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martes, 30 de enero de 2024

ADVERTENCIA SOBRE LA MASONERIA

 


Dijo sobre la francmasonería uno de sus más grandes opositores, el mártir de la caridad y fundador de la Milicia de la Inmaculada, San Maximiliano Kolbe: “Estos hombres sin Dios se encuentran en una situación trágica. Tal odio implacable por la Iglesia y los embajadores de Cristo en la Tierra no está en el poder de las personas individuales, sino de una actividad sistemática derivada en el análisis final de la masonería. En particular, tiene como objetivo destruir la religión católica. Sus decretos se han difundido por todo el mundo, con diferentes disfraces. Pero con el mismo objetivo – indiferencia religiosa y debilitamiento de las fuerzas morales, de acuerdo con su principio básico – ‘Conquistaremos la Iglesia Católica no con argumentación, sino con corrupción moral’.”

Invaluable advertencia realizó San Maximiliano en su momento, y hoy vivimos en las consecuencias de no haberla acatado.

viernes, 26 de enero de 2024

REFLEXION DEL SANTO CURA DE ARS

 


“No hay duda: una persona que ama el placer, que busca comodidades, que huye de todo lo que pueda significar sufrimiento, que es sumamente ansioso, que se queja, que culpa, y que se impacienta ante la más mínima situación porque las cosas no salen a su manera; una persona así es Cristiana solamente de nombre; él es solo una deshonra para su religión, porque Jesucristo lo ha dicho así: ‘Cualquiera que desee venir detrás de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz todos los días de su vida, y que me siga’ “. 


Santo Cura de Ars

jueves, 25 de enero de 2024

Matrimonio de San José y la Santísima Virgen María (Sermon R.P. Rafael)

 

   Esta es una fiesta muy importante que  desafortunadamente ha sido eliminada del calendario. Es el fundamento de la Iglesia Católica, el fundamento de nuestra vida espiritual, el fundamento de la vida de familia, de las naciones. Todo está fundado en la Sagrada Familia, que es el reflejo de la Santísima Trinidad. El cumplimiento perfecto de todo el Evangelio y de la vida sobrenatural está en la vida de la Sagrada Familia.

   El matrimonio de San José y de la Santísima Virgen María tenía que existir antes de la Encarnación, un verdadero matrimonio. La Santísima Virgen había hecho un voto de virginidad perpetua cuando fue presentada en el templo, a los 3 años de edad, y  de la misma manera, San José también había hecho voto de  virginidad perpetua, a través de la inspiración del Espíritu Santo porque esto no se había hecho en el Antiguo Testamento, y no era una práctica común. Entonces,  ¿qué sucede cuando Dios elige a San José como esposo de la Santísima Virgen María? Fue elegido milagrosamente pues floreció la vara que tenía San José para saber quién de los familiares de la Santísima Virgen María era el elegido por Dios. Sin embargo, antes de este matrimonio,  para que fuera un matrimonio válido, verdadero, ambos, bajo la inspiración del Espíritu Santo  entraron al matrimonio con votos de virginidad pero abriendo una ventana para un milagro, es lo que los teólogos dicen. Porque, para que un matrimonio sea válido, siempre deben estar abiertas las puertas a la vida, para el caso de que  a San José y a la Santísima Virgen les sucediera algo milagroso.

    Es un misterio que no comprendemos es algo muy elevado pero tenían que dejar la ventana abierta para un milagro de la Voluntad de Dios, del Cielo. Así que el Niño Jesús el día de la Encarnación al anuncio del Arcángel San Gabriel,  llegó al seno de la Santísima Virgen María  dentro de la Sagrada Familia, dentro de un matrimonio. Es la razón por la cual San José es un verdadero Padre virginal de Nuestro Señor Jesucristo,  por el matrimonio.

    El Fiat de la Santísima Virgen el día de la Encarnación fue por ambos, en nombre de ambos, porque Ella sabía que San José y Ella misma estaban abiertos a un milagro, condición para que el matrimonio sea válido, el Fiat de San José estuvo implícito el día del matrimonio  y la Santísima Virgen expresó el Fiat  en nombre de ambos el día de la Encarnación, incluso aunque San José lo supo hasta después por el anuncio del mismo Arcángel San Gabriel. Esto es muy importante porque es imposible que Dios quiera hijos fuera del matrimonio,  la Santísima Virgen no fue en lo absoluto  madre soltera, por supuesto que no, entonces, todo tiene que venir de una familia. La familia de Dios, la Santísima Trinidad, y la Iglesia quiso nacer de la Sagrada Familia, Nuestro Señor mismo es el Hijo.

   Cuando los esposos se casan es la unión entre Nuestro Señor y la Iglesia, para darle hijos a Dios, darle otros Jesús a Dios,  los que Él quiera. El esposo tiene que ser como San José y la esposa como la Santísima Virgen María, que imiten sus virtudes, Fe, Esperanza y Caridad, el amor por la Cruz, la sumisión a la Ley de Dios, castidad, que es obligatoria para todos, en el caso de San José y de la Santísima Virgen fue la virginidad, es la única diferencia. Para el resto, toda familia debe formarse alrededor de la Sagrada  Familia.

   Estos conceptos son  muy importantes, no sólo para nuestras familias sino que también para nuestra vida espiritual. Nos hemos consagrado a la Santísima Virgen María, así que Ella es nuestra Maestra, nuestra Madre, nuestra protectora y lo mismo con San José, por eso también  tenemos que hacer la Consagración a San José, porque al hacer estas consagraciones, nos estamos consagrando a la Sagrada Familia y entramos a formar parte de ella y nos ponemos a su servicio. Sometidos en obediencia, sometidos como esclavos de amor a María y San José, para vivir como en Nazaret, como otro Niño Jesús. La palabra Nazaret significa casa de santidad; significa la escuela de santidad del Espíritu Santo enseñándonos en este ambiente bajo María y San José, nuestros verdaderos padres espirituales.

   El título favorito de San José de acuerdo a San Pío X es Padre Virginal de Nuestro Señor Jesucristo. Decir Padre putativo, se queda corto,  o Padre Nutricio, o Padre Adoptivo se queda corto con lo que en realidad es San José, es un Padre Verdadero. Los Santos dicen que su matrimonio es perfecto en todos los sentidos por lo tanto, su paternidad es más perfecta que la de  los padres biológicos, porque la virginidad es más elevada que la vida matrimonial, por tanto, este matrimonio virginal hace a San José un padre más grande que cualquier otro padre.

