martes, 30 de noviembre de 2021

SAN ANDRÉS APÓSTOL

 

Líbreme Dios de gloriarme, sino en la cruz de Nuestro Señor Jesucristo.

(Gálatas, 6,14).

   San Andrés, pescador de Betsaida en Galilea, hermano de Simón Pedro y, primero, discípulo de San Bautista, fue, después de la Ascensión, a predicar el Evangelio en Tracia, en Escitia y, después, en Orecia. Fue apresado bajo Nerón, azotado varias veces y por fin, condenado a morir crucificado. Regaló sus vestiduras al verdugo y, en cuanto vio la cruz, la abrazó exclamando: "¡Oh buena cruz, cuánto tiempo hace que te deseo!" Desde lo alto de ella predicó durante dos días el Evangelio a la multitud que presenciaba su suplicio.

MEDITACIÓN

SOBRE LA CRUZ 

DE SAN ANDRÉS

   I. San Andrés había deseado durante mucho tiempo la cruz, y había preparado su espíritu para recibirla. Imita esta santa previsión y prepárate para padecer valerosamente las más duras pruebas. Pide a Dios que te castigue según su beneplácito. Si te escucha, la cruz te será dulce; si no te escucha, no por eso quedarán sin recompensa tus buenos deseos. Di con San Andrés: Oh buena Cruz, oh Cruz por tanto tiempo deseada, sepárame de los hombres para devolverme a mi Maestro, a fin de que Aquél que me ha redimido por la cruz, me reciba por la cruz.


   II. San Andrés se alegró a la vista de su cruz porque debía morir como su divino Maestro. Cuando veas tú que se te aproximan la cruz y los sufrimientos, que este pensamiento te fortifique. Jesús ha padecido todos estos tormentos y mucho más crueles aun, para endulzarme su amargura. En lugar de imitar a este santo Apóstol, ¿no tiemblas tú, acaso, a la vista de las cruces y de las aflicciones?


  III. Considera que no es San Andrés quien lleva la cruz, sino la cruz la que lleva a San Andrés. Si llevas tú la cruz como él, ella te llevará, no te incomodará, te ayudará a evitar los peligros del mundo. Si no llevas tu cruz con alegría y buena voluntad, será preciso que la arrastres gimiendo. Nadie está exento de cruz en este mundo; siente menos su pesadez quien la lleva alegremente por amor a Dios. La cruz es un navío; nadie puede atravesar el mar del mundo si no es llevado por la cruz de Jesucristo. (San Agustín).

RESOLUCIÓN

El amor a la Cruz y Orar por la conversión de Inglaterra.

ORACIÓN

   Oíd nuestras humildes plegarias y concedednos, Señor, que el Apóstol San Andrés, que instruyó y gobernó a vuestra Iglesia, interceda continuamente por nosotros ante el trono de vuestra divina Majestad. Por J. C. N. S. Amén.

lunes, 29 de noviembre de 2021

LA SANTÍSIMA SIEMPRE VIRGEN MARÍA MEDIADORA DE TODAS LAS GRACIAS.

 

"Yo soy la madre del bello amor, del temor, de la ciencia y de la santa esperanza. 
En mi esta toda la gracia del camino y de la verdad; en mi toda esperanza de vida y de virtud.
Venid a mi todos los que os hallais presos de mi amor, y saciaos de mis frutos;
Porque mi espíritu es más dulce que la miel, y más suave que el panal de miel, mi herencia.
Se hará memoria de mi en toda la serie de los siglos.
Los que de mi comen, tienen Siempre hambre de mi, y tienen siempre sed los que de mi beben. 
El que me escucha, jamás tendrá de qué avergonzarse; los que se guían por mi, no pecaran.
Los que me den a conocer obtendrán la vida eterna.
La Santísima Siempre Virgen en el transcurrir de los tiempos nos a ido preparando para los acontecimientos que cada tiempo trae.

Desde el mismo momento en que fue engendrada, por que el día de los redimidos había llegado, hasta el último momento que vivió en la tierra y aún después de ser asunta al Cielo, sigue dirigiendo a sus hijos por medio de sus Santos y revelaciones tan grandes como, La Sallete, La Madre del Buen Suceso, Nuestra Señora de la Soledad, La medalla Milagrosa, Nuestra Señora de Lourdes, Fátima etc. Siempre la Madre Santísima preparando a sus hijos, los nuevos ciudadanos nacidos de sus virginales entrañas por medio de la Sangre del primogénito que nos levantó de la muerte y nos dio vida y ejemplo.

" Esta sabiduría infinita, inmensamente deseosa de glorificar a Dios, su Padre y salvar a los hombres, no encontró medio más perfecto y corto para realizar sus anhelos que someterse en todo a la Virgen, no sólo durante los ocho o quince primeros años  de su vida como los demás niños sino durante treinta años. Y durante este tiempo de sumisión y obediencia glorifico más al Padre que si hubiera empleado esos años en hacer milagros, predicar por toda la tierra y convertir a todos los hombres.

¡Oh! ¡Cuan altamente glorifica a Dios, quien, a ejemplo de Jesucristo, se somete a  María!.

(tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen)

Santísima Madre y  Maestra excelentísima la que  la Santísima Trinidad escogió para ser la Madre de la eterna Sabiduría, y que  la misma Sabiduría eterna tuvo a bien darnos  a nosotros pobres pescadores como Madre y  Maestra excelentísima.

"Teniendo, pues, ante los ojos ejemplo tan claro y universalmente conocido, ¿Seriamos tan insensatos que esperamos hallar medio más eficaz y rápido para glorificar a Dios que no sea el someternos a María a imitación de su hijo Divino?

(Tratado de la verdadera devoción a la Santísima María)

Más sabiendo que El mismo Señor: Jesús, viendo a su Madre y, junto a ella, al Discípulo que amaba, dijo a su Madre: "Mujer, he ahí a tu hijo" 

Después dijo al discípulo: " He ahí a tu Madre" y desde ese momento el discípulo la recibió consigo.

