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martes, 9 de julio de 2019

CATALOGO DE COMPROMISOS, CAMBIOS Y CONTRADICCIONES EN LA FSSPX



Catálogo de compromisos, cambios y contradicciones en la SSPX

# 1: Cambio (¿Nueva participación masiva pecaminosa o no?)

Todos los fieles de la SSPX deben estar bien familiarizados con el pequeño libro azul, “Christian Warfare”, publicado por la SSPX y promovido y utilizado en sus retiros ignacianos. En la sección sobre el examen de conciencia, bajo el tercer mandamiento (página 289 en la edición de 2006), encontramos lo siguiente:
¿Has asistido y participado activamente en la "Nueva Misa"? ¿Has recibido la Santa Comunión en la mano?
Sin embargo, en la nueva edición, esta frase fue reemplazada por:
¿Has recibido la Sagrada Comunión en la mano sabiendo que conduce al sacrilegio y la pérdida de la fe en la Presencia Real?
¿Has asistido y participado activamente en servicios religiosos no católicos? 
(tradcatresist.blogspot.com/2018/06/lastweek-fr-morgan-celebrated-his.html)
Claramente, la SSPX ya no desea sugerir que asistir al Novus Ordo es un pecado.

# 2: Contradicción (¿SSPX'ers ​​Casados por conciliaristas?)

En el Distrito de los EE. UU., el antiguo Formulario de matrimonio SSPX M-2 (a) requería una firma de las partes matrimoniales antes de que un sacerdote de la Fraternidad aceptara realizar la boda. Esa forma incluye el siguiente pasaje:

"Además, insisto en mi derecho a recibir todos los sacramentos de una manera totalmente tradicional y, en consecuencia, me niego a que mi boda sea celebrada por un sacerdote que celebra la nueva misa o en una iglesia en la que se celebra la nueva misa"
Hoy, sin embargo, la SSPX ha aceptado estar sujeta a las "Pautas pastorales" del 4 de abril de 2017 del Cardenal Mueller (autorizadas por el Papa Francisco) que establecen, entre otras cosas:
"En la medida de lo posible, el Ordinario local [es decir, normalmente el Obispo diocesano local] debe otorgar a la delegación que asista al matrimonio con un sacerdote de la Diócesis (o, en cualquier caso, con un sacerdote plenamente regular), de modo que El sacerdote puede recibir el consentimiento de las partes durante el rito matrimonial ... "roratecaeli.blogspot.com/2017/04/step-by-step-vatican-issues-marriage.html
Esto es una clara y directa contradicción con la Forma de matrimonio M-2 (a) de la SSPX del Distrito de los EE. UU. (Que probablemente se haya editado posteriormente para cumplir con esta nueva norma o se haya descartado por completo).

# 3: Contradicción (Trampa vs No Trampa):

Un año después de las consagraciones episcopales, el arzobispo Lefebvre advirtió a los fieles que cualquier apertura de la Roma modernista no era más que una trampa: "Es por eso lo que puede parecer una concesión es en realidad simplemente una maniobra para separarnos del mayor número posible de fieles. Esta es la perspectiva en la que parecen estar siempre dando un poco más e incluso yendo muy lejos. Debemos convencer absolutamente a nuestros fieles de que no es más que una maniobra, que es peligroso ponerse en manos de los obispos conciliares y la Roma modernista. Es el mayor peligro que amenaza a nuestra gente. Si hemos luchado durante veinte años para evitar la conciliación errores, no estaba en orden, ahora, ponernos en manos de quienes profesan estos errores ". sspx.org/en/one-year-after-consecrations

El obispo Fellay (bajo el papa más antitradicional de la historia) piensa lo contrario: En su conferencia australiana del 24/8/16, dijo: "Pero en sí mismo, no puedes imaginar nada mejor que lo que se ofrece allí. Y tal cosa que no puedes pensar 'Eso es una trampa'. No es una trampa. Y si alguien está ofreciendo algo así, se nos ofrece algo así". "Puede ser solo porque él quiere lo bueno para nosotros. Él quiere lo bueno de la Tradición, quiere que la Tradición se extienda dentro de la Iglesia". NB: Como el video de YouTube de esta conferencia se eliminó por razones obvias, desviaremos al lector al número 37 de The Recusant, donde puede encontrar una transcripción del pasaje citado, publicado aquí: www.stmaryskssspxmc.com/wp- contenido / uploads / 2016/01 / The-Recusant-371.pdf

# 4: Contradicción (¿Un derecho estricto de saber?):
Arzobispo Lefebvre:

"De hecho, tienen un estricto derecho a saber que los sacerdotes que los sirven no están en comunión con una iglesia falsificada, promoviendo la evolución, el pentecostalismo y el sincretismo". www.sspxasia.com/Documents/ArchbishopLefebvre/Archbishop_Lefebvre_and_the_Vatican/Part_I/1988-07-06.htm

VS.
Neo-SSPX:
"Los miembros que no pertenecen a la SSPX [es decir, los fieles] no tienen un estricto derecho a mantenerse informados sobre los asuntos internos de la SSPX, que es una congregación religiosa". sspx.org/en/news-events/news/%E2%80%9Cneed%E2%80%9D-know-all-vs-peace-soul-3073


# 5: Contradicción (Obispo de Galarreta vs Obispo de Galarreta):

En cuanto a un acuerdo práctico con la Roma no convertida, el obispo de Galarreta se contradijo en tan solo un año:
Inicialmente descartando un acuerdo meramente práctico, el obispo en 2011 dijo:
"Siguiendo la propuesta romana, la pregunta real, crucial, es: ¿deberíamos nosotros, podemos, tomar el camino de un" posible "acuerdo práctico primero? ¿Es prudente y apropiado mantener contactos con Roma que conduzcan a tal acuerdo?  en lo que a mí respecta, la respuesta es clara: debemos rechazar este camino porque no podemos hacer algo malo, de modo que un bien (un bien que es, por otra parte, incierto) puede provenir de él, y también porque esto necesariamente traería consigo males. (muy cierto) por el bien común que poseemos, es decir, el de la Sociedad y de la familia de la Tradición. [...] Entonces, ¿cómo no va esto contra la defensa y la confesión pública de fe, contra la necesidad pública de proteger? ¿Los fieles y la Iglesia? En este sentido, si hacemos un acuerdo puramente práctico, en las circunstancias actuales, ya estamos comprometidos con la duplicidad y la ambigüedad. El hecho mismo es un testimonio público y un mensaje: no podemos estar en "plena comunión "Con las autoridades que siguen siendo modernistas".
www.cathinfo.com/sspx-resistance-news/reflections-on-a-roman-proposal-(full-text)/

¡Muy bien!

