Continuación sobre Los Errores del Concilio Vaticano II
Errores sobre la política y las relaciones entre la Iglesia y el Estado
Errores sobre la política y las relaciones entre la Iglesia y el Estado
El “perfeccionamiento” propugnado por el Concilio concierne a los valores únicamente humanos, pero no a los cristianos, (…) basándose en la “libertad y en la responsabilidad de cada uno”, en favor de la democracia; y afirma que la comunidad política y la autoridad pública se fundan en la naturaleza humana, y, por lo mismo, pertenecen al orden previsto por Dios (Es decir, invierten el argumento: se pone al hombre por delante de Dios). En cambio, San Pablo enseña que toda autoridad viene de Dios, (en orden a la salvación de los hombres). El Concilio no precisa, qué significa “procurar el bien común, concebido dinámicamente”.
Un tipo ideal de individuo (según el Concilio) es: “Un tipo de hombre culto, pacífico y benévolo respecto de los demás, para provecho de toda la familia humana”.
(En otras palabras) corresponde al retrato del “masón perfecto”. La Gran Logia de las Siete Provincias Unidas de los Países Bajos: “El masón es un súbdito pacífico de los poderes civiles donde quiera que reside o trabaja, y no debe nunca inmiscuirse en complots o conspiraciones contrarias a la paz pública o al bien de la nación, ni desobedecer a sus superiores”.
La Gandium et Spes, en su artículo 43, invita a los cristianos a actuar como “ciudadanos del mundo”. Los modernistas conciliares establecen que la “misión de la Iglesia “es fomentar y elevar todo cuanto de verdadero, de bueno y de bello hay en la comunidad humana”. (NO ES YA LA SALVACIÓN ETERNA).
La independencia y separación de la “comunidad política” respecto de la Iglesia es una falsa doctrina que fue condenada por Pío IX y Pío X. Los textos de Pío XII, Pío XI y León XIII que se citan por la Dignitatis Humanae, están indebidamente aplicados. La Gaudium et Spes, habla de “buscar la verdad y resolver con acierto los numerosos problemas morales que se presentan al individuo y a la sociedad”. No se precisa ¿de qué verdad se trata? También hablan de investigar la verdad en “unión con los otros hombres”, incluyendo a los no católicos y no cristianos, de “buena voluntad”, fieles a la conciencia moral. (¿Hemos de “resolver los problemas morales” con protestantes y ortodoxos, relativos a la poligamia, concubinato, el repudio de cónyuges, matrimonio temporal, etc.?) ¡Ya no en la verdad revelada, ni en la ayuda de la gracia! Tampoco cuenta el magisterio infalible de XIX siglos.
Los conceptos conciliares (modernistas) de: “libre ejercicio de la religión”; “siempre que quede a salvo el justo orden público” (terminología vaga) para no hacer “injuria a la persona humana y al orden que Dios ha establecido para los hombres”; y “que no se prohíba a las comunidades religiosas manifestar libremente el valor peculiar de su doctrina para la ordenación de la sociedad y para la vitalización de toda actividad humana” (se refiere a las comunidades católicas al igual que las demás religiones. Sostienen la tesis de que todas las religiones gozan del mismo derecho, contrariando así la proposición 78 del Sillabus). Una cosa sería tolerar el error de las falsas religiones; y otra muy distinta reconocerles idéntica libertad de manifestarse.
Al proceder así, el Vaticano II incurre en un grave error doctrinal, condenado siempre por los Papas, puesto que niega la naturaleza superior de la Iglesia, que es la de ser una societas perfecta, y su necesario primado sobre las demás societates.