El siguiente texto esta sacado del archivo, desde el 2007 se nos advertía sobre la estrategia de Benedicto XVI con el Motu proprio y la pseudo-restauración.
Sobre el Motu Proprio¿Que pensar?
Es increíble el estado de expectativa y de optimismo que gira alrededor
de este documento, lo cual es como un signo o una señal del estado de
distensión combativa general dentro del ámbito de los fieles tradicionalistas que
pareciera no tienen la misma consistencia espiritual y doctrinal de antes que
dan los principios solidamente arraigados. Es como una especie de anemia
espiritual o de un deterioro neuronal que pareciera no dejar ver claro. Roma
modernista siempre ha querido y quiere neutralizar el dedo acusador a su
traición y a su apostasía e intenta diluir, si es que no puede destruir, toda
resistencia tradicional que impugne su error. La Fraternidad Sacerdotal San Pío X es la única congregación
eclesiástica de envergadura universal (a nivel mundial) junto con todos los
otros grupos que se le suman que se opone al modernismo, aunque hay otros que
lo hacen pero son más limitados a nivel internacional. Es evidente luego que el
objetivo principal sea de destruir, aniquilar o absorber, o por lo menos
neutralizar dicha resistencia de algún modo y parece que el mejor y más eficaz
seria el de la lenta pero firme disgregación, dilución de esa fuerza, por
procedimientos de una amplia acción dialéctica, que permita el “solve et coagula”
(disolver y coagular) típico de la Revolución Anticristiana que esta hoy
imperando dentro de la misma Iglesia. Uno de los procedimientos para lograr vencer la resistencia
tradicionalista es, entonces, corromper diluyendo los conceptos, o las nociones
claras y precisas que originaron dicha resistencia. El
medio será, producir un cambio en la mentalidad de los fieles firmes en la
tradición, que permita el objetivo deseado por los enemigos infiltrados en la Iglesia,
y que la gobiernan destruyendo la fé de siempre y creando una Nueva Iglesia
postconciliar acorde con los planes de la sinarquia o globalización universal,
dirigidos por el poder oculto de la alta finanza en manos del judaísmo
internacional. El Motu Proprio de Benedicto XVI tiene por finalidad (en un acto de
pausada audacia) envolver, diluir y absorber el bastión más firme de
resistencia al modernismo que aun se mantiene defendiendo la fe, que cada vez
está más carcomida gracias al Concilio Vaticano II. Se pretende silenciar el rechazo frontal de la nueva misa reconociendo
que la Misa Tridentina (de siempre o de San Pío V) nunca fue suprimida, pero
que la misa nueva sigue siendo la forma ordinaria (común o general) y la Misa
Tridentina la forma o expresión extraordinaria (especial o particular) de un
mismo rito todo lo cual es inadmisible, por ser un error de contenido doctrinal
manifiesto, pues ya había dicho Monseñor
Lefebvre que la nueva misa era un rito bastardo, que era mala y que no era
católica que era próxima a la herejía, que era protestantizante, que era
contraria a la tradición sacrosanta de la Iglesia, entonces cómo se podrá decir
hoy que es el mismo rito, absurdo, como absurdo es además pensar, creer o decir
que con el Motu Proprio la Misa Tridentina recobra su derecho al punto de
exultar un Te Deum o de considerarlo como un triunfo póstumo de Monseñor Lefebvre,
cuando el derecho de la Misa de siempre no puede consistir, en el mejor de los
casos, en una igualdad jurídica ante la nueva misa, es decir ambas como forma
ordinaria, lo cual ya es un agravio a la exclusividad de la Misa Tridentina y católica,
ante la nueva misa protestantizante o protestante según se la mire y califique,
porque si nos atenemos a la definición tal cual como aparece en el artículo 7
de la Institutio Generalis del nuevo misal, tenemos la cena protestante sin
bemoles. Ahora bien ni siquiera hay igualdad de derecho (lo cual es ya claudicar)
sino peor aún derechos desiguales, la nueva misa es lo común u ordinario y la
Misa Tridentina lo especial o extraordinario, vale decir que la concubina es la
mujer ordinaria (de todos los días) y la esposa legitima (es la mujer
extraordinaria, la de días especiales) con lo cual ni siquiera la mujer legítima
es igualmente dueña y señora junto con la concubina. Esto muestra además que se trata de un indulto universal camuflado
enmascarado, como un derecho especial extraordinario. Con todo lo cual se
pretende que por el privilegio obtenido se pague el precio de reconocer la
concubina y aceptar ser ambas las servidoras de un mismo señor, aunque la una
sea la ordinaria y la otra la extraordinaria. ¿Que mejor jugada del demonio
vestido de ángel de luz? Además bajo apariencia de bien se nos brinda la ilusión del espejismo,
como por ejemplo, sembrar la división en el campo de los modernistas o que los
sacerdotes modernistas puedan decir la Misa Tridentina. La primera cosa, el
mismo Benedicto XVI se encargara de despejarla pues como él advierte, para
decir la Misa Tridentina se requiera una cultura litúrgica y un conocimiento
mínimo de latín que la mayoría de los sacerdotes no tienen, permaneciendo así,
la nueva misa, tanto de hecho (situación real) como por derecho (norma
jurídica), es la norma ordinaria. La ventaja aparente de que los sacerdotes modernistas tengan la
posibilidad (libertad) de decir la Misa Tridentina es una ilusión más,
producida por el espejismo después de vivir prácticamente durante cuarenta años
en el desierto de la desolación abominable a causa de la revolución litúrgica;
pues de qué nos sirve o beneficia que los sacerdotes modernistas digan la Misa
verdadera si su doctrina permanece y sigue siendo modernista, pues su formación
filosófica y teológica es modernista y eso es muy difícil de suprimir, de
cambiar, lo que simplemente acontecería es favorecer la confusión como
sepulcros blanqueados, blancos por fuera y podridos por dentro, blanqueados o
enmascarados al decir la Misa Tridentina pero podridos por dentro por la
mentalidad y formación modernista, con el agravante de no tenerse la garantía
teológica de la certeza infalible de sus ordenaciones sacerdotales conferidas
con el nuevo rito. No hay ningún teólogo que pueda probar la certeza infalible
de las ordenaciones con el nuevo rito, hay como mínimo una duda positiva sobre
la validez, si es que no tenemos una prueba de su invalidez por razones
teológicas sacramentales de peso que no se pueden dejar de considerar. De todos modos sin entrar de
lleno en la cuestión bástenos que las ordenaciones sacerdotales conferidas con
el nuevo rito están desprovistas del sello de garantía infalible que excluye
toda duda de invalidez. Espero que estas reflexiones sirvan para que nos consolidemos en la
verdad y en sus derechos exclusivos sin amalgamas dialécticas entre el bien y
el mal, entre la verdad y el error, entre Dios y el Diablo, entre Cristo y el
Anticristo, entre la Iglesia de Cristo y la Nueva Iglesia Sinagoga de Satanás o
del Anticristo. Estamos todavía a tiempo para llorar recitando un Miserere y que Dios se
apiade de nuestras miserias, sin que sigamos la ilusión y el espejismo de un
infundado optimismo que no corresponde a la realidad de la crisis irreversible
y última que vivimos. Que la Santísima Virgen nos proteja y con su firmeza ante la Cruz
permanezcamos firmes en la fe y en el amor a su Divino Hijo.