Pero solo un año después, exactamente lo contrario:
"La posición de la Sociedad es mucho más precisa y clara ahora que hace seis meses; es mucho mejor, ya que no excluimos la posibilidad de que la Providencia elija regresar a la Fe mediante la conversión [por parte de Roma, presumiblemente - Ed.] Simplemente dijimos: si no hay primeramente un retorno por parte de Roma o del próximo Papa a la Tradición, pero si este Papa desea simplemente permitir la Tradición, ¿cuáles son las condiciones que lo harían? ¿Permitirnos aceptar una normalización canónica, en vista del bien que podríamos hacer en la Iglesia y este bien es considerable? No debemos negar esta posibilidad ". archives.sspx.org/sspx_and_rome/bishop_de_galarreta_conference_10-13-2012.htm
La SSPX había "recuperado su profunda unidad" en el capítulo, poniendo a la amistad por delante de la Fe.


# 6: Contradicción (¿Obispo Fellay Suicida?):

De una entrevista de febrero / 2009 con The Remnant sobre la autonomía de los obispos diocesanos: "Brian Mershon: ¿Prevén algún tipo de supervisión por parte de los obispos diocesanos territoriales una vez que la Sociedad esté regularizada? Mons Fellay: Esa sería nuestra muerte ". www.remnantnewspaper.com/Archives/2009-mershon-interview-fellay.htm

Tres años después, el obispo Fellay había perdido aparentemente su miedo a la muerte:
Obispo Fellay: "Todavía es cierto, ya que es la ley de la Iglesia, que para abrir una nueva capilla o fundar una obra, sería necesario contar con el permiso del ordinario local. Obviamente, hemos informado a Roma cómo Nuestra situación actual era difícil en las diócesis, y Roma todavía está trabajando en ello. Aquí o allá, esta dificultad será real, pero ¿desde cuándo es la vida sin dificultades? archives.sspx.org/superior_generals_news/bishop_fellay_dici_interview_about_rome_6-8-2012.htm


# 7: Contradicción (Obispo Fellay vs Arzobispo Lefebvre en el Concilio Vaticano II):

El arzobispo Lefebvre culpa al Concilio:
"Sin rechazar este Concilio al por mayor, creo que es el mayor desastre de este siglo y de todos los siglos pasados, desde la fundación de la Iglesia". www.angelus.online/en_US/8362/120253/a_matter_of_principle.html

El obispo Fellay disculpa o resta importancia al Concilio:
"Creo que vemos que muchas de las cosas que habríamos condenado por ser del Concilio no son en realidad del Concilio, sino el entendimiento común de ello.
NdB: eso es relativismo doctrinal


# 8: Contradicción: (¿Un trato con la Roma no convertida y modernista?):

Arzobispo Lefebvre:
"Es, por lo tanto, un deber estricto para todo sacerdote que desee permanecer católico separarse de esta Iglesia Conciliar mientras no redescubra la Tradición de la Iglesia y la Fe Católica" (Spiritual Journey, pág. 13).)
VS
El obispo Fellay (hablando de sus discusiones con la Roma modernista en su sermón del 2 de febrero de 2012 en Winona):
"Les dijimos muy claramente, si nos aceptan como están, sin cambios, sin obligarnos a aceptar estas cosas, entonces estamos listos". archives.sspx.org/superior_generals_news/bishop_fellay_sermon_february_2_2012.htm
Este mismo argumento sera suficiente para demostrar que la SSPX no ha sido aceptada como tal, sino que ha sufrido una transformación radical en pos de una regularización canónica.

# 9: Cambio (¿Es el Vaticano II parte de la tradición?):

El arzobispo Lefebvre comentando una declaración del cardenal Suenens:
"Fue el Cardenal Suenens quien exclamó:" El Vaticano II es la Revolución Francesa en la Iglesia" y entre otras declaraciones no vigiladas, agregó.
"Uno no puede entender las revoluciones francesa o rusa a menos que se sepa algo de los antiguos regímenes que pusieron fin ... Es lo mismo en los asuntos de la Iglesia: una reacción solo puede juzgarse en relación con el estado de las cosas que la precedieron".
Lo que precedió, y lo que él consideró debido a la abolición, fue esa maravillosa construcción jerárquica que culminó en el Papa, el Vicario de Cristo en la tierra. Él continuó:
“El Concilio Vaticano II marcó el final de una época; y si nos apartamos un poco más de él, vemos que marca el final de una serie de épocas, el final de una era”.

VS

El obispo Fellay en respuesta a una pregunta del CNS sobre si el Vaticano II formaba parte de la tradición católica:
"Espero que sí", dijo, cuando se le preguntó si el Vaticano II en sí pertenece a la tradición católica ... El Papa dice que ... el concilio debe estar dentro de la gran tradición de la iglesia, debe entenderse de acuerdo con esto. Estas son declaraciones con las que estamos totalmente de acuerdo ", dijo el obispo.
Rorate-caeli.blogspot.com/2012/05/fellay-speaks-to-usbishopss-catholic.html
NB: Como veremos más adelante, esta misma respuesta del obispo Fellay evidencia una aceptación de la "hermenéutica de la continuidad".
NdB: “Espero que si”, ¿no sabe?, o ¿no quiere decir? Toma como referencia al papa Benedicto XVI que es modernista.


# 10: Contradicción (Más sobre el Vaticano II y la tradición):

En marzo / 2013, el p. de Cacqueray (entonces Distrito Superior de Francia) escribió lo siguiente en su Carta a amigos y benefactores:
"Sea como fuere, la Sociedad se niega enérgicamente a admitir que el Concilio Vaticano II pertenece a la Tradición de la Iglesia. Afirmamos, por el contrario, que en muchos puntos este Concilio es diametralmente opuesto a ella". sspx.org/en/sspxs-treatment-profound-injustice
Sí, esa fue seguramente la posición tradicional de la SSPX.
Sin embargo, el p. De Cacqueray no sabía que solo 9 meses antes, el obispo Fellay había hecho la siguiente declaración:
"Aunque no llego a respaldar la interpretación del Vaticano II hecha por el Papa Benedicto como parte esencialmente de la tradición de la Iglesia, una posición que muchos en la Fraternidad han discutido vocalmente, el obispo Fellay habló sobre la idea en términos sorprendentemente comprensivos. "Espero que sí", dijo, cuando se le preguntó si el Vaticano II en sí pertenece a la tradición católica.
"El Papa dice que ... el Concilio debe estar dentro de la gran tradición de la iglesia, debe entenderse de acuerdo con él. Estas son declaraciones con las que estamos totalmente de acuerdo", dijo el obispo. "Rorate-caeli .blogspot.com / 2012/05 / fellay-speaks-to-usbishopss-catholic.html
¿Considera que la respuesta del obispo Fellay es una fuerte "negativa a admitir que el Vaticano II pertenece a la Tradición de la Iglesia?"

