lunes, 27 de febrero de 2023

SITUACIÓN ACTUAL DE LA IGLESIA CATÓLICA (R.P. Rafael OSB)

 

    

Quiero recordarles cómo está la lucha ahora. La gente está perdiendo el enfoque sobre la lucha. Algo que los monjes, monjas hemos estado haciendo es que en la misma proporción que estudiamos doctrina, en esa misma proporción estudiamos los errores contra esa doctrina; porque cuando la Iglesia estudia los errores, esa condena de los errores, da luz a la doctrina, de la misma manera,  al estudiar  la doctrina, nos da luz contra los errores.

   Ahora veamos cuál es la situación al día de hoy. Primero, tenemos que mencionar que Monseñor Lefebvre, el campeón en la defensa de la Fe en el siglo XX, fue muy claro en los principios. Podemos decir que tenía el espíritu de la Iglesia en su mente, en su corazón; incluso en aspectos pastorales, cómo manejarlos, cómo practicar la caridad inclusive, las obras de misericordia hacia nuestro prójimo,  en la divina Providencia, es el pastor perfecto, conduciendo al rebaño, al remanente, a la fidelidad a la Tradición.

   Podemos definir con una sola palabra el trabajo de  Monseñor Lefebvre: Fidelidad. Fidelidad viene de la Fe, guardar la Fe. Entonces, el recordatorio es el siguiente: Nuestra Santa Religión está fundada en la Fe. Fe predicada por Nuestro Señor Jesucristo con Su autoridad, la cual es divina. Nosotros le creemos a Nuestro Señor porque Él es Dios, por lo tanto, el requerimiento de Nuestro Señor para adquirir el cimiento es la Fe, esto significa que nosotros nos sometemos a Su autoridad, a Su enseñanza porque es Dios. Este es el requerimiento para poder recibir los Sacramentos, para poder recibir la caridad, la esperanza, las gracias, el Cielo. La Fe es la entrada a la Iglesia Católica, la entrada para recibir la gracia santificante y para pertenecer a la Iglesia Católica, al Cielo.

   Cuando somos bautizados la pregunta que se hace es: ¿Qué pide a la Iglesia de Dios? Y la respuesta es la Fe.  La segunda pregunta es ¿Qué te da la Fe? La respuesta es la vida Eterna. La entrada para obtener el fin. Entonces, queda claro que la Fe tiene que ser mantenida como prioridad, sin mancha, sin compromiso, fuerte, para poder ser fieles a Dios y recibir Su ayuda y seguir construyendo el Reino de Dios. Es una condición sine qua non, esa condición no puede faltar. El día que esta condición falte, ese día todo se derrumba en potencia. Por ejemplo,  un terremoto destruye los edificios porque el daño  viene desde los cimientos, y entonces se derrumban. Así que tan pronto como seamos infieles a los fundamentos nos derrumbaremos tarde que temprano.

   No podemos construir sobre un fundamento que NO sea la Fe, que no sea Cristo, San Pedro, la Santísima Virgen María, no podemos, sencillamente no podemos. Podemos comparar la Iglesia Católica y nuestra vida espiritual con un edificio, los cimientos son la Fe, los materiales para construir son la esperanza, las promesas de Nuestro Señor, Su ayuda, Su gracia, recibimos las gracias del Espíritu Santo, las gracias actuales, la ayuda de la Santísima Virgen María, y la caridad es el espíritu que reina dentro del edificio, ¿quién vive dentro?  ¡Cristo, Dios!  Es el alma de la Iglesia. Recordemos que el Espíritu Santo es el alma de la Iglesia, Dios mismo.  El espíritu que nos anima como  católicos es la caridad de Dios, Dios mismo, el Espíritu Santo, pero el cimiento es la fe. Entonces, el primer lazo sine qua non por el cual podemos entrar al edificio y ser  capaces de poder participar de la vida de Dios y de Su reino es la fe. Entonces qué pasa. Siempre tenemos que obedecer y la obediencia se le debe a Dios siempre, a través de sus delegados, delegados de Dios son el Papa, Obispos, Sacerdotes, los padres, los superiores, en esa casa, la Iglesia. Ahora, ¿cuándo no obedecemos? No obedecemos cuando alguien se sale de la casa en ese momento y quiere hacer algo afuera de la casa, entonces respondemos: lo siento, no puedo obedecer, porque hacer algo fuera de la casa es pecado, es liberalismo.

   Liberalismo es despegar mis acciones de los principios, de los cimientos, de la fe, esto significa tratar de hacer algo fuera del edificio, fuera de la Iglesia y fuera de la voluntad de Dios. Entonces, si un superior, un delegado de Dios me pide que haga algo fuera de la casa le decimos, lo siento, no puedo. No puedo obedecer para hacer algo pecaminoso. Si estás dentro y me pides algo, lo haré. Nosotros trabajamos dentro de la Ley de Dios, dentro de Su voluntad, de Sus promesas, San Pablo lo dice en la Epístola a los Hebreos, en Dios me muevo, en Dios trabajo, en Dios vivo. Por eso, el liberalismo es pecado. Es trabajar afuera de la Fe, fuera del ámbito sobrenatural.

   Desde el Concilio Vaticano II  el  enemigo ha estado empujando a los católicos fuera del edificio. Como la Fe católica se ha perdido a propósito por los líderes, masones en su mayoría, han estado construyendo fuera de la Iglesia Católica con un cimiento que no es la Fe y quieren que los hijos de Dios les ayuden a construir algo fuera de la Voluntad de Dios, fuera de la Fe, esto es imposible. Por esto, como decía Monseñor Lefebvre, nosotros no nos salimos de la Iglesia, ellos son quienes se han salido de la Iglesia. Ellos están construyendo otra cosa. Los seguimos llamando católicos porque tiene que haber herejía formal para que alguien deje formalmente la Iglesia. Pero de hecho, debemos sostener  que Vaticano II es una religión diferente. La jerarquía no ha sido removida por Dios, así que no somos sedevacantes. Hay delegados de Dios  oficialmente delegados, hasta donde sabemos, pero no los seguimos de manera habitual  pues están destruyendo la Iglesia al construir otra religión, es como llevarse los ladrillos de la Iglesia Católica para construir su propia religión.

   Monseñor Lefebvre dijo: No podemos trabajar con ellos hasta que se conviertan;  significa hasta que ellos empiecen a construir dentro de la Iglesia, trabajando dentro de la Voluntad de Dios, moviéndose de acuerdo a la Fe,  y en ese momento empezaremos a obedecerlos, es obvio. Porque si ellos están destruyendo, nosotros estamos construyendo, estamos haciendo cosas diferentes, no podemos trabajar juntos. Esto debe ser obvio para todo católico tradicional. No podemos trabajar junto con Roma. Ellos están construyendo una  religión diferente, nosotros estamos construyendo en la religión Católica. No podemos trabajar juntos, hay un objetivo diferente, intenciones diferentes, creencias diferentes. Nosotros estamos fundados en la Fe divina, ellos en una religión masónica y humanista.

