La
Fiesta de la Pureza
Bien podría llamarse así a la fiesta de la Inmaculada
Concepción de María, la flor de los cielos que por los cuidados exquisitos de
Jesús, se ha aclimatado en nuestra árida tierra. Mirar hacia abajo y medir la
distancia que separa a un alma de la tierra, o mirar hacia arriba y vislumbrar
su aproximación a Dios, eso es la pureza: alejamiento de lo terreno y
participación de lo divino.
¡La Inmaculada gozo
de la familia franciscana! El año de 1645 toda la Orden de los Frailes Menores
tomó por Patrona a la Virgen María Madre de Dios, en cuanto la confesamos y
celebramos inmune de la culpa original en su misma concepción.
La fiesta de la Inmaculada Concepción y de la Natividad del
Señor están entre sí íntimamente enlazadas, la primera es la fiesta de la
pureza, la segunda es la fiesta de la fecundidad de la pureza. Dios hizo tan pura a la Santísima Virgen para
que fuera su Madre, y fue Madre de Dios por ser tan pura.
La conducta de Dios
y la conducta de la Virgen bendita nos predican horror al pecado, estima de la
gracia y deseo de una santidad más perfecta. ¡Cómo contrasta en esto nuestra
conducta con las suyas! La Santísima Virgen no ha tenido parte en nuestra
degradación moral; todas sus intenciones
se dirigen al bien… y, no obstante, tomó todas las precauciones que nuestra
fragilidad nos hace necesarias: huida del mundo, vigilancia sobre sí misma, austera penitencia, trabajo continuo,
oración ferviente… está llena de gracia desde el momento de su concepción y
lejos de descansar en la abundancia de los dones que ha recibido, se dispuso
continuamente a hacerse acreedora a otros nuevos acrecentando sin cesar el
tesoro de sus merecimientos.
¿Y nosotros? Con
demasiada frecuencia nuestras imprudencias nos exponen a perder la gracia,
nuestras flojedades impiden aumentar en nosotros sus riquezas. Con la
vigilancia que tuvo nuestra Madre del Cielo las gracias que recibimos serían
suficientes para librarnos del pecado; con la fidelidad que tuvo Ella, serían
abundantes para elevarnos a la perfección que requiere nuestro estado.
Ante la perfección
incomparable de la Santísima Virgen, ¿qué pensar nosotros, pobres pecadores,
que al pecado original hemos agregado tantos pecados personales, que somos
tan miserables que hasta en nuestros
mismos actos de virtud nos buscamos a nosotros mismos y no puramente a Dios?
Mi Compromiso
con la Inmaculada
¡Para un mundo mejor en el reino de Jesucristo
por medio de María!
¿Qué es mi compromiso con la
Inmaculada?
Es una promesa hecha en secreto a
Nuestra Señora, por lo cual me obligo, para este año del 8 de diciembre de 2014
al 8 de diciembre de 2015, de una manera individual, a VIVIR EN GRACIA DE DIOS mediante los siguientes pasos:
Primero.- Poner un ESFUERZO ESPECIALÍSIMO, durante todo el
año, para mi mariano, por conservar la GRACIA
SANTIFICANTE y huir de las ocasiones y peligros de pecar.
Segundo.- En caso de
haber caído en pecado mortal, RECUPERAR
INMEDIATAMENTE LA GRACIA, por un acto de perfecta contrición con el
propósito de no volver a pecar y de confesarme, si es posible, dentro de los
tres días siguientes.
Tercero.- Rezar cada
noche LAS TRES AVEMARÍAS, pidiendo
para mí y para todos los hombres, especialmente para los que han hecho este
mismo Compromiso, el deseo sincero de vivir en gracia de Dios y de poner los
medios para no perderla jamás.
Cuarto.- Ayudar a
otra persona para que viva en gracia de Dios.
PROMESA
Porque quiero vivir
en la libertad de los hijos de Dios y no en la servidumbre de los esclavos;
porque quiero colaborar en la construcción de un mundo mejor; porque amo y
honro a mi Madre y Reina del Cielo, la
Santísima Virgen María, concebida sin pecado: prometo, con la confianza puesta
en la gracia de Dios, cumplir durante todo este año, leal y esforzadamente mi
COMPROMISO CON
LA INMACULADA
Yo N: confiado en el auxilio
de Dios y en la protección de mi Madre del Cielo, me COMPROMETO a:
1° LUCHAR sinceramente durante todo el año mariano por conservarme en
ESTADO DE GRACIA manteniendo mi alma limpia de todo pecado mortal.
2° COMBATIR con valentía –como obsequio especial a mi MADRE INMACULADA-
por mantener íntegros los ideales de la PUREZA en mis pensamientos, palabras y
obras.
3° En caso de perder la gracia por el pecado mortal, haré
inmediatamente un ACTO DE CONTRICIÓN y me confesaré lo más pronto posible.
¡Oh Virgen Inmaculada, los hijos
siempre se parecen a su madre; muestra pues que eres nuestra Madre dándonos tu
parecido con una migaja siquiera de tu pureza!
¡Sea para gloria de Dios!