miércoles, 31 de julio de 2019

VIGILAD Y ORAD: R.P. RAFAEL OSB



Mientras dormían los hombres vino el ENEMIGO y sembró cizaña en medio del trigo. El primer problema fue que los hombres dormían. El enemigo día y noche nos acecha para hacernos caer. Falta la parte de velar (VELAD) para que no se acerquen los enemigos y destruyan la obra de Dios en nuestras almas. Los católicos de ahora ya no vigilan a los enemigos del alma: Mundo, demonio y carne.

viernes, 26 de julio de 2019

PREPARACIÓN PARA LA MUERTE (SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO) CONSIDERACIÓN PRIMERA


PREPARACIÓN PARA LA MUERTE SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO CONSIDERACIÓN PRIMERA 

Retrato de un hombre que acaba de morir Polvo eres y en polvo te convertirás Gn. 3, 19 

PUNTO 1 
Considera que tierra eres y en tierra te has de convertir. Día llegará en que será necesario morir y pudrirse en una fosa, donde estarás cubierto de gusanos (Sal. 14, 11). A todos, nobles o plebeyos, príncipes o vasallos, ha de tocar la misma suerte. Apenas, con el último suspiro, salga el alma del cuerpo, pasará a la eternidad, y el cuerpo, luego, se reducirá a polvo (Sal. 103, 29). Imagínate en presencia de una persona que acaba de expirar. Mira aquél cadáver, tendido aún en su lecho mortuorio; la cabeza inclinada sobre el pecho; esparcido el cabello, todavía bañado con el sudor de la muerte; hundidos los ojos; desencajadas las mejillas; el rostro de color de ceniza; los labios y la lengua de color de plomo; yerto y pesado el cuerpo... ¡Tiembla y palidece quien lo ve!... ¡Cuántos, sólo por haber contemplado a un pariente o amigo muerto, han mudado de vida y abandonado el mundo! Pero todavía inspira el cadáver horror más intenso cuando comienza a descomponerse... Ni un día ha pasado desde que murió aquel joven, y ya se percibe un hedor insoportable. Hay que abrir las ventanas, y quemar perfumes, y procurar que pronto lleven al difunto a la iglesia o al cementerio, y que le entierren en seguida, para que no inficione toda la casa... Y el que haya sido aquel cuerpo de un noble o un potentado no servirá, acaso, sino para que despida más insufrible fetidez, dice un autor. ¡Ved en lo que ha venido a parar aquel hombre soberbio, aquel deshonesto!... Poco ha, veíase acogido y agasajado en el trato de la sociedad; ahora es horror y espanto de quien le mira. Apresúranse los parientes a arrojarle de la casa, y pagan portadores para que, encerrado en su ataúd, se lo lleven y den sepultura... Pregonaba la fama no ha mucho el talento, la finura, la cortesía y gracia de ese hombre; mas a poco de haber muerto, ni aun su recuerdo se conserva (Sal. 9, 7). Al oír la nueva de su muerte, limítanse unos a decir que era un hombre honrado; otros, que ha dejado a su familia con grandes riquezas. Contrístanse algunos, porque la vida del que murió les era provechosa; alégranse otros, porque esa muerte puede serles útil. Por fin, al poco tiempo, nadie habla ya de él, y hasta sus deudos más allegados no quieren que de él se les hable, por no renovar el dolor. En las visitas de duelo se trata de otras cosas; y si alguien se atreve a mencionar al muerto, no falta un pariente que diga: “¡Por caridad, no me lo nombréis más!” Considera que lo que has hecho en la muerte de tus deudos y amigos así se hará en la tuya. Entran los vivos en la escena del mundo a representar su papel y a recoger la hacienda y ocupar el puesto de los que mueren; pero el aprecio y memoria de éstos poco o nada duran. Aflígense al principio los parientes algunos días, mas en breve se consuelan por la herencia que hayan obtenido, y muy luego parece como que su muerte los regocija. En aquella misma casa donde hayas exhalado el último suspiro, y donde Jesucristo te habrá juzgado, pronto se celebrarán, como antes, banquetes y bailes, fiestas y juegos... Y tu alma, ¿dónde estará entonces?

AFECTOS Y SÚPLICAS ¡Gracias mil os doy, oh Jesús y Redentor mío, porque no habéis querido que muriese cuando estaba en desgracia vuestra! ¡Cuántos años ha que merecía estar en el infierno!... Si hubiera muerto en aquel día, en aquella noche, ¿qué habría sido de mí por toda la eternidad?... ¡Señor!, os doy fervientes gracias por tal beneficio. Acepto mi muerte en satisfacción de mis pecados, y la acepto tal y como os plazca enviármela. Mas ya que me habéis esperado hasta ahora, retardadla un poco todavía. Dadme tiempo de llorar las ofensas que os he hecho, antes que llegue el día en que habéis de juzgarme (Jb. 10, 20). No quiero resistir más tiempo a vuestra voz... ¡Quién sabe si estas palabras que acabo de leer son para mí vuestro último llamamiento! Confieso que no merezco misericordia. ¡Tantas veces me habéis perdonado, y yo, ingrato, he vuelto a ofenderos! ¡Señor, ya que no sabéis desechar ningún corazón que se humilla y arrepiente, ved aquí al traidor que, arrepentido, a Vos acude! Por piedad, no me arrojéis de vuestra presencia (Sal. 50, 13). Vos mismo habéis dicho: Al que viniere a mí no le desecharé. Verdad es que os he ofendido más que nadie, porque más que a nadie me habéis favorecido con vuestra luz y gracia. Pero la sangre que por mí habéis derramado me da ánimos y esperanza de alcanzar perdón si de veras me arrepiento... Sí, bien sumo de mi alma; me arrepiento de todo corazón de haberos despreciado. Perdonadme y concededme la gracia de amaros en lo sucesivo. Basta ya de ofenderos. No quiero, Jesús mío, emplear en injuriaros el resto de mi vida; quiero sólo invertirle en llorar siempre las ofensas que os hice, y en amaros con todo mi corazón. ¡Oh Dios, digno de amor infinito!... ¡Oh María, mi esperanza, rogad a Jesús por mí! 

