Dios en su infinita sabiduría dispuso que nos tocara vivir en una época donde la gente no tiene tiempo para pensar en las cosas eternas. Las diversiones, las vacaciones, las fiestas, las compras, la música, los restaurantes, el nuevo look, llenan los días de la gran mayoría. La gente está aturdida.
Si nos detenemos un poco a reflexionar cuál fue el común denominador de todos los santos, veremos que fue el sufrimiento, las pruebas, las tribulaciones enfrentadas con espíritu católico, y lo más importante, por amor a Dios.
En la medida que cada uno de nosotros estemos convencidos de que esta vida es para ganar o perder el cielo, emplearemos el valioso tiempo que Dios no da en aquello que verdaderamente valga la pena, finalmente sabemos que cualquier cosa que Dios permita en nuestra vida será nada comparado con la recompensa eterna y que no se mueve una sola hoja del árbol sin Su voluntad. Dios quiere que cooperemos con Él en la salvación de las almas. Somos peregrinos y vamos de paso. El ejemplo del Padre Pro, sacerdote mexicano nos animará a hacer otro tanto, entre los nuestros, en nuestro pequeño ámbito. Con la gracia de Dios todo es posible.