Palabras de Nuestro Señor Jesucristo a Josefa Menéndez:
“… el amor me hizo sufrir los desprecios más grandes y los más crueles tormentos, derramar toda mi sangre y llegar a morir en una cruz para salvar al hombre.
“Porque el amor sabía que, más tarde, habría muchas almas que me seguirían, y pondrían sus delicias en conformar su vida con la mía.
“Y miraba el amor más lejos aún: sabía que muchísimas almas en peligro se verían ayudadas con los actos y sacrificios de otras, y recobrarían la vida.
“Veía, en fin, el amor, que más tarde, con esta misma sangre y unidas a estos mismos tormentos, muchas almas escogidas, podrían avalorar sus sacrificios, sus acciones hasta las más triviales, y ganarme con ellas gran número de almas.
“El alma que sabe hacer de su vida una continua unión con la mía, me glorifica mucho y trabaja útilmente en bien de las almas. Está, por ejemplo, ejecutando una acción que en sí misma no vale mucho, pero la empapa en mi Sangre o la une a aquella acción hecha por Mí durante mi vida mortal, el fruto que logra para las almas es tan grande o mayor quizá que si hubiera predicado al universo entero; y esto, sea que estudie o que hable, que escriba, ore, barra, cosa o descanse; con tal que la acción reúna dos condiciones; primero, que esté ordenada por la obediencia o por el deber, no por el capricho; segundo, que se haga en íntima unión conmigo, cubriéndola con mi Sangre y con pureza de intención.
“¡Cuánto deseo que las almas comprendan esto: Que no es la acción la que tiene en sí valor, sino la intención y el grado de unión con que se hace! Barriendo y trabajando en el taller de Nazaret, di tanta gloria a mi Eterno Padre como cuando prediqué durante mi vida pública.
Si desde por la mañana se unen a Mí y ofrecen el día con ardiente deseo de que mi Corazón se sirva de sus acciones para provecho de sus almas, y van, hora por hora y momento por momento cumpliendo por amor con su deber, ¡qué tesoros adquieren en un día!
“Cuando un alma arde en deseos de amor, no hay para ella cosa tan difícil; más cuando se encuentra fría y desalentada, todo se le hace arduo y penoso… Que venga entonces a cobrar fuerzas en mi Corazón… que me ofrezca su abatimiento, que lo una al ardor que me consume y que tenga la seguridad de que un día así empleado, será de incomparable precio para las almas. ¡Mi Corazón conoce todas las miserias humanas y tiene gran compasión de ellas!
“Lleva mi Cruz con ánimo”.
Un llamamiento al amor
Sor Josefa Menéndez