PUNTO 2 

Mas para ver mejor lo que eres, cristiano –dice San Juan Crisóstomo–, ve a un sepulcro, contempla el polvo, la ceniza y los gusanos, y llora. Observa cómo aquel cadáver va poniéndose lívido, y después negro. Aparece luego en todo el cuerpo una especie de vellón blanquecino y repugnante, de donde sale una materia pútrida, viscosa y hedionda, que cae por la tierra. Nacen en tal podredumbre multitud de gusanos, que se nutren de la misma carne, a los cuales, a veces, se agregan las ratas para devorar aquel cuerpo, corriendo unas por encima de él, penetrando otras por la boca y las entrañas. Cáense a pedazos las mejillas, los labios y el pelo; descárnase el pecho, y luego los brazos y las piernas. Los gusanos, apenas han consumido las carnes del muerto, se devoran unos a otros, y de todo aquel cuerpo no queda, finalmente, más que un fétido esqueleto, que con el tiempo se deshace, separándose los huesos y cayendo del tronco la cabeza. Reducido como a tamo de una era de verano que arrebató el viento... (Dn. 2, 35). Esto es el hombre: un poco de polvo que el viento dispersa. ¿Dónde está, pues, aquel caballero a quien llamaban alma y encanto de la conversación? Entrad en su morada; ya no está allí. Visitad su lecho; otro lo disfruta. Buscad sus trajes, sus armas; otros lo han tomado y repartido todo. Si queréis verle, asomaos a aquella fosa, donde se halla convertido en podredumbre y descarnados huesos... ¡Oh Dios mío! Ese cuerpo alimentado con tan delicados manjares, vestido con tantas galas, agasajado por tantos servidores, ¿se ha reducido a eso? Bien entendisteis vosotros la verdad, ¡oh Santos benditos!, que por amor de Dios –fin único que amasteis en el mundo– supisteis mortificar vuestros cuerpos, cuyos huesos son ahora, como preciosas reliquias, venerados y conservados en urnas de oro. Y vuestras almas hermosísimas gozan de Dios, esperando el último día para unirse a vuestros cuerpos gloriosos, que serán compañeros y partícipes de la dicha sin fin, como lo fueron de la cruz en esta vida. Tal es el verdadero amor al cuerpo mortal; hacerle aquí sufrir trabajos para que luego sea feliz eternamente, y negarle todo placer que pudiera hacerle para siempre desdichado. 

AFECTOS Y SÚPLICAS 

¡He aquí, Dios mío, a qué se reducirá este mi cuerpo, con que tanto os he ofendido: a gusanos y podredumbre! Mas no me aflige, Señor; antes bien, me complace que así haya de corromperse y consumirse esta carne, que me ha hecho perderos a Vos, mi sumo bien. Lo que me contrista es el haberos causado tanta pena por haberme procurado tan míseros placeres. No quiero, con todo, desconfiar de vuestra misericordia. Me habéis guardado para perdonarme (Is. 30, 18), ¿no querréis, pues, perdonarme si me arrepiento?... Me arrepiento, sí, ¡oh Bondad infinita!, con todo mi corazón, de haberos despreciado. Diré, con Santa Catalina de Génova: Jesús mío, no más pecados, no más pecados. No quiero abusar de vuestra paciencia. No quiero aguardar para abrazaros a que el confesor me invite a ello en la hora de la muerte. Desde ahora os abrazo, desde ahora os encomiendo mi alma. Y como esta alma mía ha estado tantos años en el mundo sin amaros, dadme luces y fuerzas para que os ame en todo el tiempo de vida que me reste. No esperaré, no, para amaros, a que llegue la hora de mi muerte. Desde ahora mismo os abrazo y estrecho contra mi corazón, y prometo no abandonaros nunca... ¡Oh Virgen Santísima!, unidme a Jesucristo y alcanzadme la gracia de que jamás le pierda. 

PUNTO 3 

En esta pintura de la muerte, hermano mío, reconócete a ti mismo, y mira lo que algún día vendrás a ser: Acuérdate de que eres polvo y el polvo te convertirás. Piensa que dentro de pocos años, quizá dentro de pocos meses o días, no serás más que gusanos y podredumbre. Con tal pensamiento se hizo Job (17, 14) un gran santo. A la podredumbre dije: Mi padre eres tú, y mi madre y mi hermana a los gusanos. Todo ha de acabar. Y si en la muerte pierdes tu alma, todo estará perdido para ti. Considérate ya muerto –dice San Lorenzo Justiniano–, pues sabes que necesariamente has de morir. Si ya estuvieses muerto, ¿qué no desearías haber hecho?... Pues ahora que vives, piensa que algún día muerto estarás. Dice San Buenaventura que el piloto, para gobernar la nave, se pone en el extremo posterior de ella. Así, el hombre, para llevar buena y santa vida, debe imaginar siempre que se halla en la hora de morir. Por eso exclama San Bernardo: Mira los pecados de tu juventud, y ruborízate; mira los de la edad viril, y llora; mira los últimos desórdenes de la vida, y estremécete, y ponles pronto remedio. Cuando San Camilo de Lelis se asomaba a alguna sepultura, decíase a sí mismo: “Si volvieran los muertos a vivir, ¿qué no harían por la vida eterna? Y yo, que tengo tiempo, ¿qué hago por mi alma?...” Por humildad decía esto el Santo; mas tú, hermano mío, tal vez con razón pudieras temer el ser aquella higuera sin fruto de la cual dijo el Señor: Tres años que vengo a buscar fruto a esta higuera, y no le hallo (Lc. 13, 7). Tú, que estás en el mundo más de tres años ha, ¿qué frutos has producido?... Mirad – dice San Bernardo– que el Señor no busca solamente flores, sino frutos; es decir, que no se contenta con buenos propósitos y deseos, sino que exige santas obras. Sabe, pues, aprovecharte de este tiempo que Dios, por su misericordia, te concede, y no esperes para obrar bien a que ya sea tarde, al solemne instante en que se te diga: ¡Ahora! Llegó el momento de dejar este mundo. ¡Pronto!... Lo hecho, hecho está.

 AFECTOS Y SÚPLICAS

 Aquí me tenéis, Dios mío; yo soy aquel árbol que desde muchos años ha merecía haber oído de Vos estas palabras: Córtale, pues ¿para qué ha de ocupar terreno en balde?... (Lc. 13, 7). Nada más cierto, porque en tantos años como estoy en el mundo no os he dado más frutos que abrojos y espinas de mis pecados... Mas Vos, Señor, no queréis que yo pierda la esperanza. A todos habéis dicho que quien os busca os halla (Lc. 11, 9). Yo os busco, Dios mío, y quiero recibir vuestra gracia. Aborrezco de todo corazón cuantas ofensas os he hecho, y quisiera morir por ellas de dolor. Si en lo pasado huí de Vos, más aprecio ahora vuestra amistad que poseer todos los reinos del mundo. No quiero resistir más a vuestro llamamiento. Ya que es voluntad vuestra que del todo me dé a Vos, sin reserva a Vos me entrego todo... En la cruz os disteis todo a mí. Yo me doy todo a Vos. Vos, Señor, habéis dicho: Si algo pidiereis en mi nombre, Yo lo haré (Jn. 14, 14). Confiado yo, Jesús mío, en esta gran promesa, en vuestro nombre y por vuestros méritos os pido vuestra gracia y vuestro amor. Haced que de ellos se llene mi alma, antes morada de pecados. Gracias os doy por haberme inspirado que os dirija esta oración, señal cierta de que queréis oírme. Oídme, pues, ¡oh Jesús mío!, concededme vivo amor hacia Vos, deseo eficacísimo de complaceros y fuerza para cumplirle... ¡Oh María, mi gran intercesora, escuchadme Vos también, y rogad a Jesús por mí!

jueves, 18 de julio de 2019

MATRIMONIO CRISTIANO 2a Parte



   “Lo que le da fuerza al matrimonio cristiano es que ambos tengan la vista puesta en la cruz, en el sacrificio y sepan que el matrimonio también es un via crucis. El matrimonio debe construirse sobre el sacrificio de la santa misa, la cual representa la renovación del sacrificio en la cruz de Nuestro Señor. De esa manera van a cargar de a dos con las dificultades del matrimonio. En cuanto se deja el sacrificio y la cruz de lado, se caerá necesariamente en el pecado”. Monseñor Lefebvfre

  … Los esposos necesitan tener esa mirada al objetivo eterno, al cual deben llevar a los amados hijos de Dios. ¡La sola idea de la inmortalidad del alma y el futuro eterno de sus propios hijos es una fuente de fortaleza inmensa para los padres!

