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martes, 26 de julio de 2022

EL COVIDIANISMO SE IMPONE EN LA FSSPX

 


FUENTE

El pasado cinco de enero 2022, el canal de Youtube SSPX News publicaba un vídeo en el que el superior de la Hermandad Sacerdotal de San Pío X, don Davide Pagliarani, daba su parecer con respecto a la Plandemia y tomaba una posición sobre la legitimidad de la vacunación contra el Covid-19.

La postura adoptada por el superior de la Hermandad ha causado (y continúa provocándolo) un gran revuelo en Internet, mostrando las grandes discrepancias que mantienen muchos de los fieles de la FSSPX con un punto de vista que, de un tiempo a esta parte, se ha ido consolidando como la opinión general de toda la Sociedad Sacerdotal. 

Desde que muchos de los prioratos comenzaran a difundir las opiniones vertidas por el sacerdote de tendencia liberal don Arnaud Sélégny ─donde legitimaba como moralmente aceptables las vacunas contra el Covid-19 calificando sus medios de obtención (utilización de líneas celulares de abortos provocados) como «pecados remotos»─, este parecer ha ido paulatinamente imponiéndose como la opinión general de la Hermandad. Al mismo tiempo, han ido acallando y censurando las conclusiones de sacerdotes, religiosos e incluso superiores de prioratos o distritos que han considerado como moralmente inaceptables la mayoría de las vacunas contra el Covid-19. 

Don Davide Pagliarani afrima que, si bien la Hermandad no toma una postura sobre un «asunto médico», donde en principio deja libertad a cada sacerdote de considerar lo que estime respecto a la Plandemia; opina, no obstante que la FSSPX sí se posiciona sobre la cuestión moral, relativa a las líneas celulares de fetos de abortos provocados y utilizados para la obtención de las principales vacunas comercializadas. En este sentido, el superior de la Hermandad considera que sería lícito acceder a la inoculación en determinadas circunstancias, poniendo el ejemplo de un padre que, para evitar perder el trabajo del que vive toda su familia, accede a la inoculación. Pagliarani piensa en este caso que el padre de familia podría decidir si se vacuna o si, en cambio, decide confiar su suerte y la de su familia a la Divina Providencia. Estaría, pues, legitimado a tomar cualquier decisión.

El problema es que el ejemplo que utiliza el superior de la Hermandad no es válido, ya que no estamos hablando de un asesinato producido aleatoriamente para el cuál, las bienintencionadas empresas deciden aprovecharse, con pena en el alma, de la desgracia del aborto para un bien mayor para la sociedad como son las vacunas. Al contrario, los abortos son producidos por y para las vacunas. Es más, no se trata de un pecado remoto sino de un macabro negocio, un sacrificio ritual satánico de sangre de niños inocentes. Eso es el negocio del aborto y en esa cadena son parte activa las empresas farmacéuticas que, gracias al aborto, obtienen las vacunas. No solamente se trata de casos aislados y remotos de dos abortos producidos hace cincuenta años, sino que este crimen se realiza también para los propios ensayos de las vacunas. No se aprovecha el mal del aborto, sino que el asesinato es producido exclusivamente para la obtención de las vacunas. Para demostrar esto, facilitamos a continuación el siguiente vídeo: [no disponible aqui]

Es curioso comprobar como, generalmente, los sacerdotes y religiosos que han rechazado considerar como aceptable la inoculación experimental de procedencia inmoral, son aquéllos que también (durante las conversaciones que la FSSPX tuvo con la Roma modernista) se mostraron contrarios a que la obra del Arzobispo Lefebvre claudicara ante la secta vaticanosegundista. Al mismo tiempo, coincide que aquéllos sacerdotes que sí han legitimado la vacunación Covid son, mayoritariamente, los sacerdotes tildados como «liberales» o «acuerdistas».

NdB EN ESTE ARTICULO SE REFIERE A OTROS CIRCULOS "TRADICIONALES" COMO LOS SEDEVACANTES (CISMATICOS), FALSA RESISTENCIA DE MONS WILLIAMSON, TODOS ELLOS CON POSTURAS A CONVENIENCIA DE LA DECLARACION DE MONS VIGANÓ, NO QUERIENDO APARENTAR SER MENOS CATOLICO QUE EL, TARDIAMENTE RECHAZAN LAS VACUNAS. ADEMAS DE ELLOS NO SE CUENTA CON ALGUN SERMON DE VIVA VOZ CONDENANDO LAS VACUNAS COVID Y OTRAS VACUNAS HECHAS CON PARTES DE FETOS ABORTADOS. MENOS ENCONTRARAN NADA DEL FLAMANTE OBISPO ZENDEJAS QUE MANTIENE EN SILENCIO TODOS SUS MOVIMIENTOS. 
RESPECTO A LOS PRESBITEROS RIBAS Y CARDOZO (SEDEVACANTISTAS), MEJOR NI HABLAR PUES LA RESISTENCIA CATOLICA NO TIENE NADA QUE VER CON EL SEDEVACANTISMO SECTARIO Y CISMATICO

En otros ambientes tradicionalistas, la tesitura se encuentra también enfrentada; así la postura general de los obispos y sacerdotes de la Resistencia, es de oposición a la vacunación. Mientras en el sedevacantismo, los hay que mantienen un ¿prudente? silencio (caso del Instituto Mater Boni Consilii) y otros que han adoptado una posición en la línea de la ya postura oficial de la FSSPX (o incluso llegando más lejos), como es el caso del Obispo Sanrborn. Otros sacerdotes independientes sedevacantistas (como don Ernesto Cardozo o don Ramiro Ribas) y obispos (como don Daniel Dolan) han calificado la inoculación como inaceptable para el católico.

AMOR A LA DOCTRINA Y A LA VERDAD

 


FUENTE

COMBATIVIDAD

No penséis que he venido a la Tierra a sembrar paz, no he venido a sembrar paz, sino espadas. He venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra, los enemigos de cada uno serán los de su propia casa. El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí, el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí, y el que no carga con su cruz y me sigue, no es digno de mí.

Como mucha gente de nuestros días, con la cual espíritus acomodaticios y pacifistas prefieren contemporizar perpetuamente, también los fariseos tenían “algo de bueno”. Sin embargo, ellos no fueron tratados según la táctica del terreno común. Con una lógica impecable el Maestro los fustigó diciendo las siguientes palabras: Plantad un árbol bueno y el fruto será bueno, plantad un árbol malo y el fruto será malo, porque el árbol se conoce por el fruto. Raza de víboras, ¿Cómo podéis decir cosas buenas si sois malos? Porque de lo que rebosa el corazón habla la boca. El hombre bueno saca del caudal bueno cosas buenas, pero el hombre malo saca del caudal malo cosas malas.

Cuando la experiencia demostró que los fariseos rechazaron la inmensa y adorable gracia contenida en las fulminantes palabras del Salvador, e incluso se rebelaron contra Él, no por eso cambió de táctica.

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del anís y del comino, y descuidáis lo más grave de la ley: ¡la justicia, la misericordia y la fidelidad! Esto es lo que habría que practicar, aunque sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que filtráis el mosquito y os tragáis el camello, que limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis rebosando de robo y desenfreno! ¡Fariseo ciego, limpia primero la copa por dentro y así quedará limpia también por fuera, que os parecéis a los sepulcros blanqueados! Por fuera tienen buena apariencia, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de podredumbre, lo mismo vosotros: por fuera parecéis justos, pero por dentro estáis repletos de hipocresía y crueldad. ¡Serpientes, raza de víboras! ¿Cómo escaparéis del infierno? Mirad, yo os envío profetas, sabios y escribas. A unos los mataréis y crucificaréis, a otros los azotaréis en vuestras sinagogas y los perseguiréis de ciudad en ciudad. Así recaerá sobre vosotros toda la sangre inocente derramada sobre la tierra. Y entregará a la muerte el hermano al hermano y el padre al hijo, se levantarán hijos contra padres y se darán muerte, y seréis odiados por todos a causa de mi nombre, pero quien persevere hasta el fin se salvará.