   Al momento presente, vemos a la Fraternidad Sacerdotal San Pío X trabajando públicamente, oficialmente, con la Roma modernista, es un hecho. Han estado compartiendo muchas cosas como si estuvieran trabajando juntos. Un ejemplo, los matrimonios. Esperan que Roma sea testigo de los matrimonios, esperan permiso de ellos, e incluso, registran sus matrimonios en los registros sacramentales  de la diócesis. Es un hecho que están trabajando juntos. Nuestro Señor dijo, quien no está conmigo está contra mí. Significa que están construyendo,  trabajando con el enemigo, entonces, de manera habitual no están construyendo, están destruyendo. Están comprometiendo la Fe. El error de FSSPX es que por estar trabajando con la otra religión, están comprometiendo la Fe, significa que no están construyendo para la Iglesia, están construyendo para el enemigo. Esto es obvio, es una actitud frecuente, es una posición oficial de la  FSSPX trabajar con Roma, en muchos asuntos; que no se haya firmado un contrato está fuera de punto, porque el hecho, a nivel de los principios es que ellos están poniendo al mismo nivel el cimiento divino de la Fe y el cimiento humanista de la Iglesia moderna, como si fuera el mismo edificio, el mismo cimiento. Por eso es un  pecado mortal contra la Fe que nos obliga a decir que ellos están construyendo para el enemigo y están ayudando a destruir la Iglesia.  Es por eso que no vamos con ellos. Tratamos a la FSSPX como aquellos  juramentados en la revolución.  El Papa  Pío VI  fue quien escribió a los católicos de aquellos tiempos,  cómo tratar a los sacerdotes juramentados en la revolución.  Es la misma situación con la FSSPX, porque los sacerdotes juramentados en la revolución  se comprometieron a nivel de la Fe, los principios. El Papa  Pío VI dijo, puesto que comprometieron la Fe, ya no pueden ir a sus misas, horas santas, vísperas, sacramentos,  sólo en peligro de muerte. Palabras de Pío VI, no mías. Esto aplica a ellos, por eso les  ponemos la línea roja.

   Qué pasa con la falsa resistencia de Monseñor Williamson, Monseñor Zendejas, Monseñor Tomas Aquino,  tenemos que ser claros sobre los principios para saber qué decisiones tomar para discernir si debemos o no ir con ellos a sus misas. Nos movemos por principios, no por opiniones. Preguntémonos: ¿Está la falsa resistencia comprometiendo la Fe en bases regulares? Si o no, de eso va a depender si vamos a las misas o no. La respuesta es sí, están comprometiendo la fe de manera habitual. ¿Por qué? Primero porque ellos no condenan la asistencia  a la FSSPX, trabajar con ellos, significa que no podemos ir con el enemigo. Segundo, hasta hoy, no condenan la nueva misa como intrínsecamente mala, dicen que la misa nueva tiene algo de bueno, los tres han dicho que algo bueno puede encontrarse en el Novus Ordo, es como decir que en  la religión del enemigo puede haber algo bueno, fuera de la religión de Dios. Y dicen eso en bases regulares, no se han retractado,  por eso tampoco podemos ir a sus misas. Es un problema enorme, ¡lo sé! Pero estamos aquí para estar dentro de la Iglesia,  ellos se están saliendo, nosotros estamos dentro  la Iglesia visible.

   Monseñor Lefebvre hace la pregunta ¿dónde está la Iglesia Católica visible? Está  donde estén las 4 marcas divinas ahí está la Iglesia Católica. Una, (una Fe, un Bautismo, un Señor, un Papa), Santa, Apostólica y Romana. Si tenemos las 4 marcas, estamos dentro de la casa, dentro de la Iglesia Católica. Entonces, la acusación más tonta es: no tenemos Obispo, creo que es una de las más tontas afirmaciones que he escuchado hasta ahora. ¡Claro que tenemos obispo! Nuestro Señor Jesucristo es el obispo de la Iglesia Católica, Él es el Pastor, los demás, el Papa, obispos, sacerdotes,  son pastores delegados por Dios, y si necesitamos  jurisdicción es  para que el  rebaño sea conducido hacia Nuestro Señor Jesucristo y, como estamos en estado de necesidad, la jurisdicción se suple directamente  de Cristo. Entonces, yo puedo ser su pastor, no porque el obispo tal o tal, o el Papa,  porque ellos están trabajando para el enemigo, por eso se suple la jurisdicción. Entonces mi obispo es Nuestro Señor, en tiempos de necesidad, el obispo es Nuestro Señor. Incluso, la FSSPX en buenos tiempos, cuando Monseñor Lefebvre les dio 4 obispos, esos obispos no tenían jurisdicción, fueron enviados para ser obispos auxiliares, significa asistir al rebaño con sacramentos. Monseñor Lefebvre decía que prefería un sacerdote como pastor que un obispo. La jurisdicción que recibimos como sacerdotes en tiempos de necesidad no viene de los obispos, viene de suplir jurisdicción, viene de Cristo. Entonces el obispo que tenemos en tiempos de necesidad es Nuestro Señor Jesucristo, somos fieles a Él, Él nos está dando esta misión de conducir su rebaño.  Aquellos obispos que deberían estar ayudando a los tradicionalistas no están trabajando para Cristo,  están trabajando  para el enemigo.  Por eso solo trabajamos con aquellos que son fieles a Cristo en asuntos de Fe porque están dentro de la Iglesia, tienen las 4 marcas, es por eso que somos tan pocos, porque en la Iglesia Católica  fieles a Cristo  al menos hasta donde se puede ver  son muy  pocos, y no porque somos pocos estamos equivocados.  

   Si nos llamamos resistentes es un adjetivo, no es un término  substancial. Somos sólo Católicos resistiendo pero estamos dentro de la Iglesia, no hemos salido. Quiero dar un ejemplo, no es bueno hablar de uno mismo, pero quiero decirles que yo nunca asistí a la misa del  Novus Ordo en mi vida. He hecho desde mi niñez lo que mi padre, mi abuelo, mi bisabuelo hicieron, es una continuidad, ellos nunca dejaron la iglesia, yo, recibiendo las mismas enseñanzas tampoco he salido de la iglesia. El error está en aquellos que han sido infieles en asuntos de Fe que han salido o están trabajando fuera de la iglesia. La  FSSPX, la falsa resistencia, indulto, San Pedro, Buen Pastor están trabajando para el enemigo, lo siento, pero son consecuencias de los principios, no es una calumnia, no es una opinión, si alguien no está de acuerdo podemos discutir el tema para aclarar, pero es por esto que nosotros no vamos a sus misas, a sus sacramentos. La voluntad de Dios es que seamos fieles a Dios, a su Fe,  a su amor y que confiemos en Él.

   Porque nosotros no confiamos en los hombres, no confiamos en sociedades o sacerdotes, confiamos que Dios nos va a dar lo que necesitemos por la virtud de esperanza, para perseverar hasta el final. Entonces, lo que necesitamos es la FE, e incluso si no tenemos los sacramentos frecuentemente, Nuestro Señor nos va a dar las gracias que necesitamos, a través de la Santísima Virgen María. Entonces ¿por qué temer si no tenemos sacramentos? No es un temor razonable si tenemos la Fe, a Nuestro Señor, a la Santísima Virgen María, si somos capaces de rezar, no es razonable temer por nuestra salvación si no tenemos sacramentos. No. Esto es falta de confianza, de esperanza, ultimadamente también es una falta de Fe.

   Por eso seguimos recordando la devoción a Nuestra Señora de la Soledad, porque Nuestra Señora en su soledad fue fiel a Dios con una piedad poderosa, con poderosos méritos cuando Nuestro Señor estaba ausente,  Viernes Santo, Sábado Santo e incluso después de  la Ascensión de Nuestro Señor, Nuestra Señora estuvo  25 años en soledad con San Juan, asistiendo a la Santa misa todos los días, con un gran dolor porque estaba en soledad y porque deseaba unirse a Nuestro Señor completamente.