   … La esposa debe tener en mente que todo lo que le haga a su marido, sea bueno o malo, se lo hace a Cristo. Su fuente de fortaleza es, como para el hombre, el sacramento mismo y una buena vida de oración, por sobre todo una profunda devoción a María.

   … Recuerden que los niños sufren graves daños debido a las peleas constantes de los padres, tienen éstos permanentemente un  mal ejemplo al ver a la madre protestona o manipuladora o bien al ver al padre irresponsable y dejado. ¿De dónde va a venir la obediencia de los niños, si la madre no logra subordinarse? ¿De dónde va a proceder la fidelidad de los niños hacia la obligación y la responsabilidad?

   Aquí le viene a uno a la mente la definición de paz: “La paz es la quietud del orden”. La verdadera paz existe en un matrimonio y en la familia solo cuando es mantenido el orden dado por Dios. Cuando el hombre intenta reemplazar el orden de Dios, solo surgen caos y peleas. “Cuando el marido no cumple con su deber, es hasta tarea de la  mujer, tomar su lugar en el liderazgo de la familia…” (Papa Pío XI).

   Por otro lado esta organización no excluye una distribución de las tareas. La madre lleva a cabo muchas tareas en la familia, de acuerdo a sus habilidades y dones. Esto lo hace para complementar a su marido, no contra él, u omitiéndolo, sino para él.

   Los padres fueron creados a imagen y semejanza de Dios. Ellos son para los niños la primera imagen de Dios. A partir de la bondad, la veracidad, el amor, la paciencia y la humildad de los padres conocen los niños  las primeras nociones de las propiedades de Dios.

   Todo lo bueno que lleven los padres por un largo lapso de tiempo, dejará una impresión duradera en los niños, de  la misma manera que una falla deja huellas negativas. Queda a elección de los padres qué huellas quieren dejar.

   Por tanto los padres deben tomar el sacramento del matrimonio muy en serio durante la educación de sus hijos.

   …¡Acudan a María! Ella va a ir rápidamente a Jesús y le va a decir: “No tienen vino”. Luego, el amor tiene  que crecer en vez de disminuir, entonces cumplirá con las expectativas de Nuestro Señor: “…yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca”.

   Entonces el Señor va a volver a vivir en el medio del matrimonio y de la familia: “donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”.

 Del libro El vino de Caná Padre Grün

martes, 16 de julio de 2019

Santísima Virgen del Carmen (16 de Julio)





El Escapulario
“El Escapulario es una señal de salvación, salvaguardia en los peligros, alianza de paz y de protección”.
Es una seguridad moral de que hay un lugar en el Cielo para quien lo usa con respeto. La Santísima Virgen lo prometió. Ella considera a quien lo usa como su hijo(a) predilecto. Les da gracia en abundancia, en la vida, en la enfermedad, en la muerte.
Quien tiene el Escapulario de la Virgen del Carmen y lo lleva con piedad, con amor, es un predestinado. ¿Quién es el que no querrá llevarlo sobre su pecho?
¡Es un escudo contra el infierno!
¡Llevemos esa tela bendita cerca del corazón! Es parte del hábito de nuestra Madre Santísima.
Promesa a quienes usan el Santo Escapulario
La eterna salvación a aquellas personas que mueran vistiendo el Santo Escapulario; además, la Sma. Virgen prometió que libraría del Purgatorio a las almas el siguiente sábado después de su muerte.
Se debe llevar con respeto, como hábito, guardando la castidad propia del estado, honrando a la Sma. Virgen y a Dios. No es un amuleto y no es de juego.
Para aquellos que aman el Escapulario de la Santísima Virgen del Carmen, además, el Papa Benedicto XV concedió 500 días de indulgencia cada vez que se besara el escapulario.
El escapulario debe llevarse sobre los hombros, de modo que una parte cuelgue por la parte frontal del cuerpo y la otra por la espalda. Llevarlo de otro modo impide beneficiarse de la indulgencia y de la promesa.
“Que mi escapulario me acompañe siempre. Que en él vea siempre a mi Madre Celestial. Que al besarlo lo haga con amor de hijo. Besarlo como una promesa de amarla más y servirle mejor. Que su recuerdo y su presencia en mi pecho me anime a serle más fiel, a su Hijo y a Ella. Que en él tenga grabadas todas las virtudes de mi Celestial Madre y trate de vivirlas. Que su constante presencia sobre mi corazón me ayude a evitar el pecado y a practicar la virtud. Que nunca permita que me olvide de Ella, y así puedo estar seguro que ¡Ella no me abandonará jamás!”


martes, 9 de julio de 2019

CATALOGO DE COMPROMISOS, CAMBIOS Y CONTRADICCIONES EN LA FSSPX



Catálogo de compromisos, cambios y contradicciones en la SSPX

# 1: Cambio (¿Nueva participación masiva pecaminosa o no?)

Todos los fieles de la SSPX deben estar bien familiarizados con el pequeño libro azul, “Christian Warfare”, publicado por la SSPX y promovido y utilizado en sus retiros ignacianos. En la sección sobre el examen de conciencia, bajo el tercer mandamiento (página 289 en la edición de 2006), encontramos lo siguiente:
¿Has asistido y participado activamente en la "Nueva Misa"? ¿Has recibido la Santa Comunión en la mano?
Sin embargo, en la nueva edición, esta frase fue reemplazada por:
¿Has recibido la Sagrada Comunión en la mano sabiendo que conduce al sacrilegio y la pérdida de la fe en la Presencia Real?
¿Has asistido y participado activamente en servicios religiosos no católicos? 
(tradcatresist.blogspot.com/2018/06/lastweek-fr-morgan-celebrated-his.html)
Claramente, la SSPX ya no desea sugerir que asistir al Novus Ordo es un pecado.