(S.Evang.S.jun.cap 19,26-27)

El discípulo de Jesús es hijo de su Santísima Madre.

 Para ser hijo  hay que conocer a la Madre.

 No se es hijo de una extraña.

No se ama lo que no se conoce.

Y para conocer, amar, servir e imitar a la Madre es menester conocerla por medio de los grandes santos que la conocieron, armaron, sirvieron y la imitaron y nos dan la gracia de conocerla por medio de sus obras magnificas, perfectas aprobadas por la Santa Iglesia Católica.


jueves, 25 de noviembre de 2021

San Juan de la Cruz

 


Carmelita descalzo, encarcelado por carmelitas descalzos

Juan de la Cruz (1542-1591) poeta místico cuya obra de madurez insuperable, supone el punto final del misticismo y apunta a  la abstracción temática, que expresa sin barreras un estado interior.

Juan de la Cruz ingresó en 1563 en la Orden del Carmelo, siendo ordenado sacerdote en 1567.

Es su encuentro con santa Teresa en Medina lo que cambiará su visión de la vida y le lanzará a la reforma del Carmelo.

Teresa, al ver que Juan de la Cruz apoyaba sus ideas manifestó la célebre frase: «Ya tengo fraile y medio para empezar”, aludiendo a la pequeña estatura de Juan.

Juan, con el nuevo estado de carmelita descalzo, ensaya una nueva vida de retiro que practica en diversos conventos hasta finalizar en el colegio universitario de Alcalá de Henares.

Pero su vida tenía que experimentar las dificultades y los sinsabores típicos de los religiosos preocupados por la mejora y reforma de costumbres durante la época.

Estos sinsabores se desataron la noche del 2 de diciembre de 1577 en la que fue apresado y llevado a convento carmelita de los calzados de Toledo.

En este convento sufrió nueve meses de durísima prisión, con penas físicas y morales.

Pero todo ello no le impidió elaborar las estrofas del Cántico Espiritual y tal vez de la Noche Oscura del Alma.

Un día, Juan de la Cruz, anudó sus sábanas y se deslizó por la ventana de su celda, refugiándose, seguidamente, entre las carmelitas de la ciudad.

Pasó los últimos años de su vida en Andalucía, donde empezó a redactar su doctrina de la Subida de Monte Carmelo, sus Cánticos espirituales y la llama de Amor viva.

Los tres últimos años de su vida están marcados por el tormento y el éxtasis.

Entre las oraciones para solicitar la intercesión de este santo reproducimos la siguiente:

«Glorioso Padre nuestro san Juan de la Cruz, a quienes el Señor quiso destinar para compartir con la santa Madre Teresa los trabajos de la insigne Reforma de la Orden del Carmelo, hasta poblar a España de monasterios de descalzos que hicieron célebre vuestro nombre, y venerada vuestra memoria; yo os felicito porque os cupo tan gran dicha, así como por la felicidad de que gozáis en el cielo, en justo premio de tantas y tan grandes virtudes; y os pido, santo padre mío, me alcancéis de Dios un gran amor a la Sacratísima Virgen María, que fue el principal distintivo de vuestra gloriosa vida, para que, sirviéndola aquí en la tierra, pueda gozar de ella con Vos en el Cielo. Amén.»

Entregado a la soledad murió en Úbeda el 14 de diciembre de 1591.

Benedicto XIII lo canonizó en 1726 y Pío XI le declaró en 1926 Doctor de la Iglesia.

martes, 23 de noviembre de 2021

La FSSPX y los sacerdotes juramentados de la Revolución Francesa


FUENTE: https://benedictinos.blog/

Analogía entre los sacerdotes de la FSSPX y los sacerdotes que durante la Revolución Francesa juraron obediencia al poder revolucionario.

Tenga en cuenta que esto no es una cuestión de la validez de los sacramentos. Los sacerdotes que juraban (juramentados), como se les llamaba, habían sido ordenados válidamente y daban sacramentos válidos, al igual que los sacerdotes de la FSSPX.

Pero la FSSPX, hasta cierto punto como los sacerdotes juramentados, se han sometido a las autoridades revolucionarias: el Papa Francisco y los obispos diocesanos, que están destruyendo la santa Iglesia de Dios y enviando almas al infierno.

Actualmente en la FSSPX, ningún matrimonio es bendecido sin el consentimiento del obispo diocesano, quien envía su delegado como testigo para la celebración de los matrimonios en las capillas de la FSSPX [envía a su representante]; esto va de acuerdo con el nuevo código de derecho canónico, y haciendo (debido a este hecho) una profesión de fe modernista.

La pareja de recién casados hace un acto de fe modernista el día de su boda por medio del sacerdote de la FSSPX, que acepta la presencia del sacerdote (modernista) testigo, enviado por el obispo diocesano.  Lamentablemente, podemos multiplicar los ejemplos de la movilización de la FSSPX a la Iglesia Conciliar.

Aquí hay algunos extractos de las prescripciones del Papa Pío VI hacia los sacerdotes juramentados, en 1798. Se aplican análogamente a los sacerdotes de la FSSPX.

Colección general de escritos e instrucciones de Nuestro Santísimo Padre el Papa Pío VI, París, 1798, pp 473-489:

«Respuestas de Su Santidad, siguiendo el consejo de una congregación seleccionada de cardenales, a diversas cuestiones. Aunque se refieren especialmente a determinadas solicitudes que se le hacen para necesidades y circunstancias particulares, pueden ser de gran utilidad para todos los obispos y administradores, porque en el caso de dificultades similares, tendrían en esta instrucción una regla segura, y le daría los medios más rápidos y eficaces para ayudar a los fieles en sus necesidades actuales, mas importante ahora en la situación de la crisis actual; estas recomendaciones de su Santidad Pío VI representaría una forma universalmente aceptada por todos los fieles, como lo expresa San Cipriano. (Cipriano. Ep. 32, ed. De Baluze).

