Misa, cuando
ofrezco el Santo Sacrificio como
sacerdote o como miembro de la Iglesia, puedo, lleno de coraje y confianza
desafiar al cielo haciendo algo que agrada más a Dios. Puedo pedir perdón y
estar seguro de obtenerlo sin importar qué tan grandes o innumerables sean mis
pecados.
Cualquier cosa que yo desee, puedo rezar con confianza. Puedo pedir
grandes gracias de cualquier clase para mí mismo para mis amigos y enemigos; y
lejos de sentirme avergonzado por pedir tanto, sabré que es poco en comparación
con lo que ofrezco. Mi único temor será pedir poco y no tener una esperanza
firme e inquebrantable de obtener no sólo lo que pido, sino aún más.
¡Si solo conociéramos el tesoro
que tenemos en nuestras manos! Mil veces feliz aquellos que saben aprovecharse
de la Misa!
En este adorable Sacrificio pueden encontrar todas las cosas: gracias,
riquezas –espirituales y temporales, favores para el cuerpo y mente, para la
vida y para la eternidad.
Sin embargo, qué tan frecuente
debemos confesar que ni siquiera pensamos en usar el tesoro que poseemos, ni
siquiera tratamos de comprender.
Aprovechemos el insondable tesoro de la Santa Misa y aprovechemos las gracias derramadas para la salvación propia, de nuestras familias y de la Cristiandad.