# 2: Contradicción (¿SSPX'ers ​​Casados por conciliaristas?)

En el Distrito de los EE. UU., el antiguo Formulario de matrimonio SSPX M-2 (a) requería una firma de las partes matrimoniales antes de que un sacerdote de la Fraternidad aceptara realizar la boda. Esa forma incluye el siguiente pasaje:

"Además, insisto en mi derecho a recibir todos los sacramentos de una manera totalmente tradicional y, en consecuencia, me niego a que mi boda sea celebrada por un sacerdote que celebra la nueva misa o en una iglesia en la que se celebra la nueva misa"
Hoy, sin embargo, la SSPX ha aceptado estar sujeta a las "Pautas pastorales" del 4 de abril de 2017 del Cardenal Mueller (autorizadas por el Papa Francisco) que establecen, entre otras cosas:
"En la medida de lo posible, el Ordinario local [es decir, normalmente el Obispo diocesano local] debe otorgar a la delegación que asista al matrimonio con un sacerdote de la Diócesis (o, en cualquier caso, con un sacerdote plenamente regular), de modo que El sacerdote puede recibir el consentimiento de las partes durante el rito matrimonial ... "roratecaeli.blogspot.com/2017/04/step-by-step-vatican-issues-marriage.html
Esto es una clara y directa contradicción con la Forma de matrimonio M-2 (a) de la SSPX del Distrito de los EE. UU. (Que probablemente se haya editado posteriormente para cumplir con esta nueva norma o se haya descartado por completo).

# 3: Contradicción (Trampa vs No Trampa):

Un año después de las consagraciones episcopales, el arzobispo Lefebvre advirtió a los fieles que cualquier apertura de la Roma modernista no era más que una trampa: "Es por eso lo que puede parecer una concesión es en realidad simplemente una maniobra para separarnos del mayor número posible de fieles. Esta es la perspectiva en la que parecen estar siempre dando un poco más e incluso yendo muy lejos. Debemos convencer absolutamente a nuestros fieles de que no es más que una maniobra, que es peligroso ponerse en manos de los obispos conciliares y la Roma modernista. Es el mayor peligro que amenaza a nuestra gente. Si hemos luchado durante veinte años para evitar la conciliación errores, no estaba en orden, ahora, ponernos en manos de quienes profesan estos errores ". sspx.org/en/one-year-after-consecrations

El obispo Fellay (bajo el papa más antitradicional de la historia) piensa lo contrario: En su conferencia australiana del 24/8/16, dijo: "Pero en sí mismo, no puedes imaginar nada mejor que lo que se ofrece allí. Y tal cosa que no puedes pensar 'Eso es una trampa'. No es una trampa. Y si alguien está ofreciendo algo así, se nos ofrece algo así". "Puede ser solo porque él quiere lo bueno para nosotros. Él quiere lo bueno de la Tradición, quiere que la Tradición se extienda dentro de la Iglesia". NB: Como el video de YouTube de esta conferencia se eliminó por razones obvias, desviaremos al lector al número 37 de The Recusant, donde puede encontrar una transcripción del pasaje citado, publicado aquí: www.stmaryskssspxmc.com/wp- contenido / uploads / 2016/01 / The-Recusant-371.pdf

# 4: Contradicción (¿Un derecho estricto de saber?):
Arzobispo Lefebvre:

"De hecho, tienen un estricto derecho a saber que los sacerdotes que los sirven no están en comunión con una iglesia falsificada, promoviendo la evolución, el pentecostalismo y el sincretismo". www.sspxasia.com/Documents/ArchbishopLefebvre/Archbishop_Lefebvre_and_the_Vatican/Part_I/1988-07-06.htm

VS.
Neo-SSPX:
"Los miembros que no pertenecen a la SSPX [es decir, los fieles] no tienen un estricto derecho a mantenerse informados sobre los asuntos internos de la SSPX, que es una congregación religiosa". sspx.org/en/news-events/news/%E2%80%9Cneed%E2%80%9D-know-all-vs-peace-soul-3073


# 5: Contradicción (Obispo de Galarreta vs Obispo de Galarreta):

En cuanto a un acuerdo práctico con la Roma no convertida, el obispo de Galarreta se contradijo en tan solo un año:
Inicialmente descartando un acuerdo meramente práctico, el obispo en 2011 dijo:
"Siguiendo la propuesta romana, la pregunta real, crucial, es: ¿deberíamos nosotros, podemos, tomar el camino de un" posible "acuerdo práctico primero? ¿Es prudente y apropiado mantener contactos con Roma que conduzcan a tal acuerdo?  en lo que a mí respecta, la respuesta es clara: debemos rechazar este camino porque no podemos hacer algo malo, de modo que un bien (un bien que es, por otra parte, incierto) puede provenir de él, y también porque esto necesariamente traería consigo males. (muy cierto) por el bien común que poseemos, es decir, el de la Sociedad y de la familia de la Tradición. [...] Entonces, ¿cómo no va esto contra la defensa y la confesión pública de fe, contra la necesidad pública de proteger? ¿Los fieles y la Iglesia? En este sentido, si hacemos un acuerdo puramente práctico, en las circunstancias actuales, ya estamos comprometidos con la duplicidad y la ambigüedad. El hecho mismo es un testimonio público y un mensaje: no podemos estar en "plena comunión "Con las autoridades que siguen siendo modernistas".
www.cathinfo.com/sspx-resistance-news/reflections-on-a-roman-proposal-(full-text)/

¡Muy bien!

Pero solo un año después, exactamente lo contrario:
"La posición de la Sociedad es mucho más precisa y clara ahora que hace seis meses; es mucho mejor, ya que no excluimos la posibilidad de que la Providencia elija regresar a la Fe mediante la conversión [por parte de Roma, presumiblemente - Ed.] Simplemente dijimos: si no hay primeramente un retorno por parte de Roma o del próximo Papa a la Tradición, pero si este Papa desea simplemente permitir la Tradición, ¿cuáles son las condiciones que lo harían? ¿Permitirnos aceptar una normalización canónica, en vista del bien que podríamos hacer en la Iglesia y este bien es considerable? No debemos negar esta posibilidad ". archives.sspx.org/sspx_and_rome/bishop_de_galarreta_conference_10-13-2012.htm
La SSPX había "recuperado su profunda unidad" en el capítulo, poniendo a la amistad por delante de la Fe.