Pregunta:

I. Si está permitido a los fieles asistir a la misa de un párroco o de cualquier otro sacerdote que haya prestado juramento cívico, los días de fiesta

II. Si está permitido a los fieles oír los domingos y festivos de precepto, la misa de uno de los sacerdotes mencionados en el artículo anterior.

 

III. Si los fieles pueden asistir a la celebración de vísperas y otras oraciones públicas, recitadas bajo la dirección de un párroco o de cualquier otro sacerdote juramentado. Estas tres preguntas se han respondido de la siguiente manera:

Los fieles no podrán asistir al santo sacrificio de la misa, celebrado por un párroco o un sacerdote ordinario juramentado, ni en los días festivos ni en los domingos y festivos de precepto; tampoco pueden asistir a las vísperas y otras oraciones públicas, presididas por un párroco o un sacerdote juramentado ordinario (...) si los fieles se permitieran asistir a la misa del sacerdote juramentado en un día festivo, o en un domingo, o en una fiesta de precepto, o en la celebración de las vísperas y otras oraciones públicas, hecho bajo la dirección de un párroco o algún otro sacerdote juramentado, seguramente se estarían comunicando con este sacerdote en un sentido espiritual.

La consecuencia es bastante simple: los fieles deben abstenerse de asistir, ya sea en los días de férial, o cualquier otro día de domingo o de precepto, al santo sacrificio de la misa, celebrado por un párroco o cualquier sacerdote juramentado, en el de la misma manera a las vísperas o cualquier otra oración pública, rezada bajo la presidencia de un párroco o de un simple sacerdote juramentado.

IV. En cuarto lugar, se pregunta si los fieles pueden dirigirse a su sacerdote juramentado para obtener la absolución y la comunión a lo largo del año, especialmente en el tiempo de Pascua.

Respuesta. No: por las mismas razones que las anteriores.

V. En quinto lugar, se pregunta si los fieles pueden recurrir a su sacerdote juramentoadopara los sacramentos del bautismo y del matrimonio.

Respuesta. No pueden hacerlo, excepto (para el bautismo) en caso de absoluta necesidad, en ausencia de cualquier otro sacerdote con facultades legítimas para conferir este sacramento.

VI. En sexto lugar, se pregunta si un católico puede servir de padrino en la celebración de un bautismo administrado por un párroco u otro sacerdote juramentado.

Respuesta. Los católicos no pueden: de lo contrario, se estaría comunicando en el orden espiritual con el sacerdote cismático.

VII. Séptimo. ¿Está permitido que un miembro de los fieles sirva como padrino en un bautismo conferido por un sacerdote intruso?

Respuesta. No; (Misma razón).

VIII. Octavo. ¿Puede una mujer que se recupera del parto presentarse ante el párroco o un sacerdote juramentado para recibir la bendición en la forma indicada por el ritual romano, para la bendición del recobro? ¿Ella también puede escuchar la misa?

Respuesta. No, porque esto sería comunicarse espiritualmente con los cismáticos.

IX. Noveno. ¿Pueden los fieles, en el momento de la muerte o en peligro de muerte urgente, recibir válidamente la absolución de un sacerdote juramentado o de un sacerdote intruso?

 

Respuesta. Si.

XI. Undécimo. ¿Pueden los fieles doblar la rodilla en adoración ante las hostias consagradas por los intrusos?

Respuesta. Si pueden, porque estas hostias contienen real, verdadera y sustancialmente el cuerpo, la sangre, el alma y la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo. Pero para evitar parecer confundidos con cismáticos en este acto de religión, los católicos deben tener cuidado de no encontrarse con cismáticos en los lugares donde llevan el Santísimo Sacramento».

No se trata de juzgar a los sacerdotes de manera individual dentro de la FSSPX, sino por la orientación de los superiores, es toda la institución la que implícitamente ha jurado fidelidad a las autoridades revolucionarias de la Roma conciliar. Entonces, ya sea por comisión o por omisión, los miembros de la FSSPX comparten ese pecado.

Asistir a sus sacramentos es, por un lado, animarlos en su elección de permanecer dentro de la FSSPX, por otro lado, es comunicarse con sus errores y con el abandono de la lucha (esa es la razón misma que constantemente esgrimida por Papa Pío VI para prohibir a los fieles el acceso a los sacramentos de esos sacerdotes). 

lunes, 22 de noviembre de 2021

A comparison between SSPX and the Swearing priests of the French Revolution

 




Analogy between the priests of the SSPX, and the priests who during the French Revolution swore obedience to the Revolutionary power.

Note that this is not a question of the validity of the sacraments. The swearing priests, as they were called, had been validly ordained and gave valid sacraments, as do the SSPX priests.

But the SSPX, to some extent like the swearing priests, have submitted to the revolutionary authorities: Pope Francis and the diocesan bishops, who are destroying God’s holy Church and sending souls to hell.

No marriage is blessed anymore without the consent of the diocesan bishop, who sends his delegation for the priest to marry the faithful [= he sends his representative to marry], in accordance with the new code of canon law, and making (due to this fact) a profession of modernist Faith.

The newly married couples act do make an act of modernist faith on their wedding day because of the SSPX priest.

And sadly, we can multiply the examples of the rallying of the SSPX to the Conciliar Church.

Here are some extracts from the prescriptions of Pope Pius VI towards swearing priests, in 1798. They apply analogicly to SSPX priests.