Es un error ocultar sistemáticamente al pecador su verdadero estado. San Juan, por ejemplo, no dudó en decir: Quien comete el pecado es del diablo. Por ello fue el apóstol del amor categórico al escribir: Todo el que se propasa y no se mantiene en la doctrina de Cristo, no posee a Dios, quien permanece en la doctrina, éste posee al Padre y al Hijo. Si os visita alguno que no trae esa doctrina, no lo recibáis en casa ni le deis la bienvenida, quien le da la bienvenida se hace cómplice de sus malas acciones.

miércoles, 20 de julio de 2022

EL SANTO ABANDONO. Capítulo 4° EL ABANDONO EN LOS BIENES NATURALES DEL CUERPO Y DEL ESPÍRITU

 


Artículo 2º.- Las consecuencias de la enfermedad 

La prolongación de la enfermedad, la incapacidad para muchas cosas que la acompañan o que la siguen, agravan no poco las molestias que ocasiona: y todo esto ha de ser objeto de un filial y confiado abandono. 

Siendo «el Altísimo quien ha creado los médicos y remedios», entra en el orden de la Providencia que se recurra a ellos en la necesidad; los seglares con una prudente moderación, y los religiosos según la obediencia. Mas Dios tiene en su soberana mano el mal, el remedio y el médico. «No son las hierbas y las cataplasmas, es vuestra palabra, Señor, la que todo lo cura» Dios ha sanado en otro tiempo, sanará ahora si le place, sin el menor socorro humano, como cuando Nuestro Señor devolvía la salud con una palabra. El sanó en otro tiempo, sana aún si le place, por medios inofensivos mas sin valor curativo, por ejemplo: cuando Eliseo enviaba a Naamán a bañarse siete veces en el Jordán, o Jesús imponía las manos a los enfermos, o les untaba con un poco de saliva. El ha sanado en otro tiempo, y sana aún si le place, por medios al parecer contrarios, como cuando Jesús frotó con lodo los ojos del ciego de nacimiento. Y a pesar de la ciencia de los doctores, a pesar de la abnegación de los enfermos, a pesar de la energía de los remedios, deja empeorar al que quiere, y todos terminan por morir, así el sabio más famoso como el último de los vivientes. Dios es, pues, el Dueño absoluto de la naturaleza, de la salud y de la enfermedad. En El se ha de creer y no conviene tener como Asá una confianza exagerada en los medios humanos, porque El les otorga o niega el resultado según le place. Si, pues, a despecho de los médicos y de las medicinas, el mal se prolonga y las enfermedades subsisten, en preciso adorar con filial y humilde sumisión la santísima voluntad de Dios. El Señor no ha permitido que el médico acierte o que el remedio obre, quizá ha permitido aun que los cuidados agraven el mal en lugar de curarlo. Nada de esto hace sino con un designio paternal y para el bien de nuestra alma; a nosotros toca aprovecharnos de ello. La primera prueba es, pues, la prolongación del mal. Lejos de nosotros las quejas, el descorazonamiento, la murmuración y el pensamiento de culpar a los que nos cuidan. Ellos han cumplido seguramente su deber con gran abnegación y les debemos mucho reconocimiento. Si han merecido alguna reprensión, Dios les pedirá cuentas de su falta; pero ha querido servirse de ellos para mantenernos en la cruz, y será necesario ver en esto mismo un designio de la divina Providencia. 

El error o la habilidad, la negligencia o la abnegación, nada hay que no haya sido previsto por Ella con toda claridad, nada que Ella no haya elegido, y a ciencia cierta, nada que Ella no sepa utilizar para conducirnos a sus fines. Por tanto, veamos sólo a Dios, creamos en su amor y bendigamos la prueba como don de su mano paternal. A los que se quejan con sobrada facilidad de la falta de cuidados, dice San Alfonso reprendiéndoles: «Os compadezco, no por vuestros sufrimientos, sino por vuestra poca paciencia; estáis en verdad doblemente enfermos, de espíritu y de cuerpo. Se os olvida, pero vosotros sois los que olvidáis a Jesucristo muriendo en la cruz, abandonado de todos por vuestro amor. ¿Para qué quejaros de éste o de aquél, cuando os habríais de quejar de vosotros mismos por tener tan poco amor a Jesucristo, y por consecuencia, mostrar tan poca confianza y paciencia?» San José de Calasanz decía: « Practíquese tan sólo la paciencia en las enfermedades, y las quejas desaparecerán de la tierra.» Y Salvino: «Muchas personas no llegarían jamás a la santidad, si disfrutasen de buena salud.» De hecho, para no hablar sino de las mujeres que se santificaron, leed su vida, y veréis a todas, o a casi todas, sujetas a mil enfermedades. 

Santa Teresa no pasó durante cuarenta años un solo día sin sufrir. Así el citado Salvino añade: «Las personas consagradas al amor de Jesucristo están y quieren estar enfermas.» Las múltiples impotencias debidas a la enfermedad son otra prueba muy crucificante. Con más o menos frecuencia y extensión, no se puede como en tiempo de salud observar toda la Regla, asistir al coro, comulgar, orar, hacer penitencia, ser asiduo al trabajo, al estudio y a todos los deberes de su cargo; y cuando el mal es tenaz, estas impotencias pueden durar largo tiempo. A esto responde San Alfonso diciendo: «Dime, alma fiel, ¿por qué deseas hacer estas cosas? ¿No es para agradar a Dios? ¿Qué buscas, pues, cuando sabes con certeza que el beneplácito de Dios no es que hagas (como en otro tiempo), oraciones, comuniones, penitencias, estudios, predicaciones u otras obras, sino soportar con paciencia esta enfermedad y estos dolores que El te envía? «Amigo mío, escribía San Juan de Ávila a un sacerdote enfermo, no examináis lo que haríais estando sano, sino contentaos con ser un buen enfermo todo el tiempo que a Dios pluguiere. Si es su voluntad lo que de veras buscáis, ¿qué os importa estar enfermo o sano?» 

Es incumbencia de Dios aplicarnos, según su beneplácito, a las obras de salud o a las de enfermedad. A nosotros toca ver en todo su santa voluntad, amarla, adorarla puesto que ella es siempre la única regla suprema. Hagamos, pues, en la salud las obras de la salud, en la enfermedad, las de la enfermedad según que están determinadas por nuestras observancias. Dios nos pide esto y no quiere otra cosa. ¿Por qué turbarse obrando de este modo? 

La inquietud mostraría que no hemos entendido nuestro deber, o que nos dejamos prender de los artificios del demonio. Pero, diréis, el mal, prolongándose, mi impide cumplir los deberes de mi cargo, y ¿qué va a suceder? Sucederá lo que Dios quiera. ¿No tiene el derecho de disponer de nosotros en esto como en todas las cosas? Todo el tiempo que vuestros Superiores, debidamente advertidos, juzguen conveniente manteneros en el empleo, llenadle lo mejor que podáis y conservaos en paz. De vuestra parte todo va bien, con tal de que hagáis la voluntad de Dios, que tiene mil medios de suplir lo que hacéis si es tal su beneplácito. Elige obreros según entiende que debe hacerlo, les da los medios que quiere, deja a San Pablo consumirse en el fondo de una prisión durante dos años, en tiempo en que la Iglesia naciente tenía mayor necesidad del Apóstol. Por lo menos, dirá alguno, si yo pudiera orar como antes, esto me consolaría en mi impotencia. Mas, responde San Alfonso de Ligorio, «no hay mejor manera de servir a Dios que abrazar con alegría su santa voluntad. Lo que glorifica al Señor no son nuestras obras, sino nuestra resignación y la conformidad de nuestra voluntad con su beneplácito». Por eso decía San Francisco de Sales que se da más gloria a Dios en una hora de sufrimiento con filial sumisión que en muchos días de trabajo con menos amor. 

Quejándose a él un enfermo de no poder entregarse a la oración que seria sus delicias y su fuerza, le dijo: «No os entristezcáis, pues recibir los golpes de la Providencia no es menor bien que meditar; es mejor estar en la cruz con el Salvador que mirarle solamente.» Por lo demás un alma generosa persevera fiel a sus prácticas diarias en cuanto le sea posible; y para llenar su tarea acostumbrada le basta por lo regular distribuir bien el tiempo, simplificar su oración y adaptarla a su estado actual. «Para un alma que ama -dice Santa Teresa- la verdadera oración durante la enfermedad consiste en ofrecer a Dios lo que sufre, en acordarse de El, en conformarse con su santísima voluntad y en mil actos de este género que se presentan; no se precisan grandes esfuerzos para entrar en este trato íntimo.» Y San Alfonso añade: «No digamos a Dios sino esta palabra: Fiat voluntas tua; repitámosla desde lo íntimo del corazón, cien veces, mil, siempre. 