# 11: Contradicción (¿Qué es la iglesia conciliar?):

En una carta abierta al p. Thouvenot (Secretario General de la SSPX), p. Matthew Clifton (SSPX - Inglaterra) habló de Menzingen "privilegiando a un pequeño grupo de apoyo de confianza de la nueva política hacia Roma".
 www.cathinfo.com/sspx-resistance-news/collection-of-sspx-resistance-writings/
Uno de esos apologistas acuerdistas "privilegiados" fue el padre. Francois Laisney (antiguo Distrito Superior, Estados Unidos).
En un artículo del 21/12/12 titulado "¿Varias iglesias?" con la intención de refutar la noción del obispo Williamson de "Iglesia", p. Laisney considera el significado del término "iglesia conciliar" parecido a como lo usa el arzobispo Lefebvre:
"Entonces, ¿qué es la Iglesia Conciliar? Esta expresión fue acuñada por el Cardenal Benelli: manifestó claramente la novedad de las reformas introducidas por el Vaticano II. Pero ¿designó una Iglesia separada, con su propia estructura, sus propios fieles separados de ¿La iglesia católica? En realidad no ". sspx.org/en/various-churches-fr-laisney-rebuttal

Sin embargo, el arzobispo Lefebvre dijo lo contrario del padre. Laisney:

"¿Cómo podría ser más claro? De ahora en adelante, es la iglesia conciliar a la que debemos obedecer y ser fieles, y no a la Iglesia Católica. Este es precisamente nuestro problema. Estamos suspendidos a divinis por la iglesia conciliar, de la cual No queremos ser parte. Esta iglesia conciliar es una iglesia cismática, porque rompe con la Iglesia católica de todos los tiempos. Tiene nuevos dogmas, es nuevo sacerdocio, es nuevas instituciones, es nueva liturgia, ya condenada por el Iglesia en muchos documentos oficiales y definitivos. Por eso los fundadores de la iglesia conciliar insisten en la obediencia a la iglesia de hoy, haciendo abstracción de la iglesia de ayer, como si ya no existiera. [...] La iglesia que afirma tales errores son al mismo tiempo heréticos y cismáticos. Por lo tanto, esta iglesia conciliar no es católica. En la medida en que el Papa, los obispos, los sacerdotes o los fieles se adhieren a esta nueva iglesia, se separan de la Iglesia Católica. La Iglesia de hoy es la verdadera Iglesia solo en la medida en que continúa y es una con la Iglesia de ayer y de siempre. La norma para la fe católica es la Tradición ".

www.dominicansavrille.us/is-there-a-conciliar-church/ (Ver nota # 26: Arzobispo Marcel Lefebvre, manuscrito y fotocopiado, del 29 de julio de 1976, para sus amigos; reproducido en el Sel de la Terre 36, p. 10.)
Es cierto que la iglesia conciliar no es 100% distinta de la iglesia católica, pero que son dos iglesias diferentes con instituciones diferentes, al menos para el arzobispo Lefebvre, el obispo Williamson y la antigua SSPX, es claro e indiscutible.

# 12: ¿Cambio o hipocresía?:

En 2003, el p. Aulagnier fue expulsado de la SSPX por abogar por un acuerdo práctico.
Las razones aducidas a favor de alcanzar un acuerdo práctico con Roma no convertida por parte del p. Aulagnier en 2003 son casi idénticos a los motivos del obispo Fellay para llegar a un acuerdo práctico con Roma desde 2012:
1) El peligro del cisma.
2) Amistad con los traidores de la Tradición (Campos).
3) Una supuesta "nueva actitud en Roma"
4) El conflicto puede durar siglos.
Las similitudes son sorprendentes, y hacen que el lector se pregunte:

El p. Aulagnier se mantuvo callado hasta el 2012, ¿no habría estado en el "grupo privilegiado" de intrusos y apologistas del obispo Fellay?
Si padre Aulagnier fue expulsado por abogar por un acuerdo práctico en este sentido, ¿con qué derecho retiene el obispo Fellay su membresía en la SSPX?

En el siguiente artículo, el p. Violette (entonces Superior de Distrito de Canadá) se parece mucho al arzobispo Lefebvre y la Resistencia, mientras que la razón que él condena en el P. ¡Aulagnier se está pareciendo mucho a Bishop Fellay y al neo-SSPX!
Le animo a leer el artículo completo, pero aquí hay algunas selecciones relacionadas con los puntos anteriores:

1) Refutando el Canard "peligro de cisma": "Nuestra resistencia no es la rebelión. Es la actitud necesaria de los católicos que quieren mantener la fe cuando se enfrentan a los prelados que la atacan, la niegan o la amenazan. No queremos convertirnos en protestantes! ... Lo que se cuestiona no es su autoridad [romana], sino si podemos confiar en ellos o no ... Es una cuestión de si podemos someternos a ellos y confiar en ellos para proteger nuestra fe. Lamentablemente, las autoridades romanas actuales han demostrado una y otra vez que no se puede confiar en ellos, que no han cambiado, como lo señalaremos más adelante ".

2) Respecto a la amistad con los traidores de la Tradición (Campos): "¿Se necesita una virtud heroica para capitular en la lucha por la Tradición a fin de obtener reconocimiento? ¿Se necesitó una virtud heroica para renunciar a su padre espiritual, el Obispo de Castro Mayer, a abandonar? y volverse contra sus antiguos compañeros de armas? No lo creo ".

3) Con respecto a una supuesta "nueva actitud" en Roma: "Esta es la razón más increíble de todas. ¿Dónde ha estado el padre Aulagnier [o el obispo Fellay ?!] durante los últimos 5 años? ... Parece haber olvidado lo que el arzobispo Lefebvre  sabía bien y lo denunció: hay dos Roma: la Roma católica y la Roma neomodernista. Al igual que el arzobispo Lefebvre, nos unimos con todo nuestro corazón a la Roma católica, pero rechazamos la Roma neomodernista. Por los modernistas. Esto es un hecho ... Pero no estamos buscando aceptación ".

4) Con respecto al conflicto que dura por siglos: "En mi opinión, creo que podríamos ver aquí la verdadera razón del cambio del Padre Aulagnier [y del Obispo Fellay?]. La lucha se está prolongando. Él ha estado en el centro de esta lucha por más de 30 años. ¡Tal vez esté cansado de la pelea! Pero esta no es la primera vez que un conflicto por la fe ha durado por mucho tiempo ". sspx.ca/en/publications/newsletters/december-2003-district-superiors-letter-1210

Esto no es simplemente un cambio en la SSPX.
Es hipocresía
Sin embargo, debemos creer que la Resistencia son los rebeldes, y los fellayistas son los hijos leales del Arzobispo Lefebvre.

