Traducir

lunes, 2 de mayo de 2016

ERRORES DEL CONCILIO VATICANO II (SEGUNDA PARTE)


NdB: Los enemigos de Dios y de la Iglesia Católica verdadera han llegado a coronar sus esfuerzos de la Revolución Anticristiana con el Concilio Vaticano II, estos enemigos nunca han tolerado la intransigencia de la Iglesia en la fe, por eso quieren destruirla a todo coste, esa destrucción es uno de los objetivos del CV II.
Este concilio debe ser rechazado por todo católico que se precie como tal, jamás debería aceptar ni seguir, no partes sino el rechazo debe ser total, pues el contenido del dicho concilio esta impregnado de herejía. Aquellos que aceptan partes o disimulan la maldad del Concilio, comprometen gravemente la fe, y traicionan a la Iglesia. Recordamos un párrafo de una carta del padre Rafael OSB:

 “Los católicos son intolerantes en la doctrina porque creen, pero tolerantes en la caridad porque aman. Los enemigos de Cristo son tolerantes en la doctrina por que no creen, e intolerantes en la caridad porque no aman" (Garrigou Lagrange).

Esta es la contradicción en la que caen siempre los enemigos de la Iglesia. Ya que ellos toleran todas las opiniones excepto aquella opinión de los que dicen que la fe es intransigente. Si para ellos esta es sólo una opinión como tantas otras, ¿Por qué no la toleran? Y si esta opinión es falsa, ¿porque no la ignoran haciendo de ello algo tolerable?

Padre Rafael OSB




 Segunda Parte errores del Concilio Vaticano II

  La constitución dogmática Dei Verbum, contiene textos insuficientes, ambiguos, que se prestan a interpretaciones contradictorias entre sí. Ejemplo la vida religiosa con sus tres votos de pobreza, castidad y obediencia, ha estado siempre en antítesis perfecta con las cosas del mundo; y en cambio, el concilio promueve  “adaptación a las diversas condiciones de los tiempos”.

  Otro ejemplo: la (modernista) Gaudium et Spes, admite el derecho a la “legítima defensa” para “defenderse con justicia” (art. 79).  Pero, no obstante, este documento (art. 82) contiene una “prohibición absoluta de la guerra, sin hacer ninguna excepción, ni precisión.

  Entre las omisiones notables pueden citarse: no condenar los errores, no mencionar el infierno, ni el dogma de la transubstanciación y el carácter propiciatorio del Santo Sacrificio de la Misa. Tampoco se hace referencia a los “pobres de espíritu”. No se condena el comunismo. (Sólo genéricamente el “totalitarismo”). Falta de condena de la corrupción de las costumbres, del hedonismo –afán de los placeres-.

  El concilio Vaticano II quiso exponer su propia doctrina, sacar cosas nuevas “coherentes con las antiguas”; y toda la pastoral (del concilio) está corrompida, porque se funda en “poner al día” y en dialogar con el error en lugar de intentar convertir al que yerra.

  El concilio busca “colaboración ecuménica” con individuos de religiones acristianas (y) todos los hombres para “concurrir con ellos al progreso y unidad del género humano”. Es una simbiosis permanente con los herejes y cismáticos.