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jueves, 3 de noviembre de 2016

CONSEJOS DE UN SANTO HERMITAÑO: MEDITAR SOBRE LAS CUENTAS QUE HEMOS DE RENDIR A DIOS




Se cuenta que en Alemania un ermitaño cuya santidad y obras desprendían un gran resplandor; curaba a los enfermos, devolvía la vista a los ciegos y atraía al lugar que habitaba a las gentes de los alrededores. El emperador Otón quiso ir a visitarlo; embelesado por las sabias palabras que emanaban de los labios del santo, no puso ningún límite a su admiración: “Padre mío, le dijo, pedidme lo que os plazca, yo os lo daré aunque sea la mitad de mi reino”. El santo, adoptando entonces un aire solemne, se descubrió majestuosamente la cabeza, coronada por una diadema de nobleza y virtudes; puso su mano sobre el pecho del emperador y, en tono solemne, le dijo: “Príncipe, no sabría qué hacer con vuestra corona y con vuestros tesoros; pero os pido una gracia y es que en medio de la pompas y la fascinación de vuestro inmenso poder y de vuestra grandeza, os retiréis todos los días unos instantes a la soledad secreta de vuestro corazón, para considerar la cuenta que debéis rendir un día a Dios; pues como dice el Papa San Clemente: Quisquis peccare poterit, semper ante oculos suos Dei judicium ponat, quod in fine mundi certum est agitandum [todo el que puede pecar, que siempre tenga ante sus ojos el juicio de Dios, que con seguridad se realizará al fin del mundo].
Hagamos lo mismo, digamos con el salmista: me puse a considerar los días antiguos y a meditar en los años eternos. Ps 76,6
Juzguémonos nosotros mismos con severidad y no seremos juzgados. Vivamos todos los días de nuestra vida con el Señor Jesús y entonces nos veremos libres de todo miedo, pues no hay condenación para los que viven con el Señor Jesús: Nihil ergo damnationis iis qui sunt in Christo [porque ninguna condena pesa ya sobre los que están en Cristo] Rm 8,1
EL FIN DEL MUNDO
Y los Misterios de la Vida Futura
Charles Arminjon