Agradaremos más a Dios con esta sola palabra que con todas las mortificaciones y devociones posibles.» Diréis, en fin, que el malestar, las enfermedades, os hacen inútil, que sois una carga para la Comunidad, que la escandalizáis no guardando las observancias. Con seguridad que un enfermo se sacrifica cuanto puede; evita ocasionar demasiados gastos, reclamar cuidados superfluos, parecer exigente, difícil para hacerse servir; los cuidados que se le prodigan sabe pagarlos con el agradecimiento y la docilidad. Es Nuestro Señor a quien se honra en su persona, y El se esfuerza en parecérsele. Ansioso de adelantar siempre y de no perder el beneficio de tanta cruz, tiene sin cesar presente a Dios y a su eternidad; observa generosamente lo que puede de su Regla, compensando lo que le es imposible con la abnegación, la humildad y el Santo Abandono. 

Sin él pensarlo, este enfermo edifica, es una bendición para cuantos le rodean. Mas en definitiva, es la voluntad divina y no la suya la que pone sobre sus espaldas la cruz de un mal pasajero o de prolongadas enfermedades. De éstas, es él quien lleva la parte más pesada, quedando algo también para el enfermero, el superior y la Comunidad. ¿Y no tiene Dios derecho a servirse de nosotros como de otro cualquiera para pedir un sacrificio a nuestros hermanos, e imponerles un deber? 

Los que nos cuidan sabrán, con la gracia de Dios, abandonarse como nosotros a la Providencia, y llenar para con nosotros las obligaciones que Ella les señale. Nuestra misión es aceptar pacientemente la humillación y sentir que somos una carga; lo es también aligerar la de nuestros hermanos con nuestro espíritu verdaderamente religioso. Deber nuestro es imitar a aquella religiosa que no pudiendo explicar su enfermedad, sufría al ver que no era útil, pero aceptaba con humildad el beneplácito de Dios y se consolaba pensando que le quedaban tres grandes medios de hacer el bien: la oración, el ejemplo y el perfecto cumplimiento de sus Reglas. 

Un buen enfermo no es inútil sino en apariencia; en realidad puede él hacerse de gran valor si quiere, porque lo que sobre todo aprovecha a la Comunidad, no son los brazos para los trabajos pesados, ni la inteligencia para los empleos elevados; es la virtud, son las almas santamente ávidas de progresar en la santidad y perfección, verdaderos contemplativos y verdaderos penitentes; de nosotros depende ser así, con la divina gracia, en la enfermedad como en la salud, aunque por medios diferentes. Dios estará satisfecho, y la Comunidad no podrá menos de estarlo; y si alguno que otro, a pesar de nuestra buena voluntad, nos juzga con algo de severidad, no habrá desedificación ninguna por nuestra parte; sólo nos resta recibir humildemente la prueba de no ser comprendidos hasta el día en que Dios nos justifique. Nuestro austero San Bernardo era de naturaleza extremadamente tierna y delicada; escuchó más a su generosidad que a sus fuerzas, de suerte que casi al principio de su vida religiosa enfermó y siempre anduvo así. 

Cuando se presentó al Obispo de Chalons para recibir la bendición abacial, estaba del todo extenuado y parecía un moribundo. Púsose por obediencia en manos de un practicante, que acabó de ponerle peor, haciéndole servir platos que un hombre robusto y acosado de hambre apenas hubiera querido tocar. El santo tomaba todo con indiferencia y todo lo hallaba igualmente bueno. Una estrechura de garganta que casi no le permitía pasar más que líquidos, el estómago muy delicado y el vientre en estado deplorable, eran sus tres dolencias permanentes. A éstos venían accidentalmente a reunirse otros males. Con frecuencia devolvía los alimentos como los había tomado, y lo poco que de ellos conservaba sólo servia para torturarle. A pesar de tantos sufrimientos como le extenuaban, maceraba su cuerpo con severos ayunos, con vigilias prolongadas, con los más duros trabajos. Considerábase siempre como un principiante, y decía que le hacía falta la regularidad de un novicio, la severidad de la Orden y el rigor de la disciplina. Sin embargo, hubo de adoptar un régimen que su estómago pudiese soportar, sin perder lo más mínimo el espíritu de sacrificio y la pobreza. 

Con ánimo increíble asistía con la Comunidad al coro, al trabajo, a todo. Si había faenas que él no supiera ejecutar, cavaba la tierra, cortaba leña, la llevaba sobre sus espaldas; y cuando sus fuerzas le traicionaban, cogía las ocupaciones más viles, a fin de compensar la fatiga con la humildad. Sólo la necesidad era capaz de apartarle de los ayunos comunes. Fue, sin embargo, preciso hacerlo, porque llegó tiempo en que, no pudiéndose sostener sin gran trabajo en pie, permanecía casi de continuo sentado y muy rara vez se movía. Lo que no podía hacer lo compensaba dándose más a la oración, a las piadosas lecturas, al estudio y a la composición; dábase por entero a sus religiosos por la predicación y la dirección. Y cuando la Iglesia tenía necesidad de sus servicios, olvidaba su estado de agotamiento, afrontaba la fatiga de los viajes, resolvía los asuntos, predicaba sin descanso y daba solución a todo. Volvía luego aún más enfermo, pero también más hambriento de su amada vida de penitencia y de contemplación. Tal existencia no era otra cosa que una muerte continua y prolongada. «El Santo lo sentía, y sus religiosos le suplicaban tomase algún alivio, pero ponía los ojos en Jesús ensangrentado en la cruz, cubierto de llagas, y, más dócil a la lección del amor que a los consejos de la prudencia, hacía callar la voz de la ternura filial y saboreaba más la amargura del cáliz.» ¿Pudo la enfermedad impedirle ser un perfecto cisterciense más útil que ninguno a su Comunidad y aun a la Iglesia entera? 

Nuestra Beata Aleida hubo de soportar durante toda su vida los más crueles sufrimientos y una horrorosa lepra. Separada de sus hermanas a causa de este terrible mal, sirvióse de ello para unirse a Dios con oración más continua; gozábase en su dolorosa situación por amor de Cristo su Esposo, en cuyas llagas acontecíale encontrar con frecuencia gozos y una fuerza sobrenatural. Rica en dones celestiales, ilustre por sus milagros, curó no pocos leprosos con la sola imposición de sus manos. Había, pues, llegado a la cumbre, pero Nuestro Señor quiso elevarla a mayor altura. ¿Qué hace? Prepárala un acrecentamiento de sufrimientos con las correspondientes gracias, para hacerla crecer en la paciencia. En la fiesta de San Bernabé, parecía estar a las puertas de la muerte. Nuestro Señor le anuncia que le queda un año de vida todavía y que durante este tiempo había de soportar males más terribles que los anteriores, por amor de su Amado Esposo. 

En efecto, su vista se apaga, sus manos se contraen, la piel de la cabeza y de todo su cuerpo se cubre de úlceras, de las que manan sin cesar gusanos y carne dañada. Estos crueles tormentos súfrelos la bienaventurada con inalterable paciencia, hasta que llegado de nuevo el día de San Bernabé, exhala su purísima alma en las manos de Cristo, su Esposo. Santa Gertrudis, que floreció en Helfta, bajo las leyes de nuestra Orden, con Santa Matilde, su maestra y amiga, tenía muy precaria salud. Por temporadas que a veces eran largas, la enfermedad la obligaba a guardar cama. Sus frecuentes insomnios, su ardor en la oración y sus raptos causábanle tal fatiga que llegaba al agotamiento. Con frecuencia le era, pues, imposible tomar parte en el Oficio divino, o bien no podía asistir a él sino permaneciendo sentada. Estábala prohibido el ayuno aun en la Cuaresma, y hasta durante la noche se la obligaba a tomar algo para poder sostenerse, o cuando el Oficio era demasiado largo. Humillábase al verse sometida a tales necesidades, quejábase de no poder hacer las reverencias del coro, sentíase inclinada a rehusar los alimentos que la ofrecían, y Nuestro Señor enseñóla a recibir todo como venido de su mano, a servirse de estos alivios para su adelantamiento espiritual. Una cosa la afligía, y era fa molestia que causaba a sus compañeras, ¡servíanla éstas con tanto afecto...! Y ella, ¿no les pagaba en justo retorno con sus incesantes oraciones, sus consejos sobrenaturales y sus fraternales avisos? Felices enfermedades que la procuraron entre otros bienes la dicha de vivir toda para Dios en la contemplación, sin las que quizá no tendríamos sus escritos llenos de unción tan penetrante. Pudiéramos citar otros muchos ejemplos tomados de la hagiografía de nuestra Orden, que nos mostrarían cómo las enfermedades, lejos de ser obstáculo que cierra el camino, son por el contrario un sendero que lleva a la santidad. 