   También hay que analizar que cuando una pareja quiere casarse, se les dice en las pláticas matrimoniales, que hay tres bienes que se adquieren con este matrimonio. El primer bien es darle hijos a Dios, otros Jesús para poblar el cielo. Por eso los padres tienen el 100 % derecho y  obligación sobre los hijos, incluso hasta que mueran, aunque los padres sean viejos, tienen aún  la responsabilidad sobre los hijos, para corregirlos, enseñarlos, ponerles ejemplo, esa responsabilidad no termina aunque el hijo tenga 21 años. Otra cosa importante es que los abuelos no reemplazan a los padres., por caridad les ayudan a cuidarlos, sí, pero toda la responsabilidad es de los padres y de los padrinos. Los abuelos no están obligados a cuidar de los nietos. Ellos no son el reemplazo de los padres. Es la razón por la cual la madre no debe trabajar a nivel de los principios. (Cada caso tendría que tratarse diferente como excepción de acuerdo  las circunstancias). A nivel de los principios, la madre se queda en casa pues su responsabilidad número uno es el esposo y los hijos. El resto, viene de Dios, del esposo y de Cristo pues el matrimonio es de 3: Cristo, esposo y esposa. Quien toma la decisión de cuántos hijos tener es Cristo. Él es el Rey, es el centro, es Dios mismo, y el resto será dado por Él, lo que falte, preocupaciones, necesidades, tentaciones, dificultades serán solucionadas por Cristo. Por eso debemos tener un gran espíritu de Fe,  de oración,  de sacrificio especialmente. El problema es que los matrimonios modernos no aceptan estos principios, por falta de Fe, Esperanza y Caridad.

   El segundo bien del matrimonio que los hace santos y sagrados es el bien de la fidelidad entre ellos y con Cristo. Este matrimonio crea un lazo entre esposo-esposa y Cristo. Hablamos de un matrimonio verdadero bendecido por la Iglesia. De tal manera que si la esposa se quiere separar del esposo, se separa de Cristo. Y, si el esposo hace algo contra la esposa, lo hace contra Cristo, contra la Santísima Virgen María, a ese grado, el vínculo es divino. El voto de la unión matrimonial es divino.

   El tercer bien es que es elevado a nivel de Sacramento. Es un signo de la unión entre Cristo, esposo y esposa, y que están en el Cuerpo Místico de Cristo, por eso es el símbolo de la unión entre Cristo y la Iglesia. Cristo los une a Su propia vida, a la Santísima Trinidad. Por esto, este vínculo sagrado no puede ser roto, por tanto, el divorcio no existe y menos una anulación. Este es el tercer bien que no puede ser disuelto, juntos hasta la muerte.  Como es un signo de la unión entre Cristo y la Iglesia, hasta que Cristo no muera por la Iglesia  no está terminado, al contrario, es perfecto en el cielo. Y la Iglesia, cada uno de nosotros,  no podemos separarnos de Cristo hasta la muerte, es el símbolo de unión con Dios, significa que lo que uno haga al otro se lo hace directamente a Cristo. Por eso Nuestro Señor tiene que nacer en un matrimonio, para enseñarnos que los niños tienen que ser tratados como el Niño Jesús para poblar el cielo, en un matrimonio fuerte con el ejemplo de San José y de la Santísima Virgen María, como Padre y Madre en la vida espiritual. San José proveerá y la Santísima Virgen será el corazón de la familia, enseñando, protegiendo y dando todo el amor y la fuerza, el Espíritu Santo que necesitamos. El concepto de matrimonio es hermoso, pero está roto. El concepto moderno del matrimonio es totalmente diferente, es humano. Si ustedes preguntan qué es lo que el Concilio Vaticano II dice a cerca del matrimonio, van a encontrar que modificaron la definición del matrimonio. El nuevo catecismo dice que matrimonio es la unión de una pareja (no especifican hombre y mujer) para amor y mutua ayuda y los hijos, son secundarios, básicamente opcionales. Esto es poner el matrimonio para un fin humano. Si se aman uno al otro es suficiente para estar juntos, y los hijos dependerá de la decisión de ellos, básicamente, porque es una unión humana. Y si ya no se aman más, se separan 2,3,4 … veces y es lo que el obispo disuelve y da las anulaciones. ¡¡Es una catástrofe!!

   Nuestra Señora del Buen Suceso dice en su profecía  que los 7 Sacramentos van a ser profanados, modificados y humanizados y que el Sacramento que más va a ser modificado será el Sacramento del Matrimonio. Sabemos por ejemplo cómo la  nueva misa ha sido modificada a nivel de la abominación, ahora el Sacramento del matrimonio, que ha sido más modificado que el Novus Ordo. De acuerdo a esta profecía significa que el matrimonio para la gente del Novus Ordo es algo completamente humano, lo vemos alrededor de nosotros, y el matrimonio de la Iglesia Católica es Divino, es un vínculo Divino con Cristo y Su Preciosísima Sangre y la Comunión de los Santos. Por eso es una catástrofe lo que la Sociedad San Pío X está haciendo de mezclar los matrimonios de los Tradicionalistas con los Novus Ordo. ¡Ellos hablan del matrimonio con el obispo de la diócesis pidiendo permiso como si el concepto de matrimonio fuera el mismo y es infinitamente diferente!! Y ponen los registros de los matrimonios en las diócesis a cargo del obispo.  Es poner los hijos de Dios al cuidado de los lobos, del demonio, porque el obispo puede disolver esos matrimonios en cualquier momento en su diócesis. Es más allá de lo que podemos imaginar esto que está haciendo la Sociedad San Pío X, es una traición. Pedir permiso a los lobos, los obispos del Novus Ordo para casar a  una pareja que quiere darle hijos a Dios y poner sus registros bajo el cuidado de los lobos.

   Los hijos deben ser educados en un ambiente católico,  es algo que no ha sido predicado. San Pío X dice que para que  un niño crezca en un ambiente católico,  debe crecer en 3 ambientes y los 3 deben ser católicos: escuela, parroquia y hogar. Dice que si uno de los 3 falla, todo el trabajo se destruye. Son palabras de San Pío X para que vean la seriedad de este asunto. Podemos decir que en   el 99 % de las escuelas hay peligros contra la moral y la Fe. Es un problema enorme. Es por esto que casi la única opción ahora es escuela en el hogar.  Hay que poner  en las manos de María y San José lo que no podemos hacer, pero también estamos obligados a estudiar todo tipo de temas. Vamos a poner una plataforma con varios temas, de fuentes confiables, aprobadas por la Tradición, Santos, Doctores de la Iglesia, libros, conferencias. Los Oblatos lo han pedido y estamos obligados a hacerlo para las futuras familias, y nuestros niños, para tener una formación fuerte para nuestros niños.  Es una emergencia.