CONTINUARA…


lunes, 8 de julio de 2019

LA MUJER EN LA FAMILIA (Discursos de su Santidad Pio XII)



II. La esposa y la madre, sol y gozo del hogar doméstico
11 de Marzo de 1942
En el curso de vuestra vida, amados recién casados, el recuerdo que conservaréis de la casa del Padre Común y de su Bendición Apostólica, os acompañará como dulce consuelo y augurio en el camino que comenzaréis con tantas rosadas esperanzas, bajo la protección divina, en un tiempo tan revuelto como el presente, hacia una meta que apenas os deja adivinar la oscuridad del futuro.

Pero ante estas tinieblas vuestro corazón no teme; os impulsan el ardor y la audacia de la juventud; la unión de los espíritus y de los deseos de los pasos de la vida, el mismo sendero que pisáis, no os turban la tranquilidad del espíritu, sino que os la renuevan y dilatan. Sois felices dentro de las paredes domésticas; no veis oscuridad; la familia tiene un sol propio: la esposa.

Oíd cómo de ella nos habla y razona la Escritura: “La gracia de la mujer hacendosa alegra al marido y le llena de jugo los huesos. La buena crianza de ella es un don de Dios. Es cosa que no tiene precio una mujer discreta y amante del silencio y con el ánimo morigerado. Gracia es sobre gracia la mujer santa y vergonzosa. No hay cosa de tanto valor que pueda equivaler a esta alma casta. Lo que es para el mundo el sol al nacer, en las altísimas moradas de Dios, eso es la gentileza de una mujer virtuosa para el adorno de una casa”.

Sí; la esposa y la madre es el sol de la familia. Es el sol con su generosidad y sumisión, con su constante prontitud, con su delicadeza atenta y providencial en todo lo que sirve para alegrar la vida al marido y a los hijos. Difunde en torno suyo la vida y el calor; y, si suele decirse que un matrimonio es feliz cuando uno de los cónyuges, al contraerlo, pretende hacer feliz, no a sí mismo, sino a la otra parte, este noble sentimiento e intención, aunque toca a los dos, es, sin embargo, virtud principal de la mujer, que nace con las palpitaciones de madre y con la madurez del corazón; aquella madurez o entendimiento que, si recibe amarguras, quiere solamente devolver alegrías; si recibe humillaciones, no desea restituir sino dignidad y respeto, del mismo modo que el sol, que alegra la nebulosa mañana con sus albores y dora las nubes con los rayos de su ocaso.

La esposa es el sol de la familia con la claridad de su mirada y con la llama de su palabra; mirada y palabra que penetran dulcemente en el alma, la vencen y enternecen y la levantan lejos del tumulto de las pasiones, y llaman al hombre a la alegría del bien y de la conversación familiar, después de una larga jornada de continuo y a veces penoso trabajo profesional o campestre, o de imperiosos negocios de comercio o de industria. Su ojo y su boca arrojan una luz y un acento, que en un rayo tienen mil fulgores y en un sonido mil afectos. Son rayos y sonidos que brotan del corazón de madre, crean y vivifican el paraíso de la infancia e irradian siempre bondad y suavidad, aun cuando adviertan o reprendan, porque las almas juveniles, que sienten con más fuerza, recogen con mayor intimidad y profundidad los dictámenes del amor.

La esposa es el sol de la familia con su cándida naturaleza, con su digna simplicidad y con su cristiano y honesto decoro, tanto en el recogimiento y en la rectitud, del espíritu cuanto en la sutil armonía de su actitud y de su vestido, en su adorno y en su porte, reservado a un tiempo y afectuoso. Sentimientos tenues, encantadoras señales del rostro, ingenuos silencios y sonrisas, un condescendiente movimiento de cabeza, le dan la gracia de una flor escogida y, sin embargo, sencilla, que abre su corola para recibir y reflejar los colores del sol. ¡Oh, si supieseis qué profundos sentimientos de afecto y de gratitud suscita e imprime en el corazón del padre de familia y de los hijos esta imagen de esposa, y de madre! ¡Oh ángeles, que custodiáis sus casas y escucháis sus oraciones, impregnad de perfumes celestiales aquel hogar de felicidad cristiana!

Pero, ¿qué sucede cuando la familia está privada de este sol? ¿Qué sucede cuando la esposa, continuamente o en cada circunstancia, aun en las relaciones más íntimas, no duda en hacer sentir que le cuesta sacrificios la vida conyugal? ¿Dónde está su amorosa dulzura cuando una dureza excesiva en la educación, una excitabilidad mal dominada y una frialdad airada en la vista y en las palabras, sofocan en los hijos la alegría y el consuelo feliz que habrían de encontrar en su madre; cuando ella no hace otra cosa que perturbar con tristeza y amargar con voz áspera, con lamentos y reprensiones, la confiada convivencia en el ambiente de la familia?

¿Dónde está aquella generosa delicadeza y aquel tierno cariño, cuando ella, en vez de crear con una sencillez natural y prudente una atmósfera de agradable serenidad en la mansión doméstica, toma una actitud de inquieta, nerviosa y exigente señora, muy de moda? ¿Es esto un esparcir benévolos y vivificantes rayos solares, o más bien un congelar con viento glacial del norte el jardín de la familia? ¿Quién se extrañará entonces de que el hombre, no encontrando en aquel hogar nada que le atraiga, le retenga y consuele, se aleje lo más posible, provocando al mismo tiempo el alejamiento de la mujer, de la madre, cuando no es más bien el alejamiento de la mujer el que prepara el del marido; uno y otra, encaminándose así a buscar en otra parte, con grave peligro espiritual y con perjuicio de la trabazón familiar, el descanso, el reposo, el placer que no les concede la propia casa? ¡En este estado de cosas, los más desventurados son, sin duda, los hijos!

He aquí, esposas, hasta dónde puede llegar vuestra parte de responsabilidad en la concordia de la felicidad doméstica. Si a vuestro marido y a su trabajo corresponde procurar y hacer estable la vida de vuestro hogar, a vosotras y a vuestro cuidado pertenece el rodearlo de un bienestar conveniente y el asegurar la pacífica serenidad común de vuestras dos vidas. Esto es para vosotras no sólo una obligación natural, sino un deber religioso y un ejercicio de virtudes cristianas con cuyos actos y méritos, crecéis en el amor y en la gracia de Dios.