General collection of briefs and instructions from Our Most Holy Father Pope Pius VI, Paris, 1798, pp 473-489:


«Answers made by his Holiness, on the advice of a selected congregation of cardinals, to various questions. Although they relate especially to certain requests made to it for particular needs and circuмstances, they can nevertheless be of the greatest use to all bishops and administrators, because in the case of similar difficulties, they would have in this instruction a sure rule, which would give them the most prompt and effective means of helping the faithful in their present necessities, and in the uncertain situation of the churches, would present a form universally agreed upon by all the faithful, as expressed by St. Cyprian. (Cyprian. ep. 32, ed. of Baluze).

One asks:

I. If it is permitted to the faithful to attend the mass of a parish priest or of any other priest who has taken the civic oath, on days of feast.

II. If it is permitted to the faithful to hear on Sundays and feast days of obligation, the mass of one of the priests mentioned in the preceding article.

III. Whether the faithful may attend the celebration of vespers, and other public prayers, recited under the direction of a parish priest, or any other sworn priest. These three questions have been answered as follows.

The faithful may not attend the holy sacrifice of the mass, celebrated by a parish priest or a sworn ordinary priest, either on feast days or on Sundays and feast days of obligation; nor may they attend vespers and other public prayers, presided over by a parish priest or an
ordinary sworn priest (…) if the faithful were to allow themselves to attend the mass of a sworn priest on a feast day, or on a Sunday, or on a feast day of obligation, or at the celebration of vespers and other public prayers, done under the direction of a parish priest or some other sworn priest, they would certainly be communicating with this priest in a spiritual sense; the consequence is quite simple: the faithful must refrain from attending, either on days of férial, or any other day of Sunday or of feast of obligation, the holy sacrifice of the mass, celebrated by a parish priest or any swearing priest, in the same way to the vespers or to any other public prayer, recited under the presidency of a parish priest or a simple sworn priest.
IV. Fourthly, it is asked whether the faithful can address themselves to their sworn priest to obtain absolution and communion in the course of the year, especially at Easter time.

Answer. No: for the same reasons as above.

V. In the fifth place, it is asked if the faithful can have recourse to their swearing priest for the sacraments of baptism and marriage.

Answer. They cannot do so, except (for baptism,) in the case of absolute necessity, in the absence of any other priest with legitimate powers to confer this sacrament.

VI. Sixthly, it is asked if a Catholic can serve as godfather in the celebration of a baptism administered by a parish priest or another swearing priest.

Answer. Catholics cannot: otherwise it would be communicating in the spiritual order with the schismatic priest.

VII. Seventh. Is it permissible for a member of the faithful to serve as a sponsor in a baptism conferred by an intruding priest?

Answer. No; (same reason).

VIII. Eighth. Can a woman recovering from childbirth present herself before the parish priest or a swearing priest to receive the blessing in the form indicated by the Roman ritual, for the blessing of the recovery? Can she also hear the mass?

Answer. No, because this would be communicating spiritually with schismatics.

IX. Ninth. Can the faithful, at the point of death, or in urgent danger of death, validly receive absolution from a swearing priest, or from an intruding priest?

Answer. Yes.

XI. Eleventh. May the faithful bend the knee in adoration before hosts consecrated by intruders?

Answer. They can, because these hosts really, truly, and substantially contain the body, blood, soul, and divinity of Our Lord Jesus Christ. But in order to avoid appearing to be mixed up with schismatics in this act of religion, Catholics should take care to avoid meeting schismatics in the places where they carry the Blessed Sacrament.»

It is not a question of judging the priests in an individual manner within the SSPX, but by the orientation of the superiors, it is the whole institution that has implicitly sworn allegiance to the revolutionary authorities of the conciliar Rome. So either by commission or by omission the members of the SSPX share in that sin.

To attend their sacraments is on the one hand to encourage them in their choice to remain within the SSPX, on the other hand, it is communicating with their errors and with abandonment of the fight (that is the very reason that is constantly put forward by Pope Pius VI to forbid the faithful access to the sacraments of those priests).

Source: https://benedictinos.blog/2021/11/23/sspx-and-the-swearing-priests-of-the-french-revolution/

lunes, 8 de noviembre de 2021

LIBERALISMO: EL PEOR ENEMIGO DE LA IGLESIA (Mons. Marcel Lefebvre)

 


NdB: Ahora los católicos liberales son los que no combaten a la iglesia conciliar, son los que comprometen la doctrina católica, son lo que ya están cansados de luchar y se conforman con que les den los Sacramentos sin defender o intentar defender los intereses de la Iglesia Católica, que son los mismo intereses de Cristo, que es la Glorificación del Padre Eterno. ¿Qué ganan los católicos liberales con la amistad de los enemigos de Nuestro Señor, que ganan con disimular el combate? ¿No dijo Jesucristo que aquellos que me reconocen delante de los hombres yo los reconoceré delante de mi padre Celestial?


El liberalismo el peor enemigo de la Iglesia

Dos corrientes se combaten al interior del catolicismo desde hace dos siglos. Después de la Revolución francesa algunos quisieron acomodarse con los principios revolucionarios y componer con los enemigos de la Iglesia; otros rehusaron este arreglo, teniendo en cuenta que Nuestro Señor Jesucristo nos advirtió: "Quien no está Conmigo está contra Mí". Por consiguiente, si se está por el reinado de Jesucristo, se está contra sus enemigos. No es posible de otra forma. Para pactar, los primeros pretendieron que se podía dejar de hablar de Nuestro Señor a pesar de continuar amándole. Más los Papas, hasta el Concilio Vaticano II, desaprobaron a éstos.

 

JESUCRISTO ÚNICO REY, ÚNICO DIOS

Nuestro Señor es nuestro Rey, nuestro Dios. Debe, pues, reinar y no solo en privado sobre nuestras personas sino sobre nuestras familias, aldeas, y por doquier. Por otro lado, quiérase o no, Él será un día nuestro juez. Cuando vendrá sobre las nubes a juzgar el mundo entero, todos los hombres estarán postrados de rodillas: budistas, musulmanes, todos. No hay, en efecto, varios dioses, sino uno solo, como lo cantamos en el Gloria: "Tu solus sanctus, Tu solus altissimus Jesu Christe". Él descendió de los Cielos para salvarnos, es Él que reina en el Cielo; lo veremos cuando muramos.