   Pidamos a San José y a la Santísima Virgen María nos ayuden a fortalecer nuestras familias en formación, en doctrina, en Tradición.

   En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

https://benedictinos.blog/2024/01/24/matrimony-of-saint-joseph-and-the-blessed-virgen-mary/



viernes, 19 de enero de 2024

NOCIONES DE HISTORIA DE ESPAÑA (2a Parte)

Primera Parte 

España romana.

P. ¿Cuándo empezó en España la dominación romana?

R. En el siglo III antes de Jesucristo, con la derrota de los cartagineses.

Escipión, antes de partir para el África, dejó encargado el gobierno de España a dos procónsules, y fue dividida en dos provincias, que llamaron Ulterior y Citerior: ésta comprendía desde los Pirineos hasta el Ebro, y aquella el resto de la península.

P. Los romanos ¿gobernaron bien a España?

R. Al contrario, abusaron de su poder, y los españoles se sublevaron muchas veces contra los gobernadores que Roma enviaba, por lo mal que trataban a los naturales. Hacia el año 150 antes de Jesucristo sostuvieron los españoles varias batallas contra los romanos, y reunido como 30.000 guerreros españoles, enviaron un embajador al gobernador Galba solicitando un tratado de paz.

El gobernador traidor los recibió muy bien, les ofreció amistad sincera, y después de una capitulación muy honrosa, se pusieron a sus órdenes los españoles. En seguida, valiéndose de mil astucias, los dividió en varios grupos, y cuando estuvieron separados, y por consiguiente sin fuerzas para resistir, los hizo desarmar y degollar, resultando de aquella orden cruel más de 20.000 víctimas.

P. ¿Y nadie protestó contra aquella infamia?

R. Sí; un pastor joven, llamado Viriato, de alma generosa y elevados

pensamientos, indignado de tal alevosía, se puso al frente de muchos españoles, y empezó una nueva guerra contra los romanos, en la que estos llevaron siempre la peor parte: los venció en muchas batallas, y por fin les hizo firmar un tratado en que el senado romano le reconoció como señor del terreno conquistado.

P. ¿Qué sucedió a Viriato después de firmar aquel tratado?

R. Se retiró a descansar después de catorce años de guerra, en la que tanto abatió el orgullo de Roma; fiado en su tratado, fue sorprendido por el cónsul Quinto Servilio Cepión, y hubo de retirarse a los montes; desde allí mandó tres oficiales de su ejército a enterarse de la intenciones del general romano, y estos traidores, en vez de cumplir las órdenes de su general, se dejaron seducir por Cepión, y cuando volvieron al campo asesinaron a Viriato mientras dormía.

P. ¿Qué me dice V. de Numancia?

R. Era una ciudad independiente, que se alzaba sobre una colina, muy cerca de donde hoy se halla Soria. Después de la muerte de Viriato, algunos de sus soldados se refugiaron en Numancia, y los romanos pidieron su entrega a los numantinos; estos contestaron que no podían hacer tal cosa sin faltar a las leyes de hospitalidad. Por esta noble contestación se vieron acometidos por 30.000 infantes y 2.000 caballos; dentro de la ciudad había como 6.000 hombres en estado de defenderse, y no tenían otras murallas que un castillo incapaz de contener a 4.000 guerreros.

P. ¿Desmayaron los numantinos ante un enemigo tan superior?

R. Persuadidos de la sinrazón de aquel ataque brusco, Numancia se convirtió en una plaza de héroes, y antes que lograron los romanos formalizar el cerco, fueron acuchillados y destrozados completamente por los valerosos numantinos; aunque al campo romano llegaron refuerzos muchas veces, otras tantas fueron vencidos, sin conseguir dominar aquellas peligrosas alturas. Por fin, debilitados los numantinos, acometidos por un nuevo ejército de 60.000 hombres, que llegaron a las órdenes de Escipión Emiliano, acosados por el hambre y faltos de todo recurso, trataron de negociar la paz, no admitiéndoles los romanos otra condición que la de entregarse a discreción.

No quedaba a aquellos héroes otro recurso que humillarse o morir, y prefirieron lo último, lanzándose al campo enemigo, sembrando la muerte al recibirla; por fin, imitando la conducta de los saguntinos, mataron a sus mujeres e hijos, y dieron fuego a la ciudad, a los quince meses de sitio y muchos años de guerra, a cuyos hechos siguieron muchos años de paz.

P. ¿Cómo se explica V. las guerras de Sertorio?

R. Sila, señor y tirano de Roma, entre sus muchas crueldades mandó dar muerte a 2.000 caballeros allí donde fueren habidos; Sertorio pudo huir y vino a España, donde en poco tiempo se hizo querer por sus buenas condiciones; muchos pueblos se declararon a su favor, y así pudo reunir un crecido ejército, con el que hizo frente a las legiones de Sila, que fueron derrotadas en todos los encuentros.

Creó una república semejante a la romana, y fundó una universidad, sin duda la primera que hubo en España, y al fin murió asesinado por su segundo, Perpena, y otros conjurados, 73 años antes de Jesucristo.

P. ¿Qué ocurrió con la muerte de Sertorio?

R. Se hizo jefe el asesino Perpena; pero Pompeyo el Grande, que había peleado muchas veces contra Sertorio le hizo preso y le mandó matar por traidor a su general. El ejército de Sertorio, que había empezado a disputar por no seguir las órdenes de un traidor, ya no dio señales de vida, y Pompeyo conquistó en poco tiempo y sin dificultad más de quinientos pueblos; pero no a Osma y Calahorra, que se mantuvieron fieles, prefiriendo ser destruidas, y así quedo España nuevamente sujeta a Roma.