   Si Ella estuvo en soledad, ¿por qué nosotros no vamos a estar en soledad? Si esa es la Voluntad de Dios, Él nos dará la gracia para perseverar en esa soledad. Debemos tener este espíritu, animarnos unos a otros, de otra manera, en lugar de recoger estaremos desparramando. Tenemos que concentrar nuestra mente, nuestro corazón en ser fieles a la Fe,  rezando, esperando, confiando en Nuestro Señor  y amándolo con todo el corazón, a pesar de todas las ausencias de sacramentos y sacerdotes y ayuda humana, a pesar de todas esas carencias de ayuda, confiar en Nuestro Señor. Por eso me gusta mucho citar el ejemplo de Juan Diego, cuando teniendo una cita con Nuestra Señora de Guadalupe, al saber que su tío Bernardino estaba muriendo y que le había encargado los últimos sacramentos, Juan Diego para ir por el sacerdote decidió brincarse la cita con la Santísima Virgen María, se fue por otro camino, pero Nuestra Señora lo encontró del otro lado de la colina y lo detuvo, Juan Dieguito, Juan Dieguito, el más pequeño de mis hijos, ¿a dónde vas?,  y le dice: no temas, no estés ansioso, ¿No estoy yo aquí que soy tu Madre?, ¿No estás bajo mi regazo? ¿No estás bajo mi manto? ¿Hay acaso algo que necesites aparte de Mí?

   Es la misma pregunta para  nosotros. Necesitamos sacramentos, necesitamos sacerdotes, necesitamos… ¿No estoy yo aquí que soy tu Madre? ¿No es suficiente para tí?  Sí Madre, tú eres suficiente. No temas, no estés ansioso, sé paciente, persevera en mi amor, sé humilde, reza tus Rosarios, ten devoción a mi Inmaculado Corazón y el resto te lo daré a su tiempo.

   Es por esto que no nos preocupamos por un obispo, por sacerdotes, rezamos por ellos, pero no nos preocupamos, incluso si no tenemos misas o sacramentos, sólo tenemos que ser generosos y pedir a Nuestra Señora tener una contrición perfecta habitual, una comunión espiritual habitual y una habitual reflexión de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo. ¡Sigan adelante! ¡No importan los números! Conozco una ciudad donde solamente hay una persona católica tradicional.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

LIBRO FLORILEGIO DE MÁRTIRES ESPAÑA 1936-1939 (Capítulo1)

 


A MIS LECTORES

Este trabajo tiene la finalidad de recordar los mártires, que dieron su sangre por Dios y por España, durante la persecución religiosa de 1936, y en la que sufrieron el martirio doce obispos, unos cinco mil sacerdotes y más de dos mil religiosos, y fueron asesinados más de trescientos mil seglares. Siendo éste un hecho real e histórico, ¿no sería una ingratitud relegar al olvido? 

El motivo de escribir sobre el tema, es porque a ello me ha impulsado la lectura de “Martirologio español. 1936-1939”. De Fr. Antonio de Lugo, Monje Jerónimo, quien refiere muchísimos casos ejemplares de personas que por librar a España de la opresión marxista y atea, supieron dar su vida, derramando su sangre en defensa de la fe católica. Existen muchos artículos y obras escritas sobre este tema, especialmente sobre el sacrificio sangriento de millares de vidas consagradas a Dios, y una de ellas más notable es la “Historia de la persecución religiosa en España” del actual obispo de Badajoz Dr. Antonio Montero, a la que hace referencia Fr. A. de Lugo, más reconociendo que a medida que van pasando los años, van quedando también en olvido altos ejemplos de virtud, me he decidido a escribir este pequeño libro con datos verdaderamente históricos (pues los más se fundamentan en dichas obras), para contribuir en lo posible a mantener vivo el recuerdo de tantos ejemplos de virtud, que nos están hablando a cada paso de la vida futura y eterna. 

Hemos de reconocer que siempre ha habido persecuciones religiosas, pues es la herencia que Jesucristo dejó a la Iglesia. El fue perseguido y nos dice: “A mi me han perseguido y a vosotros os perseguirán…” (Jn. 13,20) Los ejemplos que voy a referir no son de la época de las persecuciones romana, o sea, de los primeros siglos de la Iglesia, sino de hace poco más de cuarenta años, y es necesario recordarlos, porque se pueden repetir. Si tú eres católico, debes tenerlos presente para que sus lecciones te enseñen a saber vivir, y si fueras de los que actualmente abrigan aún odio a los que profesan la religión católica, los deberás recordar también para que sepas lo ignominioso de aquellas crueldades y depongas todo odio. Aquí, pues, tienes unos pocos de tantos hechos más sobresalientes, acaecidos en esos años de persecución religiosa. Mi deseo es que sirvan de lección a todos. 

Zamora, enero 1983

Benjamin Martin Sanchez


ESPAÑA EN 1936

Empiezo por reconocer que en la España, dividida en dos por la guerra civil (que estalló el 18 de julio del 1936 y duró hasta el 1°. de abril de 1939), con la denominación de España nacional y la España roja, hubo crímenes que son de lamentar y hubo culpabilidad por ambas partes; pero mi finalidad no es suscitar heridas, y si se recordasen por algunos hechos desagradables, sepan que no es para culpa de nadie, pues Dios es el que lo sabe y el que nos pedirá cuentas a unos y a otros por los pecados, que fueran causa de esta guerra, sino para poner de manifiesto algunas pocas vidas ejemplares que recopilo en este pequeño libro con el título de “Florilegio de mártires”. 

Notemos que si hubo mártires es porque hubo perseguidores y ¡a éstos en parte – por una sublime paradoja – les deberán aquellos la corona del martirio! Luego a la sangre de los mártires, les deberán, como veremos, algunos de sus criminales la conversión. ¡Ejemplos maravillosos de la gracia divina que bien merecen ser recordados! El martirio es una gracia especial de Dios que no a todos es concedida.

 Los verdaderos mártires son los que padecen persecución por la justicia, por una causa justa y santa. Dios sin duda, queriendo salvar a España, exigió sangre y con la de muchos de nuestros hermanos fue lavada la Patria. Esto, tal vez, no todos comprenden, pero es cierto a la luz de la fe. La lectura de los ejemplos que refiero harán comprender mejor a todos mi pensamiento, y hasta podría preparar a muchos para pensar más en la otra vida y hasta para desear a su vez la gracia del martirio. Tú lees este pequeño libro que refleja la historia de lo sucedido – la persecución religiosa en España en aquellos años de nuestra guerra civil – y luego sabrás apreciar y valorar la finalidad de su contenido. La persecución religiosa en España Es una realidad histórica, que en 1936 comenzó en España una persecución religiosa y descaradamente abierta, promovida por el odio a Dios y a cuanto tuvieran relación con la Iglesia católica. Este es un hecho tal que no puede ponerse en duda. Veamos algunos testimonios de los papas, de los obispos y de los ministros gobernantes de la llamada de España roja, que nos hablan de los asesinatos, de la destrucción de las iglesias y de tantos desórdenes.

Pio XI “En nuestra queridísima España, el azote comunista… No se ha contentado con derribar alguna que otra iglesia, algún que otro convento, sino que, cuando le fue posible, destruyó todas las iglesias, todos los conventos y hasta toda huella de religión cristiana, monumentos del arte en la ciencia. El furor comunista no se ha limitado a matar obispos y millares de sacerdotes, de religiosas, buscando un modo especial a aquellos y aquellas que precisamente trabajan con mayor celo con pobres y obreros, sino que ha hecho un número mucho mayor de víctimas entre los seglares de toda clase y condición, que diariamente, puede decirse, son asesinados en masa por el mero hecho de ser buenos cristianos o tan sólo contrarios al ateísmo comunista. Y una destrucción tan espantosa la lleva a cabo con un odio, una barbarie y una ferocidad que no se hubiera creído posible en nuestro siglo” (Divini Redemptoris. 19-3-1937)

Pio XII “Los designios de la Providencia, amadisimos hijos, se han vuelto a manifestar una vez más sobre la heroica España, La nación elegida por Dios, principal instrumento de evangelización del Nuevo Mundo y como baluarte inexpugnable de la fe católica, acaba de dar a los prosélitos del ateísmo materialista de nuestro siglo la prueba más excelsa de que por encima de todo están los valores eternos de la religión y del Espíritu… Y ahora, ante el recuerdo de las ruinas acumuladas en la guerra civil más sangrienta que recuerda la historia de los tiempos modernos, Nos, con piadoso impulso, inclinamos ante toda nuestra frente a la santa memoria de los obispos, sacerdotes, religiosos de uno y de otro sexo y fieles de todas las edades y condiciones que es tan elevado número han sellado con sangre su fe en Jesucristo y su amor a la religión católica: No hay mayor prueba de amor” (Jn.15,13) (Radiomensahe al pueblo español; 16-4-1939)

Otro testimonios de Pio XI y Juan XXIII S.S el Papa Pio XI a los prófugos españoles, 1-9-1936 “Todo esto es un esplendor de virtudes cristianas y sacerdotales heroísmos y de martirios. SON VERDADEROS MARTIRIOS EN TODO EL SAGRADO Y GLORIOSO SIGNIFICADO DE LA PALABRA, desde el sacrificio de las vidas más inocentes, de venerables ancianos, de juventudes primaverales, hasta la intrépida generosidad que pide un lugar en el carro con las víctimas que espera el verdugo”.