¡Pero –dirá tal vez alguna de vosotras– de esa manera se nos pide una vida de sacrificio! Sí; vuestra vida es vida de sacrificio, pero no sólo de sacrificio. ¿Creéis, acaso, que en este mundo se puede gozar una verdadera y sólida felicidad sin conquistarla con alguna privación o renuncia? ¿Pensáis que en algún rincón de este mundo se encuentra la plena y perfecta dicha del Paraíso terrestre? ¿Y creéis tal vez que vuestro marido no tiene también que hacer sacrificios, a veces muchos y graves, para procurar un pan honrado y seguro a la familia?

Precisamente, estos mutuos sacrificios, soportados juntos y con recíproca utilidad, dan al amor conyugal y a la felicidad de la familia su cordialidad y firmeza, su santa profundidad y aquella exquisita nobleza que se imprime en el recíproco respeto de los cónyuges y que los exalta en el afecto y en la gratitud de los hijos.

Si el sacrificio materno es el más agudo y doloroso, lo templa la virtud de lo alto. De su sacrificio aprende la mujer a tener compasión de los dolores del prójimo. El amor a la felicidad de su casa, no la cierra en sí misma; el amor de Dios, que en su sacrificio la eleva sobre sí misma, le abre el corazón a la piedad y la santifica.

Pero –se objetará tal vez todavía– la moderna estructura social, obrera, industrial y profesional, empuja a muchas mujeres, aun casadas, a salir fuera de la familia y a entrar en el campo del trabajo y de la vida pública. Nos no lo ignoramos, queridas hijas.

Es muy dudoso si esa condición de cosas constituye para una mujer casada lo que se dice el ideal. Sin embargo, hay que tener en cuenta el hecho. Con todo, la Providencia, siempre vigilante en el gobierno de la humanidad, ha insertado en el espíritu de la familia cristiana fuerzas superiores capaces de mitigar y vencer la dureza de semejante estado social y de prevenir los peligros que indudablemente se esconden en él.

¿No habéis observado tal vez cómo el sacrificio de una madre, que por especiales motivos debe, además de sus deberes domésticos, ingeniarse para procurar, a costa de un duro trabajo cotidiano, el sustento de la familia, no sólo conserva, sino que alimenta y aumenta en los hijos la veneración y el amor hacia ella, y da fuerzas a su gratitud por sus afanes y fatigas, cuando el sentimiento religioso y la confianza en Dios constituyen el fundamento de la vida familiar?

Si es ese el caso en vuestro matrimonio, unida la plena confianza en Dios, que ayuda siempre al que le teme y sirve, unid, en las horas y días que podréis consagrar enteramente a vuestros seres queridos, un doble amor y un celoso cuidado, no sólo para asegurar el mínimo indispensable para la verdadera vida de familia, sino para hacer que se desprendan de vosotras, hacia el corazón del marido y de los hijos, rayos luminosos de sol que conforten, abriguen y fecunden, aun en las horas de la separación externa, la trabazón espiritual del hogar.

Y vosotros, esposos, puestos por Dios como cabeza de vuestras esposas y de vuestras familias, al mismo tiempo que contribuyáis con vuestro trabajo a su sustento, prestad vuestra ayuda también a la obra de vuestras mujeres en el cumplimiento de la santa y elevada –y no raras veces fatigosa– misión. Colaborad con ellas, con aquella solicitud y afecto que hace uno de dos corazones, y una misma fuerza y un mismo amor. Pero sobre esta colaboración y sus deberes, y las responsabilidades que se derivan, también para el marido, habría mucho que decir, y por eso Nos lo reservamos para hablaros en otras audiencias.

Ante vosotros, recién casados, que sucedéis a otros grupos semejantes que os han precedido delante de Nos y han sido por Nos bendecidos, Nuestro pensamiento nos trae a la mente el gran dicho del Eclesiastés: Pasa una generación y sucede otra; pero queda siempre la tierra. Así corren nuevos siglos, pero Dios no cambia; no cambia el Evangelio ni el destino del hombre para la eternidad; no cambia la ley de la familia; no cambia el inefable ejemplo de la familia de Nazaret, gran sol de tres soles, el uno de fulgores más divinos y más ardientes que los otros dos que le rodean.

Mirad a aquella modesta y humilde mansión, oh padres y madres: contemplad a Aquel que se creía hijo del carpintero, nacido del Espíritu Santo y de la Virgen esclava del Señor; y confortaos en los sacrificios y en los trabajos de la vida. Arrodillaos ante ellos como niños; invocadlos, suplicadles; y aprended de ellos cómo las contrariedades de la vida familiar no humillan, sino exaltan; cómo no hacen al hombre ni a la mujer menos grandes o queridos para el cielo, sino que valen una felicidad, que en vano se busca entre las comodidades de este mundo, donde todo es efímero y fugaz.

Terminaremos Nuestras palabras elevando a la Santa Familia de Nazaret una ardiente súplica por todos y cada uno de vuestros hogares, para que vosotros, queridos hijos e hijas, cumpláis vuestro oficio a imitación de María de José, y así podáis educar y hacer crecer a aquellos pequeños cristianos, miembros vivos de Cristo, que están destinados a gozar con vosotros un día la eterna bienaventuranza del Cielo.

Es lo que pedimos al Maestro divino, mientras con todo el corazón os damos Nuestra paterna Bendición Apostólica.
Su Santidad Pio XII

domingo, 7 de julio de 2019

Reflexión: El Éxito NO depende de nosotros


FUENTE
Los designios de Dios no se manifiestan sino con lentitud, no es pequeña prueba para un jefe de familia celoso ver en peligro las almas de sus hijos, o para un Superior dejar en una mediocridad a aquellas a las que se proponía conducir a la santidad.