P. ¿Qué me dice V. de las guerras de Julio César y Pompeyo?

R. Roma estaba dividida en dos bandos: unos a favor de Pompeyo, notable por la influencia que le dieron sus conquistas, y otro a favor de Craso, célebre por sus riquezas. Julio César, que era amigo de Craso, y ambicionaba ser nombrado cónsul, casó una hija con Pompeyo, y así formaron el triunvirato. Muerto Craso, empezaron las rivalidades entre César y Pompeyo, que siguieron hasta la muerte de la hija de César y mujer de Pompeyo; entonces, roto el único lazo que los sujetaba, se declararon implacables enemigos.

César vino a España y Pompeyo se dirigió a Macedonio y luego a África, donde fue asesinado por un esclavo; los hijos de Pompeyo continuaron la guerra, ayudados por los españoles, y después de varios encuentros, dieron la gran batalla de Munda, donde César empezó llevando la peor parte; mas cuando sus tropas, desalentadas, empezaron a ceder, el mismo César, descubriéndose la cabeza y tomando la espada de un soldado, empezó a batirse cuerpo a cuerpo.

Animó tantos los suyos este ejemplo, que, imitando a su general, acometieron con nuevos bríos al enemigo, consiguiendo una completa victoria.

Julio César volvió a Roma, y después de haberle recibido en el triunfo, murió asesinado por Bruto.

P. ¿Quién heredó el poder a la muerte de César?

R. Por disposición suya heredó el mando su sobrino César Augusto, primer emperador romano, el cual venció a todos sus enemigos y se consagró a hacer feliz a su pueblo, hasta que le alcanzó la muerte.

En el año 42 de su reinado, el día 25 de Diciembre, nació Jesucristo.

Algunos años después, los emperadores romanos persiguieron cruelmente a los cristianos. Empezó a dar ejemplo de esta crueldad el emperador Nerón, quien mandó dar fuego a Roma, y por contener el enojo del pueblo, culpó a los cristianos de su maldad.

España continuó en poder de los romanos hasta el siglo V de Jesucristo, en que siendo Honorio emperador de Roma, llegaron los bárbaros del Norte.


miércoles, 17 de enero de 2024

LAS VIRTUDES DE SACRIFICIO (Beata Concepción Cabrera de Armida)

 


                                                  

Jesús dictándole a Conchita Cabrera:

1.- Sacrificio

   El Sacrificio y el Dolor nacen sólo del AMOR de DIOS; y en él viven y dentro de él crecen y fructifican, llenando el alma de inmensos bienes. (Tomo 12)

2.- Penitencia                   

   La Penitencia es el fuego que conserva las virtudes y les da savia para su desarrollo.

   De ella nace el propio desprecio; de ella se produce el ansia de padecer, el hambre de crucifixión.

   La humildad produce esta grande virtud, conserva sus actos; más la desarrolla el amor divino.

   La Penitencia es muy agradable a Dios y tiene muchos visos, y alcanza diversas gracias para las almas y para la misma alma que la práctica.

   La Penitencia atrae a la ternura y el Corazón de Dios y tiene las cualidades de expiar y merecer. La Penitencia brota de la humildad.

3.- Penitencia Espiritual perfecta

   La Penitencia exterior tiene la facultad o virtud de purificar el cuerpo y el alma, pero existe otra clase de penitencia: la penitencia espiritual perfecta.

   Esta penitencia es de un valor inmenso, y como lo dice su nombre, toca directamente al espíritu, aunque sus efectos se dejan también sentir en el cuerpo.

   Esta purificación no está en manera alguna en la voluntad humana, sino que depende totalmente de la Voluntad Divina. Esta Voluntad Divina, o por sí, o valiéndose de otro espíritu, hace pasar el alma por el vivo fuego del crisol de la purificación más intensa y atormentando al alma, la deja capaz para recibir las gracias del cielo. Este es un fuego que en un instante consume hasta las más pequeñas imperfecciones, y acerca al espíritu, así purificado.

   Esta purificación deja en el alma varios santos efectos: es decir, le da luz, fortaleza y unión: estas tres gracias, además de otras, son las principales con que Dios regala al alma feliz que lleva por estos caminos.

   Esta penitencia es una de las virtudes internas perfectas de que venimos hablando y solamente un especial beneficio de Dios y un don puramente gratuito. Es un favor del cielo con el cual Dios purifica a las almas, las limpia para subirlas a la alteza incomprensible de la unión.

   Son estas desolaciones que van a lo más hondo del espíritu, un don gratuito, sin que nadie sea capaz, ni de quitarlas, ni de disminuirlas, pero se puede inclinar a Mi Corazón a concederlas, practicando los tres grados de perfección de la Religión de la Cruz.

   La Penitencia es de gran valor y procura al alma innumerables bienes. El cuerpo es como un pedernal y la penitencia el eslabón con que se produce el fuego santo que purifica el alma y la abraza en el divino amor.

   La Penitencia es una poderosa arma contra muchos vicios; es espuela contra la molicie y ataca directamente a todos los pecados capitales. Es el cerco de la castidad, la despertadora del espíritu y el antídoto contra el fuego del Purgatorio. Es la llave de las gracias y la que detiene la justicia del mismo Dios, es una mina que atesora para el cielo.

   La Penitencia abre las puertas de la contemplación y los tesoros celestiales. ¡Sin embargo, hasta su nombre causa horror, pero si se gustasen sus frutos, este delicado sabor que en el mundo no se encuentra…!  La Penitencia inclina al hombre a la mortificación, al propio desprecio, a la caridad del prójimo y a la unión con Dios.

   4.- Sufrimiento espiritual perfecto y Padecimiento

   La virtud del sufrimiento es una parte esencial del dolor. El sufrimiento cristiano que se acompaña siempre de la resignación y de la paciencia, es hijo de Mi Corazón, nacido y santificado en Él.

   En Mi Corazón se santificó el dolor interno, del sufrimiento de Mi Corazón tomó su virtud y fortaleza.

   El sufrimiento es mayor que el padecimiento, porque éste toca al cuerpo y aquél al alma, y tanto le aventaja cuanto es la diferencia de lo material a lo espiritual.

   El Padecimiento cristiano es también una virtud, y muy grande y de riquísimo e imponderable valor a los ojos de Dios, sobre todo cuando parte de un cuerpo puro, con un alma santificada.

  Uno de los mayores medios para la santificación de un alma es el padecimiento físico causado por las enfermedades; sin embargo,  el Padecimiento es hijo del Sufrimiento y la mayor parte de las veces andan juntos. Mas ahora no trato aquí de un sufrimiento puramente moral, aunque en mucho lo estimo y valorizo; hablo del Sufrimiento espiritual perfecto, que anega al alma en las amarguras más crueles.