# 6: Contradicción (¿Obispo Fellay Suicida?):

De una entrevista de febrero / 2009 con The Remnant sobre la autonomía de los obispos diocesanos: "Brian Mershon: ¿Prevén algún tipo de supervisión por parte de los obispos diocesanos territoriales una vez que la Sociedad esté regularizada? Mons Fellay: Esa sería nuestra muerte ". www.remnantnewspaper.com/Archives/2009-mershon-interview-fellay.htm

Tres años después, el obispo Fellay había perdido aparentemente su miedo a la muerte:
Obispo Fellay: "Todavía es cierto, ya que es la ley de la Iglesia, que para abrir una nueva capilla o fundar una obra, sería necesario contar con el permiso del ordinario local. Obviamente, hemos informado a Roma cómo Nuestra situación actual era difícil en las diócesis, y Roma todavía está trabajando en ello. Aquí o allá, esta dificultad será real, pero ¿desde cuándo es la vida sin dificultades? archives.sspx.org/superior_generals_news/bishop_fellay_dici_interview_about_rome_6-8-2012.htm


# 7: Contradicción (Obispo Fellay vs Arzobispo Lefebvre en el Concilio Vaticano II):

El arzobispo Lefebvre culpa al Concilio:
"Sin rechazar este Concilio al por mayor, creo que es el mayor desastre de este siglo y de todos los siglos pasados, desde la fundación de la Iglesia". www.angelus.online/en_US/8362/120253/a_matter_of_principle.html

El obispo Fellay disculpa o resta importancia al Concilio:
"Creo que vemos que muchas de las cosas que habríamos condenado por ser del Concilio no son en realidad del Concilio, sino el entendimiento común de ello.
NdB: eso es relativismo doctrinal


# 8: Contradicción: (¿Un trato con la Roma no convertida y modernista?):

Arzobispo Lefebvre:
"Es, por lo tanto, un deber estricto para todo sacerdote que desee permanecer católico separarse de esta Iglesia Conciliar mientras no redescubra la Tradición de la Iglesia y la Fe Católica" (Spiritual Journey, pág. 13).)
VS
El obispo Fellay (hablando de sus discusiones con la Roma modernista en su sermón del 2 de febrero de 2012 en Winona):
"Les dijimos muy claramente, si nos aceptan como están, sin cambios, sin obligarnos a aceptar estas cosas, entonces estamos listos". archives.sspx.org/superior_generals_news/bishop_fellay_sermon_february_2_2012.htm
Este mismo argumento sera suficiente para demostrar que la SSPX no ha sido aceptada como tal, sino que ha sufrido una transformación radical en pos de una regularización canónica.

# 9: Cambio (¿Es el Vaticano II parte de la tradición?):

El arzobispo Lefebvre comentando una declaración del cardenal Suenens:
"Fue el Cardenal Suenens quien exclamó:" El Vaticano II es la Revolución Francesa en la Iglesia" y entre otras declaraciones no vigiladas, agregó.
"Uno no puede entender las revoluciones francesa o rusa a menos que se sepa algo de los antiguos regímenes que pusieron fin ... Es lo mismo en los asuntos de la Iglesia: una reacción solo puede juzgarse en relación con el estado de las cosas que la precedieron".
Lo que precedió, y lo que él consideró debido a la abolición, fue esa maravillosa construcción jerárquica que culminó en el Papa, el Vicario de Cristo en la tierra. Él continuó:
“El Concilio Vaticano II marcó el final de una época; y si nos apartamos un poco más de él, vemos que marca el final de una serie de épocas, el final de una era”.

VS

El obispo Fellay en respuesta a una pregunta del CNS sobre si el Vaticano II formaba parte de la tradición católica:
"Espero que sí", dijo, cuando se le preguntó si el Vaticano II en sí pertenece a la tradición católica ... El Papa dice que ... el concilio debe estar dentro de la gran tradición de la iglesia, debe entenderse de acuerdo con esto. Estas son declaraciones con las que estamos totalmente de acuerdo ", dijo el obispo.
Rorate-caeli.blogspot.com/2012/05/fellay-speaks-to-usbishopss-catholic.html
NB: Como veremos más adelante, esta misma respuesta del obispo Fellay evidencia una aceptación de la "hermenéutica de la continuidad".
NdB: “Espero que si”, ¿no sabe?, o ¿no quiere decir? Toma como referencia al papa Benedicto XVI que es modernista.


# 10: Contradicción (Más sobre el Vaticano II y la tradición):

En marzo / 2013, el p. de Cacqueray (entonces Distrito Superior de Francia) escribió lo siguiente en su Carta a amigos y benefactores:
"Sea como fuere, la Sociedad se niega enérgicamente a admitir que el Concilio Vaticano II pertenece a la Tradición de la Iglesia. Afirmamos, por el contrario, que en muchos puntos este Concilio es diametralmente opuesto a ella". sspx.org/en/sspxs-treatment-profound-injustice
Sí, esa fue seguramente la posición tradicional de la SSPX.
Sin embargo, el p. De Cacqueray no sabía que solo 9 meses antes, el obispo Fellay había hecho la siguiente declaración:
"Aunque no llego a respaldar la interpretación del Vaticano II hecha por el Papa Benedicto como parte esencialmente de la tradición de la Iglesia, una posición que muchos en la Fraternidad han discutido vocalmente, el obispo Fellay habló sobre la idea en términos sorprendentemente comprensivos. "Espero que sí", dijo, cuando se le preguntó si el Vaticano II en sí pertenece a la tradición católica.
"El Papa dice que ... el Concilio debe estar dentro de la gran tradición de la iglesia, debe entenderse de acuerdo con él. Estas son declaraciones con las que estamos totalmente de acuerdo", dijo el obispo. "Rorate-caeli .blogspot.com / 2012/05 / fellay-speaks-to-usbishopss-catholic.html
¿Considera que la respuesta del obispo Fellay es una fuerte "negativa a admitir que el Vaticano II pertenece a la Tradición de la Iglesia?"

# 11: Contradicción (¿Qué es la iglesia conciliar?):

En una carta abierta al p. Thouvenot (Secretario General de la SSPX), p. Matthew Clifton (SSPX - Inglaterra) habló de Menzingen "privilegiando a un pequeño grupo de apoyo de confianza de la nueva política hacia Roma".
 www.cathinfo.com/sspx-resistance-news/collection-of-sspx-resistance-writings/
Uno de esos apologistas acuerdistas "privilegiados" fue el padre. Francois Laisney (antiguo Distrito Superior, Estados Unidos).
En un artículo del 21/12/12 titulado "¿Varias iglesias?" con la intención de refutar la noción del obispo Williamson de "Iglesia", p. Laisney considera el significado del término "iglesia conciliar" parecido a como lo usa el arzobispo Lefebvre:
"Entonces, ¿qué es la Iglesia Conciliar? Esta expresión fue acuñada por el Cardenal Benelli: manifestó claramente la novedad de las reformas introducidas por el Vaticano II. Pero ¿designó una Iglesia separada, con su propia estructura, sus propios fieles separados de ¿La iglesia católica? En realidad no ". sspx.org/en/various-churches-fr-laisney-rebuttal

Sin embargo, el arzobispo Lefebvre dijo lo contrario del padre. Laisney:

"¿Cómo podría ser más claro? De ahora en adelante, es la iglesia conciliar a la que debemos obedecer y ser fieles, y no a la Iglesia Católica. Este es precisamente nuestro problema. Estamos suspendidos a divinis por la iglesia conciliar, de la cual No queremos ser parte. Esta iglesia conciliar es una iglesia cismática, porque rompe con la Iglesia católica de todos los tiempos. Tiene nuevos dogmas, es nuevo sacerdocio, es nuevas instituciones, es nueva liturgia, ya condenada por el Iglesia en muchos documentos oficiales y definitivos. Por eso los fundadores de la iglesia conciliar insisten en la obediencia a la iglesia de hoy, haciendo abstracción de la iglesia de ayer, como si ya no existiera. [...] La iglesia que afirma tales errores son al mismo tiempo heréticos y cismáticos. Por lo tanto, esta iglesia conciliar no es católica. En la medida en que el Papa, los obispos, los sacerdotes o los fieles se adhieren a esta nueva iglesia, se separan de la Iglesia Católica. La Iglesia de hoy es la verdadera Iglesia solo en la medida en que continúa y es una con la Iglesia de ayer y de siempre. La norma para la fe católica es la Tradición ".

www.dominicansavrille.us/is-there-a-conciliar-church/ (Ver nota # 26: Arzobispo Marcel Lefebvre, manuscrito y fotocopiado, del 29 de julio de 1976, para sus amigos; reproducido en el Sel de la Terre 36, p. 10.)
Es cierto que la iglesia conciliar no es 100% distinta de la iglesia católica, pero que son dos iglesias diferentes con instituciones diferentes, al menos para el arzobispo Lefebvre, el obispo Williamson y la antigua SSPX, es claro e indiscutible.

# 12: ¿Cambio o hipocresía?:

En 2003, el p. Aulagnier fue expulsado de la SSPX por abogar por un acuerdo práctico.
Las razones aducidas a favor de alcanzar un acuerdo práctico con Roma no convertida por parte del p. Aulagnier en 2003 son casi idénticos a los motivos del obispo Fellay para llegar a un acuerdo práctico con Roma desde 2012:
1) El peligro del cisma.
2) Amistad con los traidores de la Tradición (Campos).
3) Una supuesta "nueva actitud en Roma"
4) El conflicto puede durar siglos.
Las similitudes son sorprendentes, y hacen que el lector se pregunte:

El p. Aulagnier se mantuvo callado hasta el 2012, ¿no habría estado en el "grupo privilegiado" de intrusos y apologistas del obispo Fellay?
Si padre Aulagnier fue expulsado por abogar por un acuerdo práctico en este sentido, ¿con qué derecho retiene el obispo Fellay su membresía en la SSPX?

En el siguiente artículo, el p. Violette (entonces Superior de Distrito de Canadá) se parece mucho al arzobispo Lefebvre y la Resistencia, mientras que la razón que él condena en el P. ¡Aulagnier se está pareciendo mucho a Bishop Fellay y al neo-SSPX!
Le animo a leer el artículo completo, pero aquí hay algunas selecciones relacionadas con los puntos anteriores:

1) Refutando el Canard "peligro de cisma": "Nuestra resistencia no es la rebelión. Es la actitud necesaria de los católicos que quieren mantener la fe cuando se enfrentan a los prelados que la atacan, la niegan o la amenazan. No queremos convertirnos en protestantes! ... Lo que se cuestiona no es su autoridad [romana], sino si podemos confiar en ellos o no ... Es una cuestión de si podemos someternos a ellos y confiar en ellos para proteger nuestra fe. Lamentablemente, las autoridades romanas actuales han demostrado una y otra vez que no se puede confiar en ellos, que no han cambiado, como lo señalaremos más adelante ".

2) Respecto a la amistad con los traidores de la Tradición (Campos): "¿Se necesita una virtud heroica para capitular en la lucha por la Tradición a fin de obtener reconocimiento? ¿Se necesitó una virtud heroica para renunciar a su padre espiritual, el Obispo de Castro Mayer, a abandonar? y volverse contra sus antiguos compañeros de armas? No lo creo ".

3) Con respecto a una supuesta "nueva actitud" en Roma: "Esta es la razón más increíble de todas. ¿Dónde ha estado el padre Aulagnier [o el obispo Fellay ?!] durante los últimos 5 años? ... Parece haber olvidado lo que el arzobispo Lefebvre  sabía bien y lo denunció: hay dos Roma: la Roma católica y la Roma neomodernista. Al igual que el arzobispo Lefebvre, nos unimos con todo nuestro corazón a la Roma católica, pero rechazamos la Roma neomodernista. Por los modernistas. Esto es un hecho ... Pero no estamos buscando aceptación ".

4) Con respecto al conflicto que dura por siglos: "En mi opinión, creo que podríamos ver aquí la verdadera razón del cambio del Padre Aulagnier [y del Obispo Fellay?]. La lucha se está prolongando. Él ha estado en el centro de esta lucha por más de 30 años. ¡Tal vez esté cansado de la pelea! Pero esta no es la primera vez que un conflicto por la fe ha durado por mucho tiempo ". sspx.ca/en/publications/newsletters/december-2003-district-superiors-letter-1210

Esto no es simplemente un cambio en la SSPX.
Es hipocresía
Sin embargo, debemos creer que la Resistencia son los rebeldes, y los fellayistas son los hijos leales del Arzobispo Lefebvre.

CONTINUARA…


lunes, 8 de julio de 2019

LA MUJER EN LA FAMILIA (Discursos de su Santidad Pio XII)



II. La esposa y la madre, sol y gozo del hogar doméstico
11 de Marzo de 1942
En el curso de vuestra vida, amados recién casados, el recuerdo que conservaréis de la casa del Padre Común y de su Bendición Apostólica, os acompañará como dulce consuelo y augurio en el camino que comenzaréis con tantas rosadas esperanzas, bajo la protección divina, en un tiempo tan revuelto como el presente, hacia una meta que apenas os deja adivinar la oscuridad del futuro.

Pero ante estas tinieblas vuestro corazón no teme; os impulsan el ardor y la audacia de la juventud; la unión de los espíritus y de los deseos de los pasos de la vida, el mismo sendero que pisáis, no os turban la tranquilidad del espíritu, sino que os la renuevan y dilatan. Sois felices dentro de las paredes domésticas; no veis oscuridad; la familia tiene un sol propio: la esposa.

Oíd cómo de ella nos habla y razona la Escritura: “La gracia de la mujer hacendosa alegra al marido y le llena de jugo los huesos. La buena crianza de ella es un don de Dios. Es cosa que no tiene precio una mujer discreta y amante del silencio y con el ánimo morigerado. Gracia es sobre gracia la mujer santa y vergonzosa. No hay cosa de tanto valor que pueda equivaler a esta alma casta. Lo que es para el mundo el sol al nacer, en las altísimas moradas de Dios, eso es la gentileza de una mujer virtuosa para el adorno de una casa”.

