lunes, 25 de febrero de 2019

CARACTER DE LA ESPOSA CRISTIANA





El Buen Carácter

   El buen carácter de una esposa cristiana consiste en esa igualdad de ánimo y esa dulzura de trato que debe informar sus relaciones con su esposo, sus padres, sus servidores y todos sus prójimos.

   ¿Pongo buena cara a los contratiempos de toda índole, a las mil pequeñas contrariedades que pueden sobrevenirme?

   La mujer de buen carácter es buena, dulce, paciente, sonríe en todas ocasiones. Con sola su mirada endulza las amarguras y calma la tormenta. Tiene en sus labios una palabra amistosa, de consuelo, para todos los infortunios. ¡Es el ángel de la felicidad doméstica! No deja esto de imponer sacrificios costosos; pero se considera tan dichosa en poder contribuir a la dicha de los demás!

   Su marido y los suyos le profesan un profundo afecto.
   La paz y la felicidad del hogar tienen por causa el buen carácter de la madre de familia.

   La verdadera caridad se ingenia en aparecer siempre amena y complaciente.

   ¿Qué hago para que vayan formándose mis hijos un buen carácter?

   La mujer de mal carácter por su humor variable, vivo, colérico, avinagrado, caprichoso, amable quizá para unos, pero insoportable con frecuencia para los suyos, no puede producir sino males entre los que la tratan.

   Esta mujer, infeliz en sí misma,  está mal vista de todos, por la sola razón de su mal carácter.
   Tales faltas de mal humor pueden no llegar a culpables, pero son con frecuencia las que motivan las culpas, no sólo propias, sino también ajenas, y, lo que es peor todavía, resultan casi siempre la causa deplorable de las discordias y de la desgracia de las familias.

   ¿Cómo puede ser feliz un marido en compañía de una esposa de semejante temperamento?
   Sufrir y hacer sufrir a los otros son para la mujer las tristes consecuencias de un mal carácter.

   ¿Reconozco que me basta tener mal carácter para ser siempre desgraciada y para hacer desgraciados a los que viven conmigo?
   ¿Me dejo llevar de la cólera cuando no veo inmediatamente cumplidos mis deseos? ¿Soy vengativa, imperiosa, quejumbrosa? ¿Domino alguna vez en mi alma el rencor, ese defecto tan común en la mujer, poniéndome en el trance de mentir a Dios, en mi oración: “Padre nuestro… perdónanos nuestras deudas, como  nosotros perdonamos?”

   Para reformar el carácter además de la oración, podemos señalar cinco medios que son:

1.- El espíritu de Fe, al obligarte a ver a Dios en el prójimo, te impulsará a vigilar tu carácter y tus palabras.
2.- Por medio del espíritu de caridad, amarás a tu prójimo como a ti misma, y procurarás, por ende, tratarle con amabilidad de carácter. Evitarás las suposiciones y comentarios malévolos, celosos o curiosos.
3.- Por el espíritu de abnegación y de humildad, no te creerás tan fácilmente ofendida en la estima y consideración que de los otros esperas.
4.- Una acertada dirección, te ayudará a enmendar tus defectos. Da cuenta al director espiritual de las resoluciones que haces y de tu fidelidad en cumplirlas.
5.- Con la comunión frecuente notarás que Jesús se comunica a ti con su humildad, su bondad, su paciencia y su dulzura.
   ¿Le pido al Señor en mis oraciones el espíritu de fe, de caridad y de abnegación que me son necesarios para la reforma de mi carácter?
   En los días en que comulgo ¿pongo cuidado en hacer que en mí se venere la presencia del Señor, revistiéndome de los encantos de una bondad y de una paciencia a toda prueba?

   A semejanza del piloto cuya vista está puesta en la aguja de la brújula para imprimir dirección a su navío, la mujer de convicción no aparta la vista de Dios, que es el camino, la verdad y la vida, orientadores de su conducta. Esa mujer de carácter y de convicción es también, por regla general, una mujer casta; su fortaleza se halla en razón directa de su castidad, que la fuerza a amar la virtud y a vivir resuelta a todo antes que a doblegarse ante aquello que su conciencia reprueba.

   PLEGARIA
   Os suplico Dios mío, por intercesión de vuestra dulcísima, misericordiosísima y amabilísima Virgen María, que os dignéis enriquecer mi corazón con un carácter conciliador, dulce y amable, pero siempre indisolublemente ligado a mi deberes. Ayúdame a reformar en  mi carácter todo cuanto hay de molesto o pusilánime, y desterrad de él cuanto no sea conforme a vuestro divino beneplácito.

Misión y Virtudes Sociales de la Esposa Cristiana