Los enfermos fervorosos caminan, corren, vuelan hacia el blanco de sus deseos, según el grado de sus disposiciones. Los malos enfermos no hacen lo mismo, pero hay que atribuirlo solamente a su falta de valor y de sumisión. Concluyamos con una palabra del Padre Saint-Jure a propósito de la convalecencia. «Es, dice, uno de los momentos más peligrosos de la vida, porque se está constreñido, a pesar de conocerlo, a conceder algo a la naturaleza, a tratarla con más suavidad con el fin de restablecer las fuerzas, lo que hace que se emancipe y se relaje con facilidad; déjase llevar por la gula, procúrase gustos bajo pretexto de necesidad, entrégase a la ociosidad bajo el pretexto de debilidad, a la negligencia en la oración y en los ejercicios de piedad por miedo de fatigarse, a pasatiempos y recreaciones pueriles para descansar, como si el cuidado de recobrar la salud diese libertad de ver, oír, o decir todo lo que se ofrece. Y como el espíritu no está ocupado, llénase fácilmente de mil pensamientos inútiles que le distraen. Todos estos males acontecen a quien no vigila con cuidado sobre si mismo.» Y sin embargo, la única máxima que debe seguirse en la convalecencia, así como en la salud o en la enfermedad, debería ser la de Gemma Galgani: «Primero, el alma, después el cuerpo.»

viernes, 15 de julio de 2022

HEROES Y MARTIRES DE LA VENDEE

 


FUENTE

VANDEANOS – 15/07/2022

Los vandeanos, entrañablemente adheridos a la monarquía católica, se distinguieron particularmente en ese rechazo a las autoridades revolucionarias.

El levantamiento popular, en ocasiones sin más armas que los aperos de labranza, fue tan entusiasta que infligió a los azules derrotas memorables, de forma que los caudillos católicos se convirtieron en mitos, comenzando por el primero de ellos, Jacques Cathelineau, muerto en combate como representa el vitral, y siguiendo por nombres de leyenda como Charette o el conde de La Rochejaquelein.

Hasta 40.000 soldados lograron presentar en orden de batalla los contrarrevolucionarios, que estuvieron a punto de conquistar Nantes. Llegaron a sumar más de 100.000 hombres.

La Convención comprendió que la mecha vandeana podía prender en todo el país por motivos similares, y fue entonces cuando se tomó la decisión del genocidio. El decreto de 1 de agosto de 1793 incluía el envío a la región de cantidades ingentes de materiales combustibles de toda clase. El pueblo no combatiente abandonó masivamente la zona, en número de 80.000 personas, mientras los revolucionarios saqueaban y quemaban sus casas.

Un despacho del general Marceau, comandante en jefe interino del ejército revolucionario, describe así su paso por la Vendée: “Por agotadas que estuvieran nuestras tropas hicieron todavía ocho leguas, masacrando sin cesar y haciendo un botín inmenso. Nos hicimos con siete cañones, nueve cajas de munición y una inmensidad de mujeres”, tres mil fueron ahogadas en Pont Baux. Los ahogamientos masivos en los ríos fueron uno de los métodos más usados para las matanzas a las que llamaban eufemísticamente “deportaciones verticales”.

“Fusilamos a todo el que cae en nuestras manos, prisioneros, heridos, enfermos en los hospitales”, confiesa el general Rouyer.

La intensidad de las matanzas era de tal calibre, que algunos de los ejecutores quisieron ponerse a cubierto de cualquier responsabilidad. El 17 de enero de 1794, el general Turreau exige a la Convención que le confirme la orden de “quemar todas las villas, pueblos y aldeas de la Vendée que no estén en el sentido de la Revolución”. Y no por escrúpulos morales, sino por mera seguridad jurídica, pide certidumbres: “Debéis igualmente pronunciaros de antemano sobre la suerte de las mujeres y los niños. Si hay que pasarlos a todos por el filo de la espada, yo no puedo ejecutar semejante medida sin una orden que ponga mi responsabilidad a cubierto”. La respuesta del Comité de Salud Pública llegó el 8 de febrero, y es la prueba evidente de que en la Vendée todo lo que se hizo estaba amparado por las autoridades de la Revolución Francesa. “Te quejas, ciudadano general”, le dicen, “de no haber recibido del Comité una aprobación formal a tus medidas. Éstas le parecen buenas y puras, pero alejado del teatro de operaciones, espera los resultados para pronunciarse: extermina a los bandidos hasta el último, ése es tu deber”. Los bandidos eran, obviamente, los católicos vandeanos.

lunes, 11 de julio de 2022

EL SANTO ABANDONO. Capítulo 4° EL ABANDONO EN LOS BIENES NATURALES DEL CUERPO Y DEL ESPÍRITU

 


Artículo 1º.- La salud y la enfermedad

Se puede hacer un buen uso de la salud y de la
enfermedad, y se puede abusar de la una y de la otra.
La salud se recomienda suficientemente por sí misma, sin
que sea necesario afirmar que favorece la oración, las
piadosas lecturas, la ocupación no interrumpida con Dios, que
facilita el trabajo manual e intelectual, que hace menos penoso
el cumplimiento de nuestros deberes diarios. Es un precioso
beneficio del cielo del que nunca se hace caso sino después
de haberlo perdido. En tanto que se la posee, no siempre se
pensará en agradecerla a Dios que nos la concede; se
experimentará quizá más dificultad en someter el cuerpo al
espíritu, en no derramarse demasiado en los cuidados de la
vida presente, en vivir tan sólo para la eternidad que no
parece cercana.

«La enfermedad como la salud es un don de Dios. Nos lo
envía para probar nuestra virtud o corregirnos de nuestros
defectos, para mostrarnos nuestra debilidad o para
desengañarnos acerca de nuestro propio juicio, para
desprendernos del amor a las cosas de la tierra y de los
placeres sensuales, para amortiguar el ardor impetuoso y
disminuir las fuerzas de la carne, nuestro mayor enemigo;
para recordarnos que estamos aquí abajo en un lugar de
destierro y que el cielo es nuestra verdadera patria; para
procurarnos, en fin, todas las ventajas que se consiguen con
esta prueba, cuando se acepta con gratitud como un favor
especial.» Bien santificada es, en efecto, «uno de los tiempos
más preciosos de la vida, y con frecuencia, en un día de
enfermedad soportada cual conviene, avanzaremos más en la
virtud, pagaremos más deudas a la justicia divina por nuestros
pecados pasados, atesoraremos más, nos haremos más
agradables a Dios, le procuraremos más gloria que en una
semana o en un mes de salud. Mas si el tiempo de
enfermedad es tiempo precioso para nuestra salvación, son
muy pocos los que lo emplean útilmente, los que hacen
producir a sus enfermedades el valor que merecen». 

«Por mi parte -dice San Alfonso, llamo al tiempo de enfermedades la
piedra de toque de los espíritus; pues entonces es cuando se
descubre lo que vale la virtud del alma. Si soporta esta prueba
sin inquietud, sin deseos, obedeciendo a los médicos y a sus
Superiores, si se mantiene tranquila, resignada en la voluntad
de Dios, es señal de que hay en ella un gran fondo de virtud.
Mas, ¿qué pensar de un enfermo que se queja de los pocos
cuidados que de los otros recibe, de sus sufrimientos que
encuentra insoportables, de la ineficacia de los remedios, de la
ignorancia del médico y que llega a veces hasta murmurar
contra Dios mismo, como si le tratase con demasiada
dureza?»

