Vi, por lo que creo, casi todos los
obispos del mundo,
pero un pequeño número solamente
perfectamente sano. (AA.III.136)
Vi todo lo que respecta al
protestantismo tomar cada vez más poder, y la religión caer en decadencia
completa. (AA.III.137)
Había en Roma, incluso entre los
prelados, muchas personas de sentimientos poco católicos que trabajaban para el
éxito de este asunto (la fusión de las iglesias).
Vi también en Alemania a
eclesiásticos mundanos y protestantes iluminados manifestar deseos y formar un
plan para la fusión de las confesiones religiosas y para la supresión de la
autoridad papal. (AA.III.179). ¡y este plan tenía, en Roma misma, a sus
promotores entre los prelados! (AA.III.179)
Ellos construían una gran iglesia,
extraña y extravagante; todo el mundo tenía que entrar en ella para unirse y
poseer allí los mismos derechos; evangélicos, católicos, sectas de todo tipo:
lo que debía ser una verdadera comunión de los profanos donde no habría más que
un pastor y un rebaño. Tenía que haber también un Papa pero que no poseyera
nada y fuera asalariado. Todo estaba preparado de antemano y muchas cosas
estaban ya hechas: pero en el lugar del altar, no había más que desolación y
abominación. (AA.III.188)