Sí; la esposa y la madre es el sol de la familia. Es el sol con su generosidad y sumisión, con su constante prontitud, con su delicadeza atenta y providencial en todo lo que sirve para alegrar la vida al marido y a los hijos. Difunde en torno suyo la vida y el calor; y, si suele decirse que un matrimonio es feliz cuando uno de los cónyuges, al contraerlo, pretende hacer feliz, no a sí mismo, sino a la otra parte, este noble sentimiento e intención, aunque toca a los dos, es, sin embargo, virtud principal de la mujer, que nace con las palpitaciones de madre y con la madurez del corazón; aquella madurez o entendimiento que, si recibe amarguras, quiere solamente devolver alegrías; si recibe humillaciones, no desea restituir sino dignidad y respeto, del mismo modo que el sol, que alegra la nebulosa mañana con sus albores y dora las nubes con los rayos de su ocaso.

La esposa es el sol de la familia con la claridad de su mirada y con la llama de su palabra; mirada y palabra que penetran dulcemente en el alma, la vencen y enternecen y la levantan lejos del tumulto de las pasiones, y llaman al hombre a la alegría del bien y de la conversación familiar, después de una larga jornada de continuo y a veces penoso trabajo profesional o campestre, o de imperiosos negocios de comercio o de industria. Su ojo y su boca arrojan una luz y un acento, que en un rayo tienen mil fulgores y en un sonido mil afectos. Son rayos y sonidos que brotan del corazón de madre, crean y vivifican el paraíso de la infancia e irradian siempre bondad y suavidad, aun cuando adviertan o reprendan, porque las almas juveniles, que sienten con más fuerza, recogen con mayor intimidad y profundidad los dictámenes del amor.

La esposa es el sol de la familia con su cándida naturaleza, con su digna simplicidad y con su cristiano y honesto decoro, tanto en el recogimiento y en la rectitud, del espíritu cuanto en la sutil armonía de su actitud y de su vestido, en su adorno y en su porte, reservado a un tiempo y afectuoso. Sentimientos tenues, encantadoras señales del rostro, ingenuos silencios y sonrisas, un condescendiente movimiento de cabeza, le dan la gracia de una flor escogida y, sin embargo, sencilla, que abre su corola para recibir y reflejar los colores del sol. ¡Oh, si supieseis qué profundos sentimientos de afecto y de gratitud suscita e imprime en el corazón del padre de familia y de los hijos esta imagen de esposa, y de madre! ¡Oh ángeles, que custodiáis sus casas y escucháis sus oraciones, impregnad de perfumes celestiales aquel hogar de felicidad cristiana!

Pero, ¿qué sucede cuando la familia está privada de este sol? ¿Qué sucede cuando la esposa, continuamente o en cada circunstancia, aun en las relaciones más íntimas, no duda en hacer sentir que le cuesta sacrificios la vida conyugal? ¿Dónde está su amorosa dulzura cuando una dureza excesiva en la educación, una excitabilidad mal dominada y una frialdad airada en la vista y en las palabras, sofocan en los hijos la alegría y el consuelo feliz que habrían de encontrar en su madre; cuando ella no hace otra cosa que perturbar con tristeza y amargar con voz áspera, con lamentos y reprensiones, la confiada convivencia en el ambiente de la familia?

¿Dónde está aquella generosa delicadeza y aquel tierno cariño, cuando ella, en vez de crear con una sencillez natural y prudente una atmósfera de agradable serenidad en la mansión doméstica, toma una actitud de inquieta, nerviosa y exigente señora, muy de moda? ¿Es esto un esparcir benévolos y vivificantes rayos solares, o más bien un congelar con viento glacial del norte el jardín de la familia? ¿Quién se extrañará entonces de que el hombre, no encontrando en aquel hogar nada que le atraiga, le retenga y consuele, se aleje lo más posible, provocando al mismo tiempo el alejamiento de la mujer, de la madre, cuando no es más bien el alejamiento de la mujer el que prepara el del marido; uno y otra, encaminándose así a buscar en otra parte, con grave peligro espiritual y con perjuicio de la trabazón familiar, el descanso, el reposo, el placer que no les concede la propia casa? ¡En este estado de cosas, los más desventurados son, sin duda, los hijos!

He aquí, esposas, hasta dónde puede llegar vuestra parte de responsabilidad en la concordia de la felicidad doméstica. Si a vuestro marido y a su trabajo corresponde procurar y hacer estable la vida de vuestro hogar, a vosotras y a vuestro cuidado pertenece el rodearlo de un bienestar conveniente y el asegurar la pacífica serenidad común de vuestras dos vidas. Esto es para vosotras no sólo una obligación natural, sino un deber religioso y un ejercicio de virtudes cristianas con cuyos actos y méritos, crecéis en el amor y en la gracia de Dios.

¡Pero –dirá tal vez alguna de vosotras– de esa manera se nos pide una vida de sacrificio! Sí; vuestra vida es vida de sacrificio, pero no sólo de sacrificio. ¿Creéis, acaso, que en este mundo se puede gozar una verdadera y sólida felicidad sin conquistarla con alguna privación o renuncia? ¿Pensáis que en algún rincón de este mundo se encuentra la plena y perfecta dicha del Paraíso terrestre? ¿Y creéis tal vez que vuestro marido no tiene también que hacer sacrificios, a veces muchos y graves, para procurar un pan honrado y seguro a la familia?

Precisamente, estos mutuos sacrificios, soportados juntos y con recíproca utilidad, dan al amor conyugal y a la felicidad de la familia su cordialidad y firmeza, su santa profundidad y aquella exquisita nobleza que se imprime en el recíproco respeto de los cónyuges y que los exalta en el afecto y en la gratitud de los hijos.

Si el sacrificio materno es el más agudo y doloroso, lo templa la virtud de lo alto. De su sacrificio aprende la mujer a tener compasión de los dolores del prójimo. El amor a la felicidad de su casa, no la cierra en sí misma; el amor de Dios, que en su sacrificio la eleva sobre sí misma, le abre el corazón a la piedad y la santifica.

Pero –se objetará tal vez todavía– la moderna estructura social, obrera, industrial y profesional, empuja a muchas mujeres, aun casadas, a salir fuera de la familia y a entrar en el campo del trabajo y de la vida pública. Nos no lo ignoramos, queridas hijas.

Es muy dudoso si esa condición de cosas constituye para una mujer casada lo que se dice el ideal. Sin embargo, hay que tener en cuenta el hecho. Con todo, la Providencia, siempre vigilante en el gobierno de la humanidad, ha insertado en el espíritu de la familia cristiana fuerzas superiores capaces de mitigar y vencer la dureza de semejante estado social y de prevenir los peligros que indudablemente se esconden en él.

¿No habéis observado tal vez cómo el sacrificio de una madre, que por especiales motivos debe, además de sus deberes domésticos, ingeniarse para procurar, a costa de un duro trabajo cotidiano, el sustento de la familia, no sólo conserva, sino que alimenta y aumenta en los hijos la veneración y el amor hacia ella, y da fuerzas a su gratitud por sus afanes y fatigas, cuando el sentimiento religioso y la confianza en Dios constituyen el fundamento de la vida familiar?

