Meditación
Por el P. Alonso de Andrade
De cómo arma Dios a los suyos para los trabajos
Punto I.- Considera cómo Cristo avisa con tanto tiempo a sus discípulos
de las persecuciones que han de padecer por Él, para que se preparen con
oración, meditación, ayunos y penitencias, y no los tomen desarmados y se
escandalicen cayendo en impaciencias y pecados. Toma esta lección y ten por
dichas a ti las palabras del Salvador, pues eres discípulo suyo, y prevente
para la tribulación desde luego con la meditación de lo que padeció por ti, y
de la paciencia que tuvo en todas las persecuciones y trabajos. Ármate con esta
meditación, como lo aconseja San Pedro, para que no caigas en la tentación.
Punto II.- Considera que les avisa Cristo antes de que vengan los
trabajos, porque causan menos sentimiento previstos y esperados. Si el tiro de
la saeta nos coge desprevenidos y sin verla, mal la podremos rechazar; pero si
la vemos venir y sabíamos que nos la habían de tirar, la podremos resistir.
Piensa despacio delante de Dios cuántas flechas te amenazan ya en esta vida, ya
en la otra, ya en el cuerpo, ya en el alma, ya de los hombres, ya de los
demonios. Considera la otra vida y las acusaciones que has de padecer en el
tribunal de Cristo, considera los tormentos eternos y el riesgo de caer en
ellos. Acuérdate que de todo te ha avisado el Salvador y prevente para lo
porvenir. Mira cómo te has de armar y defender de tantos enemigos como te
cercan, y que los menos y los más flacos son los del cuerpo, los más y más
terribles son los del alma, y póstrate delante de Dios pidiéndole favor y
gracia para prevenirte desde luego, como te lo aconseja en su Evangelio, pues
no sabes la hora en que vendrá.
Punto III.- Considera y medita las palabras de Cristo: vendrá la hora en que todos los que os
mataren, piensen que hacen servicio a Dios. Pondera que a todas sus tribulaciones
con ser tantas, llama una hora por la brevedad, porque todo pasa brevemente, y
por una hora de padecer aquí les dará una eternidad de gozar allá en la
bienaventuranza. ¡Oh dichosa hora y bien empleada, en que los siervos del Señor
tienen tan grande ganancia! Levanta los ojos al cielo, y contempla la gloria de
los mártires y santos; y mira los premios de que gozan y gozarán eternamente
por una hora que padecieron en esta vida, y esfuérzate con su ejemplo a padecer
por Cristo, para gozar con Él eternamente en el cielo.
Punto IV.- Considera la ignorancia, como dice el Redentor, de los
hombres, que tienen lo malo por bueno y persiguen a Dios pensando que le
sirven, porque están ciegos y no conocen al Señor, ni a Su Hijo Jesucristo.
Tiende los ojos por el mundo, y mira cuántos son los ciegos que hay en él, y
cuán pocos los que en verdad le conocen. Llora su ceguedad, y pide a Dios les
dé luz para que le conozcan y salgan de
las tinieblas en que viven, y no persigan a los que le sirven, sino que los ayuden
y favorezcan, para que en todos sea glorificado Dios.