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jueves, 19 de marzo de 2015

MEDITACIONES: Miércoles quinto de Cuaresma



Meditación
Por el P. Alonso de Andrade
Del ciego de nacimiento a quien dio vista Cristo

   Pasando Jesús por la calle encontró a un pobre ciego de nacimiento, y le dio vista haciendo lodo con la saliva y poniéndole sobre sus ojos. Los escribas pretendieron obscurecer el milagro, pero no pudieron; aunque le maltrataron y denostaron echándole de la Sinagoga, siempre estuvo constante en confesar la verdad y reconocer a Cristo como autor de su salud.

   Punto I.- Considera que no fue acaso el estar este pobre ciego, ni el encontrarle Cristo en la calle, sino muy del consejo y providencia divina para manifestar la gloria de Dios en él, como dijo Cristo: medita los juicios y decretos de Dios en dar a los hombres enfermedades y trabajos, y tenerlos en muchos años como a este ciego desde su nacimiento, hasta que llegue la hora de hacer el Señor alarde de su poder y providencia en dándoles salud. No te despeches por los trabajos que te enviare, ni te tengas por olvidado de su providencia, que no lo estás, mas espera en el Señor y pídele que te mire como a este ciego, que mirarte y curarte todo será uno, como lo hizo con él.

   Punto II.- Considera el modo tan misterioso con que dio Cristo a este ciego la vista, que no fue como al de Jericó con una palabra condescendiendo con sus ruegos, sino haciendo lodo con su saliva en el polvo de la tierra, y poniéndole sobre sus ojos y enviándole a lavarse a la fuente de Siloé; donde te enseña las diligencias que debes hacer para salir de la ceguedad del alma causada por el pecado, que son valerte de la saliva interior de los auxilios y gracia de Cristo, sin los cuales ninguno puede salir de la culpa, poner, como dice San Buenaventura, sobre tus ojos la tierra de que fuimos formados, y nuestras miserias y flaquezas para conocerlas y llorarlas, y luego lavarnos en la fuente de la confesión de las manchas contraídas por los pecados; de esta manera alcanzaremos la vista y volveremos a Cristo como lo hizo este ciego. Mira el estado en el que tú te hayas, y pídele a Dios gracia para salir del pecado y conseguir la vida de tu alma.

   Punto III.- Considera la persecución que se levantó contra este ciego por la vista que el Señor le dio. Cuando no la tenía, todos le daban limosna y le hacían bien, y en viéndole con ella se volvieron contra él. Pero siempre confesó a Cristo. Porque los gajes que sacan los siervos del Señor de la vista espiritual que les da para conocer la vanidad del mundo y despreciarla, son afrentas, persecuciones. Toma ejemplo de este ciego,  mira cómo le favoreció y defendió el Salvador, y prepárate para la pelea que has de tener con el mundo, que si fueres constante en pelear, Dios estará siempre a tu lado y serás vencedor.


   Punto IV.- Considera como los que conocían a este ciego, en dándole Cristo la vista, le desconocieron y dudaron si era él, tan cambiado estaba después que puso las manos el Salvador en él. Así ha de cambiar el hombre cuando Dios le hace merced de darle su luz y conocimiento para salir de la ceguedad del mundo, que parezca otro diferente y trueque totalmente la vida de mala en buena y cada día en mejor. Mira despacio lo que pasa por ti, y cuántas mercedes te ha hecho Dios, que poco te has trocado y mejorado, y llora tu descuido  y pídele al Señor gracia para enmendar en la vida lo que has perdido en la pasada.