S.S el Papa Juan Pablo XXIII al Cardenal de Tarragona, 31-1-1950 “Todavía están recientes los sufrimientos de los sacerdotes, religiosos y seglares que en esa archidiócesis igual que en toda la nación española dieron pruebas de amor que tenían a su fe y de la poca estima de las cosas terrenas, Por eso nos ha sido muy grato saber que en la peregrinación que se prepara, traerán los procesos canónicos de esos siervos predilectos de Dios, para someterlos al juicio de la Santa Sede. El ejemplo de ellos, como el de los mártires que hoy conmemoramos, será la llama que avive el fervor de esa amada grey en una vida constantemente piadosa”. 

Palabras del Cardenal Mons. Etchegaray “Una iglesia que no recuerda a sus mártires de ayer y no descubre a los mártires de hoy, no puede reclamar el honor de ser Iglesia de Cristo”.

Carta colectiva del episcopado español 

De esta carta que fue dirigida a los obispos del mundo entero, que merecía ser leída por todos, sólo copio lo siguiente: “Hacemos historia sin hacer interpretaciones de carácter psicológico o social… 

La hecatombe producida en personas y cosas por la revolución comunista fue “premeditada”. Poco antes de la revuelta habían llegado de Rusia 79 agitadores especializados. La Comisión Nacional de Unificación Marxista, por los mismos días, ordenaba la constitución de las milicias revolucionarias en todos los pueblos. La destrucción de las iglesias o a lo menos de su ajuar, fue sistemática y por series. En el breve espacio de un mes se habían inutilizado todos los templos para el culto… Para la eliminación de personas destacadas que se consideraban enemigas de la revolución se habían formado previamente las “listas negras”. En algunas, y en primer lugar, figuraba el obispo. De los sacerdotes, decía un jefe comunissta, ante la actitud del pueblo que quería salvar a su párroco: “Tenemos orden de quitar toda su semilla”. “Prueba elocuentísima de que la destrucción de templos y matanza de los sacerdotes, en forma totalitaria, fue cosa premeditada, es su número espantoso. Aunque son prematuras las cifras, contamos con unas 20.000 iglesias y capillas destruidas o totalmente saqueadas. Los sacerdotes asesinados, contando un promedio de 40 por 100 en las diócesis devastadas (en algunas llegan al 80 por 100) sumarán, sólo del clero secular, unos 6.000. Se les cazó como perros, se les persiguió a través de los montes; fueron buscados con afán en todo escondrijo. 

Se les mató sin juicio las más de las veces, sobre la marcha, sin más razón que su oficio social. Fue “cruelísima” la revolución. Las formas de asesinato revistieron caracteres de barbarie horrenda. En su número se calculan en número superior a 300.000 los seglares que han sucumbido asesinados, sólo por sus ideas políticas y especialmente religiosas; en Madrid y en los tres primeros meses, fueron asesinados más de 22.000. Apenas hay un pueblo en que no se haya eliminado a los más destacados derechistas. Por la falta de forma: sin acusación, sin pruebas, las más de las veces sin juicio. Por los vejámenes: A muchos se les han amputado los miembros o se les ha mutilado espantosamente antes de matarlos; se les han vaciado los ojos, cortado la lengua, abierto en canal, quemado o enterrado vivo, matado a hachazos. La crueldad máxima se ha ejercido con los ministros de Dios. Por respeto y caridad no queremos puntualizar más. La revolución fue “inhumana”. No se ha respetado el pudor de la mujer, ni aun la consagrada a Dios por sus votos. Se han profanado las tumbas y cementerios…”. Esta revolución fue también bárbara, antiespañola y anticristiana.,, Y terminan su carta diciendo: “Consentidnos una declaración última. Dios sabe que amamos en las entrañas de Cristo y perdonamos de todo corazón a cuantos, sin saber lo que hacían, han inferido daño gravísimo a la Iglesia y a la patria… Rogad para que en nuestro país se extingan los odios, se acerquen las almas y volvamos a ser todos uno en el vínculo de la caridad. Acordaos de nuestros obispos asesinados, de tantos millares de sacerdotes, religiosos y seglares selectos que sucumbieron sólo porque fueron milicias escogidas de Cristo, y pedid al Señor que dé fecundidad a su sangre redentora…” (1-7-1937).

Los gobernantes y periódicos marxistas.

Estos reconocieron la ola de terrorismo que desbordaba las ambiciones más sanguinarias, y el mismo Galarza, ministro de Gobernación, al ver la realidad del terrorismo imperante, se vio obligado a citar a los periodistas para decirles que habiendo sido ejecutadas ilegalmente más de 20.000 personas en Madrid (15.000 identificadas y 5.000 por identificar), él no podía consentir por más tiempo una horrenda situación de la que no se hacía solidario, y que estaba dispuesto a terminar tales actos como fuesen fusilando sin contemplaciones de ninguna especie. El periódico “Solidaridad obrera”, que el 28 de enero de 1937 y en sucesivos artículos se gloriaban en decir: “En las provincias que gobernamos, la Iglesia no existe… No les queda un altar en pie… No quedan apenas feligreses…”, meses más tarde viéndose avergonzados, decía el 30 de julio de 1937 bajo el título “La pasión exacerbada”: “Termine ya el terror que ha venido actuando en la sombra. Que sea el tribunal del pueblo, quien a su plena luz, con plena responsabilidad, depure lo que depuración necesita…”. “Lo interesante sería que nos decidiéramos a acabar con esa danza macabra de todas las noches, con esa procesión de muertos que, señalándonos ante el mundo, nos acusa de la misma ignominia que las gentes honradas acusan a los fascistas…”, y terminan pidiendo la depuración de los tribunales populares, y clamaban por el cese inmediato de las matanzas irresponsables.


viernes, 24 de febrero de 2023

CON MOTIVO DEL MARTIRIO DE SAN ESTEBAN (Sobre la falsa resistencia y SSPX)

 


Este articulo se publicó en 2014, sin conocer el devenir del movimiento de Resistencia. En esos años se resistía al liberalismo y compromiso doctrinal de la FSSPX, pero con el paso de los años (no muchos), las acciones de aquellos sacerdotes y obispo resistente comenzaron a demostrar individualismo y ausencia de doctrina.  La mayoría de estos sacerdotes "resistentes" no les pareció importante que los fieles que estaban con ellos dejaran de ir a los centros de misa de la SSPX, --se salieron de la SSPX y los criticaban-- pero permitían a sus fieles seguir yendo a sus misas. Entonces ¿qué diferencia había? 

Al poco tiempo mons Williamson escandalizó a los fieles y a algunos sacerdotes de la resistencia con sus Eleison, promovía la nueva misa y a Valtorta (su libro esta en el Index), acreditaba a supuesto milagro eucarístico ocurrido en una asamblea litúrgica de los fieles (nueva misa) ademas de vaivenes con el sedevacantismo. 