 

DIVISIÓN DE LOS CATÓLICOS: LOS "CATOLICOS-LIBERALES"

Con la Revolución francesa se declaró una verdadera división, la que, por otra parte, tuvo su inicio ya con los protestantes. Toda una clase de intelectuales se sublevó contra Nuestro Señor, en un auténtico complot diabólico contra su reino del que no se quería oír más. Esos toleraban que Le honrásemos en nuestras capillas y sacristías, pero en forma alguna al exterior. No se debía hablar más de Nuestro Señor en los tribunales, la escuela, los hospitales, en una palabra, en ninguna parte. Más Nuestro Señor tiene el derecho de reinar sobre todo, y en los países católicos es el Amo. Y nosotros debemos tratar de hacerlos reinar lo más posible, de convertir a aquellos que no le conocen y no le aman todavía, a fin de que éstos lleguen a ser también sus súbditos, y que reconozcan a su Maestro, en el Cielo.
Así, desde la Revolución francesa, los católicos se dividieron entre los que aceptaban honrar a Nuestro Señor en las familias y parroquias, pero no en la vida pública, y en aquellos que, al contrario, querían que Nuestro Señor reine en todos lados. Los primeros, para justificar el silencio sobre Nuestro Señor en la sociedad, se apoyaron sobre la libertad de creer y de no creer. Pero esto no es así; uno no es libre de creer lo que quiere. Nuestro Señor dijo "El que creerá será salvado, el que no creerá será condenado". Por supuesto, se puede usar mal de esta libertad, pero entonces se desobedece alejándose de Dios. Moralmente uno no es libre: se debe honrar a nuestro Señor y seguir su enseñanza.

 

LOS PAPAS CONDENAN A LOS LIBERALES

He aquí aquellos que se llamó liberales, porque estaban por la libertad, dejando a cada uno el derecho de pensar lo que quería según su conciencia. Pero los Papas han condenado siempre ese liberalismo, afirmando en alta voz que no hay más libertad de conciencia que la de hacer el bien y evitar el mal. Por supuesto se puede desobedecer. Un niño puede desobedecer a sus padres, pero ¿tiene derecho a eso? Evidentemente no. Es lo mismo en la religión. Cierto, existen personas que desobedecen, pero hay que tratar de convertirlos y de llevarlos a obedecer a nuestro Señor, el Dios verdadero que nos juzgará a todos.

Esa corriente liberal fue desarrollada por católicos como Lamennais que era sacerdote; de allí la división en el propio seno de la Iglesia. Pero papas tales como Pío IX, León XIII; San Pío X, Pío XI, y Pío XII, han condenado siempre a esos liberales como los peores enemigos de la Iglesia, dado que alejaban a las gentes, las familias y los Estados de Nuestro Señor Jesucristo.

Cuando Nuestro Señor no está más presente en las escuelas, hospitales, tribunales y gobiernos, cuando está ausente del ambiente público, es la apostasía y el ateísmo. En efecto, se toma el hábito de no pensar más en Nuestro Señor, ya que no se lo ve en ninguna parte, y poco a poco este olvido se difunde y se introduce en las familias.

¿Cuáles son actualmente, para dar un ejemplo, los restaurantes y hoteles donde se halla la Cruz de Nuestro Señor? Por mi parte viajo mucho, y no he hallado sino en Austria un hermoso crucifijo en algunos restaurantes y una bella imagen de la Santísima Virgen en la habitación del hotel. En otra parte esto se terminó. Antes no había casa sin crucifijo. Hoy, hasta buenos católicos tienen miedo de colocar una en su casa, por temor de la reacción de aquellos que no aman la Religión cristiana. Ved a lo que se llega alejando suavemente a Nuestro Señor.

 

LOS ENEMIGOS EN EL INTERIOR DE LA IGLESIA

Al comenzar el siglo, San Pío X decía que ahora los enemigos de la Iglesia no están solamente en el exterior sino también en el interior. Con esto quería señalar esos católicos que no querían más la realeza pública de Nuestro Señor.

Pero eso no es todo. Dado que había hasta en los seminarios profesores modernistas, que querían adaptarse al mundo moderno, con su rechazo de nuestro Señor y su apostasía, San Pío X exigió que se los apartase de los seminarios, para que no influyan sobre los seminaristas que, una vez sacerdotes, difundirían a su turno las malas doctrinas. Y San Pío X tenían razón, pues es lo que ocurrió. Los obispos no quisieron prestar atención y suavemente esas ideas fueron introducidas en los seminarios, luego en el clero y finalmente en todos lados. Al nombre de la libertad, se dejó de hablar de Nuestro Señor y fue la apostasía.

En 1926, hace pues más de sesenta años, me encontraba en el seminario en Roma, bajo Pío XI, quien, él también, combatía y condenaba a los sacerdotes favorables al laicismo. En este año tuvo lugar en Roma una semana contra el liberalismo, y se presentaron dos pequeños libros: "Libéralisme et Catholicisme" del R.P. Roussel y "Le Christ Roi des Nations" del R.P. Philippe.

He aquí la introducción del primero:

"Queremos que Jesucristo, Hijo de Dios y Redentor de los hombres, reine no sólo sobre el individuo, sino sobre las familias, pequeñas y grandes, sobre las naciones y sobre el orden social entero; este es el pensamiento que nos une especialmente esta semana. Este reinado social, de Jesús Rey, reinado legítimo en sí, necesario para nosotros, no tiene adversario más temible, por su astucia, su tenacidad y su influencia, que el liberalismo moderno".