   Esta clase de sufrimiento interno fue el que desgarró a Mi amantísimo Corazón, desde el instante mismo de Mi Encarnación hasta que entregué Mi Espíritu en manos de Mi Padre. En este sufrimiento se complacen las miradas del Padre; y él es el que partiendo de un alma pura, alcanza más gracias celestiales. Todo Padecimiento y todo Sufrimiento es Cruz, y constituyen el camino derecho para el Cielo.

   Ellos preparan al alma para la Contemplación y la conservan: ellos son indispensables apoyos para la Oración, y su alimento y su vida.

   A la medida del dolor descienden las gracias para el alma y para las almas.

   El dolor es el Arca Santa de los divinos favores. Sin dolor no hay alegría, es decir, no hay oración, ni contemplación, ni sólida virtud, esto es: sin sufrimiento no existe sencillamente la vida espiritual.

   La palanca de la vida espiritual es el dolor manifestado en las diferentes formas de sufrimiento y padecimiento. Muy grande y encumbrada es esta virtud brotada de Mi Corazón Santísimo.

   El Sufrimiento espiritual perfecto consiste en recibir, buscar y gozarse en el sufrimiento, padecimiento y toda clase de mortificación voluntaria o impuesta, ya directamente por Mí mismo, ya por parte del prójimo o ya proporcionada por la misma alma.

   Esta definición encierra un campo vastísimo de crueles y terribles martirios. Con sólo eso llegaría cualquier alma que pasase por este camino a la más alta perfección.

   Los enemigos del sufrimiento y del padecimiento son muchos y combaten en favor del mundo, demonio y carne. La comodidad y el placer hacen inmensos esfuerzos para derrotar el sufrimiento y el padecimiento.

   La delicadeza afina y pone en juego todas sus armas, la flaqueza y debilidad los hacen tropezar y hasta llega a caer.

   Pero el dominio propio, la firmeza, la energía y la constancia son sus apoyos y las armas también con las cuales alcanza la victoria.  ¡Felices mil veces las almas vencedoras!

   5.- Mortificación

   Nota.- El sufrimiento y la mortificación van más al interior del alma. La penitencia y el padecimiento se refieren más al cuerpo.

   La mortificación es el constante quebrantamiento de todo propio querer. Sólo está incluido en el total sacrificio de la obediencia: sin embargo, puede el alma actuarse en todas sus operaciones, ya que la virtud de la mortificación es el incienso del alma.

   Esta virtud es muy amada de Mi Corazón, la cual se desarrolla y crece practicándola.  Es una hija predilecta del Espíritu Santo y su misión es purificar a las almas por el sacrificio, y su perfección consiste en que este sacrificio sacudido de todo propio interés, suba al Cielo por el solo y puro amor. Este puro amor tiene muchos grados y extensión.

   La mortificación es una grande virtud hija del sufrimiento y hermana del padecimiento. Es la mortificación la sal con la cual sazonan todas las virtudes, ellas son desabridas sin esta sal indispensable para su sabor.

   La mortificación, aunque es también hija del sufrimiento, es mayor que su hermano el padecimiento y más parecida a su padre en el sentido de que va al interior del alma a practicar su misión.

   La misión de la mortificación es divina y su práctica lleva al alma a un alto grado de perfección.

   El alma mortificada es pura, obediente, humilde, penitente y la acompañan todas o la mayor parte de las virtudes.

   La mortificación tiene la virtud especial de levantar el alma de las cosas de la tierra y de atraer por su medio la presencia de Dios.

   La mortificación es la leña o combustible con que se enciende el alma en divino fuego.

   La mortificación es una virtud secreta que en el ocultamiento y obscuridad hace grandes progresos. Es enemiga del ruido, y en un profundo silencio se ejercita y crece. Tiene su asiento en el alma pura o purificada.

   Es la mortificación una virtud gigante y aun cuando se muestre en la pequeñez de la humildad, o con su vestidura, ella derroca a enemigos muy capitales del alma.

   Es virtud guerrera que consigo lleva a la lucha y no descansa en su misión, proporcionando al alma que la posee, infinitos modos y medios de merecer.

   La mortificación domina a los sentidos y pone a raya a las pasiones del hombre. Se interna hasta en la potencias del alma y pasa aún más allá, esto es, al campo vastísimo interno dentro del cual también impera ejerciendo ahí su dominio y su influencia más perfecta.

   Es virtud tan fuerte, que derroca a la voluntad humana, la pisa y hace de ella su asiento, la rinde totalmente con su trabajo y esfuerzo, y de tal manera llega a sujetarla, que aquel feliz y mil veces feliz espíritu que la tiene por su reina llega a vivir y a respirar dentro de ella y por ella misma.

   Esta virtud tiene infinitas recompensas celestiales para el alma que la practica, no sólo en la eternidad, sino aún en el tiempo.

   Sus enemigos son los mismos que los del sufrimiento y padecimiento, pero esta virtud como aborrece de muerte a la comodidad, a la delicadeza y al placer, esgrime heroicamente todas sus armas para defenderse, apoyándose en la humildad y en la constancia.


martes, 9 de enero de 2024

LA TRAVESÍA DE LOS SANTOS REYES (Sermón de Epifanía R.P. Rafael OSB)


 

" Quiero que reflexionen que el viaje que hicieron los tres  Santos Reyes es como  nuestro viaje aquí en la tierra rumbo al Cielo, es muy similar. Primero, la estrella representa un ángel, para nosotros representa la Fe que nos conduce a Nuestro Señor Jesucristo continuamente, a Su Corazón, a Su Voluntad, a Su presencia, hacia el Cielo. Así que tenemos que vivir como peregrinos todo el tiempo,  debemos estar listos a dejar todo si el la Voluntad de Dios. San Benito dice que lo más difícil de dejar atrás es nuestra propia voluntad, por eso es que la obediencia es la herramienta más poderosa. Por la obediencia, sabemos que estamos cumpliendo la Voluntad de Dios y dejamos de lado nuestra propia voluntad. En los Monasterios nos vamos a seguir la estrella, a seguir la Voluntad de Dios, porque sabemos que el principal enemigo somos nosotros mismos, nuestra propia voluntad. tanto que la regla de San Benito dice que debemos odiar nuestra propia voluntad. Es una de las sentencias más poderosas de la santa Regla. Es un privilegio estar bajo la obediencia de alguien. Hay que tener inteligencia y doctrina para cuando el superior o la autoridad nos dice algo y tenemos que ser capaces de discernir si es pecaminoso o no. Pues si es pecado no se obedece a esa autoridad, se obedecería a la siguiente autoridad que en nuestro caso sería nuestra Santa religión, los Apóstoles, los Mandamientos de Nuestro Señor Jesucristo.