¿Seremos del número de los sabios, que no abundan, que
no se preocupan ni de la salud ni de la enfermedad, y que
saben sacar de ambas todo el provecho posible? O bien, ¿no
llegaremos a convertir la salud en un escollo y la enfermedad
en causa de ruina? Nada podemos asegurar, pues sólo Dios lo
sabe. Por lo pronto, nada hay mejor que establecerse en una
santa indiferencia y entregarnos al beneplácito divino, sea cual
fuere. Es la condición necesaria, para mantenernos siempre
dispuestos a recibir con amor y confianza lo que la
Providencia tuviera a bien enviarnos, la plenitud de las
fuerzas, la debilidad, la enfermedad o los achaques.

Sin embargo, el abandono no quita sino la preocupación;
no dispensa en manera alguna de las leyes de la prudencia, ni
siquiera excluye un deseo moderado. Nuestra salud puede ser
más o menos necesaria a los que nos rodean, de ella
necesitamos para desempeñar nuestras obligaciones. «No es,
pues, pecado sino virtud -dice San Alfonso tener de la misma
un cuidado razonable, encaminado al mejor servicio de Dios.»

Aquí se han de temer dos escollos: las muchas y las pocas
precauciones. No tenemos derecho a comprometer inútilmente
nuestra salud por excesos o culpables imprudencias. Mas, por
el contrario, añade San Alfonso, «habrá pecado en cuidar de
ella en demasía, visto sobre todo que bajo la influencia del
amor propio se pasa fácilmente de lo necesario a lo
superfluo». Este segundo escollo es mucho más de temer que
el primero, por lo que San Bernardo se muestra enérgico
contra los sobrado celosos discípulos de Epicuro e Hipócrates: Epicuro no piensa sino en la voluptuosidad; Hipócrates, en la
salud; mi Maestro me predica el desprecio de la una y de la
otra y me enseña a perder, si es necesario, la vida del cuerpo
para salvar la del alma, y con esta palabra condena la
prudencia de la carne que se deja llevar hacia la
voluptuosidad, o que busca la salud más de lo necesario.

Santa Teresa compadece amablemente a las personas
preocupadas con exceso de su salud, que pudiendo asistir al
coro sin peligro de ponerse más enfermas, dejan de hacerlo
«un día porque les duele la cabeza, otro porque les dolió, y
dos o tres días más por temor de que les duela». La santa
misma no evitó siempre este escollo, según lo declara en su
Vida: «Que no nos matarán estos negros cuerpos que tan
concertadamente se quieren llevar para desconcertar el alma;
y el demonio ayuda mucho a hacerlos inhábiles. Cuando ve un
poco de temor no quiere él más para hacernos entender que
todo nos ha de matar y quitar la salud; hasta en tener lágrimas
nos hace temer de cegar. He pasado por esto y por eso lo sé;
y yo no sé qué mejor vista o salud podemos desear que
perderla por tal causa. Como soy tan enferma, hasta que me
determiné en no hacer caso del cuerpo ni de la salud, siempre
estuve atada sin valer nada; y ahora tengo bien poco. Mas
como quiso que entendiese este ardid del demonio, y como
me ponía delante el perder la salud, decía yo: "poco va en que
me muera... ¡Sí! ¡El descanso! ... No he menester descanso,
sino cruz". Ansí otras cosas. Vi claro que en muy muchas,
aunque yo de hecho soy harto enferma, que era tentación del
demonio o flojedad mía, que después que no estoy tan mirada
y regalada tengo mucha más salud».

Bien persuadidos de que la santidad es el fin y la salud un
medio accesorio, opongamos a todos los artificios del enemigo
la valiente respuesta de Gemma Galgani: «Primero el alma,
después el cuerpo»; y no olvidemos este importante aviso de
San Alfonso: «Temed que, tomando muy a pecho el cuidado
de vuestra salud corporal, pongáis en peligro la salud de
vuestra alma, o por lo menos la obra de vuestra santificación.
Pensad que si los santos hubieran como vos cuidado tanto de
su salud, jamás se hubieran santificado.»

Cuando la enfermedad, la debilidad, los achaques nos visiten, ¿nos será permitido exhalar quejas resignadas,
formular deseos moderados y presentar súplicas sumisas?
Seguramente que sí.
San Francisco de Sales consiente a su querido Teótimo
repetir todas las lamentaciones de Job y de Jeremías, con tal
que lo más alto del espíritu se conforme con el divino
beneplácito. Sin embargo, se burla finamente de los que no
cesan de quejarse, que no hallan suficientes personas a
quienes referir por menudo sus dolores, cuyo mal es siempre
incomparable, mientras que el de los otros no es nada. Jamás
se le vio hacer personalmente el quejumbroso: decía
sencillamente su mal sin abultarlo con excesivos lamentos, sin
disminuirlo con engaños. Lo primero le parecía cobardía; lo
segundo, doblez.

«No os prohíbo -dice San Alfonso descubrir vuestros
sufrimientos cuando son graves. Mas poneros a gemir por un
pequeño mal y querer que todos vengan a lamentarse a
vuestro alrededor, lo tengo por debilidad... Cuando los males
nos afligen con vehemencia, no es falta pedir a Dios nos libre
de ellos. Más perfecto es no quejarse de los dolores que se
tienen, y lo mejor es no pedir ni la salud ni la enfermedad, sino
abandonarnos a la voluntad de Dios, a fin de que El disponga
de nosotros como le plazca. Si con todo necesitamos solicitar
nuestra curación, sea por lo menos con resignación y bajo la
condición de que la salud del cuerpo convenga a la del alma;
de otra suerte, nuestra oración sería defectuosa y sin efectos,
ya que el Señor no escucha las oraciones que no se hagan
con resignación.»

«Paréceme -dice Santa Teresa- que es una grandísima
imperfección quejarse sin cesar de pequeños males. No hablo
de los males de importancia, como una fiebre violenta, por
más que deseo que se soporten con paciencia y moderación,
sino que me refiero a esas ligeras indisposiciones que se
pueden sufrir sin dar molestias a nadie. En cuanto a los
grandes males por sí mismos se compadecen y no pueden
ocultarse por mucho tiempo. Sin embargo, cuando se trate de
verdaderas enfermedades, deben declararse y sufrir que se
nos asista con lo que fuere necesario»

En una palabra, los doctores y los santos admiten quejas moderadas y oraciones sumisas; tan sólo condenan el exceso
y la falta de sumisión. Mas prefieren inclinarse, como San
Francisco de Sales, «hacia donde hay señales más ciertas del
divino beneplácito», y decir con San Alfonso: «Señor, no
deseo ni curar, ni estar enfermo; quiero únicamente lo que Vos
queréis». San Francisco de Sales permite a sus hijas pedir la
curación a Nuestro Señor como a quien nos la puede
conceder, pero con esta condición: si tal es su voluntad. Mas
personalmente, jamás oraba para ser librado de la
enfermedad; era demasiada gracia para él, decía; sufrir en su
cuerpo a fin de que, como no hacía mucha penitencia
voluntaria, siquiera hiciese alguna necesaria. Léese asimismo
en el oficio de San Camilo de Lelis, que teniendo cinco
enfermedades largas y penosas, las llamaba «las
misericordias del Señor», y se guardó muy bien de pedir el ser
librado de ellas.

Lejos de nosotros el pensamiento de condenar al que
ruega para obtener la curación o alivio de sus males, con tal
de que lo haga con sumisión. Nuestro Señor ha curado a los
enfermos que se apiñaban en torno suyo; y con frecuencia
recompensa con milagros a los que afluyen a Lourdes. A no
dudarlo, hay en ello una magnífica demostración de fe y
confianza gloriosa en Dios, impresionante para el pueblo
cristiano. Mas he aquí otro enfermo despegado de sí mismo,
tan unido a la voluntad divina y tan dispuesto a todo cuanto
Dios quiera enviarle, que se limita a manifestar a su Padre
celestial su rendimiento y su confianza, y sea cual fuere la
voluntad divina, la abraza con magnanimidad y se contenta
con cumplir santamente con su deber. Este enfermo generoso,
¿no muestra tanto como los otros, y aún más, su fe, confianza,
amor, sumisión y humilde abnegación? Cada cual puede
pensar y tener sus preferencias y seguir su atractivo, pero en
cuanto a nosotros, ninguna opinión nos agrada tanto como la
de San Francisco de Sales y de San Alfonso.