Por dolorosa que sea la falta de éxito, es preciso ver en ella una permisión de Dios, recibirla con un tranquilo abandono, y hacerla servir para nuestro progreso espiritual. Es una de las ocasiones más propicias para abismarnos en la humildad, desprendernos de la vanagloria y de las consolaciones humanas, depurar nuestras intenciones y buscar sólo a Dios en el trato con las almas. Con el Profeta Rey bendeciremos a la Providencia por habemos humillado, pues con harta frecuencia el éxito ciega, infla y embriaga; hace olvidar que las conversiones vienen de Dios y que son quizá debidas no a nosotros, sino a un alma desconocida que ruega y se inmola en secreto. La falta de éxito reduce al justo sentimiento de la realidad, nos recuerda que somos pobres instrumentos, nos invita a entrar en nosotros mismos; y si fuere necesario, a corregir nuestros deseos, rectificar nuestros métodos, renovar nuestro celo e insistir en la oración. Porque si nuestra negligencia y nuestras faltas han contribuido al mal, es preciso no sólo borrarlas por la penitencia, sino reparar sus consecuencias en la medida posible, redoblar el celo, la oración, el sacrificio.
No debe, sin embargo, esta humilde resignación entibiar nuestro ardor. Cuando las almas no corresponden a nuestros cuidados, «lloremos -dice San Francisco de Sales-, suspiremos, oremos por ellas con el dulce Jesús, que después de haber derramado lágrimas abundantes durante toda su vida por los pecadores, murió por fin con los ojos anublados por el llanto y el cuerpo empapado todo en sangre».
Condenado, vendido, abandonado, hubiera podido conservar su vida y dejarnos en la obstinación, pero nos amó hasta el fin, mostrando así que la verdadera caridad no se desanima, segura como está de que ha de triunfar al fin de la más obstinada resistencia; lo espera todo, porque espera en Dios que todo lo puede. Si la misericordia se estrella ante Judas, ha, sin embargo, santificado a la Magdalena, a San Pedro, a San Agustín, a todos los santos penitentes. La humildad, que nos revela nuestras miserias y nuestras faltas, nos muestra con evidencia las dificultades de la virtud y nos inspira profunda compasión hacia las almas aún débiles. «¿Qué sabemos -añade el dulce Obispo de Ginebra- si el pecador hará penitencia y conseguirá la salvación? En tanto conservemos la esperanza (y mientras hay vida, hay esperanza), jamás hemos de rechazarle, sino más bien orar por él, y le ayudaremos en cuanto su desdicha lo permita.»
Después de todo, si las almas defraudan nuestras esperanzas, como nosotros nada hayamos escatimado, para su bien, no hemos de responder de su pérdida, pues hemos cumplido con el deber, hemos glorificado a Dios y regocijado su misericordioso corazón en lo que a nosotros se refiere. En estas condiciones, el sentimiento de nuestra insuficiencia o de nuestras responsabilidades nada tienen que inquietarnos.
Asimismo lo asegura Nuestro Padre San Bernardo en su carta al beato Balduino, su discípulo: Se os pedirá -le dice- «lo que tenéis y no lo que no tenéis. Estad preparados para responder, pero sólo del talento que os ha sido confiado, y en cuanto a lo demás estad tranquilo. Dad mucho, si mucho habéis recibido, y poco, si poco es lo que tenéis… Dad todo, porque se os pedirá todo hasta el último óbolo; pero por supuesto, lo que tenéis y no lo que no tenéis.

TOMADO DEL SANTO ABANDONO

sábado, 6 de julio de 2019

FIESTA DE SANTA MARÍA GORETTI MÁRTIR DE LA CASTIDAD (6 DE JULIO)

 



 FUENTE 
La segunda hija de Luigi Goretti y Assunta Carlini nacía el 16 de octubre de 1890 en la aldea de Corinaldo, Italia, cerca del mar Adriático, y fue bautizada al día siguiente con el nombre de María Teresa. Su familia era pobre, aunque profundamente católica. Sus padres, siguiendo la costumbre vigente en aquel tiempo, hicieron que Marietta —como la llamaban cariñosamente— recibiera el Sacramento de la Confirmación con tan sólo seis años de edad.
 Cuando Marietta tenía siete años, el pequeño campo de Luigi Goretti se hizo insuficiente para mantener a su familia y la familia decidió emigrar a Colle Gianturco, en los alrededores de Paliano, a unos 50 km de distancia de Roma, en busca de mejores oportunidades. Aún así, tampoco tuvieron éxito allí: a pesar de la dura labor bajo un sol abrasador, mal conseguían lo necesario para alimentarse.
Dos años después, fue necesaria una nueva mudanza, esta vez a Ferrieri di Conca, triste y pantanosa localidad agrícola, donde Luigi vendría a fallecer al año siguiente de haber llegado, con 41 años de edad, víctima de la malaria que se propagaba en aquellos húmedos campos.
 Marietta manifestaba un carácter bondadoso, dócil y humilde, y se reveló de una madurez precoz impresionante, ante la necesidad del cambio de vida que se le presentaba. Ayudó en los cuidados a su padre enfermo como una persona adulta y tras su muerte asumió las tareas del hogar, dejando que su madre pudiera sustituir a su marido en las faenas del campo. Limpiaba la casa, buscaba agua a la fuente, cortaba leña, cocinaba y cuidaba de sus cuatros hermanos menores como una pequeña madre. Cuando les faltaba el alimento, conseguía alguna cosa a cambio de unos trabajillos, como la venta de palomas y huevos en el mercado de la ciudad próxima, Nettuno. Era una fervorosa devota del Santo Rosario y lo rezaba todas las noches en compañía de su madre y sus hermanos, con una piedad edificante. Y cuando todos se habían retirado, rezaba un Rosario más en sufragio del alma de su fallecido padre.
En más de una ocasión vio a su madre sin un céntimo en el bolsillo y sin un pedazo de pan en la alacena, llorando y lamentándose por la ausencia de su esposo. Con el corazón compungido la niña la abrazaba y la besaba, esforzándose por no llorar también, y le decía: “¡Ánimo mamá! ¡Ánimo! Pronto saldremos adelante, enseguida todos seremos mayores… ¿De qué tienes miedo? Nosotros te sustentaremos… Te mantendremos… Dios proveerá…”.
Éstos son algunos destellos de su alma angelical. Tras su fallecimiento, su madre no dejó de dar testimonio de su virtud: “Siempre, siempre, siempre obediente mi hijita. Nunca me dio el más mínimo disgusto. Incluso cuando recibía alguna reprimenda inmerecida, por pequeñas faltas involuntarias, nunca se mostró rebelde, nunca se disculpó, sino que se mantenía en calma, respetuosa, sin quedarse malhumorada”.
Una vez muerto Luigi, a su esposa Asunta le correspondió tomar el lugar de su esposo en las labores del campo. Trabajaba en las faenas agrícolas en una propiedad del conde Lorenzo Mazzoleni junto con Giovanni Serenelli y su hijo Alessandro. Giovanni era viudo, muy dado al vino y sin discreción en sus palabras, no se preocupaba de la educación de su hijo. Éste, con 19 años de edad, era un muchacho de carácter introvertido, sin ningún tipo de formación religiosa. Nunca iba a Misa y de vez en cuando acompañaba a los Goretti en el rezo del Santo Rosario, en un rincón de la sala. Era el único de aquella casa que sabía leer y su padre le traía periódicos con artículos de cuño anticlerical, además de novelas inconvenientes, con ilustraciones que despertaban su imaginación y le exacerbaban malos deseos; las usaba como decoración para las paredes de su habitación.
A medida que Marietta iba creciendo, Alessandro, como confesaría más tarde, incluso reconociendo la candidez de aquella niña que lo trataba como a un hermano mayor, empezó a verla con miradas malintencionadas, alimentando una pasión que poco tiempo después culminaría en la conocida tragedia.
Antes de morir, Luigi —movido quizá por un mal presentimiento— le había aconsejado a su esposa que regresara a Corinaldo. No obstante, amarrada por el contrato y por las deudas, no tenía condiciones para salir de la casa compartida con lo Serenelli. A pesar de que las habitaciones estaban separadas, la cocina era común y la pequeña Marietta, aún teniendo poca edad, atendía a las dos familias en los quehaceres domésticos.