Cuando los Santos Reyes perdieron la estrella y quedaron en obscuridad, buscaron consejo de Herodes y  cuando les dijeron ir a Belén, la estrella apareció de nuevo. Es otra lección: Dios nunca va a abandonarnos. La virtud de esperanza, nos obliga a confiar en Nuestro Señor, incluso en la obscuridad.

Este mundo ahora está realmente en obscuridad, por todos lados, y en cualquier tema. La gente se desanima, y busca consuelos y la estrella, que es la Fe, es sobrenatural. Así que aun cuando estamos en obscuridad, sabemos qué es lo que debemos hacer. "El justo vive de la Fe". Debemos ser fieles a Nuestro Señor y no buscar consolaciones fuera de la Voluntad de Dios.

Finalmente encontraron a Nuestro Señor. Antes de entrar a la casa, tuvieron que pedir permiso a San José para poder ver a Jesús y a María. Así que Dios usa la autoridad para dar Sus gracias. En un Monasterio, Dios da sus gracias a través del superior. En la Iglesia, Dios da Sus gracias a través del Papa, en el Cielos, Dios lo hace a través de la Santísima Virgen María. Los Santos Reyes vieron a Jesús y a María a través de San José. Dios Padre le delegó su autoridad a  San José.

En este mundo, ahora la gente quiere deshacerse de la autoridad, porque la principal bandera del Vaticano II y de la nueva religión es: libertad. Falsa libertad realmente, osea, libre de la Voluntad de Dios, liberalismo; incluso entre los tradicionalistas, dicen: es mi decisión! Es mi tiempo! Siendo que esto sería esclavitud, porque asegurar  mi voluntad y a mi mismo, es atarme yo mismo a algo humano, por lo tanto estoy atado y soy esclavo de las criaturas o de mi voluntad. Es por esto que tenemos que seguir el orden que Dios nos ha dado, que es siempre seguir Su Voluntad. Decir que tenemos que odiar nuestra propia voluntad suena muy duro. Pero es exactamente lo que tenemos que estar haciendo. Ir contra nosotros mismos. Porqué? Porque somos humanos, mi mente es humana, mi razonamiento es humano, y NO estamos aquí para seguir cosas humanas, estamos aquí para seguir cosas divinas, somos hijos de Dios. Esta es la razón por la cual tenemos que odiar nuestra propia voluntad. Por eso es que nos vamos a los Monasterios a seguir la voluntad de Dios. Nuestro Señor fue obediente hasta la muerte, y muerte de Cruz.

Otro punto a meditar es que después de que los Magos visitaron a Nuestro Señor, el Ángel les dijo que regresaran a casa. Orden muy crucificante, humanamente hablando, pues pasaron varios meses luchando por encontrar a Dios, el Rey de Reyes, el Rey de Israel,  Aquél que les iba a dar todo en el cielo y en la tierra, y si lo han encontrado ellos quieren estar ahí!

Eso mismo pasa cuando queremos Sacramentos, cuando queremos Sacramentos queremos a Dios, queremos recibirlo, queremos estar con Él, en la Santa Misa, en la Comunión! Pero miren la orden de Dios a través del Ángel: regresen a casa

Regresar a sus países, que son paganos, y 33 años después serán discípulos de Nuestro Señor. Esperar 33 años para volver a ver a Dios! Pero esa es la Voluntad de Dios y fue lo que hicieron.

Es lo que estamos haciendo ahora, para ser fieles a Nuestro Señor, siguiendo la estrella y haciendo Su Voluntad, no tenemos Sacramentos tan seguido, ni sacerdotes, pero amamos a Dios sobre todas las cosas, no tenemos Sacramentos que comprometen la Fe. Es claro que no es la voluntad de Dios que vayamos a esos lugares como la San Pio X o del indulto. Por eso es muy bonito el ejemplo de los Magos, lo habían encontrado y ahora tienen que regresar a casa.

Los planes de Dios son perfectos. Si quisiéramos hacer otra cosa según nuestro punto de vista, significaría que somos más sabios que Dios. Ese es el problema. Por eso la gente pierde la Fe, porque ven las cosas de manera humana. Un terremoto que mata miles de personas, porqué lo permite Dios? Están mirando las cosas de un punto de vista humano. Dios sabe lo que hace con cada alma, El tiene el control de todo. Para algunos es tiempo de sufrir, otro de morir, o de perder su casa, para que puedan recibir gracias, o no sabemos exactamente, pero Dios permite el mal para un bien mayor. Que no lo comprendemos, claro, no somos Dios, es normal que no lo entendamos.

Debemos ser humildes, si algo no comprendemos, nos sometemos. Obedecer siempre la Voluntad de Dios. Señor, que se haga siempre Tu Voluntad, cualquiera que sea, crucifixión, no tener sacramentos en varios años, lo que Dios decida, si tenemos que morir esta noche, vamos.

En este mundo apostata también estamos contaminados y pensamos a modo humano la mayoría de las veces. Porqué yo, porque ahora, porqué está persona, nunca se le hacen preguntas a Dios, sencillamente se acepta.

Dios mío, Tú sabes lo que haces! Tú eres sabio! Tú eres bueno, Tú eres misericordioso, Tú eres justo! Tú sabes lo que haces.

Esto es también a nivel sacerdotal.  El sacerdote es Cristo en la tierra. Si vamos a ser perseguidos o dejados solos,  calumniados o muertos Deo gratias, Dios nos puede reemplazar o hacer lo que Él quiera. Si no tenemos Obispo, tampoco importa. Es trabajo de Dios darnos un verdadero obispo, es trabajo de Dios, no debe preocuparnos. Cómo dice San Agustín: trabaja como si todo dependiera de ti, pero al mismo tiempo como si todo dependiera de Dios. Esperarlo todo de Dios.

