El señor Presbítero
don J. Jesús Méndez nació en Tarimbaro, Michoacán, el año de 1881. Fueron sus
padres el señor Florentino Méndez y la señora Cornelia Montoya.
Hizo sus estudios
sacerdotales en el seminario de Morelia donde se ordenó a los veinticinco años.
En la misma ciudad de Morelia cantó su Primera Misa el 22 de junio (día del
Sagrado Corazón) de 1906.
Cuantos le conocieron
admiraron siempre en él sus grandes virtudes, principalmente la de la humildad
y la caridad para con sus prójimos. Cuando por necesidades de su Ministerio
tenía que visitar a algún pobre, no se conformaba con impartirle los auxilios
espirituales, sino que lo socorría también económicamente.
Siendo su principal
preocupación que ningún enfermo se muriese sin confesión; es fama que habiendo
cundido una epidemia en Valtierrilla (hoy Andrés Delgado), Guanajuato, de donde
era Párroco, cayó también postrado en cama presa de fuerte fiebre, y que, delirando
aparentemente, no cesaba de murmurar las palabras de la absolución. Las
personas que lo rodeaban suponían que el Padre deliraba; pero grande fue su
sorpresa cuando se enteraron que había sido en varias casas confesando a los
enfermos graves. De esto viven testigos en lo que fue su Feligresía.
Durante la persecución
religiosa no dejó de cumplir con su deber sacerdotal y una persona atestigua que,
en cierta ocasión, cuando acompañaba al Padre Méndez a confesar a un enfermo, a
medio camino se bajó del asno que montaba y dijo a su acompañante que ya no
iría a donde solicitaban su presencia y que se regresaba a su Parroquia. Cuando
el acompañante del Padre llegó solo a la casa del enfermo, grande fue su
sorpresa al enterarse de que el Padre Méndez había estado ya a confesar al
moribundo.
Era el Padre Méndez un
ferviente devoto del Santísimo Sacramento y jamás salió a la calle sin antes
hacer una visita a Jesús Sacramentado, ni volvió a su casa sin detenerse
primero en el templo con el mismo objetivo.
Siempre creyó que el
levantamiento que preparaban los cristeros para el día 5 de febrero de 1928,
sería coronado por la victoria por lo que ese día celebró la Santa Misa a las 7
de la mañana para pedir la protección divina para quienes habrían de empuñar
las armas.
Terminada la Misa iba
a ocultar un Copón lleno de Formas Consagradas cuando entraron al templo el
General Muñiz y sus soldados quienes mataron a una ancianita que corría
creyéndola mamá del Padre Méndez. También mataron al Notario de la Parroquia
porque se opuso a que entraran a la Sacristía.
Aprehendido el Padre
Méndez, fue fusilado inmediatamente en las afueras del templo.
Entregó su alma al
Señor el día 5 de febrero de 1928.