Primera Comunión
En aquella época era necesario haber cumplido los doce años para poder recibir la Sagrada Eucaristía, y Marietta sufría por no poder alimentarse del “Pan de los ángeles” y de la “Sangre que engendra vírgenes”. Su deseo aumentaba todos los domingos cuando iba a Misa con su madre y su madrina, soportando cuatro horas andando por un camino polvoriento hasta la iglesia más cercana.
A las insistentes súplicas para poder prepararse para hacer la Primera Comunión, su pobre madre le respondía que como no sabía leer no era posible que aprendiera la doctrina. Además, en la situación de penuria económica en la que se encontraban, ¿dónde conseguirían el dinero para el vestido y las demás prendas? Decidida, la niña no se dejaba abatir.
Finalmente, consiguió permiso para ir determinados días a la residencia de los Mazzoleni, para recibir las enseñanzas de su piadosa gobernanta y participar en la catequesis de los domingos, impartida por el P. Alfredo Paliani a un grupo de jovencitos.
Sin perjuicio de sus quehaceres domésticos, estudió y rezó durante once meses, dando hermosos ejemplos de virtud. Para asegurarse de la buena preparación de su hija, Assunta quiso someterla a un examen con el arcipreste de Nettuno, quien garantizó que era apta para recibir a Jesús en su corazón.
Tras hacer los ejercicios espirituales preparatorios, predicados por un sacerdote pasionista, Marietta regresó a casa muy compenetrada y, con un tono de voz serio, dijo: “Sabes mamá, el sacerdote nos ha contado la Pasión de Jesús. Y nos ha dicho que cuando cometemos un pecado renovamos la Pasión del Señor”. Con esta grave afirmación manifestaba su propósito de evitar el pecado a toda costa.
El día de la Primera Comunión, antes de ir a la iglesia, estando ya lista, con el vestidito blanco que su madre le había conseguido con mucho esfuerzo y con un sencillo velo que había recibido de regalo, pidió perdón de sus faltas a su madre, a sus hermanos, a los Serenelli y a los vecinos.
En la solemnidad de Corpus Christi de 1902 recibía al Señor en su corazón, aunque aún no había cumplido los doce años. ¿Cuáles habrán sido las impresiones y coloquios divinos, en este primer encuentro entre Jesús Eucarístico y esa alma inocente, dispuesta a no ofenderle nunca con el pecado, incluso a riesgo de perder la vida? Sólo lo sabremos en la eternidad…
La alegría y la buena disposición de alma consecuentes con el gran paso que había dado en la vida espiritual se manifestaron tan pronto como Marietta llegó a casa. Abrazando a su madre, le prometió: “¡Mamá, oh madre querida, seré siempre y cada vez mejor!”
Morir antes que pecar
Los frutos de la Primera Comunión no se hicieron esperar. Un día, volvió a su casa contando que había visto a una compañera de la catequesis conversando maliciosamente con un joven libertino. Inmediatamente salió de aquel sitio y aún horrorizada afirmó: “Es mejor morir, mamá, que decir palabras feas”.
Habían pasado pocas semanas y la pequeña no había comulgado nada más que dos o tres veces, siempre en domingo. El sábado 5 de julio manifestó su deseo de ir, al día siguiente, acompañada por una amiga, a recibir nuevamente la Sagrada Comunión. Estaba dispuesta a andar diez kilómetros hasta Nettuno o Campomorto, bajo un sol inclemente y en ayunas, para recibir a su amado Jesús.
Sin embargo, sus planes fueron truncados por la saña de Alessandro. Éste ya la había acosado en dos ocasiones y fue enérgicamente rechazado. Entonces la amenazó con matarla, y no sólo a ella, sino a Assunta también, si se lo contaba a alguien. Marietta no dijo nada a su madre, para no afligirla aún más, pero le pedía que no la dejara sola en casa, y procuraba estar siempre en compañía de algunos de sus hermanos.
Aunque aquella tarde la joven se había quedado cosiendo en el balcón a solas con su hermana más pequeña, que dormía plácidamente. Alessandro se las arregló para escaparse del trabajo, regresó a la residencia y arrastró a la fuerza a Marieta hacia dentro. Cuando se dio cuenta de sus infames intenciones, ella le reprobaba la acción pecaminosa: “¡No, no! ¡Dios no quiere eso! ¡Si lo haces irás al infierno!…”.
Entonces, tomado por la furia, el criminal le asestó 14 crueles puñaladas. Seguidamente tiró el arma y se encerró en su cuarto. La niña, no obstante, tras un corto desmayo, consiguió andar hasta la terraza y pedir socorro. La noticia de lo ocurrido se difundió inmediatamente por la vecindad y el asesino fue preso.
Últimas horas en el hospital
Marietta fue llevada en ambulancia al hospital de Nettuno, donde la sometieron a una dolorosa laparotomía. Fueron dos horas de operación, ¡sin anestesia! Por cierto, la intención de salvarla era vana, pues tenía perforados el pericardio, el corazón, el pulmón izquierdo, el diafragma y el intestino. Los médicos no entendían cómo aún estaba viva.
Volviendo del quirófano junto a su madre, se mostraba preocupada con tranquilizarla; le decía que estaba bien y le preguntaba por sus hermanos. La deshidratación causada por la pérdida de sangre la hacía sufrir terriblemente, pero la gravedad de las heridas le impedía sorber ni siquiera una gota de agua. En esta situación, recordar la sed que padeció Jesús en lo alto de la Cruz la tranquilizaba y le traía consuelo.
Al día siguiente tuvo la gracia de recibir la deseada Comunión, pero en circunstancias tan diferentes de las que imaginaba. El arcipreste de Nettuno, Mons. Signori, le llevó el Santo Viático al hospital, y cuando le preguntó si sabía a quién iba a recibir, ella respondió: “Sí, es el mismo Jesús que dentro de poco veré cara a cara”.
El sacerdote le recordó que el Señor perdonó a todos desde lo alto de la Cruz y le había prometido al buen ladrón que aún en ese día estaría con Él en el Paraíso. Entonces, le preguntó si perdonaba a su asesino: “Sí, por amor a Jesús, le perdono. Y también quiero que esté conmigo en el Paraíso. Desde el Cielo rogaré por su arrepentimiento”.
Con esta disposición de alma recibió los Sacramentos. Unas horas después entraría en agonía. Instintivamente besaba el crucifijo y una medalla de la Virgen, insignia de la asociación de las Hijas de María, en la que fue admitida en el lecho de su muerte. Invocó muchas veces a Nuestra Señora y sobre las tres de la tarde expiró.