«Cuando se os ofrezca algún mal -decía el piadoso Obispo
de Ginebra-, oponedle los remedios que fueren posibles y
según Dios (que los religiosos que viven bajo un Superior
reciban el tratamiento que se les ofreciere, con sencillez y
sumisión): pues obrar de otra manera seria tentar a la divina Majestad. Pero también, hecho esto, esperad con entera
resignación el efecto que Dios quiera otorgar. Si es de su
agrado que los remedios venzan al mal, se lo agradeceréis
con humildad, y si le place que el mal supere a los remedios,
bendecidle con paciencia. Porque es preciso aceptar no
solamente el estar enfermos, sino también el estar de la clase
de enfermedad que Dios quiera, no haciendo elección o
repulsa alguna de cualquier mal o aflicción que sea, por
abyecta o deshonrosa que nos pueda parecer; por el mal y la
aflicción sin abyección, con frecuencia hinchan el corazón en
vez de humillarle. Mas cuando se padece un mal sin honor, o
el deshonor mismo, el envilecimiento y la abyección son
nuestro mal, ¡qué ocasiones de ejercitar la paciencia, la
humildad, la modestia y la dulzura de espíritu y de corazón! »

Santa Teresa del Niño Jesús «tenía por principio, que es
preciso agotar todas las fuerzas antes de quejarse. ¡Cuántas
veces se dirigía a maitines con vértigos o violentos dolores de
cabeza! Aún puedo andar, se decía, por tanto debo cumplir mi
deber, y merced a esta energía, realizaba sencillamente actos
heroicos». Conviene dar a conocer a los Superiores nuestras
enfermedades, pero inspirándonos en tan hermosa
generosidad, continuaremos llenando fielmente en la
enfermedad las obligaciones que tan sólo piden una buena
voluntad, y en la medida que fuere posible, las que exigen la
salud. Y a fin de santificar nuestros males seguiremos este
prudente aviso de San Francisco de Sales: «Obedeced, tomad
las medicinas, alimentos y otros remedios por amor de Dios,
acordándonos de la hiel que El tomó por nuestro amor.

Desead curar para servirle, no rehuséis estar enfermo para
obedecerle, disponeos a morir, si así le place, para alabarle y
gozar de El. Mirad con frecuencia con vuestra vista interior a
Jesucristo crucificado, desnudo y, en fin, abrumado de
disgustos, de tristezas y de trabajos, y considerad que todos
nuestros sufrimientos, ni en calidad ni en cantidad, son en
modo alguno comparables a los suyos, y que jamás vos
podréis sufrir cosa alguna por El, al precio que El ha sufrido
por vos.»

Así hacía la venerable María Magdalena Postel. Un asma
violenta, durante treinta años por lo menos, habíase unido a ella cual compañera inseparable, y ella la había acogido como
a un amigo y a un bienhechor. Estaba a veces pálida, tan
sofocada que parecía a punto de expirar. « Gracias, Dios mío
-decía entonces-, que se haga vuestra voluntad. ¡Más, Señor,
más! » Un día que se le compadecía, exclamó: « ¡Oh!, no es
nada. Mucho más ha sufrido el Salvador por nosotros.»
Comenzó después a cantar como si fuera una joven de quince
anos: «¿Cuándo te veré, oh bella patria?»


martes, 5 de julio de 2022

SANTO TOMAS MORO MARTIR DE CRISTO

 





En 1535, bajo los golpes de la justicia inglesa, moría Tomás Moro, el que había sido miembro del Parlamento inglés, subgobernador de Londres, consejero del rey, canciller de Inglaterra, hidalgo, célebre escritor de su época, autor de la inmortal obra “Utopía” y gran amigo de Erasmo, el famoso humanista del siglo XVI.

Condenado a muerte, la sentencia del tribunal determinaba que le abriesen el vientre y le arrancasen las entrañas. Pero la “clemencia” de Henrique VIII transformó la pena en decapitación. El 6 de julio fue ejecutado, la cabeza rodó por tierra, estaba todo consumado. Pagaba así el “crimen” de ser católico.

Su vida fue siempre una brillante ascensión, en la que la gloria y el poder corrían a su encuentro, aunque los despreciase, volviendo sus ojos para otra felicidad, que la inconstancia de la política y la tiranía del rey no le podrían robar.

Aún joven, su alma noble se dejó atraer por el encanto místico de un monasterio benedictino, donde quiso comprometerse como soldado en la milicia sagrada del sacerdocio. Pero la Providencia lo impelió a otros rumbos y, se vio obligado a reducir el tiempo consagrado al estudio de la Teología, su materia predilecta, así como la Filosofía, a causa de la voluntad paterna, que le forzó a relegar a un segundo lugar estos estudios, para imponerle que emplease lo mejor de su tiempo a formarse en Derecho. Dócil, Tomás obedeció. Adquirió en la famosa Universidad de Oxford conocimientos jurídicos eminentes y se abrió ante sí las puertas de la política y del Parlamento. En la rápida ascensión que le guio a los más altos cargos del Gobierno, cualquier observador superficial podría imaginarse que en el jurista y el político habrían muerto definitivamente el filósofo y el teólogo, y que nada perduraría del estudiante idealista de otros tiempos. Pero fue lo contrario lo que ocurrió. Hombre la gran inteligencia, pudo adquirir a la par una ciencia jurídica notable y una profunda cultura filosófica. Sus obras le colocaron en la primera línea de los escritores europeos de su tiempo, valiéndole la admiración de reyes y príncipes. El político no mató en él al filósofo ni al teólogo, sino el filósofo y el teólogo gobernaron al político, iluminándole el camino, dictándole los horizontes y dirigiendo la acción.

Es justamente en ese momento que Enrique VIII le coge en lo más brillante de su carrera para imponerle un trágico dilema: la fe o la muerte, si no adhiere a la herejía protestante incurre en las iras del rey. Es el momento crucial de su existencia. Por una parte, la vida le sonríe, por otra la conciencia le señala el camino del deber. No duda. Entrega su dimisión y se retira a la vida privada.

Fue ahí cuando las iras reales le fulminaron. Conducido a prisión, fue sometido a diversos interrogatorios, en los cuales el soldado de los derechos del Papado mostró una energía, una grandeza de alma, un desprendimiento digno de los mártires de las primeras eras cristianas. Encarcelado en la Torre de Londres durante un año, enfermo, privado de los sacramentos, todo conspiraba contra su perseverancia, incluso los ruegos de esposa e hija. La familia se vio reducida a tal miseria que tuvo que vender los trajes de la corte para que él no muriese de hambre en la prisión. Finalmente, le quitaron los libros de piedad. Cerró, entonces, las ventanas de su cárcel, y se mantuvo en la oscuridad a meditar sobre la muerte, hasta que llegó el día en que debería beber la última gota del cáliz.

Caminó hacia el martirio con la naturalidad de quien cumple un deber y ni ahí le abandonó la cordura de espíritu que tan armónicamente se aliaba a su invencible energía. Lo mostró en un lance extremo de indefectible humor inglés. Como la escalera del cadalso estaba poco firme pidió al verdugo que le ayudase a subir. Añadió jocosamente, “para bajar ya me las arreglaré sólo”. Después de abrazar al verdugo, se arrodilló, oró y entregó su gran alma a Dios.




JACULATORIAS CON INDULGENCIAS PARA ACORTAR NUESTRO PURGATORIO

 


No sólo prepares terrenos, casas y como cuidar tus cuentas bancarias, porque poco durarán y cualquier ladrón os las puede robar.

Prepara mejor tu eternidad porque nunca la podrás evitar.


1ª Jesús manso y humilde de Corazón, haz mi corazón semejante al tuyo.

300 días de inguldecia cada vez. San Pío X, 1905.


2.ª ¡Oh dulcísimo Jesús! no seas mi Juez, sino mi Salvador.

50 días de indugencia cada vez, Pío IX, 1853.


3.ª Jesús, María y José, que mi alma expire con vosotros en paz.

100 días de indugencia, Pío VII.


4.ª Corazón de mi amable Salvador, haz que crezca y arda siempre en mi tu amor.

300 días de indulgencia cada vez, Pío IX, 1876


5.ª Dulce corazón de mi Jesús, haz que te ame siempre más y más.

300 días de indulgencia.