Es el celo apostólico, tratar de convertir a las personas, de hablarles la verdad, de corregirlos, consolarlos, visitar a los enfermos, prisioneros, ayudar a todos en cualquier momento, incluso a expensas de mi salud. Pero tan pronto empecemos a vivir de modo humano todo se colapsa. Todo se colapsa, todo se tuerce, las gracias dejan de fluir y de repente estamos fuera de las órdenes de Dios Nuestro Señor y estamos en peligro, nosotros y también aquellos a nuestro alrededor. Los fariseos no entraban, ni dejaban entrar, y Nuestro Señor dijo, a menos que sean mejores que ellos no entrareis en el Reino de los Cielos.

Cómo un niño que tendría que ser mejor que su padre, es una tarea muy muy difícil. Así que cuando los líderes están tomando una dirección diferente de la de  la Voluntad de Dios, es un problema enorme, una gran preocupación y un gran peligro para cada uno de nosotros. Es por eso que estamos en esta lucha. Estamos aquí para ser crucificados como Nuestro Señor, con Nuestra Señora y llegar a ser mártires. Mártir significa ser testigos de Nuestro Señor, por Su amor, Su doctrina, Su justicia, Su misericordia, Su sabiduría, Él sabe lo que está haciendo.

Cuando Nuestra Señora de Guadalupe paró a Juan Diego quien iba en busca de Sacramentos le dijo: Juan Dieguito el más pequeño de mis hijos qué te preocupa? No estoy yo aquí que soy tu Madre? Hay algo que necesites aparte de Mí? Esa es también la pregunta para nosotros. Por eso no hay duda que esta es una batalla sobre la Fe, no de sacramentos, sacerdotes, obispos. La Fe es la que vence al demonio, al pecado, al enemigo, a nosotros mismos, al mundo, vence todo. San Pablo dice: si Dios está con nosotros, quien contra nosotros?  Qué hermoso, nuestra religión es hermosa. Dos o tres con Fe son suficientes para conquistar el mundo porque Dios está en nosotros.

Si seguimos caminando llegaremos al Cielo! Con los Santos y contemplando algún día el Rostro de Nuestra Señora. Enorme recompensa!!! Sigamos en esta soledad, con estos peligros pero estamos con Dios, con la Santísima Virgen y con San José. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

NdB: Viva Cristo Rey



miércoles, 3 de enero de 2024

EL SANTO ABANDONO CAP. 13 (Temor de Dios justo y sano)

 


Cometemos faltas demasiado manifiestas, y en consecuencia, Dios mismo imprime en nuestras almas un vivísimo sentimiento de nuestros pecados, de nuestras miserias, de su infinita santidad, de sus justos juicios. El alma entonces, como dejamos dicho, temblando a los pies de un Dios tres veces santo, se pregunta con dolorosa ansiedad lo que ha de ser de ella, si será posible su salvación. Cuando se prolonga y repite con frecuencia, esta visita penetrante es a la vez una gracia preciosa y un duro purgatorio. El medio de dulcificar la prueba y aprovecharse de esa luz, es conformarnos con toda confianza y generosidad con las miras de Dios, pues El se propone producir así tres efectos de la gracia, todos ellos igualmente deseables: una pureza perfecta, una profundísima humildad, y un heroico abandono. 

En primer lugar, se propone completar nuestra purificación por las angustias y ansiedad del amor. Desde hace algún tiempo el alma va recordando con amargura sus pecados, los borra, los expía, se cura de sus heridas. Ya no hay faltas habituales, las menores negligencias son combatidas, y el alma ha conseguido por fin un grado notable de pureza. Y con todo, el Dios santo y celoso la sumerge y la vuelve a sumergir en el baño del amor de arrepentimiento, para que allí se lave y se cure más y más; ¡tal es la pureza que exige para entrar en la intimidad del divino Maestro! Por lo demás, aun después de haberse desprendido por completo del pecado, quedan tendencias defectuosas que no se veían, como el buscarse a sí misma hasta en las cosas más santas, la aversión al sacrificio, el hambre de los goces delicados, el miedo a las humillaciones, la complacencia en sus méritos, la confianza en sí solo, etc. Tristes residuos del amor propio, mal tanto más funesto, cuanto que es más hábil en ocultarse y hasta en hacerse amar. ¿Quién nos lo dará a conocer y nos librará de su influencia? Nuestras prácticas diarias de oración y penitencia han dado principio a la obra; y a fin de llevarla a feliz término, Dios, que nos ama con amor más fuerte y sapientísimo, nos va a privar de sus dulzuras, va a someternos a un régimen de sufrimientos y de humillaciones interiores, escogidas y dosificadas con impecable sabiduría.

Empleará con profusión las tinieblas del espíritu, la insensibilidad del corazón, las impotencias de la voluntad, y hasta, si fuere necesario, las más humillantes tentaciones. En fin, si es de su agrado, proyectará los rayos de una luz penetrante sobre nuestras faltas y su justicia, sobre nuestras miserias y su santidad. El alma comienza por fin a conocerse y a conocer a Dios; y lo que esta visión le revela con claridad es: en nosotros, un abismo de corrupción, y en Dios, un abismo de pureza. ¿Quién podrá explicar la sorpresa de esta pobre alma, la vergüenza y horror que siente al verse tan despreciable, la necesidad que experimenta de arrojarse temblando y transida de dolor a los pies de Dios tres veces santo, con qué franqueza reconoce sus faltas, con qué sumisión acepta el castigo y cuán reconocida se muestra hacia el buen Maestro que se digna, a pesar de todo, soportarla, honrarla con celosa ternura? Siente como por instinto que Dios no ha dejado de amarla: por enojado que parezca, tan sólo persigue sus miserias y trata de desembarazarla de ellas, a fin de que sea perfectamente bella y toda para El; no hace sufrir sino para curar, sus mismos rigores sólo provienen de su ardiente amor, y nos revelan sus santos celos. Es, pues, este trabajo de la Providencia un purgatorio anticipado, doloroso, pero muy saludable, en donde nuestros pecados, nuestras imperfecciones y nuestros defectos son consumidos poco a poco como la paja en la hoguera. 

Quiere también Dios elevarnos a la más alta humildad. ¡Sublime y rara virtud e infinitamente deseable! Asegúranos nuestro Padre San Benito que ella nos elevará pronto a aquel amor que arroja fuera el temor, a aquel feliz estado en que todas las virtudes se nos hacen familiares y las practica como naturalmente en el gozo del Espíritu Santo. Mas hay doce grados que subir, y algunos de ellos muy difíciles. ¿Será posible llegar a ellos sin un especial socorro de Dios? 