Se formaron grupitos de repente... algunos se fueron rápido al sedevacantismo como el R.P. Altamira y posteriormente el padre Cardozo también coqueteando con el sedevacantismo a conveniencia; se enemistó con la resistencia de mons. Williamson pero en plena "pelea" monseñor le ordenó bajo condición un sacerdote del tradimodernismo (muy raro, pues ni Santos Oleos se proponía a darles a los sacerdotes que no se unieran a sus ideas).
El resto de sacerdotes y fieles siguieron adeptos a Mons Williamson a pesar de sus errores doctrinales y sectarismo, además conservaron por debajo del agua la amistad de la SSPX, formando una especie de SSPX paralela con la bandera de "resistencia" al liberalismo de la fraternidad, pero no tanta como para dejar completamente los Sacramentos de la SSPX, y sin oponerse a las doctrinas del Eleison. Los nuevos obispos consagrados por mons. Wiliamson han demostrado lealtad incondicional a el, no hay Santos Oleos ni confirmaciones si cualquiera se atreve a oponerse a las doctrinas Eleison o a la linea liberal de la falsa resistencia.

Mientras tanto,  los pocos sacerdotes que sí tenían Doctrina, amor a la Verdad y a la Iglesia (motivos sobrenaturales para resistir el liberalismo de la fraternidad), fueron poco a poco perseguidos y marginados (R. P. Rafael OSB, R.P. Arturo Vargas y R. P. Hewko), entre ellos estaba el padre Pfeiffer, pero fue seducido y se hizo consagrar por obispo de línea Thuc.

La falsa resistencia de Mons Williamson, y sus nuevos obispos parecen mas una disidencia controlada, su función parece ser controlar grupos de tradicionalistas que no quisieron aceptar la Declaración Doctrinal ofreciendo Sacramentos a cambio de lealtad (palabras literales del padre Zendejas), sin tomar en cuenta principios Doctrinales. 

La Declaracion Doctrinal de Mons Fellay en el 2012, a título de Superior General, fue y es demasiado grave, consiste en la aceptación de la herejía del modernismo, enmascarado con eufemismos (ambiguedad). Aceptar herejías es cambiar la Fe, los católicos tenemos la obligación de deslindarse de aquellos que aceptan una fe distinta a la católica, tal como la herejía del modernismo, leyó usted bien: la herejía modernista.  Si no se alejan de aquellos se incurre en cooperación al mal y aceptación de las mismas herejías, con la pérdida de la fe integra.  Al parecer para la SSPX y para la falsa resistencia son mas importantes los Sacramentos que conservar la fe intacta. Los arrianos administraban ilícitamente sacramentos válidos, pero eran herejes: ¿Alguna semejanza? 
La falsa resistencia de mons Williamson y la SSPX son lo mismo y de los mismos (el padre Ceriani ya había advertido de esto en 2013).

Hay muchos detalles y distinciones que seguramente muchos fieles no conocen, estos se expondrán poco a poco; sin embargo estos escándalos en parte sirvieron para que los fieles de la SSPX que dudaban entre dejar la fraternidad o marcharse a una falsa resistencia que permitía ir a los centros de misa de la SSPX, y que a su vez toleraban lo que Mons Williamson enseñaba, observaron que era lo mismo o peor y decidieron quedarse en la FSSPX; de esta manera fue difícil que la mayoría del tradicionalismo de la FSSPX supieran que de verdad es necesario, indispensable y obligatorio resistir a la herejía modernista aceptada por ellos.


A continuacion el artículo del 2014:

Con motivo del martirio de San Esteban encontramos una noticia en el periódico con la siguiente reflexión la cual quisiera compartir a nuestros lectores:

   "En los  últimos años de su vida San Pablo de Tarso lloraba un crimen de su juventud:

Asistió al martirio de San Esteban, que fue muerto  a pedradas por la turba. No arrojó él ninguna piedra, pero les detuvo el manto a varios que se lo quitaron para poder lapidar mejor al mártir. Tibios, medrosos, a veces no hacemos el mal, pero ayudamos con nuestra tolerancia o indiferencia a quienes lo hacen.

No hay bien alguno en no tirar la piedra si les detenemos el manto a quienes sí la tiran. A veces mirar el mal sin denunciarlo, sin protestar por él, es lo mismo que causarlo.
No tiremos la  piedra, porque eso es malo. Pero tampoco les detengamos el manto a quienes sí la tiran. Eso a veces es peor".
Noticias de Querétaro (3-12-2014)

A continuación presentamos una breve lista de sacerdotes (y obispo) de la FSSPX muy queridos por la feligresía que fueron expulsados o salieron de la FSSPX a causa de oponerse a los graves escándalos ocasionados por la Declaración Doctrinal de Mons. Fellay y al acuerdismo  propuesto.

Muchos sacerdotes y fieles que aún están en la FSSPX han seguido de cerca los acontecimientos sin hacer mucho o nada por defender la verdad, por defender a sus cofrades o a los fieles que han sido relegados por no pensar como ahora lo hace el superior general de la FSSPX; en síntesis han dejado de lado el espíritu de combate y el amor a la verdad que caracteriza al católico, por la obediencia ciega, mismísimo error de muchos sacerdotes que aceptaron la reforma litúrgica de Paulo VI y el Vaticano II.  Por eso repetimos con tristeza: No hay bien alguno en no tirar la piedra si les detenemos el manto a quienes sí la tiran. A veces mirar el mal sin denunciarlo, sin protestar por él, es lo mismo que causarlo.

Lista de sacerdotes (y obispo) que han sido expulsados o salieron de la FSSPX:

S.E.R. Monseñor Richard N. Williamson FSSPX (Inglaterra) * Expulsión por medidas disciplinarias? Al final Mons resultó mas escandaloso que Mons Fellay promoviendo la misa nueva, Valtorta, y la herejía nunca retractada contra la Inmaculada Concepcion en el Eleison.

Abraham, Steven FSSPX  (Inglaterra) *No podía ejercer ministerio pero Mons Williamson lo reintegró a fuerza...

Altamira, Fernando FSSPX  prior (Argentina)* Se hizo sedevacantista engañando a gran parte de la feligresia en Bogotá

Arízaga, Rafael OSB (México) *Verdadera resistencia, perseguido por los "amigos" de mons Williamson, despojado del Monasterio de Colombia, perseguido por sedevacantistas, por la SSPX , por Fraternidad San Pedro y modernistas.

Bufe, Craig FSSPX  (Irlanda)
Cardozo, Ernesto FSSPX (Argentina) * Se enemistó con mons Williamson, pero en ese trance le ordenó bajo condición a un sacerdote que venía del tradimodernismo. Coolabora con sedevacantistas, abandonó por el Covid sus misiones en Mexico.

Chazal, Francois FSSPX  (Francia)* Amigo y coolaborador de Mons Faure

De Mérode, Roland FSSPX, prior (Francia)
De Sainte-Marie d’Agneau, Hubert FSSPX  (Francia)

Faure, Jean Michel FSSPX  (Francia) * Líder de la falsa resistencia, no tiene postura Doctrinal clara. Apoya incondicionalmente a Mons Williamson, de los primeros en dar luz verde a sus fieles para que siguieran yendo a las misas y sacramentos de la FSSPX. Hay serias acusaciones en su contra desde su época en el Seminario de America del Sur.

Fuchs, Martin FSSPX  (Austria)
Girouard, Patrick FSSPX  (Canadá)
Hewko, David FSSPX  (E.U.A.)* Verdadera resistencia en USA, acosado por la falsa resistencia en USA.

