Oh Madre Santísima, Virgen Madre de Dios, Reina del Cielo y de la
tierra, de acuerdo a tu deseo dado a conocer en Fátima, me consagro hoy a tu
Inmaculado Corazón.
Te encomiendo todo lo que tengo, todo lo que soy, te encomiendo mi alma
y cuerpo desde este día y todos los días
de mi vida hasta la hora de mi muerte. A
Ti confío todas mis esperanzas y consolaciones; todas mis dificultades y
miserias; mi vida, y el fin de mi vida. A tu santísima intercesión y a tus méritos ruego que todas mis acciones sean ordenadas y dispuestas de
acuerdo a Tu voluntad, y de la de tu Divino Hijo.
Reina sobre mí queridísima Madre, que yo sea tuyo en la prosperidad y en
la adversidad; en la salud y en la enfermedad, en la vida y en la muerte. Concédeme
que no tenga otro espíritu, sino tu espíritu; que conozca a Nuestro Señor
Jesucristo y su divina y Santísima voluntad;
que no tenga otra alma, sino Tú alma; para alabar y glorificar a Nuestro Señor;
que no tenga otro corazón, sino Tú Corazón para amar a Dios con un amor puro y
ardiente como el Tuyo.
Mi queridísima Madre, mi gloriosa Reina, soy todo tuyo y todo lo que
tengo es tuyo. Amén