Nos los  ofrece en estas penas de espíritu, especialmente en estas luces penetrantes. Cuando nos hace sentir la sequedad y falta de éxito, cuando nos entrega a las tinieblas, a la insensibilidad, a la impotencia; cuando nos hace blanco de las más rudas tentaciones, cuando imprime en nosotros el más vivo sentimiento de su justicia y de nuestras faltas, de su santidad y de nuestra corrupción, llega a ser muy fácil recibir en silencio las contrariedades y las humillaciones, conservar la alegría en cualquier abatimiento, considerarse como pobre obrero, no preferirse a nadie, ponerse de una vez en el último lugar y sin compararse con nadie. Las más bellas meditaciones sobre la humildad y todos los favores divinos no hubieran podido quizá dar el golpe de gracia a nuestro orgullo, nos hubieran dejado quizá demasiado satisfechos de nosotros mismos; mas las pruebas y las luces de que hablamos, nos inspiran como naturalmente el temor, el desprecio, el horror de nuestra miseria. He aquí por qué los santos en la cumbre de la misma perfección reputábanse el oprobio de los hombres, basura de la tierra, instrumentos a propósito para echar a perder la obra de Dios, pecadores capaces de atraer los castigos del cielo. Con frecuencia el buen Maestro los elevaba y colmaba de favores; mas, si veía serles necesario, los rebajaba y anonadaba a sus propios ojos y aun a la faz del mundo. Cuando se ha pasado repetidas veces por estas duras humillaciones, y se ha contemplado hasta la saciedad este abismo de miserias que somos nosotros, no se complacerá uno en sí mismo, ni pondrá su confianza en las luces o en sus obras. El alma se hace más pequeña como por instinto, bajo la mirada de Dios; siente la necesidad de no apoyarse sino en su infinita bondad, de arrojarse a ciegas en ese abismo que sobrepuja al abismo de nuestras miserias. Es este el triunfo de la humildad, y por consecuencia inesperada, es también el triunfo de la verdadera confianza, de aquella que no se funda en nosotros, y que se apoya plenamente en Dios sólo. 

Dios, en efecto, se propone conducirnos a esta confianza del todo pura, y por decirlo así, heroica. Nada más fácil que ponerse en manos de Dios, cuando nos colina de favores y prodiga las pruebas de su ternura, pero se precisa un verdadero esfuerzo para realizarlo en el estado de que  hablamos, tan miserable en apariencia y poco a propósito para inspirar confianza. Se necesita entonces una superabundancia de fe, de confianza y de amor, para decir a Dios a pesar de nuestros gritos de alarma: Vuestra justicia y vuestra santidad me espantan; pero conozco la infinita bondad de vuestro corazón, vuestra paciencia incansable, vuestra misericordia por mí tantas veces experimentada, y como mi alma y sus destinos eternos es lo que más amo en este mundo, a vos sólo los confío, porque en vuestras manos estarán mil veces más seguros que en las mías, pues nada temo tanto como mi debilidad. ¡ Cuánto ha de mover a Dios esta confianza filial! Jamás abandono alguno le proporcionó mayor honor ni mayor gozo; jamás, por otra parte, estuvo más justificado. ¿No han de permanecer inconmovibles los verdaderos fundamentos de nuestra esperanza en medio de estas tempestades? Todos estriban en sólo Dios; son su bondad, su poder, sus promesas, los méritos de nuestro Señor. La santidad de nuestras obras no constituye el motivo de nuestra confianza, sino solamente la condición requerida; y esta condición jamás tuvo más exacto cumplimiento. Porque estas terribles pruebas, estas miradas penetrantes han purificado nuestra alma y la han hecho crecer en humildad en la medida en que se ha prestado a la acción divina. En realidad de verdad, la falta de confianza y el desaliento que inspira, son el gran obstáculo a los designios de Dios, y hasta constituye el único peligro, mas un peligro formidable, pues pudiera precipitarnos en el abismo de la desesperación, o al menos conducirnos a la pusilanimidad. La confianza y el abandono, por el contrario, ciegan esta fuente emponzoñada del temor, de la turbación, de la inquietud y del abatimiento; y por lo mismo que unen santamente al beneplácito divino, nos conservan la paz del alma, la calma del espíritu; dulcifican la prueba y la hacen producir una exuberante cosecha de las más bellas virtudes. Sean cualesquiera la amargura y la duración de estas penas, de tal suerte hemos de obrar, que nos purifiquen más y más y nos sumerjan en la humildad; para conseguirlo, velaremos con particular cuidado a fin de conservarnos constantes en la confianza y en el abandono, cuando el Señor derrame en nosotros estos piadosos sentimientos, o cuando nos deje, ayudados de su gracia, el cuidado de producirlos y conservarlos. Ya que su adorable voluntad ha de ser la regla y medida de nuestros deseos aun los más santos, trataremos de estar siempre contentos con lo que El quiere o permite. Basta que El esté satisfecho; y lo estará desde el momento en que estemos plenamente sometidos a El. No es necesario que estemos contentos de nosotros mismos, o mejor, «la señal más cierta de nuestro adelantamiento es la convicción de nuestra miseria, y seremos tanto más ricos cuanto nos creamos más pobres y estemos interiormente más humillados, más desconfiados de nosotros mismos, más dispuestos a no confiar sino en Dios». Lejos de desconcertarnos por estas pruebas, una vez que permanezcamos sumisos, confiados, generosos, bendeciremos a Dios, porque «constituyen una especial gracia, más preciosa y segura que la consolación a la que han seguido. No resistáis, dejaos abatir, humillar, anonadar. 

Nada hay más a propósito para purificar vuestra alma, y no sabríais llevar a la sagrada Comunión una disposición más en armonía con el estado de anonadamiento a que Jesucristo se ha reducido en este misterio. El, por su parte, no podrá rechazaros cuando os acerquéis humillados y anonadados en el abismo profundo de vuestra miseria: así hablaba el P. de Caussade, y añade en otra parte: «No he visto jamás un alma favorecida con estas visitas penetrantes y humillantes, para quien no se hayan trocado en gracias singulares de Dios, y que no haya encontrado en ellas el verdadero conocimiento de sí misma, esta solidez de la humildad de corazón que es la base de toda perfección... Tembláis vos por vuestro estado, y yo bendigo por ello a Dios en vuestro nombre, y sólo os deseo un cambio, y es: que a vuestro anonadamiento se junten la paz, la sumisión, la confianza y el abandono. Después de esto, nada temeré por vos.»