N’dong, Pierre-Célestin FSSPX (Gabón)

Ortiz, Juan Carlos FSSPX  (Colombia) * De la Falsa Resistencia, cooperó con sedevacantistas sin remordimiento alguno, perseguidor de la verdadera resistencia, siempre amigo y defensor de las "doctrinas" de Mons Williamson. Perseguidor del padre Rafael y de quien no se una a sus sectarias opiniones

Pfeiffer, Joseph FSSPX  (E.U.A.) * Falso obispo, "consagrado" por falso obispo linea Thuc?

Picot, Rémi FSSPX  (Francia)
Pinaud, Nicolas FSSPX  (Francia)
Pivert, Francois FSSPX (Francia) *Amigo de Mons Faure y de la SSPX sin postura doctrinal clara a pesar de ser experto en Derecho Canonico

Ringrose, Ronald FSSPX(E.U.A.)* Sedevacantista
Rioult, Olivier FSSPX  (Francia) * Sedevacantista

Ruiz, Hugo FSSPX  (México) * Nunca se opuso publicamente contra Mons Williamson respecto a sus doctrinas de los Eleison, públicamente nunca recomendó dejar de ir a los Sacramentos de la FSSPX. Dice no estar enemistado con los obispos de Mons Williamson..??Era el responsable de la resistencia en Cd de Mexico, Pachuca y Querétaro, por algun motivo la gran mayoría de esos fieles se dispersaron (¿el humo de Satanás entró por alguna rendija?)

Vargas, Arturo  FSSPX (México) * Verdadera resistencia católica, perseguido también por sacerdote chileno de la falsa resistencia y por los sedevacantistas R. P Altamira y "R.P." Pío (ordenado por falso obispo de línea Thuc que en paz descanse.)

Salenave, Mathieu FSSPX  (Francia) *Falsa Resistencia

Tomás de Aquino OSB (Brasil)  *Obispo amigo de la Falsa resistencia, después de tantos años de lucha, terminó obedeciendo a mons Williamson. 

Trincado, René FSSPX (Chile) * Amigo y coolaborador de la falsa resistencia, perseguidor de resistentes en Mexico que no se alineaban con mons Williamson.

Vignalou, Pierre FSSPX (Francia) *Se le veía tanto en el Seminario de mons. Faure como en Econe.Tenía una restricción en su ministerio, a lo cual ni la SSPX ni la falsa resistencia hiceron caso.

Voigt, Richard SDB (E.U.A.)
Zaby, Bernhard FSSPX  (Alemania)

Zendejas, Gerardo FSSPX  (México) * Obispo mexicano de la falsa resistencia, sin postura Doctrinal clara, no encontrarán su postura doctrinal en ninguna parte. Amigo de Mons Williamson, recibió grandes fondos para hacer capillas donde ya había sacerdotes de la resistencia en USA. A pesar de ser de la "resistencia" visto con muy buenos ojos por la SSPX. En la SSPX no encontrarán a nadie que externe una opinion desfavorable abiertamente contra este obispo de la falsa resistencia.




jueves, 23 de febrero de 2023

CAPITULO 7. EL ABANDONO EN LAS VARIEDADES ESPIRITUALES DE LA VIDA ORDINARIA

 


PRIVACIÓN DE ALGUNOS SOCORROS ESPIRITUALES

 Tomamos de San Francisco de Sales la expresión de variedades espirituales y la empleamos para significar todo lo que, no siendo esencial a la vida sobrenatural, se une a ella como el accidente a la sustancia. En el capítulo precedente hemos recorrido lo que constituye el fundamento de la vida espiritual; su fin esencial, su esencia y práctica esencial en este mundo, sus medios esenciales.

 Cualquiera que sea la situación en que Dios nos ponga, el camino por donde nos lleve, será preciso siempre tender a la gloria eterna, vivir de la gracia; y para esto, huir del pecado, practicar las virtudes a ejemplo de nuestro divino Modelo por los medios que nos asigna la voluntad de Dios significada, al menos por aquellos que son obligatorios para cada uno de nosotros. Esta es la parte invariable de la vida espiritual; por lo que ha de hallarse en cada uno de los fieles de cualquier edad que sean, y es la que comunica a todos los hijos de Dios el mismo parecido familiar que los distingue. Pero, sobre todo este fundamento, vendrán a dibujarse los rasgos particulares que varían mucho de un alma a otra, y hasta en una misma persona en diferentes épocas. Hay inocentes y penitentes, religiosos y seglares, contemplativos y activos, etc. Dios ama la variedad en la unidad; y por lo mismo, multiplicará las vocaciones hasta lo infinito. Bajo una misma Regla, su gracia atraerá con preferencia a la penitencia o a la contemplación, a la obediencia o a la caridad. Por su voluntad de beneplácito dispondrá los acontecimientos de suerte que nos conduzcan según le agrade, en la paz o en la guerra, en la sequedad o en las consolaciones, por las vías comunes o por las místicas. 

La base de la vida espiritual permanecerá la misma para todas las almas, pero las condiciones accidentales serán muy diversas para imprimir a cada una su fisonomía particular. Debemos hablar de esta diversidad, mas solamente en cuanto procede del beneplácito divino y da lugar al Santo Abandono. Comenzaremos por la que pueda hallarse en todos los caminos ordinarios o místicos, y a continuación hablaremos de la que es propia de los estados místicos. Hemos dicho antes que el divino beneplácito puede privarnos por algún tiempo, o para siempre, de algunos medios de santificación, que sin esta circunstancia serian deseables y hasta obligatorios. Son, por ejemplo, personas, recursos, observancias, ejercicios de piedad y los sacramentos. 

1º.- Las personas; un director, un superior, un padre, un amigo, cuya ayuda era para nosotros de la mayor importancia en el orden espiritual y que Dios nos le quita o por la muerte o por la separación. En verdad que no es permitido apoyarse en un hombre como si fuera la causa primera de nuestra santificación, pero puede ponerse la esperanza en él como agente secundario e instrumento de la Providencia en esta santa empresa, y cuanto más lleno del espíritu de Dios y capaz de hacernos bien, tanto más lícito, y hasta cierto punto necesario, nos será apoyarnos en él. Todas las ayudas que Dios nos da, sean de afección, de edificación o de dirección, es necesario recibirlas con reconocimiento, pero conservándonos dispuestos a bendecir a Dios si nos las quita, como le bendecimos por habérnosla prestado; seguros de que, si bajo el golpe de una prueba aceptada generosamente derramamos algunas lágrimas, el amor de Dios, aunque tan celoso, no nos las reprochará. Quizá os parezca que sin el auxilio de este apoyo no os podríais sostener. Sin embargo, habéis de saber que este sabio director, este santo superior, este amigo espiritual os ha sido dado mientras os era muy útil y en cierto punto indispensable. 

Dios empero, ¿ha cesado de amaros? ¿No es todavía vuestro Padre? ¿Cómo podrá olvidar vuestros sagrados intereses? Creed, pues, que no os abandona. Es verdad que el guía, cuya pérdida lamentáis, os ha conducido felizmente hasta aquí; pero, ¿sabéis si sería apto para conduciros por el camino que aún habéis de recorrer? Nuestro Señor pudo decir a sus Apóstoles, sin duda porque le amaban con un afecto sensible: «Os conviene que Yo me vaya, porque si no me fuere, no vendrá a vosotros el Consolador; y si me voy, os le enviaré». Este amigo, este director, ¿os es más necesario que Nuestro Señor lo era a los Apóstoles? - Diréis quizá: es un castigo a mis infidelidades-. Sea; mas los castigos de un padre vienen a ser para los hijos dóciles un remedio saludable. ¿Queréis desarmar a Dios, mover su corazón, obligarle a colmaros de nuevas gracias?, aceptad su castigo, pedidle su ayuda; y en premio de vuestro confiado abandono a su voluntad, o bien os proveerá del guía que actualmente necesitáis, o El mismo se encargará de vuestra dirección.