Si es ese el caso en vuestro matrimonio, unida la plena confianza en Dios, que ayuda siempre al que le teme y sirve, unid, en las horas y días que podréis consagrar enteramente a vuestros seres queridos, un doble amor y un celoso cuidado, no sólo para asegurar el mínimo indispensable para la verdadera vida de familia, sino para hacer que se desprendan de vosotras, hacia el corazón del marido y de los hijos, rayos luminosos de sol que conforten, abriguen y fecunden, aun en las horas de la separación externa, la trabazón espiritual del hogar.

Y vosotros, esposos, puestos por Dios como cabeza de vuestras esposas y de vuestras familias, al mismo tiempo que contribuyáis con vuestro trabajo a su sustento, prestad vuestra ayuda también a la obra de vuestras mujeres en el cumplimiento de la santa y elevada –y no raras veces fatigosa– misión. Colaborad con ellas, con aquella solicitud y afecto que hace uno de dos corazones, y una misma fuerza y un mismo amor. Pero sobre esta colaboración y sus deberes, y las responsabilidades que se derivan, también para el marido, habría mucho que decir, y por eso Nos lo reservamos para hablaros en otras audiencias.

Ante vosotros, recién casados, que sucedéis a otros grupos semejantes que os han precedido delante de Nos y han sido por Nos bendecidos, Nuestro pensamiento nos trae a la mente el gran dicho del Eclesiastés: Pasa una generación y sucede otra; pero queda siempre la tierra. Así corren nuevos siglos, pero Dios no cambia; no cambia el Evangelio ni el destino del hombre para la eternidad; no cambia la ley de la familia; no cambia el inefable ejemplo de la familia de Nazaret, gran sol de tres soles, el uno de fulgores más divinos y más ardientes que los otros dos que le rodean.

Mirad a aquella modesta y humilde mansión, oh padres y madres: contemplad a Aquel que se creía hijo del carpintero, nacido del Espíritu Santo y de la Virgen esclava del Señor; y confortaos en los sacrificios y en los trabajos de la vida. Arrodillaos ante ellos como niños; invocadlos, suplicadles; y aprended de ellos cómo las contrariedades de la vida familiar no humillan, sino exaltan; cómo no hacen al hombre ni a la mujer menos grandes o queridos para el cielo, sino que valen una felicidad, que en vano se busca entre las comodidades de este mundo, donde todo es efímero y fugaz.

Terminaremos Nuestras palabras elevando a la Santa Familia de Nazaret una ardiente súplica por todos y cada uno de vuestros hogares, para que vosotros, queridos hijos e hijas, cumpláis vuestro oficio a imitación de María de José, y así podáis educar y hacer crecer a aquellos pequeños cristianos, miembros vivos de Cristo, que están destinados a gozar con vosotros un día la eterna bienaventuranza del Cielo.

Es lo que pedimos al Maestro divino, mientras con todo el corazón os damos Nuestra paterna Bendición Apostólica.
Su Santidad Pio XII

domingo, 7 de julio de 2019

Reflexión: El Éxito NO depende de nosotros


FUENTE
Los designios de Dios no se manifiestan sino con lentitud, no es pequeña prueba para un jefe de familia celoso ver en peligro las almas de sus hijos, o para un Superior dejar en una mediocridad a aquellas a las que se proponía conducir a la santidad.

Por dolorosa que sea la falta de éxito, es preciso ver en ella una permisión de Dios, recibirla con un tranquilo abandono, y hacerla servir para nuestro progreso espiritual. Es una de las ocasiones más propicias para abismarnos en la humildad, desprendernos de la vanagloria y de las consolaciones humanas, depurar nuestras intenciones y buscar sólo a Dios en el trato con las almas. Con el Profeta Rey bendeciremos a la Providencia por habemos humillado, pues con harta frecuencia el éxito ciega, infla y embriaga; hace olvidar que las conversiones vienen de Dios y que son quizá debidas no a nosotros, sino a un alma desconocida que ruega y se inmola en secreto. La falta de éxito reduce al justo sentimiento de la realidad, nos recuerda que somos pobres instrumentos, nos invita a entrar en nosotros mismos; y si fuere necesario, a corregir nuestros deseos, rectificar nuestros métodos, renovar nuestro celo e insistir en la oración. Porque si nuestra negligencia y nuestras faltas han contribuido al mal, es preciso no sólo borrarlas por la penitencia, sino reparar sus consecuencias en la medida posible, redoblar el celo, la oración, el sacrificio.
No debe, sin embargo, esta humilde resignación entibiar nuestro ardor. Cuando las almas no corresponden a nuestros cuidados, «lloremos -dice San Francisco de Sales-, suspiremos, oremos por ellas con el dulce Jesús, que después de haber derramado lágrimas abundantes durante toda su vida por los pecadores, murió por fin con los ojos anublados por el llanto y el cuerpo empapado todo en sangre».
Condenado, vendido, abandonado, hubiera podido conservar su vida y dejarnos en la obstinación, pero nos amó hasta el fin, mostrando así que la verdadera caridad no se desanima, segura como está de que ha de triunfar al fin de la más obstinada resistencia; lo espera todo, porque espera en Dios que todo lo puede. Si la misericordia se estrella ante Judas, ha, sin embargo, santificado a la Magdalena, a San Pedro, a San Agustín, a todos los santos penitentes. La humildad, que nos revela nuestras miserias y nuestras faltas, nos muestra con evidencia las dificultades de la virtud y nos inspira profunda compasión hacia las almas aún débiles. «¿Qué sabemos -añade el dulce Obispo de Ginebra- si el pecador hará penitencia y conseguirá la salvación? En tanto conservemos la esperanza (y mientras hay vida, hay esperanza), jamás hemos de rechazarle, sino más bien orar por él, y le ayudaremos en cuanto su desdicha lo permita.»
Después de todo, si las almas defraudan nuestras esperanzas, como nosotros nada hayamos escatimado, para su bien, no hemos de responder de su pérdida, pues hemos cumplido con el deber, hemos glorificado a Dios y regocijado su misericordioso corazón en lo que a nosotros se refiere. En estas condiciones, el sentimiento de nuestra insuficiencia o de nuestras responsabilidades nada tienen que inquietarnos.
Asimismo lo asegura Nuestro Padre San Bernardo en su carta al beato Balduino, su discípulo: Se os pedirá -le dice- «lo que tenéis y no lo que no tenéis. Estad preparados para responder, pero sólo del talento que os ha sido confiado, y en cuanto a lo demás estad tranquilo. Dad mucho, si mucho habéis recibido, y poco, si poco es lo que tenéis… Dad todo, porque se os pedirá todo hasta el último óbolo; pero por supuesto, lo que tenéis y no lo que no tenéis.

TOMADO DEL SANTO ABANDONO