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jueves, 9 de abril de 2015

MEDITACIONES: MIÉRCOLES DE PASCUA



Meditación
Por el P. Alonso de Andrade
De la aparición de Cristo a los Apóstoles cuando pescaban en el mar de Tiberíades (Juan,21)

   Punto I.- Considera lo que dice San Juan, que San Pedro convidó a los demás discípulos a pescar, y no habiendo cogido nada en toda la noche, les apareció Cristo en la ribera, y les ordenó que echaran la red a mano derecha y cogieron grande pesca. Pondera que es propio de los discípulos de Cristo convidar como San Pedro a los demás para las obras santas de su servicio, de lo cual has de aprender el convidar siempre a tus prójimos para las obras de piedad y devoción. Considera la piedad del Salvador y la que tuvo de sus discípulos, apareciéndoseles cuando estaban trabajando, y desconsolados por no haber pescado nada, y cobra una grande confianza en Dios de que te favorecerá y visitará en tus trabajos y en las obras que emprendieres de su santo servicio. Pídele que no te olvide, y que te visite y esfuerce como visitó y esforzó a sus discípulos.

    Punto II.- Considera las causas porque los Apóstoles no pescaron nada hasta que llegó Cristo Redentor nuestro. La primera fue porque echaron la red de noche, que significa el pecado, y los que obran en pecado no granjean nada para la vida eterna, por mucho que trabajen; la segunda, porque pescaron por su voluntad y después por la obediencia a Cristo, y ésta da la ganancia cierta a los que se rigen y gobiernan por ella; la tercera porque echaron la red a mano izquierda, que significa lo bienes temporales del mundo, y Cristo Señor nuestro les mandó que la echaran a la derecha, que es símbolo de los bienes eternos. De lo cual has de sacar el trabajar siempre en la luz de la gracia y no en las tinieblas del pecado, y por la voluntad de Dios, mirando siempre a su mayor honra, gloria y servicio en cuantas obras hicieres; y echar siempre la red hacia la mano derecha de los bienes celestiales, si quieres sacar grande ganancia. Duélete de lo que has trabajado en toda tu vida en allegar riquezas perecederas, y en pescar las dignidades y honras vanas de este siglo, que todo es nada y  vale nada, y toma el consejo de Cristo, y echa la red a mano derecha a los bienes celestiales y verdaderos, y tendrá cumplido logro tu trabajo, como le tuvo el de los Apóstoles.

   Punto III.- Considera lo que dice el sagrado Evangelio, que estando los discípulos pescando por mandado de Cristo, estaba Él en la ribera a su vista, sin que le conociesen, preparándoles la comida para cuando viniesen, porque está a la vista de los que trabajan en su servicio, sin que ellos le vean ni conozcan, y les prepara la comida, cuidando de lo que han menester. Saca de aquí un grande aliento para emplearte en su servicio con grande confianza en su providencia. Arroja todo tu cuidado en sus manos confiadísimamente, y ten por cierto que te mira y asiste en tus obras y trabajos, como hoy a sus discípulos, aunque tú no le ves con los ojos corporales.
   Punto IV.-  Contempla cómo cuando obtuvieron tan copiosa pesca, reconocieron que había sido por virtud de Cristo, y aprende a reconocer el logro de tus acciones por obra de sus manos y dale gracias por ello, atribuyéndole la gloria de ellas, de cuya mano las recibes. Mira cómo luego llegaron a tierra y el gozo con que les recibiría y el que tendrían en verle resucitado, y la  benignidad con que se sentaría con ellos, y les partiría el pan y el pez que había sazonado sobre las ascuas, y les daría de comer. ¡Oh dulce Jesús! ¡Bendito seas mil veces, que así tratas a vuestros siervos! ¿Quién no os sirve eternamente, siendo tan dulce y amoroso? Deja, alma mía, el mar de este mundo en que estás engolfado, deja las redes que te tienen preso, y da de mano a todas las ocupaciones terrenas, y pídele que te permita llegar a su mesa, y que te de alguna de las migajas que sobran de ella, y sienta plaza entre los suyos para quedarte eternamente en su servicio.