Al P. Baltasar Álvarez, habiéndose puesto un día a calcular el mal que le causaba la pérdida de su director, fuele dicho interiormente: «injuria a Dios el que se imagina tener necesidad de un socorro humano del que está privado sin culpa de su parte. El que por medio de un hombre te dirigía, quiere en la actualidad dirigirte por Sí mismo; ¿qué razón tienes para lamentarte? Es por el contrario un señalado beneficio y preludio de grandes favores». 

San Alfonso añadía: «nuestra santificación no es obra de nuestros padres espirituales, sino de Dios. Cuando el Señor nos los concede, quiere que nos aprovechemos de su ministerio para la dirección de nuestra conciencia, mas cuando nos los quita quiere que, lejos de quedar por ello descontentos, redoblemos nuestra confianza en su bondad y le hablemos de este modo: Señor, Vos me disteis apoyo, y Vos me lo quitáis ahora, hágase siempre vuestra voluntad, pero ahora venid en mi ayuda y enseñadme lo que debo hacer para serviros fielmente». Bien entendida, esta confianza en Dios no dispensa de practicar las diligencias necesarias para hallar otro director, porque «a Dios rogando y con el mazo dando». 

Terminemos con el P. Saint-Jure: «En la pérdida de las personas que nos son útiles para nuestro progreso espiritual, se cometen con frecuencia notables faltas, sintiendo demasiado vivamente su separación, no teniendo la suficiente sumisión a los designios de Dios sobre estas personas; testimonio evidente de que había excesivo apego a ellas y que se dependía más del instrumento que de la causa principal. Sea que esos directores vivan, sea que mueran, ha de decir el alma que sinceramente ama a Dios y su propia perfección, que se vayan o que permanezcan; todo, Señor, lo que Vos queráis y como Vos lo queráis; sois Vos quien me ha enviado estos guías, Vos quien me los quita, no los quisiera yo retener. Vuestra amable y amantísima voluntad me es más querida que su presencia; Vos me habéis instruido por ellos cuando quisisteis dármelos y por eso os doy gracias. Ahora que Vos me los quitáis, sabréis muy bien instruirme por otros que vuestra bondad paternal se dignará concederme cuando fuere necesario como os lo suplico; o bien, Vos mismo me instruiréis por lo que será preferible.»

Esta prueba es mucho más dolorosa cuando aquellos que Dios nos había dado como apoyo cesan de sostenemos, y volviéndose contra nosotros, amenazan echar por tierra nuestros más caros proyectos. Esto es lo que sucedió a San Alfonso de Ligorio cuando quiso fundar su Congregación. Debía ésta prestar a la Iglesia inapreciables servicios, y, sin embargo, no bien sus antiguos hermanos se dan cuenta de que van a perderle, dan riendo suelta a «su descontento, sus sarcasmos, sus mordaces ironías contra el traidor, el desertor, el ingrato que los abandona». Hasta se trató de arrojarlo de la Propaganda; levantan contra él la opinión pública, y sus mejores amigos le vuelven la espalda. Sus directores, a pesar de aprobarle, no quieren ocuparse ya de él, y la ternura de su padre le obliga a sostener un formidable asalto. Sus primeros discípulos, negándose a entrar en sus miras, fomentan el cisma, y le dejan casi solo. En una palabra, a excepción de su Obispo y de su nuevo director, fáltanle todos los apoyos, casi todos se vuelven contra él. En medio de este desencadenamiento de lenguas, estas discusiones, estas separaciones, Alfonso hace orar a las almas santas, y, para conocer con seguridad la voluntad divina, se dirige a los más sabios consejeros, implora cerca de Dios la luz por medio de continuas oraciones y mortificaciones espantosas. 
Con el corazón herido, póstrase a los pies de Jesús Agonizante y con El exclama: «Dios mío, ¡hágase tu voluntad! »Persuadido de que Dios no necesita ni de él ni de su obra, pero que le ordena proseguirla, se esfuerza por conseguir su objeto, aunque sea a costa de verse solo, y asegura que Dios no ha permitido todas esas divisiones sino para mayor bien. Los acontecimientos que siguieron a estas separaciones, prueban que Dios las permitió, no sólo para depurar por medio de la tribulación a San Alfonso, sino a otras muchas almas entregadas a su gloria, para emplearlas después en las obras de su gracia. «Todas estas cañas se convierten bajo su mano en árboles cargados de frutos excelentes.» 

La Beata María Magdalena Postel pasó por la misma prueba en una circunstancia análoga. 
2º.- Los recursos de que disponemos para la realización del bien, nos los puede Dios quitar según su beneplácito. Así, puede privarnos de la fortuna, de la salud, de las comodidades, de los talentos y de la ciencia; rebajarnos si le agrada, aniquilarnos, por decirlo así, por algún tiempo o de un modo definitivo. Tratando del abandono en los bienes y males temporales, hemos hablado de todas estas cosas y queremos mencionarlas aquí, en cuanto son los instrumentos del bien espiritual; y para no repetir, diremos tan sólo que Dios no exige ya de nosotros las obras pasadas, pues nos quita los medios de realizarlas. Al presente sólo nos pide la paciencia y la resignación, hasta desea nuestro abandono completo; gracias a esta santa indiferencia y a esta amorosa sumisión, le daremos más gloria y aprovecharemos más en nuestra penuria que en el tiempo de la abundancia. 

Vamos a proponer, como lo hace San Francisco de Sales, el ejemplo del Santo Job. Este gran servidor de Dios no se dejó vencer por ninguna aflicción. En tanto que duró su primera prosperidad, usó de ella para derramar el bien a manos llenas, y como él mismo dice: «Era pie para el cojo, ojo para el ciego, proveedor del hambriento y refugio de todos los afligidos.» Contempladle ahora reducido a la más extrema pobreza, privado por completo de sus hijos y de su fortuna. No se queja de que Dios le haya herido en sus más caras afecciones, le haya privado de continuar tantas buenas obras tan interesantes y tan necesarias a la vez; se resigna, y se abandona. En este solo acto de paciencia y de sumisión muestra más virtud, hácese más agradable a Dios, que por las innumerables obras de caridad que hacía en el tiempo de la prosperidad. «Porque es preciso tener un amor más fuerte y generoso para este solo acto que para todos los otros juntos.» Nosotros también, «dejémonos despojar por nuestro Soberano Maestro de los medios de realizar nuestros deseos por buenos que sean, cuando a El le agrade privarnos de ellos, sin quejarmos ni lamentarnos jamás como si nos hiciera un gran agravio». 

En efecto, la paciencia y el abandono compensarán abundantemente el bien que ya no podemos hacer. Esta santa indiferencia por la salud, por los talentos y la fortuna, esta amorosa unión de nuestra voluntad a la de Dios, ¿no es la muerte a sí mismo y la perfección de la vida espiritual? ¿Hay medio más poderoso para atraer la gracia sobre nosotros, sobre los nuestros y sobre nuestras obras? 

