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martes, 24 de julio de 2018

Santísima Virgen de Czestochowa: Reina de Polonia



  El cuadro fue pintado  por San Lucas. La tradición cuenta que la imagen permaneció en Jerusalén hasta que fue descubierta por Santa Helena en el siglo IV. Fue llevada a Constantinopla donde permaneció 500 años, luego  llegó a Rusia, a la región que más tarde se convirtió en la actual Polonia.
El rasgo más notable de la imagen son dos cicatrices que permanecen en la mejilla de la Virgen María, así como una tercera en su garganta.
Con el tiempo pasó a estar en posesión del duque Vladislao de Opole en el siglo XIV. Su castillo en Belz fue asediado por el ejército tártaro y, durante la batalla, una flecha extraviada alcanzó el cuadro a la altura de la garganta de la Virgen María. Al temer el robo de la imagen, Vladislao huyó con ella hasta la ciudad de Czestochowa.
Vladislao  invitó a los monjes de San Pablo Ermitaño de Hungría para construir un monasterio allí y confiarles el cuadro a ellos.
En 1430, el ejército invadió el monasterio y robó la preciada imagen. La metieron en su carro y empezaron a salir del monasterio. Al cabo de un rato, el carro no se podía mover y los caballos se negaban a seguir adelante, entonces tiraron la pintura al suelo y uno de los ladrones  sacó su espada, golpeó la imagen y le causó dos cortaduras profundas. Cuando se preparaba para golpearla por tercera vez, cayó al suelo y  murió en el acto.
   Las dos cortaduras en la mejilla de la Virgen, junto con el daño causado anteriormente por la lanza en su garganta, han reaparecido siempre a pesar de los repetidos intentos de restaurarla.
   De forma milagrosa, las cicatrices vuelven siempre a aparecer, por lo que los artistas han desistido en sus intentos de reparar la imagen, y reconocen que la Virgen María desea permanecer con ellas.