6.ª Invocando los nombres: “Jesús, María y José”

7 años de indulgencia y otras tantas cuaretenas cada vez y plenaria al mes. San Pío X, 1906


7.ª Señor, consérvanos la fe.

100 días de indulgencia cada vez, San Pío X, 20 de marzo de 1908.


8.ª Señor Dios mío, ya desde ahora acepto de buena voluntad como venido de tu mano, cualquier género de muerte que te plazca enviarme, con todas sus angustias, penas y dolores.

Indulgencia plenaria en la hora de la muerte confesando y comulgando cualquier día. San Pío X, 1904.


9.ª Sagrado Corazón de Jesús, venga a nosotros tu Reino.

300 días de indulgencia cada vez, San Pío X, 1906.


10.ª Corazón Eucarístico de Jesús, dulce compañero de nuestro destierro.

200 días de indulgencia cada vez, León XIII, 1899.


11.ª Dulce Corazón de Jesús, sed mi amor

300 días de indulgencia; plenaria al mes.


12.ª Dulce Corazón de María, sed mi salvación.

300 días de indulgencia cada vez; plenaria al mes, Pío IX, 1852.


13.ª Sagrado Corazón de Jesús, en Tí confío.

300 días de indulgencia cada vez; plenaria al mes, San Pío X, 1906.


14.ª María, esperanza nuestra, ten piedad de nosotros.

300 días de indulgencia, San Pío X, 1906


15.ª Todo por Ti, Corazón Sacratísimo de Jesús.

300 días de indulgencia cada vez; además plenaria los doce sábados que preceden a la fiesta de la Inmaculada Concepción.


16.ª Sagrado Corazón de Jesús, convierte a los pecadores, salva a los moribundos y libra a las benditas almas del Purgatorio.

300 días de indulgencia cada vez, Pío X, 1906.


17.ª Corazón agonizante de Jesús, ten misericordia de los moribundos.

100 días de indulgencia cada vez; plenaria al mes, Pío IX, 1850.


18.ª Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía.

100 días de indulgencia cada vez, Pío VII, 1807


19.ª Repite con frencuencia: “Jesús, Maestro adorable”.

200  días de indulgencia cada vez, León XIII, 1899


20.ª Nuestra Señora del Santísimo Sacramento, ruega por nosotros.

300 días de indulgencia, San Pío X, 1905.

lunes, 4 de julio de 2022

Más de 75 deportistas «repentinamente» fallecidos en 5 meses

 


Desde mediados de 2021 se produjo un número llamativamente elevado de muertes «súbitas e inesperadas» en el deporte. En plena actividad ya estén cayendo hasta niños de 13 años con problemas de corazón.

Ya sumán más de 75 los deportistas «repentinamente» fallecidos en los últimos 5 meses. Desde mediados de 2021 se produjo un número llamativamente elevado de muertes «súbitas e inesperadas» en el deporte. En plena actividad están cayendo hasta niños de 13 años.

La pregunta es, por tanto, difícil de responder sin estadísticas oficiales y completas: ¿Realmente mueren más personas de forma «repentina e inesperada» en el deporte, sobre todo cuando afecta a profesionales y deportistas de alto nivel? ¿Y se debe a la vacunación, como sospechan muchas mentes críticas?

Lista de deportistas «repentinamente» fallecidos en los últimos 5 meses

Hemos recopilado una lista de los casos conocidos en los últimos meses. Lo más probable es que esté incompleto. Incluye muchos muertos, y algunos que desarrollaron graves problemas cardíacos pero que afortunadamente sobrevivieron. Llamativo: el más joven de la lista sólo tenía 13 años. Muchas entradas se refieren a personas menores de 20 años. Puede ser que todas estas personas hayan caído muertas o gravemente enfermas en el campo de juego por razones «normales». ¿Por qué las autoridades no se interesan por esto, por qué siempre se encuentran excusas en lugar de exámenes estrictos, autopsias precisas?

Esta es la lista de los horrores, empezando por junio de 2021 -cuando las campañas de vacunación estaban en pleno apogeo y todos los que confiaban ciegamente en el sistema ya habían recibido su segunda vacuna. No afirmamos que todas estas personas hayan enfermado y muerto a causa de la vacunación, ni que exista una relación probada en el caso de la vacunación.

La fecha indicada corresponde en la mayoría de los casos al día del informe y no tiene por qué coincidir con la fecha del suceso.

