Meditación
Por el P. Alonso de Andrade
De cómo Cristo se despidió de Su Santísima Madre, para ir a padecer muerte y pasión.
San Buenaventura en las meditaciones de la vida de Cristo llegando a su sagrada Pasión comienza por esta.
Punto I.- Considera la obediencia que
mostró Cristo en esta acción a su eterno Padre dejando madre, parientes
y discípulos para ir a ejecutar su mandado, y el respeto que tuvo a Su
Santísima madre, tomando primero su bendición para ir a padecer y morir
por el género humano, en que debes aprender a dejar padres, hermanos,
parientes y amigos por obedecer a Dios cuando fuere necesario para
ejecutar su mandato, y juntamente el respeto que debes guardar a los
padres naturales, no haciendo cosa alguna si tomar su bendición. Pide a
Cristo que te dé gracia para seguir sus pisadas e imitar su ejemplo,
para que sepas agradarle en todo, cumpliendo con tu obligación.
Punto II.- Considera que, como dice
San Buenaventura, estando Cristo el miércoles antes de su Pasión en
Betania, en casa de Santa María Magdalena y Santa Marta con su Santísima
madre, se retiró con ella y sentados a solas, le dijo con tan pocas
cuanto sentidas palabras, cómo se había llegado ya el tiempo de su
muerte y pasión, lo cual pasaría en breve; que tuviese paciencia y le
diese su bendición y licencia para ir a padecer y obedecer a su Eterno
Padre que así lo había ordenado, y que se consolase porque dentro de
pocos días le volvería a visitar resucitado y glorioso. Contempla el
cuchillo de dolor que atravesaría el corazón de la madre, oyendo tales
palabras de su Santísimo Hijo, y cómo ofrecería al Eterno Padre con
prontísima obediencia aquel sacrificio, rindiéndose a su eterna y divina
voluntad. Enmudecería la lengua y hablarían los ojos con tiernas
lágrimas nacidas de su dolorido corazón. No las dejes caer en tierra
sino recógelas en el tuyo y mira a los dos amantes llorando lágrimas
vivas por tu amor, hablándose los corazones y conformándose íntimamente
con la voluntad de Dios. Compadécete de su dolor y aprende a conformarte
en tus acaecimientos con la voluntad de Dios, y ofrécete al Hijo
benditísimo y a la Santísima Virgen a padecer por Él.
Punto III.- Considera lo que dice San
Buenaventura, que estando Cristo con su Santísima madre, entró Santa
María Magdalena y le rogó que se quedase en su casa a celebrar con sus
discípulos aquella Pascua; y que el Salvador le respondió que no podía
dejar de subir a Jerusalén a celebrarla, y entonces dijo la Santa a
nuestra Señora que fuesen todos a acompañarle y a celebrarla en su
compañía, y que lo hicieron así como lo dijo. Contempla el amor tan fino
de esta sierva del Señor que nunca le permitió apartarse de su
compañía; mira el afecto con que le ofreció su casa, y ofrécele tú la
tuya y tu corazón y tu alma para morar en ella, y ruégale con toda la
instancia posible que no te deje por indigno y que reciba tu oferta y
entre en tu pobre casa.
Punto IV.- Considera cómo declaró a
Santa María Magdalena el secreto de su Pasión y cómo se despediría de
ella y de su hermana Marta y de las otras santas mujeres que le seguían,
y se las encomendaría a su madre, y a ellas también que consolasen y
asistiesen a la Virgen a quien dejaría juntamente el cuidado de su
iglesia. Y Cristo se despediría de ellas dándoles su santa bendición.
No dejes ir a Cristo sin que te bendiga a ti también.