Catorce lirios resplandecientes
La muerte de María Goretti fue llorada por todos los que la conocieron. Pronto se extendió la fama de su santidad y, tan sólo dos años después, sus restos mortales fueron depositados en un grandioso monumento erigido en su honor, en el santuario pontificio de Nuestra Señora de las Gracias, en Nettuno. 
Uno de los hechos prodigiosos que contribuyeron a su canonización fue la conversión de Alessandro. En 1910, tras haber pasado por un período de frialdad y rebeldía, habiendo pensado incluso suicidarse, el infeliz asesino fue visitado por su víctima en la cárcel de Noto. Marietta se le apareció vestida de blanco, ofreciéndole unos lirios que cuando fueron tocados por él se transformaron en llamas resplandecientes. En total eran 14… ¡el mismo número de las puñaladas que había recibido! 
Asistido por los padres pasionistas, Alessandro se convirtió. Al cumplir 27 años de prisión fue liberado y se dirigió a Corinaldo, donde entonces vivía la madre de Marietta, para pedirle perdón públicamente y de rodillas. Imitando la actitud de su hija, la madre lo perdonó, y comulgaron juntos en la Santa Misa de Navidad. Después, el arrepentido asesino se hizo terciario franciscano y terminó sus días, ya anciano, como sirviente y jardinero en un convento capuchino.

Testamento Espiritual de Alessandro Serenelli 

“Tengo casi 80 años de edad y estoy al final de mi vida. Echando un vistazo al pasado, reconozco que en mi primera juventud me fui por el peor camino: el camino del mal, lo que me llevó a la ruina. Miré a través de la prensa los espectáculos con malos ejemplos que la mayoría de los jóvenes sigue sin pensar. Tuve a mi lado personas piadosas que practicaban la fe, pero no me importó ya que estaba cegado por una fuerza brutal que me empujó a la perdición. Me consume el remordimiento de haber cometido un crimen pasional que recuerdo con horror. María Goretti, ahora santa, era el ángel bueno que la Providencia había puesto ante mi vida para salvarme. Conservo impreso en mi corazón las palabras de reproche y perdón que me dirigió antes de morir. Ella oró por mí, intercedió por su asesino.
Estuve treinta años en prisión. Si yo hubiese sido un menor de edad, me habrían condenado a cadena perpetua. Acepté resignado el juicio, consciente de mi culpabilidad. Durante mi prisión María era realmente mi luz, mi protectora; con su ayuda me comporté bien en los veintisiete años que duró mi condena y traté de vivir honestamente en la cárcel.
Una vez en libertad, los hijos de San Francisco, los Menores Capuchinos de Marche, me dieron la bienvenida en su convento con amor seráfico, me trataron no como a un esclavo, sino como a un hermano. He vivido con ellos durante 24 años, y ahora espero con serenidad ser admitido a la visión de Dios, abrazar a mis seres queridos, estar cerca de mi ángel de la guarda, María, y su querida madre, Assunta.
Espero que a quienes lean mi carta les quede la enseñanza de que la felicidad está en hacer el bien y evitar el mal, desde la infancia. Que piensen que la religión con sus preceptos no es algo de lo que se puede prescindir, y que en cambio nos da la seguridad de estar en lo correcto, en todas las circunstancias, incluso en las más dolorosas de la vida.
“Paz y bien”
Macerata, 05 de mayo 1961
Alessandro Serenelli

lunes, 1 de julio de 2019

EXCOMUNION A LOS MASONES: P.P. CLEMENTE XII


CLEMENTE XII
 In eminenti:  28 de abril de 1738
«Habiéndonos colocado la Divina Providencia, a pesar de nuestra indignidad, en la cátedra más elevada del Apostolado, para velar sin cesar por la seguridad del rebaño que Nos ha sido confiado, hemos dedicado todos nuestros cuidados, en lo que la ayuda de lo alto Nos ha permitido, y toda nuestra aplicación ha sido para oponer al vicio y al error una barrera que detenga su progreso, para conservar especialmente la integridad de la religión ortodoxa, y para alejar del Universo católico en estos tiempos tan difíciles, todo lo que pudiera ser para ellos motivo de perturbación».

«Después de una madura reflexión sobre los grandes males que se originan habitualmente de esas asociaciones, siempre perjudiciales para la tranquilidad del Estado y la salud de las almas, y que, por esta causa, no pueden estar de acuerdo con las leyes civiles y canónicas; instruidos por otra parte, por la propia palabra de Dios, que en calidad de servidor prudente y fiel, elegido para gobernar el rebaño del Señor, debemos estar continuamente alerta contra la gente de esta especie, por miedo a que, a ejemplo de los ladrones, asalten nuestras casas, y al igual que los zorros se lancen sobre la viña y siembren por doquier la desolación, es decir, el temor a que seduzcan a la gente sencilla y hieran secretamente con sus flechas los corazones de los simples y de los inocentes. 

Finalmente, queriendo detener los avances de esta perversión y prohibir una vía que daría lugar a dejarse ir impunemente a muchas iniquidades, y por otras varias razones de Nos conocidas, y que son igualmente justas y razonables; después de haber deliberado con nuestros venerables hermanos los cardenales de la santa Iglesia romana, y por consejo suyo, así como por nuestra propia iniciativa y conocimiento cierto, y en toda la plenitud de nuestra potencia apostólica, hemos resuelto condenar y prohibir, como de hecho condenamos y prohibimos, los susodichos centros, reuniones, agrupaciones, agregaciones o conventículos de francmasones o cualquiera que fuese el nombre con que se designen, por esta nuestra presente Constitución, valedera a perpetuidad. 

Por todo ello, prohibimos muy expresamente y en virtud de la santa obediencia, a todos los fieles, sean laicos o clérigos, seculares o regulares… que entren por cualquier causa y bajo ningún pretexto en tales centros, reuniones, agrupaciones, agregaciones o conventículos antes mencionados, ni favorecer su progreso, recibirlos u ocultarlos en sus casas, ni tampoco asociarse a los mismos, ni asistir, ni facilitar sus asambleas, ni proporcionarles nada, ni ayudarles con consejos, ni prestarles ayuda o favores en público o en secreto, ni obrar directa o indirectamente por sí mismo o por otra persona, ni exhortar, solicitar, inducir ni comprometerse con nadie para hacerse adoptar en estas sociedades, asistir a ellas ni prestarles ninguna clase de ayuda o fomentarlas; les ordenamos, por el contrario, abstenerse completamente de estas asociaciones o asambleas, bajo la pena de excomunión…»