3º.- Algunas observaciones regulares, algunas prácticas personales pueden llegar a sernos imposibles, por un tiempo más o menos largo, a causa de la enfermedad, de la obediencia o de otras causas semejantes. Además hay prácticas que nos hubieran sin duda complacido, y otras que nunca hemos podido abrazar, de donde pueden muy bien originarse, cierto que sin fundamento, turbaciones y disgustos. Una misma persona no conseguirá imitar todas las virtudes de que Nuestro Señor y los santos nos han dado ejemplo; y por eso, será preciso resignarse al ejercicio de aquellas que nos corresponden en el orden de la Providencia. Nunca, por consiguiente, podremos quejamos de la parte que Ella nos haya asignado, pues es muy dilatado el camino que se nos presenta. Si con perseverante fidelidad nos aplicamos a cumplir los deberes que nos incumben cómo cristianos, los que son propios de nuestra situación y las obligaciones diarias, no sólo en conjunto, sino hasta los últimos detalles, tenemos materia más que suficiente para hacernos grandes santos. Es cierto que nuestra vocación nos priva de algunos medios de santificación que Dios propone a otros; mas, lo que perdemos por una parte, será fielmente compensado por otra. De esta manera, sí la pobreza no me permite la limosna corporal, haré la espiritual, y a falta de dinero, daré mis oraciones y sacrificios. La vida contemplativa me prohíbe el apostolado de las obras exteriores; pues yo lo ejercitaré por los trabajos de la vida interior, y en lugar de correr por el mundo tras los pecadores, cerca de Dios será donde trataré su causa. La vida activa no me deja sino una parte muy exigua de las dulzuras y santas ocupaciones de la vida contemplativa; me santificaré, sin embargo, dignificando mis trabajos por la obediencia y abnegación, por una intención pura y el pensamiento habitual de Dios. 

Si por nuestra parte utilizamos del mejor modo posible los medios que nos ofrece nuestra vocación, bastará para conducirnos a la perfección más encumbrada. ¿No ha habido santos en todas las Ordenes religiosas y en todas las clases sociales? Es cierto que algunas situaciones son más favorables en sí; mas para cada uno de nosotros, sólo es buena aquella en que Dios nos quiere poner. ¿La enfermedad me impide ayunar, guardar la abstinencia, tomar parte en el Oficio Divino?, no importa. Puedo cantar las alabanzas divinas en mi corazón, imponer una severa abstinencia a mi juicio y a mi voluntad, hacer ayunar a mis ojos, a mi lengua, a mi corazón, a todos mis sentidos por una mortificación más exacta. Lo que hubiera ganado cumpliendo mis deberes en la salud, lo compensaré cumpliendo fielmente los que me impone mi enfermedad, como la paciencia, el desprendimiento, la obediencia y el Santo Abandono.

Una obediencia o cualquiera otra causa semejante que me priva de ciertas regularidades comunes, de algunas prácticas privadas, es una pérdida que puedo siempre reparar, cumpliendo por de pronto con gran resolución los deberes de mi nueva situación; después, «aplicándome a redoblar, no mis deseos ni mis ejercicios, sino la perfección de hacerlos, esforzándome así para ganar más con un solo acto (como, sin duda, lo puedo conseguir), que con cien otros que pudiera realizar por mi propia elección y gusto». 

Después de todo, el único medio para crecer en virtud, ¿no es dejar nuestra voluntad para seguir la de Dios? Desde el momento que somos celosos por nuestras obligaciones de cristianos, por las observancias regulares y nuestras prácticas privadas, y no abandonamos ni unas ni otras sino por el divino beneplácito y no por falta nuestra, ¿por qué inquietamos? Dios es el que lo hace todo; y para compensar la pérdida hay mil medios, de los que el principal es precisamente nuestro celo en renunciar nuestra voluntad para seguir la suya, hasta en las cosas que nos parecen más justas y más santas.
 
4º.- Nuestra vida está consagrada a la contemplación por los ejercicios de piedad que son como el alimento de nuestra alma, y he aquí que una obediencia, un aumento de trabajo, la enfermedad sobre todo, vienen a romper la cadena de nuestras prácticas piadosas. Ya no podéis oír Misa ni siquiera el domingo, y estáis privado del alimento sagrado de la Comunión, y pronto quizá, vuestro estado de debilidad os hará incapaz de orar. No os quejéis; que Nuestro Señor os quiere hacer participar de su mismo alimento, que quizá no conocéis. «Mi alimento, os dirá, es hacer la voluntad de mi Padre a fin de consumar la obra que me ha confiado». 

Pues bien, esta obra que pretende consumar en nosotros y con nosotros, es nuestra perfección; y para ello es preciso que muramos a nuestra voluntad propia hasta en lo tocante a la piedad, de modo que sola la voluntad de Dios reine en nosotros. Preguntándose un día el P. Baltasar Álvarez, a causa de un impedimento, si debía celebrar los santos Misterios, dióle interiormente Dios esta respuesta: «Esta acción tan santa os puede ser o muy útil o muy dañosa, según que Yo la apruebe o no la apruebe.» En otras circunstancias, díjole Dios: mi gloria no se encuentra ni en esta ni en aquella obra, sino en el cumplimiento de mi voluntad; ahora bien, «¿quién puede saber mejor que Yo lo más conducente para mi gloría?» 

Es indudable que debemos tener el mayor celo por nuestros ejercicios de piedad, especialmente por la Misa y Sagrada Comunión y jamás abandonarlos ni por el disgusto, ni por la sequedad, ni por consideración alguna de este género; pero aun en esto, es necesario que nuestra piedad se regule según la adorable voluntad de Dios, de otra suerte llega a ser desordenada. «Hay almas -dice San Francisco de Sales- que después de haber cercenado todo el amor que profesaban a las cosas dañosas, no dejan de conservar amores peligrosos y superfluos, aficionándose demasiado a las cosas que Dios quiere que amen.» De ahí que nuestros ejercicios de piedad (que, sin embargo, tanto debemos estimar), pueden ser amados desordenadamente, cuando se les prefiere a la obediencia y al bien común, o se les estima en calidad de último fin, ya que no son sino medios para nuestra filial pretensión, que es el amor divino. 

Otro motivo por el que Dios impone privaciones a nuestra piedad, es el mérito del sufrimiento. Una religiosa no había podido durante tres días visitar a Nuestro Señor en el sagrado Tabernáculo, oír Misa, ni comulgar, y exclamaba: «Dios mío, estos tres días me los devolveréis en la eternidad, apareciéndoos ante mi vista más hermoso, más grande, a fin de indemnizarme. Para reemplazar al pan eucarístico, me habéis dado el pan del sufrimiento... Más se da a Dios en el sufrimiento que en la oración.» Además es necesaria la Cruz. 

Cierto día, decía Nuestro Señor a la misma religiosa: «Cuando quiero conducir a un alma a la cumbre de la perfección, le doy la Cruz y la Eucaristía; ambos se completan. La Cruz hace amar y desear la Eucaristía, y la Eucaristía hace aceptar la Cruz al principio, amarla después y, por fin, desearla. La Cruz purifica el alma, la dispone, la prepara para el divino banquete; y la Eucaristía la alimenta, fortifica, la ayuda a llevar su Cruz, la sostiene en el camino del Calvario. ¡Cuán preciosos dones son la Cruz y la Eucaristía! Son los dones de los verdaderos amigos de Dios.» 

San Alfonso nos ofrece un ejemplo edificante tanto de fidelidad generosa a nuestros ejercicios de piedad, como de resignación no menos perfecta al beneplácito divino. La enfermedad habíale confinado en su pobre celda, y sus transportes extáticos ante el Santísimo Sacramento llegaron a ser tan frecuentes que llamaban la atención general... Finalmente, Villani hubo de prohibirle en absoluto que bajase a la iglesia. Obedeció el Santo; pero, ¡cuánto le costó no poder ir a orar a los pies de Jesús, su único amor en este mundo! ... Con frecuencia, olvidándose de la prohibición, se arrastraba hasta la escalera atraído por una fuerza irresistible. Trataba en vano de bajar y se retiraba deshecho en lágrimas a su celda; o bien se le representaba la prohibición de Villani, y todo confuso decía: «Es verdad, Jesús mío; es mejor alejarse de Vos por obedecer, que permanecer a vuestros pies desobedeciendo.» Sufría aún más al no poder celebrar el Santo Sacrificio, y recordando las alegrías celestiales que tantas veces había gustado allí, prorrumpía en sollozos. Consolábase entonces ofreciendo al Señor este acto de resignación: «Oh Jesús, Vos no queréis que celebre la Misa, fiat, que se haga vuestra adorable voluntad.