  • 4.6.21, Italia, 29 años. Giuseppe Perrino, exprofesional de 29 años, se desploma y muere en un partido benéfico por su hermano fallecido.
  • 7.6.21, Alemania 38 años. El jugador profesional de tenis de mesa Michael Schneider muere repentina e inesperadamente.
  • 12.6.21, Dinamarca, 29 años. El futbolista Christian Eriksen se desploma sin vida durante un partido de la Eurocopa: puede ser reanimado, pero necesita un marcapasos para el resto de su vida.
  • 22.6.21, Hungría, 18 años. El futbolista Viktor Marcell Hegedüs murió mientras calentaba para el entrenamiento en Hungría.
  • 14.07.21, Países Bajos, 31 años. El campeón olímpico de patinaje de velocidad Kjelt Nuis está gravemente enfermo después de la vacunación, hospitalizado con problemas cardíacos.
  • 16.07.21, Egipto. El futbolista Imad Bayumi murió durante un partido amistoso en Egipto.
  • 22.07.21, Alemania, 36 años. El 22 de julio se enfrentaron el SV Olympia Schlanstedt y el Germania de Kroppenstedt. Durante el partido, el jugador del Schlanstedt, Nicky Dalibor, se desplomó y tuvo que ser reanimado en el campo.
  • 23.07.21, Alemania, 27 años. Tim B., del SV Hamberge (Schleswig-Holstein), sufre un colapso y muere al regresar de un torneo de fútbol.
  • 24.07.21, Alemania. Un jugador del TuS Hoberge-Uerentrup (Bielefeld) se desploma sobre el terreno de juego con una parada cardíaca.
  • 31.07.21, Países Bajos, 19 años. La jugadora de balonmano Whitnée Abriska, de 19 años, murió de un paro cardíaco justo antes de un vuelo.
  • 02.08.21, Bélgica, 18 años. Rune Coghe, del Eendracht Hoglede (Bélgica), sufre un infarto durante el partido
  • 02.08.21, Austria, 18 años. Crónica: Un jugador anónimo de 18 años en Burgenland (Austria) se desploma en el campo y se salva gracias a la intervención del helicóptero.
  • 06.08.21, Alemania. El jugador de la liga de distrito de SpVgg. Oelde II tiene que ser resucitado por su oponente.
  • 14.08.21, Bélgica, 37 años. El ex futbolista profesional francés Franck Berrier murió de varios infartos mientras jugaba al tenis.
  • 15.08.21 Alemania. El entrenador de porteros del SV Niederpöring sufre un infarto después del entrenamiento.
  • 16.08.21 Francia 24 años. El profesional del Burdeos Samuel Kalu sufre una parada cardíaca durante un partido de la Ligue 1.
  • 18.08.21 Bélgica 25 años. El futbolista belga Jente Van Genechten (25 años) sufre una parada cardíaca en los primeros compases de un partido de copa.
  • 21.08.21, Turquía, 31 años. Fabrice N’Sakala (31), del Besiktas de Estambul, se desploma sobre el terreno de juego sin que intervenga el rival y tiene que ser trasladado al hospital
  • 22.08.21, Italia, 29 años. Pedro Obiang, del Sassuolo Calcio, club de la primera división italiana, hospitalizado por una miocarditis tras vacunarse con Covid.
  • 22.08.21, Venezuela, 30 años. La campeona nacional venezolana de maratón, Alexaida Guedez, muere de un infarto durante una carrera de 5.000 metros.
  • 24.08.21, Luxemburgo, 29 años. José dos Reis, jugador del Red Black Pfaffenthal (Luxemburgo) se desmaya en el campo y tiene que ser reanimado.
  • 29.08.21, Alemania. En la C-Liga de Dillenburg (Hesse Central), un jugador de Hirzenhain se desmaya y el partido se suspende.
  • 05.09.21, Francia, 16 años. Diego Ferchaud, del ASPTT Caen, sufre una parada cardíaca en un partido de la liga sub-18 en Saint-Lô.
  • 06.09.21, Austria. Un jugador del ASV Baden (Baja Austria) se desploma sobre el terreno de juego y tiene que ser reanimado.
  • 06.09.21, Italia, 16 años. Un futbolista anónimo de 16 años sufre una parada cardíaca en Bérgamo
  • 06.09.21, Bélgica, 27 años. El futbolista amateur belga Jens De Smet, de Maldegem, sufre un infarto durante un partido y fallece en el hospital.
  • 06.09.21, Italia, 13 años. Un jugador de fútbol del club Janus Nova de Saccolongo (Italia) se desploma en el campo con una parada cardíaca
  • 07.09.21,Gran Bretaña, 17 años. El futbolista Dylan Rich muere de un doble ataque al corazón durante un partido en Inglaterra.
  • 09.09.21, Alemania. El jugador del Birati Club Münster sufre el destino de Eriksen en un partido de la Kreisliga contra el FC Nordkirchen II: colapso con paro cardíaco. Se abandona el partido
  • 10.09.21, Alemania, 24 años. Lucas Surek, del BFC Chemie Leipzig, es diagnosticado de miocarditis.
  • 10.09.21, Alemania, 24 años. Lucas Surek (24 años), del BFC Chemie Leipzig, sufre una miocarditis.
  • 11.09.21, Francia, 49 años. Ain/Francia: Frédéric Lartillot sucumbe a un ataque al corazón en el vestuario tras un partido amistoso.
  • 11.09.21, Italia, 45 años. Andrea Astolfi, director deportivo del Calcio Orsago (Italia), sufre un infarto fulminante tras regresar de un entrenamiento y ve
  • 11.09.21, Dinamarca, 22 años. Abou Ali sufre una parada cardíaca durante un partido de liga en Dinamarca
  • 11.09.21, Países Bajos, 19 años. El jugador de hockey sobre hielo Sebastiaan Bos murió de forma repentina e inesperada.
  • 12.09.21, Austria, 40 años. Un corredor de media maratón se desplomó durante la carrera y murió poco después.
  • 13.09.21, Alemania. Anil Usta, del VfB Schwelm (Ennepetal), se desploma sobre el terreno de juego con problemas cardíacos.
  • 13.09.21, Francia 33 años. Dimitri Liénard, del FC Estrasburgo, se desploma con problemas cardíacos en un partido de la Ligue 1.
  • 14.09.21, USA 37 años. El exprofesional de la NFL Parys Haralson muere repentina e inesperadamente a los 37 años.
  • 18.09.21, Alemania 25 años. Kingsley Coman (25), del FC Bayern München, es operado del corazón tras sufrir una arritmia cardíaca.
  • 18.09.21, Canadá 25 años. El jugador de fútbol universitario canadiense Francis Perron murió poco después de un partido.
  • 19.09.21, Francia 19 años. Un futbolista del FC Nantes de 19 años sufre una parada cardíaca en un entrenamiento.
  • 19.09.21, Alemania. El entrenador de voleibol Dirk Splisteser, del SG Traktor Divitz, se desploma muerto en la banda del partido
  • 21.09.21, Augsburgo. El árbitro asistente de un partido de la Kreisliga Augsburg en Emersacker, se desploma con problemas cardíacos
  • 21.09.21, Alemania. Durante el partido de clasificación para el Mundial de Fútbol Femenino entre Alemania y Serbia en Chemnitz, la juez de línea inglesa Helen Byrne tiene que ser sacada del campo con problemas cardíacos
  • 27.09.21, Alemania. Partido suspendido por paro cardíaco del árbitro en un partido jugado por Lauber SV (distrito de Donauwörth)
  • 27.09.21, Italia, 20 años. Un joven piloto sufre un ataque al corazón tras el final de un torneo.
  • 28.09.21, Alemania, 17 años. Un futbolista de 17 años del JSG Hoher Hagen tiene que ser reanimado durante un partido en Hannoversch Münden
  • 28.09.21, Italia, 53 años. El entrenador de fútbol Antonello Campus, se desploma muerto mientras entrenaba con su equipo juvenil en Sicilia
  • 28.09.21, USA, 16 años. Un adolescente vacunado dos veces se desmaya mientras juega al fútbol y muere poco después.
  • 29.09.21, Alemania. El director del equipo, Dietmar Gladow, de Thalheim (Bitterfeld), sufre un infarto mortal antes del partido
  • 29.09.21, ESTADOS UNIDOS. Un jugador de fútbol del instituto se desplomó durante el entrenamiento y murió en el hospital.
  • 30.09.21, Alemania. Un jugador se desmayó durante el partido de la Kreisliga A 2 entre el SV Hoßkirch y el TSV Sigmaringendorf. Sufrió una parada cardíaca y tuvo que ser reanimado.
  • 1.10.21, Alemania, 15 años. El portero juvenil Bruno Stein, del FC An der Fahner Höhe de Gräfentonna (Turingia), ha fallecido.
  • 3.10.21, Austria, 64 años. El ex entrenador de porteros y últimamente cazatalentos Ernst Scherr ha fallecido de forma repentina e inesperada.
  • 4.10.21, Alemania, 42 años. Alexander Siegfried, de VfBMoschendorf, falleció repentina e inesperadamente.
  • 7.10.21, Italia, 17 años. Un atleta de Colverde sufre una parada cardíaca durante un entrenamiento.
  • 8.10.21, Francia, 49 años. Un jugador del SC Massay sufre un infarto mortal durante un partido.
  • 9.10.21, México. El caddie Alberto Olguín se desploma muerto en el campo de golf tras sufrir un infarto. Se cree que es la segunda muerte de este tipo en poco tiempo.
  • 9.10.21, Inglaterra, 29 años. El delantero profesional del Shrewsbury Ryan Bowman tiene que abandonar el campo tras media hora de juego con problemas cardíacos extremos y ser tratado con un desfibrilador.
  • 10.10.21, Italia, 18 años. Un futbolista se desmaya repentinamente en el campo y es reanimado por sus compañeros.
  • 10.10.21, Francia, 40 años. Tras el calentamiento, un jugador del Saint James sufre un infarto.
  • 10.10.21, Italia, 59 años. Un corredor de fondo de Biella fallece de insuficiencia cardíaca durante una carrera.
  • 10.10.2021, Alemania. En el partido de la Westfalenliga femenina entre el Wacker Mecklenbeck y el Fortuna Freudenberg, una jugadora se desploma poco antes del final del partido sin que el rival intervenga.
  • 12.10.21 Alemania, 25 años. El portero del HC TuRa Bergkamen, Lukas Bommer, fallece de forma repentina e inesperada.
  • 13.10.21, México, 16 años. El colegial Héctor Manuel Mendoza muere de un infarto durante un entrenamiento.
  • 14.10.21, Brasil, 18 años. El joven futbolista profesional Fellipe de Jesus Moreira sufre un doble infarto y lucha por su vida.
  • 14.10.21, Italia, 27 años. El multicampeón de ciclismo Gianni Moscon tiene que ser operado debido a una grave arritmia cardíaca.
  • 14.10.21, Italia, 53 años. Un futbolista de AH sufre un infarto durante el entrenamiento.
  • 15.10.21, USA, 14 años. La jugadora de fútbol de 14 años Ava Azzopardi se desplomó en el campo y ahora lucha por su vida en un coma inducido.
  • 16.10.21, Francia, 54 años. El jugador de AH Christophe Ramassamy murió de un ataque al corazón durante un partido.
  • 17.10.21, Francia, 41 años. Un jugador de fútbol se desplomó en el campo y murió, aparentemente debido a un paro cardíaco.
  • 27.10.21, Austria, 26 años. El ghanés Raphael Dwamena se desplomó con graves problemas cardíacos. Ya llevaba un desfibrilador antes del incidente.
  • 28.10.21, Alemania, 48 años. El co-entrenador del Hertha BSC, Selim Levent, fallece repentina e inesperadamente mientras estaba de vacaciones.
  • 28.10.21, USA, 12 años. Jayson Kidd, de 12 años, se desplomó durante un entrenamiento de baloncesto y murió posteriormente.
  • 30.10.21, España, 33 años. El delantero estrella del FC Barcelona, Kun Agüero, tuvo que ser sustituido en un partido por problemas cardíacos. Ahora está en el hospital para hacerse pruebas.Fuente: Report 24