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lunes, 6 de abril de 2015

MEDITACIONES: Domingo de Resurrección



Meditación
Por el P. Alonso de Andrade

De cómo bajó Cristo al Limbo, sacó las almas de los Santos Padres y apareció a Su Santísima Madre

   Punto I.- Considera cómo en consumando la obra de nuestra redención quedó  Su cuerpo en la cruz y Su alma santísima unida con la divinidad bajó al limbo, a cumplir los deseos de aquellas almas que por tantos siglos le estaban esperando, y estando en aquellos calabozos los alumbró más que el sol y glorificó con Su presencia. Contempla el gozo que tendrían aquellos santos viendo cumplidas sus esperanzas dilatadas por tantos años; la alegría con que le recibirían; las palabras con que le darían gracias por tan incomparable beneficio, y cómo darían por bien empleados todos sus trabajos y la dilación de su promesa por verla cumplida tan colmadamente y con un gozo tan grande, sin recelo de perderle. Anímate con su ejemplo a esperar en el Señor, y a no decaecer aunque se tarde, que sus promesas son infalibles y sus premios sobre todo merecimiento mayores  que los pudiéramos pedir.

   Punto II.- Considera que habiendo el Redentor libertado a aquellos  santos de las prisiones en que estaban y comunicándoles parte de su gloria, vino al sepulcro donde estaba su santísimo cuerpo y a vista de toda aquella santa compañía de bienaventurados que traía consigo se volvió a unir con él, y le glorificó de manera que venció su hermosura a la del sol y a la luna, y a todo cuanto hay creado y salió vivo y glorioso del sepulcro sin que le impidiese como a Lázaro la piedra con que estaba cerrado. Considera la gloria del Salvador y los parabienes que le darían todos aquellos  santos y las muchas gracias por haberlos rescatado a tanta costa suya, pudiendo redimirlos con una sola palabra; la música de los ángeles que le cantarían la victoria, y todo lo demás que allí pasaría; mira el premio que tienen los trabajos padecidos con paciencia por amor de Dios, y la corona que se da a los vencedores, y resuélvete a pelear varonilmente las batallas del Señor, y a sufrir con paciencia los trabajos que te vinieren por su amor, esperando por ellos el premio de su divina mano; y no te apartes de Su presencia sin darle mil parabienes de su gloria, gozándote de ella más que si fuera tuya propia.

   Punto III.- Pondera para provecho de tu alma que Cristo pudo fácilmente sacar a los santos Padres y resucitarlos de la muerte con una sola palabra, como resucitó a Lázaro y al hijo de la viuda de Naím, o con la voz de un ángel, como ha de resucitar a todos el mundo en el día último del juicio, y no quiso sino por su misma persona; lo uno para aumentar su gozo; lo otro para triunfar del infierno; lo  otro para enseñarnos a visitar y consolar a los afligidos por nuestras propias personas en las cárceles, hospitales y destierros, y consolarlos en sus aflicciones, como lo hicieron sus amigos con el santo Job.