TENTACIONES
1.- No debo temer demasiado las tentaciones:
Cuanto más se temen, más hostiga el demonio.
Cuanto más se temen, más se debilita la voluntad.
Cuanto más monstruosas, menos peligrosas son.
Cuanto más encubiertas, peores.
Dios no permite mayor tentación de la que puede resistirse.
El demonio puede tan poco, que huye con agua bendita.
Mi primer tentador soy yo mismo.
Si NO QUIERO, no hay demonio que me dañe; si quiero,
no necesito el demonio para perderme.
2.- ¿Cómo han de vencerse las tentaciones?
Descubriéndolas al confesor.
Haciendo lo contrario de lo que dicen.
Combatiéndolas al principio.
Despreciando al demonio con valor.
Invocando en nombre de Jesús.
Invocando el nombre de María.
Evitando las ocasiones.
Siguiendo el consejo del confesor cuando la
ocasión es necesaria.
Comulgando.
Obedeciendo a ciegas al confesor cuando la tentación
es de escrúpulos.
Fortaleciendo el cerebro con el descanso, el sueño,
la alimentación cuando se trata de escrúpulos permanentes.
Ocupándose mucho con obras exteriores, que no dejen al
espíritu demasiado espacio para cavilar.
3.- ¿Cuáles son las tentaciones más peligrosas?
Las que se callan.
Las que lo son y no lo parecen.
Las tentaciones del corazón.
Las tentaciones de ocasión necesaria.
En los jóvenes, las de impureza.
En las jóvenes, las de vanidad.
En los religiosos, las de vocación.
En los sacerdotes, las de la servidumbre.
En los padres, las de debilidad.
En los esposos, las de incomprensión.
4.- ¿Qué bienes causan las tentaciones?
Dios las permite:
Para que nos humillemos.
Para que le invoquemos.
Para que nos conozcamos.
Para que nos compadezcamos de otros.
Para que satisfagamos por nuestras culpas.
Para mayor corona en el cielo.
Para que pidamos consejo.
Para que nos instruyamos por experiencia.
De modo que en el plan de Dios, cuanto hace el
demonio para perdernos lo aprovecha Él para
salvarnos.
IGNACIANAS
Angel Anaya S.J.
1.- No debo temer demasiado las tentaciones:
Cuanto más se temen, más hostiga el demonio.
Cuanto más se temen, más se debilita la voluntad.
Cuanto más monstruosas, menos peligrosas son.
Cuanto más encubiertas, peores.
Dios no permite mayor tentación de la que puede resistirse.
El demonio puede tan poco, que huye con agua bendita.
Mi primer tentador soy yo mismo.
Si NO QUIERO, no hay demonio que me dañe; si quiero,
no necesito el demonio para perderme.
2.- ¿Cómo han de vencerse las tentaciones?
Descubriéndolas al confesor.
Haciendo lo contrario de lo que dicen.
Combatiéndolas al principio.
Despreciando al demonio con valor.
Invocando en nombre de Jesús.
Invocando el nombre de María.
Evitando las ocasiones.
Siguiendo el consejo del confesor cuando la
ocasión es necesaria.
Comulgando.
Obedeciendo a ciegas al confesor cuando la tentación
es de escrúpulos.
Fortaleciendo el cerebro con el descanso, el sueño,
la alimentación cuando se trata de escrúpulos permanentes.
Ocupándose mucho con obras exteriores, que no dejen al
espíritu demasiado espacio para cavilar.
3.- ¿Cuáles son las tentaciones más peligrosas?
Las que se callan.
Las que lo son y no lo parecen.
Las tentaciones del corazón.
Las tentaciones de ocasión necesaria.
En los jóvenes, las de impureza.
En las jóvenes, las de vanidad.
En los religiosos, las de vocación.
En los sacerdotes, las de la servidumbre.
En los padres, las de debilidad.
En los esposos, las de incomprensión.
4.- ¿Qué bienes causan las tentaciones?
Dios las permite:
Para que nos humillemos.
Para que le invoquemos.
Para que nos conozcamos.
Para que nos compadezcamos de otros.
Para que satisfagamos por nuestras culpas.
Para mayor corona en el cielo.
Para que pidamos consejo.
Para que nos instruyamos por experiencia.
De modo que en el plan de Dios, cuanto hace el
demonio para perdernos lo aprovecha Él para
salvarnos.
IGNACIANAS
Angel Anaya S.J.