¿Cuáles son, pues, los orígenes de este liberalismo, sus manifestaciones principales, su desarrollo lógico? ¿Cómo calificarlo y refutarlo? Tales son las cuestiones que trata el libro del R.P. Roussel con su respuesta; un libro muy interesante que damos a todos nuestros seminaristas para que estén al corriente de esos errores modernos. El liberalismo, el laicismo, la secularización y la ausencia de sumisión pública a Nuestro Señor se han difundido a pesar de los Papas, porque los obispos y los sacerdotes no los escucharon lo suficiente.

El segundo pequeño libro editado, con ocasión de esa semana contra el liberalismo, en Roma, es: "Catechisme des droits divins dans L'ordre social", conocido bajo el título "Le Christ Roi des Nations" del R.P. Philippe, redentorista. Veamos el prefacio:

"Bajo pretexto de seguir las solas luces de la conciencia, se tomó el hábito de abandonar a la libre disposición de ésta el cumplimiento de todos los deberes: los derechos de la verdad y especialmente, los de la Verdad suprema son pisoteados. Nuestro catecismo pide un gran acto de fé, el acto de fe en Dios y en Jesucristo que ejerce su autoridad. Los pueblos deben saber que, en todas las relaciones de hombre a hombre, en todo lo que constituye la intimidad de una nación, dependen de Dios y de Jesucristo".

Todo esto ocurrió en 1926. Entonces los sacerdotes resistían aprestándose para luchar contra la apostasía invasora y para defender a Nuestro Señor, contra la secularización y la laicización de todas las instituciones. León XIII en su incíclica Humanun genus describió que los francmasones tienen por fin descristianizar todo, especialmente las instituciones, y que quieren quitar y expulsar a Nuestro Señor de todos lados. Todo esto se desarrolló pues a pesar de los Papas, y así se llegó al Concilio Vaticano II.

 

LA PREPARACIÓN DEL CONCILIO: LOS OBISPOS LIBERALES

Ahí también fue la división, en el seno mismo de la Iglesia. Esos liberales que no quieren que se hable más de Nuestro Señor en la sociedad, que, al contrario, quieren la libertad de todas las religiones y de todos los sistemas de pensamiento, crearon una oposición entre las cardenales y esto desde la preparación del concilio.

La Santa Sede había instituido unas comisiones a la cabeza de las cuales se elevaba la "Comisión central preparatoria del Concilio". Sesionó de 1960 a 1962 y estaba integrado de setenta cardenales y una veintena de arzobispos y obispos, y si me encontraba allí era por ser presidente de la Asamblea de arzobispos y obispos de la África occidental francesa. El Papa Juan XXIII presidía, con frecuencia, nuestras reuniones.

Fue como un campo de batalla, hay que decirlo. ¿Quién ganaría? ¿Los liberales o los auténticos católicos que estaban con todos los Papas en su condena al liberalismo? Por un lado unos querían que la Iglesia declarase su tesis sobre la libertad, la neutralidad de las sociedades y la ausencia de Nuestro Señor Jesucristo de la vida pública. Por otro, hubo vivas reacciones contrarias. ¿Nosotros católicos no tendríamos el derecho de tener nuestros Estados católicos para no chocar con las religiones musulmana, budista o protestante? ¿Y esto bajo el pretexto de no hacerles agravio, cuando ellos nos lo hacen categórica y públicamente?

En los Estados protestantes, por ejemplo, se es protestante oficialmente. El cantón de Vaud inscribió en su constitución que el protestantismo es religión de Estado. Así es igualmente para Suecia, Noruega, Inglaterra y Dinamarca, y públicamente la religión protestante es la única reconocida por el Estado.

 

LOS LIBERALES SUPRIMEN LOS ESTADOS CATÓLICOS

¿Entonces no tendríamos el derecho de tener nosotros también nuestros Estados católicos? El Estado del Valais era católico un 90 %. Como los liberales ganaron en el Concilio, y dominan ahora en Roma, pidieron a Mons. Adams (a quien conocí bien y que era un buen amigo), por intermedio del nuncio en Berna, de acabar con el Estado católico del Valais. La constitución valdense enunciaba, en efecto, que la Religión católica era la única religión reconocida públicamente por el Estado. Esto era, en definitiva, afirmar que Nuestro Señor Jesucristo era el Rey del Valais. Y Mons. Adam, todo lo favorable que fuese la Tradición, él que había combatido durante el concilio a favor del reinado social de Nuestro Señor, escribió una carta a todos sus fieles para que el Estado de Valais cambiase su constitución y se convierta oficialmente en neutra.

Me informé y se me contestó que eso venía del nuncio. Fui pues a encontrarlo a Berna y él que había combatido durante el Concilio a favor del reinado social de Nuestro Señor, escribió una carta a todos sus fieles para que el Estado de Valais cambiase su constitución y se convierta oficialmente en neutra.

Me informé y se me contestó que eso venía del nuncio. Fui pues a encontrarlo a Berna y él me confirmó que Mons. Adam había escrito por orden suya.

- ¿Y no tiene Usted, vergüenza de pedir que Nuestro Señor Jesucristo no reine más el Valais?

- (El Nuncio) Oh, pero ahora esto no es más posible. Usted comprende no es más posible.

- ¿Y los protestantes? Vaya Usted, pedirles de dejar de reconocer su protestantismo como religión oficial en el cantón de Vaud y o en Dinamarca. ¿Y nosotros católicos, no tenemos, acaso, el derecho de tener Estados en los cuales la Religión católica es la única reconocida públicamente?

- (El nuncio) Ah, eso no es más posible. - ¿Qué hace Usted de la magnífica encíclica Quas primas donde Pío XI recuerda que Nuestro Señor Jesucristo debe reinar sobre todos los Estados y sobre todas las naciones?

- (El nuncio) Oh, el Papa no lo escribiría ahora.

Ah, esto como ejemplo. Esta encíclica fue escrita en 1925 por Pío XI para recordar a todos los obispos la doctrina sobre el reinado social de Nuestro Señor Jesucristo, y he aquí ahora obispos hacen exactamente lo contrario. Y es lo que desgraciadamente aconteció: oficialmente el Estado del Valais no es más un Estado católico. La Iglesia sólo sigue reconocida al mismo nivel que cualquier asociación privada, como las otras religiones, que tienen el derecho de organizarse en el Valais (Suiza).

 

EL CARDENAL BEA PORTAVOZ DE LOS LIBERALES

¿Cómo ocurrió esto? Un día el cardenal Ottaviani y el cardenal Bea nos trajeron dos fascículos que valían su peso en oro. Estos dos fascículos delimitaron los campos en la Iglesia: uno es de la Revolución francesa y el otro de la Tradición católica. Uno es el del cardenal Bea, liberal, el otro el del cardenal Ottaviani, prefecto de la Comisión.

En su documento el cardenal Ottaviani habla de la "tolerancia religiosa". Es decir, si hay otras religiones en los Estados católicos, se los tolera, pero no se les concede las mismas libertades que a la Iglesia, del mismo modo que se toleran los pecados y los errores, dado que no se puede expurgar todo. En una sociedad hace falta una cierta tolerancia, pero esto no quiere decir que se apruebe el mal.

Cuando llegó el momento para el cardenal Ottaviani de presentar su documento a la Comisión central preparatoria del Concilio, documento que no hacía más que retomar la doctrina enseñada siempre por la Iglesia católica, el cardenal Bea se irguió diciendo que se oponía. El cardenal Ruffini, de Sicilia, intervino para detener ese pequeño escándalo de dos cardenales que se enfrentaban así con violencia ante todos los otros. Pidió referir a la autoridad superior, es decir al Papa que ese día no presidía la sesión. Pero el cardenal Bea dijo, no, quiero que se vote para saber quién está conmigo y quién con el cardenal Ottaviani.

Se procedió, pues, a votar. Los setenta cardenales, los obispos y los cuatro superiores de órdenes religiosas que estaban allí se dividieron más o menos por mitades. Prácticamente todos los cardenales de origen latino: italianos, españoles y sudamericanos, estaban por el cardenal Ottaviani. El contrario los cardenales norteamericanos, ingleses, alemanes y franceses estaban por el cardenal Bea. Así se halló una Iglesia dividida sobre un tema fundamental de su doctrina: La realeza de Nuestro Señor Jesucristo.
Era la última sesión, y uno se podía preguntar lo que iba a acontecer con ese Concilio si ya la mitad de los setenta cardenales eran favorables a la tolerancia religiosa del cardenal Ottaviani y la otra mitad favorable a la libertad religiosa del cardenal Bea que se basaba en la Revolución francesa y la Declaración de los derechos del hombre. Y bien, en el Concilio también hubo lucha, y hay que reconocer que son los liberales los que se impusieron. ¡Qué escándalo! Así llegó esa nueva religión, que desciende más de la Revolución francesa que de la Tradición católica, ese famoso ecumenismo donde todas las religiones están en pie de igualdad. Ahora Ustedes, pueden comprender la situación actual, esta se deriva de los liberales en el Concilio.

Hubo, sin embargo, oposiciones violentas, pero como el Papa tomó parte prácticamente por la libertad, son los liberales que tomaron los puestos en Roma y los ocupan aún.

Me opuse a esto con Mons. Sigaud, Mons. de Castro Mayer y muchos otros miembros del Concilio. Porque no se puede admitir que Nuestro Señor sea destronado. La Iglesia está fundada sobre el principio que exige la realeza de Nuestro Señor sobre la tierra del mismo modo que en el Cielo. Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el Cielo. ¡Sí, que la voluntad del Señor sea hecha por doquier y no solamente en las familias!. Pero ahora que el liberalismo reina en Roma, aquel que nuestros autores de 1926 calificaban como de el peor enemigo de la Iglesia, asistimos a la demolición de la Iglesia.

Hay una auténtica ruptura. Más nosotros permanecemos en comunión con todos los Papas hasta el Concilio, mientras que el cardenal Bea no da referencia alguna en su documento. Él no podía remitirse a ningún Papa, dado que su doctrina es nueva y ésta siempre fue condenada por los Sumos Pontífices. En el folleto del Cardenal Ottaviani hay más páginas de referencia que de texto, referencias a los Papas, a los concilios, a toda la doctrina de la Iglesia. La tolerancia religiosa está realmente en la continuidad de la Tradición. La Fe en la Iglesia fue siempre predicar la verdad y tolerar el error, ya que no puede hacer de otro modo, pero esforzándose en ser misionera, reducir el error y atraer a la verdad. La Iglesia no afirmó jamás que se tenía el derecho tanto de estar en el error como en la verdad, que había igual derecho de ser budista que católico. Esto no es posible, o la Religión católica no es más la única verdadera. Es una catástrofe fundamental para la Iglesia. Hemos vivido ese combate en el Concilio y lo vivimos todavía.

 

CONSECUENCIAS DE LA NEUTRALIDAD

Una vez que el Estado deja de tener religión, y que la Iglesia exige que todas las religiones sean admitidas, las puertas están abiertas. Y se asiste a una invasión inverosímil. Moon, adventistas, testigos de Jehová, a tal punto que hasta los obispos se han reunido en Sudamérica para constatar la gravedad de la situación. Unos hablan de cuarenta millones, y otros de sesenta millones de católicos que han pasado a las sectas desde 1968; por consiguiente, desde el Concilio. He aquí la terrible consecuencia de la posición del cardenal Bea: la apostasía de millones y millones de católicos. Y se constata la misma cosa por doquier, como en Francia, donde se ve de más en más católicos pasarse al Islam, a las sectas o a las logias masónicas. Es la apostasía general, es por eso que resistimos, pero las autoridades romanas quieren que aceptemos esto. Cuando discutí con ellas en Roma, querían que yo conozca la libertad religiosa como el cardenal Bea. Pero les dije, no, no puedo. Mi fe es la del cardenal Ottaviani fiel a todos los Papas y no esta doctrina nueva y perpetuamente condenada.

He aquí lo que constituye nuestra oposición y es la razón por la cual no existe posibilidad de entenderse. Y no es tanto la cuestión de la Misa, dado que la Misa es precisamente una de las consecuencias del hecho que quiso acercarse al protestantismo y, por ende, transformar el culto, los sacramentos, el catecismo, etc...

 

EL FUNDAMENTO DE NUESTRA POSICIÓN

La verdadera oposición fundamental es el reinado de Nuestro Señor Jesucristo. Opportet Illum regnare, nos dice San Pablo. Ellos dicen, no, nosotros decimos, sí, con todos los Papas. Nuestro Señor no vino para estar escondido en el interior de las casas sin salir de éstas. ¿Por qué se han hecho masacrar los misioneros? Para predicar que Nuestro Señor Jesucristo es el único Dios verdadero, para decir a los paganos que se conviertan. Entonces los paganos han querido hacerlos desaparecer, pero ellos no han dudado en dar su vida para continuar predicando a Nuestro Señor Jesucristo.

¿Habrá que hacer ahora lo contrario, decir a los paganos: "vuestra religión es buena, conservadla siempre que seáis buenos budistas, buenos musulmanes, o buenos paganos"? ¡He aquí la razón de nuestra desinteligencia! Nosotros obedecemos a Nuestro Señor que dijo a los Apóstoles "Id a enseñar el Evangelio hasta los confines de la tierra".

No hay que extrañarse que no lleguemos a entendernos con Roma. Esto no será posible hasta que Roma no vuelva a la fe en el reino de Nuestro Señor Jesucristo, hasta que deje de dar la impresión de que todas las religiones son buenas. Nos enfrentamos con ellos sobre un punto de la Fe católica, como se han enfrentado el cardenal Bea y el cardenal Ottaviani, y como se han enfrentado todo los Papas con el liberalismo. Es la misma cosa, la misma corriente, las mismas ideas y las mismas divisiones en el interior de la Iglesia.

Antes del Concilio los Papas y Roma sostenían la Tradición contra el liberalismo, mientras ahora los liberales ocuparon el lugar. Evidentemente éstos están contra los tradicionalistas y, por consiguiente, somos perseguidos. Pero estamos tranquilos porque estamos en comunión con todos los Papas desde Nuestro Señor y los Apóstoles. Guardamos su Fe y no vamos a pasarnos ahora a la fe revolucionaria en la Declaración de los derechos del hombre. No queremos ser hijos de 1789, sino hijos de Nuestro Señor e hijos del Evangelio.

Los representantes de la Iglesia católica dicen: cada uno es libre y se puede colocar a todas las religiones juntas para rezar como en Asís. ¡Eso es una abominación! El día en el que el Señor se enoje no será cosa de risa. Pues si Nuestro Señor castigó a los judíos, como lo hizo, es porque estos habían rehusado creen en Él. Anunció que Jerusalén sería destruida y lo fue, y el templo nunca fue reconstruido desde aquel entonces. Bien podría decir lo mismo ahora cuando todos sus pastores están contra Él, ya que no quieren creer más en su realeza universal.

Hay que seguir apegado a la doctrina de la Iglesia. Permaneced apegados a Nuestro Señor que es todo para nosotros. Él es el Amo que nos juzgará como juzgará a todo el mundo. Luego, hay que rezar para que su reino llegue, aún cuando se deba ser perseguido.

Por más extraordinario que pueda parecer, he aquí la situación de hoy. No soy yo quien la inventé. ¿Por qué me he hallado casi sólo contra ese liberalismo al que son favorables la mayoría de los obispos, hasta de Roma? Es un gran misterio. Siendo, como antes, fiel a todo lo que han dicho los Papas, uno se halla casi solo.

Lo principal es estar con Nuestro Señor, aún cuando haya que estar solo. Si se está con toda la enseñanza de la Iglesia de veinte siglos, no se tiene miedo. ¿No hay que hacerse problemas, verdad? ¡Confiad en la Providencia! Dios que conoce el futuro, restablecerá todas las cosas un día, dado que la iglesia no puede quedar indefinidamente en esta situación.

Confiemos en la Santísima Virgen y en Nuestro Señor y no nos acobardemos ni nos deprimamos, ya que continuamos la Iglesia. Permanezcamos en paz. ¡Que Dios os bendiga!


+ Mons. MARCEL LEFEBVRE

Arzobispo

De su conferencia en Sierre, Suiza, 27 de noviembre de 1988


martes, 2 de noviembre de 2021

LAS FALSAS DEVOCIONES A LA VIRGEN (Continuación)

 

Los devotos inconstantes;

Los devotos inconstantes son los que honran a la Santísima Virgen a intervalos y como a saltos. Ahora fervorosos, ahora tibios... En un momento parecen dispuestos a emprenderlo todo por su servicio, poco después ya no son los mismos. Abrazan de momento todas las devociones a la Santísima Virgen y se inscriben en todas sus cofradías, pero luego no cumplen sus normas con fidelidad. Cambian como la luna. Y María los coloca debajo de sus pies junto a la medialuna, porque son volubles e indignos de ser contados entre los servidores de esta Virgen Fiel, que se distingue por su fidelidad y  la constancia. Más vale no recargarse con tantas oración, y prácticas devotas y hacer menos pero con amor y fidelidad a pesar del mundo, del demonio y de la carne.

#101  Fragmento extraído fielmente del Tratado de la verdadera Devoción a la Santísima Virgen